Informe del Sicóloga (4)
El sicólogo descubre algo nuevo en sí mismo.
Informe de Sicólogo Capítulo IV
Luego de disfrutar reiteradamente del video que había recibido, decidió volver a llamarlo por teléfono.
-Señor Plinio. He estado observando con detenimiento el video que protagonizó Liliana. Creo que se debería completar con otro en la cual sea azotada hasta que su piel quede totalmente marcada.-
-No creo que eso sea lo conveniente. Ya la he azotado muchas, pero muchas veces y se está acostumbrando. Creo que hay que cambiar y lo mejor será un video en el cual la esclava reciba puñetazos en las tetas, el vientre y toda parte sensible y que le resulte doloroso.-
-No se me había ocurrido pegarle en las tetas. Puede ser un buen castigo. Me gustaría asistir para analizar el comportamiento de Liliana.-
-Si le parece bien lo espero el viernes que viene a las 9:00 A.M.-
-De acuerdo, a esa hora estaré por allí.-
El viernes a las 9 en punto se presentó el sicólogo. Liliana ya estaba con sus muñecas esposadas en alto y, por supuesto, completamente desnuda. El primero en entrar en el lugar fue Plinio que le advirtió que tenían una visita pero que debía permanecer callada. Liliana asintió con la cabeza, pero grande fue su sorpresa cuando entró el sicólogo.
También él se sorprendió. El cuerpo de la joven era verdaderamente atractivo. Tenía varias marcas de látigo y algunas quemaduras hechas seguramente con cigarrillos o algo similar. Observaba unas tetas más firmes de lo que podía suponer y un culo redondo, también firme pero con muchas marcas por los azotes recibidos.
-Como verá he seguido sus consejos y la he flagelado con frecuencia. Algunas de estas marcas serán definitivas, por el tipo de látigo que he usado. Si observa su concha estás aun las marcas de cuando fue cosida. Ya está viniendo el especialista para filmar mientras es castigada.-
-Veo que tiene las tetas y el culo muy firme. Es una buena hembra.-
-Son los beneficios del látigo. Deja las carnes firmes. Por eso una muy buena azotaína en el culo, con buena frecuencia, tiene enormes beneficios. En cuanto a las tetas también, pero los masajes que ahora le haremos mejorarán la turgencia.-
Poco después llegó el camarógrafo, instaló los equipos y estaba todo dispuesto para comenzar.
-Bueno Liliana, como siempre puedes gritar todo lo que quieras. Hoy tenemos un invitado especial. Espero que te comportes como corresponde a una esclava como tú. Como siempre pídeme que te castigue.-
-Señor Plinio, castígueme sin piedad. Esta esclava está aquí para complacer sus deseos.-
El sicólogo no daba crédito a sus oídos. Liliana pidiendo ser castigada sin piedad.
Plinio se acercó lentamente y de repente, sin que pudiese anticiparse el movimiento, le tiró un fuerte puñetazo directamente a la teta izquierda.
Liliana no esperaba este golpe. No solamente fue muy doloroso en sí mismo sino que le quitó la respiración por unos instantes. El segundo puñetazo no se hizo esperar, esta vez directamente debajo de la cintura, en el bajo vientre.
Los gemidos y gritos de dolor se sucedían de manera continua. El sicólogo estaba cada vez más excitado presenciando la escena de castigo de su ex paciente.
Los puñetazos se sucedían sobre todas las partes del cuerpo de Liliana, especialmente en las tetas y el vientre. Solamente cuando Liliana estaba exhausta y ya no gemía por no tener ni fuerzas para eso, Plinio detuvo la paliza.
-¿Qué le ha parecido los golpes que ha recibido Liliana?-
-Ha sido excitante. Nunca imaginé que estas escenas podían resultarme tan calientes.-
-Veo que tiene un buen bulto debajo del pantalón. ¿No quiere cogerla? No hace falta desatarla, le separamos las piernas y ya su concha queda accesible.-
-¿No tiene inconveniente que se la meta a su esclava?-
-De ninguna manera. Espero que la disfrute. También puede azotarla después si quiere.-
-Luego de cogerla me gustaría darle algunos puñetazos en las tetas.-
-Hágalo. Tome el tiempo que necesite. La esclava estará a su disposición para todo lo que quiera hacerle. Y en cuanto a ti, Liliana, permanecerás callada y obedecerás lo que se te mande.-
El sicóloga se bajó los pantalones liberando la polla que tenía buen tamaño. Liliana casi no podía creer lo que estaba viviendo. Su propio sicólogo se la cogería y luego la castigaría. Sintió que su entrepierna estaba mojada. Alejó los tobillos todo lo que pudo para abrir su concha a la polla que se acercaba.
Dada la excitación del sicólogo, apenas dos minutos después de clavársela, se corrió dentro de la vagina de la esclava. Limpió su polla con un pañuelo que luego refregó por la cara de Liliana y se dispuso a golpear sus tetas.
Cerró sus puños, puso su brazo en posición y con fuerzo lo dirigió a una de las tetas de Liliana. El impacto fue realmente fuerte e hizo temblar todo el cuerpo de la esclava. Un gemido salido de lo profundo de su garganta inundó la habitación. Si bien Plinio le había pegado duro, ese golpe del sicólogo sería difícil de olvidar. Comenzó a llorar de dolor y de impotencia de verse sometida sin la más mínima posibilidad de atenuar la situación. Se sucedieron cuatro o cinco puñetazos más, suficientes para dejar a Liliana fuera de control.
El mismo sicólogo se sorprendía de lo que había hecho. Si bien había leído algo de sado y no dejaba de entusiasmarle nunca creyó que llegaría a esos límites. Miró a Liliana que aun gemía y se retorcía de dolor mientras sus tetas, hinchadas, se tornaban de un color morado oscuro.
Poco después entró Plinio y observó el cuerpo maltrecho de Liliana.
-Veo que tu sicólogo no se ha quedado atrás con el castigo. Quizás ahora quiera azotarte con un buen látigo para completar el castigo.-
-No es necesario señor Plinio. Creo que he propasado con el castigo. No creí llegar a tanto.-
-Nunca se sobrepasa con los castigos. Las esclavas están para eso, para ser castigas, humilladas, torturadas, etc. Y siempre deben aceptarlo. Para eso están.-
El sicólogo se retiró de la casa de Plinio, dejando a Liliana todavía amarrada con sus muñecas en alto. Se fue meditando sobre lo acontecido y tomó una decisión. Él tendría que analizarse. No era posible que un sicólogo disfrutara con semejante cosa. Sin embargo llegó a su casa y se dispuso a ver el video grabado unas horas antes. Con las primeras escenas experimentó una erección. Definitivamente debería analizarse antes de continuar con su tarea profesional.
Luego de concertar una entrevista para la semana siguiente, llamó a Plinio para que le permitiera presenciar el castigo de las otras dos esclavas, especialmente si tenía planeado algo muy duro para ellas. Era evidente una personalidad un tanto disociada, pero apenas recibió la comunicación de Plinio que la próxima sería castigada en apenas una hora, con electricidad mientras permanecía amarrada en una camilla ginecológica.-
Serán más 4 capítulos (informa el autor)