Infiel

Infiel

Infiel

Hacía demasiado calor, esa noche de enero, estábamos en pleno verano.

No veía las horas de llegar a casa, caminaba cada vez más rápido, lo que  hacía que el sudor recorriera mi piel.

Solo quería darme una buena ducha, me sentía cansado, pero no se me borraba la sonrisa estúpida de la cara. Me sentía eufórico, sentía la adrenalina recorrer mi torrente sanguino, lo que hacía que mas rápido caminara.

Prácticamente iba corriendo, y es que ese encuentro fue espectacular, fue soberbio. Si bien ni recordaba el nombre del tipo, aun así recordaba cada detalle de su cuerpo, cada detalle de esas dos horas que pasamos encerrados es ese cuarto del motel.

Lo había conocido por internet, por una de esas tantas páginas  que existen, nos intercambiamos fotos, y luego concretamos la cita.

El tipo tenía unos 35 años, alto, fuerte, robusto.

De esos machos que te roban el aliento, según él jugaba al Rugby, y visitaba asiduamente el gimnasio, sinceramente mucho de lo que me contaba de su vida no me interesaba.

Yo lo único que quería era sexo, sexo duro, rudo y puro. En su máxima expresión, no estaba para cursilerías ni mucho menos para socializar.

Quería sexo y nada más, y vaya que me lo dio.

Apenas entramos en el cuarto se tiro sobre mí, intento besarme, a lo que me negué rotundamente, en ese instante le deje completamente claro la situación, nada de besos, nada de marcas y por sobre todo, con condón para todo.

Me miro sorprendido un instante, pero asintió afirmativamente.

Nos desnudamos a los apurones, cuando lo vi completamente desnudo, un poco más y se me cae la baba, estaba mucho mas bueno de lo que yo esperaba. Su cuerpo trabajado y bronceado, muy buenos pectorales abultados rodeados de una gruesa mata de vellos, sus brazos bien tonificados y lo mejor de todo, una polla gruesa de unos casi 20 cm, dura y con las venas marcada.

No lo detalle más y me desespere, le puse un preservativo torpemente y me dedique a tragar esa polla a razón de bien.

Me abrase a sus gruesas piernas y tragaba a más no poder, las arqueadas fueron lo de menos, la trague completa, hasta dar con mi nariz y mentón en su pubis, solo sus huevos quedaron afuera de mi boca.

El tipo alucinaba, comenzó a follarme la boca con fuerza, haciendo que mi saliva mojara mi mentón y sus piernas.

Él me daba con todo lo que tenia, y yo más le pedía, mas le exigía, si él era el macho que decía ser, este era el momento de demostrármelo.

La mamada se prolongo por unos 20 minutos, sin yo dar signos de haberme cansado, mientras él se encontraba jadeante y gimiendo.

De un momento a otro, con rudeza me hizo poner de pie, y me tiro a la cama, me ubico a cuatro patas, observo mi culo completamente y yo me abrí lo suficiente para darle todo el panorama que él quisiera ver.

Al instante sentí su mojada lengua introducirse entre mis nalgas y enterrarse en mi ano.

Me dio una comida de culo magistral, usaba su lengua, sus dedos, me saboreaba, me disfrutaba.

Y yo estaba ahí para que me disfrutara. Me trabajo tan bien el culo que ya lo tenía súper lubricado y dilatado, luego note como se cambiaba el condón por uno nuevo.

Ya listo y enfundado en el nuevo látex, presento su polla a mi culo, en ese instante tome conciencia por un segundo que estaba en duda mi regla de no dejar marcas, porque esa polla sí que iba a dejar marca en mi interior, pero me tranquilice porque eran marcas que no se notarían.

Y me la dejo ir de un solo golpe, hasta los huevos, si señores hasta los mismos huevos, creo que si hubiera podido hasta los mismos huevos me aterraba.

Yo gemí ahogadamente mordiendo las sabanas de la cama, y comenzó a taladrarme, me daba con fuerza y rudeza. A todo dar, a toda velocidad.

Dolor y placer, placer y dolor era lo que sentía en ese momento y me encantaba. Me encantaba la forma de arremeterme con esa pija que tenia.

Creo que era casi con bronca.

Me follo de todas las formas posibles, de todas las formas que se le ocurriera y yo me dejaba, vaya que si me dejaba y cuanto más bruto era, yo más le pedía.  A cada estocada de él, yo le respondía con un golpe de cadera, sentía su sudor caer sobre mi piel, y podía verle las venas hinchadas por el esfuerzo que hacía.

Pero el tiempo es inexorable, y esa follada estaba llevando más tiempo de lo que yo esperaba, ojo que si por mi hubiera sido, que quedaba a follar toda la noche con él.

