Ingeniera civil

Un nuevo trabajo, una nueva vida..... nuevas experiencias.

Nunca hubiera imaginado salir de mi ciudad natal si no hubiese tenido un matrimonio tan desastroso como el que tuve que aguantar los últimos dos de los seis años que viví con mi ex marido.

Como todas las parejas (o casi todas) me casé ilusionada en formar una familia que perduraría para toda la vida abrigada bajo las leyes divinas. En estos casos la educación familiar – católica al extremo - tiende a obligarnos a llevar los hábitos religiosos imaginarios para cubrir nuestra castidad, pureza y sobre todo aparentar ante la sociedad una moral falsa intachable. En ese ambiente estudié durante toda mi vida colegial para luego ingresar a la universidad abrazando la carrera de Ingeniería Civil, luego de pasar una serie de obstáculos familiares aduciendo que era una carrera netamente masculina, que no era para una señorita de alta sociedad como yo y bla, bla, bla, sin esperar apoyo alguno me inscribí en la universidad estatal de mi cuidad, dadas mis excelentes calificaciones escolares no tuve ningún problema en la inscripción puesto que para esta carrera se necesita rendir una serie de exámenes de ingreso. Como siempre me dediqué de lleno a mis estudios y antes de cumplir los 23 años ya ostentaba mi flamante título de Ingeniera Civil, ahora comenzaba otra etapa de mi vida….. buscar trabajo.

Con alguna dificultad pues aún persistían los prejuicios familiares por mi carrera logré ubicarme en una empresa constructora de prestaba servicios para el municipio de mi ciudad en la pavimentación de vías urbanas. No era la gran cosa pero por algo tenía que empezar.

Allí conocí al causante de muchas penurias en mi vida, era el hijo del dueño y como toda ave de rapiña tan solo conocerme fue suficiente para que vaya tras su presa, en este caso yo. Pues diré que no le fue fácil atraparme, haciendo un trabajo de hormiga pudo convencerme que su amor era verdadero y que él era el hombre indicado para mi.

Mis experiencias sexuales no eran muchas pero lo suficiente como para no ser una ignorante en el tema, en mi vida universitaria había tenido dos novios con los cuales tuve relaciones, uno mejor que otro con el cual de vez en cuando nos citábamos para satisfacer nuestros deseos, con él descubrí y aprendí muchas cosas en cuanto al sexo. Pero, el hecho de ser caliente no quería decir que tendría que rendirme a los pies de mi nuevo pretendiente, dadas las intenciones matrimoniales con las que se presentaba, el panorama de mi vida tenía que vislumbrarlo con más claridad, fue así que con Sergio - así se llama mi ex marido – solo tuve relaciones casi a los cuatro meses de estar de novios, si tanto quería casarse conmigo tenia que aguantarse, después de aquello las cosas vinieron por consecuencia, el pedido de mano, el matricidio (para mi no fue matrimonio) el embarazo, el nacimiento de mi bebe, el infierno y el rompimiento. Detallar las causas de nuestro divorcio alargaría mucho esta historia, creo que como preámbulo ya esta bueno.

Miento, falta describirme para que tengan una idea de como soy físicamente, soy alta, 1.78, piernas largas bien torneadas, mas bien flaca, con el nacimiento de mi bebe se desarrollaron mas mis pechos y mis caderas dándome un cuerpo tal vez envidiable para cualquier mujer y deseable para muchos hombres, soy de piel canela y ojos color miel, cabello largo hasta media espalda, cuando salíamos de fiesta con mi ex me podía zapatos de tacón con los cuales sobrepasaba los 1,80 mts. fácilmente dejando a mi ex más pequeño que yo.

