INFLUENCIA (7) - Vida normal (y II)

Una comida campestre con una pareja de amigos íntimos, una despedida de soltera y una boda. Todo muy normal.

INFLUENCIA (7)- Vida normal (II)

Es un hermoso día de primavera. La buena temperatura nos permitió comer en el jardín y las mujeres y la niña aprovecharon para tomar el sol en bikini. En realidad la niña ya no es tal, se  había convertido en una hermosa jovencita de 18 años.

Pilar y Sandra se conocen y son buenas amigas, en el sentido más íntimo, dado que a causa del concesionario, ambas parejas habíamos tenido mucho trato. Ni Gustavo ni yo somos celosos, mejor dicho, él lo era pero se lo curé. Ahora le encanta que su mujer le narre nuestros escarceos, le pone a cien, y como a su vez ha tenido varias veces a Pilar a su disposición, pues mantenemos una relación muy familiar.

Hoy está especialmente contento. La casa matriz nos ha reconocido como el mejor concesionario de España y nos ha invitado a Barcelona, por todo lo alto, para recibir el reconocimiento. Yo no voy a ir. Ese tipo de actos con reportaje fotográfico y difusión en los medios me pone nervioso, pero a él le digo que es por la necesidad de atender mis otros negocios y acepta ir el con su mujer como socio más antiguo.

Mientras hablamos, nuestras mujeres están enfrente, en un sofá de mimbre del jardín, metiéndose mano y dándose lengua, aprovechando que la "niña" ha ido a ver la tele.

  • Estas dos no pierden oportunidad de recordarnos nuestras obligaciones -comenta Gustavo.

  • Si, creo que tendremos que ir a echar la siesta, y estaría bien "confundirnos" de mujeres. Hacía mucho que no coincidíamos los cuatro.

  • Por mi estupendo, Pilar cada día está más buena.

  • La que se está poniendo bien es tu hija. ¡hay que ver cómo ha crecido la niña!

  • De niña nada. ¿no has visto cómo revoloteaba a tu alrededor? En cuanto te descuides se te echará encima.

Por supuesto me había dado cuenta. No era algo premeditado, sino una consecuencia de habernos visto demasiado. Efectos secundarios. Pero mi observación iba destinada a saber la opinión del padre si decidía "prestarla atención". Gustavo no plantearía ninguna objeción, lo cual era lógico dado que un padre siempre ha de querer "lo mejor" para su hija.

"Voy por más hielo", comenté, y descubrí que Belén, la niña, había estado espiando la conversación porque estaba con la espalda pegada al frigorífico.

  • ¿qué haces ahí?

  • esperándote, ...ya no me haces mimos -respondió con voz melosa.

  • eso es porque has crecido mucho - justifiqué, mientras llegaba hasta ella e introducía mi mano por la braga de su biquini hasta encontrar el principio de su rajita. Adelantó el vientre para facilitar la caricia y yo metí un dedo índice por su sujetador para titilar suavemente uno de sus pezones que reaccionó en seguida poniéndose duro. No tardó en tener un orgasmo, sin necesidad de más artificios. Acerqué mi cara a la suya y ella abrió la boca para recibir un beso que yo ... le di en la frente.

  • y ahora déjame abrir el frigo.

  • ¿te gusto más qué mi madre?...ella es más vieja ...-"y después dicen que los niños no se enteran", pensé.

  • te falta mucho que aprender hasta ser como tu madre.

  • enséñame -exclamó imperiosa.

  • No. Las primeras las primeras lecciones debes aprenderlas tu sola ... con chicos de tu edad. después habla con tu madre. Ella decidirá.

Por suerte, vinieron a buscarla sus amigas de la urbanización para ir a bañarse al rio. Se cambió de bikini, claro, y nos dejo a los mayores la tarde libre.

