Iniciación al exhibicionismo (02)

Cuento como sigo avanzando paso a paso en mi placer de exhibirme. A veces te llevas gratas sorpresas.

MI INICIO AL EXHIBICIONISMO ( 02 )

Continuando con mi primer relato, en esta parte contaré como iba evolucionando mi exhibicionismo. El siguiente paso que di ya era más atrevido que los anteriores. No me conformaba ya con sacar mis genitales por la bragueta del pantalón. Ahora quería mostrarles bien visibles. Para ello lo que hice fue destrozar unos pantalones vaqueros y utilizar sólo las perneras; las cuales me las ponía una en cada pierna hasta arriba de mis muslos y las sujetaba con unas gomas. Arriba me ponía una camiseta corta y encima de todo un anorak (abrigo) que me llegaba hasta la mitad o un poco más arriba de mis muslos.

Vestido así me paseaba por las calles. Parecía que iba vestido con unos pantalones cuando en realidad mi culito y mis genitales estaban al aire, solamente tapados por ese anorak que abrochaba para de momento ocultar todo. Estaba nervioso y ansioso por probar mi nueva indumentaria y mi nuevo reto puesto por mí mismo.

Recuerdo mi primera vez. Iba paseando y llevaba mi anorak desabrochado. Tenía mis manos en los bolsos y cuando me cruzaba con un hombre me tapa mis partes con esta prenda cruzando mis manos por encima. Cuando era una chica, al principio no me atrevía a abrirlo del todo. Solamente lo entreabría para que viesen algo y adivinasen lo demás. Dos chicas al verme dieron un respingo y se volvieron a mirarme. Parecía que no se creían lo que habían visto, sino más bien creían haberlo imaginado. Pero yo para sacarles de dudas y dándoles la espalda levanté mi anorak y dejé mi culo al aire para que lo viesen bien. Volví mi cabeza para ver su reacción y ellas se relamían los labios. Como venía gente tuve que taparme.

Pasados los primeros nervios y alentado por este primer encuentro, ya me abría del todo mi abrigo. Me crucé con una chica que ya desde diez metros antes de cruzarnos no apartaba su vista de mi pene que poco a poco se iba poniendo duro. No me miró en ningún momento a la cara. Sólo tenía vista para mi miembro. Animado por esta atenta mirada me atreví a garrarme la verga y a bajar y subir la piel despacio una y otra vez hasta que nos cruzamos. Cada vez que mi glande quedaba al descubierto ella abría sus ojos y su boca. Cuando me pasó y viendo que no venía nadie, me levanté la ropa por detrás y le mostré mi culo. Volviendo mi cabeza vi que ella caminaba con su cabeza vuelta hacia mí.

Diré que tenía todo mi cuerpo depilado y mis genitales también. Eso debía llamar mucho la atención en mis espectadoras ocasionales. Yo cuando me vi en el espejo me veía raro ver mi sexo todo depilado y sin ningún pelo. A mí me encanta ver el sexo de las mujeres depilado y limpio de todo vello tanto para admirarlo como para gozar de él.

Para ser totalmente honrado y sincero, tengo que decir que en más de una ocasión me tocó correr ya que la chica o las chicas que me vieron se asustaron y comenzaron a gritar muy nerviosas por no decir histéricas. En otra ocasión contaré esas veces ya que algunas fueron realmente críticas pero no por ello menos excitantes. Como veis no siempre las cosas salían bien. Estas mujeres no llegaban a entender que un exhibicionista no es peligroso tal vez de mal gusto sí, pero no peligroso. A los que nos gusta exhibirnos no nos gusta más que mostrar nuestros cuerpos o mejor dicho ciertas partes de nuestros cuerpos; ya que esto nos produce un placer inmenso. En fin, después de esos fracasos y situaciones comprometidas, comencé a comprender que tendría que seleccionar un poco a mis espectadoras ocasionales. Comprendí que no podía mostrarme a todas las mujeres que pasaran por la calle aunque me excitara pensar en lo contrario.

Una experiencia bonita y hasta graciosa me sucedió una noche. Iba caminando por las calles preparado con mi vestimenta. Vi venir a cuatro muchachas hacia mí. Serían las cuatro de la madrugada. Estaban alborotadas y creí que algo bebidas. Me abrí mi anorak y me encaminé hacia ellas. Las muchachas me vieron y no dejaban de mirar mi entrepierna. Mi pene estaba ya algo duro. Al cruzarnos se pararon y una de ellas agarró mi verga apretándola muy fuerte y subiéndola y bajándola con movimientos rápidos como si estuviera estrechando la mano de alguien. Entre risas dijo:

--Hola pollita...Encantada de conocerte...—hablaba siempre mirando a mi pene. Sus amigas reían con ganas y mi miembro estaba ya erecto del todo con tanto movimiento. Al notarlo ella apretó aún más fuerte.-- ¿Cómo estás?.....Ya veo que muy bieeeennnn......

--¡María!.—Le reprochó una amiga.

