Infierno (03)

Lita y Mina tambíen son separadas del grupo. Michiru recibe la mejor oferta de su vida. ¿Coincidencia?

Infierno 3

El camino sigue y sigue

desde la puerta.

El camino ha ido muy lejos,

y si es posible he de seguirlo

recorriendo con pie decidido

hasta llegar a un camino más ancho

donde se encuentran senderos y cursos

¿Y de ahí a donde iré? No podría decirlo.

"El Señor De Los Anillos"

Cap 3 "Amanecer en Tokio"

Tokio. Japón

7:30 A.M.

Los rayos del sol apenas estaban entrando por la ventana cuando el agudo timbre del reloj despertador hizo su trabajo, espoleando a su propietaria para hacerla salir de la cama, Lita se revolvió en su lecho por unos instantes. Finalmente no le quedo más remedio que salir de abajo de las sabanas y apagar el despertador. Por un momento se quedo sobre la cama, admirando la calida luz que entraba por su ventana, antes de levantarse y emprender su rutina diaria. Como siempre empezó por darse un baño rápido para luego vestirse con el en su uniforme escolar. Rápidamente realizo algunas labores sencillas como tender su cama y hacerse un desayuno ligero, labores que conocía bien dada su condición independiente.

La princesa de Júpiter aún estaba intranquila por los acontecimientos del día anterior, la desaparición de Serena y el inesperado regreso de los padres de Ami y Rei, todo era tan repentino y extraño que aún le costaba trabajo creer el giro que habían tomado las cosas en tan solo unas horas.

-¿Por qué esta pasando esto?-se pregunto en voz alta al tiempo que se preparaba unos pastelillos de arroz para comerlos a la hora del descanso. Sin embargo, antes de que pudiera colocarlos en la caja que le servía de portaviandas el sonido del teléfono la obligo a salir de la cocina.

-Mochi. Mochi.-dijo al descolgar la bocina del teléfono.

-¿Esta la señorita Lita Kino?.-le interrogo una voz desconocida al otro lado de la línea.

-Si. Soy yo.-la princesa de Júpiter tuvo un mal presentimiento.

-Soy el doctor Akira Daimonji. Del hospital central de Osaka. Su tío, el señor Hiroshi Kino, ha sufrido un accidente y...-Lita sintió que el piso se abría bajo sus pies al tiempo que la bocina resbalaba de su mano. Su rostro se torno alarmantemente pálido y tuvo que recargarse contra la mesa para no caer al suelo. Mientras la voz del medico seguía saliendo por el auricular mientras se balanceaba de un lado a otro.

-Bueno… bueno… ¿Esta ahí señorita Kino?.-preguntaba alarmado por la abrupta interrupción de su interlocutora. La princesa de Júpiter recogió la bocina y hablo apenas con un hilo de voz.

-¿Cuándo?... ¿Cómo?.... –

-Fue esta madrugada.-respondió el medico.-En al carretera num. 103. Esta muy grave y….-

-Voy para allá ahora mismo.-interrumpió la joven sin dudar. Apenas termino el doctor de dictarle la dirección del hospital Lita colgó el auricular y camino hacia la habitación continua, donde estaba su recamara, con manos temblorosas se despojo de su uniforme escolar y se vistió con lo primero que encontró en su closet, una blusa de color azul, un suéter y una falda negra. Después empaco una muda de ropa en una pequeña maleta, junto con su tarjeta de crédito y algo de dinero en efectivo.

Sin perder un momento la joven salió de su departamento y bajo hasta la calle donde, por una extraña coincidencia, había un taxi cuyos pasajeros se estaban apeando. Sin pensarlo dos veces Lita abordo el vehículo y pidió que la llevara a la estación del tren Shinkansen(tren bala) donde se apresuro a comprar un boleto de ida a Osaka. La suerte parecía estar de su lado aquella mañana ya que no tuvo que esperar mucho y poco tiempo se encontraba a bordo del veloz tren rumbo a su ciudad natal.

Por el camino su mente se concentro en los recuerdos de su pasado. Sobre todo en la primera vez que vio a su tío, Hiroshi Kino, hermano mayor de su difunto padre. Fue el día de su cumpleaños, o al menos así lo recordaba, él había llegado cargado de regalos para ella y para su madre. Luego, cuando llego la tragedia, su tío la sostuvo entre sus brazos todo el tiempo que duro el sepelio. A partir de ese día él la llevo a vivir a su casa y la crío como si fuera su propia hija. Gracias a él pudo superara el dolor por la perdida de sus padres. Recordó sus mimos, su apoyo, sus reprimendas y todo lo que había vivido al lado de aquel hombre. Y ahora estaba a punto de perderlo a él también.

Tres horas después la joven llego a su destino y sin perder un momento tomo un taxi a las afueras de al estación para llegar al hospital lo antes posible. De nueva cuenta se hundió en sus pensamientos, hasta que la ruda voz del chofer la hizo volver a la realidad.

-¡Señorita!... ¡Señorita!... Ya hemos llegado.-le grito malhumorado mientras las puertas automáticas se abrían. Lita miro hacia fuera y comprobó que estaban a la entrada principal de nosocomio.

