Inesperadamente tú 19
Enfrentando al pasado
La plática con Fabiola daba vueltas en mí cabeza una y otra vez, no tenía idea de lo que iba a hacer para poder convencer a Elizabeth de intentarlo una vez y demostrar que la edad para mí no tenía importancia.
–Érika llevo hablándote desde hace un buen rato y no me escuchas, que pasa contigo –Dijo Laura algo preocupada
–Lo siento –dije algo apenas –Que me decias?
–Que Blanca ha venido dos veces a buscarte y nunca te encuentra –dijo.
Suspiré con pesadez y cubrí mí rostro.
–Es una linda chica –dije viendo a Laura –Pero no es exactamente lo que busco..
–Y que es lo que buscas exactamente?? –dijeron entrando en la oficina
–No tengo porque decirlo –dije burlona viendo a Natalia..
–Simple curiosidad –dijo encogiéndose de hombros y dejándose caer en el sofá de la oficina..
–La curiosa –dijo Laura levantándose de la silla – ahora te diré así.
Salió de la oficina con una sonrisa y yo solo quería irme a buscar a Elizabeth pero ni siquiera sabía que era lo que le iba a decir cuando la viera.
–Puedo preguntar en qué piensas? –dijo Natalia
–Creo que hoy andas muy curiosa –dije tomando mis cosas
–Bien entonces ya no preguntaré nada.. –dijo molesta –Elizabeth se ausentó hoy –dijo viendo cómo reaccionaba
–No sabía pero me parece bien –dije pensando –no tengo problema..
–Ahh.. –dijo viéndome fijamente –escuche que le contó a Laura que hoy se reencontrará con alguien después de años..
Mí mente recordó y mí corazón latió a mil por hora, sabía que se trataba de Sandra y eso me aterraba de sobre manera.
–Todo bien? –pregunto Natalia –pense que sabías ya que son muy amigas últimamente.
–No tengo que estar enterada de toda su vida privada Natalia –dije molesta caminando a la puerta –Te veo en la casa –dije. –Y por favor te pido que hoy no lleves al estupido de tu novio..
Salí dando un portazo y caminando a mí coche con un dolor extremo en mí cabeza no tenía idea si Elizabeth seguía sintiendo algo por Sandra, me daba miedo de que fuera así porque no quería perder la oportunidad de intentarlo con ella,
Elizabeth:
No sabía porque razón pero siempre que pensaba en Érika me provocaba una paz muy grande y me hacía necesitarla en ese momento donde estaba apunto de ver a la persona que fue en parte responsable de mí situación.
Fabiola había programado una reunión en su casa con mentiras, asistiría toda su familia y amigos, tenía miedo de la reacción de todos, no sabía cómo sería cundo se enteraran de todo este enredo.
Nerviosa jugaba con mis dedos y temblaba como una gelatina, necesitaba sentir la calma que solo Érika me hacía sentir.
Queria que estuviera presente tomando mí mano y dándome su apoyo con esa sonrisa que tanto me gustaba.
–Cuando Érika está a tu lado todo ese nerviosismo desaparece –dijo Fabiola a mis espaldas
– Me giré a verla y no dijo nada solo suspiré y asentí derrotada.
–Esto es difícil mamá –dijo abrazándome –Pero todo estará bien, si la necesitas para tomar fuerza llámala y dile que venga –dijo sonriendo –aun estás a tiempo.
–Si puedo lo haré –sonrei y se fue con la mirada algo triste.
Moria por llamarle a Erika y que viniera a darme ese apoyo que me hacía tan bien.
No dudé en llamar y en dos segundos atendió a mí llamado y al escuchar su voz una paz me inundó.
Llamada:
–Hola –contesto.
–Erika –dije dudosa –perdon por molestar...
–No molestas Elizabeth –dijo con voz tranquila –sabes que siempre estoy disponible para ti..
–Puedes venir? –pregunte sumamente dudosa y con miedo a que me rechazara
–Claro –dijo muy firme –sabes que estoy aquí para ti..
–En media hora comenzarán a llegar los invitados de Fabiola y quiero que estés conmigo –dije apunto de llorar –Esto es demasiado para mí sola.
