Infidelidad exquisita

me costo hacerla mia, recien pude hacerlo cuando estuvo casada. Empezó con mi tranca y disfrutó extasiada.

Me costó que sea infiel.

En mi trabajo tengo la posibilidad de ver todo el tiempo hacia fuera, porque tenemos una vidriera amplia y el mostrador está para ese lado. Resulta que mucho tiempo antes había tenido una cliente que siempre venia con su grupito de dos compañeras del colegio, y yo siempre aprovechaba para tratar de convencerla para tener alguna salida, pero la maldita suerte que una de las otras amigas se había hecho la idea que yo tenía onda con ella, por lo cual, la que a mí me interesaba no quería meterse entre nosotros, para mi desgracia, después de un tiempo dejaron de venir ya que terminaron el colegio.

Pero por suerte hace aproximadamente un par de meses, cuando abrieron un negocio en frente resultó que la chica que atendía era la, ahora escultural, chica que tanto se me había negado en el pasado. No pasó mucho tiempo hasta que vino para el negocio, tengo un snack bar con cabinas telefónicas, enseguida nos saludamos y aproveche para volver a la carga, entre pregunta y pregunta le saque que ya estaba en pareja y tenía un bebé de dos años. Estaba resplandeciente, es cierto aquello de que un hijo les sienta bien: el cabello negro lacio largo muy cuidado, sus pechos parecían haber superado hasta sus propias expectativas porque todo el tiempo se mostraban apretados por sus ropas, y la cintura le propinaba a su cuerpo una cola expectante, solicitante de alguna mirada, aunque mis intenciones ya superaban la simple visión de aquellas nalgas.

Lo primero a lo que me dedique fue a sacarle entre ocasionales charlas las características del marido, para ver por donde encontraba lo que le faltaba, de manera de atacar por ese lado, pero para mi desilusión lo describía como un ideal de compañero, incluso, ya más en confianza, cuando en mis lances yo le prometía que la iba a satisfacer en la cama me aseguraba que estaba bien atendida. Es que a todas las mujeres les gusta un poco sentirse acosadas y yo jugaba todo el tiempo en ese límite, hasta llegó a confesarme que si su amiga no se hubiera interpuesto hubiese aceptado aquellas salidas, pero ahora ya estaba casada y era demasiado tarde. Maldita fidelidad- le dije yo. Siempre nuestras cortas conversaciones eran muy amenas, pero no terminaba de darme pie para concretar mis intenciones.

Cuando ya me estaba acostumbrando a nuestras charlas intrascendentes, sucedió el factor sorpresa que permitió lo que parecía imposible: el negocio donde ella atendía no pudo continuar abierto y ella perdería su trabajo, justo viene a preguntarme si no sabía de alguno, yo necesitaba un reemplazo de vacaciones y le ofrezco cubrir tres meses de temporada mientras salgan de vacaciones los otros empleados, ella aceptó de inmediato ya que necesitaban el ingreso para el bienestar de la pareja.

Como imaginaran tenerla cerca me daba una posibilidad extra que era el contacto directo, entre mostrador y permiso para ir allá o acá, siempre surgen los roces casuales que yo me encargaba de que así pareciesen para no asustarla y decidiera abandonar el trabajo, mi plan era acecharla pero solo de palabra, sin propasarme, para que ella pensase que yo era mas de hablar que de hacer y estuviese tranquila.

