Infidelidad consentida ?
Los días de aquel final de verano se me estaban haciendo especialmente interminables e insoportables.
Los días de aquel final de verano se me estaban haciendo especialmente interminables e insoportables. Mi vida transcurría en una tediosa monotonía que circulaba entre el trabajo en una tienda de perfumería y bisutería de un gran centro comercial, y las largas y aburridas veladas en casa de mi madre.
Los días grises y apagados de aquel Oviedo, no contribuían más que a hacer aún más lánguida y triste mi vida, y que la falta de alegrías e ilusiones marcase más mi estado de ánimo.
Yo tenía novio, Guillermo, con el que llevaba cuatro años largos de relación, pero en aquella época estaba trabajando fuera, por lo que apenas nos podíamos ver. Eso sí, hablábamos muchísimo por teléfono, contándonos las cosas del día a día, recordándonos mutuamente lo mucho que nos queríamos, e incluso alguna vez, nos decíamos cosas calientes para excitarnos desde la distancia. En esas veces de calentura telefónica, alguna vez me insistía en que tuviera sexo con algún otro chico, cosa que a mi me parecía horrible, e incluso no entendía como le podía gustar que me entregase a otro chico, y pensaba si sería una señal de que ya no me quería.
Apenas si salía de casa, pues mis amigas de toda la vida tenían todas novio, y aparte de algún café de amigas a media tarde, el resto lo pasaba en casa de mi madre.
Una tarde muy aburrida en la tienda, una de mis compañeras, xxx, sabiendo la aburrida vida que llevaba, me propuso salir después del trabajo a cenar algo con ella y sus amigas, y tomar luego una copa. En principio el plan no me hacía mucha ilusión, pero ante la perspectiva de estar aburrida en casa, me animé y le dije que de acuerdo.
Cuando terminó la jornada laboral, a las diez de la noche, nos fuimos Belen y yo hasta el piso que esta compartía con unas amigas, para arreglarnos y maquillarnos un poco. Yo, como no contaba con salir de noche, llevaba una ropa muy corriente, por lo que me prestaron una falda negra y una blusa blanca un poco transparente, que dejaba intuir bastante el sujetador.
Ya arregladas nos fuimos a tomar unos pinchos a alguno de los bares de moda en aquella época, que estaban atiborrados de gente, y en los que pude comprobar las numerosas miradas y sonrisas que me regalaban los chicos de allí. Yo procuraba no prestarles atención, pues no me apetecía nada que se acercasen a darnos conversación buscando rollo.
Recorrimos tres locales, en los que nos tomamos unos vinos y algún pincho, hasta que ya por la hora, decidieron que era el momento de tomar una copa en un pub de moda del Oviedo antiguo. Yo me adaptaba a sus planes y me dejaba llevar.
Entramos en un pub bastante animado, aunque aún no estaba atiborrado, nos pedimos unas copas y charlábamos animadas por la música, las copas y el ambiente. Las compañeras de Belen no paraban de mirar a un lado y otro, mirando a los chicos del pub, y comentando de cada uno. Se las notaba mucho que tenían ganas de rollo, y pienso que los chicos también lo notaban. Por el contrario yo no tenía ninguna gana de que se nos acercasen, pues no tenía ganas de nada más que pasar un buen rato de conversación y risas con las chicas, y no me apetecía nada tener que dar conversación a los tíos.
Así estábamos al lado de la barra, charlando y riendo, cuando por detrás de mi se acercaron dos chicos y nos saludaron. Se presentaron, nos preguntaron nuestros nombres y comenzaron a hablarnos de las típicas trivialidades que se dicen en estas situaciones. Parecían agradables y educados, por lo que les seguimos la conversación, y yo que, aunque no tenía ganas de hablar con ningún chico, les hablaba con naturalidad por educación.