–Estaré en casa de tu hija en menos de 20 minutos.
Colgamos la llamada pero aún el sentimiento de preocupación y miedo me superaba completamente, era de Sandra de quien estábamos hablando de aquella chica sin miedo a nada y completamente despiadada para el que la traicionaba.
Mis manos temblaban y el solo hecho de volver a verla después de tanto me aterraba y más la reacción que pudiera tener..
Los minutos pasaban más rápido de lo que yo quería y Érika estaba tardando más de lo que yo hubiera querido pero no le podía reclamar nada y menos cuando le avisé solo minutos antes.
Me había encerrado en una de las recámaras y caminaba de un lado a otro jugando con mis dedos de manera nerviosa, no podía estar en un mismo lugar por 2 minutos, muchas veces estuve apunto de salir corriendo de esa casa y no regresar como había hecho años atrás.
Pero no podía dejar a mis hijos solos no otra vez, ya había cambiado y madurado lo suficiente para hacer frente a esos problemas que venía cargando de años atrás.
Érika
La llamada de Elizabeth me había sorprendido demasiado, por un momento pensé en rechazarla pero después de escuchar su voz llena de miedo, acepté y me encontraba en mí coche rumbo a casa de Fabiola.
No sabía que era lo que iba a pasar y lo que las me preocupaba era que Elizabeth siguiera sintiendo cosas por Sandra, ahí si yo no tendría ni la más mínima oportunidad.
Al llegar pude ver qué gente completamente desconocida para mi, entraba a la casa muy animadamente, mí corazón se aceleró al pensar que podía haber llegado demasiado tarde.
Me apresuré a entrar y la gente me miraba con curiosidad ya que todos parecían conocerse y yo en ese momento era la única desconocida.
Al llegar a la entrada Fabiola me vio y se acercó a mí con una ligera sonrisa.
–Gracias por venir –dijo poniendo su brazo por mía hombros y llevándome lejos de ahí.
Entramos y subimos las escaleras ante la mirada de algunos curiosos que se preguntaban quien demonios era yo.
Al estar frente de una de las recámaras ella me miró y sonrió..
–Te necesita demasiado Érika –dijo Fabiola –Entra te está esperando..
Se fue dejándome ahí parada dudando de entrar o no, hasta que tuve el valor y entré.
La cara de Elizabeth al verme se iluminó de una manera que hizo que mí corazón se acelerada de sobre manera, se aferró a mí en un abrazo y yo solo pude corresponder.
Se notaba que moría de nervios y que yo le pudiera dar calma me daba muchísimas esperanzas.
La hora de tal encuentro llegó y mí angustia aumentaba cada vez más.
Fabiola entro al cuarto y miró de manera dudosa a Elizabeth quien al verla se llenó de terror y aferró su mano a mi.
–Llegó mí madre –dijo Fabiola –es hora... Estás lista?
–No pero hay que hacerlo –suspiro y tomó mí mano
Salimos del cuarto y al bajar noté que todos se encontraban en el patio disfrutando y platicando, nos dirigimos al despacho de Fabiola y entramos lentamente.
De espaldas se encontraba una mujer quien tenía cubierta su cara por una de sus manos se veía sumamente estresada.
Al ver a Elizabeth su cara fue de incredulidad total y solo cubrió su boca sin decir nada, el parecido con Fabiola era sumamente fuerte, era muy guapa y me sentía nada si me comparan con ella.
El rostro de esa mujer se endureció y no mostraba ni un solo sentimiento su cara era neutral y solo miraba a Elizabeth y después nuestras manos unidas, Elizabeth sostenía mí mano muy fuerte a la de ella y trataba de verse lo más tranquila posible.
–Elizabeth –dijo en forma seria
Yo podía ver el dolor en los ojos de aquella mujer pero sabía aparentar demasiado bien, sus ojos seguían fijos en los de Elizabeth..
–Ha pasado mucho tiempo –Dijo Sandra
–Demasiado –dijo Elizabeth quien se encontraba llorando silenciosamente.
Elizabeth se soltó de mí y fue directo hasta Sandra y la abrazó haciendo que ella la abrazara de igual manera.
