Informe 69 (3)

La rubia adultera, despues de ser follada a conciencia en su propia casa por el maestro de ceremonias en presencia del cornudo de su marido, es trasladada por este a un lugar donde probara la vara, sera rayada como una cebra en su culo soberbio y desafiante.Tratamiento de vara , duro y a conciencia.

INFORME 69 (3)

Mientras el marido telefoneaba a mi superior para comunicarle que se mostraba conforme con los futuros planes para su esposa y volvía a depositar su confianza en mi y en nuestra organización, acompañé a la rubia a su dormitorio para que se vistiera antes de llevármela para comenzar su educación y castigo. Le dije que prescindiera de cualquier tipo de bragas . Le pregunté si disponía de medias negras y liguero a lo que asintió, ordenándole que se los pusiera, cosa que hizo sin dilación.. Admiré su voluptuoso cuerpo una vez más, lo que llevaba puesto constituía un hermoso estuche para su culo y su coño, realzándolos extremadamente, congratulándome de tener a mi disposición tan bellos orificios para mi disfrute en los próximos días.

Elegí en su zapatero , unos zapatos de mucho tacón, que se amarraban al tobillo con una correa, eran de lo más apropiado para su condición de esclava y su figura de generosas curvas. Le tendí una gabardina que se abotonó hacia arriba y le permití colocarse unos pendientes largos y retocarse el pelo.

Volvimos al salón donde el reloj de pared marcaba ya la una de la madrugada.. Le indiqué al esposo de mi bella prisionera que necesitaba realizar dos llamadas. Tomé el auricular y marqué un número de memoria., al otro lado respondió una voz soñolienta.

Diga

Soy yo .- anuncié con tono preocupado.- disculpe que le moleste a esta hora pero tenemos un problema en la bodega.

En media hora estoy allí.- contestó ya más despierto el interlocutor al otro lado de la línea.

Colgué y le pedí al dueño de la casa que llamara a un taxi era la segunda llamada que precisaba hacer.

El taxi llegó en cinco minutos y estuvimos en una conocida bodega de una localidad cercana en apenas media hora. Tal como prometió en nuestra conversación alguien nos esperaba allí. De un mercedes aparcado en la puerta salió un cincuentón vestido de forma informal pero con ropa indudablemente cara.. Me saludó cordialmente e ignoró deliberadamente la presencia de la rubia.

Llamaron al portón de la bodega, sonaron ladridos al otro lado y después de descorrer los correspondientes cerrojos un guardia de seguridad nos franqueó el paso, había reconocido en el cincuentón a uno de los propietarios y se mostró diligente.

Juan , buenas noches.- dijo dirigiéndose al empleado que sujetaba el can.- déjame una linterna y quédate aquí , vamos a dar una vuelta por la bodega.- el vigilante obedeció sin mostrar sorpresa ni objetar nada..- Una cosa más.- continuó a la par que desabotonó hábilmente la gabardina de la rubia y se la quitaba.- quédate con la prenda de la señora a ella no le va a hacer falta.

Se internaron en el edificio atravesando un patio con una parra, mientras el perro continuaba ladrando y al guardia se le ponían los ojos como platos observando la espalda y las nalgas desnudas de su misteriosa visitante.

Así que esta señora necesita tratamiento de vara.- preguntó.

Así es – le respondí.- el maestro de azotes le aplicó el máximo castigo permitido por las reglas y ha reincidido.

Tiene un magnífico trasero – concluyó después de dar un fuerte azote en cada uno de los espléndidos globos de la hembra.

Cruzamos dos dependencias donde envejecía el vino en botas de roble, los tacones de la cautiva resonaban en el silencio de la noche, la oscuridad apenas era vencida por la luz de linterna que portaba el empresario, el cuerpo desnudo de la presa sentía la humedad fría del ambiente y de la noche, yo que la conducía tomando su muñeca podía adivinar el escalofrío que le producía la temperatura y el miedo a su castigo. Llegamos a otro patio interior, el empresario buscó en sus bolsillos una llave y abrió la puerta de un despacho encima de la cual ponía "Dirección". Encendió la luz y nos hizo pasar. Apartó un cuadro , tras el cual se encontraba una pequeña caja fuerte, marcó la combinación hasta que consiguió abrirla. En su interior no había dinero ni documentos, sacó de ella un pañuelo negro, unas muñequeras de cuero y unas cadenitas con cierres en los extremos. Cogió las muñequeras esposas y después de colocárselas a la rubia, las unió por detrás dejándola atada con las manos a la espalda por encima de las nalgas que quedaban totalmente libres. A mi me entregó las cadenitas. De esta guisa tomó con la mano derecha uno de los pechos de la adúltera, complacido de su tamaño y tacto, acercó los labios después lo lamió y lo chupó, repitió después la misma ceremonia con su hermano gemelo.

La zorra tiene buenas tetas.- aseveró por fin.

