Infidelidad devenida en trío incestuoso

Lo que pasó entre Gloria, mi cuñada, Juan, mi hermano y yo.

Infidelidad devenida en trío incestuoso

En el recinto estábamos tú y yo,

tú y yo solamente nos besábamos,

nuestras partes apenas nos rozábamos

casi como diciéndoles “adiós”.

Pero luego, con bríos renovados,

remontábamos aquel río de fuego

y, entregándonos de nuevo a nuestros juegos,

hacíamos un festín con el pecado.

Y así seguimos, intimando juntos,

lengua con lengua, mano contra sexo,

cual si no existieran otros nexos

con qué comunicarse, en este mundo,

hasta que abrió la puerta Juan, mi hermano

“¡mi marido!” gritaste y, de tu lecho,

saltaste casi hasta llegar al techo

escondiendo tu rostro entre tus manos..

Sin embargo, tranquilo, lento y quedo,

y musitando un “yo también existo”,

se desnudó y, como si nada hubiera visto,

comenzó a poseerte con denuedo.

Según fueron pasando los segundos,

dando su aceptación por entendida,

fui reacercando mi mano comedida

al renovado ardor de ese conjunto,

y dos se hiceron tres, se hicieron uno,

pechos, bocas y manos  encendidas,

febriles de pasión enardecida,

palabras soeces, sin pudor alguno..

Así llega a su término esta historia

de una infidelidad que se hizo un trío

integrado por mí, un hermano mío

y mi cuñada, la insaciable Gloria.