Infidelidad Vengada

Un racista decide vengar la infidelidad de su novia... ¡haciendola violar opr un albañil boliviano!.

Desde el dia que mi novia me confesó, con lágrimas de cocodrilo en sus ojos, que se había acostado con otro hombre mis sentimientos hacia ella dieron un giro de 180 grados. Y no porque pensara que el amor había terminado, o que yo había hecho mal las cosas, ni por alguna estupidez sentimental de esas. ¡Es que como se le vino a ocurrir a la muy puta contradecirme! Yo soy un tipo que necesita tener todo bajo control, ¿de donde sacó que alguien tradicional como yo podía perdonarle semejante traición? Desde luego que nunca le comenté mis sentimientos. Me limité a decirle un estúpido "Te perdono, fue tanta culpa mia como tuya" y guardarme el rencor bien adentro. Yo necesitaba una venganza. Y para eso tenía que dejar pasar el tiempo y agarrarla desprevenida.

Quiero dejar en claro que con venganza no me refiero a pagarle con la misma moneda. Engañarla no me servía de nada. No iba a cicatrizar mi ego. Tenía que verla humillada. Quería verla llorando de verguenza, como yo me sentí cuando me confesó su engaño. Lentamente le hice creer que las cosas habían mejorado. Unas florcitas un dia, unos bombones otro, Empecé a ceder cosas en la pareja, para que se sintiera una reina, mientras la conducía a la trampa.

Tenía en claro que lo que quería era que sufriera en lo mas intimo. Y lo mejor que podía hacer era castigarla con el objeto de su traición: el sexo. Una fantasía extraña para mi comenzó a dar vueltas en mi conservadora cabeza. Quería verla violada. Quería ver como un extraño se deleitaba con su cuerpo, sin importar que fuese en contra de su voluntad. Pero... ¿como saber que clase de hombres le repugnaban? Solamente ella podía decírmelo. Así le fuí sacando el tema. Pude averiguar que le gustaban rubios, altos, musculosos y de ojos claros, como yo. Cuando le pregunté por los hombres que detestaba, no lo dudó un segundo: "¡Los bolivianos!" me dijo, haciendo cara de asco. ¿Que tal? había descubierto que teníamos algo en común. Yo tampoco soporto a esos negros. Cerca de mi casa había una obra en construcción. Allí trabajaban varios de estos tipos. Tragándome el asco empecé a frecuentarlos, y trabé "amistad" con uno de nombre Carlos. Era el mas desagradable de todos: Gordo, petiso, con muy pocos dientes y el olor que se obtiene después de trabajar todo el dia al rayo del sol. Empecé a hablarle de mi mujer, y como estábamos en confianza no evitaba soltar comentarios tan ofensivos que tenía que concentrarme mucho para aguantar las ganas de matarlo. Era el tipo perfecto para castigar a la puta de Jimena.

Mientras tanto, nuestra pareja con Jimena había alcanzado una apertura tal a nivel sexual que hasta me propuso comprar "juguetitos" para hacer mas interesante el sexo. Me contuve como nunca y acepté. Me dí cuenta que no sospechaba ni un poco de mi rencor. Era el momento justo para castigarla.

