Infidelidad Terapéutica

Mi infidelidad se convirtió en una experiencia de superación personal.

INFIDELIDAD TERAPÉUTICA

Éste es un texto de superación personal. Lo incluyo en esta sección porque todo gira alrededor de una infidelidad. Lo más importante aquí no es la experiencia, sino sus consecuencias. Si alguien sabe de un mejor foro para este texto no dude en recomendármelo.

Soy un hombre de 37 años. No tengo ninguna característica física sobresaliente, mido 1.60 m., estoy un poco pasado de peso y tengo una calvicie incipiente que no intento disimular. Soy carismático y muy apreciado por la mayoría de la gente que me conoce. Soy católico practicante, aunque abierto a todo tipo de prácticas espirituales y a todo tipo de experiencias de vida. Vivo en una ciudad del centro de México. Llevo ya seis años con mi novia, la primera que he tenido, y no veo ninguna razón para romper con ella. Además de ser guapa, ella es todo lo que yo soñaba en una pareja. Aunque nos queremos mucho somos muy independientes, cada uno tiene su propio ámbito individual de vida y pasamos poco tiempo juntos. Pero no es la nuestra una relación abierta; ella no acepta algo así.

Desde hace 3 años mi novia pasa la segunda mitad del año trabajando en el norte del país, la primera mitad la pasa desempleada por acá. Ella no quiere trabajar en otra cosa a pesar de que cobra poco y por poco tiempo. Quiere que me vaya a vivir con ella. Pero yo no me había atrevido a hacerlo, en parte por qué no tenía idea de lo que haría allá. Además, vivo con mis padres, eso me da una mayor seguridad financiera.

En el verano del año pasado yo estaba harto de recibir correos con archivos adjuntos. Mis amigas me enviaban hermosas y edificantes presentaciones en Power Point sobre temas espirituales, o fotos o chistes. Yo no tenía tiempo de leerlos. No me gusta eso, son correos muy impersonales, la gente suele enviarlos a todos sus contactos y no escribe nada en ellos.

Un día comencé a recibir ese tipo de correos de una mujer desconocida. Me enfurecí. Decidí que eso tenía que parar. Aproveché una presentación que me envió sobre la amistad y el cariño a los amigos. Yo le respondí escribiéndole un mensaje personal de agradecimiento que cerré enviándole un beso y un abrazo, y agregué que me gustaría dárselos en persona. Pensé que eso la disuadiría de seguir enviándome presentaciones de Power Point.

Para sorpresa mía, ella respondió con otro mensaje personal "nada me gustaría más que recibir ese beso tuyo, ya me imagino como me lo darías precioso." Quedé perplejo. Pensé entonces que se trataba de una mujer como otras que he visto, muy reprimidas, que hablan y hablan y dicen cosas muy atrevidas, se las dan de muy liberales, pero no hacen absolutamente nada de lo que dicen. No me gusta ese tipo de mujeres.

Así que decidí seguir el juego para ver hasta donde llegaba. Seguí escribiéndome con esta mujer de quien no conocía más que su dirección de correo electrónico, usaba el nombre de Lilí. Mis mensajes se fueron volviendo cada vez más eróticos y ella también fue subiendo su tono. No me decía nada sobre ella y yo no le decía nada sobre mi, pero yo me fui emocionando. Ya no deseaba que ella dejara de escribirme. Además, había cumplido mi objetivo original: ella ya no me enviaba archivos adjuntos, solamente escribía mensajes personales.

Un día dejó de escribir. ¡Por fin se asustó! -- pensé yo --- y me olvidé de ella. Pero después de un mes de restableció contacto. Y reanudamos el juego. Entonces me preguntó sobre mi, si era casado, qué hacía, y me pidió una fotografía mía.

Le envié mi foto y le dije la verdad, que tenía una novia que vivía a medio país de distancia y que en ese momento no andaba muy bien la relación -- lo cuál también era cierto -- pero le aclaré que no tenía ninguna intención de terminar mi noviazgo. Bueno -- pensé -- ahora tengo una buena ciberamiga, se acabó el cachondeo. Mis mensajes dejaron de ser eróticos.

Sin embargo, ella volvió al tono de antes. Yo acepté retomar el juego de seducción. Hasta que un día ella escribió ¿Por qué no vienes a verme? Y lo hice. Fui a visitarla en la ciudad del sur del país donde ella vive. Le pedí una foto, pero no me la envió. Solamente tenía el número de su teléfono celular.

