Infierno (02)

Lo que estuvo unido será dividido. Lo que estuvo separado se unira de nuevo.

INFIERNO 2

Cada tarde, a la salida de la escuela, los niños se iban a jugar al jardín del Gigante… amplio y hermoso, con arbustos de flores y cubierto de césped verde y suave

-¡Qué felices somos aquí!-se decían unos a otros.

Pero un día el Gigante regresó.

Oscar Wilde "El gigante egoísta"

Cap. 2 "El regreso de un extraño"

Tokio. Japón:

Escuela preparatoria Jubba. 8:00 am.

El día empezó de manera normal para los estudiantes de la escuela preparatoria Jubba. En el salón 1° A Todos esperaban la llegada del profesor Togo, quien impartía la primera clase del día, entre sus alumnos se encontraba la siempre inquieta Mina Aino quien se encontraba absorta leyendo una revista de espectáculos, cuyos artículos pronto la hicieron soñar despierta con un gran escenario donde ella pudiera brillar como toda una estrella. De pronto alguien perturbo su ensueño.

-¡Mina!-la princesa de Venus estuvo a punto de caerse de su pupitre a causa de aquel rudo "despertar".

-¡Presente!-dijo sin pensarlo, creyendo por un momento que su maestro estaba pasando lista a su clase.

-Calmate Mina.-le dijo Lita sorprendida por su extraña reacción.

-Oh eres tú.-dijo la princesa de Venus dejando escapar un suspiro de alivio.-¡Porque me asustas de ese modo!-

-Lo siento.-dijo la princesa de Júpiter, mientras una gruesa gota de sudor resbalaba por su nuca.-Pero quería preguntarte ¿por qué no ha llegado Serena?-

-¿No ha llegado?-pregunto Mina cayendo en cuanta de que el lugar de su compañera estaba vació.-Es verdad. Y ya falta poco para qué empiece la clase-dijo preocupada y agrego.-Ahora que lo pienso trate de hablarle ayer por la noche para preguntarle algo sobre la tarea de biología. Pero no nadie me contesto en su casa.-

-¿Crees que le haya pasado algo?-dijo Lita cada vez más inquieta.

-Tal vez el pastel le hizo daño.-dedujo Mina en voz alta.

-¿Qué insinúas?-exclamo indignada la princesa de Júpiter.-¿Qué mi comida enferma a la gente?-

-No.. Claro que no…- balbuceó la princesa de Venus temerosa de despertar la ira de la más fuerte de las sailors.-Es solo que Serena pudo haber comido demasiado. Y ya conoces el refrán: "Tanto va el cántaro al agua hasta que alguien se saca un ojo"- Lita se quedo boquiabierta ante aquel galimatías, como siempre Mina era una experta en decir frases sin sentido, por un momento pensó en corregirla pero al final solo meneo la cabeza desistiendo de rebatir la lógica de su compañera. En ese momento los chicos del grupo comenzaron a sentarse en sus lugares, señal de que el profesor debía estar llegando al salón.

-Creo que debemos hablar con Ami y con Rei. Tal vez ellas sepan algo.-

-Buena idea. Vamos ahora mismo a ver Ami.-dijo impulsiva la princesa de Venus. Pero justo en ese momento una voz se dejo escuchar.

-Ejem…. Ejem…- Lita y Mina volvieron la cabeza lentamente y sus rostros adquirieron un tono azulado, provocado por el miedo y la vergüenza, al descubrió al señor Togo de pie junto a ellas, mirándolas fijamente con una expresión fría que nada bueno les auguraba, mientras el resto de la clase observaba la escena desde sus lugares. Los ojos de la princesa de Venus se abrieron como platos a causa de la impresión, al tiempo que una sonrisa tonta se formaba en su boca, pero antes de pudiera pensar en alguna excusa Lita decidió sincerarse con el profesor.

-Discúlpenos por favor.- dijo la princesa de Júpiter bajando la cabeza.-Lo que pasa es que nuestra amiga, Serena Tzukino, no ha llegado y estamos preocupadas.

-Ya veo.-le respondió fríamente el profesor echándole una mirada al asiento vació de su alumna.-Pero eso no justifica su falta de disciplina. Ahora ocupen sus lugares para que podamos empezar la clase.-

-Si señor.-dijeron a cor ambas princesas acatando las ordenes del señor Togo. Más tarde, a la hora del almuerzo, Lita y Mina fueron en busca de su amiga Ami. Pero se encontraron con que ella no estaba en su salón.

-¿Dónde se habrá ido?-se pregunto Lita mientras caminaban por los pasillos de la escuela tratando de encontrar a la chica peliazul. A su lado Mina movía la cabeza de un lado a otro tratando de visualizar a su amiga.

-Vamos a buscarla en el patio.-sugirió de pronto Mina dejándose llevar por su intuición femenina. Al salir al patio el resultado fue el mismo, ni rastro de la princesa de Mercurio. De pronto, algo llamo al atención de Lita.

-¿Que será lo que pasa?-se pregunto curiosa al ver a un grupo de alumnos reunidos en torno al periódico mural de la escuela, donde varios profesores terminaban de colocar unos grandes carteles dentro de unas amplias y delgadas vitrinas metálicas.

-Son los resultados de los exámenes.-dijo descorazonada la princesa de Venus al tiempo que un viento helado sacudía fúnebremente su cabello.

-Bueno. Vamos a verlos.-dijo Lita un poco más animada. -Ami podría estar hay.-Rato después las dos chicas consultaban sus resultados, junto con los demás alumnos de la escuela.

-¿Cómo te fue?-preguntaron Mina sin atreverse a mirar hacia las vitrinas.

-No muy bien.-respondió con pesar la princesa de Júpiter.-Aprobé todas las materias, pero mis calificaciones no son muy buenas.-

-No te preocupes por eso. Todavía tienes otras cualidades.-dijo Mina tratando de brindarle consuelo a la princesa de Júpiter.

-Eso me dolió.-pensó Lita no muy conforme con las palabras de su amiga. Pero en ese momento sus ojos descubrieron una figura familiar, sentada justo en frente de las vitrinas escolares.

-¡Ami!.-exclamo corriendo hacia la chica genio, quien parecía no haberse dado cuenta de la presencia de sus amigas, pasando literalmente, sobre Mina quien quedo tendida en el piso y con la huella de un zapato en su espalda.

-Que brusca eras Lita.-se quejo la joven rubia levantando la cabeza del suelo. Sin embargo no tardo en descubrir la causa de aquel exabrupto por parte de su amiga.-¡Ami!-exclamo levantándose para alcanzar a sus amigas.

-¡¿Dónde estabas?!-le pregunto apenas llego junto a ellas.-Te hemos estado buscando y….-Mina no pudo terminar de hacer sus reclamaciones, pues se dio cuanta, igual que Lita, del semblante preocupado de la princesa de Mercurio.

-Ami. ¿Te ocurre algo malo?-pregunto Lita sentándose a un lado de la chica genio. Quien se limito a negar con un suave movimiento de cabeza.

-Por favor amiga.-insistió Mina sentándose del otro lado.-Sabes que puedes contar con nosotras para lo que sea.-Ami miro alternativamente a sus amigas y al final dejo escapar un suspiro.

-Chicas.-les dijo esbozando una leve sonrisa y comenzó contarle lo que le había ocurrido el día anterior.

<< Flashback >>

Después de que las chicas se despidieron de Serena comenzaron a dispersarse poco a poco, según le convenía a cada cual. Rei fue la primera en despedirse ya que tenía que tomar un autobús que la llevara hasta el templo Hikawa, luego Mina hizo lo propio. Lita la acompaño un poco más pero al cabo de unos minutos tuvo que tomar otro camino para llegar a su departamento. Así Ami se quedo sola y emprendió el camino de regreso a su casa. Estaba tranquila y de buen animo después de haber pasado el día en compañía de sus queridas amigas.