Después de separarme volví a la casa de mis padres pues necesitaba de ayuda con mi hijita. Me hablaron de una empresa constructora que estaba encargada de la construcción de una carretera en la frontera de mi país para lo cual debía instalarme en un pueblo fronterizo, dejé a mi hija al cuidado de mis padres y viajé para el lugar de la obra. El recibimiento fue de lo mejor, en primer lugar porque precisaban con urgencia de mis servicios y en segundo lugar porque no esperaban alguien con las características físicas mías, la empresa tenía alquiladas diversas casas donde daban alojamiento a sus empleados, lamentablemente ya no había lugar para mi pues la casa destinada para las mujeres estaba llena, de tal forma que al principio estuve alojada en un hotel durante un mes y luego alquilaron un pequeño departamento solo para mi, en cierta forma me sentía mas cómoda pues no tendría que compartir dormitorio ni el baño con nadie más, eso hizo que hubiera algo de recelo en algunas de las chicas que trabajaban en la empresa. El depa constaba de un dormitorio, una pequeña cocinilla y baño privado, tenía todas las comodidades que precisaba, TV por cable, DVD, equipo de música, frigobar, etc. El lugar era cómodo, semi-independiente pues el depa estaba ubicado en la parte de atrás de una casa grande, en la parte delantera vivía la familia propietaria del inmueble, la dueña de casa, que era viuda, sus dos hijos, la mamá, una ancianita adorable, los hijos eran dos, un muchacho de 18 años, flaco medio desgarbado y alto, y una muchacha muy bonita, de 1.65 mas o menos, morenita y lo que más me llamó la atención de ella era sus nalgas, redonditas, paraditas, perfectas.. De la casa yo salía a trabajar a las 7 a.m. y regresaba a las 8 p.m. de lunes a sábado, por lo tanto casi no veía a mis vecinos.

Las invitaciones para salir a la disco no se hicieron esperar, fueron varios los que de una u otra manera querían acercarse a mi, al fin y al cabo me veían que estaba sola y pensarían que esto daría lugar a que yo fuera una mujer fácil de llevar a la cama, no niego que habían algunos bastante interesantes pero no quería dar lugar a comentarios que tal vez me hubiesen perjudicado en mi trabajo. Con el transcurso de las semanas mis pretendientes fueron decayendo y al final salía con ellos en grupo de colegas con los cuales no pasaba nada.