Es cierto, es la parte de su cuerpo que más le gusta a su esposo. A mi me encantan sus tetas , pero prefiero su culo, es sencillamente soberbio.- le confirmé.

El besó sorpresivamente la boca de la detenida, que intentó recharzarle pero que aceptó finalmente la entrada de la lengua intrusa en su boca sumisa. Luego se dirigió a una vitrina donde había copas de vino, jarras y catavinos. Al fondo de unos estantes y con sumo cuidado de no provocar la rotura de los vidrios extrajo una vara de abedul.

Dio dos golpes al aire que silbó de forma impresionante. La cara de la rubia de ojos azules se tornó blanca.

Inglesa.- indicó con orgullo.- Como todos los miembros varones de mi familia estudiamos en un internado en el Reino Unido. Allí sufrí los rigores de la vara y aprendí a utilizarla. A mi regreso a España me traje esta vara. Es perfecta, flexible, fina, lisa sin un solo nudo.

A continuación vendó los ojos de la mujer. Salimos del salón, ella cegada por la venda pudo ir como la llave giraba cerrando la puerta, sus tacones volvieron a resonar por un pasillo.

Podré follarla supongo.- preguntó el cincuenton.

Claro que sí , es más te ruego que la disfrutes sin medida.

El hombre la empujó contra la pared, sus pechos desnudos sintieron la rugosidad de la misma, su ano comprobó como algo duro se abría paso entre sus nalgas y comenzaba a taladrarlo, recibió luego un sinfín de fuertes embestidas, que hacían que sus senos y sus muslos resultaran arañados por el muro. Ese orificio había sido utilizado muchas veces desde el día de su inicial castigo, ya que tanto los invitados como su marido después del escarmiento habían sabido apreciar la excelencia de este atributo de la perra.

Su culo es fantástico – advirtió el empresario después de haberse corrido.- he tenido que usarlo ahora, tras la vara no sería conveniente.

Llegamos a otro casco de bodega. Pulsando un interruptor se iluminó una pequeña bombilla que había en el centro, enfocando un barril que se mantenía sobre el suelo gracias a un soporte de madera. Allí fue conducida la presa. Fue desatada de atrás en principio . Sus piernas fueron separadas al máximo y fijadas con las cadenitas al soporte del barril, el verdugo la inclinó hacia delante dejandola reposar sobre el barril con la cabeza baja, casi rozando el suelo, sus muñecas fueron atadas también con las cadenitas al soporte. Su culo, perfectamente enmarcado por el liguero y las medias, y expuesto por la inclinación de su cuerpo en el barril, se presentaba propicio para la vara y escandalosamente exhibido para nuestros ojos. Ella sentía la textura de la madera en sus tetas, muslos y coño. Se sabía indefensa ante el castigo y temblaba de miedo.

Cuantos ¿- me preguntó el hombre.

Los que aguanten sus nalgas.-respondí sin pensarlo.

Tiene un gran culo aguantará mucho. Estas seguro ¿

Sí lo estoy.

Bien preparala

Me coloqué detrás de la vejada y comencé a darle fuertes azotes con mis manos, aprecié la receptividad de sus hermosas posaderas , el placer de su tacto y su sonido. Quedaron sus nalgas bien rojas. La vara no se puede aplicar en frío sin causar grandes heridas. La prisionera estaba pues preparada.

Comenzó el castigo de la vara, golpes al aire para que el silbido acongojará a la sumisa.

Luego un golpe seco y preciso, una hermosa marca roja en el espectacular trasero , un grito desgarrado de la víctima. Luego el mismo ritual, hermosas rayas de cebra en aquel

precioso pandero, chillidos descompasados y lágrimas en los profundos y claros ojos azules de la zorra castigada. Quince impactos , quizás veinte, bastante duro para un castigo de vara, que no pretende dejar huellas duraderas en la grupa de la penitenciada.

El cincuentón se acerca por delante, le levanta la cabeza tirando fuertemente de su corto pelo rubio, y ofrece su miembro erecto a su boca complaciente y sumisa que no se libra de proporcionar placer entre lágrimas a aquel que le ha hecho conocer el dolor verdadero

Luego una pomada en las cachas de la azotada para evitar males mayores.

Le digo algo al oido al señor del abedul sin que ella pueda oirlo, Es desatada y vuelva a aprisionar esta vez boca arriba con los senos y el coño dispuestos.

La hembra se retuerce , solloza y suplica. Un castigo de vara en coño y pechos produciría un dolor insoportable.

No es esa mi idea. Vierto un vaso de vino dulce obtenido de uno de los barriles en sus tetas y en su sexo. Me decido con esmero en lamer y chupar sus senos envidiables, el llanto va dando paso en su cara a la excitación del placer, y este rompe en orgasmo cuando mi lengua entra en su coño y hace vibrar su clítoris hasta el extasis.

La primera lección esta dada, todo castigo va seguido de una recompensa al nivel del mismo.