Ingeniera Civil 14
El final de esta historia
No fueron tres, al final tardamos cuatro meses en casarnos. La fiesta la hicimos en casa y éramos pocos, no queríamos hacer mucha bulla, el grupo intimo nadie más, eso sí, el vino, de la casa, y bien rico que era.
Decidimos tomarnos unos días de luna de miel. Conocí a los papas de Nuria, no mostraron ninguna aversión al hecho de ser dos mujeres y me sentí tratada como una hija más.
Los invitamos a venir a vivir a España, pero tenían su vida hecha en Santo Domingo y no se animaban a cambiar. Prometieron venir a visitarnos
Después de unos días con ellos, decidimos recorrer el caribe, pasamos por Méjico, Costa Rica, el canal de Panamá, en fin, fueron unos días maravillosos, pero teníamos que volver.
La empresa había quedado al cuidado de Beti y Osvaldo, y no era un trabajo tan fácil como para hacerlo ellos dos.
Volvimos con las pilas cargadas. Todo había andado a la perfección. Era sorprendente lo bien que se habían arreglado, se ve que habían trabajado codo a codo. Hacían un buen equipo, está bien que se conocían de hace bastante
Les ofrecimos que se tomaran unas vacaciones, pero no quisieron, en todo caso lo harían después.
El albergue estaba a tope, pero los fondos que habíamos reservado para el funcionamiento alcanzaban. Fuimos a visitarlo y nos encontramos con que habían mandado una pareja de hermanitos de uno y dos años, los habían rescatado de una patera, la madre murió en el viaje. El albergue no estaba preparado para niños tan pequeños, tenía que encontrar sitio o los tenían que mandar de vuelta. Eran negritos; no sabían de donde eran originarios ni sus nombres, tenían unos ojitos de susto que daban una pena que te hacían llorar.
Ese día volvimos a casa tristes, quisimos hacer el amor, pero veía a Nuria que no estaba para eso, y a mí tampoco me sobraba nada. Al fin tuvimos que reconocer que quedamos tocadas y le pregunté.
-Tú que piensas, ¿quieres tener niños alguna vez? O seguir las dos solas.
Y yo…, si tu quisieras pensaba tener, pero me da rabia que no pueda ser de las dos; que necesitara de alguien o algo que no seas tú.
Si los tengo yo, también sería lo mismo, biológicamente nunca sería de las dos, pero yo los querría lo mismo si fuera de una sola o de ninguna, y al fin, hay tantos que están necesitando el cariño de una familia que los cobije, que, si le ponemos ese cariño, tanto da. – se me quedó mirando con los ojos humedecidos.
¿Me estás diciendo lo que creo que me dices? ¿Verdad?
Y…nosotras somos una familia, chica, pero lo somos, va en nosotras si queremos que crezca; claro va a ser un trabajo; vamos a tener que aprender de golpe, pero me parece que nos va a hacer mejores, ¿Quieres que los vayamos a buscar mañana?
Claro que quiero; Sabes, de golpe me dio ganas de hacerte el amor y voy a hacértelo. – Se subió arriba mío a besarme, no fue algo apasionado, loco, como solíamos tener casi siempre, era como si el amor nos saliera calmosamente desde lo más recóndito de nuestro ser con ganas de plasmarlo en algo físico.
Tuvimos nuestro orgasmo; pero fue mucho más que eso, fue como si entre las dos hubiésemos conseguido formar un vínculo qué iría más allá de nosotras.
Ya no sería solamente el amor que nos procesábamos, sino que podríamos volcar todo eso que sentíamos en esos dos pequeñines.
Al otro día fuimos temprano a buscarlos. No fue difícil, por ser quien éramos no tuvimos problemas con el papeleo. Primero como familia de acogida, pero con los trámites para la adopción en curso
Desde el primer momento le teníamos que poner un nombre, ya que nadie les conocía ninguno, a la niña, que era la mayor se lo puse yo; Viviana en recuerdo de mi primer amor. Para el pequeño, Nuria eligió Ángel, por como sobrevivieron en esa patera.
Costó sacarles los miedos, ni siquiera sé si lo que vivieron se les pueda borrar, hicimos lo posible. Nos tomamos una semana para estar con ellos continuamente y al fin comprendieron que éramos su refugio; o no sé qué comprendieron, pero el caso que no se nos despegaban, sobretodo Viviana, que era la que ya podía andar más, Ángel lo único que quería es estar en brazos, así lo dormíamos y lo poníamos en la cuna, a la hermana la hacíamos dormir y la acostábamos en su camita a la mañana amanecíamos con ella metida entre nosotras dos.
Los llevábamos a la empresa y nos arreglábamos para atenderlos, aunque hay que reconocer que eran varias las que se copaban con sus monerías.
Beti parecía la típica abuela malcriadora y Osvaldo sospechosamente se acaramelaba como un abuelo malcriador. Empezamos a sospechar que en nuestra ausencia, fue más que codo a codo como trabajaron.
