Infielmente suya
Una amigo con el que habia fantaseado junto con mi marido se convirtio en una dulce realidad
Me llamo Mari. Llevo tiempo compartiendo fantasias con mi marido donde proponemos la participación de otra persona en nuestras relaciones sexuales, pero nunca la hemos llevado a cabo. El insiste en que quiere que pruebe a estar con otro hombre, disfrutar del sexo con alguien más, lo que hace que nos excitemos con el solo hecho de pensarlo. Pero nunca habia surgido la ocasión de hacerlo.
Un día, estando trabajando en la gran superficie a la que pertenezco, me encontré casualmente con un amigo de ambos, que ciertamente me gustaba, de hecho lo hemos hecho participe de nuestras fantasias en más de una ocasión sin que él supiera nada.
Me comentó que estaba haciendo unas compras pues su familia estaba de vacaciones y se encontraba de "rodriguez" durante unos dias. Mi familia se encontraba pasando unos dias en la playa, pues no habiamos coincidido en el periodo vacacional, encontrandome yo, al igual que él, sola durante esos dias sola en casa.
Me tiró varios piropos, comentando lo guapa que estaba y lo bien que me caía el traje con el cual desempeñaba mi trabajo. Me sentí muy halagada y, ciertamente, por que no decirlo, un poco excitada, por saber que gustaba a otra persona.
Cuando ya nos ibamos a despedir, me propuso si me apetecía que comieramos juntos y así no sentirnos tan solos al menos durante un día. Tras pensarlo un poco, muy poco realmente, accedí a vernos cuando saliese del trabajo. Me propuso que fuera a su casa que no se encontraba demasiado lejos de mi lugar de trabajo, lo que me pareció bien, prometiendome una suculenta comida.
Cuando acabó mi jornada de trabajo me dirigí a casa de Luis, que es como se llama nuestro amigo. Me sentía un poco rara por el hecho de ir a casa de un hombre sin la presencia de mi marido, sentía como mariposas en el estomago, una sensación de nervios.... ¿o realmente habia algo mas?
Al llegar, nos saludamos y me hizo pasar a su casa, recibiendome en bañador y una camisa. Era un poco pronto aun para comer por lo que me pidió que me pusiera comoda mientras tomabamos un aperitivo a la espera de que terminara de hacerse la comida. Me quité la chaqueta, quedandome con la falda y la camisa, ligeramente transparente que en ese día llevaba. Nos sentamos en la parte de atrás de su casa donde habia una pergola, rodeada de jardines y junto a la piscina. Comenzamos a charlar sobre el trabajo, mientras tomabamos unas copas de vino, las cuales no tardaron en hacer efecto y en subirse a la cabeza, pues con el estomago vacío su efecto se acentuaba. La conversación cada vez era más informal, comentandome en diversas ocasiones que la ropa me quedaba espectacular, lo cual era normal si contabamos la "percha". Todos estos comentarios me agradaban y yo le correspondí, diciendo que el tenía muy buen cuerpo, que parecía un chico de gimnasio. Omití el hacer algún comentario sobre el paquete que marcaba su bañador, pero cada vez eran más frecuentes las miradas que con disimulo dirigía a dicho lugar.
Me dijo que estaba sintiendo mucho calor, seguramente debido al vino, que le apetecía bañarse y me propuso que yo hiciera lo mismo. Yo le contesté que como era evidente por la improvisación de la cita, no llevaba biquini, a lo que él me dijo que daba igual, que lo hiciera desnuda, nadie me iba a ver, pues los vecinos no tenian vistas a la piscina, y él prometía no mirarme, añadiò mientras se reía.
Aun no puedo creerme que accediera a hacerlo, seguramente influenciada por el vino, aunque tambien es verdad que ya llevaba algún rato en el que no hacía más que recordar alguna de las fantasias que habia compartido con mi marido en las que él participaba, y que junto con la visión de su paquete, hacían que estuviera ciertamente excitada.
Mira, para que no te sientas violenta yo también me voy a bañar desnudo, dijo a la vez que se quitaba la camisa primero y el bañador despues, mostrando su miembro, que, aun flacido, ya lucía un buen tamaño. Esto hizo que me sintiera aun más excitada, sentí ganas de tomarlo entre mis manos, de acariciarlo, de meterlo en mi boca, de llevarlo a mi coño... Sentí como me ponía muy húmeda.
Se lanzó al agua y desde allí comenzó a llamarme animando a que yo hiciera lo mismo. ¿y por qué no? me dije tras pensar en las veces que habia deseado sexo con él. Me fui quitando la ropa, sin demasiada prisa, pues a pesar de todo me sentía un poco violenta, ya que era la primera vez que me desnudaba delante de alguien que no fuese mi marido. Pero finalmente llegó la hora de la verdad. Desabroché mi sujetador y permití que mis pechos tomasen contacto con el aire. Luis me miraba fijamente y yo hacía lo mismo con él. La excitación de ambos se palpaba en el ambiente. Al fin baje mi braguita permitiendo que pudiera ver mi rajita, que como siempre procuraba llevar bien cuidada, sobre todo en verano.
Me lancé al agua con la intención vana de ocultar mi desnudez, aunque realmente sabía que no deseaba que dejase de mirarme. Bromeamos un poco con respecto a que dirían nuestras respectivas parejas si supieran donde nos encontrabamos en aquel momento.