Con toda calma ascendió por las escaleras del edificio de apartamentos donde vivía mientras pensaba, como siempre, que aún podría estudiar un rato antes la cena. Sin embargo, al abrir la puerta de su casa, la joven se llevo una sorpresa al descubrir un par de zapatos de mujer colocados en el porche. Ami reconoció de inmediato el calzado de su madre, pero curiosamente, eso era lo que hacía extraña su aparición en la casa. Pues ese era el día en que su madre solía quedarse de guardia en el hospital donde trabajaba. Por lo cual ella no esperaba verla sino hasta el día siguiente.

-¿Mamá?-llamo extrañada mientras se cambiaba sus zapatos de calle por un par de pantuflas. Sin perder tiempo penetro en el departamento y no tardo en encontrar a su madre, quien estaba preparando un poco de café en la cocina.

-Buenas noches Ami.-le saludo mientras se servía una tasa de café caliente.

-Buenas noches mamá.-le respondió intrigada la princesa de Mercurio. Por alguna razón, ambas parecían estar incomodas, como si esperaran que algo inusual fuera a ocurrir de un momento a otro. Finalmente fue Ami quien se atrevió a romper el silencio.

-Er… este… ¿Cómo te fue en el trabajo?-balbuceó torpemente la princesa de Mercurio mientras se acercaba a la mesa de al cocina.

-Buen… Muy bien…-le respondió su madre mientras hacia girar una cuchara dentro de al tasa. La doctora Izumi Mizuno era una mujer joven, de escasos 36 años, con un rostro hermoso y una figura envidiable. Sus ojos eran de un color azul oscuro, su cabello era del mismo color que el de su hija, aunque su labor le obligaba a usarlo mucho más cortó. Una profesionista de la cual Ami siempre se había sentido orgullosa. Pero esa noche tenía una expresión que Ami nunca le había visto antes, entre preocupada y enojada.

-Siéntate hija.-le dijo al fin.-Hay algo que tengo que decirte.-Ami obedeció la orden de su madre y espero pacientemente a que esta reuniera el valor para iniciar la platica.

-Ami.-le dijo con voz temblorosa.-Tu padre vendrá a visitarnos pasado mañana.-la princesa de Mercurio estuvo a punto de caerse de su silla al escuchar aquel anuncio. ¡Su padre!... ¡Después de tantos años finalmente iba a conocerlo!

-¿Cómo lo sabes?-fue lo único que alcanzo a balbucear aún aturdida por la noticia. Su madre la miro con evidente contrariedad y le respondió sin la más mínima emoción.

-El me llamo al hospital esta mañana. Pero Ami ¿estas segura de que quieres conocerlo?-

¡Claro que si!-le respondió Ami levantándose de un salto de asiento, con el rostro encendido de alegría. Sin embargo, su entusiasmo se estrello de lleno contra el gesto glaciar de su madre, quien parecía casi ofendida por su reacción.

-Pasa algo malo…-

-No te preocupes.-le interrumpió Izumi haciendo a un lado su tasa de café.-Supongo que es natural que quieras conocerlo. Después de todo… es tu padre. Pero antes de que eso ocurra hay algo que debo decirte.-

-¿Qué es?-interrogo Ami sintiendo que si alegría se desvanecía lentamente.

-Ami… Tu padre y yo nos casamos muy jóvenes, demasiado jóvenes, creímos que nuestro amor lo vencería todo, pero no fue así. Ambos teníamos diferentes prioridades, nuestros sueños eran tan distintos como el cielo y la tierra y por eso al final nuestra vida juntos se convirtió en un infierno de peleas, gritos y recriminaciones. Luego, cuando tú naciste decidí que lo mejor era separarnos. Tu padre no estuvo de acuerdo y por eso no tuve más remedio que presentar una demanda de divorcio ante un juez. Fue algo muy desagradable.-

-Pero ¿Por qué hiciste eso mama?-fue todo lo que Ami pudo decir al enterarse de aquella historia.

-Porque tu padre es un irresponsable y un embustero. Un hombre falto de carácter que no merece el amor ni la confianza de nadie. Tuve miedo de que terminara lastimándote… Como lo hizo conmigo.-le dijo con una voz llena de amargura.-El juicio de divorcio fue horrible pero al final del juez fallo a mi favor y yo le prohibí a tu padre que acercara a ti. Pero ahora ya eres mayor de edad (*) y si quieres conocerlo no puedo impedírtelo.-

Por un momento Ami se quedo callada, las palabras de su madre habían hecho mella en sus deseos de encontrarse con su padre. ¿Cómo era posible que el hombre que le mandaba aquellos hermosos y calidos dibujos fuera el mismo a quien su madre parecía odiar con tanta fuerza? No obstante la joven sabía que si dejaba pasar aquella oportunidad tal vez nunca podría conocer al autor de sus días.

-Mamá… yo… quiero conocerlo… Por favor.-dijo casi suplicando. Izumi dejo escapar un prolongado suspiro antes de levantarse de la mesa.

-Entonces no hablemos más del asunto.-dijo mientras salía de la cocina con rumbo a su recamara.-Pediré permiso en el hospital para faltar pasado mañana é iremos a recibirlo al aeropuerto.-Ami se quedo sentada en su silla, de pronto estudiar le perecía algo tonto.

<< Fin de flashback >>

Lita y Mina se quedaron sorprendidas por la narración de su amiga Ami. Aquella escena parecía sacada de una telenovela.

-¿En verdad tu padre vendrá a verte?-dijo Lita sin salir de su asombro.

-Así es.- le dijo Ami con toda seguridad.

-Bueno… ¿Y porque estas tan triste?-le dijo Mina notando las lágrimas que asomaban a los ojos de la princesa de Mercurio. Esta se levanto de su lugar y les dio la espalda como si quisiera ocultarse de ellas. Mientras apretaba sus puños con fuerza.

-Yo… tengo miedo.-

-¿Miedo? ¿Pero de que? No lo comprendo.-dijo Mina por las palabras de su amiga.-

-Es que siempre creí que mis padres se habían separado en buenos términos. Pero no es cierto- dijo Ami mientras las lágrimas le corrían por las mejillas.-Ellos se odian. ¿Y si mi deseo de ver a mi padre hacen que vuelvan a pelear? Si eso pasa será mi culpa.-

-¡Espera un momento!-le interrumpió Lita visiblemente preocupada por el giro que iban tomando las cosas.- Lo que haya pasado entre tus padres no fue culpa de nadie. Mucho menos tuya.-

-Pero…-

-¡Nada de "peros"!-exclamo Mina apoyando la idea de Lita.-Tu no tienes la culpa de nada. Esas son cosas del destino. Deja que tu madre y él se ocupen de sus asuntos. Tu solo debes alegrarte porque al fin vas a conocer a tu padre. Y a propósito, ¿Cómo es él?-por toda respuesta Ami saco una cartera de su bolsillo y abriéndola les mostró una vieja fotografía.

-Solo tengo esto.-les dijo con pesar.-Mi madre me la dio hace mucho tiempo y seguramente no lo recuerda.-Lita y Mina miraron la foto y se quedaron sorprendidas al ver en ellas a un joven muy bien parecido, a pesar de las gafas que traía puestas.

-Vaya. Si que es guapo.-comento Mina pícaramente.

-Es verdad. De hecho se parecer al chico que me rompió el corazón.-

-¡Pero como se atreven!.-exclamo Ami indignada al tiempo que le arrebataba la fotografía a Mina.-¡Recuerden qué esta fotografía es vieja! ¡Mi padre es mucho más grande ahora!-

-Pero sin duda sigue igual de guapo.-dijo Mina para sacudir un poco el animo de Ami y así sacarla de su estado anterior.