Fue una noche de sábado que salimos a la disco y regresé como a las 2 a.m., estaba excitada por el efecto de los tragos, me desvestí y me entré a darme una ducha, mi tanga color blanco estaba mojada, sentir el agua tibia caer por mi cuerpo me encendía el lívido aún más, instintivamente llevé una de mis manos a mi conchita, estaba muy mojada, necesitaba saciar mi calentura, me froté el clítoris que lo tenia hinchado, el agua escurría por mis pechos, sentía que me acariciaba, el orgasmo no tardo mucho en llegar, fue una explosión que me sacudió toda hasta casi hacerme caer, me repuse de la descarga y salí de la ducha desnuda, caminé hasta donde tenia mis toallas, hacia mucho calor o era yo que seguía caliente, me sequé suavemente, seguía excitada, miré por la ventana, afuera estaba todo en penumbras, sabía que mis vecinos no estarían porque se marcharon a un pueblo vecino a la fiesta de una virgen, solo había quedado Manuel, el muchacho de 18 años, que no sabia si estaba o había salido de juerga, entre el efecto del alcohol y mi excitación vislumbré mi oportunidad de realizar unas de mis fantasías, salir al patio y estar lo más cerca de la calle desnuda, entre el miedo y otras cosas me tapé con mi toalla y salí al patio, no había nadie, para cerciorarme caminé hasta la casa grande, no se sentía un alma, volví tras mis pasos y me quité la toalla, estaba en medio del jardín completamente desnuda con el riesgo de que alguien pueda verme pues a los costados no habia cerca que divida las casas, caminé por entre las plantas, mis líquidos de la excitación corrían por entre mis muslos, llegué hasta la lavandería, aquella tarde, Sandrita – así se llama la chica – había lavado su ropa y su ropa interior estaba colgando para secarse, examiné una a una sus calcinhas, propias de sus edad, habían de todos colores, desde unas más serías hasta un par que eran hilo dental, agarré una de ellas y la llevé a mi nariz, tenían olor a limpio, yo buscaba su olor, el olor de su conejito, decidí probarme su tanguita, me quedaba un poco apretada, era mas pequeña para mi, abrí los cachetes de mis nalgas para que la tira que va por atrás se acomode en mi canal, caminé con ella puesta y con cada paso que daba se me iba metiendo en mi concha, agarré mi toalla, me envolví y me dirigí hacia la puerta de la calle, ésta estaba solo iluminada con unos cuantos faroles, el pueblo dormía, con mucho temor me acerque a la reja miré hacia ambos lados de la calle, solo un perro cruzaba la calle, salí hasta la vereda y me cobijé bajo un árbol de bibosillo que había afuera, a unas tres cuadras se veían las luces de la plaza del pueblo, mi corazón latía a mil revoluciones por segundo, el miedo de ser descubierta era muy grande, pero el deseo de cumplir mi fantasía pudo más, lentamente me quité la toalla, primero la parte de arriba quedando mis pechos al aire, mi vista se convirtió en la de un gato, miraba para todos lados, dejé caer la toalla y quede solo con la tanga de Sandrita puesta, salí de mi escondite y caminé hasta el centro de la calle, crucé hasta el otro lado, cuando de pronto un auto sale de una boca calle, me quise morir, ya había visto unos matorrales donde esconderme en caso que algo sucediera, me coloqué detrás de ellos y me agazapé en cuclillas para no ser vista, el carro se detuvo como a unos 5 metros más atrás, mi toalla había quedado en el piso al otro lado de la calle, del carro bajó un muchacho, era alto, se notaba que estaba borracho, se despidió de los otros ocupantes, era Manuel, el hijo de la dueña de casa, me alivié porque tendría que cruzar la calle para la casa y así me daría la espalda, pero me espanté cuando vi que se acercó al lugar donde yo estaba, apenas se podía estar en píe de tan borracho que estaba, se paró a unos dos metros y sacó su pene para orinar, pude constatar que estaba muy bien dotado, tenia un pene grande y grueso, después de orinar se dirigió hasta su casa y ahí me di cuenta de la toalla, pero Manuel paso por su lado sin percatarse de que estaba tirada en el suelo, después que entró a la casa y vi que las luces de su cuarto se apagaron salí de mi escondite, cruce la calle nuevamente, a pesar de susto que me pegué seguía excitada, hasta ahí, habían sido bastantes emociones juntas que me tenían la adrenalina brotando por todos los poros de mi cuerpo y mi conchita que seguía emanando jugos, entré a la casa y cuando ya estaba en el patio de atrás, mi lívido empezó a funcionar nuevamente, me recordé de Manuel con su pene enorme, para tener 18 años estaba muy bien desarrollado, quise sentirlo de cerca y me dirigí decidida hacia la puerta de entrada de la casa con la esperanza que no la haya asegurado con llave, para mi suerte estaba abierta, mis piernas temblaban, me sentía una vulgar ladrona, pero yo no iba a robar nada, entraba en busca de otra cosa, placer. Mi cuerpo me pedía ir en busca de aquel instrumento que había visto hacia unos minutos. La puerta de su cuarto estaba abierta, por la poca luz que entraba de la calle noté que solo dormía de calzoncillos, estaba acostado de espaldas, el olor a alcohol era sofocante, parecía muerto, por el estado en que lo vi sabía que no iba a despertar, me acerqué a su cama y me arrodillé, dudaba si acariciándolo se podría excitar, directamente me dirigí a su miembro, lo palpé por encima del calzoncillo, a pesar de estar en reposo su pene era grande, era el más grande que había tenido en mis manos, le bajé su calzoncillo para descubrir su pene, este dormía tanto como su dueño, me acerqué a olerlo, su olor era fuerte, embriagador, mientras con una mano le agarraba su miembro con la otra me acariciaba mi almeja, no resistí la tentación y me lo llevé a la boca, se lo chupé suavemente, quería que se le endurase, pero lo hacia suavemente para no despertarlo. Poco a poco su pene fue cobrando vida, sentía que crecía dentro de mi boca hasta que quedó duro como un mástil, su tamaño era inmenso, mis dos manos no alcanzaban para abarcar toda su largura, apenas cabía en mi boca, le lamía por los costado yendo de arriba hacia abajo, calculo que mediría unos 23 cm.

