Infidelidad inducida 3

Como se atreven a despertarnos a las 06:00 a.m. después de la tremenda borrachera de la noche anterior??????? Es un ángel..... estas perdonada.

Nuestras vacaciones estaban saliendo a pedir de boca, habían transcurrido dos días desde que habíamos llegado al hotel y mi esposa estaba disfrutando como nunca lo había hecho antes. El primer día en su aventura inducida con el masajista del hotel y el segundo día con la gauchita que habíamos conocido junto con su esposo en la piscina. Yo estaba más que feliz, lo importante para mi era que mi esposa se destape ante una nueva forma de ver el sexo, que lo vea como el medio para obtener placer, felicidad, confianza entre ambos sin inhibiciones y no solamente como el medio para tener hijos.

Al parecer mi objetivo poco a poco se estaba cristalizando aunque yo todavía no había obtenido nada, como dice el chiste: organicémonos, organicémonos, yo no he agarrado ni una teta y ya me han cogido tres veces…. No me desesperaba en absoluto, ver a mi esposa radiante me hacía feliz y además sabía que pronto llegaría mi oportunidad solo que nada me hacía pensar que mi oportunidad llegaría tan temprano esa mañana.

La noche anterior habíamos ido a bailar a la cabaña de la playa mi esposa y yo y la pareja de argentinos que habíamos conocido en la piscina, como recordarán mi esposa se llevó a bailar a la amiga y en media pista de baile y con ayuda de mi esposa un muchacho desconocido le dio verga a la gauchita que la hizo ver las estrellas.

Mientras eso sucedía yo me pegué un trancazo con el gaucho que no supe ni de mis patas, le pegamos tal borrachera que de lo único que recuerdo es que quería cogerme a la gauchita y el gaucho panzón quería cogerse a mi esposa, algo que no sucedió porque en el estado que estaba mi pija no se levantaba ni con grúa, que le vamos a hacer.

Todavía no había terminado de aclarar el día cuando entre sueños escucho que alguien toca la puerta de nuestra habitación, turumba por los efectos del alcohol le digo a mi mujer que vaya y vea quien es, si son de la limpieza que los mande a buena parte y que no jodan, ella que es pestañita para dormir ni se inmuta ante mi pedido, abro un poquito un ojo para mirarle y me doy cuenta que estaba tan envuelta en los brazos de Morfeo que no despertaría ni aunque se cayera el hotel. Maldiciendo contra el inventor de la cerveza y prometiendo por todos los santos habidos y por haber que jamás volvería a probar un trago de alcohol en mi vida me fui hacia la puerta para ver de que se trataba, Eran las 06:00 a.m.!!!! Apenas hacia unas horas que nos habíamos acostado.

Estaba tan ido que ni me preocupé por mirar por el ojo de la puerta para ver quien era, abrí con fuerza para pegarle el putazo de su vida al que haya estado al otro lado, toda mi energía que había acumulado para mandar al carajo al inoportuno personaje se fue al traste al ver parada en el umbral de la puerta la carita mas angelical que uno puede ver entre las nebulosas que te deja una borrachera, será la puerta del cielo? me preguntaba, no era eso, era nuestra amiga argentina.

Estaba parada en la puerta como pidiendo perdón por ser tan bella, vestía un shortcito amarillo y un top blanco, chinelas playeras y su pelo agarrado con una cola de caballo, no llevaba maquillaje y aunque se le notaba el desvelo de la noche que aún se resistía a terminar su sonrisa tímida borraba cualquier indicio de haber pasado la noche en vela como me imaginé en ese momento, la hice pasar preguntando si pasaba algo malo con su marido al lo que me confirmó que con pasaba nada, que su marido dormía como un oso invernando y sus ronquidos no la habían dejado pegar ojo.

Preguntó por mi esposa y le dije que estaba durmiendo, cosa ella misma constató porque se dirigió hasta la habitación para cerciorarse, volvió sobre sus pasos y me dijo que prefería no despertarla, yo estaba por preparar café en la cocinilla del departamento para invitarle a lo que ella se brindó a hacerlo, yo aproveché para pedirle que me espere un momento mientras me daba un baño de agua fría para poder despertar del todo, en mi cabeza ya giraban un montón de ideas de cómo aprovechar la oportunidad que tenía en mis manos, me metí a la ducha sin cerrar la puerta del baño, cuestión de costumbre, estaba refrescándome cuando escucho su vocecita que pide permiso para entrar al baño, antes que pueda contestar ya ella estaba adentro a solo un metro de donde yo estaba, sin darme tiempo a reaccionar se quitó su shorts y su blusita, llevaba sostén blanco y su tanga de color gris con negro era tan chiquita que daba hipo, me mira directo a los ojos y acercándose me dice – Puedo? – se quita el resto de sus prendas y se mete a la ducha conmigo, yo no daba crédito a lo que veían mis ojos, su cuerpo aunque más menudo que el de mi mujer estaba mucho mejor cuidado, sus pechitos sin ser grandes eran como un par de manzanitas que culminaban en una aureola rosada coronados con un pezón paradito, su cintura era estrecha adornada con un ombligo pequeño que se le daba un toque de sensualidad extraordinario, sus caderas armoniosas a su cuerpo de las cuales se deslizaban hacia abajo un par de piernas de carnes firmes y tersas, su coñito tenia una coronita de pelos que lo hacían aún más deseable.

