Inconciencia

...poco después recobré cierta conciencia, sin poder moverme, pero me daba cuenta de las cosas que sucedían a mi alrededor.

No es malo tener experiencia sexual, pero creo que es mejor adquirirla con el paso del tiempo y no en una sola ocasión, soy Jenny y a mis 28 años, no tengo amigas ni novio, tampoco tenía razones para desconfiar de los hombres, ya que desconocía algún contacto con ellos distinto al verbal.

Sólo recuerdo que esa tarde, decidí salir con un hombre que conocí en el trabajo, me invitó a tomar un trago y llegamos en su automóvil a un bar, después de buscar una mesa, él amablemente pidió para mi una copa de algún licor que desconozco, conversamos agradablemente mientras nos atendían, hasta que llevaron las bebidas a nuestra mesa y me sugirió que brindáramos.

No se que debió haber tenido aquella copa, porque de inmediato me sentí mal, lo último que recuerdo es que quise decir algo, pero él me detuvo y me tomó de un brazo para que no me levantara y luego me vio caer en el sillón semidormida.

No lo se con exactitud, lo cierto es que un poco después recobré cierta conciencia, sin poder moverme, pero me daba cuenta de las cosas que sucedían a mi alrededor.

Sentí que estaba siendo desnudada con delicadeza y dulzura, tuve miedo porque sabía que hay muchos degenerados que cometen con las mujeres las peores aberraciones posibles, que son capaces de matar para satisfacer sus mas bajos instintos.

De pronto tuve la agradable sensación de que alguien estaba acariciando mis senos. Lo hacían con muchísima ternura acariciándome mis pezones, tanto que comencé a calentarme y es que yo soy muy calenturienta y mis senos son uno de mis puntos más vulnerables para ponerme a punto

Escuché a lo lejos una voz que me decía que abriera los ojos, lo que vi me hizo creer que estaba alucinando, que soñaba y tenía una maravillosa fantasía erótica.

Me di cuenta que estaba en un lugar grande y cuadrado que daba la impresión de ser un sótano, las paredes estaban recubiertas con cortinas negras y por todas partes colgaban látigos de todas formas y medidas, así como también ropa de cuero negra.

En el centro de aquel cuarto había una cama redonda y aquel hombre estaba ahí de pie casi desnudo y también una mujer acostada en la cama, solo llevaba puesta su ropa interior pero de cuero muy negro, brilloso, con estoperoles que centelleaban las luces que las velas que había en el lugar reflejaban.

Respiré con alivio al saber que en aquel sueño no estaba yo como protagonista, porque todo era mucho más atrevido de lo que podía soportar.

Aquel hombre con un cuerpo musculoso, esbelto de piel bronceada, se acercó a la doncella que le sonreía, del techo colgaban una cuerda que pasaba por una polea, él la tomó y ató a la doncella de las manos, ahora había quedado colgada del techo.

Mi amante se acercó a mi, traía en su mano una garra de jaguar perfectamente imitada en hierro y con unas uñas muy afiladas, paseó ese instrumento por mi cuerpo desnudo hasta llagar a peinar con ella mi vello púbico.

Sentía el frío metal sobre mi piel y oí la respiración de aquel hombre que me parecía extrañamente temible y deseable a la vez, al momento que pensé que debía tener cuidado.

La garra se dirigió a la doncella que pendía del techo, la garra metálica y brillosa comenzó a deslizarse por la blanca piel, marcando unos surcos blancos con sus uñas afiladas, pero sin llegar a cortarla, subía por el estómago pasando por el sexo sin prisa, reanudándose en los movimientos, poco después desgarró la pantaleta de cuero de la doncella que y a se veía sumamente excitada, debo decir que la doncella tenía unas piernas preciosas, unas nalgas perfectamente formadas y una espalda bellísima, traté de no excitarme con aquellos pensamientos, al darme cuenta de que estaba disfrutando de aquella situación de una manera sucia y pecaminosa.

