Iniciación al exhibicionismo (04)

Donde siguen mis aventuras exhibicionistas y como disfruto de ellas. Las miradas posadas en mi cuerpo me dan un placer inmenso.

MI INICIO AL EXHIBICIONISMO ( 04 )

Siguiendo con mis vacaciones en esta ciudad costera, voy a contaros otras situaciones que viví y que me llenaron de placer y de satisfacción.

Deseaba mostrarme a la empleada de la limpieza que hacía mi habitación. No sabía como hacerlo para que pareciese natural y espontáneo. Además quería ver sus reacciones y me iba a resultar difícil conseguirlo si como tenía pensado fingía dormir tendido en la cama boca abajo destapado. Después de mucho pensar lo que hice fue servirme de mi cámara de video. Pretendía grabar con ella todo. La coloqué medio escondida al lado de la televisión que estaba situada en una esquina de la habitación encima de una balda por encima de mi cabeza. Después de muchas pruebas de enfoque conseguí la panorámica que yo quería. La cámara enfocaba hacia abajo y a la entrada de la habitación. Se me veía a mi tumbado y si la mujer se acercaba a mí, su cara quedaría muy cerca para ver sus reacciones.

Preparado todo me decidí a probarlo a los dos días de estar allí. Lo que relato ahora es una mezcla entre lo que yo hacía y sentía y las reacciones de la mujer contadas a partir de ver las grabaciones. Éstas las visionaba con gran detalle mientras me masturbaba.

Esa mañana, estaba desnudo encima de la cama boca abajo y totalmente destapado. Era la hora en que ella solía llegar a limpiar. Al rato unos nudillos golpearon a la puerta. No respondí. Oí como introducía la llave y abría la puerta. Entró. Anduvo un estrecho y corto pasillo y cuando me vio se paró, abrió mucho sus ojos y su boca. Se dio la vuelta y salió deprisa pero no cerró la puerta. Al poco ella volvió a entrar despacio. Se acercó y me observó. Su cara ya no mostraba sorpresa ni miedo. Se deleitaba mirándome. Entonces doblé mi pierna derecha. La mujer al moverme salió disparada. Esta vez si cerró la puerta.

Un cosquilleo había recorrido todo mi cuerpo durante su presencia mezclándose con nerviosismo y placer. Mi corazón había aumentado el ritmo de sus latidos. Me levanté. Paré la grabación y conectando los cables a la televisión me dispuse a verla. Había salido perfecta. Veía en primer plano su cara. Era una mujer de unos cuarenta años, más bien bajita, ojos negros, pelo castaño y corto. Vestía una bata blanca que la llegaba hasta la mitad de sus muslos.

Al día siguiente lo preparé de igual forma. Ella llamó y después entró al no obtener contestación. Me encontró en la misa postura de ayer. Esta vez no se marchó. Se acercó aún más a mí y pasó su mirada minuciosamente por todo mi cuerpo. Parecía querer comerme. Se colocó a mis pies y acercó su cuerpo y su cabeza para mirar entre mis piernas abiertas. A su mirada la esperaban mis genitales ya que les había colocado hacia abajo y sobresalían entre mis muslos. Llegué a sentir su aliento en mi culo y en mis partes íntimas. Flexioné mi rodilla derecha. No salió corriendo. Permaneció en su posición inclinada mirándome fijamente. Tosí un par de veces y ella se marchó.

Visionando la grabación de este día me excité aún más. La pasé varias veces observando su cara y sus reacciones y acabé corriéndome por lo que estaba viendo y por los meneos que estaba dando a mi pene.

La tercera mañana me puse de lado con mi culo apuntando hacia la puerta. Mi verga estaba medio erecta de la emoción. La mujer llegó puntual como todos los días. Esta vez no llamó. Abrió directamente la puerta. Se acercó sin dejar de posar su mirada en mi cuerpo. Pasó al otro lado de la cama para verme de frente. Primero echó un vistazo a mis ojos y luego bajó los suyos hasta llegar a mi polla. Ahí los detuvo. Su cara era todo un poema. Metió su cabeza en mi regazo hasta casi rozarme. Mi verga se movió endureciéndose más. Ella dio un respingo y se relamió los labios. Puso su mano en mi cadera y tiró hacia atrás. Dejé deslizar mi cuerpo hasta quedar completamente boca arriba. Noté como mi pene golpeaba sobre mi abdomen.

