Infidelidad en la tercera edad

Historia de como pude cogerme a Isela después de desearla muchos años

INFIDELIDAD EN LA TERCERA EDAD

Esta es una historia real y que tiene sus orígenes a finales de la década de los cincuentas del siglo pasado, cuando la televisión iniciaba a popularizarse en la provincia de nuestro país y los que éramos niños en aquel entonces, jugábamos con los vecinos en la calle en donde vivíamos y no permanecíamos como ahora lo hacen los chamacos, encerrados viendo la televisión, o entretenidos con video juegos.

Por aquel entonces yo contaba con 7 años y debido al trabajo de mi padre, nos mudamos de la frontera a una ciudad del norte de México y debido a  que en la cuadra en donde llegamos a vivir, existía un buen número de niños de edad similar a la mía, fácilmente me integre a su grupo y a los pocos días ya los conocía a todos y por las tardes solía salir a correr con ellos, sin importar el estrato social ni el sexo, pues al igual jugábamos hombres y mujeres sin ningún problema.

Los juegos favoritos en ese tiempo eran: las canicas, al trompo, jugar a los encantados o a las escondidas, juego que por cierto era de mis preferidos, sobre todo cuando me escondía con algunas niñas y sobre todo si estas eran un poco mayores, pues entre juego y juego, les tocaba las nalgas o les veía las piernas y las pantaletas cuando se agachaban.

De esos amigos, 6 nos seguimos viendo hasta la fecha, 3 vivimos en diferentes ciudades del país y solamente 3 se quedaron a vivir en esa región y por tal motivo desde hace aproximadamente 20 años, nos reunimos anualmente para recordar con nostalgia aquellos años en que nos conocimos y de lo bien que la pasábamos jugando y escuchando por radio las peleas de los 2 grandes ídolos del boxeo mexicano de ese entonces: Raúl “Ratón” Macías  y Ricardo “Pájaro” Moreno.

Dentro de ese grupo de amigos están Juan y su hermana Isela, la cual era 3 años mayor que yo, pero que también se juntaba con nosotros a jugar, ella era una güerita que al entrar a la adolescencia le salieron muchas espinillas en su cara, chaparrita, de cabello largo castaño y de ojos tremendamente grandes de color miel, misma que a los 15 años ya empezaba a mostrar que con el tiempo tendría tetas chiquitas pero unas preciosas piernas y enormes nalgas.

Días antes de que Isela cumpliera 15 años, otro vecino de los que seguimos viéndonos le preguntó, si alguno de nosotros le gustaba para novio y ella sin mucho pensarlo, le contestó que yo y así sin pensarlo empezamos a ser novios, cuando yo apenas contaba con 12 años y ella con 15, claro que el ser novio en esos tiempos era ir a escondidas al cine, tomarse de las manos y darse unos cuantos besos, los cuales por cierto,  yo no sabía dar e Isela con un poco más de experiencia en la vida me enseñó como darlos, claro todo esto a escondidas de los mayores, pues en ese entonces era muy mal visto que dos adolescentes, casi niños se anduvieran calentando con besitos y agarrones.

Desafortunadamente el tiempo pasó  y por cuestiones de estudio  un año después nos separamos, pues mis padres y yo, nos fuimos a vivir a otra ciudad, que aunque muy cercana nos empezó a alejar, alejamiento que se hizo más grande cuando a los 17 años yo tuve que irme a estudiar a la capital de país a 1,200 km de distancia de donde Isela vivía.

Asimismo, antes de irme a estudiar a México, conocí a la que hasta hoy es mi esposa, la cual en figura no se parecía a Isela, pero resultó que siempre fue muy cachonda, tan caliente es que a escasas semanas de tratarla, me empezó a hacer la puñeta y a los pocos meses de tratarnos ya me estaba aflojando las nalgas, motivo por el cual el alejamiento con Isela se hizo mayor y ya solo la veía cuando ella visitaba a mi hermana y veía como se iba poniendo más buena cada día, sobre todo las nalgas se le desarrollaron estupendamente bien.

Finalmente, yo terminé mi licenciatura y me fui a trabajar a la costa del golfo de México y para hacer oficial que me estaba comiendo la panocha de mi novia, me casé con ella  y  poco tiempo después supe que Isela se casó también y no volvimos a tratarnos con frecuencia.

