Increíble pero cierto...

La aventura sexual compartida más increíble que podais imaginar, con mi chica como protagonista.

Mi chica es una zorrita insaciable.

Ya he contado antes algunos episodios de mi dulce pareja respecto a las necesidades descontroladas de sexo con más de un tío.

El episodio que narro hoy es "diferente" y creo que muy excitante.

Mi chica vive en Madrid, tiene un piso muy majo en una zona residencial muy agradable e íntima.

Un día, tiré por error una tarjeta a la papelera que tiene en su despacho y, al darme cuenta de mi error, me agache a buscarla y recuperarla. Cual sería mi sorpresa cuando, mientras buscaba la tarjeta, me encuentro un sobrecito de plástico gastado que pone "Lubricante Intimo" y en el que aún quedaban unas gotas de su contenido original.

La sorpresa fue magnífica, dado que nosotros nunca hemos usado ese tipo de lubricante, en ninguna circunstancia, ni tan siquiera al penetrarla analmente, pues siempre ensalivo con esmero su agujerito antes de penetrerla hasta el fondo.

Una vez más la lujuria de mi chica quedaba patente y la única duda era cuantos tíos se habrían vaciado en su culito caliente usando ese aditivo.

Ni que decir tiene que el descubrimiento me excito como un poseso, pero como de costumbre no dije nada y preparé bien mi plan.

La muy zorrita tiene en su despacho una cámara web pequeña, conectada a su ordenador que está siempre encendido. Una mañana en que me quedé solo en la casa, y aprovechando la circunstancia de que ella no sabe demasiado de tecnología, aproveche para instalar en su ordenador un software espía que permitiera activar, a través de Internet y de forma remota, la cámara web, sin que el usuario del ordenador se pueda percatar en absoluto, de que esta se encuentra encendida. Este programa además te permite abrir una sesión remota donde puedes ver una imagen fiel de la pantalla y de todo lo que se hace en ella, programas, etc

Hecho esto, sólo fue cuestión tiempo, de esperar y tener paciencia, pues yo sabía que mi chica repetiría su experiencia, como de hecho así fue. Siempre lo hace cuando la "llena".

Ocurrió pocos días después. Mientras la vigilaba remotamente desde mi casa, observe como se levantaba durante un buen rato para volver después al ordenador pero, eso sí, vestida para matar. Había cambiado su atuendo de "andar por casa", por un conjunto que yo sólo había visto en una ocasión colgado en su armario. Con una escueta minifalda de color negro,y a través de las dos generosas aberturas laterales,mi chica dejaba ver perfectamente su hermoso muslamen de hembra bien armada, enlucido con unas medias de rejilla negras con liguero de encaje y unas braguitas a juego (imagino que tanga). En la parte superior llevaba un corpiño negro brillante sin tirantes, de esos que van anudados a la espalda y que llevan una suave estructura que mantiene el pecho aplastado y elevado. Además, la muy puta, se había maquillado y pintado los ojos como nunca la había visto. Estaba absolutamente soberbia, deseable y follable para cualquier tío que la viese, aunque hubiera sido ciego.

Pero la sorpresa no acababa ahí, no. Aún me esperaba lo más caliente de la sesión. Yo imaginaba que la muy golfa se pondría a chatear y a calentar a un montón de tíos en el Messenger, pero no… no acababa ahí el tema.

Pasados quince minutos de su exuberante reaparición, de nuevo se levantó del ordenador, y esta vez tardó menos en volver

pero no volvió sola. Ante la cámara, esa diminuta, ridícula e insignificante camarita de juguete estaba mi chica morreando y abrazando a un tío trajeado que no dejaba hueco de mi chica por explorar, metiendo y sacando sus manos de las tetas, el culo y el coño de mi chica. Uuuuffffffffff….

Necesito un receso señorías, porque creo que en ese momento entré en estado de shock.

Allí estaba, mi dulce y sumisa putita, la misma que me decía cariñitos y cuanto me quería, y que me dejaba penetrarla el culo y llenárselo de leche hasta agotarme sin remedio, allí estaba ella con los dedos de un desconocido metiéndose por todos sus agujeros, mientras ella le comía la boca como una posesa, vestida de puta caliente y profesional.