Poco a poco, y de forma casi imprecisa, ellos fueron dirigiendo la conversación hacia Belén y a mi. Uno de ellos, Jose, que era el más alto y quizás el más guapo de los dos, sin ser un adonis, prácticamente no hablaba más que conmigo, y el otro, del que no recuerdo el nombre, lo hacía con Belén. Y así estuvimos un buen rato, hasta que las otras tres compañeras de piso, viendo que allí no tenían nada que hacer, nos dijeron que se iban a otro pub. Nosotras les dijimos que esperaran un rato y nos íbamos juntas, pero Jose y el amigo reaccionaron rápido y nos dijeron que acabásemos tranquilamente las copas, y que después ellos nos acompañaban hasta el otro pub. Y en ello quedamos.
Continuamos charlando y tomándonos las copas, y tengo que reconocer que Jose era un chico muy agradable, y que estaba pasando un buen rato que me hacía olvidar el aburrimiento de mi vida cotidiana.
Cuando terminamos las copas, les dijimos que nos íbamos al pub donde estaban nuestras compañeras, y ellos nos acompañaron. Ya en el camino hasta el otro pub, ellos habían definido sus preferencias, y Jose caminaba a mi lado, y su amigo junto a Belén
.Llegamos al pub y nos dirigimos a la barra, buscando a nuestras compañeras, pero por más que buscamos, ellas ya no estaban allí, por lo que decidimos pedir unas copas. El pub estaba hasta arriba de gente, y entre el ruido de la gente y la música, era muy difícil mantener una conversación, por lo que Jose nos propuso ir a sentarnos al fondo, que parecía un poco más tranquilo y podríamos charlar mejor. Así lo hicimos, y efectivamente se podía hablar un poco mejor, aunque eso si, había que aproximarse bastante para oírnos.
Continuamos charlando y riendo, mientras íbamos consumiendo las copas, que por cierto, a mi ya me estaba afectando un poco. La verdad es que nos lo estábamos pasando bien, y me estaba sirviendo como válvula de escape a mi monótona vida.
Jose parecía muy interesado en saber cosas de mi, cosa que no era recíproca, pues yo no tenía demasiado interés en saber de su vida, y me preguntó que por donde solía salir en Oviedo, puesto que nunca me había visto por ninguno de los muchos locales de moda de aquel entonces, y yo le dije que no solía salir de copas. Insistió en el tema y me preguntó intentándome halagar, que como era que una chica tan guapa y tan simpática no salía de casa, a lo que le contesté que es que tenía novio, aunque ahora estaba trabajando fuera de Oviedo, y que por eso apenas salía.
Se quedó un poco cortado con mi respuesta, incluso se le notó cierto disgusto, pero enseguida reaccionó y me dijo que bueno, que lo más normal era que una chica tan guapa como yo tuviese novio, pero que si alguna vez me encontraba aburrida, que le llamase y podríamos charlar y tomar unas copas que me sirviesen de distracción. Me lo dijo de una forma tan natural y en plan de amigos, que aunque por compromiso, le dije que bueno, que ya veríamos.
Continuamos charlando y cuando terminamos las copas, ellos nos propusieron tomar unas más, pero yo enseguida dije que era muy tarde, y que me tenía que ir para casa. Mi compañera Belén, que se le notaba que lo estaba pasando muy bien, y que quería ir un poco más allá con su chico, me insistió para que tomásemos la última, pero yo, aunque no lo estaba pasando mal, les dije que no, que era muy tarde y me tenía que ir. Entonces Jose volvió a reaccionar rápido y dijo que no se preocupasen, que el me acompañaría a casa, y que ellos siguiesen tomando una copa más.
Aunque no me apetecía nada llegar a casa acompañada por otro chico distinto de Guillermo, accedí, pues comprendí que era la única salida que me quedaba. Así que Jose y yo salimos del local, y fuimos caminado hasta su coche, charlando de cosas triviales, hasta que nos subimos en el coche y me llevó hasta casa.
