Indiferencia Agridulce (III)
Dicen que los niños y los borrachos siempre hablan con la verdad.
Capítulo 3: Una fiesta, un borracho y una verdad...
Ignacio:
En el momento en que Nico me preguntó porque estaba mirando tanto a Tomás, se me helo la sangre. No me esperaba aquella pregunta pero sabía que él me había atrapado observándolo demasiado, era obvio que tenía curiosidad y creo que ya no podía seguir ocultándolo porque al parecer ya se notaba demasiado que me gustaba Tomás.
Nico era mi mejor amigo, desde 3er grado, cuando apenas teníamos 7 años y ambos habíamos llegado juntos al colegio en el que estábamos ahora. Sé que podía confiar en él y en más de una ocasión había demostrado que los homosexuales no le desagradaban… él era bastante “open mind” en cuanto a esos asuntos y aunque yo no me consideraba precisamente homosexual, pues yo solo sentía atracción hacia Tomás, desconocía la reacción que podía tener si yo le contaba que “me gustaba un chico”.
-Solo tenía curiosidad de ver con quién se encontraba- le respondí yo, un tanto nervioso, esperando a que se creyera mi mentira.
-¿Acaso ahora te convertiste en su guardaespaldas y vigilas con quien se encuentra o no el chiquillo?- me preguntó burlescamente mientras llegábamos a su auto. No se había creído mi mentira.
-Últimamente todos andan con bromas y respuestas irónicas, comienzo a creer que es una pandemia o algo así- le dije, abriendo la puerta del copiloto.
-No me cambies el tema… -me dijo, misterioso- ¿No será que…?- iba a decir en tono picaresco, pero inmediatamente lo interrumpí.
-¡NO!- exclamé nervioso, antes de que pudiera decir “te gusta”.
-Aun no he dicho nada…- me dijo, atrapándome y dejándome en “jaque”, mientras abría la puerta de su lado y se sentaba al volante- te estás delatando solo, Nachito… ¿Qué creías que iba a decir?- preguntó luego, con una sonrisa de diversión.
-Nada… no sé- respondí yo. Mierda, estaba atrapado. Por lo menos me había dado cuenta de algo: como actor, era pésimo.
-A ver Ignacio… hablemos en serio- me dijo, mirándome a los ojos y quedándose muy quieto en el asiento.
-¿No vas a hacer andar el auto? Ya déjate de estupideces y vámonos, tengo que llegar a casa- dije yo, intentando evitar el tema de forma desesperada.
-¡No me cambies el tema te dije!- exclamó, divertido por tenerme así- Eso lo dejamos para después, ahora tu y yo vamos a conversar.
Me sentía presionado y ya todo había llevado a un inminente “Jaque Mate”. En ese momento me di por vencido y estallé, me jugaría el todo por el todo, le contaría a Nicolás lo que me ocurría y después podían pasar solo dos cosas: o me tendría que ir caminando a casa o ganaría uno que otro consejo, y llegaría rápido a casa.
-¡Si, está bien!- exclamé yo, perturbado – Me gusta Tomás ¡me gusta mucho!... Y no sé qué hacer porque no se fija en mi, cualquier intento que hago es en vano y el solo responde con antipatía y sarcasmos, y como si me odiara y… estoy perdido, Nico, no sé qué hacer- dije rápidamente, y todo salió de golpe, di un suspiro de alivio porque al fin me había desahogado.
Nicolás se quedo callado y asombrado, me imagino que no se esperaba que yo lo dijera todo abrupta y precipitadamente como acababa de hacerlo.
-¿No es broma, cierto?- preguntó asegurándose antes de hacer algún comentario- ¿No estás bromeando conmigo?-
-¿Tengo cara de estar bromeando?- dije yo como toda respuesta.
-Ajajaja, tenía mis sospechas, pero tampoco estaba seguro de si era cierto o no…- dijo él, que aun parecía incrédulo.
-Pues ya… lo solté todo, ¿Ahora qué harás? ¿Me tengo que ir caminando o me vas a dar tu apoyo?- le dije yo, cabreado de la situación, me frustraba pensar en lo inalcanzable que era Tomás.
-¿Y por qué él?- me preguntó de repente, ignorando mi pregunta.
-No lo sé, ni yo mismo me lo explico…- respondí sonriendo, mientras pensaba en todo eso- Pero cuando llegamos a este colegio, hace un año y medio, fue en él en quien primero me fije. En ese momento lo miré y me pareció interesante, su mirada era triste y perdida. Siempre quise saber que ocurría con él, porque era tan distante e indiferente con los demás y con todo lo que le rodeara. Y hasta el día de hoy siento que está envuelto en un aura de misterio que me llama mucho la atención…-
El solo pensar en Tomás me hacía sonreír como tonto. Comenzaba lentamente y con el paso de los días, que me gustaba cada vez más. Que cada vez que conversábamos o que le veía, la ganas de abrazarle en mi interior crecían.
-Vaya… veo que de verdad te gusta… y mucho- me dijo Nico, pensativo-¿Qué piensas hacer?-
-Nada…- respondí a secas-.
