Inexperta

Inexperta...

Una mujer alta, rubia muy bien vestida y elegante entró en su despacho. Su andar no era muy decidido, dudaba, pero era natural en su negocio y sobre todo para las mujeres que lo visitaban siempre dudaban entre continuar o salir corriendo.

  • Buenos días, señora, en que puedo servirle- preguntó el dueño.

  • Verá, no se como empezar- titubeó la señora.

  • Me llamo Lourdes. Mi educación en un colegio de monjas me marcó profundamente. Me enseñaron que todo lo relacionado con el sexo era no solamente pecado sino también origen de todos los males imaginables y no imaginables. Todas estas ideas calaron profundamente en mi y marcaron toda mi vida.

Soltó todo el rollo sin apenas respirar se notaba que le costaba un esfuerzo por que quería soltarlo cuanto antes mejor. Tomó aire y continuó.

  • En fin tengo casi cuarenta años y soy virgen y por fin me he decidido a dejar de serlo y por esto estoy aquí. Me han hablado muy bien de usted, de su discreción y de los buenos servicios que ofrece que son de total garantía.

  • Es verdad todo lo que le han contado, somos los mejores de la ciudad y como usted va a comprobar que estas buenas referencias se quedaran cortas con la realidad- dijo él y continuó.

  • Aquí el que manda es el cliente. Cuando este dice basta todos nuestros colaboradores tienen ordenes de obedecer y parar. Si el cliente tiene de pronto alguna fantasía solo tiene que pedirla en voz alta y en seguida nuestros colaboradores organizan lo que se les pida. Naturalmente es el cliente quien escoge el material y los instrumentos de sus fantasías.

  • )Y precios?- preguntó ella.

  • Naturalmente los precios están en consonancia con los servicios prestados, pero no creo que esto sea un problema para Vd.- contestó

  • Si no tiene ninguna otra pregunta pasaremos a ver el material que se ajuste más a sus preferencias.

Se levantaron y ella lo siguió. Entraron en una sala rectangular en que la iluminación estaba dirigida a las paredes y estas solo en unos tramos determinados. Se quería dar un ambiente íntimo.

El dueño del negocio se paró delante del primer panel y en él se podían contemplar alineados una serie de penes que sobresalían por unos agujeros estratégicamente realizados en la pared y que estaban ordenados por tamaños, colores y formas todos naturales y en estado de reposo.

  • Aquí tiene los penes escoja el que más le guste.

Ella temblorosa escogió el más de tamaño más reducido.

  • Permítame desaconsejarle este pene, apenas lo notaria. Se suele emplear para desvirgar culos dadas sus características. Pero como ya le he dicho Vd. manda- dijo el dueño de la manera más natural del mundo.

Señaló otro pene un poco más grueso.

El dueño lo levantó con la mano y dijo.

  • Este es un tamaño que nosotros llamamos standard, para un desvirgue es ideal. Si quiere que lo afeitemos con un módico suplemento se puede hacer.

El pene al oír lo del desvirgamiento dio señales de vida.

El dueño lo levantó para que la clienta pudiera apreciar bien el tamaño, los huevos y el pelo que los cubrían.

  • Si, bien afeitados, me parece una medida muy higiénica- dijo Lourdes.

  • Si no quiere nada más de esta sección pasaremos a la siguiente.

Antes de continuar por el camino que le señalaban hecho un último vistazo a un enorme pene negro que ya antes le había llamado la atención y que le había causado un enorme temor imaginando lo que podía hacer.

  • En este panel tenemos manos, como puede ver las hay tanto masculinas como femeninas, escoja cuantas guste.

Escogió un par de manos blancas femeninas y un par de masculinas y negras.

En la siguiente sección había bocas, que como los penes estaban alineadas por colores y longitudes de sus lenguas.

Aquí escogió unos ardientes labios de color negro y otra boca que tenia unos labios muy finos y una lengua pequeñita.

Después pasaron a la pared que ofrecía tetas de todos los tamaños y colores. No quiso escoger nada de aquí pero el dueño le recomendó que un masaje de tetas era muy sensual. Se decidió por un par que le parecieron normales.

A continuación le fue ofrecido el panel de los coños pero aquí si que no quiso nada por mucho que insistió el presentador.