Ya parado el coche delante del portal, me acompañó a la puerta para despedirse, y me dijo que lo había pasado muy bien, y que le había encantado conocerme, y me volvió a repetir que si algún día estaba aburrida y no sabía que hacer, que le llamase para salir y tomar algo. Yo le dije que también me lo había pasado muy bien, y por no alargar más la despedida, pues ya tenía ganas de meterme en la cama, la dije que de acuerdo a su proposición.
Entonces acercó su cara como para darme dos besos, y yo deje la mía como para recibirlos, cuando dando un giro rápido, me dio un beso suave en los labios. Yo no supe reaccionar, pues me cogió totalmente de sorpresa, pero tampoco me sentó mal, pues fue muy suave, lo que se llama un piquito. El se quedó mirándome intensamente a los ojos, mientras yo le aguantaba la mirada, y le sonreí, pero no le dije nada más, y diciéndole adiós, me metí rápidamente en el portal.
Ya estando en casa, metida en la cama, me quedé pensando en lo que había pasado, y me sentía traidora por haberme dejado besar, aunque por otro lado me sentía halagada por haber interesado a un chico, y la verdad, tampoco fue para tanto. Un simple piquito de amigo.
Y con esos pensamientos me dormí.
Al día siguiente en la tienda, lo primero que me preguntó XXX fue por que tal ayer con Jose, a lo que yo le respondí que me lo había pasado bien en general, que era un chico muy agradable y divertido, pero nada más. Tampoco quise darle más importancia, por lo que ni siquiera le pregunté por su amigo, aunque el tema me volvió a traer a la cabeza el beso de despedida que me dió Jose en el portal.
El resto de la semana transcurrió igual de monótona que siempre, y yo proseguí con mi aburrimiento característico, únicamente alegrado con la llamada de mi novio, al que le conté que había salido a cenar y a tomar unas copas con Belén y tres compañeras más, y que lo habíamos pasado muy bien, pero desde luego no le conté nada de lo sucedido con Jose. El me preguntó varias veces que si había ligado, que si había tenido mucho éxito con los chicos, pero yo le dije que bueno, que si me miraban, pero que no quería nada con otro que no fuese el. Que le quería muchísimo y que sólo quería estar con el, y que a ver si venía pronto a Oviedo a pasar unos días, que le necesitaba y que necesitaba sentirle cerca y dentro de mi.
Pasaron los días, y el viernes por la tarde Belén me dijo que el amigo de Jose le había dicho que Jose estaba muy interesado e insistía mucho en que nos volviésemos a ver el sábado, y saliésemos a tomar algo con ellos. Yo le dije que no me apetecía nada, que saliese ella con el amigo, pero que conmigo no contasen. Me volvió a insistir varias veces más, pero a la vista de mi actitud tajante dejó de hacerlo.
Esa noche me llamó Guillermo, y enseguida le noté que estaba muy cariñoso y caliente, y empezó a decirme cosas sexy y morbosas, que hicieron que se me encendiese un poco el cuerpo, y volvió a insistirme en que tuviera sexo con otro chico, para que conociera lo que era hacerlo con otro, que sólo le conocía a el y que sería bueno que tuviese otras experiencias. Yo enseguida le decía que no, que si estaba loco, que si era que ya no me quería, etc., pero el volvía a insistir, hasta que me cansé del tema y lo corté.
La verdad es que con la conversación me puso un poco caliente, y esa noche en la cama empecé a fantasear mientras me acariciaba ligeramente, pero desde luego no tenía ninguna intención de estar con otro chico.
El día siguiente, sábado, por la mañana salí a dar una vuelta con una amiga, y a tomar un vino, para hacer tiempo hasta la hora de trabajar, pues entraba por la tarde a las cuatro, hasta las diez. Después comí con mi madre y mi hermana, y salí un poco temprano de casa para poderme tomar un café tranquila antes del trabajo.