La cara de la mujer se contrajo de risa. Su mano derecha comenzó a desabrochar los botones de su bata. Dos grandes tetas con sus oscuros pezones erectos aparecieron al abrirse la bata. Sus manos recorrían su cuerpo. Una acariciaba un seno y pellizcaba un pezón. La otra jugaba con su vello púbico paseándose por su rajita. Su vista no se apartaba de mi polla. Se metió un dedo en ese bosque negro y desapareció en él. Volvió a aparecer y se ocultó de nuevo. Hizo este movimiento con ritmo y su cara comenzó a demostrar el placer que se estaba dando ella sola. Su boca se abrió, su respiración se hizo entrecortada y sus ojos se semi cerraron. Su cuerpo sufrió un estremecimiento. Bajó su otra mano con movimientos lentos acariciando su vientre y llegó a su sexo. Abrió esos carnosos y rosados labios y con la yema de su dedo comenzó a jugar en esa zona. La mujer suspiraba y parecía contenerse para no gemir.

Se acercó aún más a mí y se puso de rodillas entre mis piernas. Me miró a losojos y se quedó quieta. El dedo que ha estado entrando en su vagina lo pasó por mi pene y lo recorrió en toda su largura. Lo hizo suavemente. Mi miembro la correspondió a esa caricia erectándose aún más hasta el límite. Suavemente bajó mi prepucio con sus manos y dejó al descubierto mi glande. Bajó su cabeza y su lengua lo lamió para acabar metiéndoselo en la boca. Le dio un beso y se irguió para ahora meterse dos dedos en esa gruta del placer. Los movió en un mete y saca muy rápido. Su cuerpo tenía aún más temblores y su respiración se entrecortaba y jadeaba. Seguro que se estaba corriendo.

Mi verga estaba durísima. La mujer se levantó de la cama. Se abrochó su bata y salió de la habitación con paso vacilante. Al cerrar la puerta me levanté. Paré la cámara de video y rebobiné la cinta. Me puse de pie junto a la salida a la terraza para verla. A medida que iban pasando las imágenes comencé a masturbarme. Mi miembro explotó toda su carga de semen justo cuando la mujer se estaba corriendo. Mientras mi pene no paraba de soltar leche, al mirar a la terraza vi a unas chicas en la de enfrente que me miraban.

Me parecía que esta empleada era tan exhibicionista y morbosa como yo. Le gustaba mostrarse y masturbarse en situaciones comprometidas. Mañana pensé en sorprenderla con algo que seguramente la gustará por lo inesperado que será.

Faltan diez minutos, en esta cuarta mañana, para que la empleada llegue. Estaba desnudo y viendo lo grabado. Me pajeaba. Mi cuerpo estaba nervioso y excitado. Me masturbé con más fuerza. Solté mi pene y le dejé reposar. Tomé una botella de plástico pequeña. Ésta tenía una boca grande. Metí allí mi verga y comencé un mete y saca. A medida que mi pene se ponía más duro, el mete y saca se hacía más difícil porque la boca de la botella era grande pero no tanto como el grosor de mi mástil. Lo tengo metido hasta el fondo. Llegó un momento, justo cuando eyaculé dentro de la botella que ya no lo pude sacar. Se había quedado dentro y debido a su grosor se había encajado en esa boca. Esto era lo que yo quería lograr.

