Infidelidad retransmitida

El amor puede perdonarlo todo, pero también puede cambiar el modo de ver las cosas, e incluso llegar a cambiar el carácter de las personas

Comenzaré diciendo a todos los que me habéis escrito pidiendo que publique relatos, que lo siento, me ha sido imposible por varios motivos

1º Que no me han contado nada nuevo. Recordad que escribo relatos que tienen como base un 90% de realidad

Los adorno un poco, y a algunos les quito realidad pues como se dice, la verdad supera a la ficción

2º He estado en un período muy complicado para mí, que me ha apartado de mis aficiones, y de mis obligaciones

Pero a todos, me escribáis o no,  os mando un cordial saludo.

Con los avances de la tecnología,  no dudó ni un instante en recurrir a ella, y se presento en una tienda especializada para comprar una serie de cámaras de espía.

Le pusieron muchas pegas, pues el no era detective, pero Don Dinero, abre puertas, y cubre papeleos imposibles para otros.

Sin necesidad de especificar mucho, se hizo con una cámara del tamaño de la punta de un bolígrafo, que estaba oculta en un libro, en el lomo, y disimulada entre las letras del titulo, en su interior un complejo sistema de grabado vía internet, y con un dispositivo que enviaba de forma inalámbrica las señales a otro, que las emitía desde una toma de teléfono y de corriente eléctrica sumamente sofisticada.

Además de grabar, podía ver desde un ordenador en tiempo real lo que sucedía en el campo de visión de la cámara, que todo hay que decirlo, abarcaba la práctica totalidad de la sala donde la instaló.

Además había instalado otras dos cámaras en la misma sala para complementar ángulos, y otras dos en el dormitorio.

Un sistema parecido al de un cuenta personas, le avisaba, de cuando entraban en casa y cuantas personas entraban o salían, mediante un mensaje al teléfono. Este teléfono estaba preparado para poder ver también lo que ocurría, pero con el inconveniente de que a través del teléfono no podía escuchar lo que se decía.

Todos los sistemas le parecieron estupendos, y pudo comprobar su funcionamiento, tanto en un portátil, como en su teléfono. Estaba encantado con el funcionamiento, y de cómo podía alejar la imagen o acercarla a su capricho.

Todo esto, lo preparó, al comprobar un comportamiento no muy normal en su mujer, que la quería con locura, hasta un límite tal que pocos hombres llegan a él.

Su mujer no era una belleza, no tenia una cara como para que se pudiese decir que era preciosa. Era resultona, pero su cuerpo, después de estar a dieta y perder muchos kilos, se había convertido en algo digno de poder ser aprovechado por cualquiera sin hacer reproche alguno.

Sus pechos también habían adelgazado, pero aún con ello, eran abundantes, algo mas caído por haber adelgazado, pero duros y con pezones muy sugerentes, no quiero decir llamativos, no, eran muy sugerentes, ya me entendéis, de un color rosa, y no muy grandes

Su cintura y su vientre, no estaban tersos, pero no se puede decir que fuesen fofos, y por milagros de la naturaleza, no tenían esos pliegues en la piel que quedan a las personas que adelgazan tanto.

Sus piernas eran largas con unos muslos interminables, y ahora si, mu firmes.

Su mujer mediría alrededor de 1,67 o 1,70, más o menos, y muy proporcionada, excepto sus pechos que eran grandes como digo, y se mostraban esplendorosos cuando no los disimulaba con ropas holgadas.

Su piel era blanca, se quemaba con el sol con facilidad, y con alguna pequita, que le daba un aspecto mucho más juvenil. Sus ojos eran de un color extraño, no eran verdes, tenían varios colores, como a pinchitas, pero predominaba el verde, la verdad es que parecían tristes, lo que le daba un morbo aún mayor.

Había pasado ya tiempo desde que se habían casado, bueno algo mas de un año y medio, y por cuestiones de trabajo, pasaba mucho tiempo sola, en casa

Le reprochaba que se aburría, y le costaba hacer amigos, pues no gustaba de iniciar conversaciones con gente que no conocía.