Hizo algunos comentarios sobre el cuerpo tan impresionante que tenía, de la suerte que tenía mi marido de poder disfrutarlo, etc. y sin saber ni el cómo ni el porqué, le comenté que él tambien lo habia disfrutado en algunas de las fantasias que había tenido con mi marido. Este comentario hizo que el repentinamente se pusiera serio y lentamente se acercara a mí.
Cuando llegó hasta donde estaba yo, me cogio los cachetes con sus dos manos acercandome hasta él, de modo que pude sentir su erección contra mi cuerpo, y mis pechos chocando contra el suyo. Acercó su boca hasta la mía y nos besamos lenta pero muy intensamente, jugando y entrelazando nuestras lenguas.
Cuando nos separamos me confesó que él llevaba tiempo teniendo fantasias conmigo, que se había masturbado en alguna ocasión imaginando que me hacia suya, y a continuación volvimos a besarnos.
Sentí como una de sus manos atrapaba uno de mis pechos y lo acariciaba, proporcionandole ligeros pellizcos de vez en cuando. Todo esto había conseguido ponerme muy caliente, mi cuerpo pedía sexo y estaba dispuesta a lo que fuera. Llevé una de mis manos hasta su miembro, como había soñado desde hacia tiempo, y empecé a recorrerlo en su enorme longitud, sintiendolo ya muy duro.
El hizo lo propio y llevo su otra mano hasta mi sexo, recorriendolo con uno de sus dedos, acariciando mi clitoris que debía estar muy duro, y penetrandome con el alternativamente, lo que consiguio con facilidad pues mis jugos lo habían lubricado bastante, a la vez que su boca jugaba ahora con mi pezón. No duré nada y enseguida me corrí, pues estaba excitadisima.
Le pedí que por favor me penetrara, que no aguantaba más y quería sentirlo dentro de mí.
Me dijo que nos salieramos del agua, que estariamos mejor en los sillones de la pergola. Comencé a subir los escalones de salida de la piscina y sentí como me retuvo con sus manos, a la vez que hundia su cara en mi coño por detras. Pasó su lengua por mi raja, introduciendola alternativamente en el agujero, haciendome enloquecer de placer.
Lo tome de la mano y lo llevé hasta el sofa, donde lo senté arrodillandome entre sus piernas. Tome aquel pedazo de polla y como pude lo metí en mi boca, a la vez que se la meneaba y con la otra mano pellizcaba sus testiculos. Era enorme, me costaba trabajo abrir la boca lo suficiente como para que penetrara dentro de ella.
Ya no pude aguantar mas y me subi encima de él. Dirigí su polla convenientemente hasta hacerla entrar poco a poco dentro de mí. Fui bajando hasta que la tuve toda dentro. Crei que me lo iba a romper, pero no pense ni por un instante en dejar de meterla. Comencé a subir y bajar, y a moverme en circulos mientras el habia cogido mis pechos con sus manos y los acariciaba y chupaba. Solo tarde unos instantes en correrme, cayendo abatida sobre él por el cansancio, pero esperando más, deseaba más y lo iba a conseguir.
Me incorporé para arrodillarme en el sofá junto a Luis. El supo en seguida que hacer. Se colocó tras de mi y fue introduciendo su polla en mi, hasta que sentí como sus testiculos llegaban a chocar contra mi pubis. Comenzó un movimiento de vaiven, entrando y saliendo. Al principio lo hacía lentamente, para ir poco a poco incrementando el ritmo y llegar a darme unas tremendas embestidas, que hacían que sintiera su polla muy dentro de mí, volviendome totalmente loca y consiguiendo que nuevamente llegara al climax.
Permaneció durante unos instantes quieto dentro de mí, respetando el orgasmo que yo había alcanzado, pero transcurridos estos comenzó de nuevo a moverse, lentamente pero muy profundo. Sentí como con uno de sus dedos acariciaba mi ano, para poco a poco ir introduciendolo en el, sin dejar en ningun momento de follarme. Comenzó a meter y sacar el dedo de mi culo, acompasandolo con el movimiento de su polla. Era la primera vez que era penetrada por el culo aun con el dedo, por lo que aquello me excitaba de tal manera que otra vez llegué al orgasmo, sin casi tregua con el anterior, y fue tal que mis gritos de placer los debía estar escuchando todo el barrio. Estos mismos gritos, junto con todas las guarradas que le decía a Luis, hicieron que este me avisara de que se iba a correr él tambien.
Tras el aviso sacó su polla y la dirigió a mi cara en donde en seguida recibí unos fuertes chorros de su semen, que inundaron todo mi rostro. Inconscientemente abri mi boca para recibir los fluidos que resbalaban por mi cara y junto a ellos sentí como eran acompañados por su polla, la cual chupé con gran cariño por el placer que me había proporcionado, y degustando el sabor del semen de Luis, cosa nueva para mi pues nunca se habia corrido mi marido en la cara y menos aun en la boca, encantandome su sabor dulce-salado, por lo que permanecí disfrutando de ella durante un buen rato, dejandosela totalmente limpia.
Descansamos un rato los dos, sentados uno junto a otro desnudos. Luis se acordó de la comida y corrió para ver si se había quemado. Menos mal que no.
Comimos y bebimos un poco mas de vino, mientras charlabamos de todo un poco, permaneciendo en todo momento desnudos ambos. Tras la comida me invitó a ir a su cama y echar una siesta, lo que me pareció una idea estupenda, más aun cuando me imaginaba que despues de esta volvería a disfrutar de aquel cuerpo que ahora me acompañaba y que encendía todo tipo de pasiones en mí. Pero eso ya sera objeto de otro relato.