-¿Nada? ¿Te vas a quedar de brazos cruzados?- me preguntó, como si aquello fuera una idea descabellada.
-Mis posibilidades con él son nulas- le expliqué- más aún con la escena que acabamos de presenciar… El tipo con el que se fue era mucho mejor que yo, Tomás le sonreía encantado. De seguro cree que soy patético e inútil, al menos eso es lo que me dice cada vez que puede. Además también estoy seguro que debe darse cuenta de lo que siento, pero debe estar riéndose de mí junto con el tipo ese… Soy un estúpido- concluí.
Al final había terminado envenenándome a mí mismo con esas palabras. Mi mente me jugaba una mala pasada y yo caía cada vez más profundo en la desilusión.
-Eres muy pesimista- me dijo Nicolás, riendo- estas sacando conclusiones apresuradas antes de que ocurra algo. Ni siquiera sabes si Tomás se ha dado por enterado de que le gustes. A lo mejor ese chico que lo vino a buscar era un familiar, o un amigo, o cualquier otra cosa… - reflexionaba, dándome ánimos- Yo te aconsejo que no te quedes así de brazos cruzados. Y hagas algo… algo de verdad para conquistarlo, porque hasta ahora he visto que no has hecho mucho…-
Era cierto, Nico tenía mucha razón: yo estaba sacando conclusiones apresuradas antes que ocurriera algo, antes de haber intentado si quiera algo con Tomás. Sus palabras me dieron fuerza y determinación: debía hacer algo, si no, nunca conseguiría nada… Pero había algo que aun no me calzaba…
-Eso quiere decir que…- le dije yo, mirándolo reflexivamente- ¿me estás dando tu apoyo?-
-Jajaja- reía Nico- ¡pues claro que sí!- me dijo después- tienes mi apoyo para todo lo que quieras, por algo somos amigos desde hace muchos años y si es tu decisión la de estar con un chico en vez de una chica, yo la voy a respetar y aceptar. No porque te guste Tomás o cualquier otro chico te voy a rechazar… la homofobia ya debería ser un tema del siglo pasado…- dijo esto último, dándome una palmada en el hombro y arrancando el motor del auto.
-Gracias- le dije yo, tranquilo y sereno.
Se sentía realmente bien el contar con alguien que me apoyara en lo que estaba pasando. Y me sentía bien después de haberme desahogado y haber sacado afuera eso que sentía, pero que creía que no podía contarle a nadie, por miedo al rechazo. Todo aquello era nuevo para mí.
-¿Qué puedo hacer para que se fije en mi, Nico?- le pregunté de pronto, con frustración.
-Una fiesta…- respondió, mirando hacia donde dirigía el auto y saliendo del estacionamiento a la calle.
-¿Una fiesta?- pregunté yo, sin entender lo que mi amigo me decía.
-Si, como lo oyes, una fiesta- me respondió sonriente, mientras conducía- Deberías dar una fiesta en tu casa, y lo invitas. Creo que el ambiente que se genera en una fiesta es especial para que puedas conversar con él…- me explicaba- y me imagino que fuera del colegio, el humor del ogro quizás sea un poco mejor ¿Qué me dices?-
La idea me parecía buena e interesante, quizás Nico realmente tenía razón -comenzaba a creer que mi amigo tenía razón siempre- y Tomás fuera otro en el ambiente de buena onda que se genera en una fiesta pero… ¿Acaso el iba a fiestas? No había que pensarlo dos veces para saber que la respuesta era un no rotundo.
-La idea me parece genial y muy buena…- dije yo- pero… ¿tú crees que Tomás va a ir a una fiesta? porque yo lo dudo…- decía yo, volviendo a ser pesimista- Y menos va a ir a esa fiesta, sabiendo que es mi casa y que me odia- concluí yo, nuevamente sin esperanzas…
-Tú solo dime que si se hace la fiesta, y yo me encargo de lo demás…- dijo él.
Con eso último me había dejado completamente descolocado… ¿Cómo iba a hacer él para que Tomás fuera a la fiesta? Aunque conociéndolo tan bien… de una u otra forma lo conseguiría.
-¿Cómo le harás?- pregunté, sabiendo de antemano la respuesta que me daría…
-Tu tranquilo, y no preguntes, tan solo cuenta con que el asistirá si o si- respondió, misterioso y con una sonrisa maliciosa dibujada en sus labios…
Tal y como lo esperaba, no me iba a decir cómo lo haría y aquello me causaba intriga, pero me gustaba la idea… si Nico me estaba asegurando algo, sabía que eso iba a ser como él decía… aunque tenía mis dudas. Tomás era algo difícil…
Tomás:
El día viernes había llegado… e inexplicablemente me sentía nervioso cuando volví a casa después de clases. Y creo que en el fondo sabía la razón pero no quería asumirlo, aquello me parecía insólito y estúpido. No, no podía estar nervioso porque Ignacio vendría esa tarde a mi casa ¡No podía!
En ese momento realmente no me reconocía, yo no era así… bueno, solía ser así 3 años antes, pero no en ese momento, definitivamente yo no era así.
