Infiel (6): lector de contadores y gran follada

En medio de mi historia con Juan aparece otro autor de TodoRelatos, más cerdo todavía que yo.

¿Alguna vez os ha pasado que, después de una noche de sexo intenso, llegas a casa tan cachondo que no te puedes dormir?A mí me pasó aquel día. Me había liado con Juan en un cuarto de baño, y mi novio casi nos había pillado cuando él estaba a punto de clavármela, sus dedos ya dilatando mi hambriento agujero. Después, mi novio me había metido la follada del siglo. Y para rematar, Manu, mi compañero de trabajo supuestamente hetero, me había obligado a ponerme su ropa interior usada, había intentado mearme encima y por fin se había corrido dentro de mi culo, mezclando su lefa con la de mi novio.Demasiado para una sola noche… ¿o no?Llegué a casa de mis padres, pagué el taxi y me deslicé silenciosamente hasta mi habitación. Mi primera idea había sido ducharme, pero lo creáis o no, volvía a estar cachondo. Las imágenes de la noche anterior pasaban por mi mente a toda velocidad, pero yo intentaba olvidarme de todo.Me metí en la cama, pensando que al día siguiente ya cambiaría las sábanas, e intenté dormir.Según cerré los ojos, me vino a la mente la polla de Juan. Ese rabo gordo, largo, con su capullo rosa rezumando líquido… y mi propia polla empezó a ponerse dura. Pero preferí no tocármela. En vez de eso, empecé a hurgarme por detrás. Mi ano estaba a tope de dilatado, y húmedo todavía. Me chupé el dedo índice y me lo metí, recordando los dedos de Juan abriéndose camino dentro de mí. Después le uní el dedo corazón. Joder, me estaba volviendo a poner muy cachondo.Alargué la mano hacia mi mesilla de noche. En el cajón de abajo, entre varios juguetes de cuando era pequeño, guardaba otro juguete que me compré siendo ya más mayor: un vibrador de tamaño extra grande. Es súper realista, hecho con un molde de la polla de Nacho Vidal. Lo saqué de su funda y me lo metí en la boca, procurando untarlo bien de saliva. Después levanté las piernas y lo apreté contra el agujero del culo, notando como entraba sin dificultad alguna dentro de mi culo…Con el vibrador dentro y temblando de excitación, cogí el móvil y contesté a Juan. “Dime dónde y cuándo y fóllame de una puta vez”. Según le di a enviar, empecé a pajearme como loco y me corrí por tercera vez esa noche.Ahora sí, me fui al baño, me di una buena ducha y me acosté.

Por la mañana me despertó el timbre en casa de mis padres. El timbre, no el telefonillo. Sin tener ni puta idea de quién podía ser, bajé a abrir sólo con el calzoncillo puesto.

  • ¿Sí? – pregunté, con los ojos aún medio cerrados.

  • Vengo a leer el contador del agua.

  • Ah, pasa, pasa. Perdona que haya tardado tanto en abrirte, pero ayer volví un poco tarde y me has pillado durmiendo. ¿Sabes dónde está?

-Sí, no te preocupes.

El chico entró y se dirigió a la cocina como si se conociera la casa de mis padres de toda la vida. Le observé caminar y me fijé en que el pantalón del uniforme le hacía un culito de lo más apetecible… pero no, tío, para ya. ¿Más sexo? Imposible.Le seguí, quitándome esas ideas calenturientas de la cabeza, y abrí la persiana de la cocina para que el pobre pudiese ver algo. Lo juro, la culpa no fue mío: el tío se me quedó mirando embobado, y sólo entonces me di cuenta de que llevaba todo el tiempo sin más que unos bóxer puestos.Ya lo he dicho en alguna otra ocasión: no estoy nada mal. Hay tíos más buenos por ahí, eso sin duda, pero tengo unos abdominales bastante definidos, un pecho fuerte y musculoso y nada de vello en el cuerpo. No he llegado a esta edad dejando pasar oportunidades únicas,  así que, ni corto ni perezoso, me acerqué a él como si pretendiera echarle una mano.El tío tardó unos segundos en reaccionar, pero pronto le tuve contemplando mi paquete con la boca abierta, mientras a mí se me iba poniendo visiblemente dura. Entonces me descolocó completamente al decirme:

  • Si quieres, ahora mismo puedes hacerme todo un hombre.

Vaya, el chico era directo. ¡No podemos quedarnos atrás!

  • No estaría nada mal.

El chico se me abalanzó y empezó a comerme la boca como si le fuera la vida en ello. Besaba bien, para qué engañarnos, y yo empecé a recorrerle el cuerpo con ambas manos pensando en lo que se me venía encima.