Hace dos días se cumplió el décimo aniversario de Viviana. Como todos los años lo conmemorábamos en el albergue regalándoles a los niños los juguetes que habíamos juntado en todo el año. Era una fiestita dónde nos juntábamos la familia de Carlos (las mellizas se habían casado y tenían sus pequeños) Beti, Osvaldo, nosotras dos y el personal. La fiestita era para los niños, quizá un poco también para las cuidadoras del albergue, para nosotras era el momento de recordar a esa extraordinaria mujer que fue Viviana Montero.
Ese día a la vuelta entré en mi oficina, las cortinas estaban cerradas, me senté en el mismo sillón dónde tantas veces estuve con ella; diez largos años hacía que faltaba, y como me había pedido volví a enamorarme (no sé si más o menos) y pude formar una familia. Sé que si está en algún lado le debe haber gustado qué le pusiera su nombre a la pequeña, al niño no sé si le hubiese puesto Ángel, pero eso es lo que era.
Ese día se los habían llevado las mellizas a la finca a jugar con los de ellas. Se iban a quedar hasta el fin de semana en la finca. ¡Sí! Viviana dónde esté estará contenta, así pensando sentí abrirse la puerta, sabía quién era; se sienta a mi lado y me abraza, apoyo la cabeza en su hombro, le paso la mano sobre el otro.
-Estás pensando en ella ¿Verdad? – me pregunta
Sí, ¿te molesta?
¡No! me molestaría si no lo hicieras, fue una gran mujer, fue tu gran amor, no merece que la olvidemos – dejé caer la mano y quedó sobre su seno, sus latidos retumbaban sobre mi palma como hace ocho años; me sentí cobijada, a pesar de parecer que era yo la que llevaba el peso de nuestra relación, sabía que era el amor de Nuria el imán que aglutinaba nuestra familia.
Me levanté apoyándome en su teta, la ayudé a pararse y nos dimos un beso de cariño, y nos fuimos juntas para casa.
Ese día y el siguiente no hicimos el amor, a pesar de estar solas no nos dio por ahí, nos dedicamos a la meditación, quizá haciendo un inventario, de nuestras vidas.
Hoy a la mañana me levanté le di un beso como siempre, me di cuenta que esperaba algo más pero no hice caso, la apuré para irnos, tenía que hacer unos trámites, la dejé en la puerta y me fui. A la vuelta me encuentro con Beti
-Justo iba a verte, me tienes que pasar los recibos de última liquidación de la galería – me pidió
Los tengo en el escritorio ¿pero por qué no se los pediste a Nuria?
No la vi, en su escritorio no está.
Debe andar medio cabreada – dije riéndome – ven que te los doy yo.
¿Qué le hiciste para cabrearla?
Es que hoy es el aniversario de nuestra primera vez y ni siquiera la saludé.
Que mala que eres, ella que se muere por ti.
¡Y qué! yo también me muero por ella, esta noche le tengo una sorpresa, la voy a llevar a cenar a un restaurant húngaro que te ponen flores, velas, te vienen a la mesa con música de violines, le va a encantar.
¿Y cómo se come?
Y yo que sé cómo se come, ¿qué te crees qué voy a quitarme el hambre? Ella es tan dulce, tan tierna, una reina, y así voy a hacer que se sienta como lo que es mi Reina.
Bueno dame los papeles y ocúpate del reinado. – me senté en el sillón del escritorio para sacar los papeles de la cajonera, una mano se apoya en mi muslo, pego un respingo.
¿Qué te pasó? – pregunta Beti
Nada, algo que había en la silla – abro los cajones para sacar los recibos, la mano se mete entre mis bragas y empieza a tirar, me va corriendo la silla hasta que termino apoyada contra el escritorio; o me levanto para que se lleve las bragas o me tira, levanto el culo mientras le alcanzo los recibos, allá se van mis bragas, sabía lo que se venía. – toma llévatelos que aquí están todos.
Espera, déjame revisarlos a ver si falta alguno – unos dedos me recorrían la raja haciéndome delirar, creo que más por el morbo de tenerla a Beti ahí.
Llévalos, vas a ver que están todos – ahora ya no eran solo los dedos, la lengua se abría camino entre los labios y se adueñaba del botón rojo que podía provocar una explosión nuclear.
¡Si, si! Mucho llévalos y después vaya a saber si no me falta alguno.
Pero que te van a faltar, si los puse todos – dos dedos se me estaban colando buscando lugares más íntimos, la cabrona los metía y los sacaba mientras no paraba de darme lengua.
Tú déjame ver, pero ¿qué coño te pasa que andas a los saltos? – sentía que en cualquier momento me corría ¡cómo había aprendido!
¡Eso! ¿qué coño me pasa? ¡yo qué sé qué coño me pasa! – en ese momento me metió un dedo en el culo, eso era insoportable, no aguantaba más, creo que me saltaban los ojos de la fuerza que hacía para no correrme.
¡Pero Dani! Estas mal, dime que te pasa. – apretaba la cartera con fuerza tratando de aguantarme ¿Qué le iba a decir?
