Infidelidad en el Caribe

Unas vacaciones en el Caribe con mi marido, me hicieron ver mi auténtica realidad: soy un auténtico zorrón y un autentico putón.

En alguno de mis relatos he comentado que desde el año 2004 he vivido varias experiencias extramatrimoniales. Me case en el año 2001 y hasta el año 2004 nunca había traicionado la fidelidad de Javi. Ocurre que al final todas las personas nos acabamos por cansar y ese fue mi caso. No era feliz en el matrimonio, y en vez de cortar opté por seguir con él, pero haciendo en ocasiones, y cuando podía lo que me apetecía. Entre en una dinámica de infidelidad de la que no me arrepiento. En este relato voy a contar lo que ocurrió en un viaje que hicimos a Punta Cana (República Dominicana) en octubre del 2005.

Mi marido es promotor inmobiliario y aquel verano no había sido nada bueno para nosotros, me refiero a nivel personal y sexual. Económicamente había venido muy bien ya que Javi había logrado vender toda la promoción de chalés en las que había estado trabajando en el último año. A últimos del mes de septiembre, Javi llegó a casa con una revista de vacaciones con la idea de proponerme un viaje al Caribe en el mes de octubre. Por viajar me apetecía, pero lo cierto es que no me ilusionaba sobre manera ir con él, pues el momento no era el idóneo, e ir para discutir, pues la verdad no era algo que me motivara en exceso. El caso es que después de cenar, propuso que echáramos un vistazo a la revista. Nos sentamos en el sofá y mientras tomábamos un café y veíamos la tele, aunque sin prestarla demasiada atención, fuimos ojeando sitios y hoteles que nos pudieran gustar. La opción de la Ribiera Maya, era la que mas le llamaba la atención, mientras que yo prefería la posibilidad de la República, y en concreto Punta Cana, en Playa Bávaro. Las posibilidades ahí quedaron, y decidimos, antes de irnos a dormir, que al día siguiente me acercaría o nos acercaríamos, dependiendo de su posibilidad de tiempo, a la agencia de viajes para ser asesorados.

Durante la mañana hablamos por teléfono y quedamos en que me pasaría a recoger al trabajo y que iríamos los dos a la agencia. Antes de entrar en la agencia y según íbamos en el coche tuvimos la bronca habitual, pues al "señor" no le gustaba nada mi vestido corto blanco ajustado que llevaba esa mañana. Las críticas a los zapatos de tacón y al vestido fueron machacándome todo el trayecto. Que si es muy corto, que siempre estoy igual, que si son formas esas de ir a trabajar, que se marcaba y notaba el tanga, etc, etc. Bueno, un martirio. Ya al final le tuve que decir que si seguía así que se fuera de viaje él sólo, y que si era posible que se quedara allí. Llegamos a la agencia, y preguntó por un señor, la verdad que no me acuerdo ni del nombre, pues estaba pasota perdida por el asunto, y ya me daba igual quien nos atendiera, e incluso me daba lo mismo un sitio que otro. El hombre en cuestión, que luego resultó ser conocido de mi marido estaba ocupado, y tuvimos que esperar un rato para entrar. Me senté en un sillón, más bien bajito, que estaba al lado de una mesa baja, donde había una serie de publicaciones para entretener la espera. Javi se quedo de pie.

¡Merce, podías cruzar las piernas! –me dijo acercándose al oído- ¡¡Se te ve todo!!

¡¡Ay Javi por favor!! Si estoy de pie es porque estoy de pie, si me siento es porque me siento. Me tienes aburrida –le dije casi susurrando pues seguía son su cara junto a la mía-

¡¡Pero chica por favor, no ves que llevas un vestido enano y se te esta viendo el tanga. Eres una burra!! –me contesto al tiempo que yo cogía una revista para leer, y de alguna manera para taparme al ponerla encima de las piernas-

El despacho al que debíamos de entrar estaba de frente a mí, ni que decir tiene que el tiempo que estuvimos esperando no cruzamos palabra. O sea el ambiente idóneo para preparar un viaje. Al poco rato dos señores salen del despacho, se despiden en la puerta, y uno de ellos el de la corbata se quedó clavado mirándome al tiempo que el otro marchaba. Javi se acercó a saludarlo, yo dejé la revista en la mesa, y cogí el bolso que había dejado en el suelo. Mi acción de dejar la revista dejó al descubierto mis piernas, y en efecto, y en eso mi marido tenía razón, se veía todo. Y no veas como debió de ver el otro, pues se quedo sin pestañear. Me acerqué a ellos, mientras el encorbatado en cuestión de la edad de mi marido, aproximadamente unos 40, no me quitaba ojo.

Os presento, es Merce mi mujer –dijo dirigiéndose al que luego resultó ser el gerente de la oficina- El Carlos (por decir un nombre ya que no me acuerdo del suyo) –concluyó Javi dirigiéndose a mí-

Encantada –contesté con una falsa sonrisa, pues primero estaba mosqueada con Javi, y segundo el tal Carlos, debía de tener la mente todavía en lo que había visto al levantarme y mostraba una cara de baboso que daba hasta asco-

Tras la presentación, el beso de rigor, yo casi desde lejos, pero él acercándose poniendo sus manos en mis caderas, para intentar palpar, como así hizo, las tiras de mi tanga por la cadera. Un salido, en una palabra. Total que entramos al despacho, nos estuvo diciendo sitios, hablando con los dos, aunque casi siempre la mirada la enviaba hacía mí. Yo pensaba al final: "este (por mi marido) se mosquea y ya la tenemos del todo". Apenas abrí la boca, y al final decidimos ir al sitio que a mi me apetecía. Aprovechando la Festividad del Pilar iríamos en el mes de octubre. Una vez decidido el sitio, miramos el hotel. Al final nos decidimos por un complejo hotelero de una prestigiosa cadena mundial, formado por tres o cuatro hoteles de 4 y 5 estrellas, que unidos conformaban como una pequeña ciudad, un recinto muy amplio, con una larga calle que comunicaba los diferentes hoteles, tiendas y diferentes establecimientos de todo tipo. Incluso existía, según indicaba el folleto y las consultas que realizamos por Internet, una discoteca de otra importante cadena discotequera. Decidido todo, Carlos comenzó a tramitar los billetes de avión y las reservas del hotel. Un "Todo Incluido" para el hotel de cinco estrellas. Tramitado el proceso, Javi, mi marido, pagó con su tarjeta de crédito. Poco a poco se me había ido pasando el cabreo que tenía cuando entré, y el gerente me empezaba a parecer mas simpático, pues ha medida que había ido transcurriendo la conversación, su actitud me iba pareciendo mas normal.

¿Tomamos un vino? –dijo Carlos-

Vamos –contesto Javi-

Nos levantamos, y salimos del despacho. Galantemente me cedieron ser la primera en salir. Mi intuición me decía que los dos estaban clavados en mí. Uno, mi marido, porque me estaba imaginando la furia contenida que tendría por llevar ese vestido que me marcaba el tanga y por imaginarse lo que Carlos estaría pensando, y éste porque a buen seguro que iba gozando con mis andares. Al final yo a lo mío y que cada uno pensara lo que quisiera. Fuimos a un bar cercano, tomamos un vino y un aperitivo, al rato nos despedimos y marchamos para casa.

Los días fueron pasando, la verdad es que cada vez me iba ilusionando mas el viaje, aunque es cierto que era por el viaje en sí, ya que la rutina con Javi seguía igual, a veces estábamos mas animados otras veces menos, momentos cercanos se alternaban con momentos alejados, en fin, igual que en el último año y pico. Ahora, eso sí, las protestas por la ropa que me ponía y sus celos, seguían estando a la orden del día. Era algo que ya tenía asumido, y no le daba ya la más mínima importancia, cosa que encima cabreaba más a Javi, así que me distraía y motivaba preparando las cosas para el viaje y comprando algo de ropa, tanto para él como para mí, para llevarnos para allá.