-¡MINA!-

-No sabes cuanto te envidio Ami-dijo Lita con los ojos húmedos. Ambas Mina y Ami suspendieron de inmediato su pequeña refriega al percatarse de los sentimientos que aquella plática había despertado en su amiga Lita.-Si mis padres pudieran regresar yo…-

-Lo siento.-dijo Ami apenada por no haber recordado antes los incidentes que rodeaban la vida de su amiga.

-Yo también.-dijo Mina.

-Vamos no hay problema.-dijo Lita limpiándose los ojos con la punta de sus dedos.-Ami, pase lo que pase, no dejes pasar la oportunidad de conocer a tu padre.-

-Tienen razón.-les dijo a sus amigas apretando los puños.-Iré al aeropuerto y lo recibiré con una gran sonrisa.-en ese momento la campaña de la escuela se dejo escuchar, indicando el fin del descanso.

-Nos veremos después.-dijo la joven peliazul antes de salir corriendo a su salón de clase. Lita y Mina la vieron alejarse en silencio.

-¿Crees que estará bien?-pregunto Mina temerosa de haberle dado un mal consejo a su amiga.

-¿Por qué no?... Es su padre no es cierto.-le dijo Lita tratando de mostrarse segura de si misma, aunque también tenía sus dudas. De pronto una idea le paso por la mente de la princesa de Venus.

-¡AAAYYYYYYY!-grito sobresaltada.

-¡¿Qué te pasa?!-le interrogo asustada la princesa de Júpiter.

-¡Olvidamos preguntarle si tenía noticias de Serena!-una gruesa gota de sudor apareció en la frente de ambas chicas al darse cuenta de su olvido.

-Creo que no hubiera sido muy oportuno.-dijo Lita tratando de minimizar su error.

-Es cierto.-le apoyo Mina con el mismo deseo. De pronto una voz se escucho a sus espaldas.

-¡Oigan ustedes dos!-las chicas se volvieron de un salto y miraron asustadas a un chico de quinto grado que portaba una banda de vigilancia.-¡El descaso ya termino, regresen a su salón ahora mismo!-

-SI SEÑOR.-respondieron a coro antes de salir corriendo de ahí. El resto de la jornada transcurrió normalmente y cuando el timbre toco la salida Lita y Mina salieron juntas hacia el templo Hikawa, como hacían todos los días para reunirse con las otras sailors, aunque sabían que Ami no acudirá esa tarde.

-Tal vez Rei sepa algo de Serena.-dijo Mina mientras ascendían por las escaleras del templo.

-Tal vez.-comento Lita un tanto preocupada, su sexto sentido le decía que ese día algo malo estaba ocurriendo, pero no sabía que. Al llegar al final de las escaleras las chicas descubrieron inmediatamente a Nicolás, el ayudante del abuelo de Rei, mientras barría el amplio patio del santuario.

-Hola Nicolás.-le saludaron ambas chicas como era su costumbre.

-Hola.-les respondió el joven deteniéndose un momento en su labor. Normalmente el chico les hubiera dedicado al menos una sonrisa, pero ese día su semblante lucía tenso y preocupado.

-¿Te ocurre algo Nicolás?-dijo Lita notando de inmediato el estado del joven ayudante.

-Es la señorita Rei.-les dijo cabizbajo.-Ella esta furiosa… como nunca antes, y no se porque.-

-Bueno no es raro que Rei este molesta.-dijo Mina con una tonta sonrisa dibujada en su rostro.

-¡Esto es diferente!-le replico Nicolás.-¡No ha querido hacer sus ejercicios espirituales, ni sus deberes escolares! Se ha pasado todo el día encerrada en su cuarto, sin querer ver a nadie, ni al Maestro.-

-¿Todo el día? ¿Quieres decir que hoy no fue a la escuela?-interrogo Lita cada vez más preocupada. Por toda respuesta el joven negó con la cabeza, antes de mirar hacia la casa de la joven sacerdotisa.

-¡Pero si ayer nos dijo que tendría un examen muy importante!-dijo Mina con una extraña sensación de desasosiego brotando en su alma.

-Lo se. De hecho yo mismo le ayude a estudiar varios días. Pero desde anoche parece que nada le importa.-dijo Nicolás mientras daba algunos escobazos al azar sobre las losas del piso.

-¡Vamos a verla!-dijo Lita emprendiendo el camino hacia la casa de su amiga, seguida por Mina. Nicolás las miro alejarse, esperanzado en que ellas podrían sacar a su "amada" de aquel estado tan lamentable. Ambas princesas llegaron hasta la puerta de la casa, donde encontraron al abuelo de Rei tomando una tasa de aromático té.

-Hola chicas.-les saludo el viejo sacerdote visiblemente agotado.-Si vienen a estudiar con Rei me temo que hoy no será posible.-

-¡Queremos ver a Rei!-demando Mina sin pensarlo. El anciano las miro extrañado por su aptitud, pero intuyendo que Nicolás les había hablado de la extraña conducta de su nieta se encogió de hombros y les señalo hacia el interior de la casa.

-Ya saben sonde esta su cuarto. Espero que con ustedes sea más cooperativa.-Lita y Mina entraron a la casa y rápidamente llegaron hasta la puerta del cuarto de la princesa de Marte. Donde pudieron ver un letrero con forma de conejo con un mensaje impreso en el.

-"Favor de no molestar"-Mina no solo ignoro el letrero sino que se apresuro a abrir la puerta sin medir las consecuencias.

-¡Rei!-llamo desde el umbral.-¡Rei!... ¡¿estas aquí?!-

-¡¿Es que no sabes leer Mina?!-fue la respuesta que recibió desde el interior de aquella habitación, cuyas ventanas y cortinas estaban cerradas, dejándola sumida en una oscuridad casi total. La voz de Rei les sonó a ambas tan lastimosa que Lita hizo a un lado las reglas de urbanidad y penetro en la habitación para abrir una ventana y dejar que entraran los rayos del sol. En cuanto la luz penetro en aquel lugar las dos chicas descubrieron de inmediato a la princesa de Marte, tendida sobre su cama, con los ojos inflamados a causa de haber llorado por varias horas. Su rostro estaba pálido y su cabello lucía sucio y desaliñado.

-¡Váyanse!... ¡Déjenme sola!-demando la sacerdotisa levantándose de su lecho de dolor para encarar a sus compañeras de armas.

-Pero Rei…-dijo Mina sin atreverse a entrar aún en la habitación de la sailor de fuego.

-¡Pero nada!.-le interrumpió groseramente la joven sacerdotisa al tiempo que empujaba a Lita fuera de su cuarto.-¡No quiero ver a nadie y eso las incluye a ustedes!-

-¿Por qué actúas así?-le interrogo Lita al tiempo que plantaba sus pies firmes en el suelo, negándose a ser echada así nada más del cuarto de su amiga.

-¡NO LES IMPORTA!-grito Rei con tal fuerza que las paredes de la habitación parecieron retumbar. Lita se que inmóvil, impresionada, pues aunque Rei solía gritar con mucha facilidad, esa era la primera vez que le escuchaba hacerlo en ese tono tan hostil. Mina por su parte frunció el ceño y apretó los puños con rabia, herida por aquellas palabras, y antes de que Lita pudiera impedirlo se acerco a Rei para plantarle una bofetada en plana cara.

-¡ERES UNA TONTA!-grito la princesa de Venus con las lágrimas corriendo por sus mejillas. Por un momento Lita temió que se iniciara una pelea entre sus compañeras y rápidamente se coloco en medio de ambas princesas para impedirlo. Sin embargo, Rei se había quedado rígida como una estatua, sorprendida por la reacción de la princesa de Venus. Mina por su parte también se quedo inmóvil, contemplando horrorizada la mano con que había golpeado a su mejor amiga, por un momento se arrepintió de lo que acababa de hacer. El llanto sacudió su cuerpo y se dejo caer de rodillas, como si sus fuerzas le hubieran abandonado de repente. Pero aún así su voz se dejo escuchar claramente en la habitación.

