Infierno (05: El llamado)

Las fuerzas del cosmos se agitan, pero solo algunos se dan cuenta.

Infierno 5

Capitulo 5: El Llamado...

"Sabéis que os volveríais locos si vierais lo que yo vi."

Iron Maiden

Planeta Apókolips.

Tiempo desconocido.

El combate solo duro unos segundos. Apenas lo suficiente para cada una de las seis guerreas asestara un golpe contra su solitaria enemiga. Ninguna de ellas mostró la menos piedad, pues eso era algo que las furias habían desechado hacia eones. Al final todas rieron y se alejaron indiferentes del cadáver despedazado de su última víctima. Mientras, desde el otro extremo del coliseo, dos figuras observaban lo ocurrido.

-Señor…-la mujer no pudo decir nada más pues un golpe resplandeciente la golpeo de lleno. Arrojándola a más de diez metros de su cruel amo.

-Me has decepcionado por última vez "abuela".-espetó el gigante oscuro al tiempo que sus ojos hervían con un fuego mayor que aquel que brotaba de los infernales pozos de Apókolips.

-¡Piedad Darkseid!-gimoteo la vieja entrenadora. Aún a sabiendas de que sería inútil. Sin embargo, los días de "la abuelita buena" aún no llegaban a su fin. Pues justo en ese momento algo llamo la atención del implacable tirano de Apókolips.

Este levanto su rostro de roca y concentro todos sus nervios y sentidos en aquel pequeño punto entre las estrellas, donde se encontraba el mundo conocido como la Tierra. De inmediato pudo sentir una extraña vibración en el espacio/tiempo, algo tan sutil como la caída de las hojas anunciando la llegada del invierno.

-¿Darkseid?-murmuro la Abuela sin comprender que fuerza en el cosmos había detenido la mano de su cruel amo. El cual apenas y dio muestras de la turbación que aquel fenómeno había causado en él. En lugar de eso miro despectivamente a la vieja diosa que aún permanecía de rodillas ante él.

-Tienes suerte Abuela. Un asunto urgente reclama mi atención.-dijo fríamente al tiempo que iniciaba la marcha de vuelta a su palacio.

Ciudad Gótica.

10:00 pm

Joe MacBrian se encontraba sentado en su caseta de vigilancia, ubicada a un lado de la entrada principal de la gran casa que custodiaba todas las noches. Aunque en ese momento su atención estaba fija en la pequeña pantalla del televisor portátil que había conectado clandestinamente en aquel lugar. Su cuerpo regordete se encontraba inclinado hacia el atrás en su silla mientras degustaba el contenido de una bolsa de papas fritas. No deseaba perderse ningún detalle del juego de béisbol entre los Yankees de N.Y. y los Medias rojas. Nerviosamente escuchaba a la incesante perorata de los cronistas que narraban el juego.

-"Es el fin de la novena entrada, hay dos hombres en base y solo queda un turno al bat. El lanzador de los Yankees mira hacia segunda y se prepara para lanzar, y...-justo en ese momento una luz cegadora inundo el interior de la caseta.

-¡¿Qué demonios?!-fue todo lo que pudo decir antes de que ante sus ojos apareciera un enorme y pesado camión, provisto de una especie de ariete soldado en el frente, mismo que se estrello a no menos de 100 kilómetros por hora contra la reja de la entrada. Esta emitió un lastimero gemido al ser arrancada de sus goznes y quedar hecha fiambres bajo las ruedas del pesado vehículo.

Sorprendido el guardia solo acertó a mirar mientras seis furgonetas negras de gran tamaño entraban siguiendo al pesado camión. Joe tomo el teléfono que estaba a un lado de la caseta y presiono el botón para llamar directamente a la casa principal. El nunca vio la silueta que estaba de pie fuera de caseta, apuntándole con un revólver provisto de silenciador.

En tanto el pesado vehículo avanzaba implacable por la vereda que conducía desde la entrada a la puerta principal de la mansión, seguido de las furgonetas negras. No obstante el rugido de los motores acercándose término por alertar a varios guardias que custodiaban la casa desde una de las terrazas. De inmediato todos los faroles del jardín se encendieron, bañando con su pálida luz al camión que avanzaba como un tanque entre las jardineras que adornaban le patio principal.

En ese momento varias figuras se asomaron desde las ventanas del estudio, entre ellas estaba el dueño de la casa, quien apenas y daba crédito a lo que sus ojos estaban viendo.

-¡¿Qué diablos esta pasando?!-fue todo lo que pudo decir antes de que la primera ráfaga de sub ametralladora Uzi destrozara los cristales de la ventana. Las astillas volaron por toda la habitación mientras las balas se incrustaban en las paredes, algunas rebotaban de manera salvaje arrancando grandes trozos de los recubrimientos de madera y despedazando los libros que adornaban las paredes del recinto.

Afuera las furgonetas detuvieron su marcha para permitir a los hombres armados que llevaban dentro apearse y abrir fuego contra la casa, eliminado a muchos de los guardias en tan solo unos minutos. Los faroles del jardín no tardaron en ser hechos pedazos por el fuego cruzado entre los invasores y los pocos guardias que se habían parapetado en las puertas y ventanas. Afuera la oscuridad era quebrantada por la enceguecedora luz que producían las armas ofensivas.

Rupert Thorne y su secretaria Candy se habían arrojado al suelo después del primer ataque y aún permanecían inmóviles en el piso del estudio. Mientras las balas que penetraban desde el jardín destrozaban el resto de las ventanas y hendían el aire sobre sus cabezas.

-¡¡¿Qué hacemos ahora jefe?!!-pregunto uno de los hombres de Thorne tratando de levantar la voz por encima de aquel estruendo.

-¡¡Vamonos de aquí!!-ordeno el jefe mafioso arrastrándose pesadamente por el suelo.-¡¡Tú, abre la puerta!!-gruño señalando a uno de sus guardaespaldas. EL hampón dudo unos segundos, pero la fría mirada de su jefe le obligo a obedecer. El hombre se incorporo una fracción de segundo para accionar el picaporte de la puerta pero apenas había llevado a cabo su maniobra una nueva lluvia de balas entro por la ventana y una de ellas le destrozo la rodilla.

-¡¡¡MADITOS HIJOS DE PERRA!!!-grito el hampón mientras caía al suelo sujetándose la pierna herida. Furioso a causa del dolor el tipo saco su pistola automática Skorpion é hizo varios disparos a través de las ventanas, inundando más la habitación con el olor penetrante de la cordita. Indiferente a la rabieta de su guardaespaldas Rupert Thorne se apresuro a salir de aquella ratonera, seguido por Candy y varios de sus lugartenientes.

Una vez fuera del estudio el gangster se puso de pie y corrió hacia el fondo del pasillo, rumbo al cuarto de juegos de la mansión. Al llegar ordeno que sus hombres atrancaran la puerta mientras él se dirigía hasta un pequeño armario empotrado en la pared. Sin perder tiempo el capo lo abrió, dejando al descubierto un pequeño arsenal de rifles y pistolas automáticas de diversos calibres junto con varias cajas de municiones.

