Iniciacion anal
Como le puse la banderilla a mi novia mojigata.
INICIACION ANAL
La primera vez que la di por el culo a una chica, yo tenía 25 años y ella tenía 19. Lo mejor de todo es que ella era virgen, pero no sólo del culo, no se crean: aquella fue su primera vez, pero de todas, todas.
Llevábamos ya más de medio año de novios. Cuando la conocí, Isabel no había tenido la más mínima experiencia con el sexo, ni siquiera se había besado con un chico. Incluso para aquella época (hace unos 20 años) y el ambiente social (una pequeña ciudad española de provincias) era bastante mojigata. Había recibido una educación extremadamente rígida en relación al sexo y los chicos, la verdad es que su madre era una puritana histérica y todo la escandalizaba. Por ello nunca había tenido ninguna relación sentimental, aún menos de carácter íntimo, ni tan siquiera se había besado con un chico. Toda su percepción del asunto eran una serie de ideas románticas sobre el amor en las que el sexo estaba completamente marginado.
Era una chica bastante tímida, llamaban la atención sus lindos ojos almendrados y su precioso cutis, enmarcados por un cabello liso y muy negro que peinaba con melenita muy corta. Su cuerpo era esbelto aunque no estaba muy desarrollado, de hecho, sus tetas eran más bien pequeñas, pero muy bien formadas y erguidas, con unos preciosos pezones, grandes, sonrosados y en punta ; también su piel era muy blanca y suave, pero sobre todo tenía un culo muy apetitoso: redondito, duro y respingón. Vamos que Isa era un verdadero caramelito.
Como suele ocurrir con esta clase de chicas que van de estrechas (y de románticas, que esa es otra) la chavalina resultó ser una auténtica calentorra. Al principio, bastaba con morrearla un poco y magrearla por encima de la ropa para que entrara en una especie de trance, con los ojos en blanco, y más de una vez tuve que sujetarla porque se iba para el suelo, casi perdía el conocimiento. Pero no había manera de ir a más con ella, cuando le proponía de metérsela me salía con que le daba mucho miedo y que no estaba preparada.
Un día, estando solos en mi casa, y después de tres meses de salir, conseguí meterle mano debajo de las bragas y le hice una paja: me bastó con apretarla el chichi con fuerza durante unos instantes para que se corriera con auténtica desesperación. Esto lo volvimos a repetir y en las siguientes ocasiones yo me sacaba la verga (se pueden imaginar ustedes que se me ponía como una barra de hierro) y se la ponía en la mano, pero la muy pazguata no hacía otra cosa que apretarla extasiada pero sin darle al manubrio, así que mientras yo la hacía correrse como una cerda a mi me dejaba empalmado y sin satisfacción.
Lo cierto es que durante meses no tuve otra que pajearme (lo hacía a diario) imaginándome que la estaba dando por el culo, fantasía recurrente que llegó a convertirse en una auténtica obsesión para mi. Tampoco conseguí que me la chupara, pues rechazaba mis propuestas al respecto con una expresión de asco y me decía que si yo la quería de veras y la respetaba no podía pedirla que hiciera algo tan degradante (según ella).
Un día que estábamos solos en un lugar muy apartado, a la orilla del río, logré creo que de milagro- convencerla para que nos bañáramos desnudos, pues no llevábamos bañador. Bueno, desnudo del todo me bañé yo, porque ella no se quitó las braguitas en ningún momento. Creo que con tanto morreo y magreo y de ver mi polla durísima y sentirla apretarse contra su cuerpo, se puso más cachonda de lo habitual (yo estaba que explotaba) y al salir del agua la tumbé boca abajo sobre la arena y me puse sobre ella. La agarré de las tetas desde atrás, estrujándoselas bien y empecé a frotar y apretar con fuerza el carajo contra su duro y suave culito tan sólo protegido por aquellas finas braguitas para así conseguir un poco de satisfacción.
Ella empezó a jadear como si me la estuviera follando de verdad, con el rostro congestionado rojo como un tomate, lo cual me excitó de tal manera que ya no pude contenerme: la bajé las braguitas de un tirón y le anuncié que iba a metérsela. Yo esperaba que ella protestara pero no dijo nada, se quedó quieta jadeando con la respiración muy agitada, se ve que estaba muy caliente y al fin se iba a dejar follar. Yo sabía que ella tenía mucho miedo de quedarse preñada, pero ahora no decía nada la muy puta, en cualquier caso yo no estaba dispuesto a arriesgarme a hacerle un bombo, además de que vi que era el momento de aprovecharme y llevar a la práctica mi obsesión de sodomizarla. La separé los cachetes del culo y dejé al descubierto su virginal ojete, pequeño y sonrosado. La metí el dedo índice bien ensalivado y ella emitió un quejido y protestó, poniéndose toda tensa intentó retirar el culo, pero yo la sujeté y seguí introduciéndola el dedo. Ella estaba toda asustada y me dijo NO, POR AHÍ NO....pero yo hice como si no la hubiera oído. Estaba muy cerrada y apretaba con tanta fuerza que parecía que me iba a cortar el
dedo.
Después de habérselo metido y sacado un par de veces poniéndole toda la saliva que pude (la mayoría en la entrada, pues no me dejaba apenas metérselo), tuve que quitárselo, pues se revolvía y no paraba de protestar diciendo SÁCALO, ME ESTÁS HACIENDO DAÑO. Para entonces, yo ya no tenía otra idea en la mente que correrme dentro de su culo, quisiera ella o no. Sabía que no tenía el ano suficientemente abierto y lubricado pero también que era ahora o nunca, así que me agarré la verga, que estaba como una estaca, y me coloqué sobre ella aplastándola con firmeza contra la arena; a continuación, antes de que pudiera reaccionar la separé las nalgas y apoyé con fuerza
mi capullo hinchado y amoratado en mitad de ellas.
