Incesto involuntario

Julia vuelve a su pueblo a pasar el verano, sin saber que allí se reencontrará con una persona muy importante en su vida

Julia se agachó y comenzó a introducirse el miembro de su marido en la boca. El sexo oral no era algo que le apasionase pero para su pareja era imprescindible, de hecho la había amenazado con dejarla varias veces si no pasaba por el aro. Como siempre, Juan la agarró del pelo y la obligó a seguir el ritmo de la mamada a toda velocidad. Julia aun recordaba como las primeras veces había sentido ganas de vomitar, pero ya se había acostumbrado, cuando Juan sintió que iba a correrse agarró con fuerza la cabeza de su chica e introdujo su pene todavía más adentro hasta que empezó a eyacular.

Aquello fue toda una sorpresa para Julia, su marido (ella aún se sorprendía cuando recordaba que estaba casada a pesar de sus 20 años) tenía el detalle de sacársela antes de correrse y vaciarse en su cara o en sus tetas, sabiendo el asco que le tenía al semen su chica. No fue así esta vez y Julia sintió con asco como varios chorros de semen llenaban su boca. Cuando hubo terminado, Juan sacó su polla flácida y observó orgulloso a su mujer con parte de su esperma saliendo por los labios.

Julia se incorporó y propinó una sonora bofetada a su marido, dejándole los dedos marcados a fuego en su mejilla. Juan quedó desconcertado pero se recompuso rápido.

-Esto es para que te vayas tranquila al pueblo y no te olvides de mí-dijo mientras le agarraba por la muñeca-ahora ve a lavarte.

Julia entró en el baño y después de lavarse se quedó mirándose en el espejo. A sus 20 años se podría decir que llevaba una vida casi perfecta, una familia ejemplar (de puertas hacia fuera), unas notas excelentes en la universidad y estaba  con el que fuera el chico más guapo del instituto. Juan siempre fue el líder de su clase, el típico chico malo que volvía locas a las adolescentes, por lo que Julia no pudo resistirse cuando le pidió salir a los 16 años. Juan la exhibía como un trofeo ante sus amigotes, ya que los ojos verdes y el bello cuerpo de su mujer eran la envidia de todo el mundo. A los dos meses perdieron la virginidad juntos en el asiento de atrás del coche sus padres, fue un auténtico desastre entre los nervios de Juan que apenas le dejaban conseguir una erección y el dolor que sentía Julia cada vez que, torpemente, intentaba metérsela.

Hubiera sido algo para olvidar si no fuera porque Juan no tomó ninguna protección y eyaculó dentro de ella como si nada. Provenientes los dos de familias conservadoras, el embarazo de Julia cayó como un mazazo y decidieron que la pareja debía casarse y abandonar su pueblo lleno de cotilleos y chismorreos para la ciudad. Un desgraciado aborto natural había hecho que perdieran el hijo y las relaciones entre ellos se agriaran todavía más.

Cuatro años después no se puede decir que ni el matrimonio ni sus hubieran mejorado, Juan se limitaba a salir de fiesta y tumbarse sobre ella y penetrarla como si fuera un muñeco cuando tenía ganas…

-¿Julia estás lista?-gritó la madre la chica desde el piso de abajo

-Sí mama ya voy

Juan agarró las maletas y salieron de casa, dejándolas en el maletero del coche de mi padre que estaba estacionado fuera.

-Bueno Juan acuérdate de darle la comida al gato y de bajar y subir las persianas para aparentar que hay alguien a casa, a la vecina la intentaron abrir la casa hace una semana

-No te preocupes Marisa está todo en buenas manos, vosotros cuidadme a Julia estas tres semanas

-No te preocupes si ella allí se aburre que no veas, anda dame un beso que nos tenemos que ir-su suegra le dio un beso y abrazó a su padre

“Hay que reconocer que ha sabido ganarse a mis padres” pensó Julia que solo le dio un casto beso en la mejilla como castigo por lo que había pasado antes en su habitación.

Por lo menos en su pueblo se divertiría unos días mientras el inútil de su marido estudiaba para recuperar la multitud de asignaturas que había suspendido en la universidad. Una hora después, cuando divisó las primeras casas y el suave y azul mar su ánimo mejoró notablemente.

En cuanto se acomodaron en casa y vaciaron todas las maletas Julia no dudó un segundo en hablar con su amiga Isa, que vivía a escasos cinco minutos.