-¡¡¡Candy reparte esto entre los muchachos!!!-ordeno mientras abría una caja que contenía un pesado chaleco anti-balas, mismo que procedió a ponerse a toda prisa. En tanto su secretaria procedía a repartir las armas y municiones entre los ahí reunidos, guardado para si una pistola Beretta de 9mm. Mientras tanto Thorne había abierto una caja de fina madera labrada donde guardaba su arma favorita, un poderoso rifle de asalto AK49, rápidamente lo cargo y así armado salio del armario para reunirse con sus hombres.

De inmediato todos fijaron la él, esperando escuchar un plan que les sacara de allí en un pieza. Pero antes de que su jefe pudiera decir algo una andanada de balas atravesó las gruesas hojas de madera que formaban la puerta.

-¡Cúbranse!-ordeno al tiempo que cortaba el cartucho de su arma. En ese momento una violenta explosión hizo saltar la puerta en mil astillas. Sin esperar más los mafiosos abrieron fuego, disparando a tontas y a locas contra la cortina de humo que ocultaba la entrada al salón de juegos. Nadie tenía idea de cual podía ser el número de sus enemigos, aunque en ese momento todos pensaban que eran centenares.

La habitación se vio cruzada por cientos de proyectiles que iban de un lado a otro, sumiendo el lugar en un espantoso caos. Thorne no podía ver claramente a sus enemigos debido al humo de la explosión, pero aún así le pareció que se movían de forma extraña, como si estuvieran ebrios. Sin embargo no pudo pensar mucho en eso pues varios de sus hombres cayeron acribillados junto a él en tan solo unos segundos.

El crujir de los huesos quebrados por los impactos de bala podía escucharse aún en medio de la metralla. Uno de los hombres de Thorne cayó casi encima de él con el pecho destrozado, otro recibió un impacto en la cabeza y salió volando hacia atrás hasta chocar con una de las paredes.

El aire estaba lleno de un profundo olor a cordita y carne quemada, el suelo estaba lleno de casquillos de diversos calibres, los muros tenían profundos agujeros; algunos con restos de viseras, sesos o de cualquier cosa que alguien se pudiera imaginar. Fue en ese momento que los invasores comenzaron a entrar en la habitación, disparando contra todo lo que se moviera. Desesperado Rupert Thorne intento contener el avance pero su rifle escogió el peor momento para quedarse sin balas.

-¡Candy!-grito llamando a su secretaria por puro instinto, pero cuando busco a su ayudante entre las ruinas de aquel lugar, la descubrió recargada contra una de las paredes, inmóvil y silenciosa como una muñeca rota. El mafioso repto hasta ella para darle instrucciones. Pero las palabras murieron en su boca al descubrir que la infeliz tenía la mayor parte de la cabeza abierta a causa de un certero disparo. La idea de haberse quedado solo lleno de miedo el alma del otrora poderoso jefe del bajo mundo. En ese momento sus ojos descubrieron la Beretta que Candy sostenía aún en su mano muerta y sin pensarlo intento tomarla para escapar de una ú otra forma. Pero antes de que pudiera hacerlo una ráfaga de ametralladora lo obligo a apartarse del cadáver de su secretaria.

-Ya es tarde para eso Rupert.-le dijo una voz chillona al tiempo que una figura aparecía claramente entre el humo. El gangster levanto la cabeza y descubrió frente a él la imponente figura de un hombre, con una estatura de al menos 2 metros 10 centímetros, y con la corpulencia de un toro, quien lo tenía encañonado con su ametralladora.

-¡¿Quién diablos es usted?!-pregunto Thorne tratando de no demostrar el temor que le corría por todo el cuerpo. No obstante el gigante no le respondió, sino que se hizo a un lado para que otra figura, mucho más pequeña se plantara frente al caído jefe del crimen.

-¡Ventrílocuo!-grito el hampón al reconocer la desgarbada figura de Arnold Wesker, quien sostenía en su mano izquierda al adefesio de madera conocido como Scareface.

-Buenas noches señor Thorne.-dijo tímidamente el ventrílocuo, evidentemente nervioso por la masacre que les rodeaba.

-¡¡Cállate "muñeco"!!-ordeno tajantemente el hombrecillo de madera, haciendo girar su cabeza como un búho para mirar de frente a su "manejador".-¡¡Aquí soy yo quien manda!!-

-¡Estas loco!- grito Rupert al tiempo que intentaba incorporase, pero antes de que pudiera hacerlo Scareface volvió la cabeza y, si tal cosa fuera posible, salto hacia el para golpearlo con la culata de su ametralladora en miniatura, con tal fuerza que el hombre volvió a caer, ahora con el labio roto.

-¡¡¡No he dicho que te levantes Rupert!!!-rugió el monigote inclinándose amenazadoramente sobre el capo de Ciudad Gótica.-Mírate nada más. La buena vida te ha ablandado. Por eso ya es hora de que alguien más se ocupe del negocio.-

-¡¡ESTAS LOCO!!... ¡¡Nadie seguirá a un loco que habla a través de un monigote!!-

-¡Qué grosero!.-dijo de pronto una cantarina voz de mujer. Sorprendido Rupert Thorne vio como los extraños pistoleros al servicio de Scareface se hacían a un lado para permitir el paso de una chica, esbelta y bien formada, vestida con una gabardina de color amarillo, que parecía ser la única prenda que cubría su cuerpo, y una pañoleta azul amarrada en torno a su cabeza. Su rostro tenía un aspecto inocente adornado por unos ojos miel rojiza, detrás de unos lentes de grandes aros. En su mano derecha llevaba una botella de champaña y unas finas copas de cristal, sin duda tomadas del bar del propio Thorne.

-¿Quién es usted?-pregunto el gangster con la poca voz que le quedaba.

-Soy la novia del señor Scareface, mi nombre es Mimete (*).-dijo la chica con una picara sonrisa iluminándole la cara al tiempo que acercaba mimosamente hasta el gángster de madera.-Amor. Prometiste llevarme a cenar esta noche, ¿lo recuerdas?-

-El señor Thorne y yo tenemos que terminar con este asunto.-espeto Scareface volviendo su rostro de madera hacia Mimete.-Así que se una guena chica y esperamé afuera. No tardare mucho.-

-Como digas amor…-dijo la chica lanzándole un beso a su "novio" para luego salir de la habitación. Scareface siguió a la chica con sus ojos de canica, fijándose muy bien en le delicado contoneo de su andar. Luego se volvió hacia el caído jefe del bajo mundo.

-Ahora, ¿donde estáguamos? Así… "muñeco" ya sabes que hacer.-

-Si señor Scareface.-dijo Arnold al tiempo que retiraba la pequeña, pero mortífera ametralladora de las manos de madera de su "jefe", para sustituirla con una afilada navaja de barbero.

-No… Espera… ¿No podemos hacer un trato?-grito Thorne al tiempo que se arrastraba hasta topar con pared.