  • Vamos a la cama, tío – le dije.

Y me lo llevé de la mano al dormitorio de mis padres. Le tiré sobre la cama y volvimos a enrollarnos como posesos. Él tomó la iniciativa y empezó a comerme la polla por encima de los calzoncillos… mmmm, ese tío me iba gustando cada vez más… Volví a empujarlo y me puse encima de él, dispuesto a desnudarlo poco a poco.Lo quería solo para mí.Recordando las guarradas de la noche anterior, empecé quitándole las deportivas y aspirando el olor profundamente. No olía mal, al contrario. Era sexy. Le quité también los calcetines y empecé a chuparle los pies, despacio, muy despacio…

  • ¡Tío, me estás poniendo a mil! – me dijo.

Como si estuviéramos en una especie de lucha, ahora fue él quien me dio la vuelta y se sentó a horcajadas encima de mí, plantándome su zapatilla en toda la cara mientras me lamía los sobacos. La situación, por qué no decirlo, era un poco surrealista. Yo había dormido apenas dos o tres horas, estaba ahíto de sexo… y ahí estaba, con un tipo cuyo nombre ni siquiera conocía, montándomelo en plan guarro en la cama de mis padres.En plan guarro.Eso me dio una idea.

  • Me está pareciendo que eres tan cerdo como yo. Ven, vamos al baño.

De camino, le quité la ropa que le quedaba, con la única excepción de los calzoncillos. Nos metimos los dos debajo de la ducha, abrí el agua y empezamos a morrearnos. Ya no podía más, así que le bajé los bóxer, me puse de rodillas y abrí la boca con una gran sonrisa.-

  • Méame– le ordené.

Pues sí, el tío se quedó de piedra. Creo que nadie le había dicho una cosa así en su vida, pero la meada de Manu el día anterior me había… ¿cómo decirlo? Me había dado sed. Al lector de contadores de costó algo de trabajo reaccionar, pero en apenas unos instantes, un potente chorro dorado y caliente me golpeó la cara, haciéndome estremecer de morbo y de placer. Cuando acabó, se puso de rodillas y me pidió que le hiciera lo mismo a él… el muy cerdaco hasta me la mamó mientras yo le meaba en la cara.Todo el asunto de la lluvia dorada me estaba poniendo tan cachondo que ya no podía aguantar más. Mi culo estaba hambriento de polla.Le arrastré fuera de la ducha, le besé, le lamí el cuerpo y me lo llevé de vuelta a la cama. El tío estaba fascinado con mi polla y no hacía más que mamármela, pero yo quería otra cosa.- Tío, necesito que me folles ya.Ni puto caso, allá seguía comiéndome el rabo. Yo levanté las piernas y le planté el culo en la cara, de modo que su lengua abandonó mi glande para concentrarse en mi ojete. Yo empecé a gemir en plan escandaloso, dándole a entender que era eso lo que me gustaba de verdad…

  • Sí, tío, méteme la polla, por favor…

  • ¿Quieres que te folle? – me preguntó.

  • ¿No ves que estoy como una perra en celo? Clávamela ya y déjate de gilipolleces.

  • Quiero que me lo supliques.

  • Métemela, por favor. Hazme tuyo. Fóllame hasta reventarme el culo… ¿cómo quieres que te lo pida?

  • Dime que quieres ser mi puta.

  • Claro que quiero ser tu puta zorra, joder, méteme ese pollón bien adentro y enséñame lo que es un macho en condiciones…

Creo que ahí llegué a su límite. Colocó mis piernas sobre sus hombros y me la clavó hasta el fondo… joder… ¿cómo puede gustarme tanto que me den por el culo? Me encanta, lo confieso, es lo que más me gusta del mundo. Sentirme sucio, pasivo, con un buen cipote metido hasta el fondo y un macho encima de mí…El tío se corrió dentro de mí, poniéndome tan cachondo que me corrí en su mano. El muy cerdo se comió mi corrida y luego me morreó… ¡oye, cómo me mola el lector de contadores! No se conoce a alguien tan guarro todos los días…El pobre se tuvo que marchar al poco rato para seguir trabajando (no sin antes intercambiarnos los teléfonos), y yo me quedé tirado en la cama, bien follado, con el culo dolorido y contemplando un mensaje de Luis que me daba los buenos días.Me volví a quedar dormido.

Serían las doce y media de la mañana cuando me despertó la llamada de Juan.

  • Joder, tío – me dijo a modo de saludo -. Ayer Luis casi nos pilla.