Ese día había decidido darles el día libre a todos los del servicio doméstico. Generalmente lo hacía cuando mis padres no estaban en casa -lo que ocurría casi siempre, como ese día- pues me parecía estúpido tenerlos a todos trabajando cuando estaba solo yo en la casa. Prefería que pudieran pasar el día con sus familias y sus hijos antes que tuvieran que estar conmigo, en el fondo solidarizaba con los hijos de todos ellos, pues no quería que esos niños pasaran por el “abandono” que pasé yo… y de todas formas yo ya me había acostumbrado a estar cómodo en mi soledad, así que básicamente no necesitaba a nadie…
Luego de llegar del colegio, me cambié de ropa y me puse a leer, mientras esperaba que llegara Ignacio. Mientras leía, Morfeo me cobijó en sus brazos y me quedé dormido, cayendo en profundo sueño. Odiaba eso.
Últimamente había vuelto a soñar constantemente con Elías, y siempre era lo mismo. Aparecía cualquier escena en la que el y yo estábamos haciendo algo, cualquier cosa cotidiana. Yo me sentía feliz pues creía que todo eso era real y que él volvía a estar conmigo, como si nunca se hubiese marchado… Conversábamos, reíamos y yo me sentía completo, en paz y tranquilo, como si la realidad fuera un sueño y el sueño fuera la realidad.
Pero cuando yo me acercaba a abrazarlo, a intentar sentirlo cerca de mí y corroborar que todo era real, Elías comenzaba a desvanecerse y finalmente desaparecí, quedando yo ahí de pié y sin poder hacer nada, con la impotencia me carcomiéndome… Y así era cada vez que soñaba con Elías, siempre lo mismo.
Despertaba llorando, atormentado, enojado y con odio, con ese maldito odio a la vida que me hacía querer destrozar algo, gritar, mandar todo a la mierda…
De pronto, mientras me encontraba acostado en el sillón y pensando aun con los ojos llorosos, sonó el timbre. Era Ignacio. Mierda, lo había olvidado.
Me puse de pie, me sequé las lágrimas y me arreglé la ropa para ir a abrirle le puerta. Y ahí estaba, de pie, sonriente frente a la puerta cuando le abrí.
-¡Hola! Disculpa la demora, el tráfico estaba muy lento a esta hora… y llegar hasta acá no fue muy fácil que digamos…-
Miré mi reloj y vi que eran las 18:45. Ni siquiera había notado que venía retrasado, pues había despertado hacia casi 5 minutos.
-No te preocupes- dije yo y me aparté de la puerta para que pudiera entrar- Adelante, pasa-
Lo conduje hasta la sala y le ofrecí asiento. Pude ver que miraba todo con sorpresa, parecía impresionado como si hubiese entrado a un palacio.
-Oye, que bonita decoración la de tu casa, que buen gusto- comentó, mirando para todas partes.
-A Laura le gustan todas estas cosas innecesarias… personalmente, preferiría una decoración minimalista, pero ya ves… no puedo hacer mucho- respondí yo.
-¿Laura?- me preguntó, sin imaginar de quien se trataba.
-La que me dio a luz- dije de forma fría y natural. La verdad es que no me gustaba llamarla mamá, madre o cualquiera de los derivados… menos ahora que me sentía de mal humor- ¿Quieres algo de beber? Tengo gaseosa, agua mineral, cerveza o jugo- le ofrecí, cambiando el tema antes que siguiera con las preguntas que no quería responder.
-Una gaseosa estaría bien, gracias- respondió, captando mi indirecta.
Me fui en dirección a la cocina y me puse a pensar mientras buscaba la gaseosa y dos vasos: Ignacio se veía realmente bien ese día. Llevaba una camisa con cuadros un poco ajustada que denotaba su torso bien formado, unos jeans de color azul y unas zapatillas con diseño. Era un estilo casual, pero… tenía ese toque que no sabría describir. Todo eso acompañado de un aroma delicioso de un perfume que no me fue posible identificar.
De pronto caí en cuenta… nuevamente estaba teniendo esos pensamientos como los del laboratorio. Yo no podía ver a Ignacio de esa forma ¡No podía! O más bien, “No quería”. En ese momento creo que lo sentí, al fin y al cabo lo sabía, pero yo no quería creermelo: me gustaba Ignacio. Pero aquello simplemente no era posible, yo no quería a nadie ni estaba interesado en nadie pero… Ignacio rompía mis esquemas. Había irrumpido de forma forzada en mi vida y sin mi consentimiento prácticamente. Y me inevitable el notar que últimamente mi actitud hacia él había cambiado gradualmente: había comenzado siendo un antipático total, pero poco a poco notaba como cada vez que hablaba con él, me sentía mal por ser tan antipático e intentaba ser más simpático, y eso si que me costaba. Esa era la verdad y recién comenzaba a darme cuenta de ello, aunque eso… jamás se lo iba a admitir a nadie e incluso, si era necesario, lo negaría hasta el fin de mis días. Ni siquiera Malena o Vicente lo sabrían.
