Iniciacion (1)
Una nueva variacion sobre el eterno tema de la iniciacion de una sumisa.
Acabo de cumplir 19, es el segundo año que estudio en Madrid. Vengo de un pueblo, a veces me acuerdo de mis amigos de allí. No mucho, estoy centrada en la universidad y en mi vida aquí, un poco aburrida, pero en general lo paso bien con el estudio y los compañeros.
Uno de mis compañeros es mayor que el resto del grupo con el que me relaciono en clase. Es anticuado, muy correcto, participa en las actividades, pero siempre un poco distante, en parte por la edad, pero también por que no parecen interesarle demasiado.
El año anterior él no estaba en la clase, y su carácter no ha dado lugar a preguntarle mucho.
Físicamente es atractivo, pero no parece ser consciente de ello. Viste ropa deportiva, pero seria, no tiene mucha imaginación para elegir la ropa.
Van ya tres meses de curso, me intriga, aunque no como para quitarme el sueño. Hemos coincidido alguna vez en la cafetería. Incluso una vez hemos tomado café solos, por coincidencia, y hablado, pero el no se explica mucho y yo, aunque soy extrovertida, pues me "corta" un poco.
Falta bastante a clase, pero parece que la sigue bien. En fin, que a mis compañeras y a mi nos intriga y cuchicheamos de él, sobre todo a mi me despierta curiosidad y me agrada su aspecto y su comportamiento.
Fuera de clase apenas sabemos nada de él porque desaparece enseguida
Una tarde me he quedado en la cafetería haciendo tiempo, sola en una mesa cerca de la ventana, he terminado el café que estaba tomando, y estoy a punto de levantarme.
Se acerca él, y para mi sorpresa, porque a esta hora suele haberse ido ya, me dice mas o menos "Perdona, te he visto aquí sentada y he pensado en pedirte un favor", "Espera que te traigo otro café". "No, por favor tráeme una coca-cola".
Va a buscarla, le miro sorprendida, va con seguridad a la barra, habla con el camarero y vuelve enseguida con la coca-cola y un café.
Después de pedirle la coca-cola me he quedado muda de la sorpresa. Reacciono. "Dime", "Veras, es una tontería, pero no soy capaz de elegir la ropa adecuada para pasar mas desapercibido en clase", "Siempre acabo comprando las mismas cosas...".
Debo haberme quedado con la boca abierta, sin saber que decir... "Pues.... había pensado.... si me acompañarías a comprar lo que necesito", cada vez con mas seguridad "Y me ayudas a elegir".
Mantiene el lenguaje muy formal. Yo estoy deseando aceptar, pero no se que decirle. Por dentro, me digo "Pues si, quedamos, cuando tu quieras"
Con su extraña seguridad tímida, él lo soluciona: "Bien", me dice, "¿Quedamos mañana al salir de clase, en la esquina?".
..................
Esta terminando la clase, he procurado quedarme sola. Lo curioso es que desde que nos despedimos ayer no me ha dirigido la palabra, ni siquiera una mirada de complicidad. Exactamente igual que los días anteriores.
Termina la clase, noto que espera a que yo salga. Voy hasta la esquina.
Un momento después esta a mi lado. Me saluda "Hola... si quieres nos vamos",
Los compañeros que pasan, sobre todos ellas, nos miran sorprendidas.
De la sorpresa, ni siquiera son capaces de poner sonrisa maliciosa.
Yo estoy encantada de la expectación "Si, vamonos" y nos vamos sin que me coja el brazo ni nada, manteniendo su formalidad
Me lleva al centro, a tiendas raras, antiguas, en la plaza mayor y alrededor, y lógicamente ahí no encuentro nada que me guste para él.
Al final, cuando ya va media tarde gastada, me invita a merendar y mientras tomamos café me decido a decirle que hay que ir a otros sitios, a buscar lo que a mi me gusta.
Contesta que desde que iba con su madre siempre ha comprado la ropa en los sitios en que hemos estado, pero que fía de mi criterio (así lo dice, jaja)
Eso rompe un poco el hielo y me empieza a contar cosas suyas, siempre una vida un poco "diferente", yo, para animarle le cuanto de mi....
Vamos a El Cote Ingles, y le elijo un par de pantalones, los que mas me gusten, un cinturón, un par de camisas, en fin lo que yo pienso...
Cuando salimos, el lleva los paquetes, y me acompaña hasta cerca de donde vivo. Se despide, no me invita a quedarnos mas tiempo hablando, parece como si de repente ya no le interesara.
Durante unos días, continúan las cosas con alternativas, cuando coincidimos en la cafetería o en la puerta de clase hablamos animados de las cosas que vamos sabiendo uno del otro, pero otros días parece no conocerme.
Mis amigas, imagínate, intrigadas, preguntan, pero no me apetece soltar prenda.
Él, cuando nos encontramos se va mostrando como mas posesivo, pero con mucha delicadeza, me coge del brazo, con la mano, con firmeza..., me coge los libros al levantarnos de la mesa...
En la cafetería, ya me ha invitado mas días. También a merendar en el centro con el pretexto de elegir corbatas o zapatos, etc
Cada vez va haciéndome preguntas mas intimas, pero me impaciento porque querría que fuera un poco mas rápido.