-Lo siento Rupert.-dijo Scareface mientras él y el gigante se acercaban más y más hacia su víctima.-El ganador lo toma todo, y yo soy el ganador.-

En algún lugar del espacio.

Tiempo desconocido.

-¿Qué esta pasando?- se pregunto la poderosa entidad conocida como Sailor Cosmos mientras abrazaba el infinito para buscar una respuesta a la extraña inquietud que la había asaltado. En un segundo ella fue un niño travieso viviendo en algún planeta lejano, un asteroide flotando incólume en el espacio, un furioso depredador alimentándose de su última presa en un mundo primitivo. Un pensamiento en la mente de un escritor, el último recuerdo de una mujer moribunda y el sueño de una niña inocente.

Solo le tomo microsegundos trascender más allá de todo eso y vislumbrar los patrones que constituían la realidad, el tiempo y el espacio. Esos tejidos eran el orden que mantenía a raya al caos y al vació, como siempre había sido. Pero esta vez, al verlos más de cerca Sailor Cosmos se dio cuenta de que algo horrible estaba ocurriendo. Secciones enteras del tejido estaban retorcidas y envenenadas, transformando su perfecta simetría en algo aberrantemente antinatural. De inmediato la majestuosa entidad reconoció el cáncer que lo carcomía todo, la llegada del Apocalipsis. El principio del fin de todo.

-Esto no debe ser.-proclamo al tiempo que emprendía el viaje hacia el centro mismo de aquella polución. Dejando tras de si a otra entidad, no menos majestuosa, pero terriblemente oscura.

-Corre hermana… corre hacia tu muerte.-

Edificio de la INTERPOL

Hong Kong. China.

12:46pm.

-¿Por qué tardaron tanto?-pregunto el hombre levantándose de su asiento apenas la comitiva entro en el cuarto de interrogatorios. Al frente se encontraba una mujer algo gruesa y de cabello entrecano. Su nombre era Ada Wong y desempeñaba el cargo de alta comisionada de la policía internacional en China, a su lado estaban tres agentes de seguridad que permanecieron a la expectativa detrás de su comandante.

-Calmese señor Phillip.-le dijo la mujer mientras tomaba asiento al otro lado de la pequeña mesa, que junto con dos sillas era todo el mobiliario de aquel lugar.

-¡¿Qué me calme?!... ¿Cómo puede decir eso? ¿Acaso no le informaron porque estoy aquí?!-

-Estoy enterada.-le respondió la comandante con el ceño fruncido.- Es por eso que necesito hablar con usted.-

-¡Pero si ya les dije todo!... ¡Solo saquéenme de aquí! ¡Ahora!-dijo el hombre al tiempo que extendía las manos hacia la comisionada en gesto suplicante. De inmediato los dos vigilantes llevaron sus manos hacia sus armas, pero Wong los detuvo con un enérgico ademán.

-¡Escúcheme bien señor!-dijo con tono firme y autoritario.-Necesito que me diga todo lo que sabe para corroborar su historia; y si esta diciendo la verdad yo misma lo escoltare hasta el aeropuerto para tome un avión especial que lo saque de Asía. ¡De modo que mientras más pronto declare más pronto se ira!-el hombre dio unos cuantos pasos por el cuarto, moviendo la cabeza de forma casi compulsiva, al tiempo que murmuraba toda clase de maldiciones é improperios en francés, su lengua natal.

-¿Qué quieren saber?-dijo mientras volvía a sentarse a la mesa. Uno de los vigilantes se acerco a la inspectora y le entrego un fólder que contenía varios documentos.

-Su nombre.-

-¿Es un broma?

-¡Su nombre!-

-Jean Pierre Phillip.-

-¿Ocupación?-

-¡Soy bioquímico de acuerdo!-grito el hombre cada vez más nervioso.-Y ahora que le perece si nos dejamos de tonterías y nos concentramos en las cosas importantes.-la alta comisionada miro con molestia a aquel sujeto, que cada vez le parecía más un loco ansioso por llamar la atención. Aún así movió la cabeza en señal afirmativa.

-Escuche, desde hace varios meses yo y varios colegas fuimos traídos a Hong Kong para trabajar en un proyecto ultra secreto de la Corporación NIXX llamado HIPNOS.-

-¿HIPNOS? Un nombre interesante.-

-Si usted lo dice.-

-¿Quiénes eran sus colegas?

-Ayeka Siraki, japonesa, experta en electromagnetismo, Alan Thurman, americano, un reconocido psicólogo y especialista en comportamiento humano, Alexandre Wolfgan, alemán, experto en ingeniería genética y yo, como ya le dije, en el área de la bioquímica. -

-Y exactamente ¿Qué era ese proyecto?-

-Técnicamente se dividía en dos partes: Una era la aplicación de ondas alfa sobre ciertas áreas del cerebro con el fin de estimular el desarrollo de capacidades psíquicas. La otra era el uso de viriones de fusión rápida para lograr procesos de redistribución genética en individuos de distintas especies. En términos simples, estábamos jugando a ser dioses. Al principio todo iba bien. Pero luego las cosas comenzaron a salirse de control.-

-¿A que se refiere?-

-Para comenzar. Todo lo relacionado con el proyecto HIPNOS era secreto, de hecho teníamos prohibido hablar de de él, incluso con otros miembros del personal científico. Luego, un día, se nos informo que debíamos desarrollar una serie de tratamientos para aplicar nuestras teorías en sujetos de prueba. Solo que nuestros "conejillos de indias" no eran solo animales, como esperábamos, sino también seres humanos. "Voluntarios" condenados a muerte en varias prisiones que se ofrecieron a cooperara cambio del perdón.

Pero los experimentos eran más sesiones de tortura que pruebas científicas, no se tenía la menor consideración para con los voluntarios ni en sus derechos más elementales. En cuanto a los resultados, estos fueron terribles. Algunos voluntarios se tornaron extremadamente violentos, otros quedaron en estado vegetativo y otros comenzaron a mutar.-

-¿Mutar? ¿En serio espera que crea eso?-interrumpió la comisionada a punto de echarse a reír. Lo mismo que los agentes que la acompañaban.

-¡No se burle!-espeto el científico francés golpeando la masa con su puño.-Se perfectamente que todo esto suena como un mal argumento de ciencia ficción. Pero tengo pruebas de que el proyecto existe y de cuales pueden ser sus alcances si es que tiene éxito.-

-¿En verdad?-dijo Ada Wong sin disimular su creciente escepticismo hacia todo aquel asunto.

-¿Trajo lo que le pedí?-espeto Phillip sin quitar el dedo del renglón. La comisionada, evidentemente decepcionada de aquella entrevista, hizo una señal a uno de los agentes quien de inmediato coloco una computadora tipo laptop sobre el la mesa. Jean Pierre Phillip no perdió el tiempo y, sacando un reluciente disco de entre sus ropas lo coloco en la unidad de lectura. De inmediato la pantalla se lleno de varios iconos, cada uno provisto con una clave especial.