Él siguió recorriendo el cuerpo de la muchacha, pasaba por los senos y con la garra de metal rompió los tirantes del brasiere, con oro movimiento rápido y la prenda cayó al suelo. Ella sonreía con los ojos semi cerrados mientras él contemplaba satisfecho los senos perfectos, altos y bien proporcionados que culminaban en unos suaves y mamables pezones.

Yo había pensado que aquel era un sádico que estaba martirizando a la pobre muchacha, pero no era así; ella participaba en el juego, se movía lentamente, excitándose al contacto con la garra metálica con su piel. Yo me detuve a pensar en que estaba sintiendo una excitación nada lógica y que nunca hasta aquel momento había participado en algún tipo de violencia.

Pero lo que más me sorprendía era que estaba disfrutando los cuerpos desnudos de la pareja, me gustaba el cuerpo masculino, tenía unas espaldas grandes y marcados músculos y un miembro grande que comenzaba a ponerse rígido y duro debajo de su ropa interior.

Pero también me gustaba aquel joven y bello cuerpo de mujer; tal gusto solo podía ser achacado a la belleza del mismo.

Cuando él se acercó a la muchacha que quedó desnuda después de haberle sido arrancadas las mínimas prendas que cubrían el vello de su sexo, se puso de manifiesto ante mis ojos, el vientre liso de la doncella, que revelaba un sexo sensual y carnoso, cubierto con pelo suave y rizado algo más oscuro que el de la cabeza. Mi vista se fijaba en ese punto contemplándolo como si se tratara de algo adorable y deseable para mí.

Él se había apartado unos pasos, contemplaba la figura totalmente desnuda con el mismo deleite que yo. No había duda alguna de que me habían drogado con algún afrodisíaco que me mantenía excitada en forma permanente y me motivaba incitaba hacia el lesbianismo y el masoquismo, podrá sonar degenerado pero yo estaba disfrutando con todo aquello que pasaba a mi alrededor.

Casi fue un consuelo para mi comprobar que por lo menos también tenía interés en el cuerpo del hombre que se había quitado de prisa la pequeña trusa, mostrando el pene, que en un estado de semi erección empezaba a levantarse, imponente como un guerrero dispuesto a la batalla, descubriendo apenas su cabeza roja.

Mis pensamientos se dividieron en dos, viviendo a la vez las sensaciones que pudieran tener él y ella, me sentía deseada, ansiosa e impotente como debía estar ella, pendiente de sus brazos atados a la cuerda que al mismo tiempo tenía la sensación de poder y dominio que sin duda disfrutaba él.

Sentía arder mi sexo de deseo, pero no podía precisar qué era lo que me excitaba más en aquella doble personalidad que se desarrollaba en mi interior, no sabía si aquella excitación corría hacia el interior de mi vientre como una mujer o en una prolongación del cuerpo entre mis piernas como debe sentirlo un hombre.

Deleitaba mi mente con la anticipación del placer próximo, quería, anhelaba ser penetrada por una verga enorme que me lastimara hasta hacerme gritar de dolor y producirme con ello un orgasmo, también anhelaba tener un pene en lugar de una vagina y montarme sobre aquella doncella para cabalgarla incansable mientras mi boca se prendía a sus pechos, los cuales deseaba mamar con ansiedad hasta hacerlos sangrar.

En aquel momento ya estaba identificada con él, sentía como sentía él, era como si un lazo de metal nos uniera y nos proporcionara el mismo goce, como si nuestros cuerpos fueran uno solo, él se acercó despacio al cuerpo que colgaba de la cuerda y comenzó a besarlo con furia, en ese momento me trasladé al cuerpo de ella y sentí como sus labios recorrían mi cuerpo con rapidez, los hombros, los costados, aquellos besos me producían escalofríos jamás sentidos, la boca mordiendo ligeramente que venía hacia mis senos, la lengua se deslizaba muy lentamente para mis deseos.

