INFLUENCIA (8)- La familia.

Cuando los problemas aparecen aflora lo peor de mí y cualquiera que esté a mi alrededor notará las consecuencias.

INFLUENCIA (8) – La familia.

El siguiente año pasó rápidamente. Todo parecía discurrir como en una balsa de aceite. Seguí con mis planes y “conquistas” y “mi territorio” se convirtió en un lugar muy agradable en el que me sentía cómodo.

Hasta hoy.

Hoy he tenido un mal día doméstico. Sabía que algo se traían entre manos Pilar y Alma, querían contarme algo y no se decidían. Miré en sus mentes y no vi nada concreto, parecían resistirse a su propia inquietud. Podría haber profundizado más o habérselo preguntado directamente y no me habrían mentido, pero confiaba en ellas.

Cuando finalmente me lo contaron ... me cabreé como no hacía años. Al parecer Raquel la hija menor, en cuya boda conocí a su madre y hermana, se iba a divorciar y toda su obsesión era venir a vivir con nosotros para ponerse a mi disposición y, si no la aceptaba amenazaba con suicidarse.

Nos hemos visto varias veces en reuniones familiares y conociendo que mi influencia puede afectar a las personas sin mi intervención consciente, como una radiación que afecta más cuanto mayor es la exposición, tuve buen cuidado para que cualquier deseo que la pudiera despertar quedara en el terreno de las fantasías.

La única razón para que una fantasía se convierta en una patología era que Pilar y Alma le hubieran contado los detalles de nuestra particular relación a tres, y así me lo confirmaron ellas.

Las castigué duramente. Algunas veces, durante nuestros juegos sexuales, ya habían recibido unos cuantos fustazos o conocido la falsa quemazón de la cera caliente. Lulú había disfrutado varias veces de nuestra atención en divertidas veladas monográficas y en esos casos ella era el centro de la fiesta. Eso causaba que tanto Pilar como Alma sintieran envidia y me pidieran su parte de castigo para conseguir un poco más de dedicación por mi parte, pero en su caso sólo era un juego, podía encontrar en ellas la aceptación por estarme satisfaciendo pero nunca habría en ellas la entrega al sufrimiento y el profundo agradecimiento que Lulú sentía con el castigo.

En este día, no hubo nada de juego, todo fue castigo y la resignación no era suficiente, quería el más absoluto de los arrepentimientos. Arrepentidas las dejé, atadas la una a la otra, azotadas hasta sangrar, en el cuarto que se usaba como gimnasio y ocasional sala de juegos. Agotado y sudoroso me dirigí a la ducha, oyendo sus lamentos y disculpas. Me fui a la discoteca, hoy era jueves día de los socios, andando para tener tiempo y pensar. Podía admitirla en casa y usarla, pero no quería, mi vida la diseñaba yo y nadie más. Podía negarme y dejar que se suicidara pero estaba en otra ciudad y si le daba por dejar una nota explicando sus motivos ...

Había dejado a esas dos temerosas de que las echara, y era una posibilidad, pero el proceso de desvincularlas de mi, después de tanto tiempo, no se hacía en un rato y, en caso contrario, tendría tres suicidios en vez de uno y de la misma familia.

Intenté calmarme y recordar todo lo posible sobre Raquel. Estaba muy bien físicamente y era dos años más joven que Alma. Tenía un carácter muy fuerte. Siempre quiere tener razón y salirse con la suya. Siempre quiere ser el centro de atención ... parece como si ... , una idea empezó a abrirse paso en mi mente y llegue a la disco de mucho mejor humor.

El día de los socios se caracterizaba porque sólo se podía acudir con reserva previa invitación. Había una lista de más de 500 personas de la provincia, todas destacadas por alguna razón, con invitación. Cuando querían acudir tenían que reservar previamente dado que el aforo, para estas ocasiones era de sólo 200 personas con sus acompañantes.

Los motivos de estas galas eran distintos y se publicitaban previamente y de forma personalizada entre los socios. A todos ellos los conocía personalmente. Buena parte de ellos llegaron a mi conocimiento a través de la sra. Guzmán y el número de mujeres no llegaba a 50. Había desde veladas benéficas, presentaciones de proyectos municipales, celebraciones conmemorativas, ofertas de inversión para planes empresariales, ... y las otras, como la de hoy ... con la disculpa de un espectáculo erótico había servicio de mesas y todas mis putas estaban encargadas de atenderlas. No se ejercía la prostitución en mi local sólo se establecían los contactos. Una conversación tipo sería

  • Hola guapa, ¿estarás libre para el martes a las 7 de la tarde?

  • si señor ¿cuanto tiempo será?

  • una hora en el hotel Meliá. Pregunta por Toño.

  • de acuerdo señor ¿conoce las tarifas?

  • por supuesto. No hay problema

Y la camarera tomaba nota de la consumición y la reserva, que el cliente abonaba antes de abandonar el local. Pero con todo, la mayor fuente de ingresos se generaba con las reservas para fiestas especiales exclusivas. En estos casos se hacían telefónicamente, a través de Juanma que también garantizaba su control sanitario. Debían indicar el numero de asistentes, cuantos días duraría, el número de identidad de las chicas que llevaban colgado de las faldas como si del número de camarera se tratara y si deseaban algún servicio especial.

Esta semana la expectación era máxima dado que se presentaban varias chicas nuevas, incluyendo tres que actuarían en el escenario. Todo era tan extraordinario que de no haber estado yo de por medio, hubiera sido imposible que funcionara.

