Infidelidades (3a Confesión: El Congreso)

...así comencé a disfrutar la excitación que me iba inundando. Lo que nos llevó a una pasión más intensa, sus manos habían bajado hasta mis nalgas acariciando con fuerza su redondez sobre la delgada tela del vestido. Entonces...

Infidelidades (Tercera Confesión: El Congreso)

— Esta vez te voy a contar algo que sucedió hace varios años. — dijo Yess. — antes de casarnos, cundo éramos novios.

El día de trabajo había sido cansado, yendo y viniendo, supervisando el trabajo de las edecanes, verificando que todo estuviera en orden y que se atendiera bien a los doctores. Un congreso de especialistas como tantos otros en los que había estado.

Como siempre, todos los asistentes a la convención se detenían y hacían uso de sus mejores trucos donjuanescos para tratar de conquistar a las hermosas modelos que me acompañaban en el stand, la mayoría viejos trucos y uno que otro incluso rayaba en lo vulgar. Debo reconocer que sin ser tan bella como las edecanes, en mas de una ocasión también fui victima de piropos y galanteos.

Era la primera vez que iba sola a este tipo de eventos, normalmente me acompañaba alguno de los gerentes, pero esta vez iba representando a la empresa, una joven licenciada en mercadotecnia de apenas 23 años. Debo reconocer que también era atendida por todos y que me trataban muy bien. Así en algún momento, durante el evento me presentaron con uno de los médicos asistentes, al que llamaré simplemente Carlos. Él era reconocido e importante en el medio; no sólo por su labor en la especialidad sino también por que de joven fue un reconocido deportista.

Así llegó la noche y ya en el hotel, nuevamente me encontré con Carlos, quien, a pesar de ya ser un hombre maduro rondando los 40 vestía unos pantalones color caqui y una camisa clara. Bajo la tela de su ropa se podía notar aún el cuerpo musculoso y firme de un deportista.

— Hola ¿como estás? — Me saludó cordialmente — ¿Eres Yess verdad?— preguntó al tiempo que me daba un beso en la mejilla.

— Si Yess… ¿y tú eres…?

— ¿Qué pasó? ¿Tan rápido te olvidaste de mí? — Dijo él en tono de broma — Carlos.

— ¡Uy perdón! Es que me presentaron a muchos médicos hoy. — me disculpé.

— Te entiendo… yo también conocí a muchas personas hoy. Peri de no podría olvidarme de ti.

— ¿Por qué lo dices? — pregunte fingiendo no darme cuenta de su galanteo y pensado para mí "Otro más que quiere ligarme. Definitivamente yo no estaba buscando ningún tipo de aventura, para entonces tenía casi cinco años saliendo con mi novio (mi actual esposo) y muy próxima a casarme.

— ¿Cómo que por qué?— Me contestó con otra pregunta. — Eres la más linda del congreso.

— Si como no… con todas las edecanes que hay… — dije sin poder evitar sentir como el color se subía en mi rostro.

— Pero ellas no tienen cerebro… en cambio tú… belleza e inteligencia. — continuó con su labor de conquista. — ¿Qué vas a hacer en la noche? —

— No se aún. — dije con franqueza.

— Mira en la noche seguro vamos a ir a bailar todos lo que organizamos el congreso, si quieres venir estás invitada.

Más tarde, el doctor que había invitado a mi empresa a participar en el congreso, me llamó a la habitación y confirmó la invitación que Carlos me había hecho hacía unos cuantos minutos. Yo acepté. El tener novio no impedía que, una chica de 23 años, sola en Acapulco saliera a divertirse sanamente.

Así llegada la hora de la cita cerca de las once de la noche me presenté en el lobby del hotel mis bien torneadas piernas estaban enmarcadas por un vestido de likra negro, que me había prestado una de las modelos, y más corto de lo que yo acostumbraba. La tela se pegaba a mis curvas resaltando mis senos.

Saludé a los presentes entre ellos a Carlos, subimos a una camioneta y nos fuimos a un antro, que en aquellos entonces todos llamábamos discotecas. El lugar era de ambiente, música a todo volumen, aire acondicionado, humo de cigarro y mucho alcohol. Desde que salimos Carlos se fue sentado junto a mí y así siguió en el lugar. Después supe que el había pedido al doctor que me había llamado su ayuda para estar conmigo a solas lo más que se pudiera.

Así, entre el ambiente enrarecido y que la verdad Carlos hablaba muy bonito, me fui dejando llevar por el momento, me sacó a bailar y entonces descubrí que esa era otra de sus habilidades; lo hacía bastante bien. Así bailando, entre la gran cantidad de gente que había en la pista, la distancia entre ambos se hizo más y más corta, y de pronto lo noté buscando apretarse contra mi cuerpo y meter una de sus piernas de tal modo que su muslo rozaba mi entrepierna y su miembro en estado de completa erección frotaba mi muslo. Debo reconocer que aunque en un principio, traté de evitarlo pensando en ni novio. Pero el sentimiento de culpa fue desapareciendo al notar que continuamos bailando un buen rato y él no hacia otra cosa ni tampoco manifestaba deseos de seguir más allá con ese cachondón juego.