  • No puedo dejar de pensar en ti – contesté yo -. ¿Quieres que vaya a verte?

  • ¿Ahora?

  • Me doy una ducha y estoy en tu casa en media hora. Prepara el lubricante, aunque estoy tan caliente que no creo que lo necesite.

  • Sí que empezamos fuerte, ¿no?

  • Tío, Juan, has conseguido ponerme a tope. Te la he comido en la sauna, te has corrido en mi boca, me has vacilado todo lo que has querido. Ahora sólo quiero que me folles.

Juan se quedó en silencio unos segundos. Yo podía escuchar el bombeo de mi corazón. Nunca le había hablado así a Juan… en realidad, creo que nunca le había hablado así a nadie. Una vez más, pensé que se me estaba pirando la pinza a base de bien.

  • Vente.

Y colgó.Me di la ducha más rápida de mi vida. Me puse unos vaqueros sin ropa interior, unas deportivas, una camiseta y cogí el coche, echando hostias hacia casa de Juan. Mi enorme erección me acompañó durante todo el camino, y casi me empotro dos veces en la autopista, de despistado que iba.Aparqué en la calle. Caminé hasta casa de Juan. Llamé al timbre. Él me abrió por el telefonillo. Subí las escaleras de dos en dos y llegué hasta la puerta de su piso jadeando por el esfuerzo y la excitación.Juan me esperaba con la puerta abierta y sólo unos boxers puestos. Su erección era más que notable. No hablamos. Entré, cerramos la puerta y empezamos besarnos acariciándonos todo el cuerpo. Él me llevó a su cuarto y me arrojó sobre su cama.

  • Vamos a ir directos al grano – dijo, mientras me quitaba las zapatillas y me desabrochaba el vaquero -. ¿No llevas ropa interior?

  • Quiero que esto sea muy rápido – contesté, quitándome la camiseta.

En un segundo estuve completamente desnudo, tumbado boca arriba en la cama de Juan, con las piernas bien abiertas. Él se agachó y empezó a comerme el ojete. No hizo falta mucha preparación.

  • Veo que estás bien abierto – me dijo.-

  • de una puta vez, maricón.

Juan se quitó el bóxer, dejando en libertad su polla monstruosa, más grande aún que la de Nacho Vidal. En ese momento pensé que sería capaz de cualquier cosa con tal de tener esa cosa dentro de mí. Pero no me hizo falta rogar… Juan la apretó contra mi culo y en un instante la tuve dentro de mí.- Por fin… - suspiré.- Nunca había entrado dentro de nadie con tanta facilidad.- Mi culo está hecho para tu polla.Con su miembro aún ensartado dentro de mí, se abalanzó y se me tumbó. Nos besamos durante unos instantes hasta que yo empecé a mover la cadera. Él se acopló fácilmente a mi movimiento. Su polla entraba y salía, mientras la mía se apretujaba entre nuestros dos cuerpos. Estaba tan caliente que no iba durar demasiado, pero no me importó, pensé que aunque yo me corriera, Juan podría follarme todo el tiempo que quisiera…

Rrrrriiiiinnnnnnngggggg.Sonó el telefonillo. Juan y yo nos miramos un instante.

  • Déjalo – le pedí -. Sigue follándome.

  • Voy a ver quién es.

Salió de mí y me dejó sólo en si habitación. Mi polla estaba roja y dura, palpitaba en mi entrepierna, y yo me sentí tentado de darle un par de machaques y terminar allí mismo. Pero no. Esperaría.

-¡Joder! ¡Escóndete! – gritó Juan, volviendo al dormitorio.

  • ¿Cómo?

-¡Es Luis! ¡Tu novio! ¡Escóndete ya!

  • ¡Joder! ¡Mierda, joder!

Salté de la cama completamente atontado. Se escuchó el timbre de la puerta (el cabrón se había dado prisa), así que miré a un lado y a otro, y aunque suene típico, me metí debajo de la cama, haciendo un ovillo con toda mi ropa y escondiéndola conmigo.Juan abrió la puerta. Escuché sus voces, pero no fui capaz de distinguir qué decían. Al cabo de unos segundos, ambos entraron en el dormitorio.

  • … y nos vamos a ir a vivir juntos – estaba diciendo Luis.

  • No sé qué decir - respondió Juan -. Me alegro mucho por vosotros.

Aquella situación era surrealista. Yo seguía con la polla tiesa, con el culo abierto, y allí estaba Luis contándole a su mejor amigo que se iba a vivir conmigo. Me sentí como un hijo de la gran puta.