Al frente de las chicas estaba Luisa, a la que todas llamaban primera, y que sólo respondía ante mí. Pese a su pequeña altura, lo rotundo de sus formas la hacía una de las más solicitadas y ella respondía con verdadera profesionalidad y alegría.

A una hora del cierre, vino a mi despacho. La mayoría de las operaciones "especiales" se pagaban en metálico y, aunque una parte se facturaba como consumiciones para hacer caja, la mayoría iba a parar a mis cuentas personales después de descontar la parte de las chicas. Llegó acompañada de una chica nueva que quería sumarse a nuestra gran familia ... pero tenía dudas. Yo ya había hecho las cuentas y tenía el dinero del "rebaño" preparado para que Luisa se lo llevara. Mañana las tiendas caras harían buenas ventas. Me centré en la acompañante. Era una chica teñida de rubio, con un buen cuerpo y largas piernas, de unos 30 años, que no aparentaba tener complejos.

  • Bueno, cuéntame algo de ti y dime por qué quieres dedicarte a esto -le pedí.

  • Me llamo Daniela, tengo 33 años y un trabajo mal pagado desde hace siete. Una amiga me habló de este trabajo y me presento a Luisa. Se me han pasado "por la piedra" la mitad de los jefes que tengo, con falsas promesas, para nada y pensé que puesta a follar con cualquiera ... al menos sacarme un sobresueldo.

Era un caso similar a muchas chicas que ya estaban fichadas, no querían dejar su trabajo, ... pero algo más de dinero extra ... y esta tenía una edad y apariencia no muy abundante en el grupo y que a menudo se demandaba.

  • Cuéntame ahora tus dudas, pareces tenerlo claro - continué con la entrevista sin dejar de analizarla, era una auténtica guarrona, eso estaba claro, pero mi principal preocupación era hacerla incapaz de revelar un secreto, excepto a mi. Había hombres muy importantes y generosos y pagaban para estar seguros de que nada trascendería.

  • ... Luisa me ha explicado algunas cosa que tendría que hacer ... como dejar que me den por el culo ... o que me follen dos hombres a la vez. Lo demás no me asusta, aunque sean muchos, pero eso ... me da miedo.

  • Centrémonos ahora en lo que ya sabes y de eso hablaremos luego - comenté, para pasar ya a las pruebas prácticas.

En eso estábamos cuando Abdi entro con un recado "está aquí el sr. Ribera para un encargo". Le mandé que le hiciera pasar y nos encontró en plena faena, con Daniela empitonada sobre mí en el sofá y Luisa colaborando.

  • ¡vaya! tu si que sabes vivir ...

  • Es una entrevista de trabajo, no te creas que yo hago esto por gusto - se rió con complicidad de la broma- ¿y qué querías? proseguí.

  • ¿

podemos hablar

en confianza?

-

Si, nada saldrá de aquí

-le aseguré. Obligué a las dos chicas a que se concentraran totalmente en mí. Podría cometerse un asesinato en la sala y no se percatarían.

  • Vale. -titubeó un momento pero prosiguió- he organizado una cacería para el próximo fin de semana. Nos hospedaremos en mi hotel, el anexo a mis bodegas. seremos ocho, hay mucho dinero por medio. Te he incluido a ti que tienes muy buen ojo para estas cosas, y necesito doce chicas.

  • ¡doce chicas para ocho! pues si que tiene que ser importante el asunto. ¿por qué no llamas a Juanma? él es que sabe de estas cosas -dije disimulando.

  • No fastidies, encárgate tu por favor, eres amigo suyo. No me atrevo a hablar de estas cosas por teléfono, y menos con esos Motorola que parecen talkies. Pienso que cualquiera puede escucharme. Va a estar hasta el director de una importante caja de ahorros.

  • ¡uf! No se como dejé que Juanma me convenciera para esto -continué con mi diseñada mentira- pero lo haré por ti.

"Solté" la atención de las chicas. No convenía tenerlas demasiado tiempo en ese estado, podía producirlas desorientación temporal.

  • Ahora eres tu el que tiene que hacerme un favor. Esta pobre chica nunca ha sido follada por dos hombres a la vez y así no se puede ir por la vida ¿verdad?

Daniela al oír eso intento sacarse mi miembro y ponerse de pie asustada, pero yo no la dejé, la sostuve por la cintura y acaricié su cara para tranquilizarla. El sr. Ribera no era un hombre delicado y lo demostró cuando empezó a empujar sin contemplaciones. La cara de la pobre chica se convirtió en la de una "Dolorosa", llorando a lagrima viva. La deje sufrir un poco más para que conociera la experiencia y después active a la vez todas las zonas erógenas de su cuerpo, como si cien lenguas la estuvieran recorriendo. No quise calmar su dolor, era parte del momento, pero, sin dejar de llorar, empezó a besarme por toda la cara asombrada de sus sensaciones. Había hecho una nueva amiga fiel. Por el rabillo del ojo vi a Luisa, subida en el sofá ofreciendo sus magnificas tetas a la boca de Ribera que la sujetaba con tres dedos metidos en su culo.

Arreglamos, en privado, los detalles del encuentro del fin de semana y regresé a casa.

Pilar y Alma seguían atadas. Habían llorado como nunca en sus vidas. Las desaté, las curé y las mandé a dormir al que fue cuarto de Teresa.

Antes de que se fueran a descansar les dije "decid a Raquel que puede venir dentro de diez días", me transmitieron un profundo agradecimiento y dieron todo el sufrimiento por bien empleado.

En todos los años siguientes que pasamos juntos, jamás volvieron a decepcionarme.