-¡¿Cómo puedes decir que no nos importa?! ¡¿Acaso ya olvidaste todo lo que hemos pasamos en los últimos dos años?! ¡Hemos reído y llorado juntas! ¡Hemos arriesgado nuestras vidas para salvar este mundo! ¡Somos amigas! ¡Así que nunca vuelvas a decir que tus problemas "no nos importan"! ¡¿Me escuchaste Rei Hino?! ¡No te atrevas a decir eso nunca más!-la princesa de Marte no pudo contener más su propio llanto y se dejo caer al borde de su cama.

-Por favor déjenme sola… Por favor-suplico la joven sacerdotisa abatida por el dolor. Fue entonces que Lita decidió entrar en acción.

-Háblame Rei.-le dijo al tiempo que se sentaba a su lado.

-Lita. Por favor… solo váyanse.-

-Háblame por favor.-insistió suavemente, pero con firmeza, la princesa de Júpiter. Rei no tenía fuerzas para oponerse al pedimento de su amiga y lentamente giro la cabeza para mirar de frente a su amiga y compañera. La cual también estaba a punto de llorar.

-¡Maldita sea!… ¡¿Qué es lo quieren de mi?!-

-Queremos ayudarte.-le respondió la joven del trueno tomando colocando su mano sobre la de Rei.-No se como… pero por favor deja que estemos a tu lado… Amiga.-Rei miro alternativamente a sus compañeras de armas, ambas le miraban suplicantes, sinceramente acongojadas por su situación. En ese momento las fuerzas abandonaron a la princesa de Marte y rodeando a Lita con sus brazos comenzó a llorar como una niña pequeña.

-Yo… lo siento…-dijo entre sollozos.-Es que… me duele tanto el corazón…-la joven sacerdotisa no pudo decir más, el llanto le sacudía con tanta fuerza que las palabras quedaban atrapadas en su garganta. En ese momento Rei sintió el calor de unas manos sobre su espalda y supo que era Mina, quien también estaba ahí a su lado, como siempre.

-Ssssssssshhhhhhh. Todo esta bien.-le dijo con una voz dulce y sincera.-No te detengas… Solo déjalo salir…-el tiempo pareció detenerse alrededor de las tres princesas. No fue sino hasta que Rei se tranquilizo lo suficiente como para dejar de llorar que se dieron cuenta de que había trascurrido una hora y media desde que llegaran al templo Hikawa.

-Ya te sientes mejor Rei.-le pregunto Lita acariciando su larga cabellera negra.

-Si… creo que si…-respondió la princesa de Marte apartándose de su amiga, sus mejillas estaban cubiertas de rubor pues se sentía avergonzada de su conducta anterior. Sin embargo, ni Lita ni Mina pensaban en reclamarle nada, antes bien se sentían felices de haberla ayudado a aliviar un poco su pena.

-Rei. ¿Podrías decirnos que fue todo esto?-pregunto Mina ansiosa de conocer la respuesta.

-Es mi padre…-les dijo la princesa de Marte con el ceño fruncido.-Quiere que me vaya a vivir con el y con su nueva familia a Inglaterra.-

-¡¿TU PADRE?!..-exclamo Mina sorprendida.

-¡¿NUEVA FAMILIA?!...-exclamo Lita en iguales circunstancias.-¿Pero… como?-por toda respuesta Rei señalo un papel hecho bola tirado a un lado de la cama, Mina lo recogió y extendiéndolo ante sus ojos descubrió que era un telegrama dirigido al abuelo de Rei, mismo que leyó en voz alta.

-"Padre:

He contraído matrimonio. Mi esposa desea conocer a Rei y que venga a vivir con nosotros a Europa. Por lo tanto iremos a visitarlos el día 13 del mes en curso.

P.D. Dile a Rei que se comporte.

Firma. Soujirou Hino Embajador del Japón en Inglaterra."-

-¿Tu papá también va a regresar?-pregunto Mina impresionada por aquella coincidencia.

-¿Qué quieres decir con eso?.-le interrogo Rei con amargura.

-Nada.-le respondió Mina dándose cuenta de que no propio contarle a Rei sobre el padre de Ami. Por suerte la princesa de Marte estaba demasiado inmersa en su propio problema como para interesarse por alguna otra cosa.

-¡No me importa que sea mi padre! ¡No tiene ningún derecho a disponer de mi vida otra vez! ¡No lo tiene!-

-¿Otra vez?-pregunto Lita intrigada. Rei no le respondió, sino que permaneció callada por unos minutos hasta que al fin se levanto con un gesto de decisión dibujado en su bello rostro.

-Discúlpenme chicas. Pero no puedo decirles más-les dijo a sus amigas sin volver la cara.

-¿Por qué no?-replico Mina indignada.-Creí que…-

-¡Entiéndeme por favor Mina!-le interrumpió la joven sacerdotisa apretando los puños.-Agradezco que se preocupen por mi… no saben cuanto. Pero este es un asunto familiar y debo resolverlo yo sola.-Mina intento decir algo pero Lita coloco su mano sobre su hombro para atraer su atención, y meneando la cabeza le indico que Rei tenía razón.

-¿Vas a estar bien?-pregunto la princesa de Júpiter aceptando dolorosamente la decisión de la sailor de fuego.

-Eso espero… Eso espero…-les dijo Rei volviéndose para mirarlas con ojos llorosos.

-Llámanos si nos necesitas.-le dijo Mina tratando de demostrarle a su amiga todo su apoyo.

-Lo haré.-

-Bien entonces ya no vamos.-dijo Lita emprendiendo el camino hacia la puerta.-¿Rei?-

-Si…-

-No… no es nada… Nos vemos mañana.-dijo la seilor del trueno antes de salir de la habitación seguida por Mina. Rei las despidió con una triste sonrisa y apenas cruzaron el umbral volvió a cerrar la puerta. Al salir de la casa las chicas vieron al abuelo de Rei, todavía sentado en el engawa(**) de la casa.

-¿Como esta Rei?-les pregunto al anciano apenas y las vio aparecer el umbral.

-Un poco mejor.-dijo Lita mirando tristemente hacia el interior de la casa.

-Oiga abuelo.-dijo Mina inclinándose sobre el viejo sacerdote.-¿Cómo esta eso de que el padre de Rei va a llevársela de aquí así nada más? ¿Cómo puede ser tan desconsiderado?-

-¡MINA!-exclamo airadamente la princesa de Júpiter ante semejante intromisión en asuntos ajenos. No obstante la princesa de Venus no se dio por enterada y continuo mirando fijamente al abuelo de Rei, exigiendo una respuesta con la mirada.

-Temo que mi hijo siempre ha sido así.-dijo tristemente el viejo sacerdote.-De que era niño siempre anteponía sus deseos a los de los demás. Sin importarle las consecuencias. Ah chicas si yo les contara…-

-No es justo.-reclamo Mina indignada, sintiendo una instintiva antipatía por el padre de su amiga.

-No. No lo es.-dijo el sacerdote levantado los ojos al cielo, que para ese momento empezaba a cubrirse de estrellas.- Pero yo solo puedo esperar y orar.-Lita y Mina guardaron silencio, comprendiendo que para el abuelo aquella noticia era aún más devastadora. Por un momento todos guardaron silencio. Después el viejo sacerdote les acompaño hasta las escalinatas del templo.

-Por favor, cuide a Rei.-suplico Lita sin poder ocultar su preocupación por el destino de su amiga.

-Lo haré.-le dijo el abuelo con un gesto comprensivo.

-¿Lo promete?-presiono Mina menos resignada de la princesa de Júpiter.

-¡Mina!-exclamo Lita al tiempo que propinaba un coscorrón sobre la rubia cabeza de la princesa de Venus.