El mejor contacto fue un día que llovía una enormidad y ella entraba en el turno tarde, yo estaba acomodando el mostrador cuando siento un trote rápido que se acercaba y se mete, así corriendo, y pasa frente al estante resbalando, hecha un desastre cae al suelo toda mojada, cartera por un lado y sandalias colgando de sus pies por el otro. Salí de inmediato a ayudarla y la vi detenidamente, estaba para despertar un muerto, una pollerita de esas hindúes y la blusa totalmente pegadas al cuerpo y transparentando su ropa interior, con decir que se le notaba la piel de gallina de sus muslos, y con esfuerzo si no cerraba las piernas la pollera interna se le pegaba al cuerpo mostrando su cola durita. Le digo que no se haga problemas que puede atender la caja hasta que se seque bien su ropa, y yo atiendo a los clientes fuera, pero como llovía una enormidad no venia nadie, así que estábamos apretujados en un espacio chiquito. Claro que ella por si venía alguien, y para que no la viera así casi desnuda, se puso un pulóver de breme mío y ante mi insistencia se quito en el depósito la pollerita interior que quedo secando dentro, dicho sea de paso cada que podía yo iba y la mojaba un poco. A todo esto, ya tenía la tranca al mango y con unas bermudas de vestir bastante suelta me las arreglaba para disimularla. Aprovechando la lluvia continuamos acomodando las estanterías y pasábamos cada vez mas cerca uno del otro, cuando, en un momento, para poner unas galletas en el último estante hacia la derecha, se pone en puntas de pie y saca la cola deliciosamente hacia mi posición; yo le digo "si fuera mía la secaría soplando". "Ya empezás con tus alucinaciones" me dice sonriendo pero muy seria; por que la verdad que estaba bastante desnudita. Decido entonces dar una paso más la cuestión era no tocarla pero en ese momento pensé en honrarla mostrándole como estaba mi tranca por ella, sentado en la banqueta alta me ajusto la bermuda por detrás de la pierna para que se note la pinga pegada a la pierna. "No puedo ignorar a mi amigo" - le digo. Se quedó helada, se sonrojó no se si de bronca o de vergüenza, pero no dijo nada más en todo su turno. "La embarre" pensé.

Al otro día vino con una pantalón horrible todo suelto y que no le sentaba, lo mismo una blusa que no le combinaba con nada y no dejaba ver tampoco. Le pedí disculpas y me dijo que había pensado en no venir, pero que como yo nunca me había propasado consideró que yo entendía su posición, si seguro dije yo, pero en realidad pensaba que ella se estaba negando a algo. Esto de venirse desprolija es una indicación de que quiere más pensé, una prueba a ver si me excita lo mismo, además yo le había mostrado la pija, con eso cualquier otra mujer hubiera tomado otras decisiones. En un descuido de ella me acerque por detrás y le apoye la tranca a un costado de su pierna para alcanzar una bandeja que estaba sobre la mesa, tras su primer segundo de duda, vino otro segundo donde aprovecho para presionar mi pinga, pero al tercer segundo tras comprobar mi dureza se retiro haciéndose la distraída. Desde ahí en adelante tras cada apoyada se quedaba mas tiempo presionando y probando su consistencia, yo esperaba paciente a que ella se animara, cada vez la notaba mas decidida, pero dudaba y se retiraba acalorada.

Entonces ya cerca de la hora de cierre, a eso de las 23.30 tome un viejo broche con el nombre del negocio y la llamé. "Por tu buen desempeño ya te hiciste acreedora al broche" –le dije. –"Pero la ceremonia consta en que yo lo coloque". Se acerco hasta pararse cerca de mí y sacó pecho, tome la tela de la camisa y la doble para pasar el alfiler que sujetaba, al estirar de un lado se le marcó el otro pecho sobre la tela ajustada y noté inconfundible la erección del pezón ganándole incluso a su sujetador, animado por ese signo acaricié suavemente con los dedos libres que sujetaban la camisa el costado de su seno, y pude sentir su escalofrío, su suspiro y un leve cerrar de ojos acompaño su excitación. Comencé a forcejear con el broche como si no pudiera colocarlo y renegando desabroché dos de sus botones para tomar la tela con mas soltura. "Voy desprender dos botones para mas comodidad" -le dije. A esta altura ella ya no reaccionaba y se dejaba hacer, cuando la vi con los ojos cerrados aproveche para, al agarrar la camisa desde los botones, acariciar con el revés de la palma de la mano su pezón erguido y ahí ya la sentí temblar, fue suficiente.

Por encima de la camisa le estruje su pecho y la acerque para besarle el cuello a la altura de su lóbulo. Tuve que retirarme de su lado, para ir a cerrar la puerta del negocio y correr la cortina de modo de tener privacidad. Cuando volví a buscarla se había recompuesto y acomodado la ropa, se acerco presurosa a la puerta para irse, pero yo tenía la llave; me fui hacia atrás del negocio y le dije que iba tener que sacármela para irse, me rogó, me suplicó que no quería cometer una equivocación, pero su cuerpo se negaba a hacerle caso a su consciencia. Tome la llave y mostrándole claramente me la coloqué por debajo de la bermuda debajo de mis slips, bien sujetados debajo del escroto, "Querés la llave? Vení a sacármela". Cansada de negarse se acercó con mas súplicas, pero yo notaba su excitación.