  • Bien solo nos queda la sección de materiales diversos. Por un lado tenemos los látex: penes de todos los tamaños, formas, colores y fantasías. Le interesa alguno - preguntó él

  • No - dijo ella que no le hacían ninguna gracia los materiales sin vida, artificiales.

  • Por último tenemos los cueros- dijo él

Pantalones llenos de cremalleras, máscaras para tapar la cara, látigos, etc. También había una pequeña sección de lencería fina y sexi que no le interesó.

De pronto su cara se iluminó y le preguntó a su acompañante.

  • Puede ponerse este pantalón la enorme polla negra que hemos visto al principio- dijo ella con cara de niña malcriada que quiere hacer una jugarreta de niña mala.

  • Naturalmente, sus deseos son órdenes para nosotros- le contestó él.

  • Quiere algo más, cambiar algo.

  • No nada más gracias, si se me ocurre algo ya lo pediré en su momento.

  • Antes de pasar al baño romano que es muy relajante y que sirve para abrir los poros de la piel para que el deseo entre en ellos. Bien antes de pasar al baño debe saber que la casa le reserva una sorpresa, que nunca será desagradable para Vd. Es solo para dar un poco de emoción para que todo no sea demasiado frío- dijo él.

Lo de la sorpresa no le hizo mucha gracia, pero como ha dicho que no seria desagradable, no protestó.

Entraron en el baño romano que había anunciado. Allí le esperaban dos hermosas doncellas totalmente desnudas que sonrientes la invitaron a sentarse.

  • Le dejo con Ana y Marta. Recuerde que si quiere algo no dude en pedirlo. Hasta luego y feliz orgasmo- se despidió el dueño.

Ana y Marta invitaron a Lourdes a desvestirse y a continuación la introdujeron en una pequeña piscina que había en el centro de la habitación.

Una vez situada dentro del agua caliente y cuando esta empezaba a realizar su efecto relajante se pusieron en funcionamiento unos chorros de aire que potenciaron el efecto relajante del baño.

Se adormiló solo una dulce voz la despertó y le sugirió salir y secar su cuerpo.

Ella como una autómata siguió las instrucciones que le daban. Salió y se vio envuelta de suaves toallas que restregaban su cuerpo.

  • Quiere que depilemos su cuerpo- preguntó Ana

  • No sé- dudó Lourdes.

  • El pelo amortigua el placer, sin él la piel es más sensible al tacto- le dijo Ana.

  • De acuerdo )Pero quién me depilará?- preguntó

  • Amet, nuestro maestro barbero, un especialista en afeitar zonas delicadas- dijo Ana con voz suave.

Marta viendo la aceptación del sugerente afeitado apretó un botón y al poco rato llamaron suavemente a la puerta.

-Adelante- dijo Ana que parecía la que dirigía la situación.

Entró un hombre moro totalmente desnudo de cuerpo muy cuidado, joven y bien formado con un miembro en estado de reposo de un tamaño no despreciable. Naturalmente no tenia un pelo en todo su cuerpo, hacia honor a su oficio.

Lourdes se turbó pero Ana la tranquilizó

  • Es su trabajo, va desnudo para no desentonar, tranquila, échese sobre la cama- invitó Ana

Más que una cama parecía un altar el lugar donde se acostó Lourdes.

Amet separó suavemente las piernas de Lourdes, cogió los instrumentos que llevaba le presentaba Marta y empezó a prepararlos.

Con una brocha llena de jabón la pasó por la entrepierna de ella y cuando pasó por su abertura dio un salto.

Ana que estaba atenta le cogió la mano para transmitirle tranquilidad.

Amet se arrodilló delante del altar de Lourdes y empezó a rasurar con suavidad la parte más externa de su nido de amor. Él sabia de la virginidad de ella y su proximidad física le excitaba el perfume virginal llenaba su olfato y su inalcanzabilidad le volvía loco.

El rostro del moro parecía concentrado en la labor que desarrollaba no mostraba la lucha que se desencadenaba en su interior, solo su pene antes flácido empezaba a enderezarse en busca de deseo pero como estaba de rodillas quedaba oculto por el altar en el que estaba recostada la virgen que se iba a inmolar dentro de un momento.

