Infidelidad en la tercera edad (2)
Esto es lo que sucedió en la noche
Finalmente y en contra de la voluntad de mis instintos, salimos del baño, nos vestimos y salimos mi hermana y yo a despedir a Isela, para lo cual abrí la puerta de su automóvil y ella nuevamente abrió las piernas, pero esta vez me mostro su panochita pelona, situación que causó que la expresión de mi rostro me delatara, por lo cual al darse cuenta Isela de mi sorpresa, ella me dijo, “como ya estaban sucias, preferí no ponerme las pantaletas, mejor me las llevo en la bolsa, no vaya a ser que el olor me delate con mis hijos”, a lo cual yo solo asentí con un movimiento de cabeza.
Cuando ella se fue, mi hermana me dijo, “tienes que avisarle a Ana que te vas a quedar uno o dos días más, pues si no se va a preocupar y en un descuido se imagine que Isela te detuvo”, así que tan pronto entramos a la casa le llame por teléfono a Ana y le dije que los documentos no se habían firmado y que debía quedarme por lo menos un día más, a lo cual Ana, no muy convencida, me dijo que estaba bien.
Al terminar de llamar a mi esposa por teléfono, mi hermana me preguntó, ¿tienes hambre?, ¿quieres cenar algo?, pues además de que ya gastaste energía, la noche va a ser larga, así que yo creo que debes de cenar algo, yo solamente me reí y le dije que sí tenía hambre, pero también le pregunté, si esperábamos mejor a Isela para tomar café los tres y Cristina me dijo: “ella va a cenar en su casa con sus hijos y ya solo vendrá por su postre, ja,ja ja.; al escuchar este comentario, nuevamente me saltó la duda, ¿por qué mi hermana actuaba de esa forma?, pues ella y yo cuando éramos adolescentes no teníamos una buena relación, así que no entendía su proceder, pero preferí esperar hasta que Isela me aclarara la situación.
Aproximadamente a las nueve de la noche llegó Isela vistiendo una blusa negra y unos pantalones de mezclilla bastante justos, con los cuales sus atributos posteriores se le veían hermosos y traía consigo una pequeña maletita en donde guardaba accesorios de belleza y su pijama para dormir, misma que solo viajó, pues esa noche durmió completamente encuerada.
Tan pronto llegó Isela, mi hermana Cristina nos dijo, “se van a quedar a dormir en la que era tu recamara cuando estabas aquí, así que cuando quieran pueden pasar a descansar”, con este comentario no nos quedó otra opción que tomarnos de la mano, subir las escaleras y cerrar la puerta de la recamara. Tan pronto como eso sucedió, nos abrazamos y nos besamos como lo habíamos deseado tantos años y de inmediato procedimos a desnudarnos, hasta que finalmente, nos encontrábamos de pie, besándonos apasionadamente, completamente desnudos los dos. Procedimos a acostarnos y seguimos besándonos hasta que poco a poco fui bajando mis labios hasta encontrarme con sus tetitas, las cuales besé, mordí y chupe como hacía mucho tiempo no lo hacía con otra mujer y por las expresiones que Isela hacía, ella estaba disfrutando mucho el momento, seguí bajando hasta que nuevamente percibí el aroma de su preciosa conchita, pues ya mi nariz se encontraba debajo de su ombligo sobre la única rayita de pelos que se le podía ver en su precioso y depilado cuerpo, bajé, me acomodé y empecé a buscar con mi lengua su botoncito y ella abrió por completo sus piernas, me tomó por la nuca y me dijo, mama papacito, mama, asiiiiiiiiii, asiiiiiiiiiii, sigue tocando mi botón con tu lengua , asiiiii, asiiii, ahhhhhhhhhh, me veeeeeeeeeengo, sigue y en ese momento sentí claramente como ella temblaba y sus nalgas se ponían duras y chinita la piel de ellas y en mi boca deleité el sabor salado y pegajoso de sus jugos.