-Ya he llegado, ¿Cómo es que todavía no nos hemos visto?

-Yo ya he hablado con Sandra, hemos quedado a las 6 en la plaza, tía, tengo que contaros ok?

-¿Qué tienes que contarnos?

-Ya te lo digo luego, ahora no puedo que está mi familia cerca

Isa, Sandra y ella habían sido amigas desde la infancia, las tres provenían de familias pudientes y tradicionales del pueblo, aunque Julia sentía con una punzada de envidia como sus amigas se habían “divertido” (cuidando de mantener las formas) hasta tener novios formales, cosa que ella no había podido hacer. Las dos estaban prometidas y preparando sus bodas con unos chicos serios y aburridos, como correspondía a unas chicas serias y aburridas después de unos años de descontrol de los que sus padres no sospechaban nada.

Julia se puso un vestido corto acorde con el clima cálido que reinaba en su pueblo en pleno mes de agosto y salió a encontrarse con sus amigas. Por el camino fue observando los cambios que había sufrido el pueblo durante el último año. Tuvo que pararse a saludar a personas conocidas del colegio y el instituto razón por la cual llegó la última a la cita.

Sus amigas no habían cambiado nada, si acaso Isa, tradicionalmente la más rellenita de las tres había adelgazado con vistas a la boda. Después de los besos de rigor Julia no tardó ni un segundo en sacar el tema que le inquietaba.

-Bueno Isa ya nos contarás ese secreto

-¿Qué secreto?-preguntó Sandra

-¿Entonces tu tampoco sabes nada?

-Schhhh callaros aquí en la plaza nada que en este pueblo son muy cotillas, vamos a esa terraza-dijo Isa señalando con la cabeza al bar de la esquina

Cinco minutos después tanto Julia como Sandra estaban con cara de pasmadas.

-¿Y ya le has dicho a tu familia que no te casas con Enrique?

-Todavía no, ambos hemos acordado alargar la pantomima un poco más, ya sabéis como son nuestras familias.

-¿Y a ti no te pone celosa que le puedas ver con otra chica del pueblo?

-Los dos lo hemos hablado, somos demasiado jóvenes para casarnos y además para que negarlo, no hacemos buena pareja, para mi él es un muermo y para Enrique soy poco menos que una puta por haber perdido la virginidad antes del matrimonio.

-¿Y ahora qué vas a hacer? –preguntó Julia

-Pues de aquí a unas horas estar con vosotras aquí, después iremos a La Sirena y para acabar la noche…-dijo poniendo una cara de golfa que a Julia le sorprendió

-Como, ¿qué vamos a ir a La Sirena? No contéis conmigo, mi marido me mata-dijo Julia preocupada por si Juan se enteraba de que había ido sin él a la discoteca más famosa de la zona.

-Tú vas a venir con nosotras como que me llamo Sandra

-Ni pensar en darnos plantón hoy

-Pero…

-Ni pero ni leches, camarero tráiganos tres cubatas aquí por favor

Julia pensó si sería buena idea contárselo a su marido, sabía que en el pueblo había muchos cotillas y si Juan se enteraba…pero la verdad es que en todas esas horas que llevaba en el pueblo ni se había acordado de él, y al parecer Juan tampoco de ella dedujo después de chequear el WhatsApp.

-Bueno Julia ahora te toca hablar -dijo Sandra poniéndole la mano en la pierna y sacándola de su ensimismamiento

-¿Hablar? ¿De qué?

-Pues de cómo te va con Juan

Julia permaneció unos segundos en silencio

-Pues bien, supongo, con nuestros más y nuestros menos pero vamos tirando

-Mmm no pareces muy convencida…yo creo que a ti te hace falta una noche en La Sirena para desmelenarte

La idea de que su marido se enterara de que iba sola a discotecas la asustaba, pero en lo más profundo sentía que era una forma de darle a una lección a Juan.

Cenaron en un restaurante al borde de la playa y a la hora de pagar las tres iban un tanto bebidas, incluida Julia que estaba poco acostumbrada a ese ritmo.

-¿No pretenderás ir así vestida como una monja esta noche no?-le espetó Isa a Julia

-¿Qué le pasa a mi vestido?

Isa y Sandra se miraron y estallaron en risas, lo que molestó un poco a Julia.

