Ingeniera Civil
Los riesgos en este trabajo pueden ser diversos, sobre todo cuando en vez de estudiar estructuras, tienes que ocuparte de estructurar tu vida.
Me desperté y me preparé para estar lista cuando pasara a buscarme
La mañana amaneció lluviosa, por lo que me protegí con un impermeable.
Paró en la puerta y me hizo señas que fuera corriendo mientras me tenía la puerta abierta; entré como una tromba.
-Puf que día, gracias que viniste – mientras la saludaba de beso.
- Lo único que faltaba, que te haya hecho dejar el coche, y no pasar a buscarte.
Seguimos hablando, el tramo era corto, así que enseguida llegamos, la cochera era cerrada no tuvimos que correr. Tomamos el ascensor privado hasta el tercer piso, que daba directamente a su oficina, podía llegar o irse sin que nadie supiera. Apenas entrar me preguntó.
¿Espero que no hayas traído el traje de monja de ayer?
Lo traje, pero de otro monasterio – le contesté mientras me sacaba el impermeable.
¡Ah! a ese monasterio podía ir yo como superiora. – mientras me miraba con picardía.
Seguro que las monjitas no lo iban a pasar mal.
Oye, ¿estas segura que no te van las mujeres?
Estoy segura, y va a ser mejor que vaya a trabajar antes que la jefa me eche.
Espera que te voy a presentar a Osvaldo, gerente de la compañía, y a los demás profesionales que se encuentren, ya que algunos están en obras. – me llevo hasta el salón de conferencias y le avisó a Beti que hiciera venir al personal.
Primero llegó el gerente, un señor de cerca de sesenta años que no se preocupaba por disimularlos.
-Osvaldo, te presento mi nueva ingeniera Daniela Rivas, espero que la ayudes si tiene algún problema; es su primer trabajo.
Mucho gusto, Osvaldo Pierre, cuenta con mi ayuda, ¿recién salida del horno por lo que se ve?
Si, pero voy a poner todo mi esfuerzo para que no se note.
Pues lo vas a tener que poner con la jefa que te toco.
No parece tan mala – dije con una sonrisa.
No parezco y no lo soy, simplemente defiendo mis conceptos.
Empezaron a llegar el resto del personal, y a presentarse como ingenieros, diseñadores, arquitectos, todo el mundo tenía su título, y Don Osvaldo era el jefe de todos.
Luego de las presentaciones Viviana se fue a su oficina, yo tenía que ir a la mía, pero primero quería tener unas palabras con el gerente.
-Don Osvaldo ¿podría explicarme algunas cosas.
Si me vuelves a poner el Don, no te explico nada.
Bueno, entonces Osvaldo sin Don, lo que quería preguntarle es, si usted es el jefe de todos estos profesionales, ¿supongo que me tengo que reportar a usted?
No, tu reportas a Viviana directamente.
Pero ¿cómo así? Yo voy a necesitar de su experiencia para tomarle el tiempo al método en que se manejan aquí, sino me voy a equivocar seguido.
Me parece que no sabes nada para que te contrataron.
Viviana me dijo para calcular proyectos, o por lo menos es lo que me dio a entender.
-Sí, es para eso, pero para que calcules los proyectos de ella. Sabes lo que pasa, que es muy talentosa, lo que proyecta muchas veces está al límite. Busca lo armonioso, lo que alegra los ojos, pero a veces se olvida que esto es un negocio, y cuándo le rechazamos algún trabajo porque económicamente no es factible, nos echa la culpa de que no le ponemos empeño, por eso buscó a alguien que se dedique a sus proyectos.
¿Entonces lo mío va a punto muerto?
No, no te lo creas. Todas son estructuras muy bien pensadas, y solo falta encontrar la oportunidad de financiamiento sin comprometer el patrimonio de la empresa; tú puedes ser un buen filtro para volverla a la realidad.
Por un lado, me quedé más tranquila sabiendo la causa del por qué, con tantos ingenieros, me necesitaba a mí, por el otro me preocupaba, que tanto tendría que filtrar para que saliera algo cómo la gente.
Esa semana conseguí alquilar un departamento no muy grande, pero para mí era lo suficiente cómodo. Contaba de dos dormitorios uno de los cuales lo transformé en mi oficina privada, una linda sala y una cocina con todo lo necesario, estaba en un décimo piso de un edificio de dieciocho, con un balcón con vista al bulevar que pasaba por enfrente, aparte tenía cochera, que para mí era importante.
