Infidelidad en la tercera edad (final)

A pesar de la edad, Ana sigue cogiendo con un gran amigo mio

INFIDELIDAD EN LA TERCERA EDAD (FINAL)

Después de la visita de Juan y Consuelo a nuestra casa, la frecuencia con que nos seguimos visitando fue de 3 o 4 veces al año, hasta que empezó la ola de violencia en México, (hace aproximadamente 7 años), lo cual motivó que hasta las reuniones anuales que solíamos hacer los que a mediados del siglo pasado éramos niños, se suspendieran y yo me quedara con ganas de volver a cogerme a Isela.

Lo anterior originó que por más de 2 años Juan y yo solamente nos comunicáramos a través del teléfono, y de correos electrónicos.

Dentro de este período, un día que Ana y yo cogimos, ambos notamos que aunque la verga se me sigue parando y no se baja, si notamos que la producción de leche era muy baja, motivo por el cual yo le dije a Ana que le iba a preguntar a Juan si a él le pasaba lo mismo y ella me contestó que como era posible que yo le preguntara cosas tan intimas a él y yo le contesté, que entre los dos no había secretos y a mí me parecía lo más normal preguntarle, pues desde niños siempre hubo confianza para platicar sobre cualquier tema, con ese motivo Ana me preguntó, ¿cuántas peladeces se sabrán?, y yo le contesté, mmmm, si supieras.

Así que en la primera oportunidad que tuve le escribí a Juan y le dije a Ana, ven para que veas que le voy a preguntar a Juan  y sin ningún problema escribí: Juan, anoche que nos echamos un palito Ana y yo, notamos que la leche que me sale es muy poca en relación a lo que me salía antes, por lo que te pregunto, ¿tú producción, también es poca?, y él me contestó, “no me había fijado con detenimiento, pero cuando me hago la puñeta, si he visto que la producción también es poca, así que no te apures, yo estoy igual, pero mientras se te pare y le rasques hasta que quede satisfecha la peluda, no debes de preocuparte, ja ja ja”.

Apenas si terminó Ana de leer el comentario, de inmediato me preguntó, ¿por qué ese pinche Juan me dice la peluda?, yo sonreí y le expliqué, “cuando éramos jóvenes y tú y yo empezamos a ser novios, a él le llamaban mucho la atención tus piernas y brazos peludos y siempre decía, que peludas tiene las piernas y los brazos Ana, me imagino que el mono lo debe de tener bien pachón”, al principio yo solo me reía y le decía, pues nunca se lo he visto, con el tiempo, me lo presentaste y fue entonces que le dije, tienes razón, es poseedora de un monte de pelos enorme, y él me contestó, y tú con ese pinche pito tan chiquito estoy seguro que ni cosquillas le haces, pues no le raspas bien el botoncito, ese culito lo que necesita es una como esta y se agarraba la verga, préstamela y verás cómo te la hago gozar, entonces Ana dijo, “como es posible que le hayas dicho que ya me estabas picando y sobre todo que no te encabronaras, porque te decía que él quería usar lo tuyo, la verdad no entiendo, como tampoco entiendo que a estas alturas, ya de viejo, todavía se haga la puñeta, como te dice en su mensaje”.

Entonces yo le dije a Ana, creo que para que entiendas, debemos de empezar por el principio:

Cuando éramos chamacos Juan y yo siempre nos juntábamos y nos gustaba hacernos la puñeta juntos, luego cuando yo me fui a estudiar a México, el muy cabrón se empezó a coger a mi hermana y desde entonces ella le afloja las nalgas, ¡Cómo!, dijo Ana, a Cristinita le gusta la verga, y yo le contesté, pues para que piensas que tiene la rajada, si no es para meterse una buena verga, y ella me dijo, nunca pensé que ese cabrón se estuviera comiendo el bizcocho de la cuñada, pues así es, le contesté y ella no hizo más comentarios.

El tiempo transcurrió y un día mi hermana nos visitó y a los paso de los días, una noche Ana me dijo, “la verdad, no te creí cuando me dijiste que Juanito le mide el aceite a la cuñada, pero le he estado preguntando y por fin hoy me confesó que tiene años de darle las nalgas”.

Con ese comentario, lo único que me quedó fue preguntarle, ¿cómo le hiciste para que te dijera?, y Ana me dijo, ya sabes que cuando me propongo algo, hasta que lo consigo no paro, y así fue como en estos días, al estar platicando con ella, simulaba que se me salía un comentario cachondo y luego me disculpaba, pero al rato nuevamente comentaba algo pelado y con este tipo de comentarios fui viendo que a ella no le molestaban y también vi que no le desagradaban, hasta que  le pregunté, “oye Cristina, ¿Cómo le haces para aguantar tantos años, sin tener sexo?”, y ella se sonrío y me contestó,  a poco piensas que después de que tuve a Cristy, nunca más me he acostado con un hombre y yo le contesté, claro, yo siempre he pensado que eres una señora muy conservadora y ella se soltó riendo y me dijo, pues que equivocada estas, te voy a confesar un secreto, el cual espero no se lo vayas a decir a mi hermano, pues quizá se vaya a encabronar.