La siesta estuvo bien. Sandra es el prototipo de la amante perfecta, domina de forma innata todas las artes amatorias y se entrega a ellas con devoción. Como yo tengo mis propias artes, siempre premio su dedicación con unos orgasmos tan intensos que, a menudo, queda en fuera de juego y a mi merced durante un buen rato. Me gusta aprovechar esos momentos para alternar mis penetraciones entre su coño y su culo mientras magreo esos pechos que tan bien saben hacer una cubana. Poco a poco va reaccionando a mis atenciones y con frecuencia me pide que termine en su boca. Su maestría es asombrosa, sobre todo cuando sentada o inclinada sobre mi, se va introduciendo mi pene en su boca bien abierta, despacio, deslizando la lengua a lo largo de todo el tallo, hasta llegar a los huevos donde se entretiene un instante antes de oprimir el miembro con sus labios e iniciar una lenta retirada hasta el capullo que saboreará y ensalivará con su lengua, y vuelta a empezar. Y cuando finalmente consigue su premio, sabe oprimir y acariciar mis testículos para que no la escatime ni una sola gota y lo saborea golosa, concentrada en sus propias sensaciones, degustando, esperando más, y es entonces cuando el derrotado soy yo, y es entonces cuando ella se aprovecha de mi. Y yo la dejo que lo haga.

Ha demostrado ser una buena amiga de Pilar y la ha enseñado muchas de sus habilidades hasta convertirla en una amante excepcional, pero hay matices en los que la maestra siempre será superior. ¿cómo enseñar el instinto para saber conceder el máximo placer en cada instante?, el cambio de ritmo al cabalgarte, el giro de cabeza al mamar, las contracciones al ser penetrada, ... debería haber una asignatura en las escuelas que enseñasen esas cosas.

Si su hija ha heredado esas cualidades ...

La víspera de la boda de Teresa, Pilar, Alma y yo le hicimos nuestra particular despedida de soltera. Dejó al niño con Luisa, su vieja amiga y la jefa de mis putas, quizás debería decir “señoritas de compañía” pero es que hacen más cosas que acompañar; en cualquier caso esas chicas saben como cuidar niños, el pequeño Iván siempre volvía a casa encantado de la vida. Si no fueran tan buenas en lo suyo creo que, a algunas de ellas, las montaría una guardería.

Supimos hacerla saber cuanto la íbamos a echar de menos. Encargué toda la comida al restaurante para que nada nos distrajera y cuando los operarios terminaron de montarla, la mesa del comedor parecía esperar a un autobús de invitados. Permanecimos toda la noche casi desnudos, sólo con la prenda íntima inferior, por cuestión de higiene, durante la cena . . . y tampoco durante toda . . . , comimos de todos los platos, probamos todas las salsas sobre nuestros cuerpos, usamos algunas viandas … de formas que el cocinero no imaginó cuando las estaba preparando, bebimos a morro caro champang francés de 10.000 pesetas la botella (nooooo . . . el euro llegó al año siguiente), y un par de veces, me quedé “descolgado”, ellas tres solas satisfaciéndose sin preocuparse de mi. Todavía conservo en mi mente, espero que para siempre, la imagen de Pilar y Alma abrazadas con su pelvis a las piernas de Teresa, y Teresa amamantando a ambas mientras, con cara de felicidad, mirándolas alternativamente, acaricia su cabezas. Es la escena religiosa que más me ha conmovido y, como estoy seguro que nunca ningún artista la pintará con ese fin, es sólo para mí.

Incité a Teresa para confesarnos sus deseos y creo que se les concedimos todos. Mi último recuerdo es estar en mi gran cama, con Pilar y Alma durmiendo en los extremos y Teresa, a mi izquierda, acariciándome despacio desde el pecho a la pelvis; en un momento dado se enderezó un poco y acercando su cara a la mía me soltó “sabes, aunque me case con Juan María tu eres lo más importante que me ha ocurrido en la vida”. Es el tipo de cosas que me joden porque me hacen sentir culpable, así que, pellizcando su pómulo le dije “escucha, mañana te casas y quiero que seas la mujer más feliz del mundo, ¿entendido?”. No dijo nada, se limitó a regalarme la sonrisa más luminosa que nunca la vi y, cogiendo mi cabeza, me introdujo un pezón en la boca y . . . así me dormí.

