Inesperadamente tú 17

Me gustas

Erika

Mí corazón latía demasiado rápido y tenía miedo de la reacción del padre de Fabiola pero ya estábamos ahí y tenían que enfrentarlo.

Rápidamente Elizabeth se aferró a mí mano y yo solo pude apretar su mano para que mostrarle apoyo. El padre de Fabiola seguía parado detrás de nosotras pero no nos atreviamos a voltear, hasta que el señor volvió a hablar.

–No sabía que tenían visitas disculpa –dijo su padre apenado. –Pero de que hablan de que me debo enterar?

Fabiola caminó hasta su padre y aún sin voltear la escuchamos hablar.

–Es algo delicado, nada grave no te asustes –dijo Fabiola. –Pero si es muy importante y me alegra que seas tú el primero en saber antes que mí madre.

–Me preocupas hija –Dijo el señor –que pasa?

–Ven –Escuchamos como Fabiola caminó hasta nosotras y fue ahí cuando lo miramos frente a frente y sentí la mano de Elizabeth apretarme fuertemente.

La cara de aquel hombre palideció y solo miraba a Elizabeth fijamente sin decir nada, sus ojos se llenaron de lágrimas y miró a Fabiola.

–No entiendo nada –dijo llorando –Que está pasando..

–Tranquilo papá –dijo Fabiola tratando de calmarlo.

–Como quieres que me calme Fabiola –dijo su padre sollozando. –Esto es imposible –Cubrio su rostro. –Como puedes explicarme esto por Dios?!!esto es imposible.

–No lo es Jorge soy yo Elizabeth –Dijo con los ojos llenos de lágrimas al ver la reacción de aquel pobre hombre..

–Te lloré todas las noches, aún lo hago! –dijo acercándose –Y estás aquí!!

–Se que tengo que explicar muchas cosas –dijo llorando Elizabeth –y créeme que lo haré..

El no esperó más y se lanzó a sus brazos abrazándola desesperadamente, y Elizabeth me soltó para poder corresponder a ese abrazo.

El la abrazaba con todas sus fuerzas y después la besó haciendo que yo me volteara para no ver y sentir lo que estaba sintiendo y es que ahí caí en cuenta que seguían casados y que ella y yo no éramos nada.

–No –Dijo Elizabeth –separandose de el –Hay muchas cosas que contar– suspiró y se alejó de el.. –Se que te lastimé demasiado pero lo tenía que hacer..

–Elizabeth mí amor –dijo viéndola con lágrimas en los ojos. –Que pasa?

–Tranquilo padre –dijo Fabiola –Es difícil para todos..

–Esque tú no entiendes Fabiola –dijo enojado –Le lloré todos estos años, sufrí por no poder entender que es lo que había pasado.. –cubrio su rostro – no puede venir ahora y alejarme cuando todo lo que he querido todo este tiempo es estar a su lado.

–Yo también sufrí papá, pero creo que debes calmarte por favor..

Para ese entonces Elizabeth sollozaba silenciosamente viendo la escena donde Fabiola consolaba a su padre

Mí corazón se partía en mil pedazos al verla de esa manera y lo único que quería era abrazarla, me acerqué a ella y tome delicadamente su mano y ella me miró rápidamente, reflejaba tanta tristeza y miedo pero algo más que me daba esa fuerza para seguir apoyándola en ese momento.

–Sera mejor que nos vayamos –dije aún tomando la mano de Elizabeth, ni sabía de donde había sacado ese valor pero ya lo había dicho. – nadie está en condiciones para hablar, será mejor que lo procesen y después hablan.

–Es lo mejor –dijo la esposa de Fabiola. –Todos estamos muy alterados por eso mejor hablemos después con más calma.

Elizabeth solo salió sin decir nada, la seguí no sin antes despedirme de los presentes. Cuando salimos y al llegar al coche vi como se paró Elizabeth y caminó hacia mí y me abrazó lo más fuerte que podia.

