Incierto

Era poder, era placer, era lujuria y peligro, pero sobre todo era equilibrio lo que me hizo venir en abundantes y fuertes descargas en el fondo de su garganta

INCIERTO

Uno de los mayores males de la condición humana es que nunca dejamos de tener expectativas, lo triste del asunto es que sólo por aislados casos en las vidas de cada quién, casi todas estas expectativas quedan en la fantasía…

Cuando lo conocí nunca imaginé que llegaría a crear una historia sobre él; nunca contemplé la idea de que él fuera si quiera interesante o a caso compatible con mi vida… cuando le vi por primera vez y de forma tan breve, no reparé en que sobre su hombro había un pequeño orbe de luz bien disimulado con su bufanda, sus aretes, sus tatuajes y su aire alternativo que explotaba debajo de aquellas enormes gafas ornamentales que debían tintinear al golpear el adorno metálico que atravesaba su ceja izquierda…

Llámenme loco si al final de esta historia les parece que eso soy, llámenme inseguro o tal vez osado de acuerdo a su perspectiva; porque aunque no espere su juicio puesto esta historia es mía y sólo mía, se que historias como esta hacen a la gente hablar… A mí llámenme loco, porque vaya que sí disfruto de la locura; pero a él sólo podrán llamarle de una forma: tentación.

Prólogo

Estábamos en un cine, él vestía de azul celeste y yo de gris, ambos con toda la intención de seducir… Intercambiamos un par de palabras y de repente, me sujetó el rostro de forma violenta, capturando el momento perfecto en que mi cara giraba hacia él e invadió mi boca con su lengua dejándome sin aliento por unos breves segundos, que junto a un par de resonantes latidos me dieron el impulso de devolverle el gesto siempre un poco más salvaje…

Mis labios recorrieron su cuello y mis dientes mordisquearon su oreja jugando con el túnel metálico que le adornaba, y siguiendo mi más puro instinto animal (acompañado de la seguridad de sabernos solos en el centro de aquella sala de cine) desarmé su cinturón, su pantalón y sus bóxers, para abrir la boca sin reparo y engullir aquella pieza perfecta que blandía con mi mano derecha, perfectamente depilado, de su mismo tono de piel, con un glande poderoso y una curvatura hacia arriba que me resultó completamente erótica en aquél juego de perversión… sus gemidos eran venenosos y con cada suspiro sonoro que terminaba escapando por su garganta solo quería sentirme capaz de darle un intenso placer a aquél caballero incierto que colonizaba mi garganta con todo el consentimiento que un hombre dominante puede darle a otro…

- Cuidad o- dijo de pronto, acompañando su aviso de una leve palmada en mi hombro en señal de que debía incorporarme, pues un trabajador del lugar pasaba a hacernos guardia…

Bastó que aquél intruso dejara la habitación para que esta vez, él repitiera su artimaña desarmándome con su boca, para esta vez ser él quien me devorara completo. Con toda la seguridad de un experto amante latino, escudriñaba mi ropa para hacerla a un lado sin problemas y una vez consiguiendo sujetar mi pene con mucha fuerza contra su base, sonrió pícaramente y me miró directo a los ojos mientras marcaba desde abajo y con su lengua la ruta para engullirlo por completo… La mejor mamada de mi vida… hecha con maestría, por esta criatura que danzaba entre la masculinidad absoluta y la femineidad implícita para hacerlo tres veces más sensual que cualquier hombre con quien me hubiese cruzado jamás en toda mi vida.

Estando a punto del orgasmo mientras acariciaba su espalda curvada sobre el brazal de la butaca, un impulso entre mi espina dorsal y mi cerebro me llevaron a incorporarlo, besarlo nuevamente, y esta vez ir un poco más allá, al situarme entre sus piernas y bajar su pantalón, ocultándome de la mejor manera mientras trataba de igualar a aquél Dios en nuestro pequeño duelo “oral”… quien cuando su respiración anunciaba un delicioso final; me separó de su miembro y plantándome un beso cada vez más morboso repitió mis acciones llevándome a mi butaca con el pantalón con el pantalón un poco bajo pudiendo esta vez dedicarse también a mi escroto bien hinchado por el venidero orgasmo… yo sobaba de nuevo su espalda encontrándome al final del borde de su camisa de cambray con sus blancas nalgas descubiertas y no pude evitar tocarlas, apretarlas y deslizarme entre ellas para coquetear son su agujero, sintiéndome tan poderoso ahora que con la palma abierta de mi mano derecha sujetaba su cabeza para llegar al fondo de su garganta y con el dedo medio de mi mano izquierda le penetraba gustosamente… Era poder, era placer, era lujuria y peligro, pero sobre todo era equilibrio lo que me hizo venir en abundantes y fuertes descargas en el fondo de su garganta, que se abría paso para albergar mi palpitante erección tras la presión que puse en su cabeza mientras mis piernas dejaban de temblar y mi alma regresaba a mi cuerpo…

