Iniciación

La noche me pilló de sorpresa en lo más profundo del bosque; asustada ante lo que mis ojos no podían ver en la oscuridad, aceleré mi paso vacilante. Un ruido que jamás mis oídos habían escuchado antes me hizo estremecer de pavor, al no saber que era lo que me estaba acechando entre las sombras.

La noche me pilló de sorpresa en lo más profundo del bosque; asustada ante lo que mis ojos no podían ver en la oscuridad, aceleré mi paso vacilante. Un ruido que jamás mis oídos habían escuchado antes me hizo estremecer de pavor, al no saber que era lo que me estaba acechando entre las sombras.

Desaceleré mi zancada, y parapetada entre los árboles me esperé lo peor.

Desde pequeña había escuchado historias sobre supuestos lobos que atacaban a los humanos que se atrebían a atravesar su territorio de caza. Pero yo hacía un año que ya no era humana, y aun así no terminaba de confiar en mis habilidades adquiridas como neófita.

Mi sire, Mavlook, no paraba de recriminarme la poca atención prestada durante mi entrenamiento como nueva cazadora de mi aquelarre. Sabía que era la comidilla de nuestro grupo, pero aún así no paraba de fallar estrepitosamente en todas mis misiones. Me costaba tanto rematar a mis víctimas...

Aún me preguntaba que había visto en mi Mavlook para haberme dado el don oscuro. Su respuesta todavía resonaba vacilante en mi mente dispersa.

"Te elegí por tus ojos, están llenos de vida, una vida que los mios nunca tuvieron ni tan siquiera cuando era humano."

Entonces lo supe, mi sire me amaba, el había cometido el mayor de los pecados según nuestro aquelarre: crear un neófito por amor a expensas de la seguridad del grupo. Mavlook sabía que se enfrentaba a una muerte segura si no conseguía que yo lograra llevar sangre al aquelarre.

Aunque al principio mis sentimientos hacia él eran los que una hija podría tener hacia su padre, desde hacía unos días un sentimiento extraño estaba anidando en mi corazón ausente de vida. No podía definirlo como amor, pero estaba claro que sentía algo por él, y la sola idea de su muerte me inquietaba.

Taciturna e inmersa en estos pensamientos mi acechador hizo acto de presencia por mi izquierda.

Sobresaltada por la rapidez de sus movimientos, y la agilidad mostrada en su ataque directo a mi yugular, me hicieron temer lo peor, que aquel lupino era tan inexperto como yo en estas lides. Pero aquella noche no estaba dispuesta a fallar a mi sire. Esquive con un salto lateral el primer zarpazo y a continuación me lancé directa a su morro con mis uñas duras y afiladas como el acero; le desgarré el morro y la sangre brotó salpicando mi cara y parte de mis ropajes.

Me relamí y la sangre lupina fue como un chute de adrenalina directo a mi cerebro. Me excité al comprobar de lo que era capaz si me lo proponía, y de un mordisco certero le desgarré la yugular. El lobo se tambaleó cayendo sobre su costado. Malherido, recogí su cuerpo convulsionante por los estertores de su proxima muerte y con agilidad renovada cruce con rapidez el bosque en dirección a nuestra guarida.

Mi sire y dos de los más antiguos miembros del aquelarre me esperaban sonrientes ante la puerta de nuestra mansión. Los antiguos me arrebataron el cuerpo casi sin vida del lobo, y me dejaron a solas con Mavlook. Me miró con sus ojos penetrantes, nunca antes me había fijado en el color de los mismos. No sabría como definirlos con exactitud, eran de un color marrón cobrizo que nunca antes había visto en ningún humano o vampiro.

Me sonrió mostrándome sus blancos y afilados colmillos. Se acercó a mí con seguridad, y sin que yo adivinara su siguiente movimiento me besó. Sorprendida ante su reacción fui incapaz de responder, él sin embargo fue directo en su siguiente paso y me mordió en el cuello. Un escalofrío me cruzó la espalda, y sin dudar ni un momento hice lo mismo. Le correspondí, y pude sentir, por segunda vez desde que me transformé, su embriagadora sangre recorriendo mi boca, mi garganta, mezclándose así con mi propia sangre vampírica.

Me apartó suavemente de él, y con su voz gutural me dijo: "A partir de ahora y por toda la eternidad seremos uno."

Me volvió a besar...