Infidelidad y desenfreno en un velero.

Después de un polvo rápido con Ana María sin saberlo su marido, este va y me invita a un paseo en barco.

La víspera decido llamar a Ana María, por si había cambiado de opinión y muy fresca sin ningún problema me dijo… “De eso nada, has dicho que si ibas y ahora no me vas a dejar con todos los preparativos a medias… NI LO SUEÑES. Si no quieres venir, que sea porque tú lo has decidido…” fui a cargar las botellas para bucear y preparé todo para disfrutar de una buena jornada en el mar.

Llegué temprano, Juanjo ya estaba en el barco y la que no había llegado era su mujer. Lo tenía todo preparado y de buena mañana se estaba bebiendo una copa de cantueso, que decía que venía muy bien para el estómago. Mire la botella por curiosidad y era de Alicante el origen, que me extraño porque en Alicante se ve mucho y aquí solo se la vi a él. Se interesó por mi trabajo y sabía de qué iba.

Me extrañaba que su trabajo le diera no para comprar el barco, sino para su mantenimiento. Hasta que me comentó que su trabajo, lo había dejado ya hace años y se montó un negocio muy lucrativo con el mar y las mercancías. Por eso le interesó mi trabajo, tenía varias ideas para llevar a cabo en su negocio, quiso saber las posibilidades y sobre todo los costes, para ver si merecía la pena. Quedamos en que me enviaría un memorándum con sus ideas. Dos horas después llegaba Ana María, que llevaba un pareo camisola, retro de color negro y unas zapatillas de cuña.

La ayudé a subir al barco y nos dijo que cuando quisiéramos podíamos marchar. Juanjo me enseñaba cómo funcionaba todo, era prácticamente todo automático, podía manejarlo él solo. Una vez ya estábamos en alta mar, Ana María que estaba abajo en los camarotes, subió en bikini y se tumbó en la proa (parte delantera). Se quita la parte de arriba poniéndose crema y dándose un buen sobe en las tetas. Juanjo comento… “Cada día más buena…” no comente nada y me pregunté si no sería una “trampa” para mí, aunque no lo creía.

A la hora de comer, se puso otro vestido playero pero sin ponerse la parte de arriba del bikini. Se la veía voluptuosa y como llevaba canaladuras el vestido, se le veían perfectamente los pezones. Quise sustituir a Juanjo y me dijo que su velero solo lo tocaba él, que mejor fuera a echar una mano a su mujer. Baje a ayudar a Ana María y lo primero que vi fue su culito bien respingón, ya que estaba agachada. Me acerqué por detrás y pregunté, sabiendo que Juanjo casi seguro nos oía… “¿Te puedo ayudar en algo?” ella sin levantarse se dio la vuelta y dijo… “Uf… menos mal, alguien para echarme una mano, si me puedes ayudar, sostén estos platos…” me paso unos platos y luego sin decir nada más, me bajó el bañador y sin más, se puso a lamer mi polla y cuando sintió que crecía, se la metió en la boca, hasta que creció del todo.

La muy cabrona me estaba haciendo una mamada fuera de lo normal y no podía decir nada, ni cuando sin esperármelo me metió un dedo en el culo. Juanjo desde arriba gritó a su mujer que metiera unas cervezas en el congelador un rato. Como ella no contestaba, gritó de nuevo… “¿ME HAS OÍDO ANA MARÍA?” dejo de comerme la polla y dijo que sí, que ya las iba a meter. Ahora me agache yo, aparte su bikini y me puse a comerme su coñito, ella me facilitaba todo con sus posiciones y cuando vi que estaba a punto de correrse, me quite, le guiñé un ojo y me lleve los platos.

Estuvimos comiendo con la brisa y me decía si me iba a ir a bucear ahora, le dije que no, que no me gustaba bucear recién comido, que prefería esperar. Había estado bebiendo cantueso, la dos cervezas, vino en la comida y para rematar la sobremesa, nos fuimos a sentarnos a la popa que había unos asientos muy cómodos, tres individuales giratorios y unos en los laterales corridos. Ya se le traba la lengua y se empezó a quedar somnoliento. Hasta que se quedó a medias en una frase, Ana María se levantó le quitó la copa y se fue hacia dentro del barco, donde me hacía señales con una mano para que fuera.

Sabía perfectamente que la estaba viendo y que estaba pasando de ella, apretaba sus labios y me miraba con enfado. Desapareció dentro y pasaron como diez minutos, volvió a aparecer con una túnica hasta un poco más arriba de los tobillos, multicolor y con un buen escote. Me di cuenta de que tenía dos grandes aberturas en los costados dejando ver sus piernas. Vino hacia donde estaba, pero antes con mucha suavidad giró el asiento de su marido, de tal forma que nos diera la espalda. Se sentó junto a mí, estaba cachonda perdida, se le notaban los pezones muy marcados y me acariciaba el muslo, hasta subir a mi polla, que me la tocaba por encima del bañador.

Melosa me decía al oído con la boca bien pegada y tocándola con sus labios… “Vámonos dentro que te tengo muchas ganas y estaremos más cómodos, que aquí en cualquier momento se puede despertar Juanjo” gire mi cabeza un poco y le di un pico en los labios antes de decirle… “Si quieres algo estamos bien aquí” , me miró incrédula y su cabeza era como si tuviera un tic, me decía con gestos que ahí no… “Estas tonto… no se puede, imposible…” , me encogí de hombros y se levantó enérgicamente, lo que me decía que se había cabreado. Después de moverse como pollo sin cabeza por el barco volvió y se sentó de nuevo junto a mí.

Sabía que venía a utilizar todas sus artes para convencerme y antes de que lo hiciera, actué yo. Acaricio su muslo hasta llegar con mi mano a su coñito, que no estaba protegido por nada, porque no llevaba braguitas. Estaba totalmente mojada, fui directo a lo que quería, me puse a acariciar su clítoris y se recostó. Estaba disfrutándolo igual que lo disfruté yo. lo hacía sin prisas y con suavidad, no perdía detalle de ella y de su cuerpo. Cuando empezó a apretar sus labios, me puse en alerta y cuando al rato estiró sus piernas, poniéndose en tensión pare. Lo que llevó a que abriera los ojos todo lo que podía dar de sí y me mirara perdonándome la vida, como me ponen ese tipo de miradas.

