Infierno de lujuria
Me succionó dulce, jadeaba desesperado, metió sus manos entre mi espalda y las nalgas, bajaba neciamente hasta mis nalgas, mi esposo, me miraba desesperado, rabioso.
Mi hombre, me tomó por la espalda y volvió mi rostro hacia él, se notaba en el color de sus ojos, el escándalo del deseo, sus ojos brillaban y su lengua hurgaba en mi garganta tocando mi paladar. Sus manos rituales acariciaron mis senos, apretaba mis pezones. Dentro de mí sonaban los turpiales y brillaban las estrellas. El deseo olímpico. El Díos Pan padre del deseo se apoderó de mí y le supliqué que me vendiera en las esquinas llenas de oscuridad, como lo hacen las putas.
Él cumplió mis deseos. Me vestí como una gitana, de coloridos verdosos, solté mi pelo negro ensortijado. Mis caderas estaban descubiertas y mi pelo cubría mis senos, estaba echa pasión. Las ganas rodeaban mis ojos enfurecidos y llenos de deseos. Pasaban los hombres por aquella calle. Mi hombre me ofreció por 10 monedas de plata, unos se acercaban algo temerosos y sólo observaban, se les erectaba su verga, eso me excitaba. Él quitó mis cabellos de un seno y le dejó al descubierto, mi aureola quedó desnuda ante las miradas de aquellos asquerosos hombres que pasaban. Él volvió a ofrecerme: "10 monedas por chupar los senos de esta puta". Se acercaron algunos, pero sólo uno se atrevió, a pagar a mi esposo las 10 monedas. Comenzó a succionarme fuerte, yo sentía como me corría su saliva por los senos, estaba desesperado, su respiración se fue acrecentando y sus manos quisieron tocarme. Mi esposo, le advirtió que sólo había pagado por chupar, no por tocar.
El Joven mordió mi pezón, estaba excitado, se fue molesto. Yo quedé echa agua. Pasó otro y me ofreció. "15 monedas de plata, por esta puta". Los hombres ya me rodeaban. Mi corazón estaba agitadísimo y mi vagina derretida de deseo, tenía temblores en todo mi cuerpo. Se acercó un joven con cabellos largos, pagó 15 monedas de plata por chuparme las tetas y tocarme.
Me succionó dulce, jadeaba desesperado, metió sus manos entre mi espalda y las nalgas, bajaba neciamente hasta mis nalgas, mi esposo, me miraba desesperado, rabioso. El joven me volteó, miró mi cuerpo retorciéndome de placer, quería una verga dentro de mí, mi vagina tenía contracciones muy fuertes, pero él sólo había pagado por chupar y tocar. Su verga estaba durísima, la sentía rozar mi piel, sus dedos tocaban mis labios vaginales, restregaba mi clítoris, mientras chupaba mis senos, tiraba de mis cabellos y trató de meter sus dedos dentro de mi vagina. Mi esposo intervino, Pagaste sólo por chupar y tocar. ¡Vete ya!. Me quedé con los ojos cerrados llena de frustración, quería una verga adentro. Mi esposo, me tomó por los cabellos, me los tiró con furia, me susurraba al oído lo puta que era:
Que puta eres, nojodas. Puta del coño, hija de tu madre. Apretó mis pezones. Te gusta, no? Te gusta pedazo de puta? Yo estaba absorta escuchando sus palabras, quería verga, no podía resistir mi deseo, le dije: Cójeme, cójeme. Me dijo No! Te voy a sacar más dinero. Gritó 40 monedas de plata por esta puta! En tono muy alto. Se acercaron varios hombres. Uno de ellos, asqueroso con barba larga se acercó y le tiró a sus pies una bolsita de cuero con unas 50 monedas. Le dijo: "quiero chuparle la vagina por 50 monedas". Mi esposo accedió. Me colocó de espaldas entre sus piernas y con sus manos abrió mis piernas, dejando al descubierto mi vagina, de la cual se destilaba el líquido que estaba brotando de todo mi ser.
Estar expuesta a la exhibición me volvía loca, era una experiencia increíble, eso me excitaba más y más, perdí la poca vergüenza que ya no tenía. El hombre, se acercó desesperado, abrió mi vagina e introdujo su lengua, haciendo gestos de deseo: humjj, humjj, humjj, hummm, estiró su lengua a mi clítoris y rozaba fuerte en él, yo me retorcía como una culebra, me fui relajando quedando sumisa a la merced de aquel baboso viejo. Mientras mi esposo me decía al oído: Puta, me tiraba de los cabellos, volteaba mi rostro y me mordía los labios. De repente escuché a mi esposo decir: "vengan todo los que quieran, a chupar, tocar, besar, menos cogerla y así cada uno se fue colocando en su posición.
Unos me chupaban los pezones, otros acariciaban mi cuerpo, sentía a otros meter sus dedos en mi culo, varios me tocaban y ya envuelta en aquella nube de orgasmos, una verga se metió en mi boca, le succioné desesperada, excitada, fuera de mi misma, fuera de este mundo, sentí como una verga me envestía, lo sacaba con fuerza descomunal que lograba dolerme y gustarme. Gritaba, escuchaba los agites de todos, hujmm, hujmmm, los gritos lujuriosos, las lamidas venían e iban, escuchaba los si, si, si ., Escuchaba lejano: "yo quiero, déjame a mí". Hasta que fui desorientándome, sentí muy cerca la muerte, tuve miedo y dolor, ardor y satisfacción. Fui, desbordándome como un río desbocado, hacia un cause primitivo que volvía a retomar luego, de haberse secado. Escuché los gemidos de todos y sus agites y gritos se fueron perdiendo en mi conciencia, cuando escuché a mi esposo decir: "Mami que divino te sentí esta noche". Reaccioné, estaba en mi cuarto haciendo el amor con mi esposo, mientras mi mente estaba haciéndose de un sueño lujurioso. Besé a mi esposo, le di las gracias.