De inmediato me dijo, “a mí a los 12 años me reventó un compañero de la secundaria y, después duré muchos años, sin verga, hasta que llegué a la casa de mi papá y conocí a Juan, él era el más chico de los amigos de Víctor o por lo menos así lo aparentaba, además de que parecía muy inocente, motivo por el cual, yo de cabrona, le empecé a enseñar el calzón y cada vez que se lo enseñaba, yo veía que le gustaba y un día de tanto enseñarle, alcancé a verle el bulto que se le formaba debajo del pantalón y la verdad se me antojó, así que a la siguiente vez, me quite las pantaletas y le enseñe el oso y ese día no aguantó y se fue directo al baño a acomodársela para que no se la fuera a ver mi papá o la mamá de Víctor, pero sin darse cuenta lo seguí y al salir del baño, le pregunté por qué estaba así y sin más pena se la agarré y se la saque del pantalón y la verdad me encantó, pues la tiene grande, gruesa, cabezona, güera y su cabeza es rosita, así que desde esa vez me viene regando la panocha”.

Cuando termino su descripción, yo le dije, “cuñada, con esa información de la herramienta de Juan,  se me está haciendo agua la boca de abajo, ja ja ja”, y ella me contestó, sin verla te suda, imagínate cuando yo se la vi por primera vez, por eso terminé comiéndomela, ja ja ja,  me imagino, le contesté, pero como no me quedaba muy claro, como le hacían para coger en la actualidad, le pregunté, ¿y cómo le hacen para que él  vaya hasta tu casa?,  y elle me  contestó, es que Juan es jefe regional de ventas de su empresa y debe visitar a todos los vendedores de la zona noreste del país cada mes, y con ese motivo viaja por negocios y aprovecha para divertirse con mis nalgas, y yo le pregunto, ¿y Consuelo?, pues no lo consuela, me contestó y yo me sacrifico cada mes.

Cuando terminó Ana el relato, tanto ella como yo ya estábamos encuerados y listos para coger, así que sin decir nada, Ana se montó y empezó a cabalgar y me dio una buena exprimida, cuando terminamos le comenté, estuviste muy fogosa, parece que la conversación con Cristina, te puso cachonda y ella me contestó, la verdad si me calentaron los comentarios de tu hermana y todo el día anduve pensando en las características que dice tiene la verga de Juan, entonces te echaste este palo a salud de la verga de Juan y ella riéndose me dijo, a la de Juan no, pero a la de José Luis si, pues de acuerdo a lo que me comentó tu hermana, la tienen parecida, jajajajaja.

Pocos días después Juan me llama y me dice que por motivo de trabajo debe visitar una empresa en nuestra ciudad, pero que no quiere manejar y que prefiere viajar en ómnibus, por lo cual me pide si  puedo ir a esperarlo  a la central camionera y de ahí, llevarlo  a rentar un automóvil para desplazarse por la ciudad y al término de sus diligencias, regresarlo a la terminal y emprender el retorno a su casa, de inmediato le dije que sí, y así fue como al día siguiente, lo esperé, rentó el vehículo, fue a su reunión y en la tarde cuando entregó el coche me pidió que lo llevara nuevamente a la central de autobuses, para regresar, pero como ya era tarde, le sugerí que se quedara a dormir en nuestra casa y así no se exponía a viajar de noche y como es lógico, tomando en cuenta la inseguridad en que vivimos, Juan aceptó quedarse en nuestra casa

Esa noche, cenamos en casa, Ana, Juan y yo, platicamos de todo y de nada y al llegar la hora de dormir, Ana preparó una de las habitaciones que tenemos en la planta alta, la cual pertenecía a una de mis hijas, pero que cuando se casó la dejó, así que al término de la velada  le indicamos cual era el lugar en donde descansaría, Ana y yo nos fuimos a nuestra recamara, pero cuando Ana y yo ya nos preparábamos para acostarnos, ella me dijo, “en el baño de arriba se me olvidó poner toallas, así que se las llevas o se las llevo”, como yo ya estaba acostado, le dije, llévalas tú, ella de no muy buen humor las tomó y así lo hizo, pocos minutos después ella regresó, pero yo noté en su cara una expresión entre molestia y picardía y aunque yo le pregunté, ella no me comentó nada.

Al mes me volvió a llamar Juan y me comentó que requería el mismo favor del mes anterior, así que le comenté a Ana, para que preparara nuevamente la recamara para Juan, así lo hizo y la historia se repitió, Juan cenó y se quedó a dormir en nuestra casa y por coincidencia sucedió lo mismo con la toalla, pero ahora Ana ya sin preguntarme si ella o yo la llevábamos  la tomó y subió a dejarla,  esta vez tardó un poco más y al regreso su rostro denotaba una sonrisa pícara y no de enojo, y  le pregunté, ¿qué pasa?, ella sonriendo dijo “nada”, y se acostó, pero esa noche la noté más cachonda que otras veces y cogimos muy rico.

Los días pasaron y un día que estábamos acostados, Ana me dijo, te acuerdas las veces que Juan se ha quedado a dormir aquí en la casa y que al regresar de dejarle la toalla tú me preguntas, que pasó y yo te digo nada, si recuerdo, bueno pues resulta que ya conocí el motivo por el cual mi cuñadita está enculada de Juan, ¿cómo? le pregunté, y ella me dice, fíjate que la primera vez que vino y que subí a dejarle la toalla, antes de llegar a la recamara de él y ver que la luz estaba encendida y la puerta abierta le dije, te traigo toallas, ¿puedo pasar?, y él me contestó, si, así que sin pensarlo mucho entré, y lo que voy viendo, él acostado, completamente encuerado, y jugando con su verga a medio parar, yo me sorprendí y él al ver mi cara, me pregunta, ¿apoco no la conoces?, yo molesta le respondo, si la conozco, pero la de Víctor y le avente la toalla sobre su miembro y le dije tapate esa chingadera y me salí bien encabronada, por eso cuando llegue contigo tenía cara de pocos amigos.