-Mira, vamos a mi casa y te dejo unos de mis modelitos-dijo Sandra

Eso, vamos a movernos y a seguir la fiesta en tu casa

Reflejada en ropa interior el espejo de la habitación de Sandra, Julia tuvo que reconocer que no estaba nada mal. Sus piernas largas y torneadas así como su vientre liso podían ser la envidia de cualquier chica de su edad, y cuando se dio la vuelta pudo ver como su trasero, la parte que más valoraba de su cuerpo, seguía duro y respingón.

-Toma ponte esto-le dijo Sandra pasándole un vestido negro que le quedaba realmente corto

-Y elige estos zapatos, o estos

Julia escogió los que más tacón tenían.

-Wow la santa esta noche va a tope ¿no?-dijo Sandra

Julia sonrió y se sintió poderosa en mucho tiempo mirándose en el espejo con la ropa de su amiga puesta. Pensó que, si quisiera, ningún hombre se le resistiría esa noche, aunque rápidamente desechó ese pensamiento ya que estaba casada.

Julia miró su reloj mientras esperaba en la cola del baño de la discoteca y vio que eran las tres de la mañana, se sentía un tanto cansada y los tacones la estaban matando, pero tenía que reconocer que se estaba divirtiendo como cuando era más joven. A las doce de la noche le había mandado un WhatsApp a Juan a instancias de sus amigas diciéndole que se iba a la cama, a pesar de que no le gustaba la idea de mentirle. Él le contestó con un escueto “ok, yo me iré en breve”. Aburrida por tener que esperar empezó a juguetear con el móvil y le dio por entrar en el chat que tenía con Juan en el WhatsApp.

Para su sorpresa, descubrió que estaba “en línea” y su corazón se disparó, tanto por miedo a que él descubriera que su esposa no estaba durmiendo  como por el hecho de que Juan no estuviera durmiendo a esas horas. Sabía que él había sido un conquistador empedernido y a veces los celos la invadían al pensar que pudiera buscarse otra chica…

Cuando volvió a la pista de baile llegó una nueva sorpresa, sus amigas estaban hablando con tres chicos en una actitud nada inocente. Cuando la vieron le hicieron señas para que se acercase.

-Julia estos chicos han dicho que querían conocernos-le gritó Isa al oído-ven que te los voy a presentar-dijo mientras la agarraba de la mano sin posibilidad de resistirse

Los tres chicos se presentaron y les dijeron sus nombres, aunque Julia los olvidó rápidamente.

-El rubio es el mío, el moreno el de Sandra y el más alto el tuyo- le susurró al oído Isa

Julia miró espantada a su amiga sintiendo que todo aquello se le iba de las manos, su amiga lo notó y quiso ayudarla.

-Vamos al baño un segundo ahora volvemos-dijo a los tres chicos y a Sandra

Cuando estuvieron más lejos su amiga la agarró de las manos

-Perdona por esto, sé que no estás acostumbrada

-Me siento un poco mal...Juan, ya sabes

-Claro que sí enana, vuelve a casa si quieres, que Isa y yo damos cuenta de esos jeje

-Ok  ¿mañana quedamos?

-Aunque solo sea porque tienes que devolverme ese vestido y esos zapatos listilla-dijo Sandra dándole un beso en la mejilla

Julia tomó un taxi hasta su casa, a pesar de lo que le había dicho a su amiga, lo cierto es que esa noche se había sentido bien, había bebido, se había divertido “y además, que coño, ese tío quería liarse conmigo” pensó sintiendo un chute de autoestima. Se descalzó antes de entrar en casa para no despertar a sus padres y ya en su cuarto se quitó el vestido. Ya en la cama no tardó nada en quedarse dormida.

Despertó sobresaltada al sentir el sol que entraba por la ventana de su cuarto, la cabeza le dolía horrores mientras se inclinaba para coger el reloj en la mesilla y ver la hora, “son casi las dos de la tarde” pensó horrorizada sin poder acordarse de la última vez que había trasnochado.

Saltó de la cama y se puso algo de ropa antes de salir hacia el comedor, sabía que la hora de la comida era sagrada para sus padres. Cuando salió de su cuarto no se esperaba lo que le pasó: sus padres la estaban esperando para echarle la bronca, al parecer Juan había llamado varias veces a lo largo de la mañana porque no contestaba al móvil, ellos se habían tenido que inventar la excusa de que había pasado la noche vomitando y que por eso seguía durmiendo. Durante casi media hora Julia tuvo que aguantar el rapapolvo de sus padres, que ella aceptó sumisamente.

