Inés

Una joven Inés cae a los pies de un hombre maduro, que le llevara por caminos que ella nunca habría explorado.

Me había casado muy joven, con mi novio del instituto, y el resultado fue que a los 30 años estaba divorciada. La convivencia nunca es fácil, y el enamoramiento no es eterno. La parte buena es que era libre, tenia un trabajo estable en un almacén de productos eléctricos, vivía sola y no tenia hijos, afortunadamente mantuve el sentido común en ese campo.

Mi divorcio era reciente, menos de un año. No había tenido líos con hombres, no me interesaba, y por otra parte me sentía libre. Mi experiencia sexual era limitada, pero eso no significa que no fantaseara con múltiples escenarios sexuales, y de hecho me había convertido en una asidua de paginas de contenido sexual donde me desfogaba masturbándome.

Por supuesto, mantenía a los hombres de mi entorno laboral lejos de mi, cortando cualquier intento de ligoteo, no quería mezclar las cosas, y ademas, no tenia prisa. Morena, esbelta, con el único”pero”de unos pechos de reducido tamaño, pero que me permitían lucir cualquier tipo de vestido escotado, o blusa, y yo sabia perfectamente que era atractiva. Las mujeres lo sabemos, tenemos muy claro como atraer a los hombres y que tenemos que destacar de nuestros cuerpos, y aprovechas nuestros aparentes defectos…

Creo recordar que era martes, llovía, y cuando volvía a casa pinche una rueda del coche, no me arrugo a la hora de mancharme las manos… sin embargo el que lloviera me fastidiaba bastante, así que pensé en llamar al servicio de asistencia del seguro, cuando alguien golpeo mi ventana.

  • Hola, Ines, Pinchazo?

Era Fernando. Un comercial del almacén. No era muy hablador y no sabia ni que conociera mi nombre, estaba en los sesenta largos, aunque era bien parecido.

  • Hola..¿Fernando?, perdona es que…

  • Si, si… bueno no te preocupes. Yo te la cambio.

  • No te preocupes que llamo al seguro

  • Tranquila.

Se puso a ello y rápidamente la rueda estaba cambiada.

  • Listo, puedes seguir. Nos vemos.

  • Oye, espera, al menos dejame darte las gracias

  • No hay de que. No te preocupes.

  • Venga, dejame invitarte a un café.

El me miro entre la lluvia. Me di cuenta de lo ridículo de la situación, porque estaba empapado.

  • De acuerdo. Si quieres paramos en el área de servicio que esta a dos kilómetros.

  • Bien. Nos vemos allí.

Aquel café dio paso a otros cafés. A risas. Nos hicimos amigos. Empece a encontrarle interesante. Tenia conversación, era muy educado, vestía siempre de forma impecable… ¿porque un hombre as estaba soltero?. Sin embargo, nunca pasamos de un café… hasta que surgió el tema de la cena de empresa en diciembre. El acudió a la cena, nos sentamos en la misma mesa, me saco a bailar, fue muy galante. Reímos y hablamos de todo.

  • Ay Fernando, como eres… oye, ya es tarde y me voy a marchar..

  • Bueno, pues entonces espero que descanses.

  • ¿No me acompañas?… uhm eso no es de caballeros.

Me miro un momento. Hubo seriedad en aquella mirada.

  • Esa bien. Esperame, tomo los abrigos.

Fuimos andando. Mi casa no estaba lejos y rechace la idea del taxi. Me gustaba la idea de ir paseando con el.

  • Bueno, aquí vivo. -me quede mirándole, ¿a que esperaba?

  • Bien, pues esperare a que entres en el portal.

Este tío es tonto o que le pasa… yo me había puesto un vestido negro escotadisimo y abierto de espalda, y me lo había puesto para el.

  • ¿Quieres subir? - mas claro, agua, pensé.

  • Gracias Vero, pero mejor no. Creeme. Descansa. -me dio un beso en la mejilla.

Derrotada, me dirigí al portal y me fui a mi casa, sola y casi que humillada. Estaba enfadada.

Al día siguiente no le dirigí la palabra en el trabajo. No al otro. Pero eso no pareció importarle. ¿Que pasa?¿No le parezco suficientemente atractiva?¿Hay otra?. No podía mas… Vi que Fernando salia, seguramente a tomar un café al bar de enfrente. Puse una excusa y salí tras el. Lo alcance antes de que llegara al bar.

  • Fernando…

  • Ah, hola Ines

  • ¿Que pasa?

  • ¿que quieres decir?

  • Lo sabes perfectamente, no me dices nada.

  • Creo que eres tu quien no me dice nada.

  • Mierda… creo que fui explicita el otro dia ¿no?

El me miro… con cierta ternura.

  • Si, lo fuiste.

  • ¿Hay otra?¿no te gusto?

  • No Ines, eres preciosa y me gustas muchísimo.

  • ¿entonces?

  • ¿Te das cuenta que podía ser tu padre?

  • Eso me importa un carajo, y no eres mi padre.

  • No me conoces lo suficiente, creeme.

  • Pues dejame conocerte.

  • Ines, mis gustos en...ciertos campos… pueden no ser los tuyos.