Hace 20 años a sugerencia mía, nos hemos vuelto a reunir los  amigos, solamente los hombres ya que Isela está casada con una persona que no era del grupo que en la década de los 50 éramos niños y que vivíamos en el mismo barrio. Y es así como cada año hacemos el viaje de diferentes ciudades  para reunirnos y recordar los ya muy lejanos tiempos de cuando éramos vecinos.

Las reuniones, siempre las planeamos para que se efectuaran en la segunda o tercer semana de Abril, en casa de mi hermana, ya que ella vive en la casa que fue de mis padres y es muy grande, pero el año 1995  la cambiamos para Noviembre, siendo celebrada el mismo día que Juan cumplió años y por tal motivo la reunión fue en casa de Isela, pues Juan es de los que vivimos en otra ciudad y él no tiene casa ahí donde crecimos, y por primera vez, además de los compañeros que cada año nos juntábamos en compañía de nuestras parejas, ese año fueron además familiares del festejado, entre ellos los dueños de la casa en donde festejamos, Isela  y su marido.

La comida transcurrió en forma normal y como siempre el tema era recordar los momentos en que disfrutábamos de la vida, sin pensar en el mañana y de la forma más sencilla e inocente de nuestros primeros años en este mundo.

Cuando la noche llegó y el alcohol ya empezaba a hacer sus primeros efectos en nuestra humanidad, me levanté para ir al baño, para lo cual debía de pasar por la cocina y en ella me encontré a Isela solita y como el alcohol ya me había desinhibido lo suficiente, sin mucho pensarlo le dije:  me puedes decir lo que quieras hasta le puedes sugerir a tu hermano que me invite a salir de tu casa, pero te quiero decir que a pesar de los años, sigues teniendo unas preciosas nalgas y con ese pantalón que traes puesto se te ven preciosas y se dibujan perfectamente las pantaletas chiquitas que traes y ella solo me contesto:  “nunca se te quitó lo cabrón”, continúe mi camino al baño, pero me fui pensando que si no se había enojado, bien podía hacerle una insinuación mayor.

Al salir del baño y regresar a la cocina, Isela ya había salido y se encontraba platicando con las mujeres que estaban en la reunión y aunque busque la forma de volver a platicar con ella nuevamente, solo me quedó el consuelo de que cada vez que coincidían nuestras miradas ella se sonreía en forma coqueta, pero no pude hablar esa noche más con Isela.

Al día siguiente de la reunión, emprendimos el regreso a la ciudad en donde vivimos Ana y yo y todo quedó solo en una plática cachonda.

Cuando llegamos a nuestra casa, le hablamos a mi hermana para avisarle que ya habíamos llegado con bien y en un momento que Cristina consideró adecuado, me dijo: “Vinieron a despedirse de ustedes Isela y Nicolás, y ella me dijo que a ver cuando puedes venir, tu solo, para que continúen la plática que ustedes tuvieron anoche”, ante esa invitación, busque la forma de ir a ver a mi hermana lo más pronto posible, pero por mi trabajo, el tiempo pasó y no pude viajar de inmediato como yo quería, pero en Febrero del siguiente año, mi hermana me llamó para decirme que era necesario que yo fuera a verla para firmar unos documentos que estaban pendientes de la herencia de la casa que mi padre le había dejado a ella y de inmediato me apunté a ir, pues pensé  esta es la oportunidad de ir sin que se sospeche nada y así lo hice.

Mi esposa me dijo que fuera yo solo, pues el viaje era de un día solamente y el de la reunión anual estaba programado para la última semana de Marzo, así que ella prefería ir hasta esa fecha, claro que para mi, esa fue una gran noticia, pues lo que yo quería era ir solo, así que de inmediato programé mi salida esa noche, para llegar al día siguiente en la mañana, al llegar a la casa de mi hermana, ella me dijo que me recostara un rato, mientras ella preparaba el desayuno y que Isela iba a pasar en su coche por nosotros para llevarnos con el Licenciado que requería mi firma, al escuchar eso de inmediato se me empezó a parar la verga de solo pensar que posiblemente me podría tirar a Isela.

Como a las 10 de la mañana, llegó Isela vistiendo una falda negra bastante justa y una blusa de color rosa, sin medias, ropa con la cual se veía impresionantemente buena a pesar de sus  51 años, al llegar nos saludamos y como la cita con la Licenciada estaba programada a  las 10:30 hs., optamos por irnos en el automóvil de Isela, por lo cual, en forma caballerosa, le abrí la portezuela para que entrara al auto y como me esperaba, al subirse abrió las piernas y se subió la falda lo más que la buena moral lo permitieron y disfrute la visión que me ofreció, asimismo, durante el trayecto le fui viendo buena parte de sus muslos, pues mi hermana me pidió que yo me fuera con Isela en el asiento delantero del coche.