--Como eres una pollita rica.—continuó hablando la llamada María sin hacer caso de su amiga.—te voy a dar un besito.

Acercó su cabeza y me plantó un beso en toda la puntita de mi capullo. Mi polla dio un respingo y se soltó de su mano quedando bamboleándose de arriba abajo hasta que se paró en posición totalmente horizontal y con una dureza que me dolía. Las muchachas al verlo abrieron enormemente sus ojos de para en par. Luego agarrando a su amiga siguieron su camino entre risas y comentarios alborozados.

Fue una situación inocente, espontánea y rica, muy rica. Mi erección era tal que para taparme cuando alguien venía tenía que subir mi pene y pegarlo contra mi barriga. Me duró mucho esa erección y no eyaculé de milagro aunque por la puntita salían muchas gotas de líquido preseminal. Mi pene estaba babeando.

Otra noche tuve una experiencia realmente nueva para mí. Ésta me llevó a pensar en ampliar el campo de personas a las que podía excitar con mi exhibicionismo. Nunca había pensado en mostrarme a hombres, pero después de esa noche los incluí en mi lista pues al fin y al cabo a mí me gustaba mostrarme y eso me excitaba.

A partir de aquí comprendí que más de un hombre se excitaba viendo mis genitales y que había ciertos lugares, o por lo menos uno, donde podría encontrar a estos hombres. No podía mostrarme en la calle pero si en estos sitios donde ellos parecían acudir en busca de rollitos con otros hombres.

Esa noche estaba sentado en un muro bajo de la playa del río de mi ciudad. Era un lugar solitario. Lo había elegido porque me apetecía despojarme del anorak y así mostrarme casi desnudo ante las mujeres. Así lo hice al no ver a nadie. No estaba del todo seguro de lo que iba a hacer y no sabía que aquel lugar a esas hora, las dos de la madrugada, era frecuentado sólo por esa clase de hombres.

Al observar que se acercaba un hombre de unos cincuenta años, me puse mi abrigo y me tapé. Pasó a mi lado y a la vuelta se paró muy cerca de mí. Me miraba. De pronto se sacó su polla por la bragueta abierta de su pantalón. Me quedé sorprendido pero mi vista no se apartaba de su miembro. Era gruesa y negra. La tenía muy dura. Se la agarró con dos dedos y comenzó a echar la piel hacia atrás descubriendo un glande oscuro y muy grande. Lo repitió una y otra vez y cada vez iba más deprisa. Yo no dejaba de mirar. Se acercó más a mí y se la agarró con toda su mano y comenzó a sacudirla violentamente hasta que de repente comenzó a escupir mucha leche. Entre espasmos y jadeos expulsó todo su semen. Luego se guardó su miembro y se marchó.

No había reaccionado. Había visto pajearse a un tío ante mí y no sabía que pensar. No lo había esperado. Me había pillado por sorpresa. Yo quería exhibirme y resulta que un hombre se exhibe ante mí y además se pajea. Estaba confundido. Lo que había presenciado me había descolocado totalmente. Lo que si era cierto y evidente es que me había excitado y mi verga estaba toda tiesa.

Viendo que no aparecía ninguna mujer, decidí irme de allí. Pensando en lo que había sucedido, decidí probar a mostrarme a estos hombres. Con mi anorak totalmente abierto me encaminé hacia la salida de la playa por un paseo lleno de arbustos y de hombres. Me crucé con ellos y todos miraban mis genitales con caras de viciosos y lujuriosos. Sus ojos me comían. Me pasée tres o cuatro veces llegando a la salida y volviendo hacia atrás. Ya en mi último paseo decidí quitarme el anorak y caminar hasta la salida mostrándome casi desnudo.

Según caminaba iban saliendo hombres al paseo. Había muchos más de los que había visto hasta ahora. Al pasar a su lado, unos me tocaban mis nalgas, otros se atrevían a agarrarme la polla erecta y otros se conformaban con mirarme mientras se pajeaban.

Ya fuera de ese lugar y tapado me encaminé hacia casa. Iba pensando en lo que me había pasado y la locura que había hecho al final. Me estaba excitando al ver en mi mente la cara de excitación de esos hombres al verme. Nunca me había pasado por la imaginación esto y menos tener relaciones con ellos. Pero lo de esta noche creaba dudas en mi interior y mi curiosidad quedó despierta y abierta a la posibilidad de seguir experimentando este nuevo mundo que se abría ante mí.

Paro aquí mi relato porque incluso ahora que lo estoy escribiendo y después de pasado tanto tiempo desde aquella noche, aún reflexiono sobre lo que hice después de esa noche. Ya contaré lo que disfruté excitando a hombres e incluso insinuándome a ellos para lograr que se corriesen. Pero esto será más adelante porque primero quiero seguir el orden cronológico de mi relato y seguir narrando cada paso que fui dando hasta llegar a la exhibición total y sin ninguna clase de prejuicios y nerviosismos.

Deseo que os guste y que queráis saber mis andanzas que son muchas.

Un saludo cordial.