El edificio lo había direccionado la empresa, por lo que los nexos con la inmobiliaria facilitaron el conseguirlo. En la terraza contaba con un salón para fiestas para uso de la comunidad, más una pileta climatizada con solárium, algo con que me pensaba regodear en verano, o cualquier día soleado.
Trabajar con Viviana era muy llevadero, era estricta, pero con un trato amable, tenía una capacidad de trabajo que hacía que te esforzaras para no quedar atrás. Supongo que para una persona que no le gustara, sería estresante, no era mi caso, ya que lo que hacíamos me fascinaba.
Tenía varios proyectos a la vez, y después de presentarme me probó cómo me desempeñaba con los trabajadores. Realmente no tuve problemas, a pesar de mi cara de niña, sabía tratar con estos, anteponiendo mi autoridad amablemente.
Ya pasaba del mes que trabajaba con ella, y la relación era cordial. A pesar que cuando íbamos a la cafetería, a veces se le acercaban mujeres que se veía que algo tenían en común, por la forma de tratarse o besarse, pero de ahí no pasaba. Digamos, no ocultaba su condición, pero no alardeaba de ello.
Conmigo siempre tenía frases picaras o graciosas, pero no iba más allá, aunque varias veces note cómo me miraba cuando creía que no la veía.
Fue creciendo mi amor a este trabajo y mi admiración a su talento. Realmente los proyectos parecían un sueño, echaba su imaginación a volar, y sacaba hermosos trabajos, que a veces tenía que aterrizarlos yo, porque la física no permitía que volaran.
Cuando pasaba eso, se echaba a reír.
¿Ves? Tú eres el ancla que me sujeta al mundo, a veces pienso que entre las dos podemos hacer un mundo nuevo.
Con que arreglemos un poco este, y no se nos caigan los edificios me doy por conforme.
Tu siempre tan prosaica.
Y tú siempre tan soñadora
Un día me llamó para preguntarme si me animaba a sacar los cálculos, de un proyecto que directamente iba a correr por parte de la empresa, con lo cual no solo tendría que estudiar la parte de ingeniería, sino que también estaba la factibilidad económica.
¿Para cuándo lo quieres?
No, esto no tiene apuro, es solamente cuándo tengas tiempo, es un emprendimiento propio, así que se hará cuándo se pueda, si es que se puede.
Bueno, ¿me lo dejas llevar a casa, así cuándo no tenga nada que hacer le pego una ojeada?
Como me dijo que si, cargué las carpetas para llevarlas, cuando pasé para saludar a Beti, me preguntó que llevaba.
-Un proyecto de Viviana, pero va sin apuro, parece que quiere financiarlo ella, creo que es bastante importante. – miró las carpetas.
¿Importante? Este es el sueño de Viviana, hacer un centro comercial, con todos los servicios, y ponerle el nombre del padre.
Pero ¿cuánto hace que se murió?
Van para diez, lo que pasa que lo que quiere hacer es demasiado costoso y a no ser que alguien ponga parte del dinero, no creo que se haga.
¡Caramba! Y donde queda.
Es casi pegado al puerto, allí atracan los buques turísticos, pero tampoco es que con eso alcance, tendría que atraer a otro tipo de gente también.
El fin de semana quizá me pegue una vuelta por allí.
Llegué a casa y me puse a revisarlos como al descuido. En verdad el proyecto era importante, y a simple vista aun sin saber de cuanto capital disponía la empresa, no creía que lo pudiera financiar sola.
Con las carpetas venían disquetes con los módulos proyectados por separado y que formaban el conjunto al unirlos entre sí.
Estaba todo bien pensado y cualquier multinacional podría hacerse cargo del costo, pero ya no sería ella la que llevara la batuta, y tampoco sería el nombre del padre con el que lo llamaran.
Era un bonito sueño, pero no pasaba de eso, igual pensaba estudiarlo un poco más, quizá se me ocurriera algo.
La semana pasó y el trabajo no me dio respiro como para volver a revisar los papeles. El viernes salimos a la tarde y me preguntó si los había revisado.
-Sí, los revisé, pero lo veo complejo y costoso, no sé de cuanto dispones, pero sola lo veo difícil, es una lástima porque vale la pena.
Sola es imposible, pero tampoco quiero perder el control, para eso no lo hago.
Si se me ocurre algo te lo digo, mañana voy a ver el sitio.