-Espero que le guste.-dijo el francés de forma prosaica al tiempo que daba un doble clik en uno de los iconos. Al instante apareció en la pantalla la imagen de un hombre atado y amordazado a una camilla, mientras era colocado en el interior de una cámara de aislamiento. Luego alguien dio una señal a un operador para que iniciara la prueba. Casi de inmediato el sujeto comenzó a retorcerse, con los ojos desorbitados de dolor mientras que su cuerpo comenzaba a sufrir una serie de espantosas convulsiones. La comisionada Wong se despojo de sus gafas y se tallo los ojos, aquello era increíble y tan espantoso que por primera vez en su vida se vio obligada a apartar la vista de la pantalla incapaz de soportar la visión. Cuando todo termino, el resultado era sorprendente.

-¿Es un truco verdad?.-dijo negándose a creer lo que acababa de ver.

-No es truco.-respondió gélidamente el Dr. Phillip. Pero antes de que Ada Wong pudiera recobrarse ocurrió algo más. El sujeto en la pantalla empezó a convulsionarse de nuevo, tan violentamente que hizo saltar la camilla a la cual estaba atado, para luego quedar inmóvil, con gruesos surcos de sangre brotándole por la nariz y las orejas, muerto sin duda.

-Esa prueba fue un fracaso, pero eso no los detuvo.-dijo el científico francés.-Tal vez ahora comprenda porque decidimos escapar de la Corporación y denunciar lo que están haciendo.-

-¿De donde saco ese CD?-

-Lo robe de los archivos del proyecto junto con un directorio completo de códigos de acceso para entrar en la base de datos de la Corporación, con ellos cualquiera puede obtener todo tipo de información: Desde los datos personales del todos los empleados hasta estados financieros y, lo más importante, los reportes completos de cada una de las pruebas relacionadas con el proyecto "Hipnos". Naturalmente ya deben haber empezado a cambiar los códigos, pero a menos que estén dispuestos a perder toda la información que tienen almacenada les tomara meses bloquear el acceso.-

Por un momento se hizo un pesado silencio. Mientras Ada Wong meditaba sobre aquel extraño asunto. A primera vista parecía algo totalmente descabellado, ¡ridículo!, sin mencionar que la Corporación NIXX era un verdadero imperio al cual era mejor no molestar. Sin embargo, había algo en aquel francés que la hacía dudar, tal vez el miedo en sus ojos o la exactitud con la cual había descrito los asesinatos cometidos a espaldas del gobierno chino. El caso era que ella no podía pasar por alto lo que acababa de ver. Pero antes de que pudiera decidir que plan de acción debía seguir el estruendo de una explosión sacudió el cuarto especial y el lastimero sonido de una alarma inundo los pasillos de la mansión.

-¿Qué demonios?-dijo sorprendida, mientras los agentes que le rodeaban desenfundaban sus armas, poderosas pistolas Sauer M-38 de fabricación rusa.

-¡ESTAN AQUÍ!-grito Jean Pierre al tiempo que se levantaba de un salto.

-¡Quédese donde esta!-rugió la alta comisionada al tiempo que sacaba un abría un canal en su intercomunicador.-¡Habla la comisionada Wong! ¡¿Qué esta pasando?!-todos los agentes abrieron sus canales para escuchar, pero solo alcanzaron a percibir el chispeante sonido de la estática mezclada con el lejano rumos de disparos, gritos y una especie de alarido animal que nadie fue capaz de identificar.

-¡Agente Ming! ¡Quédese con el señor Phillip hasta mi regreso!-ordeno al tiempo que desenfundaba su propia arma y hacia un además para que los otros dos agentes le siguieran fuera del cuarto especial. El agente designado solo movió la cabeza en señal afirmativa. Sin dudarlo Ada Wong abrió la puerta y salió seguida pos sus escoltas. De inmediato el agente Ming cerró la puerta tras ellos y se recargo contra ella con su arma en la mano.

-¡¿Qué diablos esta pasando?!-pensó el agente sin poder controlar el temblor de sus manos. Aquella pregunta le hizo volver la cara hacia el científico francés, el cual se había derrumbado sobre una de las sillas.

-¡¿Que demonios esta pasando?!-pregunto al agente con furiosa incredulidad al tiempo que se apartaba de la pesada puerta del cuarto especial.

-Es el fin.-le respondió le francés. En ese momento alguien golpe la puerta del cuarto especial.

-¡Agente Ming!... ¡Ábrame agente Ming!... ¡Soy yo la comisionada Wong! ¡Estoy herida!.-pero el agente estaba demasiado asustado como para obedece aquella orden, en lugar de eso apunto su arma directo a la puerta y se preparo para abrir fuego contra cualquiera que pudiera entrar. Mientras los gritos de la mujer se hacían cada vez más desesperados.

-¡Ming déjeme entrar!... ¡Ya no pueden detenerlos!... ¡POR FAVOR!... ¡POR EL AMOR DE DIOS!... ¡YA CASI ESTAN AQUÍ!... ¡AYUDEME….!-

-No puedo comisionada.-murmuro Ming sin dejar de apuntar su arma contra la puerta.-No puedo… Por favor perdóneme.-

-¡AAAAAAYYYYYYYYYYYY!-aquel grito helo la sangre de los dos hombres atrapados en el cuarto especial. Pues era la señal de que estaban solos ante lo desconocido.

-Perdóneme. Oh, por favor perdóneme.-repetía el agente de modo casi compulsivo cuando una golpe seco estallo contra la puerta blindada haciendo estremecer toda la construcción. El agente Ming retrocedió hasta que espalda quedo aplastada contra la pared. Sus manos sujetaban la Sauer M-38 con todas sus fuerzas mientras un sudor frío le corría por todo el cuerpo.

Justo en ese momento la puerta de entrada fue arrancada de sus goznes y despedida hacia el agente Ming con la fuerza de una bala de cañón. El agente trato de hacerse a un lado pero no pudo evitar que la pesada hoja atrapara la mitad de su cuerpo, aplastando su brazo y pierna izquierdos, ante los atónitos ojos del aterrorizado espía francés.

El tiempo pareció detenerse permitiendo que Jean Pierre contemplara la masa sanguinolenta del agente Ming espaciándose como una mancha carmesí sobre la pared, mientras su arma resbalaba por el piso é iba a para justo a sus pies. Entonces vino lo peor. El culpable de todo aquello entro en la habitación, una cosa horrible y malvada que miro llena de satisfacción el cadáver de su última víctima. La cosa tenía todo su cuerpo cubierto con la sangre de sus víctimas, lo cual le daba el aspecto de un demonio.

Aquella criatura era tan famélica que parecía estar hecha solo de solo de huesos y cartílago, apenas recubiertos por una delgada epidermis de un enfermizo color rojinegro. Su cabeza era alargada y angosta como la de un insecto, sus manos estaban provistas de largos y afilados dedos tan duros como el acero. Pero lo más singular de su antinatural anatomía eran sus piernas, pues no tenía pies. En su lugar la bestia se apoyaba en dos agudos y afilados muñones similares a estacas.