Claro que en los días posteriores a estos acontecimiento, la imagen de él jugando con su verga se me quedó en la mente y durante varios días le di vueltas al asunto y por más que quería olvidar, siempre recordaba esa escena, y sin querer de repente me calentaba, pues pensaba en la descripción que Cristina me había dado del miembro de Juan y por más que trataba de dimensionarlo, no podía, pues se lo había visto a medio parar y en forma muy rápida, por esto pensé, si este cabrón es tan pelado como Víctor, cuando vuelva,  va a hacer lo mismo, pero esta vez yo soy la que lo voy dejar pendejo, así que cuando vino por segunda ocasión y que nuevamente te dije que había olvidado poner la toalla en el baño de arriba, el olvido no fue olvido, pues esa vez ya lo hice con intención de ver si lo volvía a sorprender igual, y por ello dejé pasar un rato, entré al baño, me puse la bata, y sin que te dieras cuenta me  quité las pantaletas y subí a dejar la toalla.

Cuando subí, nuevamente vi la luz encendida y la puerta abierta del cuarto, pero ahora no pregunté, sino que me metí sin anunciarme y efectivamente, el cabrón estaba encuerado y pelándosela, y al verme se sorprendió, pero no se tapó y yo le pregunté, ¿a poco a tus 62 años todavía te la jalas todas las noches?, y él me contestó, no, solo cuando tengo ganas de culo y  yo le pregunto,  y siempre que vienes aquí te dan ganas de culo, y él contestó, así es, pues siempre que te veo me imagino como se vería esta cabeza llena de tus pelos si te la metiera, y yo le contesté, ¿y cómo sabes que tengo el mono peludo?, pues Víctor  me dijo que así lo tienes y en ese momento, para su sorpresa, me abrí la bata y le dije, mira pendejo para que veas que en caso de que lo usaras, no se te quedaría ningún pinche pelo ni en la cabeza ni en la lengua, me di media vuelta y lo dejé con cara de tonto, pues nunca pensó lo que yo iba a mostrarle, ah, entonces por esa razón llegaste sonriente le dije, y ella me dijo claro, por eso.

Pero al día siguiente, él se desquitó de la afrenta, pues después de que desayunamos y tú te fuiste a lavar la boca,  y yo lavaba los platos,  Juan se levantó de la mesa, se acercó, me tomó de los hombros, pegó su miembro a mis nalgas y me dijo, al oído “revisa al pie de la cama en donde dormí, ahí le dejó un recado mi pelón al tuyo” y yo giré la cabeza de tal forma que nos tocamos levemente los labios y solo sonreí y el me soltó, claro que con este leve contacto y la forma como me tomó de los hombros, me calentó y así estuve hasta que ustedes se fueron, pues tan pronto salieron yo subí a revisar cual era el recado que me había dejado Juan y me encontré con un montón de papel de baño echo bolas y pegado como con goma, lo cual mostraba claramente que eran residuos de la leche que le había salido de su pito después de la puñeta que se hizo a salud de mi monito, así que cuando lo vi y olí  sin pensarlo me acosté en la cama, me subí la falda, me bajé las pantaletas y  me masturbe, viniéndome como hacía tiempo no lo hacía y solo pensaba cómo se la había jalado a la salud de mí bizcocho.

Días después, Juan llamó a mi oficina para comentarme que requería venir  nuevamente, así que cuando llegué a comer a la casa le dije a Ana, la siguiente semana viene Juan, y ella con una sonrisa pícara me contestó, “que bueno”, y yo le contesté, ¿por qué?, y ella me respondió, es que quiero reclamarle el papel que me dejó con residuos de leche la otra vez que vino, y yo le dije, le vas a decir que ponga la basura en su lugar, y ella me contestó, no, le voy a pedir que ponga la leche en su lugar, ja, ja, ja, claro que con ese comentario, lo que pensé fue que era muy posible que mi gran amigo, terminara siendo mi hermano de leche.

Cuando Juan llegó me dijo, que debido a que el negocio estaba aumentando en la ciudad, sería  necesario contratar  a un vendedor local, para lo cual requería  poner un anuncio en  los diarios locales y así buscar un candidato(a), pero antes del anuncio requería tener un lugar para hacer las entrevistas, por lo tanto era necesario que en un hotel de la localidad consiguiera el lugar adecuado para las mismas  y así lo hicimos, hizo los arreglos necesarios y posteriormente fuimos a las oficinas de los diarios de mayor circulación en la ciudad para poner el anuncio con la dirección exacta y el horario de las entrevistas, las cuales serían toda la siguiente semana.

En un par de horas resolvimos el problema y Juan regreso a su ciudad sin pasar a saludar a Ana, así que cuando llegué a comer le comenté a Ana lo sucedido y ella solo comentó, “no pude reclamarle su porquería que me dejó envuelta en papel, debajo de la cama, la vez pasada, pero cunando regrese lo haré”.