Cuando llegamos a la oficina de la Licenciada, tomamos asiento en la sala de espera, tanto mi hermana como Isela se sentaron enfrente de mi y el panorama no podía ser mejor, pues Isela cruzó las piernas y generosamente me siguió mostrando gran parte de sus bien torneadas extremidades y de vez en cuando, al cambiar de posición le alcanzaba a ver hasta el color de la tanga que traía puesta.

Al salir del despacho de la Licenciada, nuevamente al subir al auto, le volví a abrir la puerta y goce de la buena pierna de Isela, en el trayecto a la casa, mi hermana le preguntó a Isela, si tenía que irse a su casa de inmediato o no, a lo cual ella nos dijo que su marido estaba de viaje y regresaría dos días después y sus hijos no iban a comer y llegarían hasta la noche, así que podía quedarse a comer con nosotros, a lo cual yo les dije, no, las invito a cualquier restaurant y Cristina me dijo, mejor compra unas botellas de vino y en la casa ustedes platican más a gusto de tiempos pasados e Isela dijo, si mejor, y yo solo acate su solicitud.

Cuando llegamos a la casa de Cristina, ella de inmediato se fue a poner a enfriar las botellas de vino que habíamos comprado de paso y nos dijo, “mientras ustedes platican y recuerdan viejos tiempos, yo voy a preparar algo de botana y la comida”, Isela por su parte dijo: yo te ayudo y mi hermana le dijo, no, tu quédate con Víctor para que platiquen, yo me encargo de todo lo demás, así que procedimos a sentarnos en la sala y mi hermana nos trajo unas cervezas y algo de botana para pasar el rato.

Con el objeto de no ser tan obvio en mis intenciones, nos sentamos en sillones diferentes, los cuales los separaba una mesa de centro en la cual se colocaron las cervezas y la botana, claro que Isela por más que intentara, la falda que traía puesta me permitía apreciarle gran parte de sus bien torneadas piernas, motivo por el cual yo le pregunté: ¿cómo le haces para tener tan buenas piernas y en general tan buen cuerpo?, a lo que ella me contestó, no se si recuerdes que desde que empecé a trabajar, cuando yo tenía 17 años, empecé a ir al gimnasio y esa costumbre continua hasta el día de hoy, además de que trato de llevar una dieta balanceada, la cual cada vez es más estricta, pues con los años se requiere más cuidado para conservar el peso y la figura.

Asimismo y queriendo entrar más en materia, le comenté, yo recuerdo que cuando estabas chica, tenías muchos vellos en los brazos y en las piernas, y ahora veo que no tienes nada, ¿qué te hiciste?, y ella sonrió y me dijo, son los milagros que hace la tecnología para las mujeres, pues resulta que también cuando empecé a ir al gimnasio mis compañeras me vieron y me sugirieron que me rasurara las piernas y así lo hice y me gustó, así que cuando se desarrolló la técnica de depilarse en lugar de rasurarse, pues de inmediato me depilé todo y entonces yo le pregunto, ¿todo?, y ella me contesta, todo, brazos, piernas y si preguntas por aquellito, te digo que también y soltó una carcajada.

Cuando eso sucedió ya habían transcurrido unas dos horas de que habíamos llegado a la casa, mi hermana solo se había parado cerca de nosotros para ofrecernos otra bebida o traer más botana, pero como llegó la hora de comida,  mi hermana nos invitó a pasar a comer, así lo hicimos, dejando la conversación a medias y sobre todo en el momento que se empezaba a poner caliente.

Cuando la comida terminó y ya habíamos consumido varias copas de vino e Isela ya se encontraba más desinhibida, mi hermana nos dijo que regresáramos a la sala a seguir platicando, mientras ella terminaba de lavar los platos y dejar limpia la cocina y así lo hicimos.

Tan pronto regresamos a la sala y tomando en cuenta que la cantidad de alcohol que ya habíamos ingerido, podría hacer más desinhibida a Isela, de inmediato le dije, antes de comer comentaste que siempre has traído depilado el bizcochito y ella se rio y me contestó, claro y  creo que esa es una diferencia entre Ana, tu mujer y yo, pues yo recuerdo que ella tenía también los brazos y las piernas bien peludas y me supongo que así sigue o ¿me equivoco?, a lo cual le contesté, efectivamente Ana siempre fue muy peluda y la verdad al principio cuando éramos novios fue un problema para mamarla y cogerla, pues como no había mucha confianza, no le podía decir que me estorbaban tantos pelos, claro que cuando nos casamos, lo primero que le dije fue ¡fuera pelos! y ya solo trae una rayita.