Mientras comía, me venía a la cabeza la invitación mi compañera para salir esa noche con Jose y su amigo, pero mi cabeza decía que no debía, por mucho que insistiera mi novio para que lo hiciera con otro, y mi cabeza volvía a decir que no, además de que no me apetecía nada, pero no se por qué extraño impulso, quizás por un “por si acaso” me animaba a salir a última hora, al hacer la bolsa donde llevaba el uniforme metí también una falda de cuero negro, una blusa blanca de seda muy amplia y unos zapatos con mucho tacón.
Estaba tomando el café en una cafetería muy cerca del centro comercial donde trabajaba y no hacía mas que darle vueltas a la cabeza, ya que por un lado me decía que no debía salir esa noche, y por otro lado, no me disgustaba agradar a un chico y tenerle pendiente mi, y más siendo tan simpático como Jose.
Terminé el café y me fui a la tienda, me puse el uniforme, y estuve trabajando toda la tarde sin parar, pues hubo bastante jaleo de clientes. Tanto que se me pasó la tarde volando sin darme cuenta.
Cuando ya estábamos recogiendo para cerrar, se me volvió a acercar Belén insistiéndome para salir a cenar los cuatro, y aunque yo al principio lo rechace, pero ante su terca insistencia, en un momento dado me dije: por que no ? Es simplemente una cena y unas copas con unos amigos, no hay nada malo en ello. Además, la otra alternativa era estar en casa con mi madre viendo una película en la tele.
Fui al cuarto que teníamos para cambiarnos, me maquille ligeramente, me pinte un poco los ojos y los labios, me puse la falda negra de cuero, un poco por encima de la rodilla, pero sin llegar a ser minifalda, mi blusa blanca y mis zapatos de tacón. Me miré al espejo, y me vi muy bien, algo llamativa y sexy. Belén cuando me vio exclamó por lo atractiva que estaba, y me dijo: vaya, vaya, con la que no quería salir, y lo preparada que ha venido ! Yo me limité a sonreír.
Salimos de la tienda, y en la calle nos estaban esperando Jose y el amigo, que no pudieron reprimir su admiración por lo guapas que íbamos. Fuimos a cenar a un restaurant especializado en pequeñas raciones que estaba muy de moda en Oviedo, y lo pasamos muy bien, entre risa y risa, y con los primeros efectos del vino blanco fresquito que entraba como si nada. Se nos pasó el tiempo volando, charlando unas veces los cuatro, y otras veces por parejas, comiendo y bebiendo.
Cuando terminamos de cenar, después de unos chupitos invitación de la casa, yo estaba un poco mareada, y algo desinhibida, y comenzamos a caminar en dirección a un pub donde íbamos a tomar unas copas. Belen y el amigo iban delante, y Jose y yo detrás, charlando divertidamente, y el haciéndome burla con alguno de los traspiés que pegue, pues entre el vino, los chupitos y los tacones no caminaba muy firme, y en un momento determinado, sin ninguna razón, se paró, y lógicamente yo también, y le pregunté si pasaba algo, a lo que el, cogiéndome por la cintura y acercándome hacia el, se me acercó y me plantó un beso en la boca que me dejó anonadada, pues no me lo esperaba. Fue un beso suave pero firme, intenso, más largo de lo debido, en el que mi cabeza se dejó llevar, y que a pesar de no quererlo, tengo que reconocer que me halagó y me gustó, aunque me tuve que hacer la enfadada, para que no creyera lo que no era.
Cuando comenzamos a caminar de nuevo, estaba como en una nube, no explicaba lo que me había pasado, y el por qué me había dejado llevar, pero lo cierto es que no me había molestado, es más, me había gustado que el se lanzara, y me había gustado mucho el beso, aunque por otro lado no quería ir a más.