  • Tú y yo somos amigos, Juan – continuó Luis -. No quiero que lo que tenemos entre nosotros cambie.

  • No tiene por qué.

Ahora me acababa de perder…

-Ven aquí – dijo Luis.

Al principio no entendí lo que estaba escuchando, pero enseguida lo supe más allá de cualquier duda. Juan y Luis se estaban enrollando. Se besaron durante varios minutos, durante los cuales yo me planteé todo tipo de opciones: salir y marcharme de un portazo, unirme a ellos, terminarme la paja debajo de la cama… Al final opté por el silencio.Juan y Luis se tiraron encima de la cama, y pude ver que se quitaban la ropa.-

  • Qué bueno estás – murmuró Luis -. Déjame verte la polla.

¿¿¿Cómo???Los sonidos empezaron a indicar sexo oral, no tenía ni idea de quién se lo estaba haciendo a quién. Yo no podía pensar en nada, tenía la mente completamente en blanco.

  • ¿Quieres follarme? – preguntó Luis.-

  • Si no te cabe… - dijo Juan.

  • Venga, vamos a intentarlo. Déjame que me ponga un poco de lubricante.

. Mi novio, el activo de mi novio, le estaba pidiendo a su mejor amigo que se la clavara… no podía creerlo, todo esto era demasiado para mí.- ¡Ay! ¡Ay! Me duele…Maricón, así te parta el culo.

  • Venga, que ya entra…

-¡Sal, sal! ¡No puedo!

  • Sí que puedes… joder, Luis, qué culo tienes… me encanta…

  • Estate quieto un momento.

-Tienes la polla a mil.

  • Creo que nunca he tenido una cosa tan grande dentro. Fóllame despacito.

  • ¿Así?

  • Joder, Juan, siiiiii… sigue así…

A mi pesar, la polla se me había vuelto a poner dura. Lo sé, soy un puto pervertido, pero estaba disfrutando de esa situación. Saber que la polla que había unos minutos había estado dentro de mí estaba ahora dentro de mi novio me estaba poniendo a mil.Dentro de mi novio, que era activo. Joder.Los ruidos encima de la cama empezaron a acelerarse. Los jadeos subieron de volumen, acompañados de algún grito y de algún cachete.

  • ¡Tío, me corro! – gritó Luis.

  • ¡Espera, que a mí todavía me falta!

Silencio.

  • Tío, lo siento.

  • No pasa nada.

Luis se había corrido. Bien. Pasaron unos minutos más, en los que imagino que se abrazaron y se besaron. Yo ya no oía nada. Sólo tenía una idea en mi mente.

  • Tío, siento meterte prisa, pero estaba a punto de salir a ver a mis padres – dijo Juan.

  • No te preocupes, yo me piro ya. Tenemos que repetir esto, ¿eh?

  • Tienes novio – le dijo Juan.

  • Ya, pero eso no cambia nada. Me voy. Hasta pronto.

Y se fue. En cuanto oí que se cerraba la puerta, salí de debajo de la cama, con una erección enorme delante de mí. Juan estaba tumbado encima de la cama, con la polla tiesa y la cara tapada con una almohada.

  • Lo siento – gruñó -. No tengo palabras…

Yo no dije nada. Me senté a horcajadas encima de él y me clavé su polla hasta el fondo. Él se quitó la almohada de la cara y me miró fijamente.

  • Quiero que te corras dentro de mí – le dije.

  • Eres un puto vicioso.

.- ¿Qué culo te gusta más, el de Luis o el mío?

  • Jeje, me pones en un compromiso… no sé qué decirte…

Me saqué su polla de mi culo, me puse a cuatro patas y empecé a lamérsela, sintiendo el sabor del culo de Luis y del mío propio en su capullo.

.- Elige.

  • Tú eres mucho más cerdo.

  • Fóllame a cuatro patas.

Juan se incorporó, se puso detrás de mí y me la metió de golpe. Empezó a bombear dentro de mí como si le fuera la vida en ello.

  • ¿Cuánto tiempo llevas tirándotelo? – pregunté.

  • Hoy es la primera vez que consigo metérla.

  • ¿Cuánto tiempo?

  • Desde que nos conocimos. Siempre hemos follado. Vaya, él me la mama, yo intento metérsela, a él le duele y acabamos pajeándonos.

La idea de estar hablando de cómo mi novio me era infiel desde el principio mientras el mismo tío que él se tiraba, su mejor amigo, me follaba el culo, fue demasiado para mí. Juan y yo nos corrimos juntos, a gritos, y después nos derrumbamos el uno en los brazos del otro, abrazándonos sudorosos.