Esta vez reaccionó de otra manera a la esperada, tiró de mi bañador para abajo, lo suficiente hasta dejar mi polla fuera. Se apartó la parte trasera de la túnica, dejando su culito a mi vista y sin necesidad de usar la manos, en unos pocos movimientos logró colocar mi polla en la entrada de su coñito y se dio una sentada en toda regla, que creo que no midió bien, porque se le escapó un ruido, entre quejido y sorpresa al tenerla toda dentro. Se asustó porque se quedó quieta sin moverse. No podía ver su cara porque se había sentado de espaldas.

Recuperó la confianza y empezó a moverse. En cuanto pase mis manos hacia sus tetas, fue como si hubiera pisado el acelerador, porque cuando más apretaba sus pezones, más se movía. Giraba su cabeza para que nos morreáramos y también para ocultar sus gemidos. La situación era peligrosa, eso lo  hacía morboso y excitante, no hay mejor combinación que el deseo, el peligro a ser sorprendidos y lo desconocido. Se quedó parada, pero sin parar, ya estaba iba a empezar a correrse, se tapó la boca y aun así, se le escapó un gemido profundo, nada más acabar Juanjo se movió y ella se puso de pie como si hubiera funcionado en su cuerpo un resorte.

Se acercó a su marido, mientras me subía el bañador y colocaba mis piernas de tal manera que no se me notara la erección, ella hablaba con él y el farfullaba. Minutos después, muy pocos, se desperezó y se quedó con la mirada todavía aturdida. Me miraba sin decir nada hasta que dijo… “EL PUTO CALOR…” y se pasó la mano por la frente. Dio un golpe con la mano en el apoyabrazos… “Venga vamos a bucear un poco” y se puso de pie. Sacamos todo y me iba a poner un traje de neopreno corto y muy colorido. El saco uno completo, lo que me extraño porque eran aguas donde no hacía falta ese tipo de neopreno. Me miró y me dijo que era muy friolero. Debajo llevaría no el bañador que llevaba puesto, me pondría uno tipo bóxer ajustado y cuando lo hice delante de él, mi polla estaba todavía alegre sin llegar a estar erecta, su comentario… “No te pille ningún tiburón que tienen comida para un año… jajaja… menuda suerte tío, vaya lo que escondías…” el que estaba haciendo lo mismo, se miró su polla y riéndose dijo… “JODER… después de ver lo que calzas, lo mío es una mierda, jajaja…” nos terminamos de preparar y acabamos en el agua.

Me llevó a un sitio realmente bonito y estuvimos un buen tiempo buceando, regresamos al barco. Ahora Juanjo quería montarse en la barca con una cámara de agua, para filmar y fotografiar el fondo. Por lo que se ve hacia reportajes era su hobby. Me cambié y estando abajo por el portillo podía ver a Juanjo perfectamente en su barca. Nos había avisado de que no le perdiéramos de vista. Por eso Ana María se había quedado arriba vigilando. Hasta que me abraza por detrás y me dice que me había quedado a medias y eso no lo podía permitir, estaba desnuda. Me recordó que no teníamos mucho tiempo, porque lo mismo Juanjo tardaba diez minutos que una hora, todo dependía de la fauna marina.

Me di la vuelta y la vi desnuda, estaba muy bien, le dije… “Nunca me imaginé que serías tan puta…” ella se hizo un poco la ofendida, hasta que hice que mirara por el portillo a su marido y empecé a follarla, porque era verdad necesitaba correrme. Comprobaría ahora mismo si era tan puta como pensaba o más. Le di un tratamiento especial, el que siempre fantasee y por eso cuando estaba follándola, empecé a azotar su culo. Correspondía con gemidos a mis azotes y cuando descansaba de los azotes, follaba su culito con mis dedos y la única respuesta es que se meneaba más.

No dejaba de decirme que era un pervertido, follándola delante de su marido y ahora haciendo que lo viera, pero le ponía muy cachonda. Se corrió antes de lo que esperaba y esta vez no se contuvo, qué animal más bello corriéndose, no se dejaba nada dentro. Era mi momento, el momento de darle la estocada y así fue, cambié e inicié la follada de su culito, solo me decía que despacito, que le apetecía pero que fuera más suave. No es que tardara mucho, pero estaba muy apretada y ella me decía que nunca le había entrado algo como lo mío. Una vez que nos acoplamos bien, la follada de culo fue fabulosa, porque ella sabía lo que quería y se veía que le gustaba follar analmente. Nos corrimos los dos a la vez y le dije que nos fuéramos para arriba, me pidió que subiera yo y que ella lo haría en un momento.

Terminamos y después de recoger todo Juanjo, regresamos al puerto. Se empeñó en cenar juntos, me excusé como pude y decía que por lo menos una cerveza, acepté. No sé por qué, pero seguía cachondísimo y cuando apareció Ana María más, se había cambiado de vestuario, traía una camisa negra con transparencias y varios botones desabrochados, con una falda vaporosa del mismo color y unas sandalias de cuña. Ya estábamos en el puerto y Juanjo nos dijo que esperáramos que en cuanto acabara volvía, no sé qué iba a hacer, pero quise aprovechar y esta vez Ana María decía que no se podía porque ya estaba arreglada. Un poco de tonteo por mi parte y ya está otra vez cachonda, se resistía e hice que me hiciera una mamada, algo que no puso reparo. Como quería correrme me tocaba yo y ella lamia y chupaba. Hice que se abriera la blusa, ella lo hizo y desabrochó su sujetador, le pase la polla por los pezones y ella se estaba tocando, me pidió que me corriera en sus tetas, dicho y hecho, se las llene con la corrida, lamió y se metió la polla. Se manchó la blusa y me decía que era increíble la corrida y que ahora no le extrañaba las veces que se tuvo que limpiar el culito.