Con motivo de unos exámenes en una ciudad cercana, un amigo de los dos, se presentó en su casa, previa conversación telefónica, con el fin de pasar la noche y acudir al día siguiente al examen a primera hora.

Le había parecido una idea más que buena, pues así por lo menos en los dos días que se quedaría en casa, su mujer estaría en muy buena compañía.

No lo había comentado pero su mujer era muy tímida, y le costaba decir que no a los buenos amigos, y si algo le parecía mal, muchas veces para no contrariar, se lo callaba y no protestaba.

Siguiendo con el relato, comentar, que cuando entraba en casa, a la tarde de haber llegado su amigo, le pareció escuchar un ruido fuera de lo normal, y como una agitación, es decir, como de personas que se empiezan a mover en una especie de cambiar de postura rápidamente, y entre cuchicheos.

Estaba muy quemado por cuentos de cosas que sucedían entre otras parejas, conocidas, y como otros matrimonios se rompían por causa de infidelidades. Y por eso motivo dio los pasos que anteriormente he comentado, eso y por el ataque de celos que le entro.

No le gustó nada esto que había percibido, o que le pareció percibir, y la verdad que no tenía motivo para interrogar, ni andar con preguntas que solo le podrían dejar en una situación difícil. Además con lo enamorado que estaba, y si no era cierto lo que se imaginaba, no quería poner a su mujer, como alguien en la que no se fiaba, y dado el carácter tan dulce que ella tenía, no, definitivamente no iba a decir absolutamente nada.

Después de los consabidos saludos y bromas, cenaron, y tomaron unos vinitos, vinitos de oporto, que a su mujer le encantaba, y después algo mas fuerte, un whisky de cincuenta años, que guardaba como oro en paño, y que ya había sido descubierto con anterioridad por su buen amigo, y que compartía de buen grado.

Se fue a la cama, disculpándose por tener que madrugar, y ya eran sobre las dos de la mañana, y tendría que levantarse a las 6 ó 6,30, y quedaron su mujer y su amigo en la sala, terminando sus copas y el final de una película de suspense. Acababa de meterse en cama, cuando escuchó a su mujer decir en voz muy baja, pues la pared de su habitación era casualmente, la división con la sala

-No, quieto que nos puede oír

Ahora si que estaba seguro de que algo no iba bien.

A la mañana se levanto tarde, alego que no se encontraba bien, y que al fin y al cabo, no tendría que empezar a trabajar hasta las 12 del mediodía, o algo mas, que era la hora en la que su jefe llegaba y trataba los asuntos pendientes, y que le venía bien algo mas de descanso dado lo tarde que había terminado el día anterior.

Su amigo, que no sabía que el marido aún estaba en casa, se fue en el tren a realizar el examen, después de desayunar y de procurar realizar el menor ruido posible.

Su mujer se despertó y vio a su marido en la cama junto a ella, se extraño y en un susurro le despertó

Tras los saludos de rigor y después de una ducha desayunaron juntos, alargando algo más de lo necesario su estancia en casa, con el fin de estar algo más junto a ella, y analizar su comportamiento.

Prácticamente no hablaron, y era hora ya de irse, se levanto junto las cosas necesarias para pasar una jornada laboral, y se marcho.

Intento besar a su mujer como todos los días, y cundo iba a rozar los labios, ella, giro la cara como un acto reflejo, algo extraño.

Le beso en la mejilla, y le susurro en el oído

-          Que te pasa? Te encuentro muy extraña

-          No me pasa nada. Cundo se va a marchar

-          Imagino que se quedará esta noche también, por lo menos para despedirse de mí. ¿por qué lo preguntas?

-          Por nada en especial, por saberlo. ¿vas a venir a cenar?

-          No lo creo haré todo lo posible, pero en estos días el trabajo que tengo es duro, muy duro. Si tengo suerte dentro de poco acabará esta racha y podré enfrentarme a un trabajo muy cómodo, y menos estresante.

-          Ya!

El se fue hacia la puerta y la vio mirando hacia el suelo, perdida la mirada

-          ¿pero estas bien?

-          Si, si no te preocupes, estoy perfectamente

-          Pues desde que ha llegado te encuentro muy diferente, y le doy vueltas a la cabeza, y no logro encontrar una respuesta. Hablaremos a la noche.

