Indocumentada (2)

Las vejaciones de Aída siguen al ser detenida tratando de emigrar.

Era ya de mañana cuando Aída despertó, había logrado dormir un poco. Uno de los policías salió de la cabaña y se acercó a la chica, orinó cerca de ella pero no encima aunque cuando sacudió su verga varias gotas salpicaron en el desnudo cuerpo de la chica.

Otro de los policías salió y dijo – Vamos, se decente, con la chica déjala ir al baño- entre ambos soltaron las ataduras y condujeron a la chica un corto trecho por la selva hasta una letrina que carecía de puerta. La chica hizo sus necesidades con gran vergüenza ya que los dos tipos la veían con morbo riéndose maliciosamente. Al terminar la llevaron al río para bañarse en una piedra había jabón y hasta shampoo la chica entró al río y empezó a bañarse.

Los individuos la observaban desde la orilla. La visión era realmente bella, la chica totalmente desnuda con el agua poco a bajo de la rodilla con el sol saliente en tonos de rojos. Los hombres no aguantaron más se quitaron los calzoncillos y se metieron al río. Rodearon a la chica uno por delante y otro por detrás.

Empezaron a estrujarle los pechos y las nalgas, el de adelante metió la mano en la entrepierna de la chica obligándola a separar las piernas después empezó a acariciar los labios mayores los separó e introdujo dos dedos en la vagina de la chica, acariciando el clítoris. El otro hizo algo parecido con las nalgas de la chica, mientras con una mano apretaba los pechos, luego bajaba y sobando el abdomen y llegando hasta la mata de pelo, ahí jalaba uno o dos vellos para que le doliera a la chica, con la otra acariciaba las nalgas, las separaba e introdujo primero un dedo y luego dos en el culo de la chica, moviéndolos de manera circular. Ambos, besaban a la chica en la boca, haciendo girar su cabeza hacía adelante y atrás, también le mordían el cuello y los hombros y el de adelante mordía y lamía los pechos, sin parar de recorrer el cuerpo con las manos.

Finalmente después de un rato de atormentarla e que estaba atrás se recostó sobre una roca, escupió un par de veces su polla y la introdujo en el culo de la chica primero lentamente y luego fuerte y hasta el fondo. El de adelante esperó hasta que ella estuviera ensartada por detrás y con su herramienta totalmente erecta se recostó sobre ella penetrando su vagina que para su sorpresa estaba húmeda. Así la chica tuvo una doble penetración.

Los dos iniciaron sus movimientos de manera lenta, ella sentía las dos pijas chocar en su interior y moverse cada vez mas rápido. Para su sorpresa y vergüenza no pudo reprimir un orgasmo que se escuchó en todo el río. El que la penetraba por detrás liberó toda su carga en los intestinos de la chica, pero el que estaba por delante se salió y la llenó de lefa desde la cara hasta el abdomen, pasando por los intestinos.

Recógela y trágatela – le ordenó a la que la chica obedeció con una mezcla de morbo y resignación.

Con los dedos recogió cuanto pudo incluso llevó una de sus manos hasta su propio ano recogiendo parte de lo que salía de ahí. Después los tipos la obligaron a limpiarles los rabos con la boca y cuando hubo acabado la dejaron para que se bañara en el río.

Esperaron en la orilla y cuando ella acabó la condujeron hasta la orilla de un claro en la selva, ahí le ataron las manos a la espalda, le pusieron un collar de perro el cual sujetaron a una cadena previamente atada a un árbol, llevaron después un balde de agua y un trasto grande con comida de perro.

-Ahí tienes para que comas y bebas como perra que eres- le dijeron y se marcharon.

Aída lloró y se quedó dormida, la despertó un gran perro negro que se acercó, la olió toda, en especial su sexo, después comió de la comida del trasto y bebió agua del balde que le habían dejado y se marcho al interior de la selva. Esto le dio mucho asco a Aída pensó en no tomar agua de ese balde pero el intenso calor del medio día la obligó a aguantar su asco y beber de la misma agua.

Continuará