El lunes siguiente llegó Juan, pasé por él, lo llevé al hotel, el cual se encontraba a 2 minutos de mí casa, y le pregunté si podía acompañarnos a comer o cenar y él me dijo que prefería ir a cenar, por lo cual le dije que pasaría por él a las 8 de la noche.

Los días transcurrieron y todas las noches, Juan nos acompañaba durante la cena, tiempo en el cual platicamos sobre los candidatos a vendedores y de muchas cosas más y siempre noté a Ana más interesada de lo normal en platicar con Juan, e inclusive cuando a Juan o a mí se nos salía una palabra o comentario pelado, Ana se reía y aunque no comentaba nada, se veía que le gustaba, y así llegó la última noche que Juan permanecería en nuestra ciudad y nos comentó que lo más seguro era que iba a contratar a una mujer y Ana le preguntó, y la vas a contratar por eficiente o porque tiene buena nalga, y Juan le contestó, primero por la nalga, ya lo demás se lo enseño en el curso de introducción de 8 días que le voy a dar allá en nuestras oficinas, pues la semana que entra, me la pienso llevar a mi oficina para entrenarla y luego vendré a pasarme otra semana aquí entrenándola con los clientes de esta ciudad, así que espero que en los días que pase allá solita, le entre la nostalgia y otra cosa, jajajaja, y Ana le dijo, eso me imaginé.

Después de reírnos y de hacer comentarios al respecto, Juan ya en tono serio nos dijo, ¿por qué no trabajas para mi empresa tú Ana?, y como no esperábamos esa pregunta a ambos nos sorprendió y Ana preguntó ¿yo?, y Juan le dijo, el trabajo es fácil, no requiere un horario específico, ya tenemos clientes aquí, además tú tienes la preparación académica para el trabajo, solo falta que te decidas y tu marido te dé permiso, además tú solamente irías a las oficinas en donde yo estoy unos 2 o tres días para que conozcas en lo general a la empresa y te quedarías a dormir en la casa de nosotros, después yo te acompañaría aquí una semana para entrenarte con los clientes locales, ¿qué me dices?, Ana me miró sorprendida y dijo, déjame pensarlo y platicarlo con Víctor y luego te digo, y  Juan comentó, nada más te pido que sea mañana antes de la una de la tarde, pues si no te decides, le tengo que avisar a la chica que es la candidata para que el Lunes se transporte.

Terminamos la velada, llevamos a Juan a su hotel y al despedirse, nos dijo piénsenlo bien, es buena opción para todos.

Cuando ya estábamos en la cama, yo le pregunté a Ana, ¿qué piensas?, y ella me contestó, parece buena propuesta, lo que no me gusta es irme a pasar días fuera de la casa, a menos que tú vayas conmigo, y yo le contesté, tú sabes que eso es imposible, yo estoy trabajando y no puedo pedir permiso mañana para faltar 3 o 4 días, y ella solo contestó, vamos a dormir  ya mañana veremos lo que pensamos y así lo hicimos.

A la mañana siguiente seguimos con duda, yo me fui a trabajar y como a medio día, Ana me llamó y me dijo, ya platiqué con Juan y acepté su propuesta, ¿qué te parece?, si eso quieres, adelante, así que cuando salí de trabajar y pasé por Juan al hotel para llevarlo a tomar el ómnibus que lo transportaría a su ciudad, él me dijo, debido a que aceptaron mi oferta  la próxima semana vengo por Ana, pues yo creo que no es conveniente que ella viaje sola, así que por lo pronto voy a ver cómo anda el trabajo allá y tan pronto vea una oportunidad viajo para acá y nos vamos Ana y yo, ¿qué te parece?, a lo cual yo le dije, está bien, tú me dices cuando vienes y cuando me la regresas.

Cuando llegué a la casa, platiqué con Ana le pregunté, como se había decidido a aceptar el trabajo y ella me contestó, Juan me llamó por teléfono y me insistió mucho y la verdad me interesó el saber, si a mi edad puedo aún trabajar y si soy eficiente, además, tú ya piensas pensionarte y creo que si trabajo, conozco el ambiente y abro mercado para cuando te pensiones tú continúes con esa actividad y así podremos tener un ingreso extra que no nos va a caer mal, ¿no crees?, así que con esa respuesta me quedé satisfecho y le dije que por mi parte no había objeción.

El Martes de la siguiente semana, nos llamó Juan para decirnos que él vendría por Ana al día siguiente y que quería regresarse de inmediato pues tenía trabajo y quería que Ana viera algunos clientes allá en su ciudad y se fuera enterando de cómo desempeñar su nuevo trabajo, así que Juan llegó al día siguiente y de inmediato partieron ambos de regreso, con la idea de permanecer hasta el sábado en aquella ciudad.

Al cabo de unas 4 horas, Ana me llamó para decirme que a última hora Juan había decidido que se hospedara en un hotel cercano a la oficina en lugar de quedarse en su casa, pues la misma está retirada del centro de trabajo y que por lo tanto ya estaba cómodamente instalada en el hotel de y se disponía a cenar y posteriormente se acostaría para estar lista el día siguiente, así transcurrieron los días, con llamadas por las noches de Ana en las cuales me decía que estaba contenta y satisfecha de como Juan la estaba introduciendo a su nueva actividad, y finalmente llegó el sábado, día en que llegaron ambos como a las 8 de la noche, pasé por ellos a la central de ómnibus y en el trayecto a la casa pasamos a cenar y ya de regreso a la casa, Ana preparó la recamara para Juan y después de una corta conversación, pues me dijeron que venían cansados de una semana de arduo trabajo, nos despedimos y tanto nosotros como Juan nos dirigimos a nuestras respectivas recamaras.

