Increíble masaje en pareja, regalo de aniversario

Buscando un regalo original para mi pareja finalmente pensé en un masaje erótico para parejas, el regalo fue acertado y una experiencia increible e inolvidable

Faltaban apenas unos días para que Juanma y yo cumpliésemos un añito viviendo juntos y andaba dándole vueltas a la cabeza pensando en qué le podría regalar para celebrarlo, me apetecía algo distinto y original que disfrutásemos juntos. Hablando con una amiga del trabajo del tema mientras tomábamos un descanso para tomar un café me dijo que podría regalarle una experiencia de masajes relajantes en un spa o algo por el estilo, no estaba mal la idea, nos vendría bien el relax pero mi mente me decía que debía ir más allá. Ya en el coche de camino a casa se me vino una idea a la cabeza, desde hace tiempo tenía ganas de probar los masajes tántricos o eróticos y me preguntaba si harían para parejas así que en cuanto llegué a casa me puse a investigar en el ordenador. Encontré un sitio que tenía bastante buena pinta, en general la página parecía que estaba bastante más orientada para los hombres pero también ofrecían masajes para parejas y tenían también un masajista masculino en la página.

Llena de dudas y de cómo sería llamé por teléfono para informarme, enseguida me atendió una chica muy simpática para decirme los distintos tipos de masajes que tenían, podía ser con una masajista para los dos en la cual había dos modalidades, uno recibiendo el masaje y otro mirando, o primero uno y después el otro, también tenían masajes para los dos simultáneamente con dos masajistas que me indicó que podíamos elegir entre dos chicas masajistas o un chico masajista aunque sintiéndolo mucho el chico estaba unos días de vacaciones y para cuando yo quería solamente había dos chicas, pero bueno, no me importó, al fin y al cabo lo importante era el masaje. También había varios tipos de masajes y bueno, como era un día especial elegí el más completo, que además incluía una botella de cava, entrevista previa con las masajistas para orientarse por nuestros gustos y posteriormente después del masaje nos dejaban un rato a solas.

El día del aniversario ya había avisado previamente para que Juanma tomase esa tarde libre y llegado el momento me lo llevé de casa, me preguntó que a dónde íbamos y le dije que sorpresa. Al llegar al sitio llamamos y nos abrió la puerta una chica, que se presentó, se llamaba Carmen, y nos enseñó las instalaciones, nos pasó a la sala que teníamos reservada, que era bastante amplia, decorada estilo oriental, con un futón gigante en el suelo, también había camillas de masaje y baño incluso en la habitación. También había unos sillones bajos junto a una mesita donde Carmen nos invitó a sentarnos y salió de la habitación y enseguida vino con dos copas y una cubitera con una botella de cava, nos sirvió las copas y enseguida aparecieron dos chicas con unas batas cortas de seda negras y el pelo recogido, Miriam y Nuria se presentaron, ambas chicas delgaditas pero con curvas muy bien marcadas, se parecían bastante las dos, Nuria un poquito más morena y Miriam castaño un poco más clarito. Se sentaron con nosotros, eran encantadoras, nos preguntaron sobre si no queríamos que nos tocasen alguna zona, si teníamos algún reparo en algo, qué esperábamos del masaje, y algunas cosas más, nosotros no teníamos ningún reparo, queríamos disfrutar la experiencia, después de algunas preguntillas nos dijeron que ya tenían información suficiente y siempre durante el masaje les podíamos dar alguna indicación. Nos contaron como sería el masaje, primero tendría una parte de relajación y cuando estuviésemos relajados pasarían a las zonas erógenas, dijeron que a Juanma le harían un masaje lingam y a mi un masaje yomi, que era el equivalente en femenino, después nos invitaron a desvestirnos y darnos una ducha, ellas saldrían y volverían para el masaje.

Juanma y yo nos duchamos juntos, deseando disfrutar del masaje sonreíamos los dos en la ducha mientras nos ayudábamos a enjabonarnos y aclararnos. Salimos de la ducha y volvimos a la habitación y Nuria y Miriam ya tenían todo listo, la habitación antes luminosa ahora lucía con una luz tenue e íntima, una música relajante que se escuchaba en un tono bajito, algunas velas daban un ambiente mágico a la habitación ayudado también por el perfume de incienso que habían encendido. Nos indicaron que nos tumbásemos los dos en el futón boca abajo, ambas se quitaron sus batines, quedando casi desnudas, solo con un tanguita, Miriam se arrodilló junto a Juanma y Nuria a mi lado.