-¡Aaaayyyyy!... ¿Por qué me pegas?-

-Chicas calma por favor.-pidió el anciano mientras una gruesa gota de sudor resbalaba pos cu calva cabeza.-Les prometo que cuidare a Rei.-después de eso las chicas se marcharon del templo y el viejo sacerdote regreso a su hogar.

Poco después, en la parada del autobús, Lita y Mina aguardaban en silencio. Ambas estaban mas que sorprendidas por los sucesos de ese día. Tan similares y a la vez tan diferentes. Los padres de dos de sus amigas estaban de regreso y eso modificaría sus vidas en formas que no podían imaginar. De pronto una idea paso por la mente de Mina haciéndola gritar de la impresión.

-¡Aaaaayyyyyyyy!-

-¡¿Qué te pasa Mina?!-exclamo Lita alarmada por aquella inesperada reacción.

-¡Olvidamos preguntarle a Rei si sabía algo sobre Serena!-ambas chicas se miraron fijamente, mientras una ráfaga de viento pasaba por la calle.

-No era el momento adecuando.-dijo Lita con una tonta en su rostro.

-Es verdad.-le apoyo Mina cruzándose de brazos. En ese momento otra idea paso por la mente de al joven rubia.-Oye Lita… ¿Y si llamamos por teléfono a casa de Serena?-la princesa de Júpiter se fue de espaldas ante aquella proposición tan obvia, que no se las había ocurrido hasta ese momento. Instantes después Mina, con un par de chipotes en al cabeza, marcaba el número telefónico de la familia Tzukino. Sin embargo nadie respondió a su llamada y la joven tuvo que darse por vencida.

-No contestan. ¿Ahora que hacemos?-dijo Mina preocupada.

-No lo se.-le respondió Lita al tiempo que consultaba su reloj de pulsera.-Ya es muy tarde y tenemos mucha tarea para mañana.

-¿Por qué no vamos a casa de Serena?-

-Tonta. Si no contestan es porque no hay nadie allí.-

-Es verdad. ¿Pero entonces?-por un momento Lita guardo silencio tratando de encontrar alguna solución para aquel misterio que las había entretenido todo el día. Finalmente apretó los puños con fuerza y dijo muy molesta.

-Por ahora no creo que podamos hacer algo. Lo mejor será ir a casa y esperar hasta mañana.-

-¿Estas segura?-

-¿Tienes otra idea?-por un momento Mina permaneció indecisa, buscando otra solución, pero al final no tuvo más remedio que aceptar la sugerencia de Lita.

-Esta bien.-justo en ese momento un autobús llego a la parada donde ellas estaban y ambas lo abordaron para irse a sus hogares, aquel había sido un largo día.

Estados Unidos.

Ciudad de Nueva York.

-Pasen por favor.-les dijo el hombrecito apenas abrió la puerta para recibirlas en aquel costoso apartamento de la calle Lexington. Ambas chicas eran rubias, de no más de 18 años, con cuerpos sinuosos y atractivos. Tal como él le había solicitado a la agencia de "acompañantes". Una de ellas, que dijo llamarse Christie, iba vestida con un elegante vestido de noche, negro y escotado casi hasta las caderas. La otra se presento simplemente como Katrina, en su voz había un marcado acento ruso, vestía de manera más agresiva con un ajustado pantalón de cuero que se adhería a sus piernas y nalgas como una segunda piel. Su torso estaba enfundado en una especie de corsé, también de cuero negro, que apenas y podía contener sus grandes pechos.

El hombrecillo las miro embelezado por sus encantos, al tiempo que las hacia pasar hasta la sala, de un estilo modernista y confortable, de inmediato las chicas se dieron cuenta de que él parecía muy nervioso. Tal vez era alguien que cometía su primera infidelidad después de años de "feliz" matrimonio o tal vez era solo un caso crónico de timidez senil. En ambos casos ellas podrían terminar pronto con su trabajo para poder irse a casa.

El hombrecillo era un hombre de cierta edad, casi un anciano, con cuerpo en forma de pera y unos brazos y piernas flácidos. Su rostro era de facciones anodinas, donde solo destacaban los gruesos lentes bifocales que cubrían sus ojillos inquietos.

-¿Quieren oír algo de música?-les dijo tartamudeando como un adolescente en su primera cita. Ambas chicas se miraron la una a la otra y por un momento él creyó que se echarían a reír ante su timorata aptitud. Sin embargo, ellas eran profesionales y se limitaron a negar con la cabeza sin hacer ningún comentario, mientras tomaban asiento en los mullidos cojines del sofá. Aún así el hombrecillo camino hasta el equipo de sonido y escogió un CD de entre varios cientos que había colocados en un estante de roble blanco.

-Espero que les guste Sinatra.-les dijo mientras encendía el aparato y colocaba el CD en su lugar. A sus espaldas Katrina hizo un gesto de fastidio mientras que Christie apoyo la barbilla en la palma de su mano en aptitud resignada. Sin perder un momento el hombrecillo se apresuro a ir a la cocina de donde volvió portando una gran charola de plata que contenía una botella de Chardonnay y unas finas copas de cristal cortado.

-¿Gustan tomar una copa?-les dijo mientras abría, no sin ciertas dificultad, la botella para llenar las copas. Christie tomo la copa por mera educación, acaso lástima, mientras que Katrina ni siquiera se movió un dedo.

-¿Quieren un dulce?-dijo el hombrecillo abriendo un pequeño arcón de cristal cuyo interior contenía una fina selección de chocolates. El delicado aroma hizo reaccionar a Katrina quien tomo un chocolate relleno de cereza y chupo golosamente.

-En seguida vuelvo.-les dijo el hombrecillo mientras se dirigía a la cocina. Donde le aguardaba una charola con bocadillos. En efecto el hombrecillo estaba asustado, pero no por la presencia de las chicas, sino por de alguien más que le esperaba impaciente en la cocina del departamento. Alguien de quien había creído escapar hacia mucho, pero que ahora había vuelto para atormentarlo una vez más.

-¡Guasta de tonterías!-le grito apenas le vio entrar. El hombrecillo se volvió aterrado y miro en todas direcciones hasta que encontró a quien le esperaba, cómodamente sentado sobre la mesa de la cocina.

-Por favor señor. Tenemos invitadas.-

-¡¿Inguitadas?!-espeto el otro con furia contenida.-¡Esas dos son un par de putas que guinieron a joder! ¡No a que les sirguieras como un pelele toda la noche!-

-Pero… -

-¡Cállate!-ordeno tajantemente mientras miraba fijamente al hombrecillo.-Ese ha sido el proguema con nuestra sociedad. ¡Eres un maldito coguarde! Un pobre infeliz que se conforma con que todos le pasen por encima. ¡Pero eso se acaguo! ¡Es hora de que comportes como un homgrue!-

-No puedo señor…-

-¡¿No puedes?!-

-Yo… nunca he lastimado a nadie.-

-Pues es guena hora para comenzar "Muñeco"-

-¡No lo haré!-dijo le hombrecillo encarando a su interlocutor.-¡No seré como usted señor!-

-¡¿Ah no?!-

-No. Y no puede obligarme.-

-¿Eso crees Arnold?-dijo el interlocutor levantándose de su lugar.

-¡Nooooooo!-grito el hombrecillo con los ojos desorbitados por el terror.-¡No puede ser!... ¡No debe ser!... ¡TU NO PUEDES!-

-Eso era antes Arnold-le dijo aquel con una voz hueca y cavernosa que parecía formada por el sonido de muchas gargantas.-Pero ahora no es tiempo de explicarte nada. ¡Es hora de diguertirnos!-

-¡NOOOOOOOOOOO!-mientras tanto, en la sala, las dos chicas escuchaban la música mientras saboreaban las cosas que el hombrecillo les había dejado.

-¿Por qué tardara tanto?-dijo Katrina dando cuenta del quinto chocolate de la noche.