Con mi pene metido en la botella y ésta conteniendo mi semen que es mucho y puede verse debido a la transparencia del envase, me tumbé boca arriba en la cama y abrí todo lo que pude mis piernas. Mi miembro no perdió nada de su dureza y reposa embotellado en mi abdomen. Al dar la vuelta a la botella y quedar boca abajo, mi semen ha escurrido y ha embadurnado mi miembro. Está todo pringoso de mi leche. Ya estaba preparado para recibir a mi empleada. La cámara ya llevaba tiempo grabando todo lo que estaba haciendo.

Llamó a la puerta. No contesté. Abrió y entró. Su cara reflejaba un gran asombro al verme. Abrió su boca y se la tapó con una mano. Sus ojos muy abiertos parecían sonreír. Ahora su boca les acompañaban en esa sonrisa maliciosa. Acercó su cabeza y miró bien. Sus manos agarraron la botella y la levantaron hasta ponerla vertical. Mi semen escurría hasta el cuello de la misma taponado por mi pene erecto. Volvió a poner la botella en posición horizontal sobre mi abdomen y la soltó. Se desabrochó su bata y se la quitó quedándose completamente desnuda. Tenía un cuerpo bonito. Sus pezones se veían duros y a ella muy excitada.

Se subió a la cama y se metió entre mis piernas. Arrodillada como estaba cogió la botella e intentó sacarla. A duras penas lo consiguió. La puso boca abajo y me embadurnó mis genitales con el semen que escurría de su interior. Antes de tirarla al suelo, boca abajo, se la llevó a la boca. Metió su lengua y lamió los bordes de la boca de la botella y las paredes próximas de la botella. Luego la tiró mientras su lengua relamía sus labios.

Dirigió sus manos a sus senos y los estrujó con fuerza. Los apretó y los subió al tiempo que bajó su cabeza para que su lengua jugase con sus erectos pezones. Estaba gozando un montón. Al rato baja su mano derecha hasta la entrada de su vagina y comienza a meterse los dedos. Lo hace con energía. Inclina su cuerpo hacia mí hasta que su boca toca mi pene. Sigue masturbándose mientras huele mi miembro. Noto perfectamente su aliento. Un aliento caliente que hace que mi verga se ponga durísima. De pronto siento un lengüetazo en la punta. Luego otro y otro....Cada vez son más grandes. Se está comiendo todo el semen que embadurna mi polla. Siento esa lengua húmeda que no cesa de lamer y lamer. Me lame mis huevos y a veces su boca se los traga y los succiona. Me muero de gusto. Ella no para de chupar y chupar. Mi cuerpo se estremece de placer y me retuerzo. Estoy agustísimo con la gran lamida que me está propinando.

De vez en cuando abro mis ojos y veo como me lame. Veo como sus caderas no paran de moverse por el gusto que se está dando con sus dedos en su vagina. Ahora se traga toda mi polla y aprieta muchos sus labios sobre ella cuando se la saca de la boca. Su lengua no para de lamer mi capullo. Su mano la agarra con fuerza y comienza a subir y bajar la piel de una manera frenética mientras su boca se la traga ansiosa y su otra mano la mueve endiabladamente dentro de su interior.

No aguanto más y me corro en su boca. Ella traga con ansiedad y succiona mi polla. Chupa más deprisa y traga todo lo que sale. Mi cuerpo da sacudidas y mi cabeza va de un lado para otro llevada por ese placer que me recorre por entero. No se cansa de chupar y chupa hasta exprimirme por completo.

De repente se detiene y sacando mi pene de su boca se yergue y se levanta. No me mira. Recoge su bata y dando tumbos sale de allí mientras se viste. Ha sido simplemente maravilloso. Creo que los dos hemos disfrutado de lo lindo. Es tal mi excitación que me doy una ducha. Ya más tranquilo salgo a la terraza y fumo tranquilamente. Llevo puesta una toalla atada a la cintura.

A la mañana siguiente, es decir a mi quinta mañana de estancia en el hotel, estoy esperando a la empleada. Me encuentro desnudo pero no tumbado en la cama. Estoy de pie enfrente de la puerta. Pasa media hora y ella no aparece. Creo que hoy no vendrá. Cansado de la espera, me pongo un tanga rojo y una camiseta blanca muy fina que deja traslucir el color de mi prenda interior y el color carne de mis nalgas. Bajo al comedor a desayunar.