Cuando iba camino a verla recordaba la experiencia de una amiga mía. Ella había tenido varios novios, algunos de años, pero nunca había tenido una relación sentimental profunda. Cuando era mi amiga tuvo una relación muy apasionada con un hombre que la conquistó bailando con ella, era un gran bailarín. Aunque solamente duró un mes con él la relación la cambió. Después de él pudo por fin involucrarse emocionalmente con un hombre con quien hoy está felizmente casada.Yo quería hacer algo así por Lilí. Aunque no la conocía, quería entregarme a ella por completo, llegar hasta lo más íntimo de su corazón, darle un regalo que le cambiara la vida para bien.

Llegué al lugar de la cita. No sabía absolutamente nada de ella. ¿Qué tal si es un travesti? ¿O un hombre? ¿O una mujer feísima? Mis temores resultaron infundados. Era una hermosa mujer de 43 años. Me contó que es divorciada y tiene dos hijos que adora. Tuvimos tres horas de pasión. Me dio el mejor sexo de mi vida. Cuando se fue sentí una inmensa paz, algo que solamente había sentido después de los retiros católicos de oración. No tenía ningún sentimiento de culpa, me sentía fenomenal.

Nunca llegué a conocer a Lilí. Ella siempre sonríe y dice que siempre ha sido feliz. Sin embargo, al día siguiente de nuestro encuentro me dijo en un mensaje por celular que toda su vida había sido muy triste y yo la había hecho muy feliz por un corto tiempo. Creo que eso es verdad, su vida ha sido triste, pero nunca más me ha mencionado nada sobre eso.

Emocionalmente, mi experiencia con Lilí fue muy intensa, pero nunca me enamoré de ella. Tres días después de conocerla sentí un amor muy intenso por ella. Pero ya no era un amor carnal, se había vuelto paternal. Era una especie de nostalgia de algo nunca vivido. Deseé intensamente haber sido el padre de Lilí para haberle dado todo mi cariño y haberla hecho feliz. Es una niña adorable. Deseé con todas mis fuerzas que Lilí fuera, en el futuro, una mujer libre y feliz. Era el mío un amor puro, no un deseo de estar con ella.

La experiencia con Lilí me movió el tapete de una manera tan deliciosamente intensa que me convirtió en otra persona. No lo entiendo muy bien, pero me dejó una sensación de que todo es posible. Ella se atrevió a vivir algo conmigo sin conocerme. Verla y vivirlo con ella me dio ánimos para hacer algo con mi propia vida. Decidí irme a vivir con mi novia al norte del país a pesar de que no tengo claro qué haré. Trabajaré con ella hasta el final de este año y, aunque no sé qué haré el año próximo me quedaré allá. Algo conseguiré, o algo inventaré para mí. Después de Lilí tengo una gran confianza en mi.

Tengo otra teoría sobre lo que me ocurrió. Se dice que lo que uno hace se le revierte, sea bueno o malo, especialmente cuando uno lo hace con una intención pura. Yo deseaba hacer algo cambiar la vida de Lilí cuando fui a verla, no la mía. No sé si la vida de Lilí cambió, pero mi intención se me revirtió. Mi deseo para Lilí se hizo realidad en mi. Es mi deseo de cambiar la vida de Lilí hizo cambiar mi propia vida.

A principios de este año pedí a Dios que nadie saliera lastimado de este episodio: ni Lilí, ni mi novia ni yo. Creo que se ha cumplido mi deseo. Hace un par de meses chateé por última vez con Lilí. Pude agradecerle las maravillas que hizo por mi. También me di cuenta de que ya no había nada entre ella y yo. La historia entre Lilí y yo simplemente se agotó y nadie quedó lastimado.

Es gracias a lo que viví con Lilí que ahora me voy a vivir con mi novia, quien no sabe absolutamente nada de esto. Espero casarme el año próximo.

Y a todo esto ¿Por qué Lilí tenía mi dirección de correo electrónico? Hace cuatro años un amigo que tengo estaba tan obsesionado por tener novia que me exigía que le presentará mujeres. Yo no podía presentarle a mis amigas porque ya todas lo conocían y lo detestaban. Así que me puse a buscar mujeres en Internet. Lilí es una de las mujeres que yo contactéen esa época. Cuando comenzó a enviarme presentaciones yo ya la había olvidado, pero ella aún conservaba algunos mensajes míos.