En un momento le pedí que se apurara a acabar,  me miro sonriente y con el pecho hinchado de orgullo, me pregunto si ya me había cansado, seguramente su ego estaba por las nubes, a lo que le respondí, que no estaba cansado, sino que ya me tenía ir.

Un pequeño dejo de frustración tiño su cara, pero yo no le di importancia, arremetió con fuerza unos minutos más, y luego salió de mi interior quitándose el forro rápidamente, y masturbándose lo más rápido que su brazo le permitía, logro eyacular varios trallazos de blanca esperma, cayendo sobre mi cuerpo.

Se tiro a la cama rendido y exhausto, yo me levante presuroso y casi corriendo me dirigí al baño.

El tipo observo que tenia la polla dura,  me pregunto si yo no había acabado, a lo que le respondió que sinceramente no, y que no era necesario. No pude descifrar el gesto que se dibujo en su cara.

Me bañe rápidamente, me vestí a las apuradas, mientras él se preparaba para darse una ducha. Deje sobre la cama la mitad del dinero que nos cobrarían por las horas en el motel y salí sin casi despedirme. No lo volvería a ver.

Y ahora me encontraba caminando presuroso para llegar a casa, tenía el ano súper sensible que me molestaba al caminar, y la polla al palo, con una erección un tanto dolorosas. He intentaba no darle importancia, mi meta era llegar.

Era casi media noche, el calor agobiante, al llegar a la esquina de casa, mi corazón se detuvo, un escalofrió recorrió mi columna vertebral.

Se me seco la boca, se me hizo un nudo en la garganta. Un remolino de emociones y sentimiento se agolparon en mi interior.

Lo vi claramente, y no había la menor posibilidad de duda, vi a mi novio, al amor de mi vida, a ese chico al que le había dado todo. Con el que hace tres años éramos novios, y hace dos años vivíamos juntos, con el que pasábamos malos y buenos momento.

Con el que reía, con el que hacía el amor, con el que teníamos un proyecto a futuro juntos.

Lo vi a él, lo vi abrazado fuertemente a otro hombre, a un chaval más alto, se abrazaban y así estuvieron un largo rato, en el que a mí las piernas no me respondían, me quede paralizado, pero sin poder dejar de mirarles.

Por fin soltaron el abrazo, se miraron a los ojos, el chaval le dijo algo que no logre descifrar, a lo que mi chico solo asintió, se miraron y se hicieron un gesto de despedida, el muy maldito se subió a su automóvil y se marcho, mientras yo miraba como mi novio entraba a casa, a nuestra casa.

Me quede estático unos minutos más.

Hasta que todas esas emociones que no podría entender convergieron en rabia, ira, bronca, por sentirme traicionado.

Salí corriendo, un poco mas y derribo esa puta puerta al ingresar, y ahí lo vi, al muy hijo de puta, parado cerca de la cocina, poniendo cara de asustado, seguramente sabiéndose descubierto.

En dos zancadas estuve sobre él, lo tome de las ropas y lo arrincone contra la pared, no me fue difícil, ya que soy mucho más grande y más fuerte.

El muy estúpido solo se quejo, pero no hizo nada para apartarme, tampoco hubiera podido, aunque lo hubiera intentado.

Sus brazos se encontraban lazos a los costados de su cuerpo, y casi estaba de punta de pies, ya que yo lo sostenía con mi agarre de sus ropas.

Tenía tantas cosas para decirle y nada salía de mi boca, solo lo veía fijamente, con todo el odio que podía sentir hacia él, por la putada de haberme traicionado.

No me miraba, esquivaba mis ojos. Tenía ganas de partirle la cara en ese momento, y mandarlo bien a la mierda como se merecía.

De pronto, balbuceo un apenas audible -“perdón”-, el muy puto me pedía perdón, como si fuera yo a perdonarle, era lo mínimo que tenía que hacer.

Y continuo ablando –“la primera vez… la primera vez, me sentí muy mal”- y el muy hijo de puta intentaba excusarse –“pero pensé que estas cosas pasan”- continuo –“pensé que era algo que simplemente paso, que la culpa no era de nadie”- pero la re puta madre que lo re pario, pensé entre mi mismo.

-“la segunda vez… la segunda vez, ya fue distinto”- continuo hablando el muy infeliz, -“la segunda vez, supe que era tu culpa”- en ese instante decidí partirle la cara, ya no me importaba nada, ya no tenía palabras para definirlo,  ahora resultaba que la culpa era mía de que me metiera los cuerno, y cuando estaba a punto de golpearlo, le escuche decirme, -“esa vez, decidí perdonarte, decidí perdonarte sin hacerte ningún reproche por lo que habías hecho”-

En ese momento, se me helo la sangre, las piernas me flaquearon, y sentía un frio recorrer mi cuerpo, en ese instante entendí lo que me estaba diciendo, en ese instante, él mi miro a los ojos, y vi el dolor de su alma…

-“Pero ya no puedo seguir así, me duele demasiado acá”- me dijo señalando su pecho.

