Infidelidad con madurito

Cuando era novio de mi actual esposo le fui a él por primera vez infiel con un paisa madurito.

INFIDELIDAD MADURA

  • Una primera infidelidad, aun de novios, a mi actual esposo.

Amigos, para quienes han leído mis anteriores relatos les pido mil disculpas, pues el matrimonio y el trabajo me han absorbido totalmente, pero aquí vuelvo para contarles una de mis historias, totalmente reales, pues no sé si les pasa también a ustedes, mí me gustan las historias reales, no las fantasías.

Les contaré de mi primera infidelidad.

Fue hace seis meses después de empezar una relación sentimental con quien es hoy mi esposo. Como es habitual, los viajes son las mejores oportunidades para las aventuras y que estas no te generen problemas más adelante.

Resulta que me encontraba trabajando para una pequeña agencia de publicidad. En realidad apenas estaba comenzando en el mundo de la publicidad, no había terminado mi carrera y quería ganar experiencia.

Fue entonces cuando mi jefe nos anunció que había una cuenta de publicidad de una importante multinacional que había abierto convocatoria para que todas las agencias de publicidad del país crearan estrategias publicitarias para sus nuevos productos.

De conseguirla, se convertiría en la principal cuenta de la oficina y esta dejaría de ser pequeña.

Nos dividimos en grupos de tres y durante dos meses trabajamos intensamente en ello, hasta que logramos confeccionar una propuesta muy competitiva.

Llegó el momento indicado, había que viajar a Cali, una ciudad entre las más importantes de Colombia, donde se haría la presentación.

Mi jefe decidió que viajara con él, junto a dos compañeros más. "Siempre es bueno tener el tacto femenino dentro de este tipo de negociaciones", decía él.

Viajamos allí un martes, la idea era volver el jueves o viernes a más tardar.

El martes mismo fue nuestra presentación y todo salió muy bien, sólo unos días después sabríamos si la cuenta era nuestra o no, y para ello tendríamos que quedarnos en Cali.

Allí, en el Hotel Intercontinental nos instalamos. Mis compañeros y jefe tenía conocidos en la ciudad y por ello salieron y yo les perdí el rastro.

Pero la historia que les vengo a contar ocurrió en el desayudo, en el restaurante del hotel.

Luego de aprovechar muy bien el gimnasio de seis de la mañana a ocho, bajé, no sin antes bañarme, al restaurante. Ya terminando de desayunar, entro un hombre, con ropa deportiva y el diario en la mano, que se sentó junto a mi mesa.

Me miraba, le devolví la mirada con una sonrisa y de inmediato un pequeño saludo.

Hola

Hola, ¿cómo está?

Muy bien ¿Y tu?

Bien gracias.. ya terminando de desayunar.

Me había visto de lejos en el gimnasio y la charla se fue por ese lado. Pedí un café, es una costumbre que no he podido dejar, el café luego de las comidas.

Te puedo acompañar con un café (me dijo).

Claro (le respondí).

Discúlpame, no me he presentado, me llamo Hernando.

Mucho gusto, soy Sonia.

Para no hacer el cuento tan largo, en la casi una hora que charlamos, me contó que era un paisa (antioqueño), que desde hace 15 años vivía en Nueva York por cuestiones de trabajo.

Como buen paisa iba por su tercer matrimonio y velaba por el bienestar de sus seis hijos, una cifra considerable a sus bien llevados 52 años de edad.

Desde hace siete había decidido dejar la adicción al cigarrillo y alcohol para entregarse al ejercicio, lo que lo mantenía con una salud optima y un estado físico inmejorable, el cual se le notaba con el tipo de prendas de vestir que llevaba.

Se le hacía tarde, tenía un almuerzo en la zona industrial de Yumbo, cerca de Cali, así que se despidió no sin antes invitarme a cenar.

Sonia nos encontramos aquí a las siete.

Vale.

Así se fue.

Hasta el momento me parecía un hombre simpático, agradable, sincero, pues jamás ocultó su estado civil, pero no me había coqueteado, y pues por mi lado no sentía una atracción arrasadora por él. Creí que todo se quedaría en una buena cena. Ya saben no soy una persona de planes de aventura a largo plazo, si vienen bien, si no, pues no.