Horrorizado Jean Pierre trato de levantar la pistola del suelo para defenderse de la criatura esqueleto. Eso fue un error, en tres segundos experimento un candente dolor en su garganta, y después, con desesperación, lucho por tragar aire a través del burbujeante torrente de su propia sangre.

En ese momento la criatura descubrió la laptop sus ojos brillaron con una extraña inteligencia y de inmediato se dispuso a destruir la computadora bajo un golpe de su mortal zarpa. Pero justo en ese momento una detonación inundo el cuarto especial, al tiempo que la criatura era arrojada contra la pared con el pecho destrozado a causa de una bala expansiva.

Derrumbado al otro lado del cuarto, casi inconsciente, Jena Paul Phillip, observo intrigado a una misteriosa figura blanca que tomaba la computadora de arriba de la mesa. Desesperado intento llamar su atención pero sea quien fuere desapareció tan misteriosamente como había aparecido. Al tiempo que varias figuras que se movían con una rapidez imposible entraban en el lugar.

-Buena suerte… Quien quiera que seas.-pensó justo antes de que algo le golpeara el pecho con saña inaudita, rompiendo todas sus costillas y desgarrando sus pulmones. Después todo fue silencio.

El Infierno.

En algún momento de la eternidad.

-¡Ya viene!... ¡Ya viene!-grito desaforadamente un criatura, mezcla de mujer y mariposa, al tiempo que atravesaba los ciclópeos salones del Pandemonium, el castillo del señor del Infierno, a su paso los demonios se hacían a un lado, asustados por su sola presencia. Finalmente llego a su destino, el gran salón del trono oscuro, y sin pensarlo abrió las puertas de un solo golpe.

-¡Mi señora!-llamo una vez más al tiempo que se postraba ante el trono del infierno, donde descubrió de inmediato la oscura figura de su ama, quien le apenas y se digno bajar un poco la cabeza para mirarla.

-¡Mi señora!... ¡Ya viene!-

-¿Quién viene Liliht?... ¿Por qué estas gritando en esa forma?-interrogo la mujer intrigada, pero sin acobardase.

-¡El Amo Lucifer!... ¡Ha despertado!. ¡Y vienes para acá!-

-¡¡¡Eso es imposible!!!-replico la mujer levantándose del trono.-¡¡¡El Gran Lucifer no despertara hasta que llegue el fin de los tiempos!!! ¡¡¡Estas mintiendo!!!-

-Ella dice la verdad.-les interrumpió una voz cavernosa y gélida que las hizo estremecer. De inmediato ambas miraron hacia la puerta del salón y descubrieron la imponente figura de ángel caído, quien las miraba con absoluto despreció. Las palabras del amo del infierno aún resonaban en el salón cuando, como una centella, llego hasta Lilith y sin ninguna consideración la tomo del cuello para levantarla como si fuera una pluma.

-Tus gritos me molestan.-antes de que Lady Hild pudiera reaccionar el hueco sonido de un cuello al romperse resonó entre las paredes del recinto. Indiferente Lucifer soltó a su presa la cual cayo pesadamente sobre el frió suelo. Luego alzo la vista hacia su trono, el cual lady Hild había abandonado en una fracción de segundo para aparecer de rodillas ante su infernal amo.

-Así esta mejor Lady Hild.-dijo Lucifer al tiempo que ascendía hasta su trono de sangre y lo reclamaba en silencio.-Ahora quiero que llame a todos los señores del infierno. Tenemos mucho de que hablar…-

Japón. Ciudad de Okayama.

11:00 pm.

La niña abrió los ojos y descubrió que estaba un lugar completamente desconocido. Un sitio donde imperaban la humedad y la oscuridad de forma tan absoluta que literalmente le sofocaban. Ella pensó por un momento que estaba en una pesadilla, pero en poco tiempo tuvo que descartar aquella idea pues se dio cuenta de que estaba despierta. Por un momento sintió la necesidad de llorar, de gritar para que alguien la sacara de aquel recinto de tinieblas. Pero antes de que pudiera hacerlo un estruendo rompió el silencio y una luz amarillenta cayo sobre ella como una cascada.

Sus ojos le ardieron dolosamente é irónicamente la luz la sumió en una ceguera más aterradora que la negrura en que había despertado. Fue en ese momento que noto lo mucho que le dolía su cuerpo, de una forma que nunca había sentido antes. Sobre todo por un agudo calambre que nacía en su nuca y se extendía por toda su espalda. Poco a poco volvió a abrir los ojos y miro a su alrededor.

La luz amarillenta parecía formaba un cilindro a su alrededor que limitaban con la oscura masa que la rodeaba. Lastimosamente trato de levantarse pero su cuerpo parecía pesar una tonelada. Aquel esfuerzo la hizo toser varias veces y pudo ver su aliento helarse ante sus ojos como un espíritu abandonando su pequeño cuerpo. La niña hizo un nuevo intento por levantarse, sus piernas estaban entumidas y la cabeza le daba vueltas, pero al final logro ponerse de pie. Una ves levantada dio una vuelta para mirar a su alrededor, pero todo lo que vio fue una oscuridad infranqueable, tan profunda que nuevamente sintió deseos de romper en llanto.

-¿Dónde estoy?-se pregunto. Un estruendo de dolor estallo en su cabeza, como si el solo esfuerzo de haber formulado aquella pregunta hubiera lastimado su cerebro. La niña tuvo que dejarse caer de rodillas, con las manos aplastando sus sienes para mitigas la repentina migraña. Por suerte el dolor se marcho tan repentinamente como había llegado, aunque dejando en su lugar un zumbido intenso y enajenante. Curiosamente, en medio de aquel caos en su cabeza, el primer recuerdo claro se manifestó en su mente. Su propio nombre.

-Gigi.-murmuro casi sin darse cuenta. De inmediato la información comenzó a brotar en su cabeza como una fuente. Si, su nombre era Gigi… tenia 10 años é iba en 5° grado de primaria. Vivía con sus padres en una bonita casa en los suburbios de Okayama, junto con sus mascotas Boker, Coco y Yin Yin. Su padre era un reconocido veterinario y su madre una devota ama de casa. Aquellos recuerdos la tranquilizaron un poco, al menos sabía que alguien podía estar buscándola para ayudarla. Pero ¿Dónde estaba? ¿Cómo había llegado a ese lugar?

Nuevamente se puso de pie y estaba vez sus ojos se posaron en su propia imagen. Llevaba puesto un ajustado kimono, que a pasar de luz pudo distinguir que era de color azul y estampado con margaritas rojas, sus pies estaban descalzos, pero recordaba haber tenido puestas unas zapatillas de madera. Aquella ropa era para una ocasión especial. ¿Un festival?.. Exacto. Recordó que ella y su mamá habían asistido al festival de verano. Que habían paseado y jugando entre los puestos hasta que los tradicionales juegos artificiales dieron por terminada la celebración. Luego ambas emprendieron el camino de regreso a su hogar, después… todo era confuso. Una camioneta oscura, una puerta abriéndose, un agudo dolor en su nuca, luego nada… oscuridad y nada más.