Enseguida imaginé lo que venía a continuación, se la llevaría a nuestra cama, se la follaría hasta reventarla y dejarla bien lubricada, y hasta la próxima, y yo me quedaría mirando una imagen estática, congelada en mi monitor mientras todo eso le ocurría a mi bonita pareja. No parecía muy halagüeña la perspectiva, pero

entonces sucedió, el milagro.

Cuando yo ya daba todo por perdido, al menos respecto a la posibilidad de poder contemplar el acto completo, algo extraño ocurrió. Hubo un momento en el que ella, congestionada y con cara de ansiosa insatisfecha, se saco la polla del tío de su boca, donde ya la tenía bien ubicada desde hacía unos minutos, y le empujó sobre el sillón de despacho que utiliza para trabajar. El tío cayó a plomo con la polla bien dura y ella le ayudó a quitarse los zapatos y sacarse los pantalones mientras, entre mano y mano, se metía la polla en la boca y le daba unos buenos lametones y alguna sacudida para que no decayera.

Cuando todos los impedimentos hubieron sido retirados, ella sacó del fondo de un cajón del escritorio un sobrecito igual al que yo había encontrado en su papelera aquel día. Acto seguido lo abrió por una esquina y lo apretó contra los dedos de su mano derecha hasta que sintió que estaba vacío. Hecho esto, lo tiro a la papelera y se untó el agujerito de su culo, despacio, atinando, metiendo lentamente uno, dos dedos impregnados de ese transparente gel lubricador.

A juzgar por el esmero y la cara de viciosa, no iba a andarse con rodeos y se iba a cabalgar a ese tío así, directamente por el culo, sin pensárselo dos veces, sin condón y hasta el fondo.

Cuando hubo terminado la operación, se puso despaldas a él, abrió bien las piernas para meter las del tío entre las suyas y poco a poco, muy despacio, fue bajando su culito hasta que la punta del capullo rozó su agujerito bien dispuesto. En ese punto, empezó a bajar mientras se introducía el nabo bien empalmado de ese desconocido en su ano, hasta hacerlo desaparecer por completo.

Cuando terminó de clavarlo comenzó un suave movimiento arriba y abajo, ayudada por las manos del macho que no dejaban de magrear sus tetas mientras la penetraba analmente.

Esta escena ya duraba unos minutos cuando, en uno de los vaivenes de mi chica, ella se quedo quieta, con el pene ensartado hasta el fondo de su culo y, desde esa posición, comenzó a tirar de la silla hacia delante, con intención de alcanzar el teclado del ordenador. El colaboró en el movimiento mientras yo dejaba de pajearme por un instante para observar con detenimiento lo que hacían.

Una vez que mi bien enculada zorrita alcanzó el teclado, pude observar en mi pantalla que abría su cuenta de Messenger y miraba quienes de sus contactos estaban conectados.

Lo que ocurrió después fue sorprendente. La muy guarra comenzó a chatear con un par de contactos a la vez, en una misma conversación y en los términos más excitantes que un tío pueda llegar a imaginar, mientras el maromo se la seguía follando lentamente por el culo, despacito y suave, para poder retener la corrida lo máximo posible, y alargar así el disfrute de una hembra insaciable que está seduciendo, y practicando cibersexo mientras el se la folla hasta las entrañas.

A ella le costaba a veces mantener la conversación y escribir bien, a buen seguro por culpa del placer que le estaba propinando la gran polla palpitante que tenía alojada en su ano. Sólo una mujer muy puta y en esas circunstancias puede llegar a escribir las cosas que ella decía. Realmente les estaba relatando a los dos tíos lo que estaba haciendo pero claro, ellos no podían imaginar que era real, y creían que se lo estaba diciendo para calentarlos. Uno de ellos conectó su web cam para que ella pudiera ver como se corría. El otro sólo la animaba a que siguiera escribiendo, a que no se detuviera y que sentía como si fuera él el que la estuviera penetrando.