Una tarde de Sabado habíamos arreglado para vernos en mi casa. Le dije que había ideado un nuevo "jueguito" que la iba a volver loca. Y sinceramente esperaba que así fuera. La cita era a las siete puntual. Seis y media había citado a Carlos, a quien no le había comentado nada de mis planes. Llegó quince minutos antes, que por otra parte fue mejor. Lo hice pasar, ignorando los desvergonzados comentarios que hacía sobre el lujo de mi casa. Lo senté en mi mesa y le alcancé un album de fotos. Eran todas fotos de Jimena. Las miró en silencio y con la boca abierta. ¡Y claro! Si mi novia tiene ese pelo rubio mas claro que los rayos del sol. Y una cara que le facilitaría la entrada al mundo del modelaje. Sus pechos son redondos y firmes, un poco grandes para su cuerpo, pero están bien. Sus caderas son amplias, aunque a la cola le falta un poquito de ejercicio para ser perfecta. Lo que si tiene perfecto son esas piernas, largas y carnosas, que a la hora del orgasmo me abrazan y me hacen sentir que me pueden partir en dos. ¿Cuando iba a poder tener algo un tipo como Carlos con una mujer así? Me lo preguntó, en broma. Pero cuando le contesté "En cinco o diez minutos, como tarde" sus bromas terminaron. "¿Que me queré decir, Luchito?" me dijo. Y le mentí. Le dije que con mi novia habíamos hablado de incorporar alguien mas a la pareja, y que yo lo había elegido a él. Se puso como loco de contento. Su vista bailaba entre las fotos de Jimena y mi cara, asegurándole que era verdad lo que estaba pasando. "Pero te aclaro una cosa"-le dije, muy serio-"Voy a vendarle los ojos. No tenés que hablar en ningún momento. No tiene que saber que está teniendo relaciones con otro hombre hasta que yo le saque la venda." En ese momento sonó el timbre. Carlos se escondió en la cocina mientras le abría la puerta a Jimena, que ignoraba por lo que iba a pasar en pocos minutos.

Mi novia me saludó con un beso muy efusivo. Se notaba que estaba bastante caliente. Se había venido vestida muy puta, con una minifalda muy mini y una blusa semi transparente que, además, tenía demasiado escote. La llevé directamente al cuarto y la senté en la cama. Me preguntó si quería que se desvistiera, y le dije que todavía no, que me dejara llevar el control. Aparte por lo que tenía que sacarse era casi lo mismo. Tomé un pañuelo de seda negro de la mesa de luz y la sumergí en oscuridad. Después até sus muñecas con unas esposas que me había regalado mi primo el policía y la acosté en la cama. Pude sentir como temblaba de excitación. Le hice jurarme que no veía nada. Y por ultimo, para salir impune de todo el asunto, le hice prometerme que si gritaba o pedía socorro sería como parte del juego. Lo hizo, y mi plan se hizo perfecto. Cuando le sacara el pañuelo y viera que era una persona tan desagradable como Carlos quien estaba gozándola, sin dudas me pediría que se lo sacara de encima, pero yo no lo haría, pensando que era todo "parte del juego." La dejé sola y fuí a la cocina a buscar a Carlos.

Cuando ese negro entró a la pieza y vió semejante mujer atada indefensa en la cama casi cometió el error de hacer un comentario y arruinar todo. Me miró con duda, incrédulo. Tuve que hacerle señas para aclararle que estaba todo bien. Sin esperar una segunda seña se abalanzó sobre la cama, besando el cuerpo de mi novia sin parar. Jimena soltó una pequeña risa. Carlos comenzó a besarle los pechos, pero aunque el escote era generoso le molestaba. Con sus manos rasgó la blusa y la tiró a un costado de mi cama. Ya se había olvidado de mí, el muy confianzudo. Los excelentes pechos de mi novia quedaron al descubierto, y Carlos se tomó un respiro para poder mirarlos bien. Se mordió el labio inferior y comenzó a acariciarlos suavemente. Jimena soltó un corto gemido de aprobación. Le gustaba lo que le estaba haciendo este tipo. Y mas le gustó cuando empezó a apretárselas. Siempre le había gustado que yo jugara con sus tetas. El negro le pasó la lengua por los pezones, haciéndola vibrar de placer. Con su lengua recorrió los pechos, el cuello, los hombros, de vuelta los pechos y comenzó a bajar hacia el abdomen. Cuando su lengua se topó con el borde de la minifalda metió la mano por debajo de la pollera y le arrancó con un cierto dejo de suavidad su minúscula tanga. La tiró, y cayó cerca mio. La levanté y comprobé que estaba empapada. ¡La muy perra estaba realmente excitada! No me importó, pronto se le pasaría.