Me quité las tangas que ya estaban empapadas y sin importarme si despertaba o no me subí a su cama, me paré con las piernas separadas quedando su pene apuntando hacia mi concha, me fui sentando lentamente hasta que la punta alcanzó a rozar mi concha, fui bajando y me la fui metiendo despacio, entraba un poco y volvía a subir, su pene era muy grueso y no estaba acostumbrada a su tamaño, mi lubricación ayudaba tanto que cuando me di cuenta ya había llegado al fondo, no había entrado toda, afuera quedaron unos tres dedos que no pude meterme más, no me importó, con lo que tenía adentro me bastaba y sobraba, me quedé quieta un momento para acostumbrarme totalmente al tremendo pedazo de carne que tenía adentro, luego empecé a cabalgarlo lentamente, el orgasmo no demoró mucho en llegar, me mordía los labios para no gritar de placer, seguía moviéndome y los orgasmos se sucedían unos tras otros hasta que quedé rendida, el subir y bajar de aquel aparato fue demasiado ejercicio para mi, me paré nuevamente como lo hice al principio y me bajé de la cama, su pene seguía erecto porque él no había terminado, le di un beso en la cabeza de su pene y salí del cuarto satisfecha.

Me puse nuevamente la tanga de Sandrita y me fui a dormir, ya estaba por amanecer.

Al otro día me levanté con cierto remordimiento de conciencia pero con una felicidad que no podía ocultar.

Así transcurrieron los días y las semanas y en la medida que pasaba el tiempo Sandrita se fue haciendo más amiga mía, en las noches se venía a conversar conmigo a mi depa, veíamos películas, etc. Yo llegaba de mi trabajo me quitaba el uniforme, me daba una ducha y quedaba solo de tanga y un polerón en la parte de arriba, a veces nos preparábamos algo de comer. A su mamá le gustó mucho la idea que congenie conmigo, así yo la podía guiar a escoger una carrera universitaria, a pesar que le doblaba la edad me gustaba mucho conversar con ella, ella vivía elogiándome, que mi cabello es muy sedoso, que mis labios son lindos, que mis piernas son bien torneadas, que mi tamaño es fenomenal, le llevo casi 13 cm. de diferencia en estatura, todo lo que yo tenia, usaba o me ponía a ella le gustaba, le regalé una par de blusas que le encantaron, yo por mi parte admiraba en ella la madurez en su conversación y físicamente admiraba su trasero, era espectacular, unas nalgas redondas, duras que cuando caminaba hacia volcar la mirada a cualquiera, a veces solo por el placer de contemplarla le pedía que se pruebe una falda, un vestido, cualquier cosa con el fin de ver ese trasero hermoso. Me sentía rara pues nunca me habían atraído las mujeres, teóricamente estaba segura de mi sexualidad heterosexual, pero me encantaba verla contonearse por mi dormitorio solo en ropa interior. En una oportunidad que conversábamos toqué el tema del sexo y le pregunté si ya había tenido relaciones, me respondió rotundamente que no y se sonrojó tanto que parecía un tomate, le dije que no tenga vergüenza, que estábamos en confianza y si quería contarme algo que lo haga, no dijo más nada y se quedó callada, yo seguí con mis preguntas, quería ver hasta donde conocía Sandrita sobre el sexo, hasta que le pregunté si alguna vez se había masturbado, me dijo que no sabia como era pero que no hacía mucho en su dormitorio se tocó su conejito y que lo había sentido húmedo y rico pero que nunca más lo había hecho.

Entonces ideé un plan estratégico, quería comprobar hasta donde podía llevarla, compre una película erótica, sin ser porno, donde las escenas son un poco fuertes y hay una donde la protagonista se masturba viendo unos slites. Toda desentendida esa noche le propuse verla, me hice la que no sabía el contenido de la película, aceptó, yo estaba como siempre solo con una tanga bastante pequeñita sin brasier y un top, ella estaba de mini y una blusita de algodón, hicimos pipocas (palomitas de maíz) con coca cola y nos metimos a la cama a ver. Ya con la película bien avanzada las escenas era bastante subidas de tono, yo le veía que cruzaba la pierna a cada momento, disimuladamente yo me acariciaba las piernas, jugaba con mi ombligo, yo ya estaba caliente, no veía la hora de meterme mano, decidí avanzar un poco más y le pregunté si le gustaba, solo contestó con un movimiento de cabeza, tenía sus dos manos entre sus pierna como cuando una está con frío.

Estás excitada? – pregunté.

No se.

Te sientes mojadita en tu conejito? – le dije acercándome a ella.

Un poquito, siento un hormigueo en el estómago.

Yo estoy muy mojada, quieres ver? – le dije. Corrí mi tanga hacia un costado, tomé una de sus manos y la llevé hacia mi conchita, estaba que escurría, la notaba nerviosa, la hice palpar con el dedo medio. Siente aquí – le dije colocando su dedo en mi vagina, ella instintivamente metió un poquito su dedo arrancándome un leve suspiro.