Entonces ¿te cogite a Ana desde que eran novios?, me preguntó Isela, a lo cual le contesté, Ana es tan caliente, que a la semana de que éramos novios ya me daba oportunidad de meterle el dedo en su panochita y al mes ya me hacía la puñeta, claro que con esos antecedentes a los tres meses de ser novios, me dio las nalgas y desde entonces no paramos de coger, con razón, me contesto Isela, por eso te enculaste de ella y te olvidaste de mí, ni modo, creo  además que, Ana no solamente era caliente, sino que su hermanita Martha debe haberla instruido bien para atarte para siempre, pues no me vas a decir que no intervino en que Ana te alojara las nalgas tan pronto, a lo que yo contesté, la verdad es cierto, pero yo nunca supe hasta tiempo después de que nos casamos, pues tuvieron que pasar muchos años y muchas cosas para que Ana me confesara que la aflojada de las nalgas, fue planeado no solamente por Marta sino por mi suegra, a lo que Isela comentó,  ¡Ándale, pinche vieja puta!, siempre tuve la impresión de que le gustaba la verga con pasión y que por esa razón, tu cuñada Marta era tan puta, pero nunca pensé que te hubiera puesto el culo de Ana para que te lo comieras,  y yo solamente le dije, pues no solamente aconsejó a Ana de que me diera las nalgas, sino que existen otras cosas que con el tiempo te contaré, pero  así fue.

Con este tipo de conversación, los años que teníamos sin vernos a solas, la calentura que teníamos guardada y el efecto que el  alcohol ya nos estaba produciendo, hicieron que nuestros cuerpos se aproximaran cada vez más y así sin casi darnos cuenta, Isela se encontraba vistiendo únicamente la tanga negra que había seleccionado para ponerse ese día, la cual prácticamente no tapaba nada. Cuando esto sucedió mi verga ya estaba fuera de mi pantalón e Isela ya la estaba acariciando con sus blancas manos, motivo por el cual ella me dijo: “vámonos a la recamara que era de Cristy, -la hija de mi hermana, la cual ya estaba casada-, y yo entre sorprendido y temeroso, le comente, ¿y si viene mi hermana?, a lo cual ella me contestó, “tu hermana no viene ni vendrá a interrumpir nada, pues me debe muchas cosas”, así que con esta aseveración nos levantamos y nos dirigimos a una de las dos recamaras que se encontraban en la planta baja de la casa y que no se ocupaban, pues mi hermana dormía en la planta alta.

Al llegar al cuarto, nos besamos con pasión desenfrenada y en medio de los besos la recosté en la cama y de inmediato le empecé a besar las tetas y poco a poco fui bajando hasta llegar a su precioso ombligo y mientras lo besaba le fui bajando la tanga que traía puesta y me fui acercando a su osito, siguiendo la única línea de pelos que tiene su linda panocha, la cual se prolonga desde el ombligo al inicio de su vagina, claro que al ir bajando el olor característico de esa preciosa región de la mujer me hacía calentarme más y querer comérmelo de inmediato, así que con la ayuda de sus piernas, la tanga cayó y yo me acomodé entre sus piernotas y empecé a hurgar dentro de sus labios con mi lengua y solamente escuchaba los quejidos de ella y a los pocos minutos de estar mamando aquel rico manjar, sentí que se empezaba a estremecer todo el cuerpo de ella y me apretó con sus piernas la cabeza y con sus manos me juntaba hacía su cuerpo, como queriendo que mi cara completa entrara por su rica panocha y solo oí que decía, asiiiiiiiiiiii, papito, asiiiiiiiii, que rico me lo mamas, sigue no pares que ya me viiiiiiiiiiiiiineeeeeeeeeeee y así sin parar de tocar con mi lengua su rico botoncito seguí y seguí, hasta que nuevamente me dijo, sigue, sigueeee, cabrón que ya me vinnnnneeeeeeeeee otra vez papito y al venirse por segunda vez, me dijo sigue comiéndote el culo que despreciaste hijo de la chingada, mama más para que nunca se te olvide el sabor del culito que dejaste ir, sigueeeeeeeee caaaabbbbbbbbroooooooonnnn, así papito, así.

