Informe 69

Una rubia de 38 años despues de cometer adulterio es entregada por su propio marido a una selecta asociacion que sabe como castigar a zorras de ese tipo.

INFORME 69/07

La adúltera llegó al viejo caserón de nuestra sede a las once de la noche , tal como estaba previsto. Acudió acompañada de su marido en un taxi, siguiendo nuestras instrucciones. Una vez alertado por los golpes de la aldaba en el portón, el mayordomo de servicio se encargó de franquearles el acceso, rogándoles esperaran en el zaguán, cerrando oportunamente la puerta a sus espaldas al objeto de salvaguardarles de posibles miradas indiscretas, cosa improbable pero no imposible dado lo avanzado de la noche y lo deshabitado de aquella zona del casco histórico.

Fui requerido por el citado mayordomo de servicio en mi calidad de Maestro de Ceremonias de aquel día para recibir a nuestros invitados. Ya en presencia de los mismos saludé con la fría corrección que requiere mi cargo al esposo, hombre cercano a la cincuentena, de mediana estatura, calva prominente y constitución robusta, que vestía de etiqueta como se le había aconsejado en su momento. Le indiqué me entregara a la rea para iniciar el merecido escarmiento a su conducta desordenada, pecaminosa y adúltera. Hizo un gesto con la mano manifestando su voluntad de que allí estaba ella para ser castigada.

Repare en la señora, facciones agradables, 38 años según consta en la ficha anexa a este informe, pelo rubio y corto, ojos azules. Llevaba una chaqueta corta negra que le fue requerida de inmediato por el mayordomo, un top de lycra negro casi transparente , una falda larga del mismo color y unas botitas de tacon altísimo. Apremié al marido para que la dejara desnuda de cintura para arriba antes de dar por recibida la mercancía carcelaria. Procedió pues este a retirar el top y a cortar el sujetador de su señora con un estilete administrado por el sirviente, dejando al aire unas esplendidas tetas, las cuales me causaron una más que agradable sorpresa.

Siguiendo el protocolo para la ocasión, le vendé con un pañuelo negro los ojos y le até las manos a la espalda con las esposas de cuero marrón de uso reglamentado para presas en nuestras dependencias. Aseguré en su cuello la correa de piel, modelo perra adúltera,

que todos nuestros miembros conocen. Aproveche para hacer una inspección mas detenida de la prisionera, no conteniendome en magrear sus pechos y besar y morder su boca. Asimismo levante su falda para comprobar que bajo ella llevaba el tanga negro que se le había enviado aquella tarde por mensajero, minusculo y transparente por delante y apenas un cordel por detrás. He de decir que también me causaron una buenisima impresión sus nalgas, enormemente adecuadas para el látigo y las pollas.

Todas estas operaciones preparatorias se realizaron en presencia del cornudo de su marido, que las presención entre avergonzado y excitado. El mayordomo se encargó de tirando de la cadena y de los pechos de la mujer de conducirla al salón de los espejos,

lugar escogido para la sentencia. Allí fue colocada en el centro del mismo, para exhibir mejor su figura reflejada en el cristal de las paredes e iluminada por las velas y las llamas de la chimenea. Cuatro de nuestros miembros esperaban alli para colaborar en la punición de la zorra casada. El maestro de azotes se acerco a ella, arrancandole de forma brutal la falda, posteriormente fue atada a la lampara quedando de puntillas, sus piernas fueron abiertas y se procedio a su flagelación.

La flagelación fue del grado máximo admitido en nuestros estatutos y por todo el cuerpo, obediciendo al deseo del marido parte ofendida en este pleito. Fueron pues castigados sus pechos y su coño, aunque por lógica , más lógica aún por la rotundidad de su culo, fueron sus nalgas las que soportaron con mayor fuerza e insistencia la mordedura del latigo.

Colocada luego a cuatro patas en un divan que se colocó ex profeso fue utilizado su ano y su boca por todos los presentes a excepción de su marido , incluyendo el mayordomo cuando acabamos el resto de los socios de la orden.. Para abreviar la duración del acto, las penetraciones se realizaron simultaneamente en ambos orificios de la victima, turnándonos los asistentes, siendo resaltar la forma salvaje en que fue utilizado el hermoso culo de la victima.

Agotados los presentes y como cierre de la sesión la victima fue marcada al rojo en su nalga derecha con una a de adultera. Hecho lo cual nos retiramos dejando a la rea en compañía de su marido al que el mayordomo facilitó ropa adecuada para su vuelta a casa y se encargó de llamarles un taxi.