Cuando ya dejé de pensar esas cosas, iba de vuelta a la sala y en mis manos iba una bandeja con dos vasos y galletas… ¿Galletas? Ni yo me explico porque las llevaba, pero me encantaban las galletas.
Cuando llegué a la sala vi que Ignacio estaba observando unos cuadros abstractos de no-sé-que artista que a Laura tanto le gustaban.
-Oye, tu mamá sí que tiene buen gusto para la decoración- me dijo cuando me vio entrar de vuelta en la sala.
-Si te gusta, lo que le gusta a ella, entonces tienes gustos horribles- puntualice yo. Laura y yo éramos completamente diferentes- Sígueme, no trabajaremos en la sala.-
Lo conduje caminando por el pasillo, en dirección a las escaleras. Avanzamos un poco y como pude, haciendo equilibrio con la bandeja, abrí la puerta.
-¿Tu papá no se molesta si usamos su despacho?- me pregunto, mirando todo a su alrededor, como en la sala.
-Este es mi despacho, el de Alfonso está abajo- respondí yo, con una sonrisa ante su comentario.
-¿Tienes tu propio despacho?- preguntó sorprendido, levantando una ceja- Tu sí que eres como un adulto o un abuelo ¿Tienes 18 o 50 años?- dijo, como si dudara de ello.
Decidí ignorar ese comentario. La verdad es que no me sentía cómodo cuando el comenzaba a abordar temas que trataran sobre mí, nunca me ha gustado hablar sobre mí. Dejé la bandeja sobre el escritorio, encendí mi portátil y me senté en mi sillón. Ignacio tomó su vaso, bebió un sorbo de la gaseosa y se acercó a la pared donde tenía colgadas varias fotografías.
-Oye estas fotos son buenísimas ¿Las tomaste tú?- preguntó, más que nada en tono irónico, como si yo no pudiera tomarlas.
-Sí, las tomé yo –respondí de forma arrogante - la fotografía es uno de mis pasatiempos. Ahí está la cámara por si no me crees- le dije, apuntando hacia un estante donde tenía todos mis implementos de fotografía.
Noté que sonrió al escuchar mi respuesta, y siguió observando las fotografías en la pared. En su mayoría eran fotos de paisajes, puestas de sol, naturaleza, el mar, y algunas ciudades que había visitado en uno que otro viaje. De pronto lo miré de reojo y pude ver que se quedo más tiempo observando una fotografía: era una de las que le había tomas a Elías cuando me daba por usarlo como modelo, esa foto era la mejor de todas las que le tomé cuando estábamos juntos.
Noté como Ignacio se apretaba los puños y se tensaba… parecía que eso le molestaba, que estaba conteniéndose o algo así. Comencé a preguntarme porque y en ese momento fue cuando me di cuenta… pero si mi sospecha era cierta, eso confirmaba que -no pude evitar escuchar la voz de Vicente en mi cabeza- yo le gustaba. ¡Que yo le gustaba y que sentía celos!
-¿Puedes venir aquí y trabajar por favor? No tengo todo el tiempo de mundo, y menos quiero estar perdiéndolo contigo. Así que por favor deja de husmear tanto por ahí y ven a trabajar- le dije de repente.
Tenía que hacer algo para espantar todas esas suposiciones que se formaban en mi cabeza y que no eran nada más que eso… suposiciones. Odiaba sentirme así, odiaba todos esos sentimientos que Ignacio despertaba en mi interior. Siempre he sido de la idea que el llamado “amor” es algo que te hace débil, que te deja a la deriva y susceptible a cualquier daño, era por eso que odiaba todos esos sentimientos encontrados que Ignacio me provocaba y de cierta forma, sentir todo eso me descolocaba y me ponía de mal humor –algo sumamente nuevo-.
Ignacio:
La casa - o más bien la mansión- de Tomás me tenía asombrado. Todo era tan amplio y bien decorado, realmente se notaba que eran una familia adinerada, aunque a Tomás no se le notara en nada, porque como dije anteriormente, creo que la situación le disgustaba y trataba de ocultarlo.
Cuando llegué a su casa y me abrió la puerta, debo decir que temblaba de pies a cabezas y era ese nerviosismo que solo él me hacía sentir cuando sabía que nos encontraríamos o que tenía que tenerlo cerca. Puede sonar estúpido, cursi, lo que sea, pero así me sentía realmente y no podía evitarlo. Cuando lo vi ahí en la puerta, lo noté raro, tenía aspecto triste, parecía haber estado durmiendo, y pude notar que tenía los ojos un poco rojos… indicio de que quizás había estado llorando, pero no estaba seguro así que decidí no arriesgarme a preguntar.
A pesar de que Tomás y yo no conversábamos mucho y que se podía decir que él me odiaba, yo me sentía muy cómodo y en confianza estando con él, yo lo sentía algo así como un amigo en ese momento.
Me hizo pasar y me ofreció asiento, mientras el iba por algo de beber, yo mientras me quedé observándolo todo en la sala. Algo que me llamó la atención fue que no vi a alguien de servicio doméstico –y obviamente en esa tremenda casa, al menos debía haber alguna persona que lo hiciera-.