-Quien sabe.-dijo Christine mirando su reloj de pulsera.-Tal vez se acobardo.-

-Yo no apostaría por eso nena.-ambas chicas miraron hacia la entrada de al cocina donde el hombrecillo permanecía recargado en el umbral.

-¡Donde fuiste cariño?-le dijo Katrina burlonamente, divertida por el ahora despeinado cabello de su anfitrión.

-Eso no te importa puta.-le respondió el hombrecillo con un tono tan enérgico que sus palabras fueron como una bofetada para la chica. Ambas miraron al hombrecillo en silencio, asombradas por aquel repentino cambio de aptitud.

-¡Si pensaron que se irían sin desquitar hasta el último centavo de mi dinero están locas!-les grito él acercándose a la mesa para tomar la botella de Chardonnay y beber su contenido casi de un solo sorbo. Luego la arrojo contra el suelo y las miro con ojos lujuriosos.

-¡Vamos a la recamara putas!-ordeno groseramente indicándoles el camino. Las dos chicas lo miraron con furia apenas contenida, pero aquel infeliz tenía la sartén por el mango, y si presentaba una queja en la agencia eso les traería muchos problemas.

-Tu.-dijo el hombrecillo señalando a Katrina.-Baila un poco mientras te quitas la ropa.-la chica frunció le ceño pero igual tuvo que iniciar una serie de movimientos, siguiendo el ritmo de la música que llegaba desde la sala, mientras el hombrecillo y Christine le observaban sentados a al orilla de la gran cama de agua con que contaba la habitación. Tal como esperaba Katrina tuvo algunos problemas para seguir el ritmo de la música, dado lo estrecha de su ropa, pero al final su cuerpo fue apareciendo ante sus ojos. Era una verdadera belleza, de piel suave y perfecta, de pechos grandes y duros, caderas firmes y piernas bien torneadas. Sus ojos verdes resaltaban como dos esmeraldas en su rostro.

Cuando estuvo desnuda, el hombrecillo le hizo una señal a Christine y esta se levanto para bailar al lado de su compañera. La pieza musical cambio en ese momento por un ritmo más rápido. Pero gracias a que el vestido de Christine estaba sujeto solo por unas cuantas cremalleras la chica no tuvo problema en quitárselo de forma seductora. Christine también era una belleza, su de piel era menos blanca que la de la chica rusa, pero su figura es perfecta y armoniosa, aunque sus pechos eran pequeños en comparación con los de Katrina. Por un momento el las dejo bailar para él, disfrutando de la vista de aquellos cuerpos femeninos.

-¡Vengan con papá putas!-les ordeno de pronto al tiempo que se despojaba del saco de su traje, dejando al descubierto su impecable camisa blanca. Christine fue la primera en llegar hasta él y, siguiendo su rutina acostumbrada, desajusto el botón de los pantalones Armani y tiro de ellos junto con los calzones tipo boxer del viejo hombrecillo. De inmediato la verga salto hacia ella como un muñeco de caja de sorpresas. No era nada del otro mundo, pero tampoco era el flácido pellejo que ella había imaginado.

-Hhhhuuuuuu.-ronroneo la chica tomando el falo erecto en su mano para masajearlo con la sabiduría propia de la experiencia.-Vaya. No eres un viejo acabado después de todo Paul.-aquel era el nombre que el hombrecillo había dado en la agencia de acompañantes, Paul Saimon, él solo sonrió. La excitación lo había dejado sin habla, respiraba entrecortadamente y por un rato dejo que la chica hiciera su trabajo.

Katrina miraba la escena sin dejar de bailar, ahora siguiendo su propio ritmo, así vio cuando su compañera descendió sobre la verga de su cliente para depositar un beso húmedo sobre la roja cabeza que para ese momento estaba dura como una piedra, para luego pasar su lengua por el tronco venoso. Finalmente Christine abrió grande la boca y comenzó a mamar el miembro del hombrecillo. Apretando con sus labios el tronco cada vez que echaba la cabeza hacia atrás o hacia delante.

-Gruuuuuuuu.-gruño le hombrecillo al tiempo que sujetaba la cabeza de Christine con su mano izquierda.

-¿Pasa algo?-pregunto ella confundida y temerosa de haber hecho algo que molestara a su cliente.

-Nada.-le respondió el viejo resoplando como un toro.-Es solo que tu amiga también vino a trabajar. ¿O no?-Katrina miro al viejo casi con odio, pues no le atraía la idea de chapársela a un anciano. Pero era una chica con muchas deudas que necesitaba el dinero casi desesperadamente. Así las cosas no tuvo otro camino que resignarse y acercándose a la pareja se arrodillo ante el hombrecillo para meterse su pene en la boca.

-¡Aaaahhhhhhhh!-gimió el hombrecillo lleno de satisfacción al sentir como su varga se hundía en la ardiente boca de al chica rusa. Katrina era menos delicada que Christine en su técnica oral, por lo que literalmente engullo el miembro del viejo hasta que la roja cabeza golpeo contra sus anginas, mientras sus manos jugaban a con los testículos de él. Mientras tanto, Christine fue desabotonando la camisa del anciano hasta que al fin consiguió quitársela. Como esperaba le torso del hombre era solo huesos y piel, pero como todo una profesional se apresto a lamer las tetillas de aquel hombre que semejaban los pechos caídos de una mujer.

El hombre se tendió sobre la cama y dejo que las dos chicas le agasajaran con sus seductoras bocas, hasta que, al cabo de unos minutos, ya no pudo aguantar más y empezó a correrse como un adolescente en la boca de Katrina. La cual no dejo de succionar hasta sacar la última gota de semen.

-¿Satisfecho?-pregunto la chica rusa escupiendo el semen del hombre sobre la alfombra.

-Eso estuvo bien para empezar. Pero aún no hemos terminado.-acto seguido el hombrecillo hizo que Christine se pusiera en cuatro patas. De cara al cabecero y con el culo levantado, ofreciendo el hermoso espectáculo de sus perfectas nalgas a los ojos lujuriosos del anciano. Milagrosamente aquella visión hizo que la verga del viejo se irguiera de nueva cuenta, incluso parecía más grande que antes. Sin perder el tiempo él comenzó a besar y lamer las bellas lunas blancas de Christine, mientras le metía uno de sus largos dedos en el ojo del culo.

¡Aaaahhhhhhh!-exclamo la chica dando de respingo. En verdad aquel vejete sabía lo que estaba haciendo. Por su parte Katrina miraba la escena atentamente sintiendo que la excitación iba naciendo en su cuerpo. Pero no por la vista del miembro del viejo, sino por la visión del esplendido culo de Christine. El hombrecillo debió darse cuenta de la mirada lasciva de la chica rusa, ya que coloco sus manos sobre las esplendidas mollas para separarlas y así permitir que Katrina contemplara el rosado ojo del culo y los abultados labios de la vagina de Christine.

-Acercate.-le ordeno el viejo con una sonrisa malsana mientras metía otro de sus dedos en el trasero de la joven prostituta.

Katrina obedeció la orden y acerco su rostro al culo de su compañera. Sus ojos estaban fijos en aquellos dedos largos y esqueléticos que entraban y salían lentamente del ano de Christine. De pronto el viejo saco sus dedos suavemente de su delicada vaina y sin previo aviso los coloco en los labios rojos de la chica rusa. Ella no lo pensó dos veces y abrió su boca para chupar los dedos del anciano. Quien usa su otra mano para acariciar el rubio coño de Christine, que cuelga pesadamente, muy mojado debajo de su bien estimulado ojo del culo.

La verga del anciano estaba dura como una roca, pero aún no deseaba poseer a ninguna de las dos, quería más diversión.

-Chúpale el coño a esta puta.-le ordeno el viejo. Katrina no dudo un momento y pego sus labios al ano de Christine, quien se estremeció ante aquel contacto.