No le dio tiempo a más, porque se oía la voz de Juanjo hablando con alguien y ella se fue a limpiar o a cambiarse. Juanjo preguntó por su mujer y me limité a decir que estaba dentro. Salió vestida igual, pero sin manchas. Después de la cerveza nos despedimos y ante la insistencia de él quedamos en llamarnos un día para tomar algo.

Últimamente estaba calenturiento por no decir cachondo y no sabía si era el calor o que. Era de esas temporadas que cierras los ojos y te vienen sueños o fantasías con alguien y lo único que consigues es estar todo el día con una erección permanente. No es que tenga muchas épocas así, pero cuando las tengo, me ando con mucho cuidado, porque puedes ver señales inadecuadas que solo ves tú. Aunque también es verdad que en esas épocas uno es más lanzado y lo único que me faltaba a mí, ser más lanzado. Estaba en el trabajo y no estaba falto de ideas, pero sí menos espabilado. Cuando me sucede eso, hago una de dos cosas, tengo una charla o una tertulia con quien sea y el tema da igual, la otra opción irme a una terraza, sentarme con mi libreta, ver a la gente, analizarla y teniendo mi libreta por si se me ocurre algo.

Me fui a una terraza a la que acudo habitualmente y me senté en un extremo para tener una mejor visión. Había solo dos mesas ocupadas, imagino porque todavía pegaba bien el sol. Un hombre de unos sesenta años, con melena mal cuidada, canosa, barba desaliñada, gafas y leyendo un libro que lo llevaba forrado. El aspecto físico no era cuidado, pero engañaba, la ropa que llevaba era buena y cuidada. El libro forrado, indicaba que era cuidadoso y si trataba bien los libros, con las personas más. Un bohemio pasado de tiempo. En otra mesa una pareja de veintipocos años, majos los dos, pero se barruntaba que había habido una infidelidad y se trataba de pedir perdón, esperando que la otra parte lo concediera y pasó algo curioso, llegaron un grupo de mujeres entre cuarenta y cuarenta y cinco, no más. Siete en total.

Bien vestidas y todas demasiado finas. Estaban si no me equivoco celebrando una separación, divorcio o algo similar, aunque siendo agosto me hacía dudar, porque me parecía que los juzgados no funcionaban, pero esa era mi impresión. Me vino una idea a la cabeza y me puse a escribir en mi libreta, cuando con el oído tan fino que tengo y aquí está lo curioso, son estas siete mujeres quienes tratan de saber de mí, de analizarme, lo que me hizo mucha gracia.

Todas tenían su punto y estaban bien. Se que la que más me entró por los ojos, no sería la que mayoritariamente elegirían de entre las siete cualquier hombre. Era una de las llamadas gordibuenas, de unos cuarenta como máximo. Vestido cruzado con buen escote y enseñando cacha. El pelo era teñido, castaño con mechas rubias oscuras, le quedaba bien, cejas oscuras, por lo que pensaba que era morena, le llegaba hasta los hombros, media como 1,70. Ojos oscuros y mirada penetrante porque se cruzó con la mía varias veces. Al estar en grupo eran muy valientes y me sucedió como ya me había sucedido más de una vez, un comentario, una risa… y la más valiente me invitaba a sentarme con ellas.

Acepté y me senté con ellas. Tenían la curiosidad de saber a qué me dedicaba y las rete a que lo adivinaran. La “valiente” la que me invitó a sentarme, empezó diciendo una profesión de abogado y las siguientes fueron detrás… médico de familia, comercial, seguros, banca, funcionario y le dijeron a la que me gustaba a mí que dijera algo y lo que dijo fue que ninguna había acertado. A la pregunta con desdén de sus amigas, de porque no habían acertado, Yolanda que así se llamaba dijo… “Por su forma de ser, de estar y de vestir” se echaron a reír y se metieron con ella, por lo que hizo su reflexión… “El traje que lleva si no es a medida poco le falta, porque es difícil encontrar un traje de confección para su tallaje tan especial, que le queda como un guante. La camisa de puño vuelto igual y se ve que es tan bien de calidad, la corbata no es casual, bien elegida y bien conjuntada. Los zapatos de cordones y sin una mota de polvo ni mancha y el reloj… nada de uno electrónico un…” , más que responder parecía una sentencia y le respondí, que eso lo podría llevar cualquier hombre con cualquier profesión.

Las amigas se metían con ella porque no se olvidaba su profesión y decían que siempre estaba con lo mismo, dijeron que se dedicaba a la moda. Estuve un rato hablando con ellas y quisieron ponerme a prueba con una adivinanza. De las siete quien era la que se divorciaba, lo que celebraban era que el marido había firmado por fin un divorcio amistoso y quién de las siete era abuela. La primera fue fácil, lo acerté a la primera. Lo de señalar a quien era abuela, debía de ser una trampa, porque no era muy normal que ninguna fuera abuela, no imposible.

El problema lo veía era en señalar a una que no lo fuera, porque se podía ofender pensando que lo decía porque aparentaba mayor edad. La mejor solución, porque pensaba que se estaban quedando conmigo, fue decir que ninguna. Hasta que con falsa vergüenza Yolanda levantó un  dedo y me extrañó. Una amiga ya puso su toque, ella fue madre con dieciséis y su hija con veintiuno. Me apetecía conocerla más, pero resultaba difícil estando las otras seis por medio, se iban a levantar, se iban a ir y perdería cualquier oportunidad. Escribí mi número de móvil en un trozo de papel de mi libreta.