Cuando ya estábamos acostados, lo primero que le dije a Ana fue que se veían muy cansados tanto ella como Juan, por lo que de inmediato le pregunté  cogieron como locos ¿verdad?, y ella con una sonrisa de satisfacción, me contestó, déjame descansar por esta noche y ya mañana te cuento todo y si tienes ganas de nalga te pido te aguantes hasta mañana o te hagas una puñeta, pero déjame descansar, mi amor; al terminar el comentario, se volteo y se quedó profundamente dormida, por lo cual entendí que ya éramos hermanos Juan y yo.

Al día siguiente, al despertar, Ana me dijo, ahora si te contesto tu pregunta de anoche, sí, sí cogí como hacía años no cogía, pues ese pinche Juan, además de que tiene una verga preciosa, sabe usarla y no llena de culo

Te contaré como sucedieron las cosas, el día que viajamos, nos fuimos platicando cosas sin importancia y todo enfocado al trabajo, cuando llegamos a nuestro destino, antes de tomar un taxi, Juan llamó a su oficina y al término de la llamada me comentó, “la pendeja de mi secretaria ya reservó una habitación para ti en un hotel muy cercano a la oficina, ¿qué te parece?, ¿canceló o lo aprovechas?”, entendiendo que todo era un arreglo de Juanito, para tener culo a su disposición y recordando lo que tú me dices, “si dentro del trabajo se puede tener un poco de diversión, ¡bienvenida!”, así que sin mucho pensarlo, acepté el cambio.

Cuando llegamos al hotel, me registré y Juan me acompañó hasta el cuarto, ya solos en el cuarto, le dije que me perdonara que necesitaba ir al baño y él me dijo, adelante y cuando termines  yo también quiero miar y nos reímos, entré, después pasó él, en ese momento, él me dijo, llámale a Víctor para se entere que te quedaste en hotel y no en la casa y así lo hice, y como no se iba, procedí a sacar y acomodar mi ropa, en ese momento Juan me dijo, “sería bueno que pidieras la cena para que la traigan al cuarto y te acompaño a cenar”, y así lo hice, y a sugerencia de él pedí una botella de vino, llegó el servicio, cenamos, platicamos, nos tomamos la botella, Juan puso música y me dijo que si bailábamos a lo cual no puse objeción, claro que con el vino, al cual no estoy acostumbrada, la música, el estar bailando con otra persona que no eras tú, me fui calentando poco a poco, hasta el momento en que ya no bailábamos y solo estábamos parados, dándonos unos besotes cachondos y Juan me agarraba de las nalgas, las cuales ya estaban al aire, pues las pantimedias me las había quitado cuando fui a miar y la tanga que llevaba puesta ese día era hilo dental, y no me tapaba nada de las nalgas, además Juanito ya se había encargado de subirme la falda hasta la cintura, con lo cual mis nalguitas estaban al aire y a su disposición, y como lo que seguía era encuerarnos  fue lo hicimos.

Te aclaro que a pesar de la calentura que teníamos, poco a poco nos quitamos la ropa, hasta quedar completamente en pelotas, y cuando esto sucedió bajé la vista y Juan me amenazaba con una verga bien parada con las características que mi cuñada me había descrito, gorda, güera, cabezona, rosita y bastante más larga que la tuya, además de que alrededor de su vergota, no había ningún pinche pelo, pues se los rasura, así que sin pensarlo me hinqué y empecé a tocar corneta, pues como tú sabes eso me encanta, sobre todo cuando me toca un instrumento como el de él, así que me despaché con la cuchara grande, pues se la mamé un buen rato, hasta que sentí que la necesidad de comérmela por la panocha era ya muy grande, y fue cuando le dije, mi amor, quiero que la leche la pongas en su lugar y su lugar está acá abajo, y  Juan me contestó, al cliente lo que pida, se retiró, me acostó boca arriba, me empezó a besar desde la cabeza hasta los dedos de los pies, sin pasar por el mono, hasta que de regreso se detuvo en mi panochita y me empezó a tocar con su diestra lengua mi botoncito, sacándome gritos de satisfacción, pues al igual que tú es buen mamador y así me tuvo y la verdad no supe cuántas veces me vine en su boca, pero mínimo fueron 3 veces.

Cuando se separó de mi bizcocho, se acostó boca arriba y me dijo, sírvete sola, y de  inmediato me levante, le agarré el pedazote de carne, me lo apunté y de un sentón lo desaparecí y empecé a moverme lentamente, de repente se la mordía con el mono, le aceleraba, aplicando todo lo que he aprehendido en tantos años de usarlo, motivo por el cual Juan me decía, eres una verdadera puta y yo solo pujaba y le decía, y tú tienes una verga preciosa y así me vine 5 o 6 veces, hasta que le dije, ya vente cabrón y él me contestó, pensé que nunca te ibas a llenar de verga y no me ibas a pedir que me viniera, pero si ya estas satisfecha por el momento, sigue  pelándola que pronto los sacaras, y así seguí pelándole la verga hasta que llegó el momento en que le dije, yaaa cabrón yaaaa me hiciste que me veeeeeeeeeeennga otra vez y él solo pujaba y decía ya me los estaaaaaaaaas saaaaacando putiiiitaaaaaa.