-¡Aaaahhhhhh!... Ssssssshhhhh… Así…-gemía Christine al tiempo que movía en círculos sus hermosas nalgas. Katrina se esmeraba por complacer a su compañera. Abriendo los labios de su vulva con sus dedos para lamer desesperadamente las entrañas de Christine. Concentrándose sobre todo en el erguido clítoris de la bella prostituta.

-¡Me voy a venir!-anuncio estrepitosamente Christine mientras se estrujaba fuertemente sus propios pechos, buscando incrementar más su placer carnal. Ese era el momento que el hombrecillo había estado esperando y sin ninguna consideración arranco a Katrina del ardiente coño de su compañera para obligarla a chupar su pene. Cosa que ella hace a regañadientes. Mientras el viejo atrajo a Christine hacia el para besarla golosamente en los labios, metiéndole la lengua, enroscándola con la suya.

En tanto la chica se acariciaba el coño con los dedos, acaso extrañando la experta lengua de Katrina, su entrepierna estaba tan mojada que sus muslos parecían cubiertos con alguna cosa brillante.

-Ahhhh… Que rica boca.-gimió el hombrecillo temblando de placer. En ese momento una idea paso por la mente del viejo y empujando a Christine la hizo descender hasta su entrepierna para que realizara la misma labor que Katrina. Ambas chicas se pusieron de acuerdo al instante, sin necesidad de palabras, y comenzaron a turnarse para mamar la verga de su cliente. EL viejo miraba complacido a las dos bellezas rubias que le magreaban el pene de forma tan deliciosa. De pronto una de ellas, no sabe cual, toma sus testículos en la mano y los acaricia pasándoles la lengua antes de chuparlos también. El hombrecillo siente sus bolas duras que se ponen cada vez más duras hasta que le duelen.

Por suerte aquel servicio dura poco y las dos chicas vuelven a concentrar su atención en le tronco de su verga. Ambas se besan con furia, atrapando la roja cabeza justo entre sus bocas, haciendo que un caudal de saliva escurra por el tronco nudoso. Ahora ambas se masturban, hundiendo sus dedos entre los pliegues de sus ardorosas vulvas, jadeando cada vez más fuerte. En ese momento el viejo aparto a las dos chicas de su miembro y se recostó sobre la cama indicándole a Christine que se sentara a horcajadas sobre su rostro. Cosa que la chica hizo sin demora. El viejo aspiro el aroma perfumado del coño rubio, sacando la lengua para saborear los jugos íntimos que bajaban hasta su boca.

-¡Estas riquísima…!-dijo él con una voz apenas audible, cosa normal teniendo en cuanta que su cara estaba bajo el cuerpo de Christine, mientras paladeaba el sabor del cuerpo femenino al tiempo que le clavaba un dedo en el ojo del culo. Katrina aún estaba ocupada chupando la verga del hombrecillo, meneándola desde la base mientras el resto le llena la boca. Pero pronto decidió tomar la iniciativa y levantándose sobre el cuerpo enclenque de su cliente se sentó a horcajadas sobre el erecto miembro.

-¡Aaaaahhhhh!-gimió la joven rusa al sentir el falo del viejo penetrando su cuerpo, pese a que estaba lubricada por la saliva de su compañera y por sus propios jugos la penetración le provoco un escozor que hizo arder su dorada vulva. Por un momento dudo y trato de levantarse, pero las manos del hombrecillo le sujetaron por las caderas y le obligaron a bajar de un solo golpe.

El rostro de Katrina se cubrió de un sudor frío, el cual resbalaba por sus blancas mejillas, sus ojos se abrieron al máximo para mirar como la verga del viejo que se sentía como un hierro candente atizado en las llamas del infierno.

-¡Aaaaagggg!.... Noooo… ¡No lo soporto!-grito la chica en ruso al tiempo que trataba de huir, de luchar contra la presión que las manos del viejo ejercían sobre su cadera. Pero él hundió sin compasión sus largos dedos en la carne de sus nalgas y de un fuerte empujón hundió toda su verga dentro de la chica rusa.

-¡AAAYYYYYYY!-grito Katrina sintiendo que las paredes de su vulva se dilataban, aferrándose al miembro del hombrecillo que le producía un ardor intenso que empezaba en dolor y terminaba en tintes de locura. Por su parte, Christine continuaba disfrutando de las caricias que la lengua del viejo le prodigaba a su vagina. Creyendo a pie juntillas que los gritos de su compañera no eran otra cosa que una pantomima para alagar la vanidad de su cliente. Con eso en mente Christine se inclino un poco para besar los grandes pechos de la chica rusa, esta pareció encontrar alivio en los labios de su compañera y pronto ambas estuvieron besándose ardorosamente mientras saltaban sobre el cuerpo del hombrecillo.

-¡Aaaagggg!... ¡Me vengo querido!...-grito de pronto Christine moviendo ansiosamente las caderas sobre el rostro del viejo.

-¡Yo también me vengo!-grito Katrina quien ahora se empalaba gustosa sobre la verga del hombrecillo. Ambas chicas se estremecieron presas de un orgasmo brutal y cayeron desmadejadas sobre la cama. El hombrecillo las miro un por unos instantes, divertido y satisfecho de su hazaña amorosa.

-¡A traguajar putas!-les grito al tiempo que les daba fuertes palmadas en sus respectivos traseros. Ambas chicas se levantaron de inmediato y entonces él le ordeno a Katrina acostarse boca arriba en la cama, para luego colocar a Christine sobre ella, en posición de 69, con el culo levantado. La chica rusa no espero más instrucciones y de inmediato comenzó a comerle el coño a su compañera, concentrando su atención el clítoris que rápidamente respondió a las caricias de su experta lengua.

Luego metió uno de sus delicados dedos en la vulva rubia de Christine, penetrando poco a poco hasta llegar al final. Su mano trabajaba lentamente pero con gran efectividad como lo demostraban los gemidos de su compañera.

-¡Por favor, sigue, sigue… ¡Otra vez… ¡Otra vez… ¡Soy tuya, cariño, soy toda tuya!-grito Christine como una loca presa de incontrolables convulsiones que denotaban el buen trabajo que Katrina estaba haciéndole. El hombrecillo miraba la escena atentamente mientras masajeaba su pene para no perder la erección. Sus ojos brillaron intensamente cuando Christine abrió las hermosas piernas de la chica rusa para hundir su rostro entre sus muslos de alabastro.

-Hermoso.-exclamo la joven prostituta mientras aspiraba el delicado aroma del coño de su compañera. Suavemente coloco su dedo en medio de los húmedos labios íntimos y comenzó a pasarlo por toda la extensión de la vulva. Con toda calma halo los rozados belfos para atrapar el erguido clítoris entre sus labios rojos.

-¡Dame más duro perra americana!... ¡Más duro!...-gimió la chica rusa al tiempo que sus caderas saltaban hacia la boca de Christine. Su cabeza se sacudía de un lado a otro y sus manos se crispaban sobre la tersa piel de las nalgas. En ese momento el hombrecillo decido entrar de nuevo en acción y sigilosamente se dirigió al cuarto de baño. Sin perder un instante tomo una pesada toalla del armario y la puso bajo el grifo del agua caliente. Sus ojos brillaban intensamente mientras preparaba aquel instrumento. Luego volvió al lado de las chicas, quienes no se habían dado cuenta de su ausencia ocupadas en su magreo lesbico.

El anciano levanto su brazo muy despacio, saboreando cada instante, su rostro se descompuso en una mueca cruel y su pene se puso aún más duro a causa de la excitación que le embargaba. De pronto, el brazo armando con el singular látigo descendió con fuerza, plantando un fuerte golpe sobre las espaldas de Christine haciendo que la joven prostituta se incorporara al tiempo que lanzaba un grito de dolor.