No esperó respuesta alguna y salió de casa, y al salir, casi inmediatamente, recibió un mensaje en el móvil, del sistema de cuenta-personas, indicándole que otra persona abandonaba el domicilio y que quedaba solamente una persona en el interior

El trabajo fue duro y agotador, sólo dispuso de 15 minutos mal contados para comer algo y continuar. Quería acabar cuanto antes y llegar a casa, conversar algo con su amigo, poder cambiar impresiones con su mujer después, y acompañar a su amigo a la estación para despedirle.

Pero de momento le quedaba todavía mucho que hacer, y creía que terminase antes de la hora prevista por él. Seguro que llegaría mas tarde de las 11:00 pm. Y después recorrer la larga distancia hasta llegar a casa que no sería menos de una hora y media, con suerte.

A eso de las 15,30 la alarma le alertó de que alguien entraba en casa y que eran dos personas las que había en el domicilio.

Minutos más tarde volvía a sonar la alarma indicando que todas las personas habían abandonado el domicilio, cosa que por alguna razón le tranquilizó. Fue varias horas mas tarde que el aparatito le avisa de que dos personas irrumpen en el domicilio.

Es casi la hora de cenar, habían pasado toda la tarde fuera de casa, y rápidamente conecto el portátil.

Tan pronto lo conecto sonó el sonido de la alarma que le indicaba que quedaban unos minutos de batería y que debería de recargarla.

No se había dado cuenta de que el trabajo lo había hecho en el portátil, y el cargador lo había dejado olvidado en casa, y que ahora se vería en un apuro si sucedía algo, pues no podría verlo…., bueno si lo vería pero no escucharía nada a través del teléfono.

Decidió recoger inmediatamente todo, aunque no hubiese acabado, decidiendo que mañana lo terminaría, aunque le costase tener que llegar algo más temprano a la oficina.

Mientras recogía, escuchaba la intrascendental conversación entre su mujer y su amigo, sobre lo que cenarían, pues no tenían hambre alguna, al haber estado de vinitos, y con las tapas que les habían puesto.

Desde luego el amigo lo tenía planeado, pues sabía que su mujer no toleraba el alcohol, y se achispaba con facilidad, y que se ponía con las defensas muy bajas.

Decidieron abrir unas latas de conserva, acompañadas de un vino blanco, que el amigo había comprado para la cena.

Se quedó mirando la pantalla, y observaba a su mujer, preciosa, con esa falda verde aceitunada con una blusa blanca, que dejaba traslucir el sujetador, y su hermosa anatomía. No era trasparente, pero si dejaba ver lo que no debía, pues ahora estaba convencido de que a poco que enseñase, no debía.

Su falda era ajustada, y le llegaba algo más de por encima de la rodilla, su blusa era de botones disimulados por una tapeta, que se abrochaba por delante, y que siempre dejaba abierto dos, pues dejar uno mas, era ya dejar ver el sujetador y sus pechos.

Se sentaron y vieron la tele, una película que por lo visto era algo subida de tono, y parecía que a veces habían escenas de amor, en los que aparecían desnudos.

A modo de broma criticaban y reían, de lo que veían, aunque la mujer se le notaba ya ruborizada, aunque con sentido del humor indicaba:

-          Pues no es justo, las mujeres siempre salen desnudas y enseñan todo, y a los hombres si enseñan el culo ya es demasiado

Se reían jocosamente las gracias y continuaban ya solo con el vino

El amigo ya en su casa, dejó el vino blanco, o bueno el vino blanco los dejo a ellos, pues se había acabado, y decidió coger la botella de oporto que habían tomado, y que quedaba aún algo mas de la mitad

Le dieron buena cuenta también, con la precaución de poner unos cacahuetes y unas avellanas, y otro fruto seco, que definitivamente dieron buena cuenta, y daban sed. Cuando los frutos secos se acabaron empezaron con pipas saladas, hasta acabar el oporto.

-          Me pican los labios de las pipas – decía la mujer, y encontraron el comentario gracioso.

-          Un whisky?

-          Claro – dijo el amigo – pero si tu también tomas un chupito

-          Venga!