-¡Son 500 yenes!-le grito el conductor impaciente porque bajara de una vez.

-Tenga.-le dijo Lita entregándole el primer billete que pudo sacar de su maleta. Si era poco a mucho la joven nunca lo supo pues rápidamente se apeo del vehículo y entro corriendo al hospital. Inmediatamente se dirigió a la recepción y solicito informes sobre su tío.

-Esta en terapia intensiva.-le dijo una enfermera tras consultar su lista de ingresos.-Siga por el pasillo hasta el ascensor. Es en el tercer piso.-Lita le agradeció con un murmullo y se apresuro a seguir las indicaciones de la enfermera. Cuando Lita llego al tercer piso miro en todas direcciones tratando de encontrar a alguien que le orientara. Casi de inmediato descubrió a dos hombres hablando al fondo del pasillo, uno de ellos portaba la inconfundible bata de medico, el otro, para su sorpresa, le resulto bastante familiar. Se trataba de un hombre maduro, enfundado en un tradicional Kimono de color negro, de rostro amable, y con la piel tostada por el sol. En su cabeza apenas y quedaba algo de cabello blanco como la nieve. Era Gyobu Tokuzawa, el socio y mejor amigo de su tío.

-¡Señor Tokuzawa!-exclamo la joven acercándose a ellos. El anciano la miro incrédulo por unos instantes antes de esbozar una sonrisa en sus labios.

-Lita. ¿Realmente eres tú?-exclamo el anciano admirado por la belleza que Lita había alcanzado desde la última vez que el la había visto. Sin embargo, la princesa de Júpiter no presto atención a sus palabras y se dirigió al medico directamente.

-¿Cómo esta mi tío?-pregunto la joven ansiosa por recibir noticias de su pariente.

-Por ahora esta estable.-le respondió el hombre que estaba junto al señor Tokuzawa, al tiempo que se inclinaba respetuosamente ante ella.-Soy el doctor Daimonji.-aquel acto hizo que Lita se sonrojara por su falta de educación y de inmediato se apresuro a corregir su error haciendo una solemne caravana frente a los dos hombres.

-Lo siento.-dijo sin levantar la cara.-Es que…-

-Lo entendemos.-intervino Gyobu en tono conciliador.-A sido una amarga sorpresa para todos.-

-¿Puedo verlo?-pregunto ansiosa de comprobar por si misma que su tío estaba vivo. Ambos hombres intercambiaron miradas y finalmente el medico le indico el camino.

-Por aquí.-la joven siguió al doctor a través del pasillo hasta una puerta marcada con el numero 350. Daimonji se detuvo frente a una puerta y espero a que Lita y Gyobu llegaran junto a el.

-Hay algo que debe saber señorita.-le dijo el medico adoptando una aire sombrío.-Su tío ha sufrido lesiones internas sumamente graves que nos han obligado a ponerle una serie de aparatos de sustento. Por lo que su aspecto es muy desagradable.-

-Estaré bien.-dijo la joven valientemente. El galeno le dio a la princesa de Júpiter unos instantes para prepararse y al fin abrió la puerta. Todos entraron en silencio y se acercaron hasta el lecho donde reposaba el paciente. La princesa de Júpiter sintió que un manto helado caía sobre ella al ver al hombre tendido. Con el rostro deformado a causa de los golpes y cubierto por una mascara de plástico, con los antebrazos traspasados por agujas conectadas a bolsas de suero y plasma. Todo era silencio excepto por la hueco sonido de un respirador y el monótono tintineó de los monitores que lo rodeaban.

-¿Se pondrá bien?-pregunto con una voz quebrada por la angustia.

-No lo se.-dijo el medico con evidente contrariedad.-Hasta ahora a reaccionado favorablemente. Pero no podré darle un diagnostico exacto hasta que recobre la conciencia. En verdad lo siento.-Lita quiso acercarse más, pero la mano del medico la detuvo. Ella lo miro suplicante pero Daimonji movió la cabeza en señal de negación y a señas le indico que tenían que salir de ahí. La joven se resistió un poco pero al final se dejo conducir fuera de la habitación.

Una vez afuera el medico se despidió de ellos y se marcho para continuar con su trabajo. Al quedarse solos el viejo Gyobu coloco cariñosamente su mano sobre el hombro de la joven tratando de darle ánimos para enfrentar la situación..

-El estará bien.-le dijo tratando se sonar convincente. La princesa de Júpiter se limpio las lágrimas y es esforzó de asumir una postura valiente mientras se dejaba conducir por el señor Takusawa hasta la sala de espera, nada le hubiera gustado más que contar con el apoyo de sus amigas en ese momento, pero sabía que esta vez tendría que enfrentar aquella situación… sola.

Tokio.

8:00 A.M.

Como cada mañana Mina Aino se levanto de un salto de la cama, en cuanto comprendió que ya se le había hecho tarde, para darse un baño y vestirse a toda prisa con su uniforme escolar. En su mente aún estaban presentes los eventos del día anterior, pero su natural optimismo le hacía confiar en que de algún modo todo saldría bien. Desde la cama Artemis miraba a su joven protegida ir de un lado a otro, no sin echarle una que otra mirada mientras se cambiaba de ropa.