Los dedos de Amet entraron dentro del coño de Lourdes lo que le provocó una sacudida ya que era la primera vez que esto le sucedía en su vida, que unos dedos de hombre tocaran sus partes más íntimas.

Ana que no quitaba sus ojos de Amet porque le conocía dijo:

  • Tranquila solo es para rasurar mejor esta parte tan delicada - dijo disculpando a Amet al mismo tiempo que le daba una patada por debajo de la mesa.

El hombre imperturbable continuaba su labor.

Cuando la parte frontal estuvo limpia de pelo el moro rogó a Lourdes que se diera la vuelta, que se pusiera de bruces sobre la cama recostara sus pies en el suelo y le ofreciera su parte posterior para terminar de afeitar.

Lourdes hizo lo que se le pedía sin rechistar ayudada por Ana y Marta.

Una vez en posición, Amet enjabonó su culo y empezó a deslizar la cuchilla por sus glúteos.

Lourdes notó como lo que le parecieron unos dedos empujaban en su culo pero no le dio importancia pues no se imaginaba que fuera otra cosa que unos dedos que separaban su culo para ser afeitado mejor.

Ana volvió a dar una patada a Amet que estaba loco delante del culo estrecho y virgen que tenia delante y su pene seguía su instinto que era el de penetrar en tan angosto lugar pues ya se sabe que a los moros les encanta la puerta trasera. Pero para que esto no sucediera estaba Ana que le obligó a sacar su erecta polla de un lugar tan delicado y a terminar de una vez con su trabajo que duraba más de la cuenta.

Una vez terminado el trabajo Amet esparció con la mano unos polvos suavizantes en las zonas rasuradas y esto volvió a encender más su sangre, la erección era total e indisimulada.

Lourdes se volvió y sus ojos contemplaron por primera vez una espléndida erección de un pene que a ella se le antojó extraordinario, que lo era pero sin exagerar.

Se turbó no sabia como reaccionar. Amet parecía pedir compasión que pusieran fin a aquel estado en el que se encontraba.

Lourdes reaccionó pidiendo a Marta que era la que tenia una boca más carnosa, más ardiente que chupara la polla al moro y calmara su excitación así ella también aprendería como hace una mamada una profesional.

Como los deseos de la clienta son órdenes estas se cumplieron enseguida.

Amet hubiera preferido conseguir alguna de las virginidades que tenia al alcance de la mano pero una buena succión por parte de Marta tampoco era algo a desperdiciar.

Marta se arrodilló frente al moro y empezó su labor lentamente para que la curiosidad de Lourdes se viera satisfecha.

El pene fue lamido de arriba a abajo. Los pelados huevos fueron succionados. El tronco de la polla fue suavemente mordido. Todo ello varias veces hasta que el hombre no pudo más y al mismo tiempo que gritaba su polla se tensó y soltó chorros de semen a la cara de Marta pues ella al intuir el fin sacó el instrumento de su boca para que su alumna viera toda la eyaculación. Esto último no gustó al moro. No quería que su semen fuera por los suelos pero ya era tarde para protestar.

Amet se retiró por la misma puerta por la que había entrado su ánimo empezaba a estar más calmado y su pene ya no se mostraba tan orgulloso como había estado hacia unos momentos.

Ana y Marta cogieron a su huésped y se dirigieron a la habitación vecina.

La nueva estancia estaba presidida por una gran cama redonda situada en medio de la habitación y a ella se dirigieron.

  • Lo mejor seria empezar con el masaje de tetas - sugirió Ana.

Lourdes asintió con la cabeza y Ana hizo un signo a Marta y esta abrió una puerta escondida detrás de unas gruesas cortinas. Por ella aparecieron las tetas que antes había escogido.

Ana situó a su clienta en medio de la cama con las piernas y los brazos abiertos como una vestal dispuesta para el sacrificio. Su cuerpo virgen ansiaba descubrir los placeres que hasta entonces una educación equivocada le había privado.

Las tetas se presentaron a su vista y acto seguido descendieron en busca de sus homónimas. Los mugrones se frotaron unos contra otros con ello consiguieron que su pusieran tensas. Las sensaciones eran placenteras.

Mientras descendían las tetas hacia a sus partes recién afeitadas unas manos reemplazaron su lugar.