Luego de unos minutos, Tomás volvió de la cocina con bebida y galletas y me llevó a su despacho -si, tenía despacho propio, lo que me sorprendió bastante- y ahí nuevamente me quedé embobado mirando la decoración y lo que más me llamó la atención fueron varias fotografías, que luego de preguntárselo me dijo que eran tomadas por él mismo.
Hubo una fotografía en particular que capto toda mi atención y que al verla sentí muchas cosas al mismo tiempo: era una fotografía de un chico, pero no uno cualquiera, sino que era el mismo tipo que lo había pasado a buscar al colegio hace dos días en motocicleta. La fotografía era en blanco y negro y lo mostraba de perfil, mirando hacia el horizonte con una pequeña sonrisa dibujada en sus labios. De fondo había unos árboles, pero se veían borrosos, y solo él resaltaba en la fotografía.
Me comía la curiosidad de saber quién era ese chico que me hacía sentir enojado y celoso. Que Tomás tuviera una fotografía de ese tipo colgada en su despacho, lo hacía importante, muy importante para él.
De pronto, haciendo que me asustara, me llamó con un tono de enojo para que comenzáramos a trabajar en el informe que debíamos realizar. Aquello me pareció de lo más normal, pues no era raro en él, el que estuviera enojado…
La hora se nos paso muy rápido y no me di cuenta que ya eran casi las 20:30. Habíamos acabado el informe, ya estaba impreso y listo para ser entregado el lunes a primera hora. Fue en ese momento, cuando ya estaba pronto a retirarme a mi casa cuando le hice la pregunta que tenía deseos de hacer desde que había llegado.
-El próximo viernes, voy a dar una fies…- comencé a decir, pero Tomás me interrumpió.
-Si sé, ya estoy enterado de que vas a hacer una fiesta, y quiero que te quede claro que por ningún motivo asistiré esa fiesta, ¿ok?- me dijo, sin levantar la vista de su portátil.
-Pero…-
-No hay peros…- me interrumpió nuevamente, alzando la vista- si quieres mis razones, aquí las tienes. Primero: jamás me han gustado las fiestas. Segundo: ¿crees que yo iría a una que mas encima es en TU casa? Y tercero: es obvio que a tu novia y a tus amigos no les agrado en absoluto- me dijo, adelantándose a todo lo que yo pretendía decir y preguntar, sin siquiera dejarme hablar.
¿Novia? ¿A qué novia se refería? Aquello me dejó descolocado y no pude evitar alzar la voz para aclarar las cosas que acababa de decirme.
-A ver, a ver, a ver- dije yo- primero que nada ¿me dejas hablar un segundo sin interrumpirme?-
-Está bien- me respondió cruzándose de brazos. Aquello demostraba que estaba a la defensiva.
-Bien, entonces creo que… no te haría mal salir a una fiesta de vez en cuando además quizás asi conoces más gente y te cambia un poco el humor ¿no crees? Y segundo, pero no menos importante… podrías explicarme… ¿de qué novia es la que me estás hablando? Creo que ahora tengo una novia y ni por enterado me había dado- dije con ironía.
-Hablo de Paula ¿acaso no es tu novia?- preguntó el, levantando la ceja.
Aquello me produjo una carcajada… estaba loco ¿Paula? ¿Mi novia? Tal parecía que estaba mal informado.
-Ay Tomás… que risa- dije yo, aun riendo y parecía que a él no le agradaba- Paula es solo una amiga, nada más que eso…- le expliqué- no sé por qué crees que es mi novia, jajaja-
-Pues siempre veo que está colgada de tu cuello… buscándote… y pasa siempre pegada a ti, como si fueran novios, y veo que tú no le haces el quite. Entonces asumí que eran novios…- me explicó.
Sus palabras me decían algo… algo que siempre había deseado y que veo que al final era cierto y no solo una fantasía: Tomás se había fijado en mi en varias ocasiones… eso me hizo sentir feliz de cierta forma… me hizo sentir que al menos yo si existía en su hermético mundo, por muy poco que haya sido, me había prestado atención en alguna ocasión.
-No, estás equivocado… - le aclaré- Paula y yo no somos nada de nada… -
En ese momento sentí que tenía que intentar jugar la última carta para poder hacer el que fuera a la fiesta, sino solo me quedaba confiar en la promesa de Nico.
-Vamos, Tomás- le pedí- ¿Qué tiene de malo que vayas? De veras que me gustaría que asistieras… aunque no lo creas, y aunque quizás tu no sientas lo mismo, yo si te considero ya como un amigo y me gustaría compartir mas contigo, no sé, conocerte más…-
-Ya te dije que no, y es mi última palabra- me interrumpió el- Además, gracias por tus palabras, pero no me interesa ser amigo de nadie ni compartir nada con nadie. Estoy perfectamente bien así como estoy y no necesito amigos-
Todas las ilusiones se esfumaron e incluso me convencí de que Nico no lograría de ninguna forma que Tomás asistiera ese día.