Luego de liberar mis manos de aquellas tareas que me apasionaban (dominar y “dedear”) temí un poco de incomodidad al prácticamente obligarlo a tragarse mi semen en nuestra primera cita; pero en cambio, verlo incorporarse satisfecho, con la misma sonrisa picara que me había llevado hasta allí y además repetir el gesto de quien saborea y traga un delicioso manjar reforzó mi deseo y lujuria para abalanzarme sobre él y recibir su descarga en mi boca para terminar compartiéndola en el más morboso de los besos.

Capítulo Único

Mi nombre es Darién y el suyo era Max. Él era alto, escasos centímetros más alto queyo, y se preocupaba por su imagen; ese día llevaba el cabello en punta, una camisa adornada por collares cuidadosamente seleccionados y pantalones ceñidos, una chaqueta, botas Caterpillar y una mochila, unas gafas grandes de estilo aviador y su mejor accesorio, una sonrisa llena de picardía; por mi parte yo vestía colores oscuros como siempre, formal como mi trabajo lo exigía, estaba cansado y una nube negra iba sobre mí exaltando mi expresión sombría, mi “cara de malo” (como tiempo después él mismo me lo dijo). Sentí su mirada en la distancia, y en la distancia admiré su figura tan disimuladamente como pude hacerlo; y al pasar junto a él pretendí coquetear dedicándole una mirada penetrante y una sonrisa un poco fría… me desarmó por completo con el brillo de sus ojos y su impecable sonrisa, y más aún al notar que era él, ese del que tantas veces reconocí su belleza desde lejos y en silencio, pues por muchas razones podía catalogarlo como algo prohibido. Pero esa noche antes de dormir, alimenté mi morbo con las fantasías más excitantes en las que incluso, yo, el macho alfa y siempre dominante, empezaba a tantear ceder un poco…

En la universidad, y más aún en la noche, la mayoría de los asistentes íbamos justo a lo que íbamos, en mi caso, eso se elevaba al cubo pues nunca fui muy diestro en el raro arte de la sociabilización y menos si se refería a fines amistosos; coquetear era otra cosa que sin embargo, no hacía muy a menudo, y menos en aquél ambiente de tedio y cansancio.

Pero algo me dijo en ese momento que estaba listo para romper mi propio paradigma, pues la sensación en mi estómago y en mi propia piel cual cosquilla tortuosa se presentó en ese momento y todas las veces que volví a topármelo en ese pasillo, repitiendo el mismo ritual de su sonrisa pícara y luminosa contra mi mirada inexpresiva y oscura.

De pronto, dando tumbos en mis redes,  me encontré con su perfil en instagram y confieso ahora que vi detalladamente cada una de sus fotos, delineando sus rasgos y su cuerpo que foto tras foto no podía parecerme más sensual; hasta llegar a aquella en que posaba “al descuido” y sin camisa contra un árbol, con las manos en los bolsillos de un jean desgastado y resaltaban como faros aquellas estrellas negras tatuadas en sus hombros generando un equilibrio perfecto con su proyecto de barba sólo en el mentón…

Tentación, todo él era tentación, su cuerpo varonil, sus tatuajes de estrella porno,  sus ojos de cordero traicionero  y sus labios poderosos y carnosos. Confieso ahora que repetidas veces me toqué con lujuria mientras miraba sus fotos y construía las escenas más eróticas y pervertidas en mi cabeza…

Como neófito en el lenguaje de los “likes” , le dejaba alguno cada tanto tiempo en las fotos que mayor mérito artístico tenían, esa era mi manera indirecta y discreta para decirle “Pana, me gustas!” y entre Likes, fotos y sesiones masturbatorias apareció la mejor foto de todas… en la que abrazaba mi libro favorito y dejaba claro que le gustaba leer, así que tomando el riesgo que acarreaba aquello me di a la tarea de querer sorprenderlo con mi habilidad para escribir, tomando muchas citas de aquél libro para dejar claro que compartíamos ese gusto… Me había convertido en un puto stalker pero ahora y por primera vez me dedicaba unas palabras; que no tardaron en convertirse en conversación directo en el Inbox.