Sabía perfectamente que estaba muy mal y lo que más necesitaba  era apoyo y comprensión.

–Llevame a tu casa por favor –dijo aún abrazada a mí –no quiero estar sola hoy.

Asentí y le abrí la puerta del coche y me dirigí a la otra puerta y vi que Fabiola me miraba seriamente desde la entrada de su casa, se que sabía que su madre me interesaba más que una simple amiga o socia.

Manejé en silencio hasta mí casa sin soltar la mano de Elizabeth quien iba viendo por la ventana y en un momento se quedó dormida.

Sonreí al verla tan tranquila y seguí el camino a casa, cuando llegamos la desperté y solo sonrió y se estremeció y es que el frío ya estaba empezando a calar.

–Vamos adentro –dije bajando del coche para abrir su puerta.

Sonrió, tomó mí mano que le ofrecí y entramos a la casa y me encontré con Natalia sentada en la sala de brazos cruzados.

–Pensé que te había pasado algo –dijo molesta –llevo toda la tarde llamándote!

–Lo lamento Nat, es solo que tuve un día ocupado y no estaba atendiendo llamadas.

No dijo nada solo se giró a ver a Elizabeth quien tenía una sonrisa en el rostro. La tomé de la mano y la jale hasta mí recámara para evitar discusiones con Natalia.

Una vez entramos suspiré y cubrí mí rostro con frustración y esque esos comportamientos locos de Natalia me empezaban a desesperar.

–Relajate –dijo Elizabeth abrazándome. –No le tomes importancia..

–No se que quiere ganar con ese comportamiento –dije aferrándome más al abrazo de Elizabeth.

–Me gusta sentir tus abrazos –dijo Elizabeth tratando de cambiar el tema –me encanta la delicadeza que tienes para hacerlo.

No dije nada y solo sentí mis mejillas arder..

–Me gustaría abrazarte más seguido–dijo Elizabeth en mí oído haciendo que mí piel se erizara

–Puedes hacerlo –dije tomando un papel más atrevido –Nadie te lo impide.

Para ese entonces yo ya sabía para donde iba la situación y no lo iba a impedir, iba a continuar hasta donde llegara, no quería alejarme de ella.

–Me gusta tu olor –dijo Elizabeth suspirando –Me gusta tu pelo..

–Elizabeth –dije en su oído y sintiendo como su piel se estremeció al sentir mí aliento muy cerca de ella. –Tu me encantas.

–Pequeña –dijo besando mí cuello lentamente –me gustas y no sabes las ganas que tengo de hacerte mía en este momento. –mordio ligeramente mí oído haciendo que un pequeño gemido se escapara de mí.

Para ese entonces lo único que quería era llevarla a la cama y hacerla mia una y otra vez, pero sabía que la situación en la que estaba podía estar aprovechándome de ella.

La tomé de la mano y la llevé hasta la cama y nos acomodamos y solo la miraba de manera fija, buscando duda o algo que me dijera que pararamos pero no, no lo había y yo lo deseaba tanto.

Me acerqué a ella y besé su mejilla tardando más tiempo de lo debido y después deposité otro beso más cerca de su boca y ella dió el pasó y me besó delicadamente.

Me encantaba con la ternura con la que me estaba besando, era tan delicada que me hacía sentir querida.

–Érika –dijo separándose de mí –Te doblo la edad –dijo con pesar.

–No me importa Elizabeth –dije completamente segura –Me gustas

–Y tu a mí pequeña, pero esto será muy difícil –dijo suspirando –Dios!!  me encantas pero tengo miedo que te pueda lastimar.

Me abrazó a ella mientras yo me sentía algo triste al saber que lo nuestro era probable no se diera.

Traté de disfrutar el momento y solo me quedé ahí en sus brazos disfrutando de ese rato.

Elizabeth se estaba metiendo en mí corazón y si no hacía algo yo iba a salir más lastimada de lo que ya estaba.