Cuando ella se vino, de inmediato me dijo, ahora déjame ver bien tu verga, pues en la tarde con lo emocionada que estaba ni la vi bien, así me acosté boca arriba y ella de inmediato dirigió su cabeza y en especial su boca hacía la cabeza de mi miembro y se pego a mamármela, con lo cual yo estaba extasiado, pero siendo ella una mujer madura y experimentada, solo me dio una cuantas peladas y me dijo, “mejor te voy a cabalgar, pues creo que con lo caliente que estas en un descuido te saco la leche con tres mamadas más y mi culito se queda con hambre de leche, así que mejor me monto, te disfruto y te la saco con el que tiene hambre de leche”, y así lo hizo, dejó de mamarme la verga y de un sentón se la comió toda y empezó a subir y bajar en forma muy rítmica, pero lenta, al tiempo que me decía, “aguántate, no me los vayas a echar con 3 peladas”, a lo cual yo solo la escuchaba y me sonreía, al estar cabalgando, me decía, “que rico me rosas con tu verga mi botoncito, ahí,ahí,ahí, me estoy raspando donde me gusta”, y así siguió cabalgando unos minutos más hasta que empezó a acelerar el paso, a jadear y a poner las nalgas duras y a decir, asiiiiiiiiiii, asiiiiiiii, que rica vergaaaaaaa cabroooooooooooooon, ya, yaaaaaaaaaaaa me viiiiiiiiiiiiiinnnnnnneeeee, y apenas terminó, me beso y de nuevo inicio la cabalgata, misma que en menos de dos minutos la tenía nuevamente pujando y diciendo ahhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhh, yaaaaaaaaaa me viiiiiiiiinnnnnee otra vez, y solamente me dio otros besos y continuo la cabalgata viniéndose otras 2 veces, solo que en al última yo ya no pude aguantar más y terminamos juntos. Cuando esto sucedió, solo se recostó en mi pecho nos besamos como locos y después de varios minutos poco a poco se desmontó y tomado una porción de la sábana, se limpio la leche que le escurría de su osito y me dijo, “para que tu hermana la lave y se caliente cuando la huela, jajaja”
Al termino de este rico palo, yo tenía mucho sueño, pero no quería dormir, pues quería seguir toda la noche acariciando su rico cuerpo y montarme otra vez, pero también sabía que mis mejores años ya habían pasado y aunque yo quisiera, sabía que cuando mucho le podría echar otros dos palos en toda la noche, pues era lo máximo que le daba a mi mujer en ocasiones muy especiales, así que sacando fuerzas de no sé donde me mantuve despierto y traté de despejar mis dudas acerca de la conducta de mi hermana, motivo por el cual le pregunte a Isela:
¿Cuáles favores son los que te debe Cristina, para que no diga nada de que estamos cogiendo en su casa y además lo permita?
Isela me dijo, “esto se remonta a los tiempos que ella llegó a vivir con ustedes”.
Cabe aclarar que Cristina y yo somos hermanos de padre no así de madre, pues ella es hija de la esposa de mi papá y yo soy el producto del “segundo frente” de mi viejo, por tal motivo ella y yo nos conocimos cuando su madre murió en la capital de país y mi papá la trajo a vivir con mi mamá y conmigo, lo cual sucedió aproximadamente 6 meses antes de que yo me fuera a estudiar a la Capital del país, seis meses que por cierto fueron un infierno para ambos, pues no nos tolerábamos.
Así que continuando con la respuesta de Isela, ella prosiguió, “no se si te acuerdas, que debido a que ella no conocía a nadie aquí en la ciudad, tu papá me pidió que yo la acompañara a todos los lugares que ella quisiera ir y aunque ella es dos años mayor que yo, la verdad congeniamos muy bien, y así empezamos a salir al cine, a comer, a fiestas y como a ella le gusta mucho el baile, me preguntó, si yo no tenía novio para que le presentara un amigo y así ir a los bailes con pareja, pero como en ese tiempo yo no tenía a nadie, lo que se me ocurrió, fue decirle que solo tenía un hermano, pero 3 años menor que yo, ya que Juan en ese entonces al igual que tú, tenía 17 años mientras que Cristina 22, pero eso no fue impedimento para que Juan nos acompañara a todo lados, aunque al principio a él no le agradaba salir mucho con nosotras, pero de repente cambió su actitud y ya después él era el que insistía en venir a visitar a tus padres y de paso salir al cine, a comer, y sobre todo a los bailes, pues a él también le encanta el baile, así fue como los tres siempre salíamos juntos e inclusive tu papá le prestaba su coche para que nos llevara a todos lados”.
Y yo le pregunto, pero, ¿Qué tiene que ver que fueran inseparables con los favores que dices Cristina te debe?