Algo pasaba, algo pasaba y lo tenía muy claro; quería pecar… y lo haría con todo el gusto del mundo.

Los días pasaban y seguía allí siendo una fantasía, de esas que sabes que no ocurrirán y que están allí para recordarte simplemente que por tus venas corre sangre y que sigues vivo y puedes seguir haciéndolo. Me dediqué a mi cotidianeidad, y a escribir, sobre todo a escribir… Bendita elección la mía, ya que me sorprendió con un mensaje en mi buzón elogiando una de mis intensas y existencialistas publicaciones y ya sin malicia comenzamos a hablar… veía mi reflejo desde el otro lado del espejo; era diferente, muy diferente a mí pero al mismo tiempo era una agradable suma de aspectos en común.

De pronto entre la ingenuidad y la incertidumbre empezamos a intercambiar historias y pudimos encontrarnos en ellas; él conoció a Asdrúbal y Reynaldo y yo a sus seres mágicos y alguno que otro “FanFic” de las historias que le apasionaban. Inesperadamente empecé a considerarlo mi amigo, aunque nuestras conversaciones nunca hubiesen pasado la barrera cibernética. Se hizo parte de una rutina compartida el intercambiar correos con nuestras impresiones sobre el trabajo del otro que hubiésemos leído ese día cometiendo entonces yo el error de enviarle “El poeta maldito” capítulo a capítulo e integrando de manera más abierta el tono sexual en nuestras conversaciones… Pana… que rico sentí cuando me describió la manera en que vivía aquella historia, con una erección ahogada en su uniforme de trabajo, tan pero tan poderosa que no tuvo más remedio que escabullirse al baño para masturbarse pensando en mis personajes y terminar, irremediablemente, pensando en mí, pues me atribuía la responsabilidad de lograr en él aquello con mis historias y mis palabras.

- ¿Te puedo decir algo? - preguntó un día mientras hablamos por Inbox – Seguro - Respondí de manera inmediata, dando pié a la conversación, que siendo cuales fuesen las circunstancias, había fantaseado tantas veces de maneras románticas y pervertidas a la vez.

- Antes, todas las veces que te veía y me devolvías esa mirada, sentía que me odiabas por alguna razón - dijo

- No vale- respondí –Digamos que esa es mi mirada “social” para cuando ando pendiente de otras cosas - aclaré

- Me preocupaba eso, entonces ya puedo decirte que te buceaba sin miedo a que me odies de verdad - dijo concluyendo con una risa; mientras yo desencajado, y algo nervioso al otro lado de la pantalla, decidí coquetear un poco en calidad de broma y sin saber muy bien cómo hacerlo

- Supieras que siempre empezaba buceándote desde lejos hasta que reparaba en que eras tú -

- Y ya cuando veías bien quien era terminabas decepcionándote y por eso tu mala cara siempre, ya entiendo- dijo volviendo a reír al final, haciéndome notar el error en mis palabras pero confundiéndome con su característica jocosidad.

Terminamos esa noche confesando nuestra atracción mutua y recapitulando todas las veces en que habíamos coincidido en el pasado, resaltando todo aquello que nos llamaba la atención en el otro y consecuentemente subiendo el tono pues afirmábamos la excitación que sentíamos al repasar nuestros cuerpos mentalmente…

Yo leía aquellas palabras con una mano metida en mi ropa interior, mientras me enteraba que le resultaba un hombre interesante y culto, pareciéndole sobre todo muy sexy como mi barba y mis gafas de lectura, junto a mi pecho velludo y semi-descubierto lehacian verme sumamente masculino pero dejando muy clara mi “gay-osidad” (así la llamaba)… De esa manera perdimos el rumbo hasta que un día insistió en mostrarme algo que había comprado, y al abrir la foto; apareció la imagen de su ingle, con su miembro erecto apuntando a la izquierda y cubierto por un bóxer estampado… Sentí agradecimiento, asombro, morbo y hasta gula al observar aquella imagen… a partir de ese momento todo fue cada vez más caliente y pocos días más tarde terminamos conociéndonos y comiéndonos en una sala de cine…

Pero yo quería más…


Al salir de allí nuestras respiraciones estaban agitadas, nuestros rostros sonrojados y las miradas paseándose sincronizadas entre el morbo, la vergüenza, la seguridad y la satisfacción… Él marcaba el paso con su caminar seguro y yo para desarmarlo me quitaba mi chaqueta dejando mi torso vestido con una ancha franelilla que dejaba mi pecho velludo (que ya sabía que le excitaba) al aire… Caminamos durante horas hablando desde política y religión hasta el intenso mundo de los comics americanos y las caricaturas japonesas, riéndonos sin dar tumbos mientras su mirada me recorría y yo moría de satisfacción por tentarlo eficientemente.


