Inhumano
Luna de miel en un resort de una pareja. Ausencia de condones, horror absoluto.
Inhumano, ¿sabes?, creo que esto es inhumano, demencial incluso, Paola.
No exageres, Rafa, dijo ella, es solo mala suerte, creo yo.
¡Y una polla de mala suerte! bufó él, mala suerte es que el taxi que nos trajo al hotel hubiese pinchado, mala suerte es que nos hubiese tocado una habitación debajo de los cubos de la basura, no, Paola, no, no me digas que es mala suerte, porque esta luna de miel es el colmo de la crueldad; fíjate si estoy harto que hoy, nada más llegar por la mañana, mientras sacabas la ropa de las maletas, me doy cuenta que no he metido la caja de condones en la bolsa de viaje porque no los encuentro, bueno, no importa, me dije, seguro que aquí, en el hotel, se pueden encontrar bien a mano, no seremos los primeros recién casados que se olvidan de traer gomitas.
Total, que bajo a recepción y le pregunto a la niña que hay detrás de la barra un lugar donde comprar condones y la muy putita, con las tetas desbordando su bikini, me suelta que no tienen, que la máquina está vacía, sí, sí, esa máquina que luego viste en un rincón por la noche al salir, esa, que hace días que, según la putita, debería haber venido un chico para reponerla y ni dios ha aparecido para llenarla de condones, y la digo que qué hago sin condones, que me acabo de casar, que estoy tan caliente que me follaría hasta un caniche, y la putita que no se puede aguantar la risa y se le sale una teta del bikini.
Uy, dice ella, perdone.
Perdone, no, perdone ni hostias, digo yo, que estoy sin condones y salido total y me sacas una teta, para rematar la jugada, puta, más que puta, y la nena que se le borra la sonrisilla de la cara y me suelta que estoy loco y que hay sido un incidente; un incidente, qué cojones, me rio yo, me cago en la mar salada de los incidentes, nena, le digo yo, como me saques la otra teta te pongo a mirar pá Cuenca y me resarzo de la falta de condones.
Pues que subo como una moto a la habitación y te pillo duchándote y yo con la verga más tiesa que un palo de fregona y me preguntas si me ducho contigo, pues claro que me ducho contigo, te digo, y me quito la ropa y me meto en la ducha, un cuadrángulo amamparado cubierto de vapor donde no se ve nada y que bueno, Paola, tú sabes, o sea, que me meto con el arma enfilada y me pides que te frote en la espalda y yo, como maridito bien arrimado te froto la espalda con una mano y con la otra te agarro una teta, y tú que me meneas la verga con el culo avivando ardores y yo que te pellizco los pezones y que el jodido vapor me embadurna hasta la sesera y que no puedo más, te digo.
Y te doy la vuelta como puedo, porque tú sabes, la puta mampara, y el agua caliente que no ayuda en nada, tú sabes, manando encima nuestro, y que voy a reventar Paola, te suplico, y te acuclillas y te meriendas mi nabo, eso está bien, y empiezo a marearme de lo bien que lo haces, y se me va la cabeza, bueno, se me fue, y me apoyo en el grifo del agua fría y de allí salen cubitos de hielo, joder, saltamos como gamos y yo que pierdo pie y me apoyo en la puñetera mampara, me la llevo por delante, tropiezas y te apoyas en mis piernas y todo el tinglado se viene abajo y menos mal que no era de cristal la puta mampara, Paola, menos mal porque la hostia que me di fue cojonuda, acabo con la espalda destrozada y tú al menos conservas la dignidad, pero yo termino boca arriba como una cucaracha fumigada.
Pero bueno, una anécdota, si tampoco está tan mal, poca cosa fue al final porque llamamos al servicio de habitaciones y nos la arreglaron en un periquete mientras nos íbamos de paseo, de paseo, sí, pero más calientes que dos marranos en celo, que todavía me acuerdo como me pellizcabas el culo, so guarra, que te podrías haber cortado un poco y haberlo hecho por fuera, pero no, la Paola quiere tocar culo y me mete toda la mano dentro del bañador, no te rías, si hasta me metiste un dedo por el culo, so guarra, no te rías, perra, no te rías que salté como una pulga.
Pero venga, que entramos en un chiringuito, porque en este puto complejo o "resort" de los huevos no hay otra cosa, encerrados como macacos con pulseritas de colorines, pero oye, que se agradeció sentarse sobre las banquetitas, donde podía apoyar los huevos y poco más de lo pequeñas que eran, y tú que te quedas de pie
¿No te sientas, cariño?, pregunto inocente.
Es que no llevo bragas, me confiesas al oído.
Por dios, Paola, ir con esa faldita sin bragas, menuda puta estabas hecha, no te rías, Paola, no te rías que nos viene el camarero y nos tenemos que marchar porque a la niña le da corte estar de pie, que yo quería esa copita, Paola, que estaba muerto de sed, la necesitaba, joder, que el vapor de la ducha me había escaldado los huevos, pero bueno, hay que ceder, es la vida en pareja, y vamos paseando por la playa y no se me quita una imagen de la cabeza mientras tú sigues pillando culo debajo del pantalón, pedazo guarra, la imagen de tu coño desnudo, aireado debajo de la falda, y me pongo becerro otra vez y, claro, si la polla empitonada tira de un lado y tú tienes la mano en el otra, ahí algo tiene que salir, pero no sale nada y tú sigues provocándome en el culo, Paola.