Me lo guardé en un bolsillo y cuando se marchaban les di la mano a todas, con la diferencia que a Yolanda le pase el trozo de papel. Ahora había que esperar que no lo tirara y esperar varios días a que se decidiera a llamar si no lo había tirado. En situaciones similares un gran porcentaje ha llamado pasados unos días, la curiosidad, de ese grupo que llama más de la mitad acepta quedar a tomar algo, luego el éxito depende de muchos factores. Para mi sorpresa me llega una llamada de un número que no conozco y es Yolanda… “¿Para qué me has pasado a escondidas tu móvil?” pregunta absurda, pero le conteste… “Para que va a ser, me apetece verte a solas” emitió un sonido de estar pensando y me dijo si sigues ahí voy ahora. Se vino, se sentó y hablamos…

- ¿Qué he hecho o he dicho para que quieras verme a solas?

- Nada, simplemente que me has gustado.

- Algunas de mis amigas están mucho  mejor que yo y además estoy casada, para ser más exacta veintiún años.

- ¿Y…?

- Pues porque seguro que conoces muchas chicas más jóvenes y solteras, que quieran algo contigo. Porque conmigo no tienes nada que rascar.

- ¿Entonces por qué has venido? Porque tu marido se puede preguntar por tu tardanza.

- Por curiosidad y es imposible que mi marido diga nada porque trabaja fuera.

- ¿En qué trabaja?

- En… seis meses de trabajo fuera y tres de descanso. Muy bien pagado pero… con sus sacrificios.

- ¿Y tú a qué te dedicas?

- Te lo ha dicho mi amiga, a la moda masculina.

- Ah… por eso tu análisis tan detallado.

- ¿A que no eres de ninguna profesión de las que han dicho?

- No, soy autónomo.

- JAJAJA… ¿AUTÓNOMO? JAJAJA…

  • Me gusta cómo te ríes.

- Hacía tiempo que no me reía con un “chiste” tan bueno. Me gusta ser clara… ¿Cuánto tiempo habías pensado que tardarías en llevarme a la cama?

  • JAJAJA… ahora me toca reírme a mí. Para poder contestarte con exactitud tendría que hacerlo después de que cenáramos.

- QUE MORRO… te gastas. Imposible porque aunque quisiera que no es el caso… tengo que ir a ver a mi nieta a su casa sin falta.

  • No es problema, vas las ves y luego vienes a cenar, además he pensado dos sitios uno el restaurante… y si no te gusta puedo ser yo el cocinero, que te chuparías los dedos.

- JAJAJA… una marisquería imagino por eso de que el marisco es afrodisíaco o en tu casa y no piensas precisamente en que me chupara los dedos… JAJAJA…( Me gustaba como se reía y como contestaba desenfadada )

- Jajaja… no lo había pensado pero… no estaría mal.

- Ahora en verdad Carlos… No me creo que un tío como tú se haya fijado en mi… ¿Qué es lo que tengo, que es lo que has visto?

- Esa pregunta es fácil de contestar pero después de cenar.

- Que no, he pasado un momento muy divertido contigo, pero NUNCA he sido infiel a mi marido y no porque llegue un guaperas con labia lo voy a ser ahora.

Sus ojos me decían lo contrario o como decía antes, veía algo que no era. Delante de ella llamé al restaurante y le dije que quería una mesa para dos a las nueve y media o diez. La miré y le dije que ahora era solo decisión suya. No dijo nada y se fue. Poseía un buen culito y me ponía más cachondo, además si era verdad solo había estado con un hombre, salvo que hubiera tenido algo con alguien con el permiso de su marido o participando los dos. En donde no sería una infidelidad. Era un tesoro por descubrir, aunque lo mismo luego era un bluf follando. Que me extrañaría porque tenía pinta de ser muy “cerda” follando y no lo digo descalificando, para que se entienda como la veía y lo que creía percibir.

Me cambié de ropa y me puse mas de sport. Dude en ir motorizado o no, por si bebía y decidí ir por otros medios. Llegué cinco minutos antes, el maître me recibió tan amable como siempre y como no se podía esperar en la barra, fui a la mesa directamente y me senté de tal manera que podía ver quién llegaba. Pasó el tiempo y no aparecía Yolanda ni tampoco había ninguna llamada, por lo que pedí para cenar y mientras lo hacía él maître como siempre, me daba conversación con el puñetero fútbol, no sé si es que por ser hombre te tiene que gustar el fútbol y saber de él. No quería resultar grosero y escuchaba lo que me decía, sobre fichajes y no fichajes.

La cena como siempre buenísima y el vino blanco perfecto. Antes de irme les pedí que me solicitaran un taxi. Minutos después lo vimos llegar y ya me despedí. No había llegado ni a una hora el tiempo que estuve, iba pensando qué hacer si irme a casa o a dar una vuelta. Cuando veo a Yolanda fumando un cigarro y mirándome con sonrisa enigmática. Iba muy atractiva, un jersey fino de manga corta color rojo y con sugerente escote en pico, donde mostraba su “poderío” mucho poderío. Una falda negra por encima de la rodilla y unas sandalias con un tacón alto.

Hice un gesto con mis dos brazos de no entender nada y en cuanto estuve a su altura… “Quería ver si venías y si lo hacías ver cómo actuabas, he visto que ni te has alterado o por lo menos lo disimulas muy bien” me sonreí y mi respuesta fue sincera… “Existían las mismas posibilidades de que vinieras como de que no viniera, había que aceptar lo que pasara. Lo que no estaba en mis opciones era esto, que estuvieras aquí” y rápidamente me lo explico… “Jajaja… es un sitio donde vengo bastante con mi marido, no todos los días, pero lo suficiente para que me conozcan y aunque no ha pasado nada… NI VA A PASAR… no quiero dejar comentarios insidiosos” y por eso le dije que entonces eligiera ella donde ir a tomar algo. Le dije tres sitios y ella me preguntó si esos no eran de baile y le dije que sí. Riéndose… “JAJAJA… no te veo a ti bailando con lo grande que eres, seguro que eres un pato… JAJAJA…” fuimos hacia el taxi que ya le había hecho antes una seña y nos dirigimos a uno de los sitios que le había propuesto. Elegí el más apartado.

- Es bonito el sitio, nunca había estado y con mi marido seguro que no vendré porque lo de bailar no le va.

- Pues si lo ves con la gente bailando es un sitio mucho más bonito.