Unas manos se cuidaron de un pecho y otras manos del otro pecho. Cada una iba a su aire mientras una pellizcaba la punta la otra amasaba toda la teta.

Su virginal raja parecía que iba a ser desvirgada por una teta por el interés que ponía en ello. Tres zonas sensuales trabajadas al mismo tiempo hicieron sentir sus efectos.

El cuerpo de Lourdes aumentaba de temperatura rápidamente. De tres lugares emitían impulsos de placer hacia su cerebro. Para no romper el encanto ella permanecía pasiva pues no sabia como participar sin estropear la situación.

Las tetas desaparecieron de su coño y unas manos femeninas ocuparon su lugar y sus pechos quedaron a merced de dos inmensas negras manos masculinas.

Las manos femeninas juguetearon con los labios de su vagina pero sin entrar en su interior. Estos toqueteos despertaron en ella el recuerdo de la inmensa polla negra y ordenó que viniera con los pantalones de cuero puestos.

Sus órdenes fueron obedecidas al instante. Giró su cabeza y contempló, a su lado, el cuerpo de un gigante negro musculoso que llevaba aquellos pantalones de cuero que escondían el objeto que más la había impresionado.

Lourdes dirigiéndose al dueño del falo descomunal dijo

  • Yo ahora voy a sufrir la perdida de mi virginidad pero no quiero sufrir sola, tu aquí vas a estar para contemplarlo todo pero sin poder participar encerrado dentro de estos estrechos pantalones de cuero negro.

Las manos que trabajan su cuerpo al oír estas palabras se emplearon con más ardor y el cuerpo de Lourdes recibió inmediatamente las consecuencias.

  • Fuera manos que vengan las bocas con sus lenguas - dijo harta ya de manos.

Las manos se retiraron y se presentaron las bocas. Cada una se apoderó de una teta que trabajó a fondo. Después la carnosa boca negra descendió hasta el coño mientras la pequeña boca amarilla jugaba con su ombligo.

Pronto la lengua negra descubrió el virginal clítoris que antes solo había conocido los dedos de su dueña y ahora soportaban los ataques de una experta lengua que sabia encontrar los puntos más sensuales.

El fino trabajo de la lengua en su clítoris de produjo el primer orgasmo de la tarde. Una vez terminadas las olas de placer abrió los ojos papa reencontrarse con la realidad y esta no era muy tranquilizadora.

El gigante estático que tenia a su lado brillaba como un dios de bronce gracias al sudor que lo cubría provocado por la escena que se había visto obligado a contemplar y no poder catar. Bajó los ojos hacia los ceñidos pantalones y comprobó que por encima de su cintura asomaba un tenso y brillante glande que luchaba por salir de su prisión. La cara de su dueño estaba a punto de estallar.

Lourdes no se preocupó de la bomba humana que tenia al lado pues creía ciegamente en las seguridades que le habían dado a la entrada.

Su cuerpo pedía más guerra, sus nervios estaban a flor de piel y perdiendo la calma gritó

  • Que venga la polla a desvirgarme.

Apenas había terminado la frase y ya tenia delante de sus ojos los que había pedido. No estaba flácida pues al saber la misión que se le encargaba no podía permanecer fría pero tampoco estaba lista para el trabajo.

  • Lo mejor será- dijo Ana- que la chupes así tendrás tiempo de calibrar en pene que te desvirgará.

Pensó que era una buena idea y puso manos a la obra, mejor dicho su boca. Intentó recordar como Marta había trabajado a la polla del moro e intentó hacer lo mismo.

Se notaba su inexperiencia pero el resultado no se quedaba corto pronto el tronco empezó a ganar tamaño y lo que antes bailaba dentro de boca ahora a penas podía moverse.

  • Ya basta- dijo el dueño de la polla, no quería que una imprudencia le arruinara un virgo.

Lourdes paró notó que le separaban las piernas al máximo, unos dedos separan sus labios vaginales y un objeto duro y grande se situó a su puerta.

  • Por fin- pensó ella sin dejar de estar atemorizada.

Un glande decidido y profesional empezó a recorrer un camino inexplorado. De pronto encontró una puerta que le cerraba el paso. Este inconveniente en vez de rebajar los ánimos del asaltante los increpó y provocó el aumento de su talle.