Llegó el día de iniciar el viaje, salíamos del Aeropuerto de Barajas en torno a las tres de la tarde. Diez horas de vuelo, que con los cambios horarios, llegamos al aeropuerto de Punta Cana a media tarde. Un pequeño y coqueto aeropuerto. Caminamos por las pista, el avión nos apeó muy cerca de la Terminal, y entramos en la sala de las cintas de recogidas de maletas. Dos chicas dominicanas ataviadas con trajes típicos del país, y luciendo un espectacular sombrero realizado con productos tropicales, recibieron a todos los viajeros, colocándose junto a ellos para hacerse una foto de recuerdo, foto, que por cierto, recoges cuando vas a tomar el avión de regreso. Antes de recoger nuestro equipaje las dos luciendo unos llamativos vestidos rojos se pusieron al lado nuestro, una a cada lado, dejándonos en medio, para plasmar la foto de rigor. En cuarto de hora cogimos nuestras maletas y enfilamos el control de pasaporte, largas colas para formalizar el trámite y pronto al microbús que compartimos con otras doce o quince personas y que nos trasladaría hasta el hotel. La llegada al hotel se produjo unos tres cuartos de hora después, la tercera parada era la nuestra. Un sensacional y lujoso hotel nos esperaba. Bajé del microbús, tras de mi Javi y otro matrimonio, el conductor nos sacó las maletas y nos las entregó.

¡Feliz estancia! –nos deseo con una amable sonrisa al tiempo que nos entregaba el equipaje-

Comencé a empujar mi maleta, el piso era empedrado y no permitía llevar rodando la maleta con comodidad. Un mozo de equipajes, pronto llegó a nosotros cuatro.

Permítanme, señores. ¡Bienvenidos! –nos saludo efusivamente-

Muchas gracias, buenas tardes –contesté casi al unísono que las personas que me acompañaban-

Con rapidez colocó los equipajes en un carro para facilitar su traslado y espero cerca de nosotros mientras formalizábamos nuestra estancia.

Javier Leal, Mercedes Méndez. Su habitación la 1044. –nos informó el encargado de recepción, una vez cumplimentado el alojamiento y tras ponernos las clásicas pulseras en este tipo de viajes-

Muchas gracias –contestamos-

Antes de abandonar el mostrador de recepción me llamó poderosamente la atención la presencia de una persona. La voy a describir. 1,80 de altura aproximadamente, mas alto que yo y que mi marido, quizás mas de 1,80, pero poco mas. Mi altura es 1,72, con tacones llegó al 1,80 y sobre paso un poco a mi marido. El sería de mi altura si en vez de llevar yo zapatillas deportivas hubiera llevado tacones. Mulato, de un color moreno pero muy brillante. Unos 25 años le pude calcular. Se le notaba cuerpo atlético y sus brazos así lo demostraban. Vestía una camiseta roja de cuello redondo y manga corta, en la espalda el nombre del hotel, bien visible, y en el pecho, a su derecha en pequeño, un nombre: Dady. Unos pantalones bermudas amplios y por debajo de la rodilla, en color azul oscuro, y unas chancletas de dedo, completaban su vestuario. Una piel morenita brillante, con escaso bello, y un pelo largo, media melena, de largos rizos, tipo afro, realzaban todavía mas las facciones de su cara. Un tío que estaba muy bien. En serio que atraía el morenito, el tal Dady, ya que deduje que era el nombre pues sus otros tres compañeros, una chica y dos chicos lucía otros nombres. En concreto me acuerdo del de la chica: Marcela. Simplemente un saludo, pero noté que de alguna manera yo había llamado su atención. Él la mía también. Nos encaminamos al ascensor, y según íbamos subiendo el mozo de equipajes nos explicó que pertenecían al grupo de animadores del hotel. Llegamos a la habitación, amplia con dos sillones amplios y tapizados en telas muy llamativas, una amplia terraza, y una cama matrimonial de grandes dimensiones. Javi se dejó caer en la cama, mientras yo comencé a deshacer las maletas, colgar la ropa en las perchas, colocar los productos de aseo en el baño, y mas o menos organizar de alguna forma la que iba a ser nuestra residencia en los próximos ocho días. En apenas media hora bajamos al restaurante a cenar, y posteriormente decidimos dar un paseo para conocer un poco el hotel, la piscina y, sobre todo, la playa, la playa caribeña que estaba deseando ver. El lugar era paradisíaco, el hotel tenía todo lujo de detalles y la piscina era grande y muy bonita, con un chiringuito donde se servían cócteles y bebidas, pero que al estar cerrado entendimos sólo abrían en horas de piscina. Junto al chiringuito, una cabaña, una pequeña cabaña, con un mostrador pero también cerrada. No sabíamos que era. ¡¡Quien me iba a decir a mi que en apenas unos días la conocería perfectamente!! Por fin después de caminar poco más de 100 metros por un paseo rodeado de palmeras llegamos a la arena de la playa. Acababa de anochecer, la tranquilidad y el reflejo de la luna en el mar me trajo un inmenso sosiego interior. Un auténtico paraíso por el que decidimos pasear Javi y yo, además lo hicimos de la mano, un momento muy romántico, sin duda. Mientras caminábamos yo pensaba en tener con mi marido una buena relación esos día, de disfrutar en definitiva de esa vacaciones. Fuimos paseando por la playa y llegamos a un paseo por el que nos adentramos, una calle central con establecimientos y tiendas, una discoteca, como habíamos visto en las informaciones antes de ir, y los hoteles que tenía sus entradas principales en esa calle. Al final de la misma a la derecha, nuestro hotel. Javi dijo de tomar una copa en el pub del hotel. La verdad es que yo estaba cansada por el viaje, él no parecía estar cansado y accedí a tomar mi primera copa en esas vacaciones. Llegamos a la barra, ocho o diez personas en ella, y unos doce o quince bailando, algunas de ellas con los animadores. Dady allí estaba bailando con una señora que parecía alemana, y de cierta edad. Mientras tomaba la copa y hablaba con mi marido de vez en cuando nuestras miradas se cruzaban, pero no intercambiamos palabra. Yo me limitaba a mirar de reojo, o cuando Javi se levantó a por tabaco a la recepción a contemplar como bailaba. Muy bien por cierto. Los bailes acabaron, al tiempo que nuestras copas, y al tiempo que nos encaminábamos a la habitación, los animadores marcharon en dirección contraria a la nuestra. La verdad es que yo estaba cansada por el viaje, pero prefería acabar de deshacer la maleta antes de ducharme y acostarme. Javi se ducho en lo que yo terminaba de deshacer el equipaje. La ducha me relajo. Un pijama de encaje de raso blanco, de tirantes de dos piezas, (camisola y culote), me puse para dormir. La verdad es que hacía mucho calor y había mucha humedad, y decidí dormir sola con la parte de arriba y un tanga. En la cama y apagada la luz, Javi empezó a juguetear conmigo, era claro que le apetecía follar conmigo. Caricias, besos, sobeteos demostraban sus deseos.