“Bueno, resulta que un sábado que nos invitó Cristina a comer, tu papá hizo una carne asada en al patio y al término de la misma y después de platicar un buen rato, tu papá nos dijo: bueno muchachos, mi vieja y yo vamos a echarnos una siestecita, y así fue, ellos se retiraron a su recamara, mientras tanto nosotros tres nos quedamos platicando y Juan y Cristina siguieron tomándose unas cervezas, motivo por el cual ambos empezaron a ir a orinar con frecuencia y en una de esas veces, Juan fue al baño y a los pocos instantes me dijo Cristina, yo también voy, pues ya no aguanto y ambos fueron, claro que como hay tantos baños en esta casa, lo lógico es que cada quien fuera a uno, después que pasó un buen rato y nadie regresaba, recogí lo que quedaba de platos sucios y basura y me fui a lavar todo a la cocina, cuando terminé de lavar y ver que no regresaban me entró la duda y fui a buscar a Juan al baño que está cerca de la recamara que después fue de Cristy chica y ahí los encontré fundidos en un abrazo-beso, pero como consecuencia de la diferencia de estaturas (1.52 m contra 1.70 m), Juan prácticamente la tenía cargada de las nalgas, las cuales solo estaban cubiertas por las pantaletas negras que traía ese día, pues la falda estaba enrollada en la cintura de ella. Al ver esta escena, y antes de que yo hiciera algún comentario, tu hermana me dijo, por favor échanos agua con los viejos, mientras nosotros terminamos lo que empezamos, motivo por el cual yo me retiré del lugar y me senté en el cuarto de televisión, la cual encendí y esperé y cuidé que no bajaran tus padres, después de aproximadamente 30 minutos, llegaron los 2 muy sonrientes y relajados y así sin comentar nada estuvieron muy juntos viendo conmigo la televisión hasta que tus papas bajaron y nos dijeron que iban a tomar café y que los acompañáramos, motivo por el cual todos pasamos a la cocina y ahí permanecimos un buen rato platicando, hasta que Juan dijo que ya se retiraba pues ya eran las 8 de la noche y que de acuerdo con los planes, regresaría al día siguiente para ir al cine los 3. Yo como casi todos los fines de semana me quedaría a dormir con Cristina, pues así lo veníamos haciendo desde hacía mucho tiempo, el problema era que yo quería preguntarle a Juan, qué había hecho, pues de acuerdo a las circunstancias en que los encontré en la puerta del baño, al tiempo que demoraron ahí y a las muy despistadas sobaditas de pierna que él le daba a tu hermana, mientras veíamos la televisión, pensaba que se la había metido, pero eso no me parecía bien, pues la diferencia de edades era mucha y el trato que tus padres tenían con nosotros no correspondía para que Juan hiciera una pendejada, así que yo quería saber que había pasado, pero no tuve tiempo a solas con Juan antes de que se fuera”.
¿Y qué pasó?, le pregunte a Isela, y ella me contestó, pues debido a que Juan se retiró, tus papás se pusieron a ver un rato la televisión, nosotras nos fuimos a la recamara de Cristina y empezamos a prepararnos para dormir, me bañé, ella también, nos pusimos la pijama y las cremas de costumbre y nos acostamos, y aunque yo quería saber que había pasado, me daba pena preguntarle a ella, finalmente nos acostamos, cerramos la puerta de la recamara, apagamos la luz y tan pronto el cuarto estuvo en penumbra, ella me dijo, “que rico hermano tienes” y yo le pregunté, ¿por qué me dices eso?, y ella me contestó, tiene una vergota preciosa, cabezona, gruesa con la cabeza de color rosa y sobre todo jugosa, y fue entonces en que yo pensé, ahora si le voy a sacar toda la verdad de lo que mi hermanito le hizo, así que le pregunté, ¿qué hicieron?, ¿te la metió?, y ella me contestó, fuera bueno, no, nada más me cachondeo muy bien, de tal forma que tuve que hacerle una puñeta, pues nunca se atrevió a ensartarme, por más que le rogué y se lo puse, no quiso, por lo cual me dejó bien caliente, así que me vas a perdonar, pero no aguanto y me voy a masturbar, aquí delante de ti, y así sin más, se levantó la bata que traía puesta, se quitó las pantaletas y empezó a tallarse el monito de tal forma, que yo me calenté mucho y casi sin querer , yo empecé a hacer lo mismo que ella y así fue como por primera vez nos masturbamos juntas tu hermana y yo.
¿Quiere decir que lo hicieron más veces?, le pregunté a Isela y ella me contestó, de ahí en adelante, siempre nos la hacíamos juntas, jugábamos carreras o de plano ella me la hacía a mi y yo a ella, es más, desde esa vez, ya siempre nos dormíamos sin calzones, bueno, solamente respetábamos los días en que nos bajaba, pero cuando estábamos bien, siempre nos la hacíamos y platicábamos puras cosas peladas y hasta la fecha, cuando estamos a solas siempre estamos pensando y diciendo este tipo de cosas.