Al entrar observo que está mas animado que otros días. Elijo los platos que voy a comer y los voy poniendo en una mesa. Observo muchas miradas puestas en mí. A través de un espejo de una columna veo como se me transparente todo el tanga. Esto me excita más y hago que mis paseos sean más de los necesarios para exhibirme.

Me siento en una mesa que está al fondo contra la pared. Las más cercanas están desocupadas. Comienzo a desayunar. Al ver que dejan de mirarme, me viene a la cabeza algo más atrevido. Disimulando todo lo que puedo me bajo el tanga para luego quitármelo. Lo escondo debajo del mantel. Siento un hormigueo intenso y un nerviosismo creciente. Paseo mi mirada por mi entorno y creo que nadie se ha dado de lo que he hecho. Me excita sobremanera saberme casi desnudo entre tanta gente.

Me decido a probar mi nueva indumentaria. Me levanto y me dirijo al otro extremo del comedor para coger más comida. Veo las miradas de unas chicas. Están sorprendidas porque ahora no ven el rojo de mi tanga. Sus miradas me persiguen. Me inclino hacia delante de espaldas a ellas para coger un plato. Al volverme veo unas sonrisas dibujadas en sus caras. Me aproximo a estas cuatro muchachas y ya a su lado me paro para servirme una copa de zumo ya que la máquina está a su lado. Alzo mas de la cuenta mis brazos para coger una copa y les muestro parte de mis genitales. Ellas se remueven en sus sillas y ríen alegremente.

Me vuelvo a la mesa. Al rato aparecen esas cuatro muchachas y se sientan en una mesa enfrente de mí. Hablan y ríen. Sus miradas se dirigen a mí por debajo de la mesa. Echo hacia atrás mi camiseta y muestro mis genitales. Descubro mi capullo lo dejo a la vista. Ahora ríen más y sus miradas se hacen más insistentes. Dos de ellas agachan sus cabezas para verme mejor. Mi pene comienza a erectarse y ellas ven como crece y se endurece. Yo como y bebo muy nervioso.

Una de las chicas se levanta y se pone a mi lado de pie. Retiro un poco la silla hacia atrás y le dejo ver mis huevos y mi polla apuntando al techo. Se queda hipnotizada mirándolo. Sus amigas también se acercan y se sientan a mi mesa. La que está de pie coge una silla de otra mesa y la acerca para sentarse a mi lado. Lleva su mano a mi pene y lo agarra con fuerza. Se pone aún mas duro. Inicia un suave sube y baja. Sus amigas la miran con envidia. Mi verga durísima y más cuando otras dos manos se posan en cada uno de mis muslos. De pronto me quedo asombrado al sentir unos dedos acariciando mis huevos. La muchacha que está enfrente de mí me mira con picardía y pasa su lengua por los labios. Ha estirado su pierna y los dedos de su pie son los que soban mis testículos. Estoy a punto de eyacular al sentir ese masaje. La otra sigue con el sube y baja y las otras moviendo sus manos por el interior de mis muslos.

Miro en todas las direcciones y nadie parece darse cuenta de lo que estamos haciendo. Estoy como flotando por todas las sensaciones que recorren mi cuerpo y que se mezclan en una vorágine de placer. No hemos visto acercarse a una camarera que recoge las mesas. Cuando la vemos ya es tarde. Está parada y atónita al ver como me pajea la chica y como esos dedos acarician mis huevos. Pasada la primera impresión, después de un rato, la camarera se va marcha empujando un carrito. Nos ha mirado bien a todos. Por miedo a que comente algo, las muchachas abandonan la mesa y salen del comedor. Bajo mi pene y lo aprisiono entre mis muslos. Mi mano y mis muslos se manchan por el babeante líquido que suelta. Coloco bien mi camiseta y me chupo los dedos. Continúo con mi desayuno esperando que baje mi erección.