Javi, estoy muy cansada. –le dije demostrando mi escasa apetencia-

¡¡Un abracito anda!! –me contestó con voz mimosa, al tiempo que me abrazaba y paseaba sus manos por mi culo-

El abrazo le acompañe con un intenso beso en su boca con ánimo de parar y comenzar a dormir. El aprovechó mi beso y se puso encima de mí. Su bóxer ajustado mostraba una tremenda empalmada que noté aun mas cuando después de ponerse encima separó mis piernas. Era el primer día y quería tener unas vacaciones tranquilas por lo que accedí soportar sus movimientos encima de mí. En un par de minutos se quito el bóxer dejando libre su poya totalmente empalmada. Mientras se seguía moviendo le pedí que me quitara el tanga. Así lo hizo. Lo cierto es que yo no tenía muchas ganas, y deseaba que acabara cuanto antes, estaba verdaderamente cansada y no me apetecía echar un polvo, aunque él se había excitado por completo. Sus dedos comenzaron a acariciar mi clítoris y alguno de ellos comenzó a entrar en mi interior mientras me devoraba con sus intensos morreos. Poco a poco mis tetas y mis pezones fueron el blanco de su lengua mientras sus dedos dentro de mí lubricaban en parte mi coño. Mis movimientos estaban poniendo a mi marido cachondo y en un par de minutos no se aguantó más. Su poya entró como un cañón en mi coño, mientras yo levantaba las piernas y se las cruzaba por su cintura. Con una increíble fuerza empezó a meter su poya hasta dentro de mí, no era para mi muy placentero, no tenía ni ganas, pero comencé a moverme con todas mis ganas para provocarle su corrida cuanto antes. Con tres o cuatro movimientos míos, su respiración se hizo mas profunda, con jadeos continuos, y convulsiones que me demostraban que su corrida iba a llegar. Al instante un chorro de leche caliente inundó mi coño, mientras sus gemidos de placer retumbaban en mis oídos.

¡Así mi niño! ¡Asssiiil! Correte, vamos, asssiii –le decía para animarle, mientras el sólo gemía y gritaba-

Su corrida fue larguísima, cuando acabó quedo exhausto, me la sacó y se tumbó en la cama a mi derecha.

¿te ha gustado cielo? –le pregunté-

Me ha encantado. ¡¡Vaya corrida!! –contestó-

Venga cari, vamos a dormir.

Quedé rendida. Esta cansadísima y no tardé mucho en dormirme.

A la mañana siguiente nos levantamos sobre las nueve ya que debíamos de ir a una reunión que se celebraba con los turistas para conocer las diferentes excursiones que había programadas y a cual queríamos ir. Después de escuchar la programación decidimos hacer una excursión en catamarán, dos días después; al siguiente ir a Santo Domingo, y el sábado, el día antes de marcharnos se apuntó el sólo para salir a bucear, ya que eso a mí no me apetecía. Por tanto miércoles, jueves y sábado actividades. Tras apuntarnos nos fuimos a la piscina del hotel. Las hamacas perfectamente colocadas, todavía había poco público. Nos colocamos en dos tumbonas, y mientras yo me quitaba la camiseta y el short que llevaba, quedando con un bikini blanco, que remarcaba mucho mi pecho, y que aunque no era tanga tenía una braguita más bien pequeñita, un camarero se nos acercó. Nos dio la bienvenida, nos preguntó si queríamos tomar algo y nos indicó que en la cabaña de al lado del chiringuito se recogían las colchonetas para las hamacas y nos entregaban toallas. Decidí acercarme yo a por las toallas y las colchonetas. Llegué a la cabaña y un chaval, no creo que tuviera 18 años, fue el encargado de atenderme.

  • Buenos días –me saludó-

  • Hola, buenos días –contesté-. Dos toallas y dos colchonetas, por favor

  • Al momento, -me indicó mientras se movía por dentro de la cabaña siguiendo rítmicamente el sonido la música que sonaba-

Con gran amabilidad me entrego las colchonetas y las toallas al tiempo que otro "buenos días" recibía desde mi derecha.

Buenos días –contesté al tiempo que me giraba hacía mi derecha observando que quien me saludaba era Dady-

¡¡¡Hola mami linda!!! –me volvió a contestar con una amplia sonrisa-

Que bonito es esto, me gusta mucho –comenté a Dady –

Permítame -me solicito al tiempo que cogía de mis brazos las dos colchonetas- Se las llevo yo.

Gracias –le contesté-

¿La gusta el lugar, entonces? -me pregunto según íbamos caminando-

Si, es muy bonito

¡¡¡Usted si que es bonita!!! –me dijo sonriendo-

Muchas gracias –contesté casi sonrojada-.

Llegamos hasta donde estaba Javi, dejamos las colchonetas, nos dijimos nuestros nombre y el me invitó a participar luego de la sesión de aerobic que iba a celebrarse en la piscina. Un baño en la piscina, un paseo por la playa y un baño en el mar, fue lo que hice antes de participar en el aerobic. Los días fueron pasando, la relación con Dady, como con el resto de animadores y animadoras, iba en aumento. Javi comenzaba a mostrarse cada vez más celoso con Dady. Era bastante claro que yo a él le atraía de una forma especial, y él a mí, aunque yo lo disimulaba de una manera genial. Las excursiones programadas las realizamos Javi y yo, y el resto del tiempo y de los días los pasábamos entre la piscina y la playa. Todas las noches mi marido y yo cerrábamos la jornada follando. Lo estábamos pasando muy bien, incluso me di unos relajantes masajes con unas masajistas en la playa. Estaba siendo unas vacaciones fenomenales, lo único que cada vez molestaba mas a Javi era las miradas, las bromas y las gracias que Dady tenía conmigo. Le empezaba a no hacer excesiva gracia la confianza que había tomado Dady conmigo. "Mi" negrito se daba cuenta, y a veces, sobre todo cuando me sacaba a bailar en algunas de las animaciones que en el hotel celebraban, trataba de incomodar en exceso a Javi, cosa que por cierto conseguía. Era algo que parecía le gustaba: ver a mi marido celoso por su culpa. Llegó la tarde del viernes. Ese día por la noche iba a ver una fiesta por la calle de los hoteles, en donde participarían todos los animadores y animadoras. Una gran fiesta para todos los turistas que estábamos alojados en los cuatro hoteles, incluso se iba a celebrar un desfile caribeño. Ese día me quise poner especialmente guapa y me puse un vestido ajustado blanco con estampados de flores en rosa. Un escote recto por encima de mi pecho, tipo palabra de honor, que dejaba totalmente descubierto mis hombros por delante y por detrás. El vestido era cortito, por encima de la mitad del muslo. Unas sandalias altas de tacón blancas, y un sujetador sin tirantes rosa, con un tanguita también rosa. Nunca había estado tan atractiva en esos días de vacaciones, pues casi siempre usaba ropa cómoda de playa y algún vaquero. A Javi no le hizo mucha gracia mi atuendo, y antes de salir de la habitación ya empezó a poner malas caras. Bajamos al restaurante cenamos un poco, y pasamos, antes de salir a ver el desfile y la fiesta, a tomar una copa al pub del hotel. Nos sentamos en los sillones, y la falda del vestido se recogía hacía arriba dejando mis piernas muy descubiertas.

Merce ¡¡ten cuidado con el vestido!! Ya estás como siempre –me increpó-

Pero que quieres que haga. Es corto y se recoge –repliqué-

No le convenció mi contestación, pero no puso más problemas. Seguimos tomando la copa, charlando tranquilamente, auque de vez en cuando me alertaba sobre mi falda.

¡¡¡Tía, bájate la falda!!! Te estoy viendo todo –señaló-

Con cierta paciencia, pues ya me estaba empezando a cansar del tema hacía esfuerzos para bajar la falda. De repente Javi que comentó que podría ser interesante llevar la cámara de fotos al desfile. La idea nos pareció bien a los dos y se marchó para la habitación a recogerla. Yo seguí sentada en el sofá, cómodamente sentada, y sobre todo tranquila sin escuchar las quejas de mi marido por el vestido, que otra vez estaba recogido por encima de la mitad del muslo. En ese instante, Dady paso por el lobby del hotel, me vio y se acercó a saludarme.