Intento meter la mano por encima del pantalón pero yo me había ajustado el cinto, entonces tuvo que desprender el cinto, desabrochar el botón y bajar el cierre, yo le miraba los labios para leer su cuerpo y los vi claramente húmedos y palpitantes, tomó los costados de la prenda y los bajo hasta mis rodillas, cuando vio hacia mi slip, mi tranca peleaba por acomodarse fuera. Indiferente palpó para detectar la llave y cuando se dio cuenta que estaban por debajo, quizo estirar el slip desde abajo. "No, no" –la detuve –"Por arriba o nada". Me sonrió vencida y bajo el slip, le costó hacer que mi tranca soltase la prenda y cuando al fin pudo, asomó palpitante y erguida, lustrado el glande apuntando al frente, miró sin disimular. La llave sonó al caer al piso y volvió a sonar cuando ella la pateó hacia el fondo, al tiempo que agarraba mi pija con su mano. La tome del hombro para indicarle que bajara, se arrodillo complaciente, mientras masajeaba la tranca; ya a la misma altura, abrió su boca y se metió todo hasta el fondo para extasiarse de glande, a la primera engullida sentí clarito como llegué a su garganta y le provoqué un pequeño espasmo, se recupero enseguida y me demostró porque su marido la atendía casi a diario. Tomaba desde la base del tronco con la mano y se la metía en la boca hasta al fondo, en el trayecto jugaba con la lengua y al ir retirando el glande acompañaba el movimiento apretando con sus manos todo el largo, cuando estaba libre de tranca, se dedicaba a darle lamidas, besos y apretaba la cabeza contra su cara. Resultó ser toda una puta, "al final me venciste" -me decía, "me encanta, me encanta" repetía.

Cuando estuve a punto de terminar, la tomé de los hombros para levantarla, por un momento se resistió, tan extasiada estaba que no quiso levantarse de inmediato, tuve que insistir en que se parase. Al levantarse la lleve contra un banco triple que usaban los clientes y la recosté despacio, "Ahora tengo que cumplir con cada una de mis amenazas" -le dije. "Espero ansiosa. No hagas que me arrepienta" –murmuro.

Le desabroche la camisa y al sacársela me sorprendió un hermoso juego de encajes, absolutamente sensual, que resultaba ser parte de un body escondiéndose debajo del pantalón, baje el body desde sus hombros para descubrir sus pechos, redondos y macizos senos que terminaban en punta, nervioso el pezón por mi pronto contacto, los junte para dedicarme un segundo con cada uno, los lamía, mordía, apretaba con los labios, estrujaba con mi manos y todo el tiempo sacaba suspiros de ella y pedidos de mas y mas fuerte, gritaba del placer, tome mi tranca y se la refregaba en los pezones, en la cara, ella abría la boca para comérsela y se enojaba cuando no se la daba.

Decidí quitarle los horribles pantalones, la acomodé bien boca arriba y comencé a tirar hacia abajo, levantó de inmediato la cadera y parecía moverse de tal forma que en cada suspiro, su ropa se retiraba sola, cubierta por el body podía vislumbrarse su conchita con escaso bello púbico y el aroma innegable de sus pasiones desprendidas por nuestras morreadas, desprendí los tres botoncitos que se unen en su punto medio y pude notar el contacto con una piel afeitada y resbalosa, introduje un dedo y gritó tirándome desde los hombros sobre su cuerpo. "¿Estabas esperando?". "Desde anoche, me afeite al llegar a casa" me respondió.

Acerqué su cadera hasta el borde del banco, levanté sus piernas y le metí la lengua entre sus labios vaginales, ella tomó mis cabellos y quiso hundirme en su entrepierna. Yo solo lamía entre sus labios, retrasando el momento de llegar a su clítoris, mientras ella me empujaba para que lo hiciera y movía su pelvis frenética para que yo lo alcanzase, en un descuido de ella cuando la sentí relajarse un segundo arremetí con mi boca sobre su capullo y busqué con la lengua para succionar y encontrarlo, pero era innecesario su clítoris estaba radiante y pulposo esperando por mis labios, lo tomé con mis dientes cubiertos por mis labios, lo succionaba y lo expulsaba, ella era un caudal de jugos. Yo tenía mi quijada y el cuello totalmente mojados, pero faltaba lo mejor de sus fluidos, bastaron un par de apretujones más sobre su clítoris para que empezase con un orgasmo, que vale catalogar como poderoso, se tensionaba sobre si misma, apretaba mi cabeza con sus piernas, gritaba como loca y sobre todo expulsaba jugos que yo ya sentía llegaban a mi pecho, no solté sin embargo ni un segundo su clítoris porque estaba decidido a darle la mejor culeada que haya recibido.