- Ya veo que lo conoces bien, porque no has parado de saludar a la gente. Pero mantengo lo que he dicho, seguro que tienes poca sincronía en tus movimientos.

- Te equivocas, no digo que baile bien, me defiendo, pero no soy tan patoso como crees.

- Y hablando de todo… tienes preguntas que responderme… dijiste después de cenar.

- Dije después de QUE cenáramos y además ya no recuerdo las preguntas… jajaja…

- Me estas mintiendo, pero no me cuesta recordártelas… Te decía que no me creía como un tío como tú, que las debe tener a montones, te había fijado en una mujer tan normal como yo y por eso te preguntaba ¿Qué es lo que tengo, que es lo que has visto?

- Si te lo digo no vas a salir corriendo… ¿Prometido?

- JAJAJA… a ver si vas a ser un psicópata… JAJAJA…

- Eres simpática y muy agradable, divertida y con un punto misteriosa. Luego físicamente aunque no quieras verlo, que si lo ves, estas buenísima, tienes un culo divino y solo hay que mírate el escote, que me cuesta no hacerlo, para comprender lo que he visto. es un resumen… y te has quedado sin hacer la otra pregunta.

- ¿Qué pregunta? Si tú no te acordabas y ahora mismo yo tampoco.

- Si la de qué tiempo había calculado que tardaría en llevarte a la cama… ¿Te acuerdas ahora?

- JAJAJA…

- Pues si vienes a mi casa a tomar la última, lo que tardarás tú en pedirme que te llevara a mi cama.

- JAJAJA… que subidito que estas. ¿Qué te has creído? JAJAJA…

Después de iniciar esta conversación, siguió a más y cada vez con más descaro por parte de los dos, manteniendo un juego excitante. Nuestros envites eran recíprocos y ella cada vez se soltaba más. Sabía que quería follar, solo faltaba que diera el último paso o que viniera a mi casa o a un hotel, porque entonces estaba todo hecho. La conversación se hizo más íntima y personal, no pudiendo achacarse a la bebida, porque ninguno de los dos bebió más de la cuenta.

- Lo que tienes que hacer es venirte a mi casa, nos tomamos la última y luego si no me lo pides, te acompaño a la tuya.

- JAJAJA… y sigues con ese morro.

- ¿Qué pasa es por los remordimientos de engañar a tu marido? Porque si es eso, tampoco quiero que te sientas mal por no estar convencida (Y se lo decía de verdad )**

- UY, UY, UY… si ahora te conviertes en un niño bueno… JAJAJA…

- Que va, sigo siendo el mismo, lo único que no quiero que te sientas mal, si seguro que nos veremos más veces y lo mismo en una de esas has cambiado de opinión. Además juego con la ventaja del tiempo… contra más pases sin tu marido…

- JAJAJA… se puede aguantar sin problemas y más con todo lo que hay hoy en el mercado. Y además tengo un marido comprensivo y…

- Y… ¿Qué?

- Nada, que lo mismo no se enfadaba.

- ¿Sois swinger?

- ¿Eso que es?

- Si sois una pareja liberal o una pareja abierta, si hacéis intercambios…

- No, nada de eso. (Pero no lo dijo convencida y con un poco de vergüenza )**

- No te pongas colorada, que eso es muy normal. Como si es tu marido el que quiere que tengas algo por ahí, para que luego se lo cuentes, no es nada novedoso. ( Me miraba extrañada )

- No, si no me extraña, porque parece que muchos hombres tienen dos manías en común y lo digo porque a algunas de mis amigas les pasa. Que a sus maridos les gusta verlas con otros y el hacerlo por detrás.

- Tu lo llamas manías, yo lo llamo divertirse.

- En lo de hacerlo con otro no lo sé, aunque da un poco de vergüenza. Lo de hacerlo por detrás si lo sé, duele de cojones y solo el intentarlo. Menos mal que ya se lo he quitado de la cabeza a mi marido.

- Y lo de hacerlo con otro… ¿Se lo has quitado de la cabeza?

  • Jajaja… eso no, en eso es muy persistente. Demasiado.

- ¿Y por qué no le das el gusto?

- Primero porque estoy acostumbrada a él y él sabe lo que me gusta. hemos ido aprendiendo los dos juntos, paso a paso.

- En la variedad está el gusto y ves ese es otro atractivo en ti… que no has estado con más hombres. Por eso es torpe en el sexo anal, es saber cómo hacerlo y para eso antes tienes que haberlo hecho con muchas mujeres.

- JAJAJA… seguro que tú te ofrecerías a darme unas clases.

- Lo que te ofrezco si quieres y en serio, ya que no tardarán en cerrar es irnos a mi casa, sin obligación alguna y ver que sucede… es una oferta seria.

- Imposible, porque en nada mi marido me llamara, porque por el cambio horario suele hacerlo a estas horas.

- Como tú quieras, aunque imagino que te llamara al móvil no a uno fijo…

Estaba luchando por no decir que si y ya lo decía antes, seguro que nos veríamos más veces, por lo menos lo intentaría y ya maduraría la fruta. No es necesario atosigar, salimos fuera y le dije que llamaría a dos taxis y antes de hacerlo ella me decía… “Me dejas descolocada, porque ha sido muy fácil, ha sido decirte que no y no has insistido, no te has puesto pesado” mi respuesta fue clara… “No tenemos catorce años ninguno de los dos y si se tiene que dar, se dará” se echó a reír, me miro rara pero con gracia y llame para pedir dos taxis, cuando me señalo con un solo dedo, como si me hiciera una peineta, indicándome que uno solo. Una vez termine de hablar… “Pero júrame que no vas a intentar nada…” y no quise mentirla… “No juro, no prometo, pero si te digo que no voy a intentar nada, es que no lo hare” , la conversación acabó con un qué serio te pones. Llegamos a mi casa, la lleve hasta la terraza y una vez la vio, me preguntó por el baño, le indique donde estaba y le pregunté qué quería tomar. No quiso tomar nada de alcohol y me preguntó si tenía algún refresco que no fuera de cola. Regreso con una sonrisa después de un buen rato…

- Bonita casa, aunque algo impersonal. ( Lo que dicen todos ) y veo que no estás casado ni con pareja.