¡¡¡Hola linda!!! –me dijo con gran alegría-

¡¡¡Hola guapetón!!! –contesté-

¿No vas a ir a la fiesta? –me preguntó al tiempo que su mirada se fue directamente a mi entrepierna que ya mostraba levemente mi tanga por dentro del vestido-

Si, estoy esperando a Javi. Ahora iremos. Ha subido a por la cámara de fotos –contesté al tiempo que me daba cuenta que su mirada no se apartaba de ver mi entrepierna-

Apenas un minuto de charla, y lo cierto es que me estaba generando un calentón importante la actitud de Dady. No me importaba que me viera el tanga, aunque era claro que tenía que irse antes de que bajara mi marido. Decidí ponerme en pie. Me levanté, me estiré un poco la falda del vestido, apenas los escasos centímetros que permitía, y le di dos besos de despedida para acelerar su marcha cuanto antes. La verdad es que él estaba "súper" atractivo. Unos pantalones piratas de bermudas blancos, que transparentaba levemente un ajustado bóxer tipo slip, también blancos, unas sandalias de playa de dedo y una camisa fucsia que resaltaba aun mas el color de su piel, era su atuendo. Los besos dieron paso a la despedida, y se marchó con el propósito de que echáramos luego un baile en la discoteca. Era claro que yo me había excitado por su actitud y estoy segura que él también, pues durante un par de minutos disfrutó de estarme viendo el tanguita entre mis piernas y por dentro de la falda. A mí desde luego no me causó ningún problema, es mas me excitó. A los pocos minutos de que Dady marchara llegó Javi.

Ya estoy aquí ¿nos vamos? –preguntó-

Cuando quieras –contesté según me levantaba del sofá en el que había estado sentada-

Salimos con dirección a la calle donde ya había comenzado el desfile caribeño aunque todavía no había llegado a la altura de nuestro hotel, que casualmente se encontraba casi frente a la entrada de la discoteca. Un lugar al menos para mí privilegiado, logramos conseguir. Una serie de piedras que servían para poner límite al jardín del hotel, con una altura con relación al suelo de poco menos de un metro sirvieron para que me subiera en ellas. Debajo de mí, mi marido, sujetándome con su mano por una de mis piernas, y con la otra acercándome en algunos momentos concretos la máquina de fotos. Las miradas de algunas personas, en especial gente joven, por mi posición y por mi minifalda alertó a Javi, que enfadado ya no me cedía ni la cámara siendo su único deseo que me bajara de donde estaba.

¡¡Merce, están quedándose todas las personas contigo!! Bájate de ahí, haz el favor –me increpó con cierto enfado-

¡¡¡Eres un auténtico celoso, y un moro, no estoy haciendo nada malo y no se me ve nada!!! ¡¡Estate un poco tranquilo y no te enfades por todo!! –contesté ya cansada por los continuos reproches-

Acabamos de ver el desfile con cierto distanciamiento entre los dos. Hasta ese momento nuestras vacaciones habían ido bien, pero todo apuntaba a que la noche no iba a acabar bien. Al menos para él. Los movimientos de acercamiento que Dady había tenido hacía mí en los últimos días, empezaban en cierta manera a enloquecerle aunque en ese momento no estuviera con nosotros, pero se iba dando cuenta que su cercana presencia no sólo no me molestaba, sino que no me importaba. Una última actuación caribeña en la puerta del hotel, a la altura en que estábamos colocados, puso el punto y final a la fiesta de la calle. Desde ese momento quién quisiera podría continuar disfrutando en la discoteca cercana.

¿Vamos dentro a tomar una copa? Parece que puede estar bien, va mucha gente. –le comenté-

Vale. –dijo escuetamente y mostrando cierto enfado-

Decidí no prestar más atención a su malhumor y nos encaminamos a la discoteca. Un jardín exterior, con una pequeña barra, donde ya empezaba a agolparse gran cantidad de personas, y una entrada a la zona interior custodiada por dos guardias de seguridad de considerables dimensiones. Decidimos entrar dentro entre otras cosas porque la cantidad de público era menor, la mitad del aforo de la discoteca, aproximadamente. La temperatura era más bien alta y casi todos decidieron, celebrar su fin de fiestas en el exterior. Nos dirigimos a la barra. La pista redonda, dos filas de butacas bajas colocadas de cuatro con una mesa baja para las consumiciones, a su alrededor. La entrada, a la altura de la barra con relación al suelo, y a cerca de dos metros hacía abajo, por debajo del nivel del suelo, la pista a la que se accedía por una serie de escaleras repartidas por todo el recinto de siete u ocho peldaños. Una y otra planta diferenciada además de por la altura, por unas barras que incluso podían servir de asientos. Andando pausadamente nos dirigimos a la barra a pedir unas copas. Mi marido no lo vio, pero yo si. En unos de esos grupos de butacas, a la altura de la pista, se encontraba Dady con otros compañeros y compañeras de su trabajo de animación. Haciéndome la despistada conduje a mi marido hasta colocarnos en la barra justo encima de ellos. Nos cruzamos la mirada, y solo un cómplice guiño fue nuestro saludo. La camarera se acercó hasta donde estábamos, con mucha amabilidad nos solicitó que íbamos a tomar y en apenas dos minutos teníamos nuestras consumiciones frente a nosotros. Javi seguía con cara de enfadado y yo para no discutir con él decidí ponerme a bailar al lado de la barra, pero acercándome al límite de la pista y la parte superior. Justo cuando llegaba al límite Dady levanto la cabeza y me saludó, contestándole cortésmente.

¡¡¡¡Hola linda!!!! –me dijo desde la pista acompañando su saludo con un movimiento de su mano-

¡¡¡¡Holaaaaaaa!!!! –contesté repitiendo el mismo gesto-

Mi contestación estuvo acompañada por su movimiento acercándose a mí. En unos segundos se encontraba debajo de mí, ya que yo seguía en la planta que esta a la altura de la barra de las consumiciones y él a la altura de la pista.

¿Por fin llegaste? Estuve antes mirando por la calle y pensé que no ibas a salir. No os vi. en el desfile. –me comentó-

Hemos estado –le dije con cierta simpatía-

La posición suya, teniendo en cuenta el desnivel de una planta y otra, colocaba su cabeza a la altura de mis rodillas, el de pie y yo también. Solo una barra de metal con unas pequeñas butacas para sentarse era lo que nos separaba, si quisiera su boca podía besar mi rodilla. El mirando hacía arriba y yo mirando hacía abajo manteníamos una animada conversación.

¡¡¡¡Voy un rato fuera!!!! ¡¡¡¡Aquí hace mucho calor!!!! ¡¡¡Sal cuando te apetezca!!!! –los comentarios con cierto enfado llegaron por mi izquierda-

Era mi marido, que ya estaba con los cuernos revueltos. No me hizo ningún otro comentario, su gesto y su tono me demostraron un malhumor importante, aunque antes de salir saludó con un escueto hola a Dady.

¿Vas a salir o no? –me repitió con un importante enfado tras el protocolario saludo a Dady, que él contestó-

¡¡¡¡¡¡¡¡¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Ahora voy!!!!!!!!! –conteste demostrando el mismo enfado-

Mientras Javi salía a la parte exterior la mirada de Dady se fijó en mis piernas. Las tenía a escasamente unos centímetros. Su mirada buscando la mía para conversar le obligaba a pasar por mis piernas, y lógicamente por una corta falda que otra vez le permitía observar mi entrepierna y mi tanga. Mi posición mas elevada que la de él permitía que eso sucediera. Yo era consciente de lo que estaba ocurriendo y en vez de molestarme, trataba de adoptar posturas mientras hablábamos que le dieran la opción de no acabar ese "espectáculo visual", ya que a mi me estaba generando otra vez una excitación que me apetecía tener. Me encantaba provocarle, me encantaba que me estuviera deseando.

¡¡Te ves linda desde aquí!!

Sube aquí conmigo un rato –le comenté-

¡¡No, aquí estoy bien!! –contestó antes de lanzar un suspiro-

Volví a sonrojarme, pues era claro que lo decía por que estaba contemplando claramente mi tanguita, pero debía de salir. Deseaba estar con "mi" negrito pero no quería discutir más con Javi. Una despedida agachándome para darle dos besos en la mejilla, lo que le permitió contemplar una vez más y mucho mas cerca mi tanga, fue nuestra despedida.