-¿Por qué no me despertaste?-le reprocho Mina, como hacía cada mañana, justo antes de salir de salir de su habitación.

-Lo intente pero no me hiciste caso.-le contesto el felino blanco, aún a sabiendas de que ella no lo había oído. A toda prisa la princesa de Venus bajo las escaleras y se dirigió a la cocina para tomar algo del desayuno.

-Buenos días.-dijo atropelladamente mientras tomaba una tostada con mantequilla del plato de su padre, el cual estaba ocupado leyendo el periódico de la mañana. En tanto su madre preparaba un suflé de huevos para complementar el desayuno. Kaoru Aino era una mujer de 36 años de cabello azul marino, de ojos azules y una figura excelente. Su esposo Masasi, era un hombre delgado, de cabello castaño y aspecto gentil, sobre todo por los lentes de grandes aros que destacaban en su rostro. Mina comió a toda prisa y después de dar las gracias se levanto para irse a la escuela.

-Espera un momento Mina.-le dijo su padre saliendo de a tras del periódico.-Ayer te llego una carta.-

-¿Una carta para mí?-interrogo la princesa de Venus deteniendo por un momento su loca carrera matutina.-¿Dónde esta?-

-En la mesa junto al teléfono.-le contesto su padre volviendo su atención nuevamente al diario. Intrigada Mina se apresuro a llegar a la mesa para echarle un vistazo a la carta. En efecto su nombre estaba claramente escrito en el sobre. Pero lo que más le impacto fue cuando miro el otro lado del sobre y leyó el nombre del remitente.

-¡Takuma Moromochi!(*)-exclamo sin poder contener su emoción. Sin perder un momento la joven abrió el sobre para leer aquella inesperada misiva.

-"Señorita Mina Aino:

Me siento muy complacido en informarle que ha sido seleccionada por la compañía de modelos

Hipnos para participar en nuestro concurso "Alcanzando las estrellas". En este sobre encontrara una credencial personalizada con la que deberá presentarte en los estudios de T.V. Tokio el día 10 del presente mes a la 1:00 P.M. Si no es así se te descalificara automáticamente.

Attn: Takuma Moromochi."-

Mina estallo en una escandalosa carcajada y volviendo sobre sus pasos entro de nuevo a la cocina

dando voces de alegría.

-¡LO LOGRE!.- gritó al tiempo que comenzaba un alocado baile de victoria. Una gruesa gota

de sudor apareció en las cabezas del matrimonio Aino mientras observaban a su hija, que parecía

haberse vuelto loca.

-¡LO LOGRE!... ¡LO LOGRE!- repetía Mina si parar.

-Mina...- dijo su padre tratando de atraer la atención del huracán rubio.

-¡LO LOGRE!...¡LO LOGRE!...

-¡Mina!...-repitió su madre con el ceño fruncido y una cruz palpitante en su frente.

-¡LO LOGRE!.. ¡LO LOGRE!...

-¡MMMIIINNNAAA!.- gritaron ambos con fuerza. Solo entonces la princesa de Venus detuvo su

alocada danza y se percato del ridículo que estaba haciendo.

-¿Qué fue lo que lograste?- pregunto al fin en voz baja. Por toda respuesta Mina le entrego la

carta a su padre para que este leyera su contenido.

-¿Takuma Momomochi? ¿No es el famoso cantante y productor?-interrogo su padre al termino de

la lectura.

-¡SSSSSIIIIIII!-exclamo Mina levantando los brazos al cielo.-¿No es fabuloso? El mismo me mando

esta tarjeta para que participe en el concurso.-

-Muy bien hija.-le dijo su padre con una gran sonrisa iluminando su cara. Sin embargo, cuando

ambos buscaron con la mirada a Kaoru, su alegría se estrello contra la fría aptitud de la señora de la casa, quien permanecía con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre su pecho.

-¿Ocurre algo querida?-le pregunto su esposo con una nerviosa sonrisa, antes de que ella le lanzara una mirada fulminante que lo hiciera callar y casi esconderse bajo la mesa.

-Siéntate Mina.-ordeno Kaoru señalándole la silla colocada al otro extremo de la mesa.

-Pero se me hace tarde…-

-¡Siéntate!-ordeno amenazante, al tiempo que se levantaba de su lugar y apoyando ambas manos en el borde de la mesa. Mina se apresuro a cumplir el mandato de su madre y ocupo el lugar que ella le indicaba. En cuanto lo hizo Kaoru volvió también a su asiento y la miro fijamente antes de hablarle de nuevo.