Pues si se te ocurre te lo voy agradecer.
Nos despedimos y me fui a mi departamento, en el ascensor me encontré con una vecina de mismo piso en que estaba yo, ya la había visto otras veces, nos saludamos y nos pusimos a conversar, pero enseguida llegamos, así que quedamos en juntarnos un día para conocernos, se llamaba Romina y tenía dos años más que yo, pero de ahí no sabía más de ella.
El sábado me levanté no muy temprano, y como el día estaba soleado me fui hasta el sitio donde estaba planeado hacer el centro comercial. Eran unos diez kilómetros, cosa que no me llevó mucho tiempo.
Cuando encontré el lugar me sorprendió lo espacioso y lo que a mano estaba de la carretera. Había en el predio una nave donde guardaban los implementos para tener el lugar limpio. Tenía un piso arriba como para usarlo de escritorio, me hubiese gustado tener la llave para mirar mejor el panorama. En el entorno se veían construcciones que hacían pensar que la crisis estaba quedando atrás, y esa parte pronto iba a estar muy poblada.
Un poco más lejos estaba atracado un crucero de turismo, que como me había dicho Beti, no alcanzaba para hacer factible semejante inversión.
Seguí paseándome, y sacando fotografías para darme una idea de lo que podía llegar a ser esa parte, cuando se terminaran las construcciones.
Al medio día, se me ocurrió pararme a comer en algún restaurant. Para mi sorpresa solo había locales de comida rápida, de cadenas conocidas.
Tuve que conformarme con eso, aunque no era de mi agrado.
A la tarde seguí con mis fotos, cosa de poder hacer un relevamiento de los alrededores y que posibilidades tenía de hacerlo interesante para la gente de cercanía.
Cerca del puerto grande había un club marino donde atracaban lanchas y yates de paseo. No era mucho, pero todo sumaba.
Después de recopilar todos los datos que me parecieron interesantes, volví a mi departamento y trate de armonizar todo en un conjunto. Era un proyecto que necesitaba tiempo para dimensionarlo en su totalidad.
El domingo, salí a la mañana al súper a buscar de ponerle algo a la despensa.
En el elevador me encontré con Romina que salía a lo mismo, decidimos ir juntas en mi coche, después de hacer las compras a la vuelta me invitó a ir almorzar a un restaurant en la playa, pero en la otra punta de donde había ido el día anterior. Acepté, me evitaba de cocinar y de comer sola.
No lo lamente para nada, Romina era Andaluza, y tenía una chispa que era difícil aburrirse en su compañía. Nos contamos lo que quisimos contarnos, y nos enteramos de lo que quisimos dejar que nos enteráramos. Ninguna de las dos éramos metiches, así que pasamos una tarde como hacía rato que no pasaba.
Empezó la nueva semana, y enseguida me sumergí en el trabajo. Viviana a veces me llevaba a ver los otros emprendimientos para ver que me parecían.
Yo sabía que mi opinión en esos casos no contaba, pero igual le arrimaba mi parecer que poco difería de lo hecho.
Otras veces íbamos a ver trabajos puros de decoración, que poco tenía que ver con mis conocimientos, pero no dejaba de admirar. Creo que, en plan didáctico, quería meterme el gusano de la estética y de a poco lo iba consiguiendo, como conseguía que mi admiración por ella fuera aumentando.
Así pasaron tres meses, los piropos poco disimulados eran pan de todos los días, y tengo que reconocer que me agradaban
El proyecto del centro comercial, lo manejaba lentamente, tratando de encontrar ideas que lo pusieran más en valor.
Y mi vida, era el trabajo, saliendo a tomar un té con Viviana, y en los días libres a veces con Romina y Sandra, una amiga Sevillana que entre las dos podían hacer reír un muerto.
Por lo que decían, de vez en cuando pillaban algo de momento, pero le tenían espanto a los compromisos, eran tan independientes que no permitían que nadie quisiera controlarlas.
Un sábado salimos al cine y a la salida fuimos a cenar, pasamos el rato, y casi era medianoche cuando a Romina se le ocurrió que podíamos ir a bailar, yo hacía tanto que ya ni me acordaba.
-Tú lo que quieres es ir a menear el culo a ver si pillas un candidato que te lo magree, - dijo Sandra.
Si, voy a pillar un candidato con ustedes dos a mi lado, si hasta se van a pensar que somos bolleras.