- Te digo lo que a todo el mundo, no está finalizada la decoración y no lo va a estar, porque me voy de ella. Y lo de casado no sé porque lo pensabas, jajaja…

- Hombre… mes de agosto… de Rodríguez aprovechando…

- Pues no.

- Lo que te hace más misterioso, que rarezas tendrás para no tener pareja… jajaja…

- Ninguna muy rara. Ahora sinceramente… ¿Nunca has tenido ni tentaciones? Porque no me creo que no haya habido ningún hombre que intentara algo contigo, que seguro que han sido muchos.

- JAJAJA… haberlos los ha habido. Pero te digo lo que a mi marido, estoy de patanes hasta el mismísimo higo. Por eso no he tenido tentaciones.

- ¿Tampoco fantasías?

- Qué preguntón… jajaja… Claro que fantasías he tenido y más con el marido que tengo, que tiene una mente disparatada.

- Pues mira como la tengo yo, aunque más que disparatada la mía es calenturienta.

- JAJAJA… ( Nerviosa ) ¿Cómo de calenturienta? ¿Cuáles son tus gustos?

- Me gusta hacer de todo con una mujer a solas o en compañía de su pareja. Me gusta dominar y llevar el mando, abierto a todo lo que la mujer esté dispuesta a gozar.

- OOOHHHHH… ¿CON LA PAREJA TAMBIÉN? No te puedo creer…

- Para que te voy a mentir.

- Que fuerte, ¿NOOOO? Y los maridos… ¿Qué dicen? ¿Qué les gusta? ¿Qué hacen? ( Preguntaba a toda velocidad )

- Yo no lo veo fuerte. Lo veo normal. Aunque entiendo que tú lo veas de otra manera y te sorprenda oírme decirlo. Los maridos hay de todo… los que miran, los que participan, los que les gusta que la mujer luego les cuente, pero una cosa que les gusta en general a todos aunque les de algún pinchazo en la tripa… oír a sus mujeres y escuchar de todo.

- Si me ha sorprendido, no porque no lo haya oído antes, porque creía que no podía ser. Porque mi marido va mucho en tu línea, por lo menos lo que dice…

- ¿Y tú qué piensas cuando lo oyes?

- Como la mayoría de las veces es cuando estamos en pleno fuego… pues divertido y ya. Cuando me lo dice en frío alguna vez, no puedo entenderle por mucho que me lo explique. Porque yo no le permitiría verlo con otra ni de broma. Que ojo… él no quiere eso y me lo recalca.

Se abría relajada hablando, pero pasaba lo contrario a lo que se podría pensar, la veía más distante según hablábamos. Su mirada ya no denotaba excitación. Me daba la sensación que poco quedaba por hacer, salvo seguir charlando, que tampoco estaba mal, porque era una mujer agradable y por eso iba a llevar la conversación por un lado totalmente distinto. Suena su móvil y era su marido, pensé que se metería dentro para hablar más tranquila, pero no, se recostó en el asiento y tenía una visión perfecta de ella, porque me había sentado enfrente, para evitar las tentaciones de estar cerca. La conversación entre ellos, aunque al principio solo la oía a ella, es muy fiel a lo que voy a detallar y entre frase y frase, había los lógicos silencios por parte de ella…

- Hola cari… ¿Cómo vas?

- Me alegro mucho amor.

- Bien, se sentía algo extraña, pero contenta después de que… al final se decidiera llegar a un acuerdo.

- No, ya sabes que no bebo más de la cuenta… jajaja… que guarro que eres.

- Pues lo mismo te sorprendía… lo mismo no, seguro que te sorprendía.

- No me provoques, no me provoques.

- Lo mismo no estoy en casa o si lo estoy, lo mismo estoy sola o no lo estoy… AAAHHHHHHH…

- Llevo el camisón azul, el que más te gusta, solo eso…

- JAJAJA… que fácil es ponerte. Pues no… estoy con el jersey rojo de pico y la falda de cuero…

- Pero no te enfades… estoy en casa de un chico que he conocido que es muy majo.

- Que si, que es verdad. Se llama Carlos.

- Espera que voy a ponerlo para que él te oiga también.

No se cortó nada, efectivamente colocó el altavoz para que pudiera oír la conversación y ahora su mirada volvió a cambiar, su mirada era de estar cachonda, sus pezones cada vez se marcaban más y parecía que no llevaba sujetador, aunque si lo llevaba porque se le vio uno de los tirantes. Para poder seguir diré que el marido se llama Ricardo…

RIC.- Vale  Yoli… ¿Cómo es tu amigo? (En su tono se notaba que no la creía )**

YOL.- Te lo describo que lo tengo muy cerquita. Es más alto que tú, espaldas anchísimas, brazos fornido y cuerpo atlético.

RIC.- OH… y no tiene tableta como a ti te gustan.

YOL.- Es que todavía no hemos llegado a más, solo estamos hablando, pero espera que le diga que se abra la camisa… (Y mirándome me pidió que abriera la camisa y la abrí )** Dios bendito Richard… eso sí que es un cuerpo, menudo abdominales… me entran hasta calores.

RIC.- JAJAJA… Ahora me dirás que tiene un rabo como el de Manuel Ferrara, pues cuidado que ya sabes cómo se las gasta en sus películas, JAJAJA…

YOL.- Me está jodiendo que te rías de mí, que no me creas y como comprenderás no voy diciendo a ningún hombre que me enseñe…

RIC.- Vale, voy a intentar creerte (Voz seria) … ¿Y con lo puta que eres no te ha tirado los tejos? JAJAJA…

YOL.- YA ESTÁ BIEN…

RIC.- No te enfades, si sabes que me gustaría que fuese verdad y si quieres, ahora estoy solo… podemos jugar un poco…

YOL.- Y dale… que no estoy en casa y no estoy sola.