¡¡Mami no se vaya sin decirme adiós!! –me solicitó-

De ninguna manera, ahora entramos y echo un baile contigo –le contesté-

La cerca de media hora que mi marido y yo pasamos en el exterior fue horrorosa. Reproches, discusiones, y malas miradas. Mientras tanto a mi me apetecía entrar a bailar con Dady.

¡¡¡Vámonos a la habitación!!! –me dijo Javi después de otro momento de ofuscación-

¡¡No quiero!! ¡¡Vete tú!! –le recriminé-

¿Qué pasa, que ya quieres estar con el morenito? –me contestó con tono irónico-

¡¡Vete a la porra!! –contesté- Me apetece bailar. ¡¡Tú haz lo que quieras!! –volví a decirle mostrando mas enfado, al tiempo que me daba la vuelta para dirigirme dentro de la discoteca-

¡¡Entra y baila lo que quieras, yo ya entraré!! –me contestó en un malhumorado tono-

Sin esperar más, me di la vuelta y camine hacia dentro de la discoteca, llegué a la barra donde había estado antes con Javi, y en apenas un par de minutos Dady subió las escaleras que comunicaban la pista con la barra. Se acercó a mi me agarró la mano, y me ofreció bajar a bailar con él. Acepté y cogidos de la mano bajamos a la pista. Comenzamos a bailar. Sus movimientos eran los de un experto bailarín, me giraba, se acercaba, se separaba, me movía de espaldas a él. En estos movimientos notaba como cada vez mas juntaba su poya a mi culo mientras me agarraba por las caderas palpando los laterales de mi tanguita al tiempo que se movía rítmicamente. Esa forma de bailar comenzaba a ponerme cachonda, incluso manteniéndonos en esa posición de baile, a veces agarraba mis manos, sin separarme de él, y las pasaba por delante de mí aprovechando a acariciar mi cuerpo por delante. Ciertamente Dady estaba aprovechando el baile para sobarme y magrearme disimuladamente, cosa que yo notaba y permitía. Una mirada a la barra me indicó que Javi había entrado otra vez.

Dady, ya está ahí mi marido. Voy a ir con él. Luego Hablamos. –le dije demostrando que me apetecía seguir bailando-

No te preocupes linda, ve con él. ¿te ha gustado el bailecito? –me contestó-

¡¡Si!! Mucho. Bailas muy bien.

Luego nos vemos –replicó antes de darme dos besos y permitir que fuera a acompañar a Javi-

Pausadamente llegué a la barra, a la altura de mi marido.

¡¡¡¡¡Vaya baile que te has echado guapa!!!!! ¡¡¡¡Te ha sobado bien con el disimulo del baile!!!! –me dijo en un tono de considerable enfado-

¿Sabes lo que te digo majo? ¡¡¡¡¡Que me voy de aquí!!!!!! –contesté con un importante malhumor-

¡¡Eso es lo mejor que podemos hacer, marcharnos!! –contestó-

Con un enfado considerable salimos los dos de la discoteca, era claro que al final estropeamos las vacaciones. Pero era lo que había. Sin dirigirnos la palabra, cruzamos la calle y entramos en el hotel

¡Voy a dar un paseo hasta la playa, y tomaré una copa en el pub! ¡Ya no estoy en la disco, ni nadie me mira ni me habla, y además están los vigilantes! ¡Claro, si al señor no le importa! –dije en un tono que demostraba claramente mi tremendo enfado-

¡¡¡¡Como quieras, yo me subo a la habitación!!!! –contestó con rotundidad-

Javi tomó el camino de la habitación, y yo el de la piscina para posteriormente caminar por el paseo que conducía a la playa. Al iniciar la salida a la piscina decidí tomarme una copa yo sola en el pub. Así lo hice y allí me dirigí. Una copa bien fresquita me vendría bien. Pocas personas quedaban ya, entre ellos un caballero que estaba dando vueltas por el lugar, y que al verme acoplarme para pedir una copa se puso a mi lado.

¡Hola! ¿Cómo sola a estas horas? –me comentó en un forzado castellano, que demostraba que no era español-

Una mirada, y el silencio fue mi contestación al tiempo que cogía la copa y cambiaba de lugar. Sola me senté en otro lado de la barra. Cigarrillos y sorbos de copa iban acompañando el transcurrir de los minutos. No me apetecía subir a la habitación y me dispuse a dar ese paseo hasta la playa. Salí del pub y busque la salida hasta la playa. En ese momento una voz me llamó

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Linda!!!!!!!!!!!!

Giré la cabeza hacía el lugar de donde veía la voz y contemple que Dady venía con algunos de sus compañeros de animación.

¡¡Hola!! –contesté-

¿Dónde vas tan sola? –preguntó-

A pasear hasta la playa. No tenía sueño

¿te enfadaste con tu marido, verdad? –volvió a preguntar-

¡¡Pues la verdad es que si!! –expliqué-

Si yo fuera él, en lugar de estar enfadado estaría contigo en la camita. ¡¡Sería una gozada!! –dijo con voz irónica y complaciente-

Una mira da y una sonrisa por mi parte, fueron mi respuesta.

¿Te puedo acompañar al paseo? –preguntó-

Bueno –contesté complacida-

Antes de acompañarme a ese paseo, Dady se dirigió hacía sus compañeros, conversaron en un pequeño círculo entre ellos, y volvió hacía mi. Me di cuenta que algo entregaban ellos a Dady, y esa fue mi pregunta

¿Te ha dado algo? Eso me ha parecido ¿Qué era? –le interrogué-

Las llaves de la cabaña de las colchonetas. Íbamos a ir hacía allí a recoger los papeles de la programación de mañana, y he dicho que como iba a pasear contigo las recogía yo, así no tendrían que ir ellos.

Comenzamos a pasear, en silencio, recorrimos la piscina y enfilamos el paseo que conducía directamente a la playa. En la oscuridad y según caminábamos Dady me agarró la mano.

¿Puedo agarrarte la mano? –preguntó-

Si. No hay problema. –contesté al tiempo que le dedicaba una fija y directa mirada-

Así caminamos hasta la playa. El silencio y la noche daban un toque de romanticismo a la situación. En un momento determinado pasó la mano por encima de mi hombro y me giró hacía él. Nuestros cuerpos estaban frente a frente, y nuestras cara separadas por escaso centímetros. Nuestras miradas se encontraban. Un fuerte abrazo por mis cintura ayudó a que sus labios se juntaran a los míos, en vez de retirarme continué el beso, que poco a poco se iba haciendo mas profundo mientras yo abrazaba su cuello. Mi legua comenzaba a jugar con la suya, al tiempo que sus manos se iban deslizando y comenzaban a acariciar mi culo con un especial deseo. Me estaba entregando totalmente. Sus fuertes caricias por mi culo comenzaban a recoger hacía arriba mi falda. En unos segundos mi culo quedo totalmente al descubierto solo tapado por mi diminuto tanga, y por los dedos de sus manos que ya se habían agarrado fuertemente.

¡No, Dady! Nos puede ver cualquiera. Venga vámonos. Perdona, pero es mejor irse. –expliqué con cierta resignación-

Está bien linda. Deseaba besarte. Espero no te hayas molestado. –contesto con cierta lamentación-

No. No me he enfadado. Venga vamos

Tomamos el camino de regreso, en silencio de nuevo. Llegamos a la zona de la piscina.

Linda, tengo que ir a la cabaña a recoger lo que te dije. Acompáñame que tardo un minuto y luego voy a tu lado hasta el hotel. –me propuso-

De acuerdo -contesté-

Uno junto al otro nos dirigimos a la cabaña. Se veía súper atractivo con ese pantalón blanco pirata que transparentaba un poco su diminuto slip, mientras yo me mordía disimuladamente el labio inferior pensando en la oportunidad que había perdido al haber cortado sus intenciones. Al tiempo que caminábamos su mano derecha iba sacando las llaves de la cabaña. Al llegar a la puerta y después de rebuscar entre todas las llaves colocadas en su llavero, escogió una.