-¡Escucha Mina! ¡Durante años he sido muy tolerante con esa tontería de que quieres ser "una estrella" del espectáculo! ¡Pero se acabo! ¡Ya tienes 16 años y es tiempo de que pongas los pies sobre la tierra!-

-Pero mamá…-

-¡No me interrumpas!-espeto Kaoru levantándose de nuevo de su asiento.-¡No permitiré que sigas perdiendo el tiempo con esas fantasías infantiles! ¡Así que no quiero volver a escuchar nada sobre concursos, ensayos, o cualquier otra tontería! ¡Tú única meta será terminar tus estudios y entrar a la universidad! ¡Solo así serás una persona respetable!-

-¿Qué es lo quieres decir con eso?-pregunto Mina apretando los puños.

-¿Lo quieres más claro? Muy bien. ¡No voy a permitir que mi hija termine en la cama de algún director o lo que sea solo para tener un lugar en la farándula!-Mina no pudo articular una sola palabra, estaba demasiado herida por las palabras de su madre. ¿Eso era lo ella pensaba de su gran sueño? ¿Que era indigno y sucio? Suplicante miro a su padre en busca de ayuda, pero Masasi estaba demasiado sometido a la voluntad de su madre como para apoyarla en su contra.

-Algún día lo entenderás Mina.-le dijo sin atreverse a mirarla de frente. La princesa de Venus no pudo contenerse más y salió corriendo de la cocina rumbo a su habitación. Sus ojos estaban llenos de lágrimas de frustración y rencor hacia la autoridad de sus padres. Al quedarse solos Masasi se atrevió a cuestionar a su mujer.

-¿No crees que exageraste?-le dijo tímidamente.

-En lo absoluto.-le respondió ella sin amilanarse ni un poco.-Todo le mundo sabe que hoy en día las jóvenes como Mina son presa fácil para los charlatanes. Y no voy a permitir que mi hija se eche a perder así nada más.-sin decir más Kaoru abandono la cocina dejando a su esposo solo y no muy convencido de sus razones. Mientras tanto, en su cuarto, Mina lloraba fuertemente recostada sobre su cama en protesta contra los deseos de su progenitora. Sobre todo porque sabía lo que significaban las palabras "persona respetable" para su madre. Querían decir que terminara una carrera cualquiera, entrara a trabajar en donde fuera y a los tres años se casara con quien sabe quien para formar una familia. Como ella lo había hecho. Pero Mina no era su madre y no estaba dispuesta a seguir sus pasos así nada más.

-¡Ya lo verán! ¡Yo seré una verdadera estrella sin necesidad de acostarme con nadie!-se prometía a si misma mientras sujetaba entre sus dedos la credencial especial que le habían enviado.

-Mina… ¿Qué ocurre?-le pregunto de pronto una voz muy familiar.

-Artemis.-dijo la joven levantándose de la cama y enjugando sus lágrimas con el dorso de su mano.-¿Hace cuanto que estas aquí?-

-Acabo de llegar.-le respondió el felino blanco quien la miraba preocupado.-Pero dime que ocurre.-

-Es mi madre…-en pocas palabras la princesa de Venus le contó a su guía todo lo ocurrido aquella mañana. Artemis la escucho atentamente y al final solo pudo hacerle una pregunta.

-Bueno y… ¿que piensas hacer.-

-¡No voy a renuncias a mi sueño!-grito Mina como si desafiara a su peor enemigo.-¡No quiero hacerlo y no lo haré!-impulsivamente la joven se levanto de la cama y corrió hacia la ventana como si fuera a saltar por ella para escapar hacia noche. Pero al final solo se quedo frente a ella contemplando las estrellas del cielo, con las manos apoyadas sobre el marco. El gato blanco de la luna la miro en silencio por unos instantes, tratando de pensar en alguna cosa que pudiera decirle para aliviar su pena, pero esta vez se trataba de algo más allá de lo que un consejero como él podía resolver.

-Tu madre solo trata de protegerte Mina.-fue todo lo que pudo decir.

-Lo se.-dijo Mina sin apartar la vista del firmamento.

-¿Lo sabes?-

-No soy tan tonta Artemis.-le respondió la joven con cierta amargura.-He escuchado muchas historias acerca de lo que puede pasarle a una chica mientras trata de entrar al espectáculo…Pero…-

-¿Pero?-

-¡Quiero seguir adelante!-Mina se volvió en ese momento hacia su felino amigo, en su rostro había un gesto inconfundible de decisión.-¡Estoy segura de que puedo lograrlo! ¡Solo necesito una oportunidad y la diosa del amor, Mina Aino, se convertirá en la estrella más famosa del mundo!-afirmo la joven rubia con una brillante aura rodeando su cuerpo. Artemis la miro satisfecho, aunque el discurso de Mina no dejaba de avergonzarlo un poco. La princesa de Venus corrió a su armario y empezó a escoger el vestido que llevaría a la adición.

-¿Este?... ¿O mejor este?-decía mientas se colocaba cada vestido delante del espejo.

-Errr… Mina.-

-No creo que el azul se me ve más bonito.-

-Mina.-

-¿O será mejor el rosa?-

-¡MINA!-

-¡UUUUUUYYYYYY! ¡¿Qué quieres Artemis?!-pregunto la joven molesta por la interrupción de su guardián.

-Disculpa pero… ¿No deberías estar ya en la escuela?-Mina se quedo congelada, blanca como un fantasma, con los ojos muy abiertos y la cara descompuesta en una mueca tonta.