Las dos lloraban y sentía un nudo enorme en la garganta por qué sentía que sin siquiera intentarlo yo ya había perdido.
Miraba la escena y Fabiola de igual manera tenía lágrimas en los ojos y simplemente sonreía ante ese acto.
Sonreí porque me alegraba que por fin estuviera en paz con su pasado.
Salí de ahí sabiendo que ya no me necesitaba y que yo no tenía ni la más mínima posibilidad con ella.
Elizabeth
Al ver a Sandra noté lo que siempre notaba cuando estaba a mí lado, su forma de aparentar las cosas sabiendo que le dolía, y ahí estaba aparentando que no le afectaba verme de nuevo después de tanto tiempo.
No pude aguantar al verla ahí y la abracé, en ese momento me preguntaba porque fui capaz de huir y porque había sido tan cobarde.
Era mí mejor amiga, mí confidente yo había conocido aquella chica linda y dulce que poco a poco se fue convirtiendo en una mujer dura y despiadada y aún en sus ojos seguía viendo esa dulzura que siempre me encantó de ella.
Era confuso, mí corazón se alegró de verla pero no sabía que era lo que en realidad sentía.
Me separé de ella y limpié sus lágrimas y le sonreí.
–Sigues hermosa como siempre –Le dije haciendo que se sonrojara.
–Tu no haz cambiado nada –dijo Sandra.
Me encogí de hombros y me giré a ver a mí hija que me sonrió pero no parecía tan contenta y fue ahí que recordé a Érika quien ya no se encontraba en el lugar, le pregunté con la mirada a Fabiola por Érika y solo se encogió de hombros y sonrió de medio lado algo triste.
Me sentí muy mal yo la quería a mí lado pero sabía que tarde o temprano algo nos iba a afectar y si esto era así sin ser nada, no me quería ni imaginar si lo hubiéramos sido.
Érika se merecía a alguien que no cargara con tanto pasado y que se dedique completamente a ella, yo ni de chiste podría ser esa persona, no la merecía era mucha mujer para mí y no la iba a lastimar.
Érika
Manejé hasta mí casa me sentía triste pero sabía que esto pasaría en un tiempo, solo me enfocaría en trabajar y hacer que mí negocio siguiera igual que hasta este momento.
La vida tenía algo en contra de mí y yo cada vez estaba segura que eso de las relaciones no era para mí.
Sonreí al pensar demasiadas tonterías y llegué algo un poco más calmada esperando que en casa no hubiera alguien que lo cagada.
Al entrar noté que todo estaba en silencio y me fui al refrigerador encontrándome una caja de cervezas, la tomé y me salí de la casa hasta el patio a disfrutar de la noche agradable y nublada.
El cielo se veía muy cargado y el frío comenzaba a calar, perdí la cuenta de cuántas cervezas me tomé esa noche y ya me sentía muy mareada, la tristeza invadía mí corazón, una traición y amores no correspondidos no era lo mío..
Entré a la casa un poco cansada y me dejé caer en el sofá boca abajo disfrutando de la suavidad de aquel sillón.
Mis ojos se comenzaban a cerrar cuando sentí como masajeaba mí espalda de una manera muy extraña.
Me puse boca arriba para ver de quién se trataba y me encontré con Natalia quien aprovechó mí movimiento para ponerse encima de mí.
La miraba desde abajo y solo pude poner mis manos en sus piernas, llevaba tanto tiempo deseándola y no iba a desperdiciar la oportunidad.
El alcohol me quitó completamente el juicio y la cordura. lo único que quería era que me besara.
Sus ojos se miraban decididos y se agachó lentamente hasta que su boca quedó a centímetros de la mía y me besó de una manera que no me pude resistir.
Sus manos cobraron vida y comenzó a tocarme y yo solo quería llevarla a mí cama.
Me levanté y así como pude la llevé a mí cama y me lancé sobre ella a besar cada parte de su cuerpo, sus gemidos me decían que iba bien y que no me detuviera.
Besé cada parte de su cuerpo haciendo que disfrutara cada una de mis caricias y mis besos.
Terminamos muy sudadas y agotadas. Las dos habíamos disfrutado como nunca y solo esperaba que esto no hubiese sido un grave error.