¡Creo que es esta! –comentó al tiempo de meter la llave en la cerradura-

Giro la llave mientras yo con los brazos cruzados contemplaba su figura. Una figura que cada vez me excitaba más.

Si. ¡ésta es! –señaló-

Abrió la puerta y pasamos dentro. Una pequeña mesa a nuestra izquierda, llena de utensilios y papeles, una silla, un pequeña lámpara, una ventana con una deteriorada persiana, que permitía ver el exterior si aprovechabas los agujeros que tenía, un montón de toallas perfectamente preparadas y dobladas, y diez o doce colchonetas apiladas conformaban todo su interior.

Pasa –me invito-

Gracias –contesté al tiempo que daba escaso pasos para entrar-

Los dos dentro, el se giró y cerró la puerta con la llave manteniéndola en la cerradura. Inmediatamente después se acercó a dar la pequeña luz de la mesa.

¿Por qué cierras con la llave? –pregunté-

Su contestación estuvo precedida por unos movimientos suyos. Nada mas darse la vuelta de encender la luz, me abrazó por la cintura me empujo hasta la pared y su boca se juntó con la mía. Mis brazos, casi instintivamente abrazaron su cuello al tiempo que nuestro beso se prolongaba, mi deseo era cada vez mayor, y mi coño comenzaba a tener una humedad especial. Sus manos comenzaron a acariciar mis hombros. En apenas unos segundos una de sus manos comenzó a descender por mi espalda. Mi culo era su objetivo. En unos segundos las caricias con su mano, comenzaron a generar en mí una pasión brutal. Su mano cada vez con más fuerza sobaba mi culo, mientras sus labios no se separaban de los míos, en un largo e intenso morreo cada vez más excitante.

He cerrado para que aquí no nos vea nadie. –contesto al finalizar su largo beso, mientras una de sus manos jugueteaba por dentro de mi falda con los límites de mi tanga- ¿no quieres? –prosiguió, sabedor de que me estaba encantando la situación-

¡¡Calla y sigue!! –le contesté al tiempo que mis labios volvieron a buscar los suyos-

Fue en ese momento cuando sus dos manos agarraron con fuerza mi culo, mi vestido quedó recogido a la altura de la cintura, al tiempo que yo trataba de abrir las piernas para poner las suyas entre mí. Su mano izquierda acariciaba y sobaba mi culo. Los besos eran cada vez más interminables, y acompañaban el movimiento de su mano derecha para buscar mi coño. Fue un momento de placer enorme, cuando su mano buscó entre mis piernas la posibilidad de separar mi tanga, cosa que consiguió. Mi vulva totalmente empapada no tenía problema en recibir sus "negritos dedos", uno, dos y hasta tres, entraron dentro de mí. Me sentía estremecer, sobre todo cuando sin sacar de mi interior los dedos, su otra mano empujó con fuerza mi escote hacía abajo. El elástico superior del vestido descendió con fuerza arrastrando mi sujetador y dejó al aire mis tetas totalmente duras y mis pezones considerablemente empinados. Era claro que ya iba a ser suya, y lo estaba deseando. Sus dedos continuaban dentro de mí haciéndome enloquecer, mientras su boca y su lengua mordían y chupaban mis tetas y mis pezones. Su otra mano seguía paseando por mi culo por el límite de mi tanga. Yo continuaba abrazada a él, pero mi deseo era tener cuanto antes en mis manos su poya. Una poya que la imaginaba grandiosa.

Sus dedos dentro de mí coño me iban a hacer enloquecer, nuestra lenguas cada vez compartían la saliva del otro, mi culo seguía siendo objeto deseado de su mano, que cada ve sobaba con mas fuerza. Sus dedos salieron de dentro de mi, la dos manos comenzaron a empujar, con fuerza, mi culo hacía él; mis piernas abiertas permitían notar su empalmada poya por encima de mi tanga, y mis movimientos de arriba abajo, totalmente compaginados con los suyos, me permitía tener una frotada que me iba a llevar a un sensacional orgasmo. De pronto su labios se separaron de mí, sus manos dejaron de tocar, empujar y sobar mi culo. Unos pasos suyos hacía atrás le libró de mi abrazo por el cuello. Se apoyó en las colchonetas apiladas, dos metros frente a mí. Sin querer mi vista se dirigió a su pantalón. Un tremendo bulto me confirmaba su tremenda empalmada. Estaba cachondísima, deseaba que fuera mía. Sin hubiera seguido frotándome contra ella me hubiera corrido seguro. Mi vestido recogido por la cintura y mi escote totalmente bajado, mi humedecido tanga y mis tetas estaban siendo destino de su mirada. Yo con cara de vicio y deseo, seguía mirando su abultado bulto.

¿Qué estas mirando? –preguntó-

Yo no contesté.

¿La quieres? –me volvió a preguntar estando recostado en las colchonetas apìladas, y con una cierta sensación de superioridad-

Sabes que si. –contesté sutilmente, concierto mimo y cierta sumisión-

¿La prefieres a la de tu marido? –me volvió a preguntar con una inmensa sensación de superioridad-

Yo no contesté. Me dirigí hacia él a besarlo con fuerza, al tiempo que mi mano se dirigía a agarrar con fuerza su desarrollada poya. Me abrazó por el cuello, mientras dejaba que yo fuera bajando su pantalón. Unos piratas de elástico de goma y un cordón que ajustaba, y que permitía que lo pudiera bajar sin problema. Su slip, su ajustado slip blanco, marcaban un sensacional paquete que rápidamente comencé a sobar con fuerza. Sus manos amasaban y aplastaban literalmente mis tetas, y mi mano manoseaba por encima del slip una poya que imaginaba descomunal por la erección que tenía. Poco a poco comenzó a arrodillarse, lo que obligaba a soltarle la poya, aunque él siguió sobándome con fuerzas las tetas hasta que se puso totalmente de rodillas delante de mí. Sus manos cambiaron mis tetas por mi culo y un fuerte empujón puso mi coño, tapado por un mínimo tanga rosa totalmente empapado y humedecido, junto a sus labios. Su boca y sus labios paseaban con fuerza por encima de mi tanga, mientras yo le agarraba la cabeza empujándola hacía mi con más fuerza. Su mano derecha soltó mi culo y busco moverme el tanga para meterme sus dedos. Entraban con suavidad, mi vagina totalmente mojada permitieron esa penetración. Yo me movía hacía arriba y hacía abajo para disfrutar de esos dedos que estaban causándome un placer especial, mientras mis manos continuaban empujando cada vez mas su cabeza hacía mi.

¡¡¡Dady!!! ¡¡¡¡Me voy a correeeeerrr!!!!! –exclamé con fuerza, demostrando un deseo puro-

¡¡¡Noooooo!!!!! Espera linda –contesto al tiempo que se incorporaba-

Me dio la vuelta me apoyo en las colchonetas y me tumbó sobre ellas boca arriba. Mis pies, con mis preciosas y altas sandalias de tacón blancas quedaron apoyados en el suelo, mientras mi cuerpo desde las rodillas hasta la cabeza quedaba cómodamente tumbado encima de esas colchonetas. Me quitó el tanga, con ojos de deseo se lo puso en la nariz y se lo pasó con deseo por los labios, antes de lanzarlo sobre la mesa. Con autoridad me separó las piernas, quedando mi coño totalmente abierto para él. Se volvió a arrodillar delante de mí, colocó sus piernas dobladas por la rodilla encima de sus hombros, me agarró con fuerza con sus manos por mi culo, para acercarme con fuerza hacía a él y comenzó a chupar, comer y lamer con fuerza mi coño totalmente empapado.