RIC.- Pues que te vea como jugamos… (Su tono denotaba que no la creía y yo seguía callado)

YOL.- Vale ya está bien, como nos está oyendo te lo voy a presentar… Carlos mi marido Ricardo, Ricardo mi amigo Carlos.

RIC.- Hola amigo Carlos.

YO.- Hola Ricardo, encantado… (Hubo un prolongado silencio)

YOL.- Ves… yo no soy como tú, no te miento. (Lo dijo muy decidida pero nerviosa )**

Él no había cortado la llamada y ella seguía hablando y preguntándole, pasando de estar nerviosa a desafiante, tanto que me miro, se mordió provocativamente el labio y abrió las piernas no casualmente, descaradamente, porque puso una de sus piernas colgando por el poya abrazos. Como no podía ser de otra manera me acerqué hasta ella, pero le había prometido algo y por mucho que me tentara, todo tenía que suceder como le había dicho. Lo tenía que pedir. Rezumaba erotismo y me costaba mucho contenerme.

Su marido seguía sin hablar pero sabíamos que estaba escuchando y Yolanda estaba muy lanzada… “Amor lo tengo aquí, que noto su aliento y no me hace nada… ¿Qué puedo hacer? (Con voz traviesa )” , su marido carraspea y le dice… “O me estás gastando una broma o es que no estas siendo como tú eres” , ella me sonreía con provocación y le pregunta… “¿Y cómo soy?” , él no lo dudo… “Follando la REINA DE LAS PUTAS” y se quedó tan ancho. Yolanda falsamente le dijo que era un bruto y después le dijo… “No es una broma, es que me dijo que me iba a respetar salvo que yo se lo pidiera”** Ricardo con voz más dominante le decía que lo hiciera, que no lo dudara.

Yolanda según escuchaba a su marido no paraba de jugar con su lengua descaradamente y cuando acabó su marido… “Carlos ya has oído a mi marido, hazme algo… quiero que me toques” y llegue hasta su coñito que estaba tapado con sus braguitas, que ya mostraban una humedad importante. Su marido no la podía ver, pero su cara se había trasformado y se le puso como a mí me gusta en una mujer a la hora de tener sexo, cara de puta. Quería dejarla, ver como actuaba y no me defraudo, porque no hubo ni un solo momento que no me tuviera cachondísimo. Había apartado sus braguitas a un lado con su inestimable ayuda, le tocaba su coñito en todo su esplendor y ella emitía, micro gemidos diciéndole a su marido… “Richi es que me da vergüenza, es que siento como si me doliera la tripa, porque me parece que te estoy siendo infiel y no me gusta” y en ese momento tenía hasta tres dedos dentro de su coñito.

Su marido encima trataba de que no se sintiera mal… “Piensa que lo haces por mí, para que cumpla mi fantasía, no te preocupes, quiero oír como te hacen feliz” , mis dedos estaban empapados y ella le contaba… “Amor tiene sus dedos dentro de mi… UUFFFFF… como estoy” y él rápidamente le preguntaba… “Eso es lo que quiero, que me digas como estas… ¿Te tiene mojadita ya?” , ella seguía mirándome con cara lasciva y le decía… “Mojadisima, no te quiero mentir amor” , oímos un quejido de placer por parte de él. Se acabó, me la lleve en brazos a mi habitación y ella se lo iba contando al marido, le describió lo alucinada que estaba con la habitación. La desnudé a ella y seguía relatándoselo a su marido.

Le dijo a su marido que ya la tenía completamente desnuda sobre la cama y que me iba a desnudar, él le ordenaba que se tocara para mí, como cuando lo hacía para él y aunque decía que le daba vergüenza, se tocaba su coñito, sus grandes tetas caían un poco para los lados y sus pezones estaban bien empitonados. Cuando me desnude del todo, ella de forma exagerada y muy expresiva le decía a su marido… “Ricardo como te ibas a poner si lo vieras desnudo… la tiene como una BAGUETTE y la tiene toda depilada, olvídate de la del Ferrara, esta es mucho más bonita y más grande, más gorda… UUFFFFF… no se si me va a entrar” , con el comentario de Ricardo los dos nos dimos cuenta de que estaba muy cachondo… “En tu coño te entra todo” y ella se puso de rodillas a cuatro patas sobre la cama mirándome. Me acerqué y decía que se la quería meter en la boca, cuando era ella la que la tenía agarrada y no paraba de lamerla.

Quería aunque no conocía a su marido que oyera más  para que lo pudiera disfrutar, por eso hice que se diera la vuelta y lo primero que hice, fue azotar ese voluminoso culo, que estaba duro como una piedra. Los azotes resonaban, los gritos de ella se oían a la perfección y la voz de su marido diciéndome… “Castiga bien a la puta, que le gusta mucho y siempre dice que soy un flojo. Yoli… ¿Es un flojo?” y ella con la voz entrecortada le decía que era una bestia. Le comí el coñito en esa posición y también se lo acariciaba, estaba por correrse y no la deje, me puse un preservativo y mientras lo hacía ella me veía por el reflejo de un espejo y le decía a su marido… “Se está poniendo un condón, no sé qué va a hacer, no sé si debo, no sé si…” el marido a voces la interrumpió y le preguntó cómo estaba, ella… “Estoy puesta como una perrita, como te gusta a ti” y con una risa cachonda le decía que entonces que esperaba con la visión que tendría yo.

Lo más cachondo que mientras se lo decía mimosamente, no dejaba de mover su culito y de mirarme por el espejo. Me fui para ella y dejé un bote de lubricante en la cama. Me puse a follarla al principio con suavidad y ella se lo narraba a su marido diciéndole que nunca se había sentido tan llena, luego cogí el bote me llene los dedos de lubricante y se lo empecé a poner en el culito, fue el primer momento en el que se puso seria… “EHHH… ¡QUIETO! Por ahí ni un soplido… ni se te ocurra” , el marido preguntó lógicamente y su tono era de estar preocupado al escuchar a su mujer, esta le respondió… “Aquí el amigo, que quiere entrar por la puerta trasera y la estaba preparando… y no sabe que por ahí estoy virgen y moriré virgen” , me daba igual, por eso ante su protesta con una de las manos que estaba libre, la azote más duramente y su marido nos decía a los dos… “Fóllate ese culo, que a mí nunca me ha dejado y es un culo para follárselo” ella mientras recibía mis duros azotes y metiéndole dos de mis dedos que son grandes dentro de su culito, lo único que hizo fue insultar a su marido, aunque en un principio los insultos no fueron muy duros.