Beti, es, es… la regla, me vino la regla voy a tener que cambiarme el tampón para aliviarme un poco – se quedó mirándome y soltó la risa.
Comprendo, quizá si encuentras a Nuria te puede ayudar, dile que no tome café ella sola, que también te dé a ti que para estas situaciones alivia bastante. – salió riendose, apenas cerró la puerta, me tiré para atrás y le apreté la cabeza contra mi coño mientras soltaba un gemido que seguramente escuchó, no me importaba, si no dejaba salir ese orgasmo que tenía atrancado creo que me moría, y no pensaba morirme. Notaba su lengua cómo buscando el botín que había sacado de mis profundidades. Me fui recuperando y me senté bien. Empujó la silla y salió de ahí abajo, se sentó a horcajadas con la cara toda mojada.
De regla no encontré nada, pero había unas bragas sueltas que tenían un olor a café que me hizo investigar a ver si ahí estaba el paquete, no lo encontré, pero el olor está, huele – me dio un beso mientras metía la lengua impregnada con el gusto a mí. Metí la mano entre sus piernas y no tenía nada, coño pelado, y jugos para regalar – ingeniera ¿qué quiere que le lea? - preguntó
Nada – tomé el interno y llamé - Beti si viene alguien arréglate como puedas que yo me voy a tomar el café con Nuria a casa. – la saqué de arriba mío, y bajamos por nuestro ascensor.
¿Y aquí no podríamos? – estaba como una brasa
Aquí no, vamos a cambiarnos que tenemos que ir a escuchar unos violines – la cara de incomprensión que puso me daba risa, le abrí la puerta del coche toda galante – sube mi amor hoy vas a tener la cena más romántica de tu vida, - me miró con cara de asesinato, pero no dijo nada, iba sentada en el coche y se subió la falda como al descuido, se le veía toda la raja y me ponía nerviosa y lo sabía, una sonrisa angelical le adornaba la cara.
Pufff…que calor que hace. – mientras se abanicaba con la falda
Espero que por eso no me saquen puntos de la licencia.
¿Por eso por qué?
Las cámaras; te las ponen como para saber si conduces distraída con el móvil; en el centro de transito estarán discutiendo si tu coño es una distracción – pegó un grito y se bajó la falda. Llegamos y me apuré a dar la vuelta para abrirle la puerta, bajó del coche dándome la mano para que la ayudara, se la tomé besándosela galantemente, abrí la puerta de calle la hice pasar la cerré y le metí la mano en el culo (cuando digo le metí es literal porque le llegó hasta el potorro) y casi en el aire la llevé a la habitación, la tiré en la cama y me le fui encima.
Deja que me saco la ropa.
Después vas a tener tiempo, a ver si el paquete de café está aquí – le levanté la falda y me zambullí de cabeza, pegó un grito, pero no de pánico, tanto me daba, la quería comer entera, después de lo que me había hecho pasar la iba a exprimir como una naranja.
Mis dedos rellenaron todo lo que estaba hueco, y sabía que eso la embelesaba; sus gemidos eran música para mis oídos, se corrió, pero no me importó, saqué los dedos de su vagina para tomar ese café dominicano, cuando hube acabado, volví con mi boca a su pimpollo y mis dedos a ocupar el vacío que habían dejado, se retorcía sacándose la camisa, le sobraba ropa y calentura, pensaba sacarle las dos cosas, ahora era ella la que me agarraba la cabeza y me daba puntazos con su pelvis buscando más dedos, más lengua, más lo que sea, hasta que se vino en un orgasmo apoteótico que aproveché totalmente.
Ahora sí, le saqué la falda fui subiendo dejando un reguero de besos, se había desprendido el sujetador, pero no se lo terminó de sacar, se lo fui quitando, parecía una marioneta desmadejada, me miraba con los ojos entrecerrados,
Bésame por favor
Eso no es un favor, es un gusto – la besé con toda la pasión que sentía
Eres vengativa, no voy a poder esconderme más, abajo del escritorio.
Ahí te puedes esconder todas las veces que quieras, y si quieres no me voy a vengar más.
Si me prometes que te vas a seguir vengando, me escondo, sino no.
Mira que no terminé con mi venganza, pero si quieres ir a cenar con flores y violines nos vamos a tener que bañar y vestir, después seguimos.
Eres adorable, me gustó saber que me querías sorprender llevándome a un sitio así, pero me gustaría quedarme en casa.
¿Y qué te gustaría que hiciéramos?
¿La verdad? Tengo muchas ganas de seguir tomando café.
Yo de eso no me canso nunca – se dio vuelta se subió arriba mío, me puso su cafetera en la boca, y fue en busca de la mía. Pufff… que manera de tomar café esa noche.
Este es el final del relato. Pienso que los que leen estos relatos es con ánimo de entretenerse y no hacerse problemas, por eso pido disculpas a quienes en algún momento llegué a entristecer; pero, en fin, es una ficción y nada más, que no se murió nadie; espero que si siguieron leyendo les haya devuelto la sonrisa. Gracias por sus comentarios tanto aquí como en el correo, que eso anima a seguir escribiendo.