Espera, ¿fueron alguna vez a una disco de ambiente. – preguntó, contestamos que no.
¿Y si vamos?
¿Te parece, nos dejaran entrar?
Y porque no nos van a dejar entrar o tenemos que llevar el certificado de lesbianismo, ¿tú que dices Daniela?
Por mi vamos, la verdad que siempre me dio curiosidad saber cómo eran, cuanto mucho nos van a decir que no.
Pues si no nos dejan entrar, le pego un beso a esta que la hago lesbiana a la carta. – dijo Sandra
Si, tu hazlo y después te aguantas, que si no te casas te hago caer el pelo.
Así entre risas fuimos al local que habíamos dicho. Entramos y el ambiente nos pareció amable, el volumen de la música dejaba conversar y se notaba que todavía era temprano.
En la pista se mezclaban, pero se notaba que las parejas se formaban del mismo sexo, pero más allá de un beso perdido, no había de que asustarse.
Pedimos unas copas mientras mirábamos el ambiente, nos dio confianza y cuando pusieron una música ligera salimos a bailar las tres.
Romina y Sandra se pusieron a cachondear, se arrimaban rozándose las tetas cuando no lo hacían con los culos, cuando me acercaba tampoco me salvaba, que estas dos estaban desatadas. En un momento que quedé un poco retirada siento una voz al oído.
-Preciosa, ¿no te dijeron que tres es multitud? – me doy vuelta y veo una pelirroja más pintada que una puerta.
No te creas, la llevamos bien, pero cuando queramos la cuarta te aviso. – las chicas que se estaban dando cuenta que me querían tomar por asalto, me agarraron entre las dos para irnos a la mesa.
Daniela estas matando, mira como las tienes.
Anda que justo me cortaron cuando la estaba convenciendo de hacer un trio con ustedes dos.
¿Y tú qué?
Yo para grabar la película, - nos reímos con ganas, más allá de eso todo iba con normalidad y nos estábamos divirtiendo, cuando Sandra me dijo.
No mires, pero hay una que te tiene echado el ojo, parece que la compañera no le alcanza porque no aparta los ojos de ti.
¿A ver quién es?
No te des vuelta que se va a dar cuenta que hablamos de ella.
Y que se dé, a mí que me importa, - me di vuelta y vi a Viviana con la pelirroja, la saludé con la mano, pero no me contesto, y se dio vuelta con mala cara. Pensé que había roto algún código desconocido en ese ambiente. Después le preguntaría que es lo que pude hacer mal.
Uhm… parece que tienes tu club de admiradoras.
¡Si! Empezando por mi jefa, mira la cara de admiración que puso.
Pues ponle tú la misma, que la encontraste en el mismo sitio
No sé, a lo mejor le arruine algún rollo, o en estos sitios no se saluda así.
Bueno no estás trabajando así que sigamos con lo nuestro.
Bailamos un rato más y luego de dos rondas más, decidimos irnos un poco contentas. Como habíamos salido en mi coche, volvimos a casa, Sandra se iba a quedar a dormir con Romina. Nos separamos en el ascensor y me fui a la cama pensando porque me habría puesto tan mala cara Viviana, después de todo a mí tampoco me pareció bien verla con esa lagarta, pero si le gustaba, allá ella, no tenía por qué meterme, era su vida.
El domingo me levanté tarde, me puse a revisar el proyecto del centro comercial tratando de aprovechar todo lo que fuera rentable.
El lunes llegué a la empresa y me metí de lleno en el trabajo pendiente. A eso de las nueve, Viviana me llamó por el intercomunicador, entré y fui a saludarla como siempre con un beso, pero me paró en seco.
-No hace falta, guárdalo para quien este esperando por él. – me quedé cortada.
Y ahora qué te pasa, quizá hice algo mal la otra noche, pero dime que es, ¿qué costumbre trasgredí?
La costumbre de decir la verdad, ¿no eras tú a la que no le gustaban las mujeres?
Yo nunca dije que no me gustaban, salgo con mis amigas y la paso bien, cuando salgo contigo también la paso bien, eso no quiere decir que me vaya a enrollar con alguna.
Pues como estabas bailando con ellas, no necesitas enrollarte más, creo que ya lo estabas bastante, a no ser que no te basten dos y necesites otra para el cuarteto.
Ah, veo que tienes tus medios de información, no te lo habrá contado una pelirroja llena de pintura.