Al rato se acerca la camarera de antes acompañada de otras dos. Recogen las mesas, pero no paran de mirarme. Pasan a mi lado y miran mi entrepierna. Lo hacen una y otra vez. Recojo mi tanga y lo estrujo en mi puño. Me levanto. Ellas se agachan y miran por debajo de mi camiseta. Echo a andar y me subo la camiseta por detrás para mostrarles mi culo. No vuelvo mi cabeza y salgo del comedor.

Sentadas en las escaleras están las cuatro chicas de antes. Las acompañan otras más. Subo entre medio de ellas y me paro cuando rebaso a las últimas. Me vuelvo y les miro. Todas tienen fijas sus miradas debajo de mi camiseta. Asciendo hacia atrás y ellas suben a cuatro patas para no dejar de verme ni un instante. Llegamos a un recodo de las escaleras y viendo que no viene nadie, me subo la camiseta y la anudo a mi pecho. Sus ojos se salen de sus órbitas cuando mi pene se levanta poco a poco hasta llegar a la erección completa. Abro mi puño y desenrollo mi tanga. Me lo pongo muy despacio ante sus atentas miradas. Tengo que ladear mi miembro para que no sobresalga por encima del tanga. Ya puesto, reemprendo la marcha exhibiendo mi trasero. Ellas no se mueven y yo desaparezco de su campo de visión.

Llego a mi habitación todo sofocado y con una ganas tremendas de pajearme. La puerta está abierta. Veo a dos mujeres con batas que limpian allí. Ninguna de las dos es la de estos días. Son jóvenes y delgadas. Les saludo. Me devuelven el saludo. Miran con insistencia mi indumentaria.

--Volveré cuando hayan terminado.—digo haciendo ademán de irme.

--No hace falta que se marche.—me dice una.—Solo nos falta hacer la cama y terminamos.

--Usaré el baño y no les molestaré.—comento.

--Ya está limpio para usarlo.—dice la otra.

Me dirijo al fondo donde en otro corto pasillo está un armario empotrado en la pared y la puerta el baño. Está separado de donde está la cama por un pequeño tabique que lo disimula un poco aunque no impide que me vean. Me dispongo a llevar a cabo una sesión de exhibicionismo antes estas mujeres. Me encantará ver cual es su reacción: si terminan enseguida y se marchan o por el contrario se quedarán a ver el espectáculo que les brinde.

Sabiendo que les tengo a mis espaldas, abro el armario y me despojo de la camiseta y del tanga. Permanezco así colocando ropa. Me excita el pensar que me estarán viendo. Escucho susurros. Alargo estos momentos en los que muestro mi espalda y mi culo. De reojo veo como dejan de hacer la cama y se paran a mirarme.

Entro al baño. Sigo escuchando susurros y los oigo más cerca. He dejado la puerta entreabierta. Me meto en la bañera y abro la ducha de mano. Comienzo a echarme agua por la cabeza. Está caliente. Veo como la puerta se abre un poco más y asoman dos cabezas. Estas muchachas no quieren perderse ni un detalle.

No he corrido la cortina. Me giro para quedar completamente frente a la puerta. Con la ducha voy mojando todo mi cuerpo. Mi pene cuelga duro pero no erecto entre mis piernas. Cierro la ducha. Me echo gel en las manos y comienzo a enjabonarme. Mi cuello, mis hombros, mi pecho. Acaricio mis pezones y bajo por mi barriga hasta llegar a mis genitales. Me entretengo un buen rato en ellos. Agarro mi pene y lo enjabono bien aunque quiero retirar el prepucio y se me resbala. Lo tomo con las dos manos y consigo descubrir mi glande. Lo enjabono bien. Paso a mi culo y me doy la vuelta. Acaricio mis nalgas. Me abro de piernas y me inclino hacia delante metiendo un brazo entre mis piernas para que mi mano se coloque al incio de mi rajita por arriba. Con dos dedos presiono en ella y la enjabono. Cuando llego a mi ano y después de unas pasadas hundo mis dedos en él y entran con facilidad en su interior. Los mete y los saco unas cuantas veces. Me encanta esa sensación que me produce y hace que mi pene se erecte.