-Está bien, entonces ya me tengo que ir- dije yo, triste, resignado y un poco dolido por sus palabras. En resumen habían sido un “jódete” dicho con sutileza.
-Ok, adiós- me dijo él, acompañándome después en silencio hacia la escalera, y luego hacia la salida.
El lunes le pediría a la profesora Saavedra que para el siguiente trabajo me dejara trabajar con otra persona. Yo ya había tirado la toalla en el intento de conquista de Tomás.
La semana transcurrió de forma rápida y casi imperceptible para mí. El viernes pasado había decidido en darme por vencido en todo lo que se trataba de Tomás… Volvería a lo de siempre, e intentaría borrarlo de mi mente y todos mis pensamientos.
En realidad no entendía porque sus palabras me habían afectado tanto y me habían hecho sentir mal, pues no era nada nuevo que Tomás fuera así de antipático, pero creo que al final esa había sido la forma de que yo abriera los ojos y ya me diera por vencido.
En toda la semana no me acerque a hablarle, pues ya sentía que no era necesario y que con eso solo conseguiría alimentar una ilusión inútil y que no llegaría a ninguna parte…
Cada vez que me quedaba a solas con Nico, tenía que hacer esfuerzos para evitar el tema de Tomás y creo que el terminó dándose cuenta y no intentó hablar más sobre él. Incluso creo que notó que andaba más triste de lo común y un día me dijo:
-Tranquilo, el viernes todo será mejor, te lo aseguro-
Sus palabras ya no me ilusionaban, Tomás no iría y con eso nada sería mejor, pero bueno… debía enfocarme solo en pasarla bien y divertirme con quienes si querían ser mis amigos.
El día viernes en la noche había llegado y yo ya me había resignado a la idea de que Tomás no vendría. Habría sido de tontos creer que si asistiría. Pero estaba con todas las ganas de pasarla lo mejor posible como siempre lo hacía en las fiestas, cuando salía con amigos o donde fuera. Siempre he tenido esa determinación de pasarla bien, pasara lo que pasara.
Nico y Pablo habían llegado temprano y me habían ayudado a acomodar las cosas y ordenar un poco para que estuviera todo listo y preparado para la noche.
Cerca de las 10 de la noche todos comenzaron a llegar. Por suerte mi casa era bastante grande -sin presumir- y daba abasto para las cerca de 40 personas que terminaron asistiendo a la fiesta.
Con cada toque de timbre, yo, tontamente seguía albergando un pequeño trozo de esperanza y esperaba ver a Tomás parado en la puerta… Y creo que al final, el no perder la esperanza tuvo su recompensa.
Eran de las 11 de la noche, cuando ya la mayoría había llegado y se encontraban –a pesar del frío otoñal- en el patio, sonó el timbre y me dirigí a abrir la puerta. Y cuál fue mi sorpresa que me encontré frente a la puerta a tres personas: Malena, Vicente y… ¡Tomás!.
-¡Hola chicos! Que gusto verlos, pasen, adelante- les ofrecí, sonriendo alegremente.
Malena y Vicente me saludaron amablemente; con ellos dos siempre tuve una relación muy buena y solíamos conversar a veces. Pero Tomás apenas me dijo “Hola” sin si quiera mirarme y esa misma noche me propuse… que eso cambiaría.
Ahora sí que estaba alegre y contento. Y aunque no me explicaba cómo, al fin y al cabo Tomás estaba ahí… ¡Había asistido a la fiesta! Cuando Nicolás se percató de que ellos habían llegado se acercó a mí y me dijo al oído:
-¿No te lo dije? Tomás iba a venir-
-Jajaja, tenías razón. Pero debo decir que tenía mis dudas- respondí.
-No debes dudar de mí- me respondió, dándome un golpe en el brazo, luego se fue de mi lado.
La noche fue muy entretenida, me la pasé genial, iba de un lado a otro, conversando con todos, bailando, bromeando con mis amigos, y bebiendo de vez en cuando, pero siempre con moderación, no me gustaba llegar al estado de ebriedad pues tenía mala experiencia con ello.
En toda la noche no le quite la mirada a Tomás, estuve observando que hacía y con quien estaba. Noté que estuvo siempre con Malena y Vicente, aunque después de un tiempo, este último se separó de ellos y se fue a bailar y conversar con Josefa, una de sus compañeras, en plan de ligue.
Hubo un momento, cerca de las 2:30am, en que lo busque con la mirada y no lo encontré. Fui dentro de la casa y lo vi sentado sólo en uno de los sillones, bebiendo de su vaso –luego supe que estaba tomando Vodka y que al final había bebido muchos- así que decidí acercarme a hacerle algo de compañía.
-¿Y Malena te dejo solo?- le pregunté a su espalda. La música sonaba fuerte, pero el había logrado escucharme.
-Oh, aquí está el tipo que me ignoró toda la semana- dijo riendo con antipatía, e ignorando mi pregunta, lucía diferente… algo así como más relajado, pero solo un poco.