No hacía falta que me lo contara nadie, viéndote refregar el culo con esas dos y en ese sitio, no me queda más que pensar lo que es evidente, y no sé cómo no te da vergüenza.
¡Ah! Y a mí me tiene que dar vergüenza, por lo menos estaba con dos chicas normales ¿y tú con el catálogo de pintura que tienes de novia me vienes a reprochar con quien estaba yo?
Por empezar, esa no es mi novia, y aparte yo soy lo que soy, pero tú te la vas de hetero, y vas a esos sitios ofreciéndole el culo a cualquiera.
Yo le ofrezco el culo a quien se me da la gana, pero no ando por ahí haciéndome la gran amante de la estética y después terminar noviando con un papagayo, y no lo digo por lo fea, que no lo es, lo digo por el color del plumaje.
Te dije que no es mi novia, estábamos hablando.
Mejor para ti, no te hacía mucho favor, y si no tienes más que decirme me voy a seguir trabajando. - y me fui dando un portazo.
No la entendía, no era que había pasado algún código, era que le molestaba que estuviera bailando con las chicas, ni que estuviera celosa. ¿Qué le tiene que importar si bailo con quien me da la gana, acaso le digo lo que me parece verla con esa cacatúa? y no es porque no tenga ganas de decírselo, pero es la vida de ella, y yo ¿de qué voy en eso?
Esa semana la pasamos a cara de perro, yo le pasaba todos los trabajos que podía por el ordenador, y cuando nos encontrábamos la saludaba normalmente, lo del beso había quedado en el camino, pero mi trato era respetuoso, aunque distante.
A veces notaba que se quedaba mirándome con pena, pero era ella la que se había metido conmigo y era la que tenía que tratar de arreglarlo. Tampoco pretendía un acto de contrición, simplemente que me diera pie para dejar que tirara mi orgullo sin que se notara tanto.
El martes de la siguiente semana, me llamó.
¿Me acompañas? Tengo que remodelar un gimnasio y si sale bien podemos hacer lo mismo con todos los demás de la cadena.
No sé si te voy a servir para algo, no es lo mío.
Bah, dos opiniones son mejor que una y tú tienes buen gusto, ¿o no quieres venir?
¡Sí! Claro que si no te sirvo por lo menos aprendo algo.
Llegamos al sitio y realmente no era tan fácil como parecía, tuvimos que medir el espacio, tomar fotografías de los aparatos, y calcular cuánto sitio necesitaba cada uno, y tratar de separar los de los hombres y mujeres.
No fue tan fácil, al final, si pude ayudarle y hasta metí alguna idea que valió la pena.
Terminamos tarde, estuvo de lo más cordial, cuando volvíamos ya se había hecho la noche.
-Si no tienes que hacer, ¿no quieres ir a cenar y de paso revisamos algo de lo que vimos?
- No tengo nada que hacer, con gusto te acompaño.
Fuimos al mismo restaurant de la primera vez. Bajó del coche apurada para abrirme la puerta, la miré con una sonrisa, pero hizo como que era lo más natural. Cuando fui a sentarme en la mesa, me ayudó a sacarme la chaqueta.
Tanta cortesía me daba un poco de miedo, pero a su vez me gustaba, no estaba acostumbrada a que nadie me tratara así.
Pidió una botella de vino blanco, me sirvió y me hizo probarlo a ver si me gustaba, estaba exquisito, se lo hice notar y con una sonrisa brindó conmigo por la suerte de la propuesta que hicimos ese día.
No apartaba los ojos de mí, y yo me fascinaba mirando la profundidad de los suyos, estuvimos conversando también del proyecto de ella, pero realmente nuestras mentes volaban por otros caminos.
A la salida en la puerta estaba una viejita vendiendo unos cucuruchos con tres pimpollos de rosas, le compró uno dejándole una buena propina.
¿Siempre le compras las rosas? Te deben salir caras.
No importa, me gustan mucho las rosas, me gusta mucho que la viejita se vaya con un poco más de dinero a su casa y me gusta mucho poder regalárselas a alguien que me gusta mucho, son para ti. – no sabía qué hacer y recurrí a lo que primero que se me paso.
Gracias, no sé si las merezco – mientras le daba un beso largo en la mejilla.
Solamente por ese beso mereces todas las flores de la viejecita.
Les pido perdón por la falta de erotismo, pero en este relato el erotismo es la consecuencia y no el medio.
Gracias por leer y por valorarme, bien o mal, que todo sirve para avanzar