¡¡¡¡¡¡Siiiguuuueeeee, Dady!!!!!! ¡¡¡¡¡¡siiiggguuuuuueeeeee. No teee paaareeessss!!!! –exclamaba al tiempo que gemía de placer-

El no contestaba. Su boca y lengua estaban más entretenidas en otra cosa. Cada vez su pasión era mayor y mi calentura crecía al ritmo que él me seguía destrozando el coño con la boca. Su lengua jugueteaba con mi clítoris. Mi orgasmo se iba a producir.

¡¡¡¡Me vooooooooyyy a coooooooooorrrreeeeeeerrr!!!!! –grité-

Seguía sin contestar, pero los cada vez más rápidos movimientos y la fuerza que demostraba para comerme el coño me demostraron que lo estaba deseando.

¡¡¡¡¡¡¡ ¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAGGGGGGGGGGGHHHHHH!!! !!!!! –comencé a gritar al tiempo que me sobrevenía un sensacional orgasmo-

Mis manos apretaban con más fuerza su cabeza para que su lengua me penetrara mas, mi sensacional corrida estaba llenando sus labios de mis líquidos. No paraba de lamer su lengua mi clítoris, y sus labios absorbían con pasión mis labios vaginales totalmente desarrollados. No paraba de correrme mi orgasmo estaba siendo espectacular e interminable. Poco a poco mis convulsiones fueron cesando y mis gritos de placer acabaron con un suspiro de relajación.

Que bueno linda –me susurró Dady con una voz dulce y cariñosa-

No pude ni contestar. Se levantó, subiéndose del todo los pantalones ya que desde el momento en que le agarré su poya los había mantenido por la mitad del muslo, se tumbó encima de mí aprovechando la apertura de mis piernas. Sus labios se juntaron con los míos y pude notar una desmedida humedad en ellos, motivado por la mezcla de su saliva y mi corrida. Volvió a levantarse y se puso en pie junto a mí. Contemplaba mi cuerpo sobre las colchonetas, mis ojos entreabiertos, mi vestido recogido entero por la cintura, mis tetas al aire y mi coño humedecido que se podía ver totalmente desarrollado y húmedo por la posición abierta de mis piernas. Mientras me miraba se quitó la camiseta se bajó los pantalones, y dejó ambas prenda en el suelo.

Ven aquí, linda –me dijo al tiempo que sus manos agarraban las mías para ayudarme a incorporar-

Me puso de pie junto a él. A pesar de mi corrida seguía muy excitada. Volvimos a besarnos con pasión. Sus manos acariciaban mi espalda según me abrazaba, mientas las mías comenzaron a bajar su slip. Como un resorte apareció su poya, que yo noté al golpear contra mí. No lo dudé y comencé a arrodillarme frente a él. Mi boca ya estaba junto a su poya. ¡Como me imaginaba! Su poya era grande, poderosa, impresionantemente tiesa, con un capullo sonrosado que destacaba con el color de su piel. No dude ni un instante y la agarre con mis manos, por un momento se me pasó por la cabeza la fama del tamaño de la poya de los negros. Sólo de verla y saber que iba a ser mía me enloquecía. Mis manos se la llevaron a mi boca y comencé a lamer con mi lengua su rosado capullo. El con sus manos apretaba mi cabeza

¡¡Cométela entera linda!!! ¡¡¡es toda tuya!!!! –me decía animándome aseguir-

Yo no contestaba. Sólo levantaba la mirada mientras mi lengua lamía su capullo

¡¡¡métetela en la boca, vamos!!!! – me ordenó-

Mi boca en ese momento engulló su inmensa poya, mientras con mi mano derecha comenzaba a masturbarle. Mi boca realizaba un mete y saca ayudado por los empujones que con mi mano izquierda le daba en su culo. Sus manos empujaban con deseo mi cabeza hacía él.

¡¡Que bueno linda!!! ¡¡¡Que mamada!!!! ¡¡¡Sigue así!!!! –gritaba con placer-

Yo continuaba cada vez con más fuerza metiéndome su poya en la boca, al tiempo que con sus movimientos simulaba una follada impresionante. Sus gritos y gemidos comenzaron a ser mas seguidos, cada vez sus movimientos era mas rápidos, hasta que llegó. Llegó un impresionante chorro de leche caliente que inundo mi boca, su semen comenzaba a caer por las comisuras de mis labios, al tiempo que me la sacó de la boca para lanzarme a la cara sus últimos chorros de leche, que yo buscaba con mi lengua para aprovecharlos totalmente.

Me ayudó a incorporarme, me puso en pie junto a él. Nuestras miradas se cruzaron al tiempo que con mi lengua rebuscaba como podía los últimos restos de su semen junto a mis labios, mientras él, manteniéndome la mirada, acariciaba mi coño, y mis labios vaginales totalmente desarrollados.

¡Me encanta lo mojadita que estás, mami linda! –me dijo en un tono de pasión-

¡¡He gozado mucho, Dady!! –contesté-

Tranquila que no hemos acabado –prosiguió antes de encontrarnos en un sensacional morreo-

Sus brazos se fundieron con mi cuerpo en un maravilloso abrazo, al tiempo que aprovecho para quitarme el vestido, que arrastró mi sujetador, tirándolo donde pudo, y dejarme totalmente desnuda. Tan sólo las sandalias de tacón completaban mi vestuario. Sus manos se hicieron ya definitivamente dueñas de todo mi cuerpo, mientras las mías, después de quitarle totalmente el slip, que deje en el suelo, jugaban continuamente con su poya, que a pesar de la inmensa corrida que le había producido mi mamada continuaba tremendamente tiesa.

Dady me cambio de posición, me puso delante de él, dándole la espalda. En mi culo notaba la cercanía de su poya, el fuerte abrazo que me estaba dando me juntaba mucho más a él. Comenzó a dar pasos hacía adelante, sin soltar su poderoso abrazo, hasta que llegamos a las colchonetas.

Ponte de rodillas y apoya la cabeza y el cuerpo en las colchonetas. –me indicó-

Yo con una increíble sumisión obedecí. Mi cabeza quedaba apoyada en las colchonetas, igual que mi cuerpo de cintura para arriba. De rodillas le ofrecía mi culo y mi coño totalmente encharcado.

Separa las piernas, linda –me volvió a ordenar-

No puse ningún problema. Estaba deseando de ser otra vez follada, y sabía que era lo que iba a ocurrir. El se puso de rodillas detrás de mí. Jugueteo con sus dedos en mi coño. Y al instante volví a notar su enorme capullo a la entrada de mi coño. Un rápido empujón sirvió para metérmela entera.

¡¡Tómala linda!! ¡¡Tómala!! –gritó mientras empezaba a follarme de nuevo-

¡¡¡Que gusto!!! –grité con deseo-

Sus movimientos comenzaron a ser cada vez más fuertes. Su lento y rápido mete saca, que alternaba con inmenso placer, me estaban haciendo derretir. Su poya parecía que iba a salirse de mi coño, pero cuando quedaba sólo dentro una pequeña parte de su capullo, un gran empujón volvía a llenar mi vagina de su inmensa poya. Mi orgasmo estaba a punto de producirse.

¡¡¡¡Sigue Dady, me voy a correr!!!! ¡¡¡¡No te pares por faaaaaavor!!!! –le gritaba con un inmenso deseo-

Un ultimo empujón, acompañado por un grito diciendo "Toma para que goces", fue el inicio de otro maravilloso orgasmo. Mi coño comenzó a convulsionarse al tiempo que sus rápidos movimientos me estaban llevando a un cielo de sexo, mi orgasmo no paraba, seguía soltando líquidos que comenzaban a resbalar por mis piernas. Un suspiro de deseo y de tranquilidad le indicó que mi corrida se había producido. Estaba exhausta. Dady mostraba una fuerza brutal y un poderío inusual para follar. Sabía, además, lo que hacía. Era claro que en ese terreno era experto. Desde luego mucho más que mi marido. Sacó su poya y sin posibilidad de reponerme, me tumbo entera en las colchonetas, boca arriba, mientras se quedaba de pie frente a mí. Su poya esta imponente, creo que estaba incluso mas grande que al principio.

