Infidelidad en un rio

Nunca habia visto un miembro de ese tamaño, el de mi marido no le llegaba ni a la mitad de aquel que tenía entre mis manos.

Estaba cansada, necesitaba darme un descanso, mi cuerpo pedía que parase, me sentía como una zombi, levantarse todos los días muy temprano, ir a la oficina, volver a la casa, estar sola. Mi esposo trabaja en una empresa petrolera y está ausente todo un mes completo, viene a casa solo 15 días y luego vuelve a los campos gasíferos donde trabaja, necesitaba desahogarme, salir de la rutina diaria, no quería incomodar a mi esposo diciéndole que quería ir a visitarlo, ya lo había hecho antes y fue un desastre, realmente me di cuenta que había sido un error monumental el querer estar con él en su trabajo, no tiene tiempo ni para si mismo. Además de eso, en mi trabajo no encontraban un reemplazo para mi puesto, ni modo, allí estaba yo, saturada de mi vida hasta el copete.

Tenía 25 años, hacia dos que estaba casada y me parecía que tenía 90.

No se si llamarlo un golpe de suerte, porque por las circunstancias por las cuales la empresa se vio obligada a darme vacaciones no eran muy agradables, había fallecido mi abuelita, mamá de mi mamá y debía viajar con ella hasta el lugar donde vivía mi abuela. El lugar era bastante alejado, en el campo, una finca donde mi mamá se había criado con todos sus hermanos y por necesidades lógicas de superación se vio obligada a emigrar a la ciudad.

Hicimos todos los preparativos para el viaje el cual sería de unas 10 horas por tierra, solo iríamos mi madre, una tía, mi prima de 12 años  y yo que iría conduciendo mi vehículo todo terreno. Al fin que llegamos a la finca de mis abuelos casi al anochecer. Aquella noche a pesar del cansancio del viaje tuvimos que estar en el velorio y al otro día el entierro. Asistieron al funeral  la mayoría de mis parientes los cuales se fueron marchando luego del entierro, mi mamá decidió con mi tía quedarse unos días más pues habría que dejar en orden los trámites legales sobre la declaración de herederos que se lo haría ante el notario del pueblo más cercano donde figuraban las escrituras de las tierras, que no eran muchas pero pues, se lo tenía que hacer. Se llegó a un acuerdo con un matrimonio que vivían con mi abuela para que ellos se hagan cargo de los quehaceres de la casona y se hagan cargo de Toño, un muchacho de 16 años que era retardado mental y que mi abuela había criado desde muy pequeñito.

Lo cierto era que yo estaba disfrutando mis vacaciones, me sentía relajada, dormía hasta tarde por las mañanas, era el descanso que necesitaba, mis fuerzas se recuperaban lentamente, estar en el campo me gusta mucho, rodearme de la naturaleza, montar a caballo, en una de esas andadas a caballo por el campo llegué hasta una quebrada (riachuelo) que se encontraba como a tres km de la casa, todavía estaba dentro de los límites de la propiedad. El agua cristalina corría mansamente y de tan clara que era el agua se podía divisar los peces al fondo del rio. El calor era sofocante y me apeteció tomarme un baño, estaba vestida de un pantalón jeans, tenis y una camisa vaquera manga larga para no quemarme del sol. En un principio había decidido meterme en el agua vestida, pero al final opté por quitarme la ropa, me desvestí y quedé solamente de brasier y mi panti tipo bikini, me sumergí en el agua que era una maravilla, de profundidad me llegaba mas o menos al pecho, estaba disfrutando de lo lindo cuando sentí que el caballo se sobresalto como sintiendo la presencia de algo o de alguien, me atemoricé pensando que de repente era algún desconocido o tal vez algún animal salvaje, me quedé quietecita en el agua sin saber que hacer, de entre unos arbustos pude ver la silueta da alguien, eso me asustó aún más, salí rápidamente del agua en busca de mi ropa y dije en voz alta para que me escuchen – Quien está ahí? Salga que estoy armada – de arma no tenia ni una piedra cerca, de pronto los arbustos se movieron más cerca de donde yo estaba y de entre la espesura de los matorrales salió Toño, el criado retardado de mi abuela, pegué un grito aterrorizada que debe haberse escuchado hasta la China, cuando reconocí quien era me calmé, Toño solo se reía, en realidad el de todo se reía, hasta cuando se le retaba, el solo se reía, su retraso mental no le permitía discernir las cosas, a sus 16 años era un niño bastante desarrollado para su edad, mediría como 1,80 y bastante fuerte por los trabajos que mi abuela le exigía hacer, amarrar vacas, ordeñar, cortar leña, trabajos netamente del campo que lo único que hacen es desarrollar musculatura, es muy inofensivo y juguetón, como todo niño, pero sus juegos son muy bruscos y torpes.