Te lastimé? Me preguntó.

No, me gusta mucho, te puedo tocar yo a ti? Pregunte.

Si.

Sigue tocándome mientras vemos la película – le dije.

Subí su faldita y acaricie su conchita por encima de su tanga, la corrí apara un costado como estaba la mía, tenia bastante pelitos, con el dedo medio fui directamente a su canal, estaba súper mojada, encontré su botoncito que lo tenía duro y bien paradito, le recorría su rajita de abajo hacia arriba y culminada en su clítoris el cual le pellizcaba y se lo frotaba suavemente.

Mueve tu mano como lo hago yo – le dije, lo hacía un poco torpe pero me gustaba mucho.

Quieres hacértelo tu? – pregunte, solo asintió con su cabeza, retiré mi mano de su conejito y coloqué la de ella en el lugar que estaba la mía. Acaríciate aquí. Le dije, colocando su dedo medio en el clítoris. Así mientras ella se masturbaba yo hacia lo mismo, Sandrita cerraba los ojos disfrutando de lo que estábamos haciendo. Me acerqué más a ella y le susurraba al oído si le gustaba lo que hacíamos, aproveche la cercanía y empecé a besarle las mejillas, el cuello hasta que llegué a sus labios, la besé suavemente, con mi lengua abrí sus labios y mi lengua penetró su cavidad bucal, elle pronto me respondió el beso y nuestras lenguas se entrelazaron en un beso apasionado, comencé a acariciarle sus pechos, le subí la blusa para facilitar mi labor y le saque un seno por encima del sostén, sus pezones estaba bien paraditos, su aureola era de color marrón y pequeña, sus pechos eran pequeños, ella arqueó la espalda para que le quitara el sostén, comencé a comerle sus pechitos, le pedí que siga tocándose, alternaba sus pechos con la boca, yo estaba apunto de correrme y no me estaba tocando siquiera, tener a una quinceañera entre mis brazos que me había despertado una lujuria desconocida en mi, jamás había pensado estar en esa situación y menos con una mujer, como dije antes, hasta ese momento estaba segura de mi sexualidad heterosexual, y ahora estaba disfrutando de lo mas lindo con una niña-mujer.

Lentamente fui bajando por su vientre plano, me deshice fácilmente de su mini y su tanga, quedó completamente desnuda, su mata de pelos era abundante, levanté una de sus piernas y le fui besando desde sus pies hasta que llegue a su entrepierna, elle intentaba cerrar sus piernas haciendo un poco de presión, suavemente pero con firmeza abrí sus piernas y hundí mi lengua en su conejito, era el sabor mas dulce que jamás haya probado, sus jugos era un néctar de los dioses para mi paladar, era algo novedoso también para mi, me guíe por las innumerables chupadas de concha que me daba un antiguo novio, y además que tampoco hay escuela para eso, mis instintos me indicaban cómo tenía que hacerlo. No habían transcurrido ni cinco minutos y Sandrita se derramó en orgasmos, una tras otro, con sus piernas me presionaba la cabeza como queriendo hundirme en su concha, pero no gemía ni emitía ningún sonido, levanté la vista y se había tapado la cabeza con una almohada para no hacer ningún ruido, lentamente subí por ella y le estampé un beso dulce y cariñoso, era su primera sesión de sexo y lo había disfrutado mucho. Quedó rendida mirándome a los ojos en agradecimiento pero yo todavía quería más. Ahora te toca, le dije, subí hacia su cabeza sentándome prácticamente en su cara obligándola que me chupe mi concha. Con un poco de torpeza me metía su lengua mientras yo me ayudaba con mis dedos y me aprisionaba mis pechos, no fue difícil llegar al orgasmo, mis jugos inundaron su boca, me salí de la posición en que me encontraba y me acosté a su lado.

Te gusto? – Pregunté.

Mucho - me dijo.

Quieres volver a repetirlo?

Ahora?

No, mañana, otro día.

Claro que si.

Me dio un beso, se levantó, se vistió y se marchó.

Comprendí que mi vida daba un giro de 180 grados, luego ocurrieron una serie de acontecimientos que les iré contando poco a poco.