8:20 A.M. muchos habitantes de la región de Jubba juraron que esa mañana escucharon algo parecido al grito de un chica resonando por encima de los ruidos propios de la ciudad. Otros comentaron en sus trabajos algo acerca de un bólido rubio que sin ninguna precaución cruzó por las calles esa mañana, corriendo y saltando entre los autos. Y en casa de la familia Aino el señor Masasi tuvo que llamar al veterinario para que examinara a su gato, mascota de su hija, al cual encontró tirado en el pasillo con la huella de un zapato justo a mitad de su lomo.

Tokio Japón.

10:00.am.

Aquella mañana Haruka Tenou despertó primero al lado de Michiru. Por un momento se quedo quieta, admirando la hermosa figura de su compañera que ante sus ojos lucía más hermosa que otras mañanas. Aquel pensamiento la hizo sonreír dulcemente. Después se levantó cuidadosamente de la cama y en silencio se encamino hasta el cuarto de baño para darse una reconfortante ducha. Después, con idéntico sigilo, se vistió con un pantalón deportivo y una camiseta antes de bajar hasta la cocina y preparar el desayuno. En su mente aún estaba frescos los eventos de la noche pasada.

<< Flashback

Las agudas notas del violín era todo lo que se escuchaba en el interior de la casa de campo. En la cocina, Haruka Tenou lavaba los platos de la cena, algo que realmente odiaba, pero todo era mejor que quedarse en la sala y mirar a Michiru tocando el violín. Pues no había nada más irritante para ella que ver a su amada sumida en el éxtasis de la música, lejos de ella, deslizándose de un lado a otro, como si danzara para un amo invisible que la seducía con una voz construida de gemidos y llantos, en un lenguaje que le era incomprensible. Haruka nunca admitiría ante nadie, ni aún ante si misma, lo celosa que se ponía cada vez que Michiru practicaba, era como si un amante invisible la arrebatara de su lado. Si, eso era el violín, un amante que podía enardecer la sangre de Michiru, llevándosela lejos sobre las alas de sus agudas notas, haciendo que su corazón palpitara a cada golpe del arco sobre las cuerdas.

Haruka lo sabía, o como lo sabía, muchas veces después de los conciertos Michiru le esperaba en los vestidores, impaciente, encendida de pasión por las notas del violín; entonces era cuando los celos la herían más, se sentía como un sustituto, como un paliativo que la diosa de Neptuno usaba para calmar las ansias que le había despertado su frío amante de madera vieja y cuerdas hechas de tripas de gato. Entonces la odiaba, pero la visión de sus ojos húmedos de deseo la atrapaban con más fuerza que la mítica red de Vulcano, y nada podía impedir que la tomara entre sus brazos, que la besara, que le diera todo su ser.

-Que cruel eres Michiru.-pensó mientras terminaba con el último plato. La música callo. Haruka sintió que un delicioso escalofrío le corría por la espalda y espero. Michiru entro en la cocina con una amplia sonrisa, fruto de su desliz con la música, y sin decir nada se sirvió un vaso de agua fresca.

-¿Qué te pareció?.-pregunto a su compañera antes de beber el vital liquido.

-Estuvo bien.-dijo Haruka sin demostrar el más minino entusiasmo.

-¡¿Solo bien?!-exclamo la princesa de Neptuno con aire ofendido.-Haruka, a veces pienso que no te importa nada de lo que yo hago.-

-Sabes que si me importa.-replico Haruka.-Es solo que no me siento capaz de juzgar tu arte. Es todo-

-¿Solo es eso?-interrogo Michiru acercándose a Haruka, quien de inmediato sintió una ola de calor emanando del cuerpo esbelto de la bella violinista.-¿De que tienes miedo Haruka?.¿Qué es lo que te hace huir cada vez que tomo el violín en mis manos?-

-No se de que hablas.-replico la princesa de Urano, maldiciendo la forma en que Michiru podía ver dentro de su alma. Las manos de la joven violinista se posaron sobre los pechos de Haruka, ocultos tras un apretado corpiño, acariciándolos suavemente. La chica rubia sintió arder sus mejillas, pero no se movió, solo se dejo hacer.

-Me voy a la cama.-dijo Michiru emprendiendo el camino hacia sus habitaciones. Haruka se quedo unos minutos más en la cocina, inmóvil, como si dudara del significado de las palabras de su amada. Al fin abandono la cocina y lentamente subió las escaleras hacia el piso superior, en el camino pensó en lo silenciosa que se había quedado su casa desde hacía algunas semanas. La pequeña Hotaru, Sailor Saturno, después de que Rini regresara a su hogar en el futuro había resuelto volver al lado de su padre, el profesor Tomoe, y juntos se habían mudado a Kioto donde el profesor había conseguido empleo en una importante escuela técnica.

En cuanto a Setsuna, Sailor Plutón, esta había regresado a su labor custodiando la puerta del tiempo, lo cual era casi un adiós definitivo. Desde luego Haruka las extrañaba, sobre todo a Hotaru, pero al mismo tiempo se alegraba de haber recobrado su intimidad y poder demostrar su amor por Michiru sin tapujos.