Después de sacárselos, me quedé un buen rato recostada sobre su pecho, el cual por cierto no tiene muy poco pelo, y poco a poco la verga perdió su poder y se salió de mi monito, cuando esto sucedió me bajé, me acosté a su lado y nos dimos unos besotes muy cachondos, en ese momento vi el reloj y apenas marcaba las 11 de la noche, por lo que pregunté a Juan, a qué hora se iba a ir a su casa y él me contestó, me voy a quedar aquí contigo toda la noche, pues a Consuelo le dije que hoy nos íbamos a quedar en tú casa y mañana por la mañana viajábamos a esta, así que prepárate, pues mi verga todavía no llena de culito y yo le contesté, eres un hijo de la chingada, engañas a tu mujer, engañas a tu mejor amigo al decirle que me iba a quedar a dormir en tu casa y quieres seguir comiéndote mi rajita y él me contestó, no te hagas pendeja, tu sabias lo que yo quería y aceptaste el trabajo para poderte salir de tu casa y venir a culiar conmigo ¿o no?, a lo cual yo solo me reí y sin decirle nada lo abracé y bese en forma cachonda.

Debido al  cansancio de la cogida y a la edad que ambos tenemos, el cansancio nos venció y nos quedamos dormidos, a las 6 de la mañana  desperté a miar, lo primero que veo es a Juan mostrando todo su cuerpo desnudo, motivo por lo cual lo observé con detenimiento y vi que a pesar de los años, se conserva bien, tiene buen cuerpo, delgado con músculos acordes a su edad, casi lampiño, pues como te decía él no tiene pocos pelos en el pecho y los que tiene alrededor de la verga se los afeita por completo, incluyendo sus preciosos huevotes, así lo estuve observando un rato, me calenté y poco a poco  me acerqué a su pito y se lo empecé a chupar, motivo por el cual despertó y me preguntó, ¿qué hora es?, y le contesté las 6, y él me preguntó, ¿quieres más?, y yo no le contesté, solo seguí mamando para parársela, y él dijo, déjame tirarle el agua a los aguacates y le sigues, así que se levantó, fue al baño,  regresó, se acostó boca arriba y me dijo, sigue, pero voltéate para hacer un 69, ¿sabes cómo?, yo solo me reí, le acerque el mono a su cara para que mamara, así estuvimos hasta que hizo que me viniera 2 veces en su lengua, luego me acostó boca arriba y por un largo rato me chupó los pies y los dedos y casi me vengo otra vez, cuando me tuvo bien caliente se montó, me la dejó ir de golpe, y empezó a limar poco a poco, hasta que llegó el momento en que le pedí que le diera más duro, pues ya estaba a punto de venirme y ya solo pujaba y le decía, asssiiiii, papacito, asiiiii, métemela toda cabrón, metele maaaaaaaasssssss y terminé, él seguía como si nada y no paraba de limar y al poco rato, nuevamente ahhhhhhhhhhhh, que riiiiiiiiiccccccccoooooooo picaaaaaaaaaaaaas, y me vengo por segunda vez, él siguió limando y cuando ya me tenía lista para la tercera, me dijo, flaquita, yo también me vooooooooooooooyyyyyyyyyyyyyyy y nos fuimos juntos en un palo sabrosísimo, él se quedó adentro hasta que la verga se le bajó y sola se salió de mi panochita, en ese momento se bajó y se recostó a mi lado sin dejar de besarnos cachondamente y después de ese esfuerzo, ambos nos quedamos dormidos.

A las 8:30, desperté, busque en la cama a Juan y él ya no estaba, escuché la regadera, me levanté, fui al baño y ya se estaba bañando, me invito a meterme a la regadera con él, lo cual hice después de miar; dentro del baño, ambos nos lavamos recíprocamente, es decir yo le lavé perfectamente la verga y sus huevotes y el me talló la panocha, las tetas, las nalgas y cuando pasaba sus manos por estas en forma disimulada pero atrevida me metió un dedo en el culo y lo estuvo moviendo por un rato, situación que no me desagrado y él se dio cuenta, nos salimos de la regadera a secar y al secarme las piernas y los pies, busque la forma de empinarme mostrándole de cerca las nalgas, situación que él entendió, me tomó de las caderas y me acercó a su pito lo más que pudo y me preguntó, ¿se puede por ahí?, y yo le contesté, recuerda lo que dice el refrán, “con calma y salivita un elefante se cogió una hormiguita”, Juan  se rio y me dijo, nunca pensé que el pinche Víctor  te hubiera enseñado a usar esa cosita , y yo le contesté, hay muchas cosas que aún no sabes.

Cuando estábamos desayunando yo le pregunté a Juan, si no tenía problemas por llegar tarde a su oficina y él me contesto, por eso soy el gerente, además ya le llamé  a mi secretaria y le dije que íbamos a desayunar con un cliente y tan pronto nos desocupáramos, llegaríamos a la oficina, así que no te preocupes por eso, además recuerda que tú viniste sola a dar nalga lo demás como quiera sale, yo solo me reí.