Bueno, finalmente un día me dice que si quiero que me presente a sus amigos, ¡uff!, "Si claro".
Las explicaciones: "Somos un grupo algo curioso, sabes, pero por lo que voy conociéndote, te gustaran".
"Te recogeré mañana a las 8 en la esquina donde te deje el primer día, cuando me ayudaste con los pantalones, te acuerdas". "Si recuerdo".
"Únicamente..., veras, somos un poco especiales, ¿tienes confianza en mi?", "Bueno... si, por supuesto", "Pues ponte, por favor, la falda beige que trajiste la semana pasada a clase", "Bueno", "Y la blusa de antesdeayer", "Pero...", "¿Te importa?", "No, como quieras, no sabia que te hubieras fijado, ni me miraste"
"Y otra cosa...", "Dime", "No te pongas ropa interior", no bajo la vista ni se sonrojo. Cada vez me sorprendía mas.
Decidí, ya divertida, seguirle la corriente: "¿Algo mas?", "No, eso es todo"
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Casi al mismo tiempo en que llego a la esquina, vestida como me ha pedido, él llega en un coche pequeño. Para, justo en la esquina. Baja, abre la puerta, me coge con la mano del brazo y me ayuda a subir, cierra vuelve a su sitio y arranca.
Casi no me he dado cuenta. Ha sido todo rapidísimo, ahora empiezo a preocuparme un poco, cuando me veo sola con él en el coche.
Él no habla. Solo dijo "Buenas tardes", cuando me ayudo a subir.
Me halaga que lleve puesto uno de los pantalones que yo le elegí, también la camisa y el cinturón e incluso los mocasines me parece que forman parte de las compras que ha hecho conmigo.
Un poco mas adelante, para al borde de una calle no muy frecuentada y dice: "Perdona, tengo que taparte los ojos", tiene en la mano una de las corbatas, violeta, casi negra que yo misma elegí.
Tan sorprendida estoy que antes que pueda reaccionar me ha vendado los ojos y arranca. "Tienes que disculparnos, pero mantenemos nuestra amistad muy discretamente","¿Te molesta la venda?".
Pues estoy hecha un lió, la tranquilidad con que me habla, y el trato que hemos tenido me infunde confianza, pero....
Antes que pueda decir nada reduce la marcha , gira, y para. Siento que baja del coche, abre la puerta y me coge firmemente del brazo.
Yo bajo, cierra la puerta y me guía unos metros, oigo una llave que gira en una cerradura, una puerta que se abre y me lleva por un interior.
Me suelta, de pie. Pasan unos minutos... "Quítate la venta", estaba deseando.
Es una habitación bastante grande, con poca luz, mas que ver, casi adivino, cuatro sillones, una persona en cada uno, las cabezas no se ven, están en la sombra.
Una esta ligeramente iluminada, es él, mi compañero. Mantiene la misma actitud a la que me tiene acostumbrada. Pero ahora parece que tiene mas autoridad. Quiero convencerme que será por que es el único iluminado.
Me sorprendo mas cuando veo que yo si estoy muy iluminada, de algún punto del techo un pequeño hilo de luz me ilumina perfectamente.
Según voy reaccionando me sorprendo aun mas. A la derecha de cada sillón hay una chica, desnuda, cada una en diferente posición, pero prácticamente arrodilladas todas.
Los hombres, porque hasta ahí puedo ver, son hombres, aunque no las caras de los tres amigos de mi compañero, tienen cada uno su mano derecha sobre el cuerpo de cada mujer, en diferentes actitudes intimas. Él, mi compañero, solo apoya su mano sobre el pelo de la mujer arrodillada a su lado.
Todo lo he observado en un momento, nada se ha movido en la habitación, solo suena algo de música.
"Levanta los brazos y date la vuelta, despacio... por favor". Ha sido él, mi compañero de clase, no ha levantado la voz, pero ha resonado en mi cabeza.
Curiosamente ya no estoy tan asustada como en el coche pero...Obedezco sin pensarlo. Giro hasta ponerme de espaldas a él.
"Vuélvete del todo", vuelvo a quedar mirándole
"Ahora, despacio, quítate la blusa " .Apenas puedo desabrocharme los botones.
"Déjala caer". Me parece que pasa una eternidad.
"Rózate con la yema de los dedos los pezones... por favor". Sin saber como estoy haciendo lo que me dice. A pesar de mis nervios, los pezones se ponen duros.
"Suficiente, suéltate la falda y déjala caer". Ya tengo las manos mas seguras, la suelto con facilidad, por un momento pienso con que habilidad eligió que prendas debías ponerme.
¡Y yo que pensaba que ni siquiera se fijaba en mi!
"MAS ERGUIDA..., por favor", alterna voz imperativa y acariciadora.
"Levanta los brazos", obedezco sin sentirlo.
"Bájalos y acércate", me libro de la falda y de la blusa que estaba pisando y me acerco.
"Mas cerca, que pueda tocarte", por un momento un relámpago de rebeldía me ciega. Me relajo y me pongo entre sus piernas, derecha