Llegamos al pub, y nos sentamos los cuatro en un sofá, las dos chicas en el medio, y ellos uno a cada lado. El sofá era bajo, por lo que yo al sentarme, la falda de cuero se me subió bastante, y dejaba ver el lateral del muslo hasta casi el lateral del culo, lo que provocaba que Jose no me quitara ojo de encima. Bueno Jose y otros tantos chicos cuando pasaban por delante de nosotros, pero a mi me estaba gustando el juego de encender pasiones en los chicos.
Mientras conversaba con Jose, podía ver como Belén y su amigo estaban de lo más apasionado, fundiéndose en abrazos y besos, únicamente interrumpidos para dar un trago a las copas. Yo por mi parte me limitaba a charlar y reír con las ocurrencias que me contaba Jose, pero intentaba mantener las distancias para no darle más alas, pues ya me parecía que me había pasado con el beso que me dio en la calle.
Charlamos, reímos, bebimos y nos lo estábamos pasando muy bien en plan de amigos, mientras Belén y su amigo no paraban de besarse. También era normal, pues ninguno de los dos tenían pareja, ni estaban comprometidos.
Cuando terminamos nuestras copas, Jose nos propuso al resto del grupo el ir a tomar la siguiente a su casa, a lo que Belén y su amigo dijeron que si enseguida, pues lo estaban deseando, pero yo me mostré reticente, puesto que no quería complicarme más la vida, y sabía que si iba a su casa Jose iba a intentar ir a más y se iba a producir una situación muy incomoda cuando le dijese que no. Pero Belén se dirigió a mi en privado para insistirme, y decirme que lo hiciese por ella, y que por lo menos fuese a casa de Jose, y que si no quería hacer nada, que no lo hiciese, y si en un momento me quisiese marchar, Jose me llevaría a casa.
Ante tanta insistencia, y para no parecer una borde, ni hacerle la faena a mi compañera, accedí.
Llegamos a casa de Jose, y este puso algo de música, encendió una lámpara de pie que daba una luz no muy intensa, y los dos chicos se fueron a la cocina a preparar los cubalibres, mientras Belén y yo nos habíamos sentado en el sofá, y me empezó a decir que no fuese tonta, que me divirtiese, que además Jose era un tio bueno y simpático de los que no se encuentran todos los días, y que aprovechase la situación. Yo le insistí en que no iba a hacer nada, que tenía novio y no le iba a ser infiel. Al decir esas palabras, me acordé de las palabras de Guillermo cuando me insistía para que probase a hacerlo con otro, pero enseguida mi cabeza lo rechazó.
En esa conversación estábamos cuando entraron los dos chicos en el salón con los cubalibres en la mano, y nos los pasaron. Se sentaron en el sofá, cada uno a un lado, y nosotras en el medio, aunque estábamos muy apretados, y de hecho ellos se tenían que sentar en el borde del sofá. Brindamos los cuatro, y comenzamos a beber.
Enseguida Belen y su amigo comenzaron a besarse muy apasionadamente, y de reojo podía ver perfectamente como el amigo le había abierto la blusa y le estaba metiendo mano en las tetas mientras se fundían en besos. Mientras tanto Jose y yo procurábamos mantener una conversación fluida, a pesar de que a mi se me notaba la tensión con la situación, pues no quería pasar de ahí, y ya me parecía que me había pasado con el beso que me había dado antes en la calle.
Así continuamos un rato, Jose y yo charlando y bebiendo, y Belén y su amigo besándose y metiéndose mano por todas partes, hasta un momento en que se levantaron los dos, y cogidos de la mano nos dijeron que se iban a la habitación.
Allí nos quedamos Jose y yo, solos en el sofá, en una situación que se notaba incomoda para ambos, pues me imagino que el ya contaba con que le iba a rechazar sus pretensiones, pero por otro lado, su papel de hombre le obligaba a intentarlo.