La cabeza de Carlos se perdió debajo de la minifalda de mi novia, que soltó un corto grito de placer, de esos que suelta siempre que está por acabar. Podía ver el movimiento de la cabeza, pero no lo que realmente estaba haciendo. Pero cuando Jimena le gritó "¡Mas adentro, por favor!" supe que le había metido la lengua en la vagina. Mi novia empezó a decirle que estaba haciéndolo muy bien, que siguiera así. Después de un rato, por las convulsiones que sufrió, supe que había alcanzado el orgasmo. Carlos salió de su "refugio" con la boca empapada y relamiéndose. Me miró, y pudo ver mi sonrisa. ¡Y claro que sonreía! ¡Por fin me estaba vengando!

El negro se sacó la camisa barata que traía puesta y comenzó a desabrocharse los pantalones, pero Jimena lo interrumpió, pidiéndole que buscara "algo" en su cartera. Por señas le dije a Carlos que esperara, y fuí al comedor a buscar su cartera. La abrí y encontré lo que mi novia quería: un vibrador de gran tamaño -por lo menos mas grande que mi miembro.- No podía creer que fuese tan perra. Lo agarré y se lo alcancé a Carlos, que casi suelta una risa al verlo. Sin ningún preludio lo encendió y lo introdujo bruscamente en la vagina de Jimena, que soltó un pequeño alarido de dolor. Carlos comenzó a menear el vibrador hacia adentro y afuera. Primero muy suave, muy lento. Después la velocidad fué creciendo hasta que la pobre concha de mi novia empezó a recibir una soberana paliza. Ella gritaba de placer, en especial cuando con la mano libre el negro empezó a acariciarle el clítoris. El cuerpo bañado en sudor de Jimena empezó a retorcerse y supe que había tenido otro orgasmo. Pero Carlos no la conocía, por lo que no se dió cuenta. Siguió bombeando salvajemente con el vibrador al máximo, hasta que las hermosas piernas de mi novia lo apretaron, pidiendo clemencia. Carlos comprendió y le sacó el aparato, que salió chorreante de los jugos vaginales de Jimena.

Mi novia no podía hablar, apenas si podía jadear. Mientras recuperaba el aliento Carlos le sacó la única prenda que le quedaba: la pequeña minifalda. Volvió a besarle el cuerpo, haciéndola estremecer con cada contacto de su boca y su piel. Cuando pudo volver a hablar, Jimena le dijo: "Dale, te quiero adentro mio ya." El negro se sacó juntos los pantalones y el slip, y lo que ví me asustó. Es que yo hago mucho deporte, y estoy acostumbrado a ver hombres desnudos en las duchas del club. No me avergüenza decir que el tamaño de mi pene no es de los mas grandes, porque eso nunca le importó a mi novia. ¡Pero ver a este tipo desnudo era demasiado! Recordé cuando me lo presentaron, yo estaba tan ciego en mi venganza que no relacioné el que me lo presentaran como "el Anguila" en vez de como Carlos. Y recién ahora comprendía el porqué de semejante apodo. Su pija era, sin dudarlo, la mas grande y gruesa que había visto en mi vida. A su lado, el vibrador era un pequeño juguete. En erección le sobrepasaba el ombligo. Y estaba a punto de entrar en mi novia.