Se corrió de forma ruidosa y no la deje seguí follándola “bruscamente” y ella se lo detallaba a su marido. Estaba otra vez a punto y saque mi polla rápidamente y con esa misma rapidez, la coloque en la entrada de su culito que estaba muy bien lubricado, quiso rechazarme, no la deje y logre encajar mi polla, se quedó quieta y la volví a azotar, mientras estaba distraída con los azotes, pude meter un poco más. Se quejaba pero menos y le decía a su marido… “Dile que no siga, me siento mal haciéndolo por ahí, es que cari me siento sucia, puta… y no me gusta” lo decía en tono lastimero y me creo alguna duda, hasta que Ricardo se dirigió solo a mi… “Carlos, métesela hasta los cojones, RÓMPESELO, házmela una puta de verdad” , poco a poco y ante sus “quejas” fui metiéndosela toda, como suelo hacer en las primerizas, lo hice con paciencia sin prisa, hasta que nuestros cuerpos se tocaron, nos empezamos a mover poco a poco y su marido no dejaba de preguntar si ya se la había metido toda.

Le contestaba en todas esas ocasiones que había que tener paciencia, no tener prisas. Una vez que la tuve toda dentro de su culito no le dije nada, ni tampoco cuando con sus movimientos empezábamos a follar, deje que ella se lo dijera… “Aunque seas mi marido eres un hijo de puta, has permitido que me rompan el culo, porque me lo han roto. Has provocado que me sienta completamente una puta, pero me está encantando y voy a ser solo su puta, que te enteres y nada mas le voy a dejar a  él follarme mi culo. CORNUDO más que CORNUDO, ahora si te lo puedo llamar de verdad” y oímos los sonidos de Ricardo que eran de estar corriéndose, ella cortó la llamada y me decía ahora sí, fóllame de verdad, olvídate de él. Que no dejaba de llamar. Estuvimos follando sin parar y de todas las formas.

Al acabar o cuando parecía que habíamos acabado, me confesaba que le había sorprendido lo bien que se siente por detrás. Que la verdad le dejó a Ricardo intentarlo dos o tres veces, pero era tal el daño, que pasó de intentarlo más. Me sorprendió una pregunta… “Igual que me he preguntado porque me habías elegido a mí, tú no te has preguntado por qué decidí intentarlo contigo” y fui muy sincero, que es algo que no me planteo nunca, sale o no sale, para que preguntarse nada más. Pero ella quiso contestarme sin yo preguntarlo… “Porque tienes cara de buena persona, eres simpático, a todas nos gustaste y no voy a repetir los comentarios de mis amigas, aunque en uno coincidimos todas, tu estampa de empotrador, jajaja… y no has defraudado, jajaja…”

Pero no acabó ahí todo, fuimos a ducharnos que ya entraba la luz y en la ducha, volvimos a follar, menos mal que fui previsor y me lleve un preservativo. Estábamos ya duchados y empezamos a tontear hasta que nos pusimos a follar, ella misma se colocó apoyada en el lavabo, quería que nos viéramos follando y es que ponía cara de putón, poniéndome como un burro. Estaba a punto de correrse y fue ella la que quiso parar, pidiéndome que le follara de nuevo el culo. Con la misma prudencia que antes se lo follé y se corrió con buenos gemidos. Me aparte me quite el preservativo y no hizo falta decirle nada, se agacho y me hizo una mamada de diez, le avise de que me corría y no se apartó, todo lo contrario se la metió más y cuando inicie mi corrida, se atraganto y el resto de la corrida le cayó sobre sus tetas.

No fue como otras veces me habían dicho, no fue un comentario directo sobre la cantidad de la corrida, lo que dijo es que si su marido ve esa corrida se cae de lo cachondo que se hubiera puesto. Me decía que cuando se lo contara no se lo iba a creer. Mientras ella se terminaba de asear de nuevo, me fui a preparar un desayuno potente y desayunando…

- Carlos confiésamelo de verdad… ¿Sabías que iba a aceptar?

  • No tenía ni idea, por un lado pensaba que si y por otro que no.

- ¿Por qué si?

  • Porque tienes una cara especial, una mirada penetrante, que todo ello me decía que eres una mujer muy sexual.

- Para ti… ¿Qué ha sido esto? ¿Vas a querer que nos veamos otra vez? Que ojo no es que este diciendo que si, que ahora puedo pensar una cosa y luego a solas me arrepienta o mi marido esté mosqueado.

  • Para mí ha sido una noche perfecta, me lo he pasado muy bien y tu puede que luego te arrepientas, te sientas mal, no lo sé, porque no te conozco lo suficiente, aunque creo que no y tu marido ese sí que no estará mosqueado, eso seguro.

- ¿Por qué crees que no me voy a sentir mal? Y sobre todo… ¿Por qué eres tan rotundo con mi marido?

  • Vamos a ver, que es una opinión, que me puedo equivocar. Pero tengo la sensación que era algo que tu necesitabas, porque el haber estado solo con un hombre… y lo de tu marido es más claro, tu marido es un “fanático” del cuckolding.

- ¿Y eso qué es?

  • Te lo escribo y ya lo miras tú.

- Es que ni me suena mal ni bien.

Me eché a reír y le dije que ya me diría y me reprocho algo… “Sería más fácil si me dijeras por donde porque WhatsApp con tu número no me sale nada” me reí de nuevo y le explique que no tenía, me miró extrañada pero le escribí mi correo para que lo pudiera hacer por ahí.