Infidelidad
A pesar de estar casado con una mulata guapísima no pudo resistirse a la tentación de acostarse con dos modelos en una fiesta.
Soy un hombre al que le gusta mucho su mujer. Pero he de confesar que le he sido infiel en alguna ocasión. Y esta vez lo voy a contar por escrito. Mi esposa es cubana, mulata muy atractiva; excelente en la cama pero no pude resistirme a los encantos de dos modelos.
Un amigo del trabajo me invitó a una fiesta. Pese a que insistí en no poder ir, no me quedó más remedio porque tenía que reunirme con una persona importante para las gestiones que estaba realizando.
La casa de mi amigo es muy grande. Había bastante gente. Me di cuenta de que dos señoras estupendísimas no me quitaban el ojo de encima. Yo soy alto, fuerte, atractivo. Una de ellas tenía pinta de estrella de cine, con el pelo liso y un precioso vestido de noche. Me recordaba a Jane Seymour y a no se que actriz guapísima que he visto en alguna película porno al lado de mi mujer. La otra iba escotadísima. Menos atractiva pero más carnal, con un gran busto, con aspecto de mediterranea. Era rubia teñida, pero realmente preciosa también. Para que los lectores sepáis diferenciarlas a una la llamaré Jane, que es la del pelo liso y a la otra, la rubia que es la pechugona.
Se miraban con un gesto de complicidad y les chispeaban los ojos. Mi pene ya estaba erecto. Les hice un gesto y nos fuimos a una habitación. Cerré bien para que no pudiese entrar nadie.
Nos desnudamos. Ambas llevaban tatuajes. Jamás había tenido una erección semejante como la que tenía en ese momento.
Comencé por frotar mi pene en el clítoris de Jane que estaba tumbada en la cama. Luego me follé a la rubia directamente, apoyando mis fuertes brazos a ambos lados. Lo hacía sin condón. Siempre me arriesgo y creo que las mujeres con las que me acuesto ya han tomado las debidas precauciones.
Luego me lo pensé mejor y cambié de posición. Me puse de pie, cogí a la rubia y la lleve hasta el borde de la cama para follármela y Jane estaba de pie sobre la cama. La obligué a agacharse y así se la metía también en su coño.
Me harte de meter. La saque y las tumbé a las dos en la cama. A la rubia me puse a lamerle el clítoris como un loco. Luego le metí la polla en el culo a Jane, que estaba sentada sobre mí mirándome. Afortunadamente no salieron excrementos. La rubia prácticamente se sentó sobre mi cabeza y yo le lamí la vagina. Mis poderosos brazos se tensaban. Y ellas ponían el mismo gesto. Apretando los dientes sobre el labio inferior de la boca. Practicar el sexo era algo habitual en ellas. Seguía metiéndosela a Jane por el culo y bajé mi lengua hasta el culo de la rubia.
Se la saqué a Jane y mi polla fue directamente a su boca que me la absorbió con glotonería. Cogí por el brazo a la rubia y al sacar mi polla de la boca de Jane se la pasé a la tetuda por el clítoris. ¡Como se le entornaron los ojos!.
Luego cogí a Jane y se la metí entre las tetas.
Yo ya no podía aguantar más. Supongo que las dos ya se habían corrido e hice una guarrada. Senté a la rubia sobre mí pero metiéndosela por el culo, se la saque y se la metí por el coño y me puse a penetrarla vertiginosamente unas seis veces hasta correrme. Al sacarla caía mi semen junto a sus liquidos que eran transparentes y algo ennegrecidos por haberla tenido antes dentro de su culo.
Yo me vestí y las dos me miraban como si no estuviesen muy contentas. Supongo que son las apariencias.
Me volví con mi mujer mulata y cubana y por cierto al hombre que tenía que ver en la fiesta por asuntos de trabajo no le vi por ninguna parte.