Un vestido oscuro, un peinado sencillo y maquillaje suave, como siempre lo uso, fue lo que elegí para esa noche. A eso sí, antes de salir llamé a mi novio (esposo hoy en día), para charlar y decirle todas las cosas que los novios quieren escuchar cuando una está lejos. También decirle que iba para una cena de trabajo, en ese tiempo no tenía yo teléfono móvil. Fue por se viaje, que mi novio me obsequió uno. La verdad no era de mi gusto.

A las siete estaba abajo, cuando él llegó, vestido no tan informal como en la mañana, un pantalón suave y una camisa manga larga sin corbata, el clima era propicio para ella.

La verdad creí que comeríamos en el hotel, pero no, salimos y estaba preparada una camioneta 4X4, con vidrios polarizados, en la cual arrancamos y dos carros más nos siguieron. Eran sus escoltas.

En ese momento nació mi pregunta:

¿A qué te dedicas?

Soy comerciante de textiles y bueno, me muevo en cuanto negocio vea que hay ganancia. Ese es mi oficio.

Te debe ir bien.

No me quejo, me ha ido bien en la vida, hoy por ejemplo cuando me levanté, jamás imagine que iba a cenar con una hermosa mujer... No me puedo quejar.

Vi que comenzó a coquetear, y me gusto su forma de coquetearme.

También vi que era necesario dejar de hacer preguntas sobre sus actividades comerciales.

Salimos de la ciudad, llegamos a una pequeña quinta cerca de Palmira, otra ciudad cercana a Cali, donde se encontraba una mesa bellamente decorada, dos meseros, velas y unas personas que nos recibieron y nos condujeron dentro de la quinta, simplemente hermosa. Luego me contaría que era una replica de una casa que él conoció en las montañas suizas. No sé si me mintió, pues no he ido a conocerlas.

Después de una deliciosa comida Tai, pasamos a una salita con una pequeña chimenea que estaba encendida a fuego lento, pues no hacia frío, donde nos dedicamos a temas más personales.

Sentí que ese hombre era un libro abierto, luego me daría cuenta que era sólo para algunas cosas. Y yo, también le conté muchas cosas mías, sin detalles que me pudieran comprometer.

Inmersos en la conversación amena, empezó a sonar los acordes de una guitarra, e ingresaron a la salita un trío, que empezaron a entonar hermosas canciones del repertorio iberoamericano.

Era una velada espectacular, qué más podría pedir.

¿Bailamos Sonia?

Claro que sí.

No me pregunten que canción era, porque no lo recuerdo, pero era muy suave. Pegamos nuestros cuerpos, él era un poco más alto que yo, pese a mis tacones, pero no era impedimento para que tomáramos un buen ritmo y Hernando empezara a acariciar con la yema de sus dedos mi espalda descubierta, y a decirme cosas encantadoras al oído.

Entre muchas otras:

Sonia:

Dime

Hoy quiero perder la cabeza.

Sí?

Si, y lo quiero hacer contigo.

Y como quieres perder la cabeza conmigo??

Dejando que la pasión hable por nosotros.

Y el trío?

Sólo fue decirle eso, para que les hiciera una seña, y ellos salieron sin dejar de interpretar una canción. Cerraron la puerta al salir.

Seguimos bailando, pero esta vez su boca ya estaba apoderándose de mi cuello, lo besaba y lamía de una forma sensacional. No descuidaba mis orejas, tanto por dentro como en su entorno, lo que me exita sobremanera.

Era tal la calentura que no me daba cuenta de los movimientos que realizaba él para quitarme el vestido. Les digo, mi vestido era enterizo, y a parte de él, sólo tenía mis tacones y una tanguita diminuta, pues se ve horrible con sostén.

Así, bailando, mi vestido cayó quede de píe en tacones y en tanguita, lo que hacía que mis nalgas se vieran muchísimo más firmes.

Él se volvió a pegar a mí, ya manoseándome riquísimo todo mi cuerpo. Sentía como su pene había crecido. No les voy a mentir, no era el pene más grande de esta vida, pero tenía un buen tamaño y grosor.