Se metió a la ducha y el agua fría hizo que sus pezones se endurecieran, yo no decía ni hacía nada, como si lo hubiésemos hecho de toda la vida ella acercó sus labios a los míos y nos fundimos en un beso apasionado, mi pija que ya estaba dura le estaba queriendo perforar su hermoso ombligo, el agua que nos caía directamente a la cara y nuestras lenguas que no se daban tregua hacia que nos faltara el aire, mis manos acariciaban su espalda y bajaban para presionar una par de nalgas duras, firmes y volvían a subir por toda su espalda, nuestros besos ya eran impetuosos, salvajes, mi boca se deslizó por su cuello para bajar hasta sus pechos los cuales chupe, mordí, lamí como si fuera la primera vez que lo haya hecho en toda mi vida, sus gemiditos de placer me indicaban que su excitación ya la tenía a flor de piel incluso antes de entrar en nuestra habitación. Mi lengua siguió bajando hasta llegar a su conejito, quería probar sus jugos, quería sentir su sabor en mis labios, quería meter mi lengua en esa cueva llena de jugos, mis manos seguían aferradas a sus nalgas como no queriendo que esa presa se escape, yo estaba de rodillas presto a invadir con mi lengua su conchita, ahora mis manos le acariciaban su monte de Venus sin tocar aún sus partes más sensibles, quería que sea mi lengua la primera en probar dicho manjar, para facilitar mi labor ella colocó una de sus piernas sobre mi hombro y se agarró de la pared para no desestabilizarse y caer, al abrir sus piernas sus labios mayores se abrieron y dejaron ver sus labios menores rosados, brillantes, desbordando sus jugos, mi lengua se entretuvo por sus alrededores dándole pequeños chupones en sus muslos, poco a poco me acercaba a su gruta, cuando mi lengua rozó suavemente su clítoris que lo tenia hinchadito su mano presionó mi cabeza hundiendo mi nariz en su monte de Venus, casi no me dejaba respirar, estaba teniendo su primer orgasmo y sus gemidos se hicieron tan fuertes que temí que mi esposa se fuera a despertar y me encuentre de rodillas con la cabeza entre las piernas de la gauchita, no me importó mucho pues lo estaba disfrutando a montones, su orgasmo fue largo y potente, como si lo haya tenido guardado para ese momento, liberó un poco la presión de mi cabeza y ahora mi lengua pudo saborear con total libertad todo lo largo y ancho de su coñito que parecía un volcán de caliente, calor que contrastaba con el agua fría que nos caía de la ducha, mi lengua urgaba entre sus paredes vaginales como queriendo estirarse lo más que se haya podido para penetrar hasta lo más recóndito de su conchita, mis dedos hacían un festín con su clítoris, estuve unos minutos metiéndole mi lengua, absorbiendo sus deliciosos jugos sexuales, mi mano derecha le frotaba el clítoris y el dedo mayor de mi mano izquierda jugaba con el agujerito de su ano sin penetrarle, nuevamente vino la presión de mi cabeza mientras entre fuertes gemidos me decía – Así, así, así, seguí, seguí, que me corro otra veeezzz…..- y se corrió otra vez y como se corrió!!, sus jugos manaban a cántaros y yo los bebía saciando la sed de su sexo que tenía desde el día anterior.