Continuamos bebiendo, y charlando con naturalidad, y mientras lo hacíamos, el puso su brazo en el borde superior del sofá, y con dos dedos empezó a acariciarme muy suavemente el cuello por detrás, jugando con los cabellos rizados que nacen en esa parte. Al principio me sobresalté un poco, pero por otro lado me gustó, por lo que sin decirle nada le dejé seguir, haciéndome el firme propósito de que no le iba a dejar ir a más.
La verdad es que las caricias eran deliciosas, y me daban mucho gusto, por lo que unido a la bebida y a la conversación amena de Jose, estaba como en una nube placentera. Así permanecimos un buen rato, y yo me encontraba en la gloria, incluso a veces cerraba los ojos mientras el me acariciaba el cuello, y entretanto mi cabeza no sabía distinguir si estaba con mi novio a con Jose, por lo que me dejaba hacer.
Poco a poco, de manera casi imperceptible, con avances y retrocesos, los dedos de Jose iban haciendo incursiones por el cuello, las orejas, a veces hasta los hombros, mientras que yo opté por cerrar los ojos, dejarme hacer y concentrarme en lo que sentía, sin pensar ni en quien me estaba acariciando, ni en sentimientos de culpa, ni nada más. Simplemente disfrutar y sentir.
En una de esas, mientras yo permanecía con los ojos cerrados, sentí como unos cálidos labios besaban los míos y me dejé besar, disfrutando del momento, sin pensar en nada que no fuera disfrutar y sentir, hasta un momento en que tomé cierta iniciativa y mientras nos besábamos mi lengua se introdujo en su boca y jugaba con la suya. Me estaba dejando hacer, mientras Jose, que lo estaba percibiendo, aprovechaba el momento de entrega para descender su mano por mi pecho, abriéndose paso primero por la blusa, y luego por el sujetador, hasta alcanzar mi pecho y acariciarlo suavemente, jugueteando con el pezón, que para aquel entonces estaba duro como una piedra.
La verdad es que yo ya no pensaba en nada más que disfrutarlo, y dejar que mi piel y mi cuerpo sintieran sus caricias. Continuo jugando con mi teta, y pasando a la otra de vez en cuando, mientras me besaba, o mejor dicho, nos besábamos con pasión.
De repente tuve un acceso de cordura, y me pregunté que era lo que estaba haciendo, dejando que un chico disfrutara de mi, y besándole de aquella manera, pero sus caricias y sus besos pudieron más y me deje hacer y disfrutar, mientras pude notar como desabrochaba mi blusa, y luego mi sujetador, dejando mis tetas al aire para poder acariciarlas y besarlas cómodamente.
Yo me encontraba ya fuera de alcance, pues había alcanzado el punto de no retorno, y ya no era que me dejase hacer por las manos experimentadas de Jose, si no que empecé a tomar cierta iniciativa, acariciándole el cuello, desabrochándole su camisa para poder acariciar su pecho, besándole sus pezones, y sintiendo placer.
El debió comprender que la batalla contra mis reticencias estaba ganada, y que podía seguir avanzando, por lo que empezó a acariciar mis muslos, primero por encima, en movimientos de avance-retroceso, luego por la cara interior de ellos, mientras que yo separaba un poco las piernas para facilitar su avance, hasta que llegó a mis braguitas, y supongo comprobaría que estaban empapadas. Allí empezó a acariciar mi chochito por encima de las bragas, mientras que yo me deshacía de gusto, y luego, apartándolas con un dedo siguió acariciándome hacia arriba y hacia abajo, mientras que mi jugo regaba sus dedos.
Yo estaba que no podía más, fuera de órbita con sus caricias en mi sexo, y con sus besos, y entonces acerqué mi mano a su paquete para comprobar su situación y tamaño, y para darle gusto a el. Estaba duro como el acero, y me moría de ganas de poder tocarlo, por lo que le desabroché el cinturón, le bajé la bragueta, introduje mi mano y liberé al monstruo de su prisión. No pude resistirme a mirarlo, y me impresionó por lo rígido que estaba, por su anchura y por lo gordo y morado que estaba su capullo.