Cuando comenzó a relajarse tras el poderoso orgasmo que había tenido, y apretado su clítoris todavía por mi boca, me levanté de inmediato y le entré con fuerza con mi tranca.

"Si, si amor, no me des descanso" gritó. Arremetí con fuerza porque sabía que aun estaba sensible, salía y empujaba con todo mi peso para llegar hasta sus puntos mas sensibles, sus gritos afirmaban mis movimientos. Cambié de posición para dejar que ella tomase el ritmo necesario para llegar a su próximo climax, me senté apoyando mi espalda al respaldo del sillón un poco inclinado lo que dejaba que mi tranca saliera mas hacia arriba, ella espero ansiosa hasta que me acomode porque yo la detenía, se mostraba muy impaciente por volver a tenerla dentro y yo quería disfrutar un poco verla de pie con ese body suelto, finalmente la deje que tomara posición, pasó sus piernas para asentarlas a mis costados y se sentó sobre mi pija con devoción por el sexo. "ahhhhh" grito al alcanzar mi tranca sus paredes, se relajó sobre mí, abrazándome, besándome y se quedó un rato quietita como queriendo disfrutar un rato de la estacada que estaba sintiendo, besaba delicadamente mis hombros, al rato comenzó con el movimiento, progresivamente fue alzando el ritmo, salía hasta casi dejar libre el glande y se sentaba suave para sentir toda la trayectoria de mi tranca en su cavidad. "Me encanta, ah me encanta" –repetía, hasta que casi no se entendían sus palabras, cuando comenzó el movimiento rápido, tras haber alcanzado el ritmo justo de nuestros cuerpos, "ahhh ...pido, mhh ....ncantaaaahhh" finalmente llego a su segundo orgasmo igual de bullicioso que el primero, solo que ahora era ella la que manejaba el movimiento, se tensó sobre mis muslos y con su peso apretaba mi glande, mientras clavo sus uñas en mis hombros, se quedó quieta y vencida sobre mí, yo de nuevo sentía sus líquidos resbalar por mis piernas.

Para yo terminar, le pedí que se acomodara apoyando sus manos en el sillón, dándome la espalda de pie. "No, por favor, no quiero por atrás nunca me lo hicieron" –me pidió. Yo acepté haciéndome el comprensivo, pero en realidad yo quería volver a entrar en su conchita y terminar dentro, lo de la cola lo dejaría para mas adelante. La ubique para poder ver como se me ofrecía ese conjunto formado por body desprendido, culo en punta, conchita mojada, piernas largas y amplias y sobre todo una mujer disfrutando por completo de su cuerpo. Le di desde atrás tomándola de sus caderas, embestí con fuerza para hacerle sentir la fuerza de mi cuerpo, de manera que supiese que utilizaba todos mis músculos en satisfacerla, cuando tome un respiro para volver a la carga, ella comenzó a moverse de atrás hacia delante buscando de nuevo satisfacerse, la deje un rato que recorriera mi tranca con sus paredes y al rato volví a embestir para alcanzar mi orgasmo, pero ella se vino primero de nuevo entre gritos y apretujones empujaba hacia atrás para sentir toda mi fuerza, yo insistía en el movimiento mientras a ella ya se la veía rendida, hasta que pude echar dentro de ella toda mi carga de leche, que explotaba dentro suyo y se liberaba con fuerza de mis testículos, fueron cuatro o cinco eyaculaciones con mucha carga que ella sentía satisfecha; "Mi amor llename de tu leche" –murmuraba casi recostada sobre el sillón.

Ella se puso mimosa un rato y yo la deje que así estuviera, porque me había costado años poder poseerla y le retribuía mi satisfacción por el logro devolviéndole las caricias. Desde ese día volvimos a hacerlo seguido, en otra ocasión voy a contarles como me las ingenié para que me entregue su anillo negro, lo dejemos para mas adelante.

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