Nuria me hablaba muy despacito y con mucha tranquilidad, me dijo que primero me masajearía desde la cabeza a los pies para relajarme tranquilamente, hablaban tan bajito que imagino que Miriam le diría algo parecido a Juanma pues ni siquiera logré oírlo.

Nuria vertió aceite sobre mi espalda, estaba a la temperatura justa para que no te sobresaltase por estar frío, enseguida sus manos comenzaron suavemente a extenderlo por mi espalda, llegó a mi cuello y ahí se detuvo un rato masajeándolo, recorriendo sus manos del cuello a un hombro, de nuevo al cuello y a otro hombro, la verdad es que se notaba que era, luego sus expertas manos recorrían toda mi espalda, yo estaba relajadísima, la verdad que Nuria era una gran masajista, aun estando relajada sentía curiosidad por ver cómo estaba Juanma, creo que Miriam y Nuria calcaban el masaje una a otra, estaban exactamente igual, Juanma con sus ojos cerrados también muy relajado. Nuria siguió bajando sus manos toda una pierna mía hasta llegar a mi pie donde se detuvo un rato, volvió arriba y bajó la otra pierna, se detuvo de nuevo en los pies, luego empezó a presionar fuerte por mis muslos, primero  uno, luego el otro, luego apretó fuerte mis glúteos, sentía la presión pero era agradable, me relajaba. Después noté como se sentaba sobre mí, se inclinaba y todo su cuerpo se deslizaba por el mío escurriéndose por el aceite, notar su cuerpo y su calor era muy excitante. De  mi profundo estado me sacó de nuevo la suave voz de Nuria, diciéndome que me pusiese ahora boca arriba. Nada más hacerlo comenzó a masajear mi cabeza, aplicando una ligera presión en los laterales y en mis pómulos, de nuevo sentí el aceite caer esta vez por toda mi parte delantera del cuerpo, sus manos empezaron a masajear desde la punta de los dedos de una mano subiendo por todo el brazo, acabando en los dedos de la otra mano, luego se centró en mis pechos, bajó por mi vientre, tomó mi pierna doblándola ligeramente y masajeó mi muslo y ahí estuvo un buen ratito masajeando la cara interna de mi muslo siguió por la pierna, repitió la operación con la otra pierna. Cuando acabó de masajear esta pierna me acomodó muy despacio y con mucha delicadeza las dos piernas, dejándolas abiertas, abrí un poquito el ojo intrigada y vi a Nuria arrodillada delante de mí, ya sabía que venía la siguiente fase del masaje, vi como Nuria tomaba el bote del aceite y lo dejaba caer sobre mi sexo, de reojo vi como Miriam hacía lo propio con Juanma, Nuria comenzó con sus manos a frotar mi sexo, mientras con su delicada y sensual voz me decía que cerrase los ojos y me relajase, ahora empezó con dos dedos a masajear despacito los labios de mi sexo, con el aceite era una sensación tan placentera, su otra mano recorría suavemente toda la zona de mi pubis, mis ingles, ahora de nuevo masajeaba con sus dedos mis labios mientras el pulgar de su otra mano jugueteaba con mi clítoris, en éstas me vino un orgasmo de una intensidad increíble, mis piernas temblaban, mis manos intentaban agarrarse a donde fuese, no encontraba a donde agarrarme, de cintura para abajo no controlaba los movimientos involuntarios de mis piernas, y una gran humedad chorreó por mi entrepierna, nunca me había venido así de aquella manera, el pulgar de Nuria no paró, alargándome el placer, cuando ya mi cuerpo quedó relajado de nuevo noté que introducía dos dedos en mi vagina, sacándolos y metiéndolos, girándolos mientras la otra mano presionaba suavemente  mi pubis, a mí se me escapaban suaves gemidos. Tras recuperarme un poquito quise ver ligeramente a Juanma, vi que Miriam estaba masajeando su pene con dos manos, girándolas a la vez que subía y bajaba en sentido contrario, Nuria cambió ahora de nuevo y con sólo un dedo en forma de gancho dentro de mi fue a buscar mi punto G, jugueteó con él, yo cerré los ojos y me abandoné de nuevo al placer, su gancho recorría el interior de mi vagina en un sentido y en otro, recorriendo sus paredes, con la otra mano empezó a masajear de nuevo mi clítoris, esta vez con dos dedos, pellizcándolo suavemente sin llegar a pellizcarlo, mi respiración era cada vez más agitada, ella me estaba dirigiendo, hacía subir mi respiración aplicándome más intensidad en mi punto G y mi clítoris, luego bajaba el ritmo o buscaba otra zona, me relajaba mi respiración y volvía a acelerarme, tras varias veces en que repitió su juego de nuevo volví a sentir como una intensidad fortísima me invadía y de nuevo de cintura para abajo mi cuerpo empezaba a temblar sin yo poder controlarlo, Nuria no paró, siguió intensamente hasta que acabé totalmente rendida ante ella. Ahora noté como ella se tumbaba sobre mí, de nuevo se restregaba suavemente sobre mi cuerpo, rozando su pecho con el mío, y con su voz tranquila me dijo que esperaba que me hubiese gustado, yo le contesté que había sido increíble, le dije que si podía tocarla, me dijo que sí, acaricié su espalda, su trasero, su costado, hasta ahora no me había atrevido, pero me apetecía acariciar y tocar a quién me había llevado a aquél estado mágico, me sacó de mi estado de éxtasis una fuerte respiración de excitación de Juanma, que hizo que me girase hacia él y vi como de entre las manos de Miriam saltaba un gran chorro de leche con una potencia increíble que nunca imaginé que acabó salpicando un poco sobre la cara de Miriam, ésta muy profesional sonrió y se limpió cogiendo una toalla con una mano mientras con la otra seguía acariciando el miembro de Juanma. Mientras Miriam se levantaba Nuria estaba de rodillas entre nosotros dos, nos dijo que nos tomásemos el tiempo que quisiéramos que no había prisa, que nos recuperásemos tranquilamente, hiciésemos lo que quisiéramos y cuando terminásemos nos duchásemos y saliésemos, nos dieron unos besos en las mejillas a los dos y ambas chicas se pusieron sus batas y salieron por la puerta.