Nuestro próximo encuentro no fue tan programado, y más bien me aproveché de él en más de una forma… pues ese día fue mi modelo, almorzamos juntos, compartimos unas rebanadas de pastel por su cumpleaños y por primera vez metí mi cara entre sus nalgas y mi lengua en su interior.

Estuvimos en mi trabajo y allí le besé a escondidas, y luego en casa, a plena luz del día y con mi familia por doquier, las miradas nos delataban y necesité besarle de nuevo. Era increíble como por más que deseara hacerlo tiernamente mi instinto animal brotaba en automático y terminaba devorándolo… la ruta de nuevo fue la misma, y después de sus labios salte a lamer su arete mientras le escuchaba gemir; no sabía si por mi ligera mordida en el lóbulo de su oreja o porque mientras mi mano izquierda le masturbaba dentro de su pantalón, mi mano derecha acariciaba su agujero con determinación… Volvía a comerle la boca pero esta vez prendido en fuego, y separándome para encontrarme con sus ojos le dije en un susurro

- No vayas a detenerme-

Me senté en un sofá y empujándolo por sus nalgas lo traje hacia mí, bajando su pantalón hasta las rodillas y dándole un lametón a su bella erección; pero ese no era mi objetivo, así que girándolo de golpe le indiqué que se inclinara y sin dudarlo ni un segundo me clave de cara entre sus nalgas lamiendo su agujero palpitante enloquecido por sus gemidos… la excitación era sobrehumana y sólo quería hacerlo mío, pero el miedo a ser descubiertos me hizo detenerme para cambiar de habitación para allí hacernos sexo oral y volver a embriagarnos con nuestro semen tibio y agridulce…

Partimos ese día prometiendo un siguiente encuentro, por parte más deseoso y tontamente enamorado, pues los días eran contados para mi inminente partida.


Nuevamente hablábamos de amor y nuestra intimidad llegó a lo más profundo cuando con una canción y en medio de humo de marihuana el fantaseaba conmigo penetrándole sin pudor mientras su pene reventaba de placer… Conocer esa fantasía me elevó hasta el séptimo cielo… y entender que podría cumplirla por fin me trajo a la vida una y otra vez…

Finalmente nos citamos en su casa, con sus amigos, parientes y una generosa botella de ron, que empezó por desinhibirnos y hacernos reír, a relajarnos y profundizar más el uno en el otro… Estábamos ya envueltos en una nube de nicotina y en frente de todos nos tomábamos las manos, juntábamos nuestras piernas y yo sentía bonito cuando nuestras miradas se cruzaban… Así llegó la madrugada, con un último trago de ron, un último jalón de cigarrillo y la búsqueda desesperada de un condón que me puso con sumo erotismo luego de desnudarme con suavidad y consentirme con su boca de forma magistral durante deliciosas y largos minutos…

Allí estaba frente a mí, tumbado en su cama completamente desnudo, completamente excitado y dispuesto a llamarse “mío” al menos por una noche; mirándome diferente e igual a como ya lo hacía, y yo sintiendo las mismas ganas de cogerlo con fuerza y hambre animal pero también de amar su cuerpo, su entrega y todo más allá…

Le besé tan lento y profundamente como podía permitírmelo, mientras mi nuestros cuerpos se frotaban mutuamente… el suyo depilado cuidadosamente salvo una delgada línea de vello entre su ombligo y su ingle, y el mío cubierto por vello rasposo, q se espesaba gradualmente desde mi pecho hasta mis piernas… Empecé a tocarlo con cuidado y con lujuria a la vez; y bese su boca, su cuello y su arete; y bese su pecho, sus pezones y su vientre… Me metí en la boca su verga erecta con la seguridad de era la santa comunión; sin parar de tocar sus costados suave e intensamente. Luego abordé sus piernas y las recorrí entre besos y mordidas tortuosas mientras que mi pene jugueteaba a la fricción, anunciando la futura estocada.