Allí estaba yo parada a la orilla del rio cubriéndome mis pechos con mis brazos porque mi brasier se había transparentado con el agua sin darme cuenta que mi panti color blanca le ocurrió mismo dejando notar claramente mis bellos púbicos. Una vez me hube calmado del susto, lo llamé para que se acerque hasta donde yo estaba, le reprimí dándole un golpe en el brazo para que no vuelva a hacer lo que había hecho, Toño solo reía, luego me metí de nuevo en el agua, allí estuve refrescando me hasta muy entrada la tarde y el se sentó a la orilla hasta que salí, me dirigí hasta donde estaba mi ropa y noté que no me quitaba la vista de encima, sobre todo de mi entrepierna, me puse un tanto nerviosa y me traté de vestirme lo mas rápido posible, pero como estaba mojada los jeans no entraban fácilmente, ese trabajo me tomó como 5 o 10 minutos en los cuales Toñó se deleito de mi trasero porque le estaba dando la espalda. Me vestí y al darme vuelta para subir al caballo Toño se había puesto de pie y noté claramente que tenia una erección por la escena que había presenciado, quise no prestarle atención pero no fue así, eso me puso nerviosa, rápidamente me subí al caballo y le dije a Toño que caminara a mi lado, fuimos lentamente hasta la casona y de rato en rato volteaba a ver su bulto y este seguía apuntando hacia adelante, y una que no es de piedra.

A los dos días volví al rio, antes de salir busqué mi traje de baño y no lo encontré, se me había olvidado, cuando llegué al rio, no se porqué razón pero no me extrañó ver a Toño sentado a la orilla, es más, hasta sentí una alegría indisimulada el encontrarlo ahí, lo saludé y él solo reía, me desvestí y quedé en ropa interior como la vez anterior, solo que esta vez mi sostén era de encaje blanco y mi tanga era hilo dental, cuando ya tenía los jeans por media pierna me di cuenta de mi error, ni modo pensé dentro de mi.

Me introduje en el agua y nadé un rato, ya estando más relajada llamé a Toño para que se metiera al agua, él solo movió la cabeza en señal negativa, me recordé lo que decía la señora que ahora se hacía cargo de él; que no le gustaba bañarse. Pensé que sería una buena oportunidad para hacer que el muchacho se diera un baño. Insistí en mi llamado y Toño moviendo negativamente la cabeza se reía, me acerqué hacia la orilla donde estaba sentado y lo jalaba del brazo para que entre en el agua, pero como él es muy fuerte no podía moverlo ni un milímetro, decidí cambiar de táctica y me senté a su lado, le hablé suavemente acariciándole sus cabellos, su olor era fuerte, penetrante, a sudor, a campo, poco a poco parecía que mi plan estaba dando resultados, conseguí que se quitara su camisa, debajo de aquella prenda había un torso perfecto, brazos gruesos llenos de músculos, un vientre plano marcando claramente sus abdominales, unas espaldas anchas y unos pectorales gloriosos. Le tendí la mano y se puso de pie, le pedí que se quitara el pantalón, al principio se negó pero siguiendo mi táctica pude convencerlo, debajo solo tenia un calzoncillo viejo, curtido por haber sido mal lavado mil veces, un poco ancho para él, los elásticos de las piernas le quedaban tan flojos que al mover su pierna para sacarse el pantalón pude ver su miembro, estaba flácido pero no me cabía la menor duda que era un miembro grande y grueso.