La mujer se levantó, y tomo unos vasos y algo de hielo, y como no mi botella de whisky de 50 años. Sirvió los vasos el amigo muy servicialmente, y el marido por la pantalla del portátil, vio como el se ponía muchísimo hielo, para así disimuladamente servir mas alcohol a la mujer, a quien por cierto no había perdido de vista mientras se movía por la habitación en busca de los vasos y demás.

Ella no se daba cuenta, y estaba algo ruborizada, y como pudo comprobar con acercamiento de zoom de una de las cámaras, tenía los pezones como aceitunas, pocas veces los había visto tan duros y grandes. Definitivamente no le gustaba nada lo que estaba viendo, por al contrario, el amigos si parecía gustarle, y disfrutaba con lo que veía.

De repente, mirando el televisor, el amigo le gritaba con cierta jocosidad

-          Mira, mira! – ella se apresuro a ponerse delante del monitor, y abriendo la boca de asombro solo decía

-          Ay dios! Ay dios! – despacio sin perder la vista del televisor y con el vaso de whisky en la mano, se sentó despacio, muy despacio en el sofá

-          Jesús! – no salía de su asombro, y al amigo de los dos, le causaba muchísima gracia.

La cara de la mujer estaba totalmente ruborizada. Y no parecía ser capaz de poder cerrar la boca, de su asombro por lo que veía en la televisión.

El amigo le sirvió un buen trago de whisky, que ella se bebió sin tan siquiera pestañear, y sin respirar.

Posando la mano en la rodilla de la mujer, a modo de apoyo, para no perder el equilibrio, volvió a servir licor en su vaso, aunque en esta ocasión ella sólo dio un sorbo, y se recostó algo en el respaldo del sofá sin percibir la mano del amigo que no la había retirado, y que ahora comenzaba a acariciar levemente con el pulgar la cara interna y mas suave y receptiva de su pierna, con la precaución de no ascender demasiado, para no provocar una reacción contraria a lo que buscaba.

Instintivamente separo un poco, muy poco, sus rodillas dejándose acariciar, sin tan siquiera darse cuenta de lo que hacía, y el amigo ascendió un par de centímetros por su pierna, despacio, muy despacio, empezando a introducir bajo la falda de ella dos dedos.

Puso su brazo por encima de sus hombros y le dijo cerca del oído, aunque lo suficientemente alto

-          Pues parece que si que enfocan todo el cuerpo del hombre, y esté como esté, y este si esta dispuesto

-          Dispuesto? Pero si se la esta metiendo toda! No se como le puede caber semejante cosa dentro! Tiene que ser un truco de cámara.

-          Que dices? Estas loca, seguro que no hay ningún truco. No todos los hombres tenemos la cosa igual unos a otros, mas largas, mas gordas, mas bonitas unos que otros

Sin pretenderlo la mujer desvió unos segundos su vista hacia el paquete del amigo, dándose cuenta de que parecía abultado. Dio otro buen sorbo a su copa, dejándola casi vacía, y descubrió la mano del amigo acariciándole gratamente su pierna, hasta ese momento no había sido consciente de ello.

-          Voy al cuarto de baño – dijo levantándose presurosa y dirigiéndose hacia el cuarto en cuestión

El amigo la siguió con la mirada, y con una sonrisa que podríamos definir como especial, como lujuriosa y con aire de cierto triunfo. No era de extrañar, pues sus planes estaban saliendo como no se imaginaba……, o en realidad estaban saliendo así las cosas sin más y no había ningún tipo de plan?

La película acabó y buscando, buscando encontró un canal de música, que como conocía la canción, aunque ya tenía unos añitos, y no le desagradaba, decidió dejar el canal.

La mujer salió por fin del cuarto de baño, parecía que se había lavado la cara, como para despejarse, aunque era visible que el alcohol aún le afectaba.

-          Acabó la peli de marras, y deje puesto este canal que ponen música bastante buena, por lo menos entretiene, en el resto es todo de vender y vender, y si no te sueltan un rollo de aquí te espero.

-          Si a estas horas no echan nada – se le notaba levemente que la lengua le costaba moverse.