Sigilosamente, casi de puntitas la princesa de Urano llego hasta la puerta de la recamara principal y con todo cuidado hizo girar el picaporte. Al asomarse al interior la princesa de Urano quedo embelezada al contemplar la bella figura de Michiru tendida en la cama, desnuda como una diosa pagana esperando al héroe que la reclamara como suya.

Haruka admiro la belleza de su amiga y compañera, su cabellera verde como el mar se desparramaba libremente sobre la almohada, sus bellos ojos estaban cerrados dándole un aspecto de ensueño. Los ojos de la princesa de Urano descendieron hasta el valle donde se alzaban los espléndidos senos de su amada, coronados de areolas rozadas, que se movían suavemente al compás de su respiración, luego miro su delicada y estrecha cintura y sus caderas firmes, las esbeltas y bien torneadas piernas y por fin el índigo delta oculto entre sus blancos muslos.

La princesa de Urano entro en la habitación y se fue acercando hacia la cama. Todo su ser ardía en un fuego de pasión avivado por la visión de esa diosa de los mares. Delicadamente se arrodillo a un lado de la cama y poso su mano sobre la tersa piel, rozándola apenas, su calor era delicioso y el aroma que emanaba de ella era embriagador. Una sonrisa picara apareció en el rostro de Haruka al darse cuenta de lo mucho que debía parecerse en ese instante al ficticio príncipe que había encontrado a la bella durmiente, aunque dudaba que aquella fuera la mitad de hermosa que su compañera. En todo caso, decidió "seguir con la argumento" y tomando entre sus brazos a Michiru deposito su mejor beso en sus labios carnosos.

Pronto sintió que los delicados brazos de su "bella durmiente" se cerraban en torno a su cuerpo, al tiempo que sus labios se abrían para permitir el paso de la ansiosa lengua del "príncipe encantado" que la despertaba de su sueño. Ambas bebieron la humedad de sus bocas mientras sus lenguas se entrelazaban como dos serpientes enfrascadas en un duelo mortal.

Haruka tuvo que separarse unos instantes de su amada para despojarse de la camisa, el corpiño y los pantalones que portaba. Desde la cama, Michiru admiro a su vez la belleza de su "príncipe" sus hombros eran un poco amplios para una chica, pero suaves como tiernas palomas, sus cintura estrecha y sus caderas amplias, sus torso estaba adornado con dos pechos pequeños, como los de una colegiala, que a veces parecían desaparecer dándole un aspecto masculino. En verdad no era raro que muchas chicas le tomaran por un varón, a veces ella misma lo creía, sobre todo con esos rasgos indefinidos, pero hermosos, que le adornaban el rostro, su cabello rubio y corto era otro detalle encantador.

Al quedar desnuda la guerrera del espacio exterior volvió al lado de su amada y nuevamente la beso con pasión, mientras sus manos firmes tomaban sus senos para oprimirlos con gentileza. Por largo tiempo solo estuvieron así, juntas, disfrutando el simple hecho de estar una en brazos de la otra. Sin embargo, la pasión de Haruka necesitaba más que eso para saciarse y abandonando los labios de Michiru empezó a recorrer su delgado cuello, sus hombros y bajar finalmente hacia las montañas que le esperaban ansiosas.

-¡Aaaggggggg!... ¡Muuuuuu!..-gimió la princesa de Neptuno cuando los labios de Haruka se cerraron en torno a uno de sus pezones, haciendo que su pecho se endureciera como una roca al tiempo que un profundo hormigueo le recorría todo el cuerpo. La princesa de Urano recorrió lentamente los generosos pechos de su amada, lamiendo cada tramo de su piel, degustando el sabor salino del sudor que brotaba por sus poros. Así se mantuvo largo rato, besando, lamiendo y mordisqueando las carnes trémulas de su amante, para luego seguir su camino a través de su abdomen, dedicándole unos momentos de atención al hueco del ombligo donde su lengua perforo un poco haciendo saltar a su presa.

-No por favor.-se quejo la princesa de Neptuno por la intrusión de su compañera en esa parte de su cuerpo, pero no hizo nada por apartarla. De todos modos, Haruka ya seguía su camino hacia su entre pierna, besando las ingles y los muslos tersos de Michiru, antes de hundir su cabeza rubia entre ellos para alcanzar su meta y posar sus labios sobre la vulva de su amada.

-¡Pronto!.. ¡Pronto!... ¡Hazlo como solo tu sabes Haruka!... ¡Tómame como tu sabes!-gemía Michiru al tiempo que abría ampliamente las piernas para rendir su intimidad a su impetuosa compañera de armas. Esta dedico unos momentos a morder suavemente los abultados labios de la vulva, ocultos detrás de una espesura verdosa. Luego dejo que su lengua, ágil y hábil, penetrara entre ellos para tomar posesión de la vagina y hurgarla profundamente, para lamer los néctares que su amante le ofrecía como recompensa por su devoción. Haruka tomaba de esa fuente como si la vida le fuera en ello, pero también se daba tiempo para sentir como los néctares de Michiru resbalaban por su garganta. Por su parte la princesa de Neptuno acariciaba entre sus manos la cabeza de su amante, hundiendo sus dedos en el cabello rubio y sedoso la princesa de Urano.