Su cuerpo temblaba y se tensaba en cada espasmo ocasionado por su orgasmo, me incorporé de la posición que estaba y volví a comerle esos labios dulces y tan sensuales, ella se giró y quedó de espaldas a mi, entonces me vino un ataque de responsabilidad y salí disparado de la ducha, cogí un condón del botiquín del baño, por suerte los había guardado allí, en el camino me lo puse, me coloqué nuevamente a su espalda, se agachó un poco y con su mano apuntó mi verga hacia el agujerito dorado de su concha, no hizo falta mucha presión, entró como si aquella fuera su funda, el gemido de placer que emitió debió salirle del alma, me quedé quieto un momento, sería solo unos segundos pero ella no estaba dispuesta a perder tiempo, comenzó a mover sus caderas en forma circular y de adelante hacia atrás, yo solo la tomaba de sus caderas dejando hacer a ella todo el trabajo, su conchita era estrecha, caliente, tenía una habilidad increíble para manejar los músculos de sus paredes vaginales haciendo una presión en mi pija que parecía que me la estaba exprimiendo, estuvimos en esa posición algo de 10 minutos, cambiamos de posición y me senté al borde de la tina, ella se sentó a horcajadas y se metió mi falo de un envión, ahora tenía sus pechos a mi alcance y podía saborear sus tetitas a gusto y placer, ella movía sus caderas como poseída, con mi verga metida hasta el fondo su clítoris se frotaba contra mi pubis produciéndole otro orgasmo que hizo que me mordiera el hombro dejándome una marca que después constaté era de consideración, en ese momento no me importaba, podían azotarme con látigos de fuego y no iba a sentir nada comparado con el placer que me estaba otorgando esa hembra, después de otros minutos se cansó y nuevamente volvimos a la posición original , esta vez fui yo el que comenzó a taladrarla fuertemente, el golpeteo de mis bolas contras su nalgas hacia que el momento fuera mas excitante, mis movimientos aumentaron de velocidad y fuerza indicando que mi corrida estaba por llegar, sus gemidos se habían convertido en pequeños gritos que llenaban el pequeño ambiente donde estábamos desatando esa batalla sexual, se corrió junto conmigo llegando así a su cuarto orgasmo, quedamos quietos, mi cuerpo recostado contra su espalda y ella apoyada en la pared con las piernas abiertas, poco a poco mi pija perdió su dureza y se salió de su conchita.

Mientras nos duchábamos me contó todo lo que había pasado la noche anterior en la cabaña de baile, ella había quedado muy caliente con la experiencia vivida pero como su marido no pudo darle lo que ella pedía por la borrachera que llevaba encima, se había tenido que masturbar pero no era lo mismo, fue por eso que había decidido venir a buscarnos, sabía que a mi me gustaba y que conmigo encontraría lo que su marido no la había podido dar, también me comentó que su marido quería cogerse a mi mujer y que ella no pondría ninguna objeción siempre y cuando mi esposa esté de acuerdo. –Mi esposo no es muy bueno en la cama, aguanta poco y su pija no es muy grande. – me dijo, también me confesó que no era la primera vez que le ponía los cuernos a su marido, aunque él está seguro que siempre le ha sido fiel. Pobre gordo, pensé, pero en fin, en esta vida nadie muere mocho.

Nos dirigimos hacia la habitación, mi esposa seguía durmiendo, al parecer no se había percatado de nada, la cama era bastante amplia por lo que cabíamos los tres perfectamente y sobraba espacio para uno o una más, yo estaba en el medio, la gauchita al lado izquierdo y mi esposa durmiendo al lado derecho, estábamos desnudos, ella jugaba con sus dedos en su vientre, noté que poco a poco su mano fue bajando hacia su pubis, era obvio que quería más guerra, yo la dejé que siguiera sola, abrió sus piernas y empezó a darse placer ella solita, sus caricias eran suaves, sus ojos estaban cerrados, con una mano en su entrepierna y la otra se la llevaba a la boca, mojaba sus dedos y pellizcaba sus pezones, con la otra mano hacía lo mismo, chupaba dos dedos y los llevaba a su clítoris, en una de esas en vez de meter sus dedos a su boca los metió a la mía, chupé y sentí su sabor ya conocido por mi sentido gustativo, a pesar del espectáculo que estaba presenciando mi pequeña pija aún no presentaba signos de recuperación, eso me estaba preocupando, mi garrotillo me estaba haciendo quedar mal, con su mano derecha la buscó y solo pudo encontrar un pequeño órgano en estado de flacidez, - no quieres? – me dijo, me moría de vergüenza, sin esperar que yo le responda, se giró de costado y me dijo, - yo se quien quiere más – cruzó por encima de mi piernas, se acomodó encima de mi esposa que dormía plácidamente, le quietó el ligero cobertor que tapaba a mi esposa su cuerpo semidesnudo, solo se había acostado con unos panties blancos, despacio le abrió las pesadas piernas, se acostó de barriga entre las extremidades inferiores de mi esposa y hundió su nariz en la concha por encima de su calzoncito, mi esposa abrió levemente las piernas sintiendo como la lengua de la gauchita empujaba la tela del calzoncito hacia adentro, agarró la parte posterior de la rodilla derecha y flexionó la pierna hacia fuera, corrió hacia un costado la tela del calzoncito y los labios mayores del coñito de mi esposa quedaron expuestos a su lengua, daba lengüetazos leves sobre el clítoris, con una mano jalaba hacía arriba la piel que cubría el botoncito dorado y este quedaba al descubierto. En rato lo lamía y en rato le daba pequeños chuponcitos, mi esposa despertó, pero sin abrir los ojos agarró la cabeza de la gauchita, al sentir entre sus manos el pelo largo reaccionó, se incorporó un poco apoyándose sobre sus codos, la gauchita levantó la mirada y le saludó cariñosamente. – Buenos días mi reina, espero que te haya gustado el despertador – mi esposa se rió con una leve carcajada, - ustedes son incasables – dijo, y se abandonó a la chupada de coño que le estaba dando la gauchita, estuvo en es posición un largo rato, chupando, lamiendo, metiéndole dos hasta tres dedos hasta que mi esposa tuvo un fuerte orgasmo, la gaucha subió por el cuerpo de mi esposa y sentándose a horcajadas le comenzó a besar la boca, yo solo miraba y mi pija no reaccionaba, que desastre!!!!.