Como seguía pidiendo lengua, seguí comiéndome ese rico bizcocho hasta que nuevamente sentí  que estaba viniéndose por tercera ocasión y solo jadeaba y decía asiiii, asiiii, sigue, no pares de mover la lengua, sigueeeee, cabroooooooonnnnn y explotó nuevamente.

Al terminar esta vez, me quitó la cara de su culo y me dijo, ahora voy yo, claro que para ese momento el dolor tanto en mi lengua como en la verga ya era grande, pues la verdad me había cansado de la boca de tanto mamar y la verga me quería explotar, así que de inmediato procedí a quitarme la ropa y quedarme como ella estaba, es decir completamente desnudo. En ese momento ella me pidió que me acostara boca arriba y sin mediar una palabra, empezó a tocar la corneta y a mamarme los huevos, solo que ese momento de ensueño fue muy corto, pues me dijo, “así como estas, si sigo tocándote la corneta, te vas a venir muy pronto y mi culo se va a quedar con hambre de leche, así que mejor me monto”, y al terminar de decir esto, se monto y de un solo sentón de comió toda mi verga y empezó a subir cadenciosamente, claro que con tantos años deseándonos mutuamente, el ritmo rápidamente cambio y así sin mucho cabalgar, sentí como la piel de sus nalgotas se empezaba a poner chinita y ella empezó a decir, así cabrón, así, pícame bien, pícale bien, sí, así, papaaaaaaacito, como tenía ganas de tu pito, que rico me lo meto, asíííí´, y al decir esto, exclamó, yaaaaaaaaaaaaaaa meeeeeeeee vinneeeeeeeeeee, el problema fue que de tan caliente, yo también me vine y ella al sentir los chorros de leche que le disparaba mi verga en su culito, me dijo, “pinche cabrón caliente, ¿no me digas que ya viniste también tú?, a lo cual le contesté, no pude más y ella me dijo, me vas a dejar con hambre de verga, pero ni modo al rato me echas otro pero te aguantas a que yo quede satisfecha y yo solamente le dije que si.

Al termino de ese rico palo, ella se bajó y se recostó poniendo su cabeza sobre mi pecho y me dijo, “como tenía ganas de conocer tu verga y de sentirla” y yo le dije que muchos palos que le echaba a mi mujer eran a su salud y ella dijo, “a mi me pasa lo mismo, pues muchas veces Nicolás, está adentro pero pienso que el pito que estoy pelando es el tuyo, y cuando eso sucede, el pendejo de Nico cree que me picó muy bien, sin saber que son a tu salud las venidas que me doy, ja,ja,ja”.

Cuando eso comentábamos, entró intempestivamente mi hermana y dijo, “Isela ya casi es la hora en que tus hijos salen del trabajo, ¿no importa?”, e Isela le dijo, gracias por avisarme, ya nos vamos a bañar y me visto para irme a mi casa, les doy de cenar y les digo que tú y yo tenemos mucho que platicar y me regreso como a las 9 o 10 de la noche, para quedarme a dormir con ustedes, y al decir ustedes, me agarró la verga o sea “ustedes” seguir cogiendo, mi hermana le contestó, “por mi no hay problema y por lo que veo con Víctor tampoco, ¿no es así Vic?, y yo solo me reí.

Mi hermana salió de la habitación y yo le pregunté a Isela, ¿Porqué no te dio pena que nos encontrara Cristina en pelotas?, y ella me contestó, “ya te dije,  yo le he hecho muchos favores de este tipo a tu hermanita”, ja,ja,ja, y de inmediato le pregunté ¿favores, que clase de favores? , y ella me contestó, mira ya  tengo que irme, así que vamos a bañarnos, sirve que me lavas bien la panocha y yo te lavo bien el pito y en la noche te cuento porque digo esto, al fin y al cabo la noche es muy larga para coger y para platicar, así que nos levantamos y nos fuimos directamente al baño, lugar en donde nos lavamos y de tanto pasarnos las manos por nuestros cuerpos nos empezamos a calentar, hasta que nuevamente se me paró la verga y aunque yo quería meterla nuevamente, Isela me dijo, “mejor nos lo echamos a la noche, pues me lo debes”, y aunque yo quería ensartarla nuevamente, ella lo evitó y dijo, “te dejo con ganas para la noche cabezona, al momento que me agarraba la verga”.

Estimado lector, este es solo el principio de una infidelidad en edad madura, si la historia te ha parecido interesante, te ruego me lo hagas saber, para continuarla.

Gracias por leerla y por tus comentarios.