Ahora me toca a mi – me indicó-

Espera un poco estoy rendida –contesté-

No, linda, no. ¡¡Mira como me has puesto la poya de gorda-

Sin esperar a contestar me separó las piernas y se tumbo encima de mí, puso sus manos en mi culo para acercarme a él, y comenzó a besarme, al tiempo que mis piernas abrazaban su cintura.

Colócamela tu a la altura de tu cochito –me indicó-

Mi mano derecha agarró su poya para colocarle a la altura de mí cada vez mas húmedo coño, un fuerte empujón por su parte introdujo totalmente su poya dentro de mí. Mis piernas seguían abrazándole por la cintura mientras mis brazos hacían lo propio por su cuello. Las suyas no dejaban de sobar y manosear mi culo, al tiempo que me empujaba hacia su poya. La follada anterior y esta, hicieron que en apenas cinco o seis movimientos, mi coño volviera a estar inundado de su leche.

¡¡¡¡Vaya corrida!!!!! ¡¡¡¡¡Muévete más Dady!!!! –le animaba-

¡¡¡¡¡¡¡¡Muévete mas, linda!!!!!!! ¡¡¡¡Muévete tú también, no te pares!!!!! –contestó-

Notaba como su leche calienta no paraba de salir, estaba dándole una sensacional corrida. Sus movimientos comenzaron a ser más lentos, hasta que se dejo reposar entero su cuerpo sobre el mío. Mis manos atusaban su pelo, mientras dulces y cortos besos de cariño le daba en la mejilla.

¿Te ha gustado? –pregunté casi susurrando-

Fue una maravilla –contestó en el mismo tono-

Al momento su cuerpo se dejó caer hacía un lado, quedando los dos tumbados boca arriba, uno junto al otro. Estaba exhausta. Me apetecía relajarme, logré quedar medio adormilada. El momento había sido impresionante y necesitaba una relajación. Mis ojos quedaron entreabiertos disfrutando con mi mente de lo que había vivido. Pude contemplar con mis ojos entreabiertos, y casi sin prestar atención por la extenuación, como se ponía de nuevo el slip. Ese slip que le marcaba de una manera deseosa esa poya, que ya había sido mía. Cuando se lo colocó. Se puso de rodillas encima de la colchoneta a mi lado, y me dio un cálido beso en la mejilla que me relajó, casi quedando dormida, antes de ir a buscar sus pantalones. Un golpe corto y seco en la puerta le alertó. Yo estaba somnolienta, me pareció ser un sueño. Ni me moví de mi posición.

¿¿Siii, quien es?? –exclamo Dady, al tiempo que ponía su mirada en los agujeros de la desastrosa persiana de la ventana-

¡¡¡¡Abre, tíoo!!! ,somos Nico y Edgar.

¿¿Qué pasa?? –volvió a preguntar Dady-

Yo ni tan siquiera reaccionaba. No era consciente. Mi excesiva relajación, y las copas bebidas me tenían sumida en un profundo placer. Yo seguía tumbada en las colchonetas totalmente desnuda, con mis sandalias y los collares, pendientes y pulseras como únicos elementos que cubrían mi cuerpo. Dady abrió la puerta y los dos entraron. Caras de asombro y de placer envolvían sus miradas hacía mí. Abrí repentinamente los ojos.

¡¡¡¡¡Aggghhhhh!!!! ¡¡¡¡¡que hacéis aquí salir!!!!! –grité- ¿Qué pasa por que los has dejado entrar?-repliqué a Dady totalmente enfierecida, mientras con mis manos me intentaba tapar mis tetas y mi coño-

Dady no entendía nada.

¿Qué pasa? –preguntó Dady a sus amigos-

Estos no contestaban solo miraban con ojos lascivos y esbozando una picara y calenturienta sonrisa

¿Dónde esta mi ropa? –pregunté en un grito-

No grites…-me sugirió uno de ellos en una bajito tono de voz- Tu marido ha salido camino de la playa. Hemos venido sólo a avisaros.

¡¡¡¡¡¡¡Queeeeeeeeee!!!!!!! –grite asustada- ¡¡¡¡Dame enseguida la ropa Dady!!!

No se donde la tiré –me contestó-

Tu pequeño tanguita esta aquí encima de la mesa –me indicó el otro "visitante"

Solte mi mano que cubría mis tetas y traté de alcanzar mi tanga, cosa que no logré, pues el se anticipo a cogerlo. Junto sus manos teniendo mi prenda entre ellas mientras me lanzaba una mirada de placer. Ya me daba igual, me levante con rabia de la colchoneta, y sin cubrirme le cogí el tanga demostrando gran enfado.

¡¡¡Dámelo baboso!!!! –le espeté-

Toma ricura. ¡¡Jajajajaja!!!-contestó-

Vale tío, no te pases –le recrimino Dady- al tiempo que me colocaba el tanga mientras me fusilaban los dos con la mirada-

¡Venga Dady, búscame la ropa que me largo! ¡Si me pilla este me mata!

Detrás de las colchonetas en la parte delantera estaba mi vestido y mi sujetador, el caminar hacía allí, dejaba mi culo, cubierto ya por mi diminuto tanguita, y mi espalda a su vista total. Cogí las prendas, me coloque el sujetador, y me puse el vestido. Me atusé como pude el pelo, y me encamine a salir, abrí con rapidez la puerta.

Merce. Espera te dejas el bolso, cielo. –me dijo Dady-

Vete por aquí directa a la habitación, el marchó hacia la playa. –me indico uno de los que entraron en la cabaña, creo que era Edgar-

Salí corriendo encaminándome hacía la habitación, aunque me dio tiempo a oír la siguiente frase. "Vaya follada que has pegado a esta tía, que esta inmensa". No quise ni girarme y salí corriendo a la habitación. Al día siguiente al hablar con Dady, aprovechando la ausencia de mi marido por la actividad de submarinismo a la que había ido, me enteré que junto a las llaves, sus amigos le entregaron dos condones, que devolvió a sus amigos como prueba de que no le había hecho falta. Dady después de follar conmigo cambió su actitud hacía mi, tanto es así que reconoció que para sus amigos era una auténtica puta, y que para él, aunque me encantaba y le gustó follar conmigo también lo era. Textualmente me dijo "ya te tiene que gustar follar y ser una gran puta para poner los cuernos a tu marido como hiciste ayer y encima dejártela meter sin condón. Pero eso sí eres una auténtica máquina de follar". Tras decirme eso, una sonrisa pícara fue su despedida, acompañado por un sonoro "hijo de puta" que le lancé.

Esta aclaración ha cortado mi relato cuando me encaminaba a la habitación. Pues nada, que subí corriendo a la habitación, Javi no estaba. Me metí en la ducha, me seque, me puse un tanguita, y cuando estaba poniéndome el camisón entró Javi. No quise mirarle a los ojos, no por arrepentimiento sino por el temor que me hubiera pillado. Un abrazo suyo me tranquilizó.

Perdono tía por lo de esta noche. –se disculpó-

En ese momento me quise morir. Me acaba de follar y de haber comido la poya a un tío y encima me pide perdón. Aun así le abracé y le bese, nos metimos en la cama y complací su deseo de follar conmigo. Me estaba sintiendo en ese momento una auténtica cerda, y un zorrón y un putón. No era para menos. Lo malo para mí es que era la auténtica verdad. Al día siguiente descubrí que para Dady también. Hasta el principio de este año 2008, no he tenido más remedio que reconocer que me encanta follar, y me he demostrado a mi misma lo puta que soy. Ya contaré alguna otra aventura mía, menos mal que desde el día de Reyes (relato que se encuentra en confesiones), parece que me he tranquilizado, y disfruto mas y mejor de mi marido, aunque el pobre ha soportado bastantes cuernos en años anteriores.