Salimos del hotel como a las 10 de la mañana, efectivamente fuimos a visitar unos clientes de Juan, anduvimos en la calle hasta cerca de las 2 de la tarde, y a esa hora llegamos a la oficina, me presentó a la secretaria, -la cual por cierto, creo que también le afloja la nalga a Juan-, me mostró algunos procedimientos que debo de seguir y a las 4 de la tarde me dijo, creo que por hoy ya es suficiente, mañana le seguimos, salimos de la oficina, fuimos a su casa, comimos, platicamos un rato Consuelo, Juan y yo y como a las 7 de la tarde, le dijo Juan a Consuelo, voy a dejar a Ana al hotel y de ahí voy a ir al deportivo un rato, nos vemos en la noche, se dieron un beso de despedida y salimos de su casa.

Durante el trayecto al hotel, la conversación fue un poco de trabajo y mucho del elefante y la  hormiguita, pues a como diera lugar quería saber si le iba a aflojar el chiquito, así que al llegar al hotel, ya íbamos medio calientes; Juan me invitó a cenar, cenamos, volvimos a tomar vino, y nos retiramos a mi habitación llevándonos otra botella, al llegar le dije,  voy a llamar a Víctor para que no esté preocupado, además no vaya a ser que se le ocurra llamarme cuando yo tenga la boca ocupada, jajajaja.

Mientras te marcaba y tú y yo conversábamos, Juan muy diestramente me fue quitando los zapatos, las pantimedias, la falda, el sostén, y fue así como al terminar de platicar contigo, ya solo me quedaba puesta la tanga y Juan me mamaba las tetas, por lo cual,  a mí me urgía terminar la llamada contigo, pues yo ya estaba al punto, así que tan pronto colgué el auricular Juan se encueró  también; ya desnudos me besó todo el cuerpo, metió su lengua en todos mis orificios y como yo ya estaba muy desinhibida con el alcohol que me había tomado, y caliente, le abrí por completo las piernas y le dije, ya métemela cabrón, ya me tienes a punto y así fue como se montó nuevamente y me empezó a dar verga, sacándome gritos de felicidad y satisfacción de sentir su verga en lo más recóndito de  mi panocha, y así, me di gusto pelándosela hasta que hizo que me viniera por lo menos dos veces, después cambiamos de posición y entonces comencé a matarme yo solita y mientras eso sucedía, Juan me agarraba las nalgas y diestramente me empezó a meter el dedo por el culo, situación que me calentó más y sin mucho pensarlo, me acerque a su cara, lo besé con pasión, metiéndole toda mi lengua en su boca y en tono muy bajo, le pregunté, ¿quieres culo?, a lo cual me contestó, me gustaría probarlo, al fin y al cabo tú dices que con calma y salivita, ¿o no?, por tal motivo, yo me levanté de la cama, le di el frasco de crema y le dije, ya sabes lo que tienes que hacer, y él de inmediato se colocó bastante crema en su vergota y a mí, poco a poco me llenó el culito con el lubricante, cuando realizaba esta tarea, yo le dije, cabrón, se ve que tienes experiencia y él me contestó, pues tú no te quedas atrás y yo me reí, para cuando terminó, yo ya estaba en cuatro patas sobre la cama y claramente sentí como poco a poco me apuntó la cabezota, me tomó de las caderas y empezó a dejármela ir y yo empecé a mover la cola y a ayudar a que se introdujera y así, casi sin sentir, cuando me di cuenta ya me la había clavado toda y con una mano me agarraba una teta y con la otra me acariciaba el clítoris, así que para ese momento yo solo pujaba y le decía, papacito que rico picas, tenía ganas de comerme así tú rico palote y así estuvimos un buen rato, hasta que le dije, yaaaaaa cabrónnnnnnnnnn, llénameeeeeeeeeee de leeeeeeecheeeeee el culo, yaaaaaaaaa y en ese momento oí que él pujaba y me la metía toda y dijo ahí te vaaaaaaaaaaaaaaaannnnnnn mamacita y en ese momento sentí la descarga de leche y me dejé caer sobre la cama, completamente agotada y el quedó sobre mí un buen rato.

Terminado el rico palo, nos quedamos reposando, y así estuvimos sin hablar un buen rato, hasta que me levanté, fui al baño para miar y aproveché para lavarme, cuando estaba en eso, entró Juan a la regadera y me dijo, yo te ayudo y así procedimos a lavarnos mutuamente y entre lavada y lavada, nos dábamos besos cachondos y aunque hacía poco le había exprimido la verga, con el cachondeo se le empezó a levantar, salimos nos secamos y regresamos a la cama y entre beso y beso, él me dijo, pensé que iba a batallar un poco en abrir  el chiquito, pero se ve y se siente que Víctor lo usa con frecuencia , pues se nota en su tamaño , y yo me reí y le dije, lo que pasa es que no solamente tu gran amigo y ahora hermano de leche lo ha usado, ¡Cómo!, me contestó sorprendido, ¿me quieres decir, que ya le pusiste el cuerno a Víctor?, y yo le dije, uuuhhhh, desde que éramos novios, o apoco pensaste que con la verga de Víctor se ha abierto mi culito como para comerse tamaña cabezota, jajajaja, y Juan me dijo, bueno, la verdad es que a tu marido nunca le creció y yo le contesté mientras se la agarraba, pues definitivamente la tiene pequeña en comparación de esta preciosidad, y le di un beso en la cabeza.

Fue entonces que Juan me preguntó, ¿Víctor sabe que le has puesto el cuerno?