Aquellos senos jóvenes que yo sentía míos, se endurecieron esperando con ardiente deseo aquella boca que finalmente llegó con ligeros besos, mordiscos y chupaditas.

Las esferas de carne vibraban bajo los temblorosos y duros labios masculinos, sentía clavarse unas veces con delicadeza y otras con violencia sus dientes como los de un felino en los pezones y las aureolas de un color rozado moreno que yo sentía como mías habían adquirido mayor tamaño.

Los labios de él pasaron de largo varias veces, antes de detenerse en aquellos hermosos pechos que yo sentía claramente como si los tuviera colgando frente a mi como parte de mi ardiente ser, comenzó a darle un placer martirizante al tratarlos deliciosamente con sus besos, sus ligeros mordiscos, finalmente con las caricias húmedas y suaves de la lengua que succionaba con deleite y desesperación.

Mi espíritu vagó por la cara de la mujer que expresaba toda la excitación que yo sentía, sus pechos acariciados por el hombre transmitían corrientes electrizantes por todo mi cuerpo, los dedos masculinos, en una rara mezcla de dolor y placer recibían las caricias de las que eran cubiertos.

Al seguir bajando, cambié de cuerpo y me trasladé a él, pude sentir perfectamente como su miembro que ahora era mí, se hinchaba con la sangre que fluía desde mi cerebro por todo el cuerpo viendo desde mis extremidades hasta reunirse en la parte baja de mi vientre para fluir a mis testículos y mas tarde levantar aquel pene que yo misma sentía como se iba levantando y mientras lo hacía, toda la piel se estiraba por no poder dar cabida a tal volumen.

La cabeza se descubría reluciente más sensible que el resto del cuerpo, pudo sentirlo mientras lo veía ante mis propios ojos como si fuera mi persona.

La boca masculina había bajado hasta el vientre de ella y yo volvía a cambiar de personalidad transportándome al cuerpo de ella, acariciaba con sus labios el vello corto y rizado que adornaba la preciosa vagina, sentí la necesidad de abrir las piernas para facilitar la caricia y como si de verdad estuviera dentro del cuerpo de ella y tuviéramos los mismos deseos, sus manos se agarraron a la cuerda que la sostenía y con un ligero salto abrió las piernas y abrazó la cabeza de él, dejando en total contacto la boca del hombre y aquellos otros labios húmedos, calientes y ansiosos, que buscaban el mayor placer que los labios del hombre pudieran proporcionarle.

Cuando estaba sintiendo en mi propio sexo la caricia del hombre mientras que en mi boca percibía el contacto limpio y caliente en mi desdoblamiento de personalidad, pensaba que era la mejor caricia que un hombre y una mujer pudieran hacerse y tenía la necesidad de que se prolongara infinitamente. Pero no fue así, él se puso de pie deshaciéndose del abrazo y levantando con sus manos fuertes las piernas de ella que ayudaba colgándose de la cuerda, pude ver y sentir en mi doble vertiente hombre y mujer, como la cabeza de mi miembro en posición totalmente vertical buscaba el camino dentro de ella y como mi sexo de mujer se abría, dando paso a aquel otro sexo complementario, sintiendo su calor primero en los labios vaginales desnudos, sensibles y suaves y como finalmente entre los dos encontramos el camino y podía percibir su entrada; como yo misma entraba en aquel túnel caliente y acogedor, lentamente la suavidad y al mismo tiempo como era penetrada y como mis entrañas se abrían para dejar paso a aquel visitante consolador, que con el reborde de su cabeza iba excitando uno a uno cada centímetro erógeno de mi vagina, en un movimiento, la mujer se desprendió de la cuerda que aprisionaba sus manos y todo su cuerpo cayó sobre él, que tuvo que hacer un esfuerzo para mantener el equilibrio, hubo cierta violencia en la caída y otra vez pude percibir las sensaciones de los dos en mi mente.

Como hombre, el contacto violento de su pelvis contra de mi propio pubis y como el extremo de mi prolongación encontraba el final de su camino al chocar contra algo blando.