Afortunadamente para Jimena, Carlos la penetró lentamente, abriéndole las carnes como si fuera una primera vez. El bello rostro de mi novia se arrugó de dolor al sentir como semejante pedazo de carne se deslizaba en su interior. El negro no pudo evitar soltar un gemido, que alertó a mi novia que el que la estaba cogiendo no era yo. La pija salió completamente y volvió a penetrarla, esta vez mas rudamente. Jimena gritó tanto de dolor como de placer. Carlos comenzó a bombearla a toda velocidad, mordiéndose los labios para no hacer sonido alguno. El tipo era un verdadero atleta sexual, eso hay que reconocerlo. Por mas rápido que se movía no acababa. Llegué a contarle dos nuevos orgasmos a Jimena. Después de casi diez minutos de violentas estocadas, Carlos sacó su pija y salpicó los hermosos pechos de mi novia con una gran cantidad de su esperma. Nunca había visto nada parecido, lo juro. Ella me dijo, entre jadeos: "Luis, andá a buscar algo para limpiarme que ahora te toca a vos." ¡Así que sabiendo y todo que no era yo el que le estaba haciendo pasar semejante castigo, le había gustado! No importaba, ahora la cosa sería mas salvaje, y peor iba a ser cuando le viera la cara a Carlos.

Llamé al negro fuera de la habitación. Desnudo me siguió hasta el comedor, con algo de vergüenza por primera vez desde que lo conocía. Le expliqué mi plan: "Ahora le vamos a hacer creer que soy yo el que se la coje, pero vas a ser vos otra vez. No tengas vergüenza, dale sin asco y hacé todas las chanchadas que quieras. Si dice que no quiere, no te preocupes, es parte del juego, hacé como que la estás violando. Pero seguí así, sin hablar, hasta que le saque el pañuelo."

Fuimos de vuelta a la habitación y encontramos a Jimena tal y como la habíamos dejado. Estaba realmente agotada. Pero la muy puta quería mas, y lo iba a tener. Le sequé las tetas, y debo confesar que ahí si me excité, sexualmente hablando. La venganza es un sentimiento muy fuerte, pero la calentura puede superarla con facilidad. Sin importarme que me viera el otro negro, saqué la pija y se la metí a la puta de mi novia en la boca. Empezó a chupar como loca. Nunca la había visto así. Pude ver que Carlos estaba listo para volver a entrar en acción, y le hice señas para que se acercara. Me salí de la boca de Jimena justo para que entrara mi "amigo". Este se dejó chupar un corto rato, pero no parecía conforme con el ritmo que mi novia le ofrecía, por lo que la agarró de los hombros, la sentó contra el respaldo de la cama, le tomó la cara por las mejillas y empezó a agitarle con violencia la cabeza hacia atrás y adelante con su semejante miembro adentro de la boca. Pude ver, francamente maravillado, que en un par de estocadas la boca de Jimena hizo desaparecer ese tremendo falo. ¿Hasta donde le habrá llegado? Mínimo hasta las amígdalas, creo yo. Pensé que ese era un excelente momento para devolverle la vista a mi novia. Lo primero que vería sería a ese horroroso hombre a punto de acabarle en la boca. ¡Esa si iba a ser una venganza! Así lo hice. Le pedí al negro que bajara la velocidad de la mamada. Jimena tenía los ojos cerrados mientras le hacía el "trabajo" a Carlos. Cuando sintió que la liberaba de su prisión oscura los abrió. Al principio no reaccionó, porque sus ojos se estaban acostumbrando a la luz. Pero cuando lo hizo me miró, lo miró a Carlos, me miró nuevamente con una leve sonrisa que no comprendí y volvió a mirar a Carlos. Se sacó la pija de la boca y empezó a gritar de terror. Sacudía la cabeza, cerraba los ojos y se limpiaba la boca con las manos esposadas. Y yo, en el mayor de los goces: el de la venganza cumplida. Mi ego había cicatrizado. Carlos me miró, confundido, el muy idiota. Me aseguré de que Jimena no me viera y le hice seña de que continuara.