-Claro que lo sabe y no solo eso, él me lo permite.

-¡Cómo!

-Pues así es, aunque lo dudes.

-Entonces cuéntame quién más ha usado tu cuerpecito.

-El primero fue José Luis, uno que fue mi jefe cuando trabajé en México y ya me iba a casar con Víctor, por cierto, ese cabrón la tenía igual o un poquito más grande que la tuya y aunque fue poco el tiempo que salí con él, me dio muy buenas cogidas, y sobre todo fue el que realmente me abrió por atrás, pues me la metía mucho por ahí, para evitar al máximo que me fuera a preñar antes de casarme, y antes de que Juan preguntara, yo le conté que en ese entonces mi hermana Marta conoció a José Luis, y me comentó, “que bueno está tu jefe y se nota que te trae ganas”, y como yo no contesté y sólo me reí, ella me dijo, no me vayas a decir que no lo habías visto bien y tampoco te habías dado cuenta y que por lo tanto serías incapaz de comértelo, y yo le contesté, si se ve bueno y también me he dado cuenta que quiere , pero no me lo puedo comer, pues ya en unos cuatro meses me caso y que tal si por andar probando la de mi jefe salgo preñada, y Marta me sugirió, pues por lo menos ofrécele el chiquito, por ahí no pasa nada y disfrutas igual y aunque yo le dije que estaba loca, la tentación fue mucha y terminé siguiendo su consejo, pero me lo tuve que comer por  todos lados, jajajaja.

-El segundo es mi cuñado, el esposo de Norma, y digo es, porque a él me lo sigo culiando cada vez que se puede, pues tiene la herramienta que a mí me encanta e igual a la de  José Luis,  grande, gorda, cabezona, güerita y sin gorro, lo cual marca la  diferencia con la tuya, pues la tuya tiene gorro, pero aún con pellejo me encanta esta cosota, mientras se la agarraba.

Juan preguntó nuevamente, ¿en serio, Víctor sabe eso?

-Mira, lo de José Luis, se lo conté muchos años después de casados, pues él intuía que mi exjefe me había picado, pero no estaba seguro y siempre que cogíamos me chingaba con sus preguntas sobre ello, hasta que una noche ya cansada de escuchar lo mismo le dije la verdad y él en lugar de enojarse me dio una tremenda cogida y no reclamó nada, al contrario, cuando tiene ganas de un buen palo, le encanta que le cuente como me cogía y como me ponía José Luis y yo ya caliente le cuento algunas cosas.

-En cuanto a mi cuñado, me lo empecé a coger hace unos años, en forma accidental, ya que  todo fue a consecuencia de un viaje que hicieron mi hermana y mi cuñado a la frontera, y como era cerca de Navidad, mis hijas y yo le íbamos a regalar unas pantuflas a Víctor y a Norma le gustaron y yo le dije llévatelas y nosotras le compramos otras, pero ella me dijo, te lo agradezco, pero son muy pequeñas, pue Rubén calza mucho más grande  y yo le comenté, hay hermanita te envidio la cosa y ella me contestó, ¿por qué?, no te entiendo y yo le dije, pues a poco no sabes que de acuerdo al tamaño del zapato es  la verga y como con ella nunca había comentado nada pelado, me contestó, “que pelada eres”, y yo le dije, bueno eso es lo que dicen, así que ahora te pregunto, es ¿cierto eso?, y ella bien encabronada, me contestó, pues yo nunca he visto otra que la de Rubén y a mí me satisface, motivo por lo cual, desde ese momento me di a la tarea de vérsela a mi cuñado, lo cual finalmente sucedió, pues como a Víctor siempre le gustaron las nalgas de Norma, terminé arreglando un intercambio de pitos y culos y desde entonces, cuando salimos de vacaciones los 4, siempre cambiamos y yo disfruto de la pelona de Rubén.

-Y ahora tú eres el tercero,  y creo que a partir de estas cogidas que nos hemos dado, cada vez que podamos, le vamos a poner el cuerno nuevamente a tu amigo, pues me imagino que cada vez que vayas a verificar las ventas que yo haga, vas a querer verificar como ando, o no?.

Juan  quedó callado, y no podía creer que me dieras permiso de coger con otros, así que para que lo crea, te propongo que ahora que va a estar entrenándome y supervisándome aquí, me permitas irme a dormir con él cada vez que venga, ¿qué te parece?, además, te prometo que te dejo la puerta abierta, por si quieres ir a oír los pujidos de ambos, ¿cómo la ves?

Ante esa petición y mi lujuria, de inmediato acepté la propuesta de Ana, pues aunque hemos cogido en el mismo lugar en los intercambios con mi cuñada, siempre he estado ocupado con el culo de Norma y nunca he visto la cara de Ana cuando se está comiendo otra, y esta era la oportunidad de ver a mi mujer en acción, y fue así como esa noche pude ver lo puta que es Ana, pues tal como me ella me había prometido, esa noche no solo dejó la puerta de la recamara abierta, sino que también dejó una pequeña luz encendida, con lo cual pude disfrutar de las cogidas que Juan le dio y verles la cara de satisfacción que ambos mostraron.

Y es así como en la tercera edad, y partir de esa noche, cada mes, mi mujer se acuesta una o dos noches con Juan en mi propia casa y yo siempre termino haciéndome la puñeta, mientras disfruto de las escenas eróticas que ambos me presentan.