Tomo la ducha de mano y abriendo el agua me aclaro el jabón de mi cuerpo. Cuando mi pene recibe ese chorro caliente directamente, se pone rojo y se hincha. Está casi totalmente erecto. Inclino mi cuerpo hacia delante y llevo la ducha a mi raja. Apunto a mi ano y abro aún más el agua para que un chorro a presión invada mi interior. Tengo mi agujero bien abierto y ese líquido caliente me proporciona un placer inmenso.

Cierro el agua y cojo una toalla. Me seco. Empalmado como estoy salgo de la bañera y me planto ante el espejo del lavabo. A través de él veo esas dos cabezas en la puerta. Ésta se abre un poco más. Me peino y me afeito. Mi miembro permanece apoyado en el borde del lavabo y la erección no me baja. De vez en cuando contraigo los músculos y lo levanto para dejarlo caer de golpe contre el borde. Acabo de asearme y me dirijo hacia la puerta. Escucho unos pasos precipitados. Son las dos mujeres que corren. Salgo y me dirijo a la cama. Allí están ellas. Miran mi polla totalmente erecta y en posición horizontal. Intento disimular el placer que me producen sus miradas.

--Perdonen....—me disculpo tapando mi sexo con mis manos en un acto púdico.—Creí que ya no estaban.

--Ya nos vamos.—se precipita a decir una.—nos hemos retrasado un poco.

Recogen las cosas y mirándome por última vez salen de la habitación. Me quedo aún más excitado. Ahora si necesito una buena masturbación para relajarme. Pero necesito espectadoras para que mi placer se aún mayor.

Salgo a la terraza. En la de mi derecha veo de pasada a las dos camareras que han salido de mi habitación momentos antes. Al verme, se esconden tras las cortinas para observarme. En la terraza de mi izquierda hay otra empleada de la limpieza dentro de la habitación. No me ha visto. Enfrente hay dos mujeres tomando el sol. En otras terrazas de pisos superiores también hay gente.

Mi despreocupación es total y quiero que puedan verme la mayor cantidad de personas. Siento la cálida y suave caricia de los rayos solares sobre mi cuerpo. Mi pene está ya demasiado animado y preparado para la fiesta. Le doy un toque hacia abajo y comienza a balancearse arriba y abajo hasta volver a coger la horizontalidad. Muevo mis caderas hacia los lados y mi verga golpea una y después la otra. Está durísimo.

Paso mi mirada en mi derredor y veo que ya son muchas las que se posan en mí. Esta sensación de ser observado me caliente aún más. No me creo lo que está pasando. Estoy siendo observado por muchas mujeres. Ante sus miradas comienzo a masturbarme. Noto cada vena hinchada de mi miembro y lo noto palpitar en mi mano.

Veo en la terraza de la derecha a las dos camareras. Ahora ya no se esconden. Han salido y me miran descaradamente con cara de lujuria. Se mueven nerviosas o excitadas. Se acercan al bajo muro que nos separa. Centro mi atención en ellas y sigo con el sube y baja. Primero despacio dejando que admiren mi capullo y luego poco a poco lo hago más rápido. Arqueo mi cuerpo y cuando noto que ese río de leche va a salir, tenso todo mi cuerpo y me pajeo salvajamente. Chorros y chorros de leche escupe mi polla por todas partes. Continúo con mi violento pajeo hasta que deja de salir semen. Me estremezco en unas convulsiones de placer y me adentro a mi habitación satisfecho. Me doy una pequeña ducha para limpiarme.

Estoy tendido en mi cama boca arriba, cuando se abre la puerta y entran las dos camareras. Se acercan a mí.........

Lo que pasó con ellas es otra historia. Espero que os guste estas experiencias y me enviéis vuestros comentarios. Gracias.

Carlos