-          Esta canción mola, venga, venga anímate y baila conmigo

-          La verdad es que no estoy para bailes – a ella le encanta bailar, y con el marido no lo hacía casi nunca pues a él no le gustaba.

-          No seas sosa y baila

Se levantó y comenzaron a bailar de una forma de lo más prudente, el con su mano en un sitio correcto, ella con su mano sobre el brazo de él. Y la mano derecha de él tomando la mano izquierda de ella.

Siguieron el baile canción tras canción, como digo a ella le gusta bailar y él, el amigo, bailaba muy bien.

Cambiaron el ritmo de la canción y sonó una canción muy melódica, puedo apreciar como él recorría con su mano el costado de ella, y como sus manos, que tenían cogidas entre si, se acercaban a sus cuerpos. Con su mano ya en la espalda de ella, sobre la cintura de la falda de ella, presionaba para acercar a la mujer a su cuerpo, cosa que consiguió sin dificultad, y sus manos agarradas, con un giro magistral de muñeca, permitía que los dedos de la mano de él tocasen uno de los pechos de ella, que sin muchas cortapisas, comenzaron a buscar el pezón, que sutilmente encontró y apresaba entre ellos, con la palma de la mano tomando aún la mano de ella.

Siguieron un tiempo así, hasta que ella, quizá por lo molesta de la posición de su mano, algo forzada, se soltó de la mano de él, y con sus dos brazos abrazo a su amigo, juntando sus manos por detrás de la cabeza del hombre, y posando su mejilla contra la cara del amigo

A medida que bailaban giraban sobre si mismos, y acercó el zoom de la cámara al rostro de ella, que en ese momento podía comprobar que tenia los labios entreabiertos, y los ojos entrecerrados, reflejando un gusto, un placer, que le llevaban a otra dimensión.

Apreció como cambiaba el gesto, fruncía el entrecejo como realizándose una pregunta a si misma, como un ¿Qué es eso? Ó ¿Qué me está tocando?, a la ve que desviaba la vista hacia el cuello del amigo, e incorporándose un poco, y como queriendo separarse para comprobar mirar hacia abajo, aún con la boca abierta.

Como no habían dejado de bailar ahora estaban de perfil, y rápidamente alejó el zoom para obtener una visión mas amplia y panorámica, apreció el enorme bulto que apuntaba hacia los genitales de la mujer, enorme, si enorme, así se veía a pesar de unos pantalones de lona, como militares, y muy holgados, con su mano ya en el comienzo de las nalgas de la mujer, presiono de nuevo acercándola hacia su cuerpo y no perder el contacto que le debía de suponer tan agradable, y percibió la mano de su mejor amigo como seguía en el pecho de la mujer, tomando entre la falange de su pulgar y su mano, el pezón de la mujer, que acariciaba y oprimía muy lentamente, y por lo visto muy placenteramente.

Seguían girando, y ahora los ojos del se dirigían a la cabeza de ella, bueno hacia su cara, pues había posado su frente en el cuello del amigo, y este sonreía mirando de reojo con un aire triunfal.

Acabó la música melódica para romper el encanto del momento, y comenzar con un estrepitoso y alocado ritmo.

Ella sonriente levantó su cabeza hacia el, quien aprovechó para rozar sus labios en los de ella, lo hizo así dos o tres veces y cada vez ella soltaba un quejido de sorpresa, que no de reproche, y como echando la culpa a la mujer dijo

-          Pero haber mujer que te pasa que quieres?

-          Nada si nos sentamos que esta canción no me gusta

-          Claro

La mujer se separó, mirando la mano de él como dejaba su pecho, que había estado acariciando constantemente, se giró y se encaminó hacia el sofá, con la mano del ahora en el costado con los dedos tocándole el vientre, y la otra mano acariciando su trasero, ella la cogió con su mano y la separó pero no la soltó pues el volvió a posarla de inmediato una vez la había separado por primera vez, ella se sentó completamente congestionada, y aún con los ojos entrecerrados y demostrando un placer, que había obtenido.

El se sentaba a su lado, cerca, muy cerca, tocándose los muslos, y comenzando a levantar su brazo para tomar por los hombros a la mujer, y de repente ocurrió. Se apagó el portátil al agotarse la batería