Iniciación al trio
Un matrimonio, ¿por que no empezar con una profesional? claro si los dos quieren lo mismo.
Todo empezó cuando su marido quiso hacer un trío con otra mujer, tanto insistió que al final ella accedió al asunto. Al principio se trataba de un juego de imaginación, de una fantasía solo en sus momentos de excitación cuando hacian el amor y el le comía la vulva diciendole si no le gustaria que fuera la lengua de otra chica la que recorriera su coñito humedo.
Un día se presentó en casa con una bella prostituta para que ella le hiciera el amor. Al principio su enfado fue monumental, incluso se encerró en su dormitorio sin apenas dirigirle la palabra, sin ni siquiera una breve mirada a la bella y dulce chica rubia que despistada en su salón miraba a su alrededor un poco asustada por las furiosas palabras que ella le dirigia a su marido.
Sola en su dormitorio se puso a reflexionar y decidió sacarle partido a la situación y disfrutar del bello cuerpo que solo habia atisbado entre su ataque de furia. Así que salió con su mejor sonrisa y miró a la bella jovencita.
Habia que admitir que el cabrón de su marido tenia buen gusto. Era una belleza, dulce carita enmarcada en una media melena rubia lisa los ojos azules tiernos y no gelidos como suelen ser los de las rubias, labios gruesos y sensuales. Su ajustado vestido de licra no dejaba mucho a la imaginación, definia sus curvas con la precisión de un dibujo técnico, curvas preciosas, los senos no muy grandes pero aparentando una dureza pétrea, las caderas no demasiado generosas lo justo para alojar un culito respingón y los largos muslos ahusados perfectamente bronceados y apenas ocultos por la corta falda.
Al verla la chica se levantó de un brinco y fue hacia ella con ojos llorosos y pidiendo atropelladas disculpas y diciendo que ella se marchaba que no quería provocar disgustos. Sara la abrazó con ternura y la besó en la mejilla diciendole que no se preocupara y que se lo contara todo con tranquilidad, una mirada asesina bastó para hacer callar a su marido. La chica le contó que la habia abordado en el club en el que trabajaba le habia preguntado si lo hacia con mujeres y le habia pedido acompañarlo a su casa para hacerlo con él y con su esposa. Al fin y al cabo se trataba de trabajo y a ella le gustaba hacerlo con otras chicas.
Sara le preguntó si le gustaria hacerlo con ella. Sonia deslizó su vista por la rotundidad de sus senos apenas cubiertos por una camiseta cortada que dejaba al aire el vientre plano y los muslos largos y morenos saliendo del breve y ajustado pantalón de andar por casa y casi de inmediato repondio que le encantaría hacerle el amor. Sara dirigiendose a su marido le dijo: -Tu querías esto pero yo pongo las condiciones, si quieres vernos no nos tocarás a no ser que yo te lo diga, te vas a estar quietecito o te vienes aquí a ver la tele. Él agachó la cabeza y asintió. Sara tomó el mando de la situación.
Su hijo estaba pasando la noche en casa de unos amigos y tenian la casa para ellos solos. Le puso una copa a la invitada y se sentó a su lado en el amplio sofá. Mientras Sonia le perdia el miedo y se relajaba con la copa Sara le fue acariciando los hombros desnudos con suavidad. La besaba en el cuello y enseguida notó como los pezones de la prostituta que no llevaba sujetador se pusieron duros como respuesta.
Al terminar la copa la cogió de la mano y la condujo a su dormitorio con su marido que tenia cara de salido tras ellas. A él lo hizo sentar en una silla con la indicación de que se estuviera quieto o terminaba para él el espectaculo. Se arrodilló ante Sonia para sacarla las sandalias y firme la hizo acostar sobre el edredón. Se tumbó a su lado sin quitarse nada, limitandose a acariciarse mutuamente sobre la ropa y a besarse cada vez con mas intensidad. Los labios pasaron a lascivos morreos profundos y las lenguas comenzaron a explorar la boca contraria cada vez mas dentro.
La mano de Sonia se perdía por debajo de la camiseta de Sara en busca de sus pechos todavia cubiertos por el sujetador y las de esta habian subido la falda de su nueva amiga hasta casi la cintura desnudando las bellas piernas y dejando ver al marido el rotundo culo desnudo y el breve tanguita de la chica. El primer suspiro de esta surgió cuando las expertas en carne propia manos de Sara la acarciaron por encima de la tela de su escasa ropa interior.