Yo lo empecé a desnudar mientras le no dejaba de chuparme los senos, parecía que deseaba tener dos bocas para poder mamarlos al tiempo. Mientras chupaba uno, no dejaba de manosear el otro, era fantástico.

Le quite la camisa, luego alcancé a desabrochar el pantalón, pero no pude más, porque Hernando seguía de rodillas hipnotizado con mis senos, entonces lo levante para darnos nuestro primer beso en la boca, todo era erótico entre nosotros, hasta los besos, y ahí cayó el pantalón y el boxer, dejando libre su pene.

Mientras nos besábamos sus manos amasaban mis nalgas, y sentía que empujaba su verga como intentando penetrarme mi ombligo, que era donde daba su pene.

Me llevó al suelo, me quito la tanga, y le dije:

Si me quieres, tendrás que besar y lamer cada centímetro de mi piel.

Lo haré con el mayor de los placeres.

Así, lo hizo, desde la punta de mi pie subió y no dejó lugar de mis piernas sin pasar su lengua y labios. Fue lento, preciso, lo que sentí en ese momento es indescriptible, era algo como narcótico, que te lleva a volar y hacer cualquier cosa.

No se presentó ni media palabra obscena, todo fue delicado, pasional, tampoco mentiras como te amo o cosas así, sabíamos que era sexo, que era carne lo que se producía allí.

Ahora era mi turno de recorrer su cuerpo con mi lengua haciendo los mismos movimientos que él hizo sobre mi cuerpo. Su erección lo decía todo.

Llegué al interior de sus muslos muy cerca de su sexo y al pasar mi lengua por ellos vibraba de la calentura. Solo bastó llegar a sus genitales rasurados para chuparlos, lamerlos y morderlos suavemente para que gimiera de puro placer.

En algunos momentos, mientras le besaba los huevos, tomaba con mi mano su pene y lo restregaba en mi rostro, en mi mejilla, lo que lo enloquecía.

Después de eso me dedique a su pene.

Me encanta, me fascina devorármelo, en ocasiones con pasión, casi a punto de arrancárselo, en otras como si fuera el dulce de una nena, consentirlo, mimarlo. No sé si me entiendan.

Luego de un largo rato me puse encima de él, sin dejárselo de mamar y le di mi coño para que lo mamara. Algo que me enloquece. Era rápido, se lo quería comer entero, mientras sus manos me manoseaban rico los senos.

Realmente el tiempo se detuvo allí, creo que ha sido de mis polvos más largos por el preludio, el acto sexual oral y luego el colocar mi cara frente a la suya, tomar su pene con mi mano y mirando fijamente a los ojos lo ubiqué a la entrada de mi vagina, para que poco a poco entrara en mí y ver como su rostro reflejaba el placer que sentía.

Que delicia de verga entrando y saliendo de mí, mientras mi cosita cada vez se humedecía más y más de la excitación que me brindaba mi amante.

Luego el infaltable en cuatro. Yo en cuatro mientras él me la clavaba por la vagina desde atrás mientras manoseaba mis tetas, que estaban duras y que le exaltaba diciéndome que le encantaría pasarse la vida mamandomelas.

El ritmo mejoró y así empecé a sentir que estaba a punto de explotar.

En ese entonces me encantaba, y aún me gusta el semen en el pecho.

El me decía: donde quieres mi leche

En las tetas amor, la leche en las tetas (le dije yo)

Así me volteé, acostada en el suelo y el se empezó a masturbar hasta que me lleno las tetas de su caliente leche... deliciosa.

Yo tomé su pene y con el esparcí la leche por todas mis tetas.

Cuando logre que todos mis senos tuvieran leche, le limpie el pene con mi lengua, cosa que le encantó.

Fue el polvo primero de la noche y primero con él, con quien estuvimos, cuando el venía a Colombia follando de lo rico durante casi dos años, hasta que un día dejó de llamarme y no pude volver a contactarme con el

Se perdió de la faz de la tierra

Pero en mi memoria él está como mi amante caliente.