-¡Sigue!.. ¡Sigue!... ¡No te detengas Haruka!...-tartajeo la bella artista.-¡Aaaaaaggg!... ¡Que me corroo!.-Estremeciéndose convulsivamente Michiru descargo a raudales su placer, inundando la boca ansiosa de Haruka. Pero esta, en lugar de detenerse, arremetió con más enjundia haciendo que su presa experimentara un nuevo orgasmo en pocos segundos. Después, sin esperar a que Michiru se recuperara, Haruka se tendió nuevamente sobre ella, incrustando su muslo derecho entre las piernas de su amada, la cual acomodo a su vez su muslo entre las piernas de Haruka, para poder frotar con su piel el ardiente botón de la princesa de Neptuno.

Eran dos fieras en celo que no estaban dispuestas a dar ni pedir cuartel. Michiru se desmadejó entre los brazos de Haruka, gozando del placer que solo su compañera podía darle, aceptando mansamente que aquella levantara una de sus piernas para apoyarla en su hombro, permitiendo así que sus vulvas se encontrara para comenzar a frotarse en un beso sáfico que las llevaría a ambas al más grande éxtasis. Sus clítoris se raspaban deliciosamente a cada embestida, mojando las blancas sabanas con sus derrames de placer.

-¡Ohhhhh!... ¡Haruka!.. ¡Haruka!...¡Te amo!..-gemía Michiru sintiendo la deliciosa muerte del orgasmo cernirse sobre ella.

-¡Si!... ¡Siii!... ¡Dilo fuerte!... ¡Dime que me amas!...-reclamo Haruka sintiendo la proximidad de su propio orgasmo.

-¡Te amo!.-grito Michiru mientras se meneaba hacia atrás y hacia delante para frotar su vulva contra la de su compañera, al tiempo que sus uñas se hundían en sus pechos para aumentar el placer que recorría su cuerpo.

-¡Yo también te amo Michiri Kaiou!... ¡Te Amo!..-respondió Haruka apretando desesperadamente el cuerpo de la princesa de Neptuno contra su torso, frotando salvajemente su clítoris contra el de Michiru hasta que el cause se rompió y sus entrañas destilaron una lluvia de secreciones que mojaron sus piernas, dejándolas húmedas y tibias, mientras sus cuerpos temblaban a causa del placer que juntas habían alcanzado. Haruka se dejo caer sobre su amante y por un rato permaneció así, unida a la persona que daba sentido a su vida. Por su parte Michiru cerró y tomando nuevamente la mano de Haruka se abandono al delicioso sopor reservado solamente para los amantes.

Poco a poco la habitación fue quedando en silencio, solo la luna que indiscreta se asomaba por la ventana de la recamara las vio recostadas, una junto a la otra, respirando tranquilamente. Haruka admiro un rato más la belleza de la joven violinista, mientras sentía como la brisa nocturna iba secando el sudor de sus cuerpos produciéndole un delicioso frío sobre su piel.

<< Fin de flashback

-Despierta o quemaras el pan.-dijo una voz sacando a Haruka de sus apasionados recuerdos. Al volverse la princesa de Urano descubrió a su bella amante, cubierta solo por una vaporosa bata de noche, mirándola desde el umbral de la cocina. El ambiente estaba impregnado del delicioso aroma del pan tostado y la mantequilla derritiéndose sobre su superficie. Sin faltar la aromática esencia del café recién hecho.

-Esperaba poder llevarte el desayuno a la cama.-dijo Haruka mientras colocaba unos pequeños platos sobre una pequeña mesa de metal cromado.

-Vaya. Pues si es así como vas a reaccionar cada vez que hagamos el amor, entonces tendremos que hacerlo mas seguido-dijo pícaramente la princesa de Neptuno, pues no era común ver a Haruka ejerciendo una actividad tan femenina. Después se dio media vuelta para volver a la recamara.

-Dejaré que termines lo que empezaste. Te espero arriba.-

-Te amo Michiru...-murmuró Haruka antes de verla desaparecer. Esa chica era tan especial para ella, sabía que nunca nadie podría quitarla del lugar que tenía en su corazón. La amaba intensamente. Devotamente terminó de preparar el desayuno y lo llevó hasta donde le esperaba Michiru. Ella se encontraba recostada en la cama hojeando un libro distraídamente. Haruka colocó la mesa de metal sobre las piernas de Michiru y luego se sentó junto a ella. La bella violinista observó con fascinación su desayuno, no era la gran cosa pero sin duda Haruka se había esmerado en los pequeños detalles. Una hermosa rosa blanca adornaba una esquina de la mesita dándole un toque de elegancia.