Opte por seguirle la corriente apartando la idea de que podía llegar a hacer el amor con Carlos y así comencé a disfrutar la excitación que me iba inundando. Lo que nos llevó a una pasión más intensa, sus manos habían bajado hasta mis nalgas acariciando con fuerza su redondez sobre la delgada tela del vestido. Entonces, nerviosa le dije al oído que debía ir al tocador, tratando de interrumpir el momento

Pensé que vendría tras de mi más no fue así. Ya en el baño me refresque un poco y al salir lo encontré esperándome. Sin decir palabra, me tomo de la cintura y me llevó a una mesa en la que estampamos solos, nos sentamos y sin darme tiempo a decir palabra, depositó un beso en mi boca. Yo simplemente abrí mis labios y dejé entrar su lengua húmeda y tibia. Vaya que besaba bien. Desde el primer momento coloco su mano en mi rodilla. Al darse cuenta, que no encontraba resistencia en mí, con su mano fue subiendo por mi pierna Parecía tener varias manos recorriendo mi cuerpo mis senos, mi cintura. Sin embargo no era tosco, lo hacía con habilidad y maestría.

Yo pude notar que mi panochita se humedecía por la proximidad de sus dedos. El hizo a un lado la delgada tela de mi tanga y comenzó a acariciarme separando con suavidad los labios mayores de mi cuevita de amor. Tocó suavemente mi vagina, ese contacto me hizo desfallecer de placer, hacía mucho tiempo que no me tocaba ningún hombre que no fuera mi novio, y el hecho de sentirlo me hacia desearlo mas y mas.

Llevada por el calor del momento, ya sin pensar lo que hacía baje la mano y le agarre el pene totalmente erecto sobre el pantalón. Su verga, grande y gruesa, parecía estallar. Cuando comencé a tocarlo su respiración se entrecortaba. Parecíamos dos amantes que hacia mucho que no se veían, en medio de una disco y sin temor a que nadie nos viera. En ese momento, me hubiese encantando estar sola en mi habitación con él; comenzó a besarme el cuello, y el escote. Una de sus manos me acarició los senos. Mientras la otra entraba en la humedad de mis entrañas. Bajé la cremallera de su pantalón y metí mi mano bajo su boxer aferrándome a su miembro. Sentí como ardía y le latía. El me decía al oído lo buena que estaba.

Después de fajar un rato nos levantamos y nos fuimos a bailar nuevamente, un balie cachondo lleno de caricias y roces "accidentales", coqueteo sin fin. Y luego nuevamente a la mesa. Besos y caricias, cada vez más intensas.

— Vámonos de aquí — me dijo — Vamos al hotel. — Estaba súper excitada, Y desee ser penetrada en ese instante, aunque no lo dije. Si nos vamos este buey me va a coger, pensé.

— No — le dije — Aquí estamos bien.

— Anda vamos, quiero estar a solas contigo… y sé que tu conmigo.

No contesté, lo bese y volví a meter mi mano en su pantalón.

— ¿Entonces si? — insistió

— Mejor bailamos. — contesté tomándolo de la mano y jalándolo hacia la pista.

Así transcurrió la noche, entre bailes, fajes e intentos de llevarme ala hotel. A las 5:00 de la mañana salimos del antro, nos fuimos a bañar cada quien a su habitación para empezar a trabajar temprano en el segundo día de convención.

El día de trabajo fue muy atareado, ni tiempo me dio de pensar mucho en la noche anterior, aunque cuando lo hacia una especie de corriente eléctrica recorría mi cuerpo. Así llegó la noche, y de pronto me encontré con Carlos. Platicamos como si nada hubiera pasado. Y así me encaminó hacia mi habitación. Yo sabía lo que el quería, lo que podía pasar si llegábamos a mi habitación. No hice nada por evitarlo.

Caminamos platicando animadamente, llegamos a la puerta de la habitación y hablamos unos minutos más, entonces saqué las llaves para abrir la puerta y al hacerlo, Carlos entró y cerró por dentro. Tenía la mirada encendida y respiraba agitadamente, se acercó a mí, a mi boca haciéndola suya, besándome con ternura, yo no me resistí y empecé a corresponderle, los besos fueron haciéndose más apasionados y sensuales, sus manos recorrían mis pechos desabrochando los botones de mi blusa. Estaba tan mojada que sentía vergüenza, me abracé a él en un intento por controlar mi excitación, pero fue peor, sentí su miembro erecto contra mí y me abandonó la razón cediendo por completo al deseo.

Le desabroché el pantalón, Carlos me alzó la barbilla suavemente para que le mirara a los ojos, dándome una última oportunidad de echarme para atrás. Eso me encendió aún más. Él se arrodilló enfrente de mí y siguió desnudándome y yo a él a su vez. Sin dejar de besarnos me fue empujando hacía la cama, empujándome sobre ella.

En cuanto me tuvo recostada, buscó mi sexo, acariciando introduciendo sus dedos en mi vagina, volviéndome loca. Entonces se recostó sobre mí y separando mis piernas me introdujo su verga con fuerza, hasta el fondo, apretando, deje ansiosa que me cogiera, pero el no empezó a bombear como yo deseaba, se quedó allí, profundamente dentro de mí, besándome la cara y el cuello, mordisqueando mis pezones, haciendo que le deseara.

Entonces empezó lento, dominando la situación, mis orgasmos llegaban uno detrás de otro y él seguía, cada vez más rápido, más adentro, sentía sus testículos golpear contra mí, su cuerpo sudaba copiosamente. Yo estaba enloquecida, mi novio nunca me había follado de esa manera. Siguió bombeando un buen rato hasta que sentí su semen caliente en mi interior.

Después de un rato, iniciamos nuevamente hasta quedarnos dormidos. A la mañana siguiente mi vuelo salía muy temprano; me vestí y salí de allí cerca de las seis de la mañana.