El negro la tiró en la cama y empezó a gritarle: "Callate, puta de mierda. ¿Así que te gusta que te cojan adelante de tu novio? Ahora vá a ver" y después me habló a mi: "Y vó te quedá ahí quietecito o te la mato ¿Tá?" Con lo que estaba disfrutando podía dejarle pasar que me diera una orden. Jimena forcejeaba, pero el negro era mas fuerte, y le ganó. La tomó de las esposas, la acomodó, le abrió las piernas y la penetró con mas violencia que la última vez. Cinco minutos estuvo así. Jimena ya no forcejeaba, se había resignado y se limitaba a aguantar el terrible bombeo al que estaba siendo sometida. Y entonces, sin previo aviso, el negro salió de adentro de ella y me ordenó que le diera la llave de las esposas. "¿Para que?" le pregunté. Y me contestó "Pa' que se ponga en cuatro pata, boludo" Le di las llaves. Carlos le abrió las esposas y la hizo ponerse en la posición del "perrito"

Jimena debía estar convencida de que lo que había empezado como un juego había terminado en una violenta violación, porque ya no peleaba. Parecía resignada. Carlos se ubicó detrás de ella y mirándome me dijo: "Ahora, le voy a rompé ese culito precioso a tu novia" La idea no me gustó. Yo estaba totalmente en contra del sexo anal, y ella también. Nos parecía antinatural y desagradable. Pero también nos parecía humillante, y verla humillada es lo que yo quería. Por eso lo dejé seguir adelante. Y le costó mucho poder penetrarla. Si hasta me "ordenó" que fuera a traerle aceite de la cocina para facilitar la entrada. Carlos le untaba el culo con aceite y lo intentaba, sin resultado. Volvió a intentarlo un par de veces, pero siempre obtuvo el mismo resultado. Entonces se empapó un dedo en aceite y comenzó a forcejear en su abertura, hasta que el diafragma finalmente cedió. Jimena gritó de dolor ante el ingreso del intruso anal. Con el camino abierto, el enorme miembro de Carlos volvió a intentarlo. Igualmente le costó. Mi novia mordía la almohada para evitar gritar en exceso. Finalmente el culo de mi novia se tragó completamente la verga de Carlos, quien no tuvo misericordia con el recién desvirgado agujero y lo sometió a un duro castigo. Jimena abandonó los prejuicios y empezó a gritar como nunca antes la había escuchado. "Por favor, terminame ya." Le gritaba mientras yo miraba como le bailaban las tetas con las sacudidas. Segundos después, el negro gritó de placer. Le había acabado adentro del culo. Salió de mi novia y se recostó a su lado, boca arriba. Y se quedó dormido.

Mi mujer se apartó de él y vino hacia mí tambaleando. Me besó en la boca. "Gracias" -me dijo- "No pensé que me conocieras tanto. ¿Como te diste cuenta que te había mentido cuando te dije que me repugnaban los bolivianos?" Me quedé duro de la sorpresa "¿Como que me mentiste? ¿Porque me mentiste?" pregunté, consternado. "Yo pensaba que eras un nazi hijo de puta, racista y conservador. Hasta pensaba que eras un tanto psicópata. ¡Que equivocada estaba! ¡No pensé que tuvieras una mente tan abierta!" se atrevió a responderme. Decidí seguirle la corriente"¿Y por que estabas al lado mio, entonces?" Ella sonrió, me besó en la boca y me dijo "Porque sos muy lindo, mi amor. Ahora vengo. Tengo que ir al baño" Antes que saliera del baño desperté a Carlos, lo hice vestir y le dije que se fuera. En el trayecto del dormitorio a la salida me agradeció quince veces el favor que le había hecho. Y antes de irse le dejó saludos "a la chica"

Mi venganza no resultó. En lugar de ello, un hombrecillo despreciable hizo gozar a mi novia como nunca delante de mis ojos. Sigo pensando como vengarme de aquella traición, ya olvidada por ella. Pero para disimular tuve que continuar con la forma de vida que comencé sin querer. Si, desde esta aventura con Carlos, Jimena quedó enloquecida con el tema de los intercambios de pareja y los tríos. A veces salgo ganando, no hay nada que se compare a tener sexo con dos mujeres a la vez. Pero... ¿Saben cuanto mal le hace a un tipo tradicional como yo tener que ver a mi novia gozando con otro tipo y no poder decir nada?