Como mujer, la sensación de que todo el aire de mi cuerpo se escapaba por mi boca al sentir como mi matriz era golpeada mientras me sentía completamente llena y excitada todos y cada uno de los puntos en mi interior sentían el agradable peso de ella sobre mi y lo agradable del abrazo total con brazos y piernas de aquel hombre fuerte y calido.

Dos cuerpos entrelazados cayeron lentamente al suelo sin perder contacto, ella debajo y él encima, empezaron los movimientos, los vi moverse arriba y abajo, dentro y fuera, pero de pronto como si ambos supieran que esto no me satisfacía, cambiaron de postura, el hombre se salió y besando su boca, sus hombros, sus pechos, su estómago, fue girando el cuerpo hasta quedar la cabeza masculina sobre el sexo de ella, mientras sus piernas reposaban ahora junto a la cabeza de la mujer, me identifiqué de nuevo con la pareja al contemplar como el hombre se disponía de nuevo a acariciar con su boca las partes íntimas de ella, que abría las piernas para facilitarle el camino, luego en sabios movimientos , colocó su cabeza entre las piernas del hombre, vi como el miembro maravillosamente erecto y totalmente horizontal, quedaba justo sobre su cara, mientras él se aproximaba al sexo femenino y simultáneamente separaba las rodillas para acercar a su compañera lo que tenía sobre la cara.

Pude notar que ahora me encontraba algo distanciada de lo que ocurría frente a mi, sabía que yo no era ninguno de los dos y me imaginaba lo que habían y sentían, pero ya no en mi propia carne como antes. Hubiera querido participar, aunque disfrutaba enormemente con solo verlos , sentía que mi cuerpo se ponía más caliente cada momento.

Mi rajadita ya clamaba por su ración de verga, hubiera admitido cualquiera, sin importarme que no fuera la de aquel hombre. Estaba ardiendo, apunto de pedirles que no se olvidaran de mi y me invitaran a gozar con ellos, pero mis palabras no salieron de mi boca.

Así tuve que permanecer en silencio, viéndolos, gozando mentalmente de lo que ellos se hacían hasta que yo recobrara la normalidad y aunque ya no podía percibir sus sensaciones como mías, podía verlos con más claridad.

Mientras los veía aumentaba mi calentura y luego desee con todas mis fuerzas estar en el lugar que ella estaba y recibir aquellas caricias y darlas yo misma y participar activamente y no como espectadora.

Creo que sollocé o emití algún sonido pues los dos se detuvieron y volvieron la vista hacia mi, como si no hubieran sabido de mi presencia, se levantaron y vieron hacia donde yo estaba con una expresión de ternura, casi de cariño en sus caras, él me habló mientras sus manos tomaban la mía.

Ahora ya estas dispuesta, ya puedes participar tú también me dijo, y como si hubiera sido una orden y él el dueño y señor de mi cuerpo y de mi mente, noté que podía moverme de nuevo, tomada de su mano caminé junto a él un poco más conciente de lo que sucedía, me llevaron hasta el centro de la cama ya había visto y ahí con amabilidad me hicieron poner primero de rodillas y después apoyar mis manos sobre el colchón, quedando a gatas, el agradable susurro que ambos emitían me tranquilizaba y me hacía olvidar todo, aunque estaba mucho más consiente que antes, de todos modos, mi cuerpo y mis pensamientos parecían envueltos en nubes de algodón, pensé que seguía soñando, que nada era verdad, pero que no había razón, porque despreciar un sueño tan agradable y liberador.

La muchacha acariciaba mi espalda y mis hombros como para tranquilizarme, sonriendo, con expresión maternal, a él no lo veía, estaba detrás de mi, sentía sus manos apoyadas en mis costados, las manos femeninas pasaron de mis hombros a mis pechos, era tan dulce, tan suave y me miraba con sus preciosos ojos que me dejé llevar, dejé que me tocara y me hiciera todo.