Se lo empecé a acariciar hacia arriba y hacia abajo, mientras el me hacía lo propio con mi chochito. Los dos estábamos que no podíamos más, y nos empezamos a quitar la ropa el uno al otro, procurando dejar de acariciarnos lo menos posible, hasta que nos quedamos completamente desnudos los dos. Entones el me tumbó en el sofá a la larga, y se puso a mi lado sin dejar de acariciarme el coño, mientras que yo le acariciaba la polla, y ambos nos besábamos con autentica locura. En ese momento el se puso encima de mi, y comenzó a besarme las tetas con una mano, mientras con la otra sujetó su polla y la colocó en mi chochito, introduciendo la punta de su capullo dentro de mi. Yo pegue un leve respingo, y me puse un poco nerviosa, pues tuve un pequeño instante de lucidez, consciente de que por primera vez en mi vida, un hombre que no era Guillermo iba a entrar en mi, pero la calentura que tenía ya en esos momentos me hicieron comprender que ya no había vuelta atrás, y además lo estaba deseando.
Jose debió percibir perfectamente la situación, y aguantó unos instantes su polla en la misma posición, para después introducirla un poco más, y luego retroceder otro poco, y así, en pequeños movimientos muy suaves y lentos hasta que llegó al final y tenía todo su pene dentro de mi. Se quedó inmóvil unos segundos, en los que yo me sentí llena por completo, y poco a poco fue metiendo y sacando cada vez con un ritmo más rápido e intenso, que me estaba llevando al paroxismo. Nunca había sentido tanto como lo estaba sintiendo ahora, y me encontraba como una loca poseída de un placer infernal, chorreando jugo por mi sexo como un manantial, hasta que mi vientre se empezó a convulsionar, mi cabeza a nublar, me retorcía de placer como una serpiente, mi sexo se contraía aprisionando su polla, hasta que no pude aguantar más y me corrí en el orgasmo más intenso que nunca había tenido nunca.
Jose no aguantó ni unos segundos más, y empezó a tener unos movimientos espasmódicos de su polla, hasta que se corrió dentro de mi, inundándome con su semen todo mi ser.
Agotados por la intensidad y por el placer experimentado, nos quedamos tumbados en el sofá, abrazados el uno al otro, recuperándonos del esfuerzo hasta que los latidos de nuestros corazones recuperaron su ritmo normal.
Así permanecimos abrazados durante un buen rato, amenizado por suaves caricias en todos los rincones de nuestros cuerpos, hasta que me incorporé un poco, le di un beso muy intenso en la boca, y le dije que me había encantado, que nunca había sentido lo que había sentido esa noche, y que era un chico maravilloso.
Después me incorporé del todo y comencé a buscar mi ropa para vestirme, y aunque el me sujetó por el brazo diciéndome que nos quedáramos un poco más, yo me separé y le dije que había sido tan maravilloso que prefería quedarme con ese recuerdo, y que además, en cualquier momento podías salir Belén y su amigo del dormitorio y pillarnos así desnudos.
Me besó de nuevo, nos vestimos y me llevó hasta casa, donde nos despedimos como dos amantes apasionados, con la promesa de volvernos a ver.
Ya metida en la cama, mi cabeza empezó a recordar todo lo sucedido esa noche, minuto a minuto, segundo a segundo, y a pensar en que, a pesar de mis reticencias iniciales, me había gustado hacerlo y había disfrutado como nunca lo había hecho hasta ahora. También tuve unos segundos de mis pensamientos para Guillermo, mi novio, y lo único que pensaba es que ya que el me lo había pedido, pues ahora ya no podía recriminarme nada. Y que no me arrepentía de nada, es más me alegraba muchísimo de haber dado el paso adelante y haber sentido lo que había sentido.
Y me dormí.