-Pareces estar un poco ebrio- le dije, sentándome a su lado- ¿cuánto has bebido?-
-Uno que otro Vodka con jugo…- me respondió maliciosamente.
Se me hacía muy raro verle así. De seguro debía estar bajo el leve efecto del alcohol y por eso estaba más risueño y se le veía relajado.
-¿Por qué me ignoraste toda la semana?- me preguntó de pronto de forma directa.
Aquello me dejó descolocado… ¿Había notado que yo no me acerque a hablarle y quería saber por qué? Eso me hizo sentir feliz ¡¿Me había extrañado?! Un sinfín de preguntas y suposiciones se me presentaron de golpe.
-Tú mismo dijiste que no te interesaba ser mi amigo y todas esas cosas… así que creí que lo más prudente era dejar de hablarte si tu no tenías ningún interés…- le respondí, expectante a ver que me podía decir.
-No creí que te lo ibas a tomar tan a pecho, eres un tonto…- me respondió sonriendo.
Definitivamente Tomás estaba bajo el efecto del alcohol, había sonreído más de una vez y se notaba que eran sonrisas de verdad, no fingidas y tampoco estaba siendo antipático conmigo… en ese momento me sentí dichoso y contento así que me arriesgue y traté entablar una conversación con él... y me resultó de maravilla. Por fin podía conversar con él sin sus ironías y sarcasmos, aunque era una lástima que tuviera que ser gracias a la ayuda del alcohol.
El tiempo se me pasó muy rápido conversando con él. Aunque solo hablamos de cosas triviales, como la escuela, lo que nos gustaba hacer y ese tipo de cosas. No quise arriesgarme en abordar temas personales pues temía que pudiera espantarse y mandarme directo a la mierda.
Estaba tan embobado conversando con él, que apenas me percaté de que rellenaba su vaso de vodka y jugo a cada momento y ya eran cerca de las 4:30 de la mañana cuando recién me percaté de ello. Tomás ya se encontraba bastante alcoholizado.
De pronto apareció Malena, noté que traía el labial un poco corrido. En ese momento Tomás le dijo o más bien le gritó:
-¡Te dignaste a aparecer, traidora!- y se largó a reír.
Malena lo observó con sus ojos abiertos como platos, no creía que Tomás pudiera estar en ese estado.
-¡Mírate cómo estás!- exclamó ella, alarmada- estas completamente ebrio… ¿Qué le hiciste, Ignacio?- me preguntó enojada.
-¡Me violó!- se apresuró a responder Tomás, con una carcajada, antes que yo dijera algo.
-No le hice nada, solo estábamos conversando y no me percaté de que estaba bebiendo mucho, lo siento…-le respondí, apenado. No debía haber dejado que eso pasara… pero es que estaba tan cómodo hablando con él.
-¿Qué haremos ahora? ¿Cómo no iremos? No puedes llegar a tu casa en ese estado- le dijo Malena, como hablando sola.
-¡Nada, Mali, no haremos nada!- le dijo Tomás, costándole articular las palabras- No seas aguafiestas… se supone que… yo soy el amargado aquí, y nadie… ¡mas! Jajajaja- y reía de buena gana. En el fondo se me hacía gracioso verle en ese estado.
En ese momento una idea descabellada se me pasó por la cabeza, y creo que no podía desperdiciar la única oportunidad que tenía…
-¿Por qué no se quedan aquí esta noche?- le propuse a Malena.
-¡Esa… es una excelente… idea!- dijo Tomás- Yo me quedare… en este cómodo… y bonito sillón- y se recostó para quedar ahí, riendo como tonto.
-Creo que esa es la única solución que tenemos, llamaré a mis padres y a su casa para avisar- dijo ella, tomando su móvil.
-Está bien, yo lo llevaré arriba para que se acueste a dormir- le dije, mientras veía que marcaba números en el teléfono.
Moví a Tomás para que se pusiera de pie, y cuando lo estuvo, pase su brazo por detrás de mi cuello y me dirigí con él hacia la escalera, para subirlo a mi habitación. Cuando llegamos a esta él me dijo:
-Oye, tu habitación es… muy bonita… ajajajaj- reía de buena gana, y yo solo reía con él- ¿Qué haremos aquí?... Yo no quiero hacer… cochinadas contigo…- y seguía riendo- Al menos no por ahora…- eso último hizo que la sonrisa en mi boca de desdibujara.
¿”Al menos no por ahora”? ¿Qué significaba eso? Me dejo desconcertado y en blanco. De seguro estaba bromeando... Decidí que sería mejor quedarme cuidándolo hasta que se quedara dormido.
-Espérame aquí, no te muevas- le dije, mientras salía de la habitación.
Busque a Nico por todas partes y hasta que finalmente lo encontré, noté que tenía los labios rojos, como con labial ¿acaso era posible que…?
-Nico… ¿puedes hacerte cargo de todo?- le pedí. Por suerte ya no quedaba mucha gente en la fiesta y los últimos ya estaban por irse pues ya eran cerca de las 5am.