Lo llevé hasta el centro del rio y comencé a jugar con él, juegos de niños, echarse agua y esas cosas, poco a poco fue agarrando confianza y luego nomás ya estábamos chapoteando en el agua. El me agarraba para sumergirme en el agua, era bastante fuerte, yo me asía de sus brazos, duros como piedras, en una de esas me tomó por la espalda sujetándome fuertemente y pude sentir su miembro duro aprisionándose contra mi cadera, me desconcerté un momento pensando que tal vez querría intentar otra cosa, me quedé quieta un momento, sentía su falo duro contra mi, era grande, se podía sentir que era muy grande, poco a poco me fui liberando de sus brazos, él solo me miraba y se reía, entendí que no era consiente de lo que le pasaba, pero yo si estaba consiente que mi conchita se había mojado al sentir semejante falo incrustada en mis caderas, me había excitado de sobremanera.

Decidí cambiar de juego, esta vez fui yo la que tomé el control, de rato en rato tenía que poner cara de mala y retarlo para que se quede quieto porque él quería seguir con sus juegos de sumergirnos en el agua, con agua le mojé el pecho, su abdomen, el agua nos llegaba a la cintura, él solo se dejaba estar mansamente, mis manos poco a poco fueron bajando por su ombligo, mis pezones ya estaban duros de mi excitación, me toqué mi conchita y lancé un gemido de satisfacción al sentirme mojada, pero no era humedad del agua, emanaba jugos de adentro para afuera, mi exploración por ese cuerpo escultural siguió descendiendo hasta que llegó a sus calzoncillos, estos al no tener elásticos firmes no opusieron resistencia a la mano intrusa que se adentraba en ellos, sentí sus bellos púbicos, le bajé su prenda y a través del agua cristalina pude ver su falo, mis contactos anteriores no me habían engañado, tenia una verga enorme, era la más grande que jamás mis ojos hayan visto y estaba totalmente erecta, la tomé suavemente de la cabeza que estaba cubierta por el prepucio, le jalé la piel hacia atrás y su glande color morado quedó al descubierto el cual estaba recubierto por una fina capa de grasa blanca, me imagino que por falta de higiene, le lavé el glande hasta dejarlo limpio, mis ojos no podía quitar la vista de semejante verga que tenia entre las manos, mi curiosidad pudo un poco más y extendí mis dedos para medirlo, alcanzo a una cuarta y tres dedos, (luego en casa pude comprobar que eran casi 25 cm.).

Me quité mi sostén y mis tangas y le dije que haga lo mismo, estando los dos desnudos lo llevé un poco más a la orilla del rio, ahora era un chico tranquilo, se dejaba hacer todo lo que yo le decía, quería probar su falo, tenerlo en la boca, sentir que era capaz de meterme ese enorme pedazo de carne dura en mi boca, me encanta chuparle el pene a mi marido, pero en tamaño no llegaba ni a la mitad de este, me arrodillé y besé primero la punta, abrí mis labios y lo introduje en mi boca, era muy grueso, apenas cabía, le pasé mi lengua a lo largo, sus testículos eran dos enormes bolsas que colgaban cargados de esperma, metí nuevamente su verga en mi boca y di mi primer chupada, estaba tan concentrada en metérmelo en la boca que no percibí su primer corrida, me imagino que era la primer corrida de su vida porque fue tanto esperma que expulsó que me ahogué con el primer chorro que fue a parar directamente al fondo de mi garganta, rápidamente lo saqué de mi boca y los chorros de esperma venían en una cantidad increíble, el segundo me llegó directamente a la cara, lo pajeé hasta que dejó de salirle, lo metí nuevamente a mi boca para dejarla limpia, en realidad lo que no quería era que se le ablandase, pareciera que no había necesidad de estimularlo oralmente, su falo seguía firme, duro, caliente.