-¿Ohayo?-dijo con voz temblorosa.-¿Hay alguien aquí?-sus palabras se disiparon en la oscuridad. Por un momento permaneció expectante, esperando una respuesta, pero cuando esta llego no fue lo que esperaba.

- ¿Ohayo? ¿Hay alguien aquí?- repitió su propia voz ahogada y recubierta de virutas metálicas. El eco de sus propias palabras le resultaba inquietante, sin embargo, esa inquietud se disipo casi de inmediato, dejando lugar a un espantoso terror.

- ¿Ohayo? ¿Hay alguien aquí?- repitió su voz, solo que desde algún lugar a sus espaldas.

-¡¿Quién es?!-pregunto volviéndose hacia la oscuridad.

- ¿Ohayo? ¿Hay alguien aquí?- le respondió el eco desde otro ángulo. En ese momento la pequeña comprendió lo que estaba pasando. Alguien había grabado sus palabras y ahora se divertía asustándola con su propia voz.

-¡No es gracioso!-se quejo amargamente.-¡Por favor ya basta! ¡¿Dónde estoy?!-por unos instantes aguardo la respuesta, pero en esta ocasión no hubo contestación, ni siquiera el eco artificial, solo un sepulcral silencio. Esta vez Gigi no pudo contenerse y comenzó a llorar presa de la desesperación y el miedo que le nacían en las entrañas al darse cuenta de que algo malo estaba pasando, algo en verdad muy malo.

-Sob… sob… sob… Por favor… Quiero irme a mi casa…-suplico aterrada.

Esta vez sus palabras obtuvieron una respuesta, en forma de unos inquietantes gruñidos procedentes de la negrura. Gigi dio un paso atrás, sin poder distinguir si aquel sonido era real o solo una nueva grabación hecha para asustarla. De pronto aquel gruñido se escucho de nuevo, más cerca, luego otra vez girando a su alrededor como hacían los tiburones en las películas. Obligándola a permanecer en el centro de la luz.

De pronto los gruñidos cesaron y todo quedo sumergido en una tensa clama. La respiración de la niña era acelerada. De hecho jadeaba como si estuviera a punto de gritar con todas sus fuerzas. Justo en ese momento Gigi volvió a escuchar el sonido de un interruptor y ante sus ojos apareció otro cilindro de luz.

Ante ella apareció la figura de un hombre. De casi uno noventa de estatura y de complexión musculosa, aunque su estomago era más bien abultado. Vestía solamente unos ajustados pantaloncillos de cuero negro adornados con numerosas cadenas y unas pesadas botas militares. La hebilla del enorme cinturón de cuero negro figuraba un ovalo en su interior, bordeado de nudos y filigranas, con el rostro de una serpiente mostrando sus colmillos de forma amenazante. Una mascara de cuero le cubría el rostro, excepto su fuerte quijada de forma casi cuadrada.

Aquel extraño sostenía en su mano un enorme cuchillo de campaña, de unos 30 cm, con una hoja tan gruesa que casi podía ser un hacha.

-¿Quién es usted?... ¿Dónde estoy?...-pregunto Gigi asustada ante los destellos que brotaban de la afilada hoja del cuchillo. El extraño no le respondió y permaneció inmóvil. Mirándola fijamente, la mascara daba una apariencia antinatural a la maciza cabeza de aquel hombre, volviéndola semejante a la de una hormiga mutante, negra é inexpresiva. La boca era grande y de labios gruesos. Por fin el hombre se movió y guardo su cuchillo en una funda que colgaba en su costado. La pequeña no pudo dejar de sentir un cierto alivio al observar la maniobra, sin embargo, esa alegría solo duro unos instantes. Pues el extraño, no supo de donde, saco una gruesa cuerda y echó a andar hacia ella. Gigi quiso suplicar, pero su garganta se cerró a causa del miedo. Luego intento correr para alejarse de aquel ser de pesadilla, pero sus piernas flaquearon y cayó al suelo sin poder moverse.

El extraño llego hasta ella y sujetándola de un brazo la alo hacia arriba sin consideración. Gigi se percato de inmediato del mal olor que emanaba del extraño, una mezcla de sudor, cuero nuevo y… sangre seca. En ese momento, de alguna parte del techo, una pesada cadena provista de una gancho bajo hasta donde se encontraban el verdugo y su víctima. El extraño no perdió el tiempo y procedió a atar las muñecas de su víctima. Al terminar enganchó la soga en la cadena y la pequeña fue izada a casi un metro del piso.

-¿Quién es?... por favor…. Por favor no…-gemía la niña sintiendo que sus hombros le ardían a causa de su infame posición. El extraño contemplo por un momento a la pequeña cautiva, mientras sacaba de nuevo su cuchillo para llevarse a la boca y pasarle su gruesa lengua sobre la hoja. Sus ojos brillaron bajo la mascara negra y sin más puso manos a la obra. Gigi pudo sentir sobre su cuerpo la afilada hoja mientras el extraño hacia jirones su kimono, como quien destaza a un animal, sin importarle la posibilidad de herir a su víctima. En consecuencia la pobre niña no tardo en experimentar la dolorosa sensación de varias heridas sobre su piel, sobre todo en sus muslos y en su espalda.

El extraño termino casi enseguida y dejo al descubierto la belleza impúber de Gigi, lascivamente admiró las pequeñas dunas que emergían apenas sobre su torso, se excitó con el fino talle de su cintura y se maravillo con las piernas delgadas pero firmes.

-Bonita… Bonita…-exclamo el extraño hablando por primera vez. Gigi se estremeció al escuchar aquella voz deformada por la lujuria. Pero no tuvo tiempo de pensar en eso pues aquel hombre comenzó a tocar su cuerpo desnudo, acariciando sus nalgas con sus enormes manos y lamiendo sus incipientes pechos con su lengua caliente y húmeda.

-Po… por… Por favor… no me toque… se lo… suplico.-suplico mientras gruesas lágrimas resbalaban por sus mejillas de manzana. Milagrosamente el extraño pareció acceder a su petición y se aparto de su cuerpo. Esperanzada Gigi abrió los ojos para mirar, y al hacerlo sintió un espantoso escalofrío recórrele todo el cuerpo. El extraño había guardado de nuevo su arma y estaba frente a ella sonriendo ampliamente, mostrando dos hileras de afilados dientes en forma de diamante, mientras se desajustaba el cinturón de su cadera. Una pieza de cuero gruesa y pesada que comenzó a golpear rítmicamente en la palma de su mano. Aquel gesto era tan claro que Gigi lo comprendió de inmediato. El extraño iba a azotarla.

-¡¡¡NOOOOOOO!!!-grito presa del pánico, forcejando inútilmente contra la soga y la cadena que la sostenían. Nunca, nunca le habían pegado, de hecho casi desconocía el dolor. Su cuerpo temblaba de forma incontrolable al tiempo que se cubría de un sudor frío. Pero aún pudo articular algunas palabras.