Le di la vuelta me dediqué a memorizar su espalda; más la tentación al tenerlo así desviaba mi atención sólo a su perfecto culo ahora dispuesto a recibirme, así que lo lamí y lo besé con locura, mientras sus manos recorrían la cama buscando a que aferrarse… mi lengua acariciaba y entraba en aquél estrecho espacio, tan profundo como podía hacerlo y como anuncio de su preparación o su deseo me pasó el bote de lubricante… Un demonio y un ángel chocaron sus manos dentro de mí y lubricando mi enfundada erección y mis manos, pasé a penetrarle brevemente con un dedo y luego con dos hasta que sin resistirme más comencé a tantear el hundimiento de mi verga en sus entrañas, hasta yacer dentro de él por completo y comprobar que el dolor inicial se esfumaba para dejarnos en manos del más puro placer…

La sensación era indescriptiblemente brutal, sus esfínteres se contraían alrededor de mi dureza y yo me encajaba en él con movimientos cortos y profundos mientras atravesaba su pecho con mi brazo y mordía su cuello, y lamía el borde de su cara perdiéndome en el sonido de su respiración, y sus acallados quejidos convertidos en gemidos… Estaba siendo otro, y lo disfrutaba como nunca… mis ganas de sodomizarlo y dominarlo de un principio seguían tan vigentes como el primer día, pero ahora que lo conseguía experimentaba en mi cuerpo sensaciones que jamás había alcanzado… Era como si cada beso en su nuca recorriera la mía propia electrizándonos mutuamente, como si cada embestida que le daba dilatara mis intestinos con sumo placer… Me sentía generoso haciendo de su placer más importante que el mío, pero a la vez tan egoísta pues mi placer era tan grande de tantas maneras que no podía pararlo…

Quería durar para siempre y le indiqué un cambio de posición, quería verle a la cara y darle el control a él… me tumbé contra mi espalda y él se arrodilló sobre mí, introduciéndose mi pene tan lentamente que me torturaba, mientras lo vivía de nuevo como una ceremonia de conexión en que una extensión de mi amor y mi deseo se adentraban en él para hacerlo sentir lo mismo que yo… él se movía con brusquedad y sólo podía mirarlo deseando más; observando cómo sus músculos se tensaban y esas estrellas en sus hombros resaltaban entre la oscuridad… entonces sin darme cuenta, perdí el control y me incorporé, abalanzándome sobre él para penetrarlo ahora de frente, con sus piernas abiertas a mí y sus gestos de placer de hombre alimentando mis ganas que sólo podían incrementarse…

Y es que hablando de placer masculino, no hay nadie en el mundo que pueda conocerlo y darlo y recibirlo tan bien como un hombre con todas las de la ley…

Quería darle tan duro que las venas de mi pene se grabaran en su interior, quería morderlo para hacerlo gemir aún más fuerte y tocarlo con tanta fuerza que nuestras huellas digitales se confundieran, pero a la vez quería que ese hombre de fantasías inciertas que finalmente hacía realidad se sintiera volar entre mis brazos así como yo sentía que volaba estando entre sus piernas…

Mi ritmo aumentaba frenéticamente hasta casi sacárselo por completo y volverlo a hundir de igual manera… sus gemidos eran ruidosos, graves y roncos… y yo de rodillas, dándole al fin sin miedo de nada, tomé su bello miembro y comencé a masturbarlo a toda velocidad hasta sentir su mano sujetando la mía para detenerme y escuchar sus palabras quebradas casi como un regaño interrumpido

- Siento que voy a explotar-

Para acto seguido “explotar” al unísono, él con los ojos cerrados mientras se contorsionaba y su pene palpitaba soltando sorprendentes chorros de vida líquida, y yo con los ojos abiertos para no perder detalle, grababa en mi memoria la más perfecta escena de placer mientras temblaba por las contracciones de su esfínter que acentuaban las propias de mi eyaculatorio miembro, en un orgasmo sordo y mudo  que terminó en un fuerte suspiro de incredulidad… Caí rendido sobre él gustoso de empaparme en aquél símbolo de su hombría sabiendo que dormiría como nunca antes, pues por primera vez había compartido un placer tan intenso de una forma tan irreal…

Nos dormimos besándonos, y despertamos igual… yo regalándole una mamada  de buenos días y presentándome el inmenso placer de un beso negro que me erizaba el alma…


Nos duchamos, nos abrazamos y de alguna manera entendimos que era el final perfecto para  nuestra incierta historia…