Mientras que debajo de ella estaba la correspondencia del día, que Haruka sin duda había sacado del buzón antes de subir. A un lado un vaso lleno de jugo de naranja y un par de rebanadas de pan francés. Dio un trago al jugo y luego abrió una a una las cartas que le habían llegado. La mayoría eran de admiradores que alababan sus pinturas o sus conciertos, sin faltar las notas donde le declaraban un amor eterno, algo que siempre le hacía sonreír.

-¿Qué es tan divertido?-interrogo Haruka con su habitual tono celoso. La bella violinista miro divertida el ceño fruncido de su compañera y amante, como siempre los celos de su pareja le incitaban a ser un poco "traviesa".

-Solo pensaba.-dijo de forma enigmática, a sabiendas de que eso encendería más los celos de Haruka. Pero antes de que la corredora pudiera decir una palabra más el timbre del teléfono se dejo escuchar en la habitación. Michiru reacciono de inmediato y de un salto ágil se levanto de la cama para ir a contestar.

-Mochi, mochi… ¡Señor Tatewaki, encantada de oírlo!-la mención de aquel nombre casi hizo que Haruka se atragantara con el café que estaba tomando. Amano Tatewaki era el representante artístico de Michiru, encargado de todo lo relacionado a las presentaciones de la princesa de Neptuno como concertista de violín así como del trato con las galerías para la exposición de sus cuadros. Razón por la cual su llamada solo podía significar una cosa, trabajo.

-Si, lo conozco de oídas… ¿En serio?... ¿Cuándo?... ¡Claro que me interesa!-era todo lo que Haruka podía escuchar de aquella conversación telefónica.-Esta bien. Nos vemos en la tarde!-dijo la bella pintora antes de colgar la bocina.

-¿Qué quería ese tipo?-pregunto la rubia apenas Michiru se volvió hacia ella.

-¿Has escuchado sobre Robert L. Willson?-le interrogo a su vez la chica del cabello aguamarina.

-No. Nunca.-le respondió la princesa de Urano casi sin pensarlo.

-Pues es un famoso critico de arte y además forma parte del consejo directivo del Museo Metropolitano de Nueva York.-

-¿Y?-

-Pues Amano dice que le llamo ayer por la noche. Dijo que vio mi última exposición y que esta interesado en llevarla a los Estados Unidos.-dijo la bella pintora sin poder disimular su entusiasmo. Por su parte la corredora rubia se mantenía impasible é incluso irritada ante aquella noticia.

-Apuesto a que es mentira.-dijo fríamente al tiempo que tomaba la bandeja para regresarla a la cocina.

-¿Qué quieres decir con eso?-le dijo Michiru visiblemente molesta.-¿Insinúas que mis pinturas no son dignas de ese gran museo americano? ¡Muchas gracias! No sabes como me gusta contar con tu apoyo.-

-Yo no quise decir eso.-dijo Haruka volviendo sobre sus pasos.-Es solo que ese tipo haría o diría cualquier cosa con tal de tener un cita contigo.-

-Si es así te juro que le sacare los ojos a Tatewaki.-sentencio la hermosa artista con tal fiereza que la joven rubia casi sintió pena por aquel pobre tipo, si es que mentía.-Pero ahora dime ¿que opinas tú de mis pinturas?-

-¿Yo?... Bueno… Me gustan…-balbuceó Haruka tomada por sorpresa.

-¿Te gustan? ¡Eso es todo!-

-Vamos Michiru… Sabes que soy corredora de autos, no critica de arte.-

-Pues aún así podrías ser un poco más… entusiasta.-se quejo la pintora al tiempo que le daba la espalda a su compañera.-Lo que pasa es que no te importa nada de lo que hago.-se quejo con una voz quebrada que parecía anunciar un llanto inminente. Avergonzada la princesa de Urano dejo la bandeja sobre la cama y acercándose a su amada coloco sus manos cobre los tersos hombros de la hermosa artista.

-Sabes que eso no es cierto.-le dijo al tiempo que le obligaba suavemente a volverse hacia ella.-Todo lo que se relacione contigo me importa… y mucho.-

-¿Lo dices en serio?-dijo Michiru levantando su bello rostro hacia el de su amante.

-Te lo juro.-declaro solemne la chica rubia mientras su rostro descendía hacia el de su amante marina. Pero antes de que pudiera consumar su deseo la bella violinista el contuvo.

-Entonces no te importara hacer hoy el quehacer de la casa. ¿Verdad?-

-¿Qué cosa?-dijo Haruka dándose cuenta de que había caído en una trampa.

-Amano dijo que me esperan en el restauran del hotel embajador dentro de un hora. Así que apenas tengo tiempo para arreglarme y llegar a tiempo. Nos vemos.-como una niña traviesa Michiru se soltó de los brazos de Haruka y corrió la baño para asearse, dejando a su amante con un palmo de narices.

-¡AAAAHHHHHHH! ¡Odio que me hagas esto!-grito la corredora en cuanto logro salir de su estupefacción.

CONTUNUARA

Autor: CrocCruac.

(*) Takuma Moromochi: Este personaje apareció en la saga Sailor Moon Super Star. No se si sea una persona real o si es totalmente ficticio. Pero apareció como una estrella consumada y tiene un importante peso en el mundo artístico japonés.