-¡¡¡MAMÁ!!!... ¡¡¡PAPÁ!!!.... ¡AYUDENME! ¡SE LO SUPLICO!!!-por desgracia para la pequeña sus seres querido s no estaban ahí para escuchar sus lamentos, y el extraño apenas y presto atención a sus gritos, estaba demasiado ocupado observando con lujuria y deseo enfermizo la piel blanca de su víctima, sobre todo la de los delicados labios vaginales. Cogió el cinturón con fuerza, y probó su dureza, su peso. Se amoldaba agradablemente en la mano. Si, era un instrumento temible. Lo levantó bien arriba... y lo descargó con fuerza. El primero golpe resonó por todo el recinto.

-¡¡¡ZASHH!!!-

-¡¡¡¡AIIIIIIEEEEGGGGHHHHH!!!!-grito la niña al tiempo que la primera marca roja se expandía en sus delicados glúteos. EL dolor la hizo jalar aire desesperadamente, sus ojos estaban casi en blanco a causa del dolor y el agotamiento físico y mental que todo aquello le estaba causando. Pero eso no le importo a su misterioso verdugo quien le miraba como si fuera un platillo en el punto exacto para ser comido.

-No por favor, por favor, no! duele!-gimió la pequeña con la poca fuerza que le quedaba. Pero el extraño no se compadeció de ella y sujetando con fuerza su arma prosiguió con su labor. El cuero negro mordía la piel de forma implacable.

-¡¡¡ZASHH… ZASHHH… ZASHHH …. ZASHHH…. ZASHHH!!!-

Los golpes cayeron como una lluvia de fuego sobre el cuerpo infantil, y dejaron su marca. Gigi solo podía gritar y sollozar; las lágrimas le corrían por la cara libremente, dejándole un sabor salado en los labios abiertos. El extraño dejaba un cierto tiempo entre cada azote, para que su víctima tuviera tiempo de ser consciente del impacto. El sonido del cuero contra la carne le resultaba sublime. Por eso los descargaba con toda su fuerza, que no era poca. Sentía placer al hacerlo. Si, placer, el placer que solo podía alcanzar cuando veía como los azotes mutaban el color de la piel, que ahora ya era de un rojo considerable. Detuvo unos momentos la azotaina; la pequeña estaba casi inconsciente, pero su tormento estaba lejos de terminar.

El extraño volvió a acercarse a ella y le acarició los glúteos, palpando extasiado la piel castigada. Metiendo sus dedos entre las dos mejillas para tocar el ano de la niña. Aquello era parte de su juego favorito, le gustaba tenerla a su disposición, le gustaba darle falsas esperanzas. Y luego, sin previo aviso, volvió a empezar.

-ZASHH! ZASHH! ZASHH! ZASHH! ZASHH! ZASHH!-

-Nnnnnooghhhhhhhhh. Dejjjjekkk,,mhe- gemía Gigi tratado se suplicar. Pero el dolor ahogaba todas las palabras antes de que salieran de su boca.-

-nngggghhggggggggggmmmmmmmmhhh…YEOOOOOWWWWW!!! AAAAAAHHHHHH!!!

-¡¡¡ZASHH! ZASHH! ZASHH!!!!-de pronto los golpes cesaron. Gigi quedo inmóvil, colgando como una pieza de carne en el matadero. El extraño arrojo el cinturón hacia la oscuridad, satisfecho con su labor, entonces, sin razón aparente, la cadena se aflojo y el cuerpo lacerado de la pequeña cayó pesadamente sobre el piso.

-Se lo suplico… Por favor ya basta…-murmuraba la pobre niña una y otra vez en completo estado de shock, mientras adoptaba una posición fetal para protegerse. El dolor y el miedo la habían hecho perder la nación de todo lo que pasaba a su alrededor, en consecuencia una mancha amarillenta empezó a crecer bajo su cuerpo hasta desbordase por completo.

-Pero que niña tan sucia.-dijo el extraño burlándose del infortunio de su víctima. La visión de aquel cuerpo desnudo, con la espalda y los glúteos enrojecidos por la brutal azotaina hicieron que el enmascarado se decidiera a ejecutar su última infamia y despojándose de sus pantaloncillos de cuero dejo al descubierto su miembro, erecto en toda su magnitud.

-Mira lo que tengo para ti.-dijo sonriente al tiempo que tomando la cabeza de la niña en su mano para obligarla a mirar su miembro. Poco le importo que Gigi tuviera la mirada perdida en el infinito, lo que quería era lucir ante ella su larga verga cubierta de venas que cabeceaba hacia ella como un asqueroso gusano. Sin esperar más el extraño tomo la cintura de la niña obligándola a levantar sus infantiles caderas hacia él y comenzó a frotar su miembro erecto contra las laceradas nalgas.

Gigi se estremeció al sentir aquella cosa, cuyo roce no hacía sino avivar el fuego que le abrazaba la carne, mientras se deslizaba haciendo círculos cada vez más pequeños hasta que al fin se detuvo justo a la entrada de la diminuta vulva de la niña.

-Nooooooooggggggggg… ¡mamá!… ¡maaaammmmmáaaaaa!-gritó Gigi motivada por el dolor que le produjo el primer embate de aquel malvado contra su inocencia. Pero donde quiera que se encontraran parecía que nadie podía oírla. El enmascarado hizo retroceder su cadera y sin ninguna piedad descargo el último golpe. La flor virginal ofreció una pobre resistencia ante la gran fuerza de su atacante, por lo que Gigi no tardo en sentir como la cabeza de aquel ariete entraba en su cuerpo como un cuchillo en mantequilla.

-¡¡¡AAAAAAYYYYYYGGGGGGGGGHHHHHHHH!!!..-los gritos de la pequeña resonaron entre las cuatro paredes de aquel lugar infernal. Su vulva se desgarro con un sonido ahogado, al tiempo que un dolor intenso la sacudía de pies a cabeza, mientras el extraño retrocedía la cadera para sacar su falo del cuerpo infantil, pero esa liberación es solo momentánea, ya que así como la saco el enmascarado la volvió a meter de un solo golpe en la vulva de su víctima, que a cada embestida ofrecía menos resistencia que la primera vez. Los ojos de Gigi se desorbitaron y sin poderlo evitar se orino nuevamente sobre su atacante.

-¡¡¿Te gusta pequeña puta?!!-espeto el enmascarado sintiendo el caliente liquido resbalando sobre sus piernas, sin embargo, eso no le detuvo. Por le contrario sus embestidas se hicieron cada vez más violentas. Mientras que de su boca salían gruñidos más propios de una bestia que de un hombre, señal de que estaba disfrutando hasta la locura de aquel estrecho conducto que era su favorito. El pequeño cuerpo de la niña se movía bajo el suyo al ritmo de las embestidas que la verga de su violador.