A la mañana, el despertador sonó a las 9 a.m.. No hubiera causado mayor efecto una alarma de incendio. En menos de diez segundos me encontré sólo en la cama, con tres mujeres corriendo despavoridas por toda la casa, “ ¿...alguien ha visto...?”, “ ...no nos va a dar tiempo...”, “...la peluquería ...”, … en ocasiones así pienso que de no ser por las mujeres el mundo no giraría. Una cara caliente y una fría y ya está.

Me levanté a regañadientes, refunfuñando, y los tres baños estaban ocupados, por supuesto. Meé en el fregadero y fui al salón y me serví una copa de champán. Estaba caliente. “esto es lo que sirven en los mejores hoteles del mundo para desayunar”, exclamé alzando mi copa, pero nadie me oyó.

Teresa estaba preciosa. Lucia un hermoso vestido blanco en el que se alternaban los bordados y las transparencias y con una pesada cola tachonada de pedrería que, partiendo del centro de su espalda, con una complicada filigrana, se ensanchaba en la cintura para cubrir aquella gran superficie de vuelos y tules. Fue mi regalo de bodas y hasta hoy no lo había visto.

Tuvo que ponerse unas almohadillas absorbentes en el sujetador de encaje para evitar que la leche de sus todavía generosos pechos manchasen el vestido. Recuerdo haberme expresado en el sentido de que a mi me gustaría verla desfilar “marcando pezones”, pero tras una perorata a tres de la que sólo recuerdo la conclusión “...tu eres hombre...” y dado que mis facultades todavía no se habían recuperado de la noche anterior, opté por no insistir.

No hubo problema para celebrar una ceremonia religiosa dado que la primera boda de Juanma fue civil, así que un trabajo menos.

En la primera fila estaban sentados los padres de la novia. Habían hecho las paces tras una visita mía de “reconciliación” en la que lo más suave que les llamé fue “ratas rastreras e insensibles”.

Como siempre puedo arreglarlo después para que contenerme. El reencuentro con sus padres y hermanos fue memorable, no había visto tantas lágrimas a la vez nunca. Algo así tuvo que ocurrir en la creación de los mares. Ahora estaban pensando … “...qué suerte, qué buen partido...”... ¡la madre que los parió!, debería darles de collejas hasta dislocarme la muñeca . . .detrás de ellos estaba su hermana Inés, y estaba embarazada . . . miré para otro lado.

Cuando terminó la boda, espere en el templo que se acercara Guzmán, dado que íbamos a firmar como testigos mientras el resto de la gente esperaba con el arroz a la salida. Nos dirigimos a la sacristía cogidos del brazo y nos recibió el cura. Era un hombre achaparrado y con gruesas gafas, (“a falta de saber lo que te cuelga de las piernas, no tienes de que dar gracias a Dios”) pensé, que me recibió con la mano extendida

  • Teresa me contó lo que hiciste por ella cuando no tenía a quien recurrir. ¡Fue una buena obra!
  • Gracias, padre, pero me siento muy recompensado.
  • Por supuesto, las buenas acciones siempre tienen su recompensa.

A mi lado, la sra. Guzmán se reía abiertamente, pero a la gente de su edad nadie parece hacerle preguntas ni reprocharle nada.

Terminamos todos los invitados en la discoteca. Luisa de acercó a mi y, tirando de mi corbata para que me agachara me dijo, sonriendo, al oído “¿sabes?, creo que es la primera vez que estoy aquí sin que sea jueves”. Casi me dio un poco de pena, la abracé fuerte y le di un beso en los morros mientras Pilar y Alma, a mi lado, hacían como que miraban para otro lado.

Al final de la noche, las dos mujeres que quedaban en mi hogar, quisieron recordar el día que nos conocimos en mi despacho … y se trajeron a Luisa, sin que yo tuviera nada que ver. Que curioso.

Decididamente, el mundo es un sitio estupendo para vivir.

(continuará)