Bueno, pero ¿Qué pasó, con Juan y Cristina?, le pregunté a Isela y ella me dijo: “después de que descansamos masturbándonos, y ya con más confianza en el tema, Cristina me preguntó, ¿apoco tu eres virgen?, y yo le dije, hasta ahora solo mi dedo ha entrado en mi conchita, y ella me volvió a preguntar, ¿pero si te han paseado una verga por la entrada?, y yo le dije ¿cómo crees?, nunca, y ella me dijo, pues has perdido tiempo, yo a los 12 años me reventé el primer pito, pero ¡cómo! Yo le contesté, pues así es Isela, yo estaba en primero de secundaria y había un niño de mi edad que me encantaba y al cual le gustaba cachondearme en el autobús en que regresábamos de la escuela, todos los días se paraba detrás de mí y me pegaba lo más que podía su miembro entre mis nalgas y más de una vez aprovechando lo lleno que iban los camiones me sobaba las nalgas, las piernas y cuando se podía me acariciaba el monito, claro que aunque no me decía nada, el solo hecho de sobarme toda me calentaba, hasta que un día ya no aguante y le dije, ¿qué quieres Eduardo?, y él me contestó, por lo pronto, que me hagas una puñeta, a lo cual le contesté que sí se la hacía, pero necesitábamos ir a un lugar en donde estuviéramos solos y el me propuso ir a un hotelito que estaba cerca de la escuela y así lo hicimos, al día siguiente en lugar de ir a clases nos metimos toda la mañana al hotel, y entre puñetas y cachondeos, me reventó y me gustó, pues la tenía chiquita y no me lastimo nada, solo que ese gusto nos duró muy poco, pues terminamos el año y a mi me cambiaron de escuela, pues como era lógico reprobé y mi mamá quiso tenerme más cerca.
Con todo esto, tanto Isela como yo nos calentamos y casi sin darnos cuenta, le abrí las piernas y me monté en ella y empezamos el mete y saca, tratando de mi parte aguantar lo más posible para hacerla que se viniera varias veces, pero como con la plática nos habíamos calentado, al poco tiempo ya me estaba ella urgiendo y diciendo, pica, picaaaaaaa, cabrón, asiiiiiiii, asiiiiiiii, papiiiiittttto, ahhhhhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhh, y en ese momento también yo descargue toda la leche que tenía acumulada y ella me dijo, no aguantas nada, cabrón, pero ni modo terminamos juntos.
Después del rico palo, me baje, nos besamos y acariciamos y nos quedamos profundamente dormidos, así que cuando escuché ruidos y en la penumbra distinguí el cuerpo desnudo de Isela de pie enfrente de mi, no supe que estaba pasando, hasta que ella me dijo: “ya me bañé, pues ya me voy a mi casa, son las 6 de la mañana y debo ir a preparar el almuerzo y el lonche de mis hijos, así que solo quiero decirte que pasé la mejor noche de mi vida y solo quiero que le des un beso de despedida a mi cosita, pues yo creo que fue la primera y la última vez que lo pudimos hacer”, a lo cual yo le dije, no, no, yo quiero que volvamos a coger y ella contestó, es muy difícil volver a repetir este encuentro, pues tu vives muy lejos, viene cada año y cuando vienes se juntan ustedes y aunque en la reunión pasada yo asistí, todo se debió a que la organizamos en mi casa, a solicitud de Juan, pero la otra le tocará a Rodolfo, a Roberto, a Jaime, a ti y a esas no asistiré, pues yo no soy del grupo de hombres, además tu pinche vieja me cae mal y yo a ella, así que mejor despídete y solo el tiempo dirá que va a pasar en el futuro, así que obedientemente me pegue a su cuerpo, le bese su conchita y ella me dijo, ya porque si le sigues me voy por ahí en lugar de irme a mi casa.
Nos vestimos, salimos a la cochera, le abrí la puerta de su coche, le abrí la puerta de la cochera e inició la salida. Cuando iba saliendo le dije, oye, me contaste como se rompieron a Cristina, como le hizo una puñeta a Juan, pero no me dijiste cuando, donde y como se la metió y ella riéndose me contestó, eso pregúntaselo a ella o a mi hermano, al fin tu y él están en contacto frecuente, o no?, y ella arrancó su vehículo y yo solo me quedé con el sabor de su culito y con las dudas de Juan y Cristina.
Después de bañarme y desayunar, me llevó mi hermana a comprar el boleto de regreso a mi casa y de la terminal le llamé a mi mujer para decirle que ya estaba saliendo, así que me despedí de mi hermana y solo le dije, muchas, pero muchas gracias por la noche que pasé y ella solo me dijo, le estoy pagando una deuda que tengo con ella y se rio, jajajaja.
Estimado lector, como verás, esta historia tiene todavía mucha tela de donde cortar, solo te pido me hagas saber si te gustó y quieres que siga contando o ya te aburrió y nos dedicamos a otra cosa.
Gracias por tu atención.