-¡Aaaaaaggggggg!... Nooooo… Eso nooooo.-se quejo al sentir la mordida de la toalla mojada sobre su cuerpo. El viejo contemplo gustoso la roja marca el su improvisado látigo había dejado sobre las delicadas nalgas de Christine. Sin pensarlo dos veces volvió a levantar su brazo armado y descargo otros dos golpes sobre el cuerpo de la chica.

-¡Sujétala bien!... –le ordeno loco de placer a Katrina quien aún seguía aún bajo las caderas de su compañera de oficio. La chica rusa sonrió perversamente, pues era muy afecta a los juegos sádicos y la hermosa Christine era la víctima ideal para una sesión de ese tipo. De inmediato aprisiono a su compañera por la cintura, presionándola contra su propio cuerpo, obligándola a permanecer con el culo en pompa para que el hombrecillo pudiera masacrarla a su gusto.

-¡Aaaaayyyyyyy…. No… no… aaaaaaaaayyyyyyyyy… por favor… aaaahhhhh.-suplicaba Christine mientras el viejo continuaba azotando su cuerpo con la toalla mojada. Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas y sus gritos eran verdaderos alaridos de dolor. Pero esas demostraciones de miedo y dolor solo excitaban más al perverso sujeto quien continuaba golpeándola cada vez más fuerte.

Aquel instrumento cayo una infinidad de veces sobre el culo de Christine, la visión de su hermoso cuerpo contorsionándose bajo los golpes era un espectáculo maravilloso para los ojos de viejo, cuyo cuerpo estaba perlado en sudor a causa del esfuerzo, pero aún así incrementaba la fuerza y la frecuencia de los golpes, sin pausa.

-¡Aaaayyyy!... ¡Aaaaayyyyyy!-sollozaba la hermosa prostituta cada vez que aquel improvisado instrumento le quemaba la piel. Finalmente el anciano dejo caer la toalla húmeda a un lado de la cama y se retiro un paso para contemplar lleno de satisfacción la imagen de aquel cuerpo femenino, desnudo, convulsionándose por el dolor y las lágrimas. La verga del hombrecillo se sacudió como una serpiente ansiosa de devorar a su presa. Entonces el anciano se acerco a Christine y separando las enrojecidas nalgas sumió su pene en el ojete de al chica de un solo golpe.

-¡AAAAAYYYYYYYYYY!-grito Christine a causa del dolor, en parte porque no era frecuente que aceptara tener sexo anal con sus clientes y en parte por el escozor que tenía a causa de la azotaina. Pero el viejo no le dio importancia y empezó a moverse con violencia, brutalmente, moviéndose hacia delante y hacia atrás, para que la chica padeciera el rigor de su hinchado miembro. Mientras sus manos se aferraban a los bellos senos de la chica.

-¡Toma!... ¡Toma puta!... ¡TOMA!..-

-¡Aaaahhhhhh!... ¡Oooooohhhhhh!...-gemía Christine mientras se contorsionaba a causa del dolor. Por suerte para ella Katrina escogió ese momento para reanudar sus expertas caricias sobre el abultado clítoris de su compañera, proporcionándole una válvula de escape para su tormento.

-¡Aahhhhh!... ¡Aaahhhhh!... ¡Por favor…. Aaahhhh!!... ¡No más!... Nooo… Es demasiado.-gemía su suplicaba la joven prostituta con los ojos desorbitados por el placer y el dolor, sintiendo el ardiente escozor de la verga del viejo en su culo y las lascivas caricias de Katrina en su coño. Hasta que la fin la chica exploto en un violento orgasmo.

-¡Ssssiiiiiii!... ¡Ssssiiiiiiiii!.... ¡Meeee coooorrrrooooo!-exclamó enloquecida, al tiempo que se vaciaba brutalmente.

-¡Sabia que eras una cerda!-le gritaba el viejo al tiempo que intensificaba sus embestidas.-¡Claro que si!... ¡Eres una cerda y nada más!...-grito sintiendo que su vega empezaba a disparar su semen dentro de la vulva de Christine.

-¡AAAAAAAAHHHHHHHH!..-gritaron los tres personajes mientras sus cuerpos se sacudían presas del éxtasis. Sin embargo, en medio del orgasmo Christine se percato de que algo muy caliente y viscoso estaba mojándole los muslos. Intrigada, con un extraño presentimiento naciendo en su interior, la joven prostituta se incorporo é hizo girar su cintura para mirar lo que pasaba a sus espaldas. La visión hizo que la pobre se orinara de miedo. EL anciano había sacado un enorme cuchillo de cocina de debajo de una de las almohadas y había cortado casi de tajo el cuello de Katrina.

Aterrada la joven prostituta se bajo tambaleante de la cama y miro como la sangre se iba extendiendo por las sabanas de blanca seda. Mientras el cuerpo de Katrina se agita grotescamente, como tratando tardíamente de defenderse de la fatal agresión.

-No son más que putas.-decía el viejo mientras descargaba un nuevo y mortífero golpe contra el cuello de la chica rusa.-No son más que unas asquerosas putas.-presa del pánico Christine intento huir, correr hacia la puerta de la habitación. Pero antes de que lograra moverse de su sitio el hombrecillo salto de la cama y con certera puntería le corto la garganta de un solo tajo. La chica retrocedió dando tumbos, su sangre se derramaba por todas partes, salpicando la alfombra persa y los muebles de la sala.

El hombrecillo la seguía con calma, disfrutando con su inútil intento de escape, solo cuando la chica amenazó con llegar hasta la puerta él se apresuro a llegar a su lado para terminar el trabajo. Christine se volvió hacia el con el rostro descompuesto por el terror. Pero nada puede hacer por evitar que el viejo le hunda el filoso cuchillo en el estomago. La chica cayó de rodillas sobre el piso y le se apresuro a apuñalarla varias veces más. Hasta que el bello cuerpo de la prostituta no fue más que una masa sanguinolenta.

-¡NNNNNOOOOOOOO!-grito de pronto le extraño asesino al tiempo que dejaba caer su arma junto al cuerpo inerte de su víctima. Horrorizado contempló sus manos llenas de sangre caliente. Enloquecido comenzó a jalarse el pelo con fuerza, arrancándose varios mechones, entre gritos de horror y de asco.

-¡SUFICIENTE!-demando de pronto una voz autoritaria é indiferente. El hombrecillo miro a quien le había hablado y se dejo caer de rodillas llorando como un niño.

-¿Por qué señor Scarface!... ¡¿POR QUÉ?!-

-¡PORQUE NECESITO QUE SEAS UN HOMGRUE NO UN RIDICULO PAYASO!-le respondió autoritariamente su interlocutor.-¡AHORA GUE A GUAÑARTE QUE TENEMOS QUE TOMAR UN AGUIÓN A CIUDAD GÓTICA!-el hombrecillo no dijo nada y levantándose fue a cumplir con el mandato de su jefe.

-¡Creyeron que se haguian desecho de mi! ¡Pero ahora soy más fuerte que nunca y finalmente ocupare el sitio que me corresponde! ¡La cima del mundo!-

CONTINUARA….

Autor: CrocCruac.

(*) Hasta donde se la mayoría de edad en Japón es a los 16 años.

(**) Engawa es ese estrecho corredor que daba al jardín en las casas tradicionales japonesas. Ya saben donde Suon Tendo y le señor Saotome se la pasaban jugado Shogi.

Nota del autor: Los seguidores de Batman sin duda saben quien es el villano que ha aparecido en este capitulo. Pero si no eres uno de ellos te diré que se trata del "Ventrílocuo" uno de los más bizarros enemigos del caballero nocturno, pues no solo es cruel y despiadado, sino que es muñeco de madera. ¡Si un muñeco de madera manejado por un pobre tipo llamando Arnold Wesker! Oficialmente se dice que Wesker es un esquizofrénico que padece de un desdoblamiento de personalidad. Pero a veces… solo a veces… uno se pregunta. ¿Realmente es ese o… hay algo más?