Ahora te toca gozar – le dijo mi esposa y la empujó hacia arriba para que la concha de la gaucha llegue a la altura de su boca, no pensé que mi esposa fuera tan buena chupando coño, le metía la lengua hasta lo más profundo que podía, de rato en rato tomaba aire porque se ahogaba, mientras ya le tenia incrustado tres dedos en la mojada conchita, con los mismos jugos comenzó a acariciarle el agujero rosadito de su ano, poco a poco pude ver que su dedo medio se fue perdiendo sin que haya reclamo alguna de la dueña de ese culo majestuoso, después entró un segundo dedo, eso ya fue lo máximo, recién entonces el motivo de mi vergüenza (mi pija) hasta ese entonces comenzó a recobrar vida, me pare al lado de la gauchita para que me la chupe, así enduraría más rápido.

Mi verguita le entraba toda a la boca, sentía su nariz que chocaba contra mis pelos, la estuvo mamando un buen rato, después me coloqué entre las piernas de mi mujer y se la metí hasta el fondo, mi mujer empezó a tener orgasmos uno sobre otro pero aun así no dejaba de chuparle la concha a la gauchita que se movía sobre la cara de mi mujer como poseída, en cualquier rato las asfixia pensaba, le estuve taladrando el coño de mi mujer unos quince minutos hasta que tuvo otro orgasmo.

Cambiamos de posición, ahora la gauchita estaba nuevamente entra las piernas de mi mujer con el culo levantado, invitándome a que la penetre por detrás, me puse un condón y se la metí por la concha, volteó su cabeza y me dijo que le de por la cola, como no soy muy difícil, apoye la cabeza de mi verga en su agujerito rosado, con una mano ella abría sus nalgas para facilitar la penetración, entró la cabeza sin mucha dificultad después de la dedeada que le había dado mi mujer, mi pija se deslizó por su culo fácilmente, se notaba que tenía experiencia en el ramo, solo emitió un par de gemidos al sentir que mis bolas chocaron contra sus nalgas, empecé un mete y saca furibundo, no tendré la verga grande pero creo que de cualquier tamaño que sea la cogida que le estaba dando la estaba llevando al séptimo cielo, en cada empujón que le daba su boca chocaba contra la concha de mi mujer, la gauchita estaba salida, pedía más y más, pero yo no soy mago para hacer crecer mi verga, ya no había que más meterle, le di un par de azotes en las nalgas y eso la encendió aun más haciéndola llegar a un orgasmo escandaloso, sus gemidos se convirtieron en gritos que se podrían haber escuchado en todo el hotel, mi corrida se venía y aumente aún más la velocidad, le estaba destrozando el culo, ella solo esperaba que me corra de una vez y así lo hice, mi lechita salió a chorros, los espasmos subían por mi médula espinal culminando en mi cerebro otorgándome un placer sublime, mi orgasmo había sido fantástico.

Nos quedamos los tres en la cama, reposando sin decir ni una palabra, a los minutos la gauchita se levantó y se fue al baño a asearse, nos quedamos con mi esposa en la cama, ella se acurrucó en mi pecho.

Satisfecho? – Me pregunta.

Mucho, mientras más lo estés tú, más satisfecho voy a estar yo.

La gauchita sale del baño desnuda, se viste delante de nosotros diciendo que iría a ver si su marido ya se había despertado y que nos veríamos más tarde por la piscina, mientras se vestía agarré la cámara del velador y le tomé una foto.

Linda no?

De ahí agarré un sueño bárbaro y no supe más de nada.

Nuestras vacaciones continuaron, aun nos quedaban varios días para disfrutar y lo hicimos, después de aquel día solo tuvimos una nueva oportunidad de disfrutar íntimamente con otras personas, pero esa….. esa es una historia para mañana.