Ella trató de liberarse: NO, MIGUEL, NO, POR FAVOR, NO ME HAGAS ESO Pero yo la sujeté con fuerza presionando con una mano sobre su espalda mientras con la otra mantenía la verga bien apretada a la entrada de su esfínter: Quietaaa...tranquila...ya verás como te gusta... le dije intentando tranquilizarla. Empujé con fuerza mientras ella seguí suplicando NO, OH!...NO....Cuando el esfínter empezó a ceder y ella notó que mi gruesa verga comenzaba a penetrar dilatándola el ojete soltó un quejido ¡¡UCH!! y me dijo ¡PARA, PARA, NO ME LA METAS, PARA...! pero no la hice caso y seguí empujando, pero ella apretaba las nalgas con fuerzas y trataba de separarse, empezó a sollozar histéricamente diciendo NOO...NOOOO...PARA POR FAVOR..., tenía la punta de la verga atascada en la entrada de su esfínter y pensé que así no iba a poder metérsela, por lo que la sujeté con fuerza por la cintura y apreté apoyando todo mi peso sobre su cuerpo. NOMM..N..¡¡¡AAAAH!!! Un fuerte grito de dolor evidenció que por fin le había entrado --de un solo golpe- toda la punta de mi verga : se arqueó de dolor y por unos segundos se quedó tiesa mientras yo hacia lo mío.
Empujé un poco más sintiendo el desgarro de su ano virgen y ella volvió a gritar, ¡¡AAAh!! , se intentó levantar pero lo único que consiguió fue que le entrara más profundo todavía. Yo le decía que se estuviera quieta, que el dolor pasaría y se acostumbraría a tenerla ahí dentro.. Pero ella no parecía hacerme caso, se quejaba mucho y me pedía sin parar ¡SÁCALA, SÁCALA...ME DUELEEE ...!, pero yo ya había conseguido lo que llevaba tanto tiempo soñando: metérsela (y encima por el culo), así que no estaba dispuesto a dar marcha atrás por nada del mundo y me mantenía firme sin retroceder ni un milímetro.
Yo sentía como ella cerraba su ano con todas sus fuerzas , apretándome la verga, incluso haciéndome daño a mi también. Así que no espere mas, la sujeté con todas mis fuerzas y empecé a bombear, ella daba fuertes gritos cada vez que la embestía ¡¡OUUH!!, ¡¡AAAH!!, ¡¡OOOOH!! y me suplicaba PARA...PARA.. pero yo disfrutaba bien a gusto perforando aquel culito virgen, estrechito, caliente y suave que no paraba de contraerse deliciosamente en torno a mi nabo. Estuve casi medio minuto barrenándola, gozando con aquella maravillosa sensación de dominio y posesión, de estar sometiéndola y humillándola Ella gemía y sollozaba y me decía YA VALE..ME ESTÁS DESTROZANDO, BESTIA...CABRÓN, pero me di cuenta que estaba moviendo su trasero tratando de que la penetración fuera mas profunda, ¡la muy puta estaba disfrutando de la enculada!. Puso la cara de lado para poder coger aire mejor y entonces pude ver que estaba roja como un tomate, jadeaba y resoplaba sin parar con la boca abierta de la que caía un hilillo de baba al tiempo que ponía los ojos en blanco.
Yo ya podía meter y sacar mi polla con facilidad aunque todavía no entraba toda entera dentro y ella seguía gimiendo y apretándome la polla con fuertes e intensas contracciones de su esfínter, disfrutando del mete y saca. Tenia la espalda toda mojada del sudor de modo que mi cuerpo resbalaba sobre el suyo, yo la cojía las tetas y pellizcaba sus pezones. En un momento ella me dijo algo pero no lo entendí y entonces me lo repitió mas fuerte con voz ronca y desencajada, ME CORRO...ME ESTOY CORRIENDO... POR FAVOR NO PARES...QUE ME MUERO.
Esto me puso a mil y empecé un mete y saca frenético que se la metía cada vez más profundo hasta que sentí como un latigazo y le descargué un tremendo chorro de lefa; a partir de ahí seguí echándole en el recto toda la leche que tenía acumulada, empujando desesperadamente para meterle el palo hasta el fondo y empujándola todo el plastón hasta los intestinos, al tiempo que la susurraba al oído Puuta tooomaaaa toma mi leche por el cuuuloo y otras lindezas, mientras ella aguantaba mis "inyecciones", sofocada de vergüenza a más no poder, sintiendo cómo la llenaba de lefa caliente, hasta rebosar, su tierno agujerito recién desvirgado.
Después de descargarla cuanto tenía en los huevos, todavía seguía teniendo el palo bastante duro, así que se lo dejé dentro un ratito más, bombeándola despacito, y luego se lo saqué. Ella permaneció boca abajo, con la cara hundida en la arena, sin dejar de jadear, así que aproveché para echarle un vistazo al ojete pues nunca había visto un ano recién desvirgado.
Lo tenía muy dilatado y enrojecido, pero aún así me pareció un agujero muy pequeño y pensé que era increíble que mi rabo le hubiera entrado por semejante estrechez. También vi que estaba desgarrado y que le salían hilillos de sangre y automáticamente me miré la verga, que chorreaba lefa, y me encontré algunos restos de sangre y también un pegote de mierda en la punta.
Después ella se quejaba de lo que le dolía pero no me echó en cara el hecho de que se la hubiera metido a la fuerza.