-Sí, no hay problema ¿ocurrió algo? ¿El pez mordió el anzuelo?- me preguntó con una sonrisa pícara dibujada en su rostro.
-No seas tonto- le reproché- está borracho y me quedaré cuidándolo hasta que se duerma-
-Oh, está bien, ahora eres su nana, jajaja- me dijo riéndose.
-Tú solo encárgate de todo y cuidado con hacer cosas malas con Malena…- le dije, mientras me alejaba y subía por las escaleras. Pude ver su cara de sorpresa cuando dije esto- ¡Te lo tenías guardado!- le grite desde lejos, subiendo las escaleras.
Me dirigí de vuelta a mi habitación y cuando entré, pude ver que Tomás estaba acostado en mi cama, mirando al techo y cuando me oyó entrar, me miró fijamente.
-Creo que es hora de que te duermas, jovencito- le dije.
-Está bien… mami… jajajaja- y volvía a reír.
Me encantaba oírlo reír, pocas veces había tenido la oportunidad de escucharlo, la única vez fue cuando tuve el pequeño accidente del ojo en la clase de Biología.
-¿Vas a dormir con ropa?- le pregunté.
-Siempre duermo… en bóxers…- me dijo- con voz de borracho. Era divertido oírle hablar así.
Dicho esto comenzó a quitarse la ropa sin vergüenza alguna y yo me quedé helado… no sabía qué hacer. Lo tendría casi desnudo cerca de mí y no sabía si podría contenerme. Mientras se quitaba la camiseta, su cabeza y sus brazos quedaron atrapados dentro debido a la dificultad para controlar sus movimientos…
-¡Ayúdame!- me pidió, tambaleándose sobre la cama.
Me acerqué y le ayudé a quitarse la camiseta, quedando a torso desnudo. En ese momento, creo que mi entrepierna dio un respingo… su piel era blanca, muy blanca, y pude sentir que era tersa y suave. Su espalda era un poco ancha, su vientre lo adornaban unos abdominales apenas marcados y su pecho, unos pectorales bien formados coronados con unos pezones rosados que me estaban poniendo a mil… “No te puede aprovechar de él en este estado” me repetía yo en mi mente. Prosiguió quitándose los pantalones y luego las calcetas. Quedando solo en bóxers. Finalmente se acercó a la cama, retiró el cubrecama y se metió debajo de él. Yo presencié toda la escena estando apoyado en la puerta de mi habitación.
Decidí que mientras esperaba que se durmiera, me pondría en el ordenador a revisar algunas cosas. Iba a sentarme en el escritorio frente al ordenador, cuando sentí que me llamaba.
-Ignacio… acércate por favor…- dijo casi en un susurro.
-¿Qué ocurre?- le pregunté, arrodillándome junto a la cama y mirándolo. Tomo una de mis manos y me dijo:
-Ignacio… - me miro a los ojos, dudó un momento, pero continuó:- te quiero mucho… me gustas…- me dijo, parecía sincero- ¿Tú a mi me… quieres?- me preguntó.
En ese momento el tiempo se detuvo y mi corazón comenzó a latir de forma muy rápida, como si quisiera salirse. Sentí como me ruborizaba y un calor me recorría el cuerpo entero. No sabía que responder hasta que algo vino a mi mente: hablar con la verdad.
-Si te quiero Tomás, te quiero mucho y tu también me gustas- le respondí, con toda sinceridad. Todo eso fue completamente inesperado y nunca imaginé que ocurriría de esa forma.
Abrió la cobija de la cama, se hizo a un lado y me dejo un espacio para recostarme junto a él.
-Que bueno… al fin alguien que me quiere… de verdad- dijo finalmente, costándole articular las palabras y cerrando los ojos, parecía estar cayendo en el sueño.
Un profundo sentimiento de ternura me invadió por completo. Tomás se sentía solo, y necesitaba amor... -"alguien que me quiere de verdad"- realmente necesitaba alguien que le quisiera. Creo que gracias a los efectos del alcohol se estaba mostrando tal y como era. Me acosté junto a él y sentí el calor de su cuerpo.
El sueño comenzó a vencerme también y antes de quedarme completamente dormido, me salí de la cama, me quite la ropa, quedando también en bóxers y volví a acostarme junto a Tomás. No tenía intenciones de hacer nada mas… que dormir abrazado a él y sentir la suavidad de su piel, junto a mi cuerpo…
Continuará...
Les pido disculpas por la demora, pero creo que la extensión del capítulo compensa de cierta forma la espera... jaja. Como el capítulo es tan largo, creo que mas de alguna falta se me debe haber escapado, pido disculpas por ello tambien ;). Les quiero pedir un favor y me digan si el capítulo fue demasiado extenso, o si tenía muchos detalles, para tenerlo en consideración la próxima vez.
PD: A lo mejor, muchos se preguntarán por Elías... quien es y otras cosas. Les daré una pista: escuchen la canción "En mi Memoria" de Francisca Valenzuela (búsquenla en Youtube). A lo mejor la letra de la canción les de algunas pistas, pues así mas o menos es como se siente Tomás.
Saludos! y gracias por leer.