-¡AAAHH! ¡AAAAAHH! ¡AAAAAAHH! ¡AAAAAAAAAAHH!...-gemía la pequeña sufriendo a cada embestida de su violador. Durante 15 minutos la verga del extraño entro y salió del cuerpo de Gigi, mientras ella cerraba los ojos tratando de pensar que todo aquello era un sueño, que no estaba pasando, tratando de alejar su mente de aquel infierno, pero el dolor de sus entrañas desgarradas la volvía a la realidad. Aquel monstruo le tomaba de las caderas y la penetraba enérgicamente, sacándosela hasta la punta para después introducirla de un solo golpe, amoldando su vulva a cada embestida, lo cual le producía un gran dolor. Después lo hacía otra vez y otra vez, imprimiendo mas velocidad en cada embestida, haciendo que la vágina de la pequeña ardiera como si le introdujeran una barra de acero al rojo vivo.

-Aaaahhhhh… Aaayyyyyy…-ahora Gigi se quejaba quedamente, con una voz quebrada y sin voluntad, pues su mente estaba completamente perdida, sus ojos lucían muertos y empapados en lágrimas. Mientras aquel monstruo seguía desgarrándola con su enorme falo, el cual estaba bañado en sangre. Milagrosamente el cerebro de Gigi dejo de sentir como esa cosa la penetraba totalmente, el dolor y al ardor eran insoportables, el hombre seguía bombeándola, entrando y sacando su miembro de ella, pero ya no le hacia daño… Al mismo tiempo su mente solo podía pensar en su mamá y en su papá, en lo preocupados que debían estar por su causa; recordó a sus queridas mascotas y, por primera vez en años, recordó quien era ella realmente.

-Finalinasa… Finalinasa…-murmuraba dolosamente mientras levanta la vista hacia el cielo, entre la bruma de su llanto pudo ver su hogar una vez más, un lugar de fantasía y magia que ya no tenía lugar en el mundo de los humanos, ahora entendía la razón y casi le reprocho a su verdadero padre por haberla enviado a aquel lugar. Por su parte el gigante estaba enloquecido de placer. Para él nada era mejor que sentir su verga clavada hasta la raíz. Teniendo a su víctima bien asida bajo el peso de su cuerpo, fue entonces que el desalmado llevo su mano hasta la cacha de su cuchillo y, sin más ni más, asesto una brutal puñalada en el cuello de Gigi justo antes comenzar a eyacular dentro de ella.

-Aaaahhhhhh-se quejo la niña sin darse cuenta, al tiempo que se sumía en la oscuridad eterna. Su cuerpo se convulsionó en agónicos espasmos, mientras la sangre manaba abundantemente de su herida hasta quedar inmóvil. El extraño se levanto sonriente y orgullosamente continuo eyaculando ahora sobre el cuerpo de su víctima. Manchado con restos mezclados de sangre y semen.

-¡CORTE!-grito alguien que aún permanecía oculto en la oscuridad. En ese momento varios reflectores se fueron encendiendo lentamente, descargando una luz fría sobre aquel grotesco espectáculo. Poco a poco aquel lugar se revelo como una gran bodega, donde se había montado un improvisado foro de cine, rodeado con varias cámaras a control remoto que habían grabado todo lo sucedido.

-Excelente.-dijo un hombre que parecía ser el director de aquel siniestro filme.-¡Estuviste estupendo Toru!-

-Arigato.-dijo el extraño al tiempo que se despojaba de su mascara.-¿No creen que me precipité un poco al final?-

-Un poco si.-comento el tercer hombre en aquel foro, quien era el operador del sistema de cámaras.- Hubiera sido mejor que la mataras con las manos, ya sabes que eso les gusta mucho a nuestros clientes.-

-Te prometo que lo haré la próxima vez.-

-Bien, bien, déjense de cosas y vamos a recoger el equipo. Mañana tendremos mucho trabajo editando nuestra nueva película. Además tendremos que mudarnos por un tiempo.-

-¿Lo dice por la "vieja" jefe? Dudo que alguien la encuentre donde la dejamos.-

-No vamos a correr riegos. Además no recuerdo haber pedido tu opinión.-

-¿Y que hacemos con nuestra estrella?-dijo Toru refiriéndose al cadáver de su víctima.

-Lo de costumbre.-

-Pero jefe…-

-¿Pero qué?-

-Ya hemos enterrado a varias allá arriba. No deberíamos cambiar de lugar.-

-¡No te pago para pensar Toru! ¡Solo has lo que te digo!-dijo el director mientras iba a recoger las cintas del foro.

-Eres un tonto.-le reprocho el camarógrafo a su compañero de labor.-Ya sabes que no le gusta que cuestionen sus ordenes.-

-Lo se pero…-

-¡¿Pero que?!-

-Ese lugar me da miedo.-

-¡No digas tonterías! ¡Ahora vamos a trabajar!

Continuara….

Autor: CronCruac.

(*) Mimete, era miembro de la organización conocida como las 5 brujas en la saga Sailor Moon Super S, sin embargo, no parecía tener ningún talento propio excepto para robarse las ideas de sus compañeras, algo que al final le costo la vida.

Nota del Autor. El nombre de Gigi probablemente no signifique nada para la mayoría ustedes, es por eso que les mando algunos datos que encontré en Internet.

Minky Momo, o Gigi como la conocieron allá en los 80’s, era la princesa del país de los sueños y la fantasía, Finalinasa . Cuyo rey, su padre, la envió a la Tierra con la misión de hacer que la gente recuperara sus sueños e ilusiones, debido a que en la ausencia de estos, Finalinasa se había separado de la Tierra. Para cumplir con esta tarea, Gigi uso su magia para ser aceptada por una pareja sin hijos que anhelaban tener uno. Gracias a esta magia, ellos creían que Gigi era su propia hija. Gigi contaba con la ayuda de sus tres mascotas que la acompañan en su misión: Boker (un perro), Coco (un mono) y Yin Yin (una pajarita). Tenía además un medallón mágico que le permitía transformarse en una mujer adulta con habilidades que la convierten en la número uno en cada especialidad: motociclista, tenista, jugadora de futbol soccer, escultora, programadora de computadoras, espía, etc. También contaba un vehículo mágico ( Giromóvil ) que le permite volar hacia regiones tan distantes como Europa, África o el Polo Norte.

Para cumplir su objetivo, Gigi ayudaba a la gente de la Tierra. Cada vez que ella hacía una buena obra, la corona en Finalinatsa brillara, y cada 4 veces que esto sucedía la corona obtenía una nueva joya; y cuando Gigi reuniera 12 joyas, Finalinasa regresará a la Tierra. Sin embargo, al final de la serie la pequeña sufrió una serie de desgracias: Al tratar de ayudar a una persona perseguida por uno matones, estos destruyeron su medallón de un certero balazo. Después un camión cargado de juguetes, la atropello y le causo la muerte. Pero entonces ocurrió un milagro, nunca faltan verdad, y Gigi renació como una niña humana. Luego se supo que eso era necesario pues para obtener la última joya ella debía luchar por alcanzar sus propios sueños. ¡Pero que cursi verdad!

Como nota final dado que Gigi volvió a ser un bebe, su meta tendría que esperar al menos 14 años, la edad en que las princesas mágicas manifiestan sus habilidades, para lograrse. Por lo cual bien hubiera podido coexistir con Serena y Cia sin que ellas supieran de su existencia. Solo que ahora su misión quedara inconclusa.