La polla perdió el control y de un golpe seco rompió la barrera que tenia delante y penetró hasta el fondo.

Si los primeros pasos de la polla en su coño no le habían provocado ningún dolor la rotura de himen y la penetración total la hicieron gritar de dolor.

Quiso librarse del cuerpo que la aprisionaba pero no pudo, una fuerza descomunal la tenia clavada en la cama.

Las bocas volvieron a ocupar cada una una teta y las manos una se ocupaba de su clítoris, la negra y la fina mano femenina se divertía con su ano.

Todos trabajaban para el goce de ella pero el dolor era demasiado.

Pronto recibió una descarga en su interior, fue un momento de placer en medio del dolor

Todos abandonaron su cuerpo, ella quería reposar. Si tenia que calificar la experiencia la calificaría de funesta y se arrepentía de ella.

Mientras estaba reflexionando y culpándose de lo que acababa de hacer sin querer miró hacia su olvidado sufridor y la escena que contempló la aterró completamente.

Sin poder reaccionar vio como el gigante negro se quitaba los pantalones de las mil cremalleras y ofrecía a su vista una polla dura, tensa, gorda y larga. Mientras estaba absorta en este instrumento de tortura oyó una voz que le decía.

  • Antes le han hablado de una sorpresa, aquí la tiene- dijo Ana. Es necesario que la penetre pues el camino recién abierto se puede cerrar otra vez. Si penetra otro pene que lo ensanche el camino quedará abierto para siempre.

-No- gritó Lourdes e instintivamente cerró sus piernas.

-Tranquila- repetía Ana. No lo lamentará.

Una manos abrieron sus piernas y algo descomunal se colocó en su puerta ensangrentada.

Al ver la sangre la polla negra se volvió loca y penetró hasta el fondo con lo que consiguió otro grito de dolor de Lourdes.

Una vez calentito en su interior el coloso se calmó, había conseguido lo que quería ahora quería estar el máximo tiempo posible en este lugar tan estrecho y tan confortable.

Hizo unos breves movimientos de metesaca y como un milagro los dolores de Lourdes desaparecieron. Se calmó, su cuerpo perdió rigidez.

El gigante notó que su presa acababa de aceptar la derrota, que se le entregaba y pensó ahora a disfrutar.

La rodeó con sus brazos y la levantó como si fuera una muñeca, ella aprovecho para enredar sus piernas a su espalda y cogerse fuerte a su cuello, no quería perderlo pues el placer que le llegaba no quería que parara.

El negro se puso en pie y empezó a andar por la habitación con ella empalada, cada paso era una descarga de placer. Se paró. A su alrededor todos los protagonistas de la batalla contemplaban a escena sin intervenir.

El primero que se decidió fue el poseedor de las manos negras que le habían trabajado tan satisfactoriamente el clítoris. Pues bien las manos negras se arrodillaron a su espalda. Unos grandes dedos masculinos querían entrar en su vagina pero esta ya no se podía dilatar más, una vez comprobado se dirigió al ano que suavizó con una caricias y cuando perdió la tensión del miedo la aprovechó para entrar.

La inmensa polla negra al sentir la llegada de un vecino que no esperaba rompió con su calma y empezó a soltar semen como una fuente. El dedo negro del culo se apercibió de lo que pasaba y también estimuló todo lo que pudo desde el interior.

De pie en medio de la habitación y con una inmensa polla clavada en su coño sobrepasaba toda su imaginación. Al sentir el calor del semen que entraba a una cavidad totalmente ocupada fue demasiado para ella, abrió sus compuertas y su orgasmo bañó agradecido el pene que le había hecho conocer algo tan maravilloso.

El negro no se movió no quería romper el hechizo. Por sus pelotas caía al suelo el líquido que ella no paraba de soltar. Esta fue la señal para que el dedo saliera de su culo, había cumplido su misión.

Su dios negro perdía fuerza y al fin salió de su escondite. Este fue el momento que aprovecharon Ana y Marta para ayudarla a descabalgar y la sujetaron hasta la pequeña piscina que ya conocía y que la devolvería a la vida una vida nueva y muy diferente a la que había llevado hasta la fecha.

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