Juanma se tumbó a mi lado y me dio las gracias por el regalo, me contó que había sido increíble, como se podían hacer tantas cosas con las manos, como había estado varias veces a punto de correrse y la chica lo retenía cuando pensaba que iba a estallar, y al final cuando estalló fue increíble, yo le contó cómo Nuria me había llevado dos veces a un clímax absoluto. Con nuestros cuerpos cubiertos de aceite casi sin darnos cuenta íbamos dejando recorrer mi mano por el cuerpo de Juanma y su mano por el mío mientras hablábamos, casi sin darnos cuenta nuestras respectivas manos fueron bajando al sexo del otro, mientras nos besábamos, su mano buscaba acariciar mi entrepierna, yo por mi parte agarrar su miembro y acariciarlo. Juanma me volteó y me puso sobre él, nuestros cuerpos se escurrían uno sobre el otro resbalando, él tomó su polla con su mano y la apuntó hacia mi cueva, yo fui resbalando hacia abajo mientras iba entrando suavemente siguiendo el ritmo que marcaba el deslizamiento del aceite, Juanma me movía arriba y abajo con sus manos y con él aceite era fácil, yo me dejaba llevar por el movimiento, cuando vi que sus fuerzas flaqueaban me incorporé y empecé a cabargarlo adelante y atrás, con energía, él se sentó mientras me abrazaba con fuerza, ahora lo cabalgaba arriba y abajo, yo estaba a punto de correrme otra vez, cuando acelerando mi ritmo noté como él me llenaba con su leche mientras me apretaba aún más fuerte contra él, agarrada a él me vine con un quejido entre cortado por mis jadeos que ahogó metiendo su lengua en mi boca y así estuvimos un buen rato abrazados y besándonos intensamente.

No se cuánto tiempo pasó, pero al rato ya nos levantamos para ducharnos, relajados, riéndonos, felices, salimos, nos ayudaos a vestirnos y fuera nos esperaban las chicas, estuvimos un rato hablando con ellas y comentando lo increíble que había sido, nos despedimos y Juanma y yo nos fuimos convencidos de que esto habría que repetirlo porque había sido experiencia inolvidable.