-“La tercera vez… la tercera vez, me di cuenta que la culpa era mía”- Solté el agarre, no tenía fuerzas,  -“la tercera vez, me di cuenta que la culpa era mía, por no ser suficientemente hombre para ti”- las lagrimas empañaban su cara, derramaba esas lagrimas por mi culpa. En ese instante el alma se me partió en mil pedazos, mi cuerpo ya no pudo sostenerse solo, y caí, caí sentado en el duro piso de nuestro hogar.

Levante la mirada, y vi su dolor, lo vi  acercarse, y ponerse de rodillas ante mí, como cual alma penitente que busca que lo absuelvan de sus pecados.

-“perdón por no darte lo que tu necesitabas, perdón por no ser lo suficientemente bueno para ti”- no mi amor por favor no me pidas perdón, por algo que solo yo soy culpable, intente decirle pero las palabras no salían de mi boca.

-“te juro que lo intente, intente ser mejor para ti, darte más de lo que podía, para que no tuvieras que buscar afuera lo que yo no podía darte”- y el tiempo se detuvo, cuando su mano acaricio mi rostro, él lo sabía, él sabía de mis infidelidades, él sabía de mis traiciones, él lo sabía y sin embargo, se creía culpable de algo en lo cual era completamente inocente.

No sé qué tiempo pasó, solo sé que nos abrazamos y lloramos, ese llanto que duele, esas lágrimas del alma.

El se separo de mí, me dijo que su hermano venia a buscarlo.

-“me tengo que ir, perdón por ser un cobarde y huir así, pero me duele demasiado”- fue lo último que le escuche decir antes de marcharse.

Esa noche no dormí, y las siguientes tampoco. No quería hablar con nadie, me encerré en mi mismo, como auto castigo infligido por haber perdido lo más grande que me había dado la vida.

Han pasado un par de semanas, es media noche y me encuentro sentado en un banco en este lúgubre parque, miro al cielo, miro a la nada, solo se escucha el ruido de los insectos, escucho unos pasos que se acercan a mí.

-“Llegas, tarde”- le digo, -“nunca es tarde”- me responde, le veo subirse al asiento y sentarse en el respaldo del mismos, justo a mi lado, mira el cielo como yo lo hago, y con una de sus manos, acaricia mi nuca…

Estamos en absoluto silencio.

-“¿Qué esperas para decírmelo?”- hablo rompiendo el silencio, -“¿qué cosa?”- me contestas, -“tu famoso, yo te lo dije”- le digo, -“soy tu amigo, solo vengo a estar contigo”-

Nos sumimos en el silencio nuevamente.

-“¿Que pasara ahora?”- pregunto así nomas, -“no lo sé”- me contesta.

-“Tú, siempre lo sabes todo”- silencio –“¿Él, será feliz?”- y espero la respuesta –“Aun está muy lastimado, tiene herida el alma, y su corazón está en terapia intensiva”- sus palabras me lastima, -“pero se recuperara, es fuerte, el tiempo pasara y conocerá, un chico, que con mucha paciencia sanara sus heridas, lo hará creer de nuevo,  le conquistara. Se enamorara y volverá a arriesgarse, y lo harán feliz”- me dijo impasible mirando las estrellas.

-“¿y yo seré feliz?”- mi pregunta no obtuvo respuesta.

-“¿cómo era esa canción que cantabas siempre?”-  se quedo pensativo…

-“el amor es así, lo sé”-   comenzó a tararear

-“es como tocar el cielo”- continúe.

-“algo mágico en el aire, sí”- siguió el

-“Qué más puedo pedir, lo sé”-  continúe cantando yo solo, -“si todo me parece un sueño, donde soy el dueño, esos es el amor para mi”-

-“A la hora de amar, estoy. Y me entrego sin medidas, doy el alma, doy la vida, pero al final un adiós”-

-“pero mi libertad, ¡NO!, no la cambiare, no la cambiare, quiero seguir siendo siempre infiel”- esa última estrofa me dolió en el alma, volvió a abrir las heridas, ¿acaso ese era mi futuro?

-“con respecto a tu pregunta”- comenzó hablando, -“todo va a depender de ti, y las decisiones que tomes, se te presentaran muchas oportunidades y tú, solo tú sabrás cual tomar, y si aprendes de tus errores…”- yo solo me limite a escuchar.

-“me tengo que ir”- y lo vi caminar lentamente, -“Gracias, Nahúm”- fue lo último que dije y me marche a casa.