Y no puedo más, que algo tiene que salir, te digo, que tú me aprietas por detrás y que mi polla inflada aprieta por delante, pues que salga la polla, me dices, y me llevas en volandas al cobertizo de los socorristas, por dios que esté abierto, rezo, y está abierto y cierro detrás nuestro y te quito la faldita, me quitas el bañador y te pongo a cuatro patas.
Y allí no hay nada, ni bragas ni pelos, solo tu almeja, pero qué has hecho Paola, susurro llorando de alegría al verte el coño limpito, y me sonríes encogiendo los hombros y te muerdes la lengua, putona, pero aún no sabes que no tengo condones, mi alma, así que trae acá ese culo, jodida marrana, y me aplico en dejarte más limpita si cabe, te endiño la lengua hasta el cogote y sorbo tu coñito afeitado y me sabe a gloria, te lo digo y te lo repito, y gimes pidiendo más y más y te saco hasta las entrañas del coño y luego me dirijo al ojete, tu lindo ojete, y te me derrumbas de gusto mientras te lamo el culito mientras mis dedos te llenan la cueva, y me pides más y más y ya no tengo más saliva para embadurnar mi polla y joderte el ojete, Paola, y tu esperas mi nabo perforarte el chumino, pero tengo la boca seca, puto vapor, puto chiringuito, putas bragas; por el coño, me dices sin imaginar que iba directo al otro agujero.
¿Pero tú tomas la píldora, mi niña?, te pregunto.
Ponte un condón, me sueltas.
Y empiezo a llorar como un niño, y te digo que no hay condones, que no los hay en toda el puto "resort", ¡que no los has traído!, me gritas, que no, joder, que no, te digo, que estarán todavía en España, y te me pones a llorar y yo también lloro más y más porque no soporto verte llorar y te suelto entre hipos que te puedo dar por culo y te me vienes abajo y rompes a llorar aún más y de repente se abre la puerta y nos pillan en pelotas, llorando como niños, que no hay condones, grito a los socorristas, y nos da igual taparnos que no, porque no hay condones, sigo gritando, pero nos tapan con unas toallas y nos mandan de vuelta a la habitación y de camino mendigo un condón a los curiosos que nos miran compungidos, pero nadie tiene, putos mentirosos, sí que tenéis, malditos desgraciados, les chillo, no puede ser que seamos la única pareja con ganas de follar, yo os maldigo, les grito.
Y la recepcionista que nos ve llegar y se asusta y se le sale otra teta y a mí me da algo, Paola, que la puta niña se está riendo de mí, que me saca una teta para joder, que no, me dices, que se le ha salido al vernos llorar, que se asustó, pero que de putilla tiene aires, me confirmas en la habitación.
Pero si yo solo quiero follar, Paola, solo quiero follarme a mi mujer, o sea, a ti, pero es que no hay gomitas, me respondes, pues por el culo, te pregunto de nuevo, y me plantas una hostia en la mejilla, por mi madre que mi culo sale virgen de este "resort", me gritas, y yo me derrumbo y me obligaste, tú sabes que me obligaste, Paola, no tenía otra opción.
Y me encierro en el cuarto de baño y me hago una paja, pero aún estoy caliente, y me hago otra y puedo con una tercera porque aún me arden los huevos y tú aporreando la puerta, que me meo, me chillas, por tu madre, Rafa, que me lo hago aquí mismo y te dejo entrar pero yo sigo a lo mío y me tumbo en la bañera mientras voy a por la cuarta y mientras me miras abochornada soltando el pis no puedes evitar tocarte, no me jodas, Paola, y venga a tocarnos, tú en la taza del pis y yo en la bañera, y te pones colorada, y me pongo colorado, y yo venga a darle al nabo, y te restriegas las tetas y terminas por quitarte la ropa y te plantas delante de mí, apuntándome con el coño.
¡Putón!, y yo te lamo más y más, y me agarras la cabeza y la entierras en mi coño, se te rilan las piernas, esto es el no parar, pero no hay condones, ¡a la mierda todo!, gritas, me sueltas y te subes encima de mí en la bañera y te metes el nabo hasta el fondo del coño, sin gomita ni gomota ni hostias, qué rico Paola, y follamos como locos, joder, claro que sí, como putos locos, que en esa bañera soltaste más cochinadas que en toda tu vida y, zas, que la bañera se nos revienta en dos, pero qué puta bañera de los cojones es esta, joder, y una tubería estalla y de la raja de la bañera brota agua helada, sí, más helada que la de la ducha, pero de dónde narices sacarán el agua tan fría en el Caribe, me pregunto yo.
Pero salimos vivos de allí, jodidos pero vivos, y volvemos a llamar al servicio del hotel y nos dicen que es una putada, ya lo creo que es una putada, una putada de habitación con bañeras anti-polvos, joder, pero no hay más habitaciones, cómo que no hay más habitaciones, grito, y mientras tanto, el agua llega hasta la terraza, que no saben cómo cortarla, así que nos mandan a otro resort de la compañía, mira qué majos, pero el taxi que nos lleva pincha, ya ves, y la nueva habitación está debajo de los cubos de la basura, ya ves, pero aquí sí hay condones, ya ves.
Ya veo, Rafa, ya veo, pero, ¿se puede saber por qué no estamos follando? pregunta la mujer.
Pues porque acabo de encontrar los putos condones, Paola, no esos que acabo de comprar, no; los que tenía en la puñetera bolsa de mano, que no miré bien; pero ahora déjame dormir, por favor, déjame dormir.
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Ginés Linares
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