  • ¿Puedo decidir yo por mi cuenta si comparto o no comparto tus gustos?, podrías explicarte mejor.

Suspiro. Entonces yo aproveche y le bese… fue un beso largo, y el respondió a ese beso. Se separo, me miro…

  • Vete a la oficina. Por favor.

Se dio la vuelta y entro en el café, mire a mi alrededor, pude ver que varias personas habían visto como nos besábamos.. me di la vuelta cabreada y volví a mi trabajo… si el no quería, no había mas que hablar.

Esa tarde estaba en casa, sola, como muchas otras veces, repasaba un informe de almacén cuando sonó el móvil. Era Fernando… estaba tentada de no cogerlo.

  • Hola.

  • Hola Ines.

  • ¿Que quieres?¿porque me llamas? Creo que has dejado claro las cosas.

  • Te dije que me gustabas.

  • Y que como eras mayor blablabla.

  • Y que mis gustos podían no...digamos… parecerte adecuados.

  • ¿De que me hablas?, joder Fernando dime las cosas claras.

  • Te deseo Ines.

Joder… y yo a ti, pensé.

  • Yo también te deseo.

  • Bien. Porque la tengo dura. -el nunca había hablado así- y solo conozco una forma de calmar lo que llevo entre las piernas.

Me sorprendió su lenguaje… pero no me amedrente.

  • Ven a mi casa...y dejame que me encargue.

  • ¿Piensas sorprenderme?

  • Ponme a prueba.

  • De acuerdo.

Emocionada, colgué el teléfono… el vendría a mi. Me peine, me quite la ropa y me puse un conjunto interior negro muy sugerente, me puse unas medias negras, y me cubri con una bata, quería que lo tuviera muy claro. Prepare dos copas de vino…

El timbre sonó al cabo de una hora. Mire el videoportero y pulse el botón de apertura de la puerta. Increíblemente me encontraba muy nerviosa, como una chiquilla en su primera vez. Le abri la puerta y le franquee el paso… no perdi el tiempo, y estampe un beso en su boca introduciendo mi lengua sin ningún decoro… el me abrazo por la cintura y respondió a mi impulso. Me di cuenta de que el vino sobraría. Me separe unos centímetros.

  • Quiero que veas lo que vas a tener…

Me abri la bata y la deje caer al suelo. El me miro con deseo… Tome su mano y le conduje a mi dormitorio… le quite la chaqueta, afloje su corbata...y comencé a desabotonar su camisa… su polla era mas que notable en su pantalón...el me beso… le tire hacia atrás, desabotone su pantalón y se lo saque después de descalzarlo… su polla quería romper su calzón… comencé a besar su pecho, sus labios… el juego con mis pechos todavía ocultos por un sujetador del que deseaban librarse con urgencia… una de sus manos buceo en mi braguita. Le quite el calzón permitiendo que su enorme miembro viril asomara en toda su potencia… me asombre de que un hombre de su edad dispusiera de semejante instrumento… aquello prometía...¿aguantaría el la noche que pensaba darle?

  • Desnudate. -me ordeno

Le seguí el juego… meneandome ante el y disfrutando de como su polla se mantenía erecta, comencé a desnudarme, primero me quite el sujetador, después las medias y por ultimo la braguita… luego me arrodille ante el y desnuda completamente comencé a comerme su rabo, lo hice despacio, disfrutando de sus gemidos.,, pero de repente, el me separo, me tumbo sobre la cama y me penetro en la posición de misionero sin darme oportunidad de oponerme… era fuerte y su penetración fue brutal e inmediata, sin espera ni preparación… no importaba, estaba completamente empapada… besaba y mordía mis pechos mientras entraba y salia de mi… mi orgasmo fue inmediato y le abrace con fuerza, el siguió consiguiendo sacarme otro orgasmo… pero no se corría...Me obligo a ponerme a cuatro y me penetro desde atrás con la misma violencia...esta vez mientras me tomaba me decía que era una puta… en ese momento lo único que hizo el insulto fue excitarme mas...agarro mi pelo y me cabalgo violentamente… de repente,...estallo y sentí como su leche se derramaba en mi interior. Lentamente, saco su polla que se desvanecía de su erección… yo, también exhausta, comencé a besar su cuerpo, llegue hasta su polla flácida… y empece a trabajársela para conseguir que volviera la erección.

  • Joder que puta eres Ines...sigue así zorra.

Excitada, seguí trabajandola… sentí como se ponía dura… y entonces decidí montarle. El agarraba mis pechos y retorcía mis pezones, incrementando mi placer con ello.

  • Estas muy buena zorra.

Sus palabras aumentaron mi libido… mi coño chorreaba como si fuera un rio...el orgasmo fue simultaneo esta vez para ambos, y agotada me deje caer sobre su pecho, dispuesta a dormirme entre sus brazos.

Yo no era consciente de que acababa de entregarme a un hombre que me llevaría a descubrir mi autentica identidad como mujer y como objeto de deseo. Una amor que iría mas allá de las palabras y del simple acto sexual...Lo que en aquel momento sabia era que había tenido el mejor sexo de mi vida, que nunca me había sentido tan deseada, amada y poseída… y que jamas en mi vida me había sentido tan libre.

(continuara)