Mientras tanto el tío que la tenía enculada ya no aguantaba más. En un momento dado, su cara se encogió, su cuello se contrajo y, acelerando el movimiento de vaivén, empezó a correrse dentro de mi chica, lubricando con su corrida su ya dilatado agujerito.

Ella se sonrió, o al menos eso intuí antes de cerrar los ojos para correrme como un salvaje, mientras imaginaba lo que mis ojos no podían ya ver. A mi chica bien follada física y virtualmente a través de una pequeña pantalla de ordenador.

Tarde en reponerme de mi orgasmo, que había durado casi 30 segundos, pero cuando lo hice, pude observar que en un nuevo giro de perversión por parte de mi muñequita, ella les había activado la cámara web a los dos tíos con los que estaba chateando, por lo que ellos ahora podían ver lo mismo que yo. A mi chica semidesnuda, toda emputecida, con una enorme polla convaleciente saliendo de su culo, mientras el semen del tío se escurría junto con el lubricante por los muslos de mi chica, piernas abajo.

El tío que había activado su cámara no pudo más y volvió a correrse una vez más. Del tercero hacía ya rato que no había noticias, imagino que pajeándose a dos manos.

Mientras tanto mi chica se había vuelto a acomodar la polla de su macho físico, ya recuperada, de nuevo en su culo, a la vez que había cogido su elegante vibrador de casi 20cm y comenzaba a introducirlo en su vagina, aprovechando como lubricante los blanco goterones de semen que aún tenía en su entrepierna.

Cuando sendos aparatos estuvieron definitivamente ubicados, ella activo la vibración del mecanismo que masajeaba su empapado clítoris, empezando un mete saca continuo pero relajado que habría de llevarla hasta el orgasmo. Así permaneció, ante nuestros ojos, durante unos minutos, sintiendo cada sobada del tío en sus pechos y chupando los jugos que el le ofrecía gustoso mientras le introducía sus dedos en la boca.

En ese momento de profunda excitación y con el relajamiento sexual que se produce tras la corrida, quise dar una nueva vuelta de rosca al tema, así que cogí el teléfono y marqué el número de mi chica, sabiendo que tiene un terminal en la mesa del despacho.

Al primer timbrazo la vi dar un respingo, pero entonces comprobó que era mi número y decidió ignorarlo y seguir con su show particular. Quizá debió pensar que yo no insistiría, o quizá se le antojó como un juego aún más excitante, pero el caso es que al cuarto timbre descolgó el auricular y me saludo muy cariñosa, como siempre, tratando de controlar la agitada respiración. Ella no sabía que yo la estaba viendo, y que podía observar como seguía doblemente penetrada por sus dos agujeritos. No sé si fue por mi pregunta o simplemente surgió, pero cuando la pregunté que hacía me respondió que estaba muy excitada y que la había pillado masturbándose con su enorme consolador. Yo decidí seguirle el juego y empecé a decirle que me relatara sus fantasías en esos momentos, y claro, ella accedió.

Empezó a relatarme lo mismo que yo veía, sin poder siquiera imaginar que lo que ella me relataba como una fantasía, yo lo estaba viviendo como una auténtica realidad. Y así seguimos los cuatro, el que la follaba, los otros dos masturbándose en el Messenger y yo en el teléfono y a través de la web, viendo como mi chica se acercaba poco a poco a un orgasmo que llegó de pronto, sin avisar, y con una intensidad que la hizo gritar, mientras trataba de aguantar la respiración para hacer que se alargase, que se mantuviera sostenido, anclado en el climax del placer que la situación la estaba produciendo. Yo volví a correrme y el tío de su culo también. Su mente, obsesa y calenturienta, nunca hubiera podido imaginar una escena como aquella, con su polla como protagonista de un acto salvaje y visceral. Esclavo de una hembra que nos había atrapado a los cuatro dentro de sus cálidos y húmedos agujeros de perra viciosa y sin fin.

El resto no merece ser contado. Esa misma noche me fui a su casa y, con la excusa del increíble calentón telefónico, volví a penetrarla, esta vez yo sólo, por todos sus agujeros, algunos más dilatados que otros, que todavía goteaban, irremediablemente, de un lubricante natural exprimido hasta la última gota.