Lo guié hasta la orilla y lo acosté boca arriba, yo estaba de pie a su lado, puse una pierna a cada lado de su cuerpo y me senté sobre él hasta que sentí que la punta de su verga tocó mis labios vaginales, me fui sentando lentamente, sentía que su falo abría mis labios vaginales, los estiraba a más no poder, sentía un pequeño dolor pero no importaba, mi lubricación era tanta que poco a poco se fue metiendo dentro de mi, mi mano agarraba el tronco de aquel pedazo de carne para que no vaya a haber un movimiento brusco y me pueda lastimar, sentí que había entrado la mitad y empecé a moverme de arriba abajo, sentía que me venía, estaba teniendo mi primer orgasmo y no me la había metido toda. Después de calmarme de mis espasmos orgásmicos, seguí dejando caer mi cuerpo hacia abajo hasta que llegó a tocar mis dedos que tenia empuñando el tronco, sentía que me estaba partiendo en dos, pero era una sensación inexplicable, quería que entrara, que me partiera, que me rompiera, mis movimientos pélvicos fueron de menos a mas y pronto ya tenia un ritmo desaforado, mis alaridos de placer no cesaban, el delirio que estaba sintiendo con esa vergota metida en mi me estaba enloqueciendo, me movía circularmente, de arriba-abajo, de adelante hacia atrás, de todas las formas ese miembro me llenaba, mis nalgas chocaban contra sus piernas produciendo un ruido de chapoteo en el agua, mis orgasmos se multiplicaban, sentí que él también se venia nuevamente, seguí con mi ritmo feroz, me llenó con su leche la misma que se rebalsó mi concha, yo seguí moviéndome, no quería que esto se termine ahí, quería seguir disfrutando de aquel tesoro que había encontrado.

Me puse de pie y me acosté a su lado, su verga seguía tiesa, la chupe un buen rato, me acosté boca arriba abriendo mis piernas y lo coloqué entre ellas, Toño se acomodó pero su torpeza y falta de experiencia hacían que no pueda metérmela, le agarré el miembro y lo puse en la entrada de mi vagina, empujó bastante fuerte y me la metió toda de un envión, me hizo gritar, le tomé de las caderas y lo guie en sus movimientos, abrí mis piernas tomándolas de las corvaturas para facilitar aun mas la apertura, los movimientos de Toño eran salvajes, en cada embestida me metía su verga hasta el fondo ocasionándome un sinfín de sensaciones multiorgásmicas, luego cambiamos de posición y me puse de cuatro patas, su pelvis golpeaba contra mis nalgas, no imaginaba  que mi conchita fuera capaz de albergar ese miembro en su totalidad, pero así era, ya mi cuerpo no daba más de tanto placer, mi cabeza descansaba en la arena de la orilla mientras mi culo seguía apuntando hacia el cielo mientras Toño me taladraba sin descanso, cuando sentí que se venia por tercera vez sin descanso, creo que más que placer para mi fue un alivio.

Me recosté a un costado y cerré los ojos, estaba agotada, temí quedarme dormida así que me incorporé y le miré a Toño que tenía la vista perdida en algún punto del agua, no se si él haya sido consiente de lo que había pasado, miré su miembro que ahora estaba flácido, aún así en estado de flacidez tenía un tamaño imponente, lo tomé de la mano y lo llevé rio adentro, nos bañamos, lo bañé, le lavé su pene, lo volví a meter en mi boca, tal vez en agradecimiento por el enorme placer que me había proporcionado.

Salimos del agua, nos vestimos, nos fuimos caminando y mi caballo detrás, todavía me quedaban unos tres o cuatro días más para estar en la finca y no los pensaba desperdiciar teniendo a Toño a mi disposición.