Después de comer le tocó otra regañina, esta vez el de Juan, que la llamó de todo y le hizo un montón de preguntas, por suerte parece ser que la versión de Julia coló. A pesar del poco aprecio que sentía por su marido la mayoría de las veces Julia se sentía fatal por haberle mentido y por haberse sentido orgullosa de haber flirteado con otro hombre esa noche, y se juró controlarse cuando saliera con sus amigas.

Si hay algo que ella y sus amigas no perdonaban era el ir a la playa por la tarde y ver la puesta del sol. Era algo tan importante que cuando Julia se puso el bikini y cogió la sombrilla para ir a la playa no necesitó ni llamar a sus amigas para confirmar que estarían allí. Sin embargo, cuando llegó al punto de la playa donde solían quedar, sólo encontró a Isa.

-¿Y Sandra?

Isa sonrió de oreja a oreja.

-Ay Julia que inocente eres, ¿Dónde crees que está?

-Y… ¿tú?-preguntó a Isa pensando que ella también se habría acostado con uno de los chicos de la noche anterior

-Jaja Julia una cosa es tontear y otra ponerle los cuernos al que todavía es mi prometido

Julia se sintió reconfortada al pensar que no era la única “decente” de su grupo de amigas. Una vez que hubo extendido la sombrilla le mandó un mensaje a Juan informándole de que había llegado a la playa. Había decidido subsanar el comportamiento de la noche anterior intentando que su marido no tuviera ninguna queja de ella.

A la media hora llegó Sandra con unas gafas de sol que ocultaban sus enormes ojeras.

-Buenas tardes-fue lo único que dijo al llegar

Se puso bajo la sombrilla y se tumbó sobre la toalla. Isa no podía aguantar la curiosidad así que le preguntó a quemarropa.

-Oye, cuenta, que tal te fue con el tío de ayer

-Buf, follaba de miedo-dijo tras unos segundos de pausa. Pero hoy no me puedo ni moverme, no me ha dejado dormir

-Joder que envidia de las noches así.

Julia, de acuerdo a la nueva actitud que había decidido asumir, miró con reprobación a sus amigas y apenas escuchó el relato pormenorizado de la noche que Sandra le contó a Isa. A las ocho decidieron volver a casa, las tres estaban cansadas y Julia estaba un poco molesta con sus amigas.

Alex sacó fuerzas de flaqueza para terminar de correr el último kilómetro. Correr en verano era un infierno y siempre intentaba salir al anochecer para que el calor no le afectara mucho. Cuando se disponía a cruzar la esquina ocurrió la catástrofe, sin comerlo ni beberlo se encontró rodando por el suelo con una chica.

Julia estaba tecleando en el móvil y tampoco lo vio venir hasta que sintió el impacto del chico, unos segundos después tomó conciencia de lo que había pasado y sintió como la levantaban del suelo.

-Joder perdona te he visto demasiado tarde y no he podido frenar-dijo una voz masculina

Cuando Julia abrió los ojos vio a un grupo de personas a su alrededor y al chico que la había atropellado y que la sujetaba del brazo para que no se cayese.

-Está bien, está bien, no me hecho daño-dijo mintiendo

-Julia, ¿eres tú?

Julia abrió los ojos para ver del todo al extraño con el que había chocado

-Alex…

-Vaya cuanto tiempo jeje mira que tener que vernos en estas circunstancias-dijo Alex que se inclinó sobre ella con la intención de darla dos besos antes de parar al darse cuenta de que estaba cubierto de sudor

-No te preocupes, ha sido mi culpa que iba pensando en mis cosas y mirando el móvil-Julia le extendió la mano al darse cuenta del corte que le había dado a Alex intentar darle dos besos estando todo sudoroso

Julia pudo ver ante ella a Alex con más detalle, llevaba una camiseta de deporte ajustada que marcaba sus brazos y sus anchos pectorales, muy diferente del Alex que ella había conocido y del Alex del que se había enamorado, ¡si hasta llevaba un tatuaje en uno de los brazos!

Alex por su parte no pudo evitar pensar que Julia apenas había cambiado y que seguía tan bella e inocente como siempre, si no fuera por el tacto de la alianza de matrimonio que notó cuando le dio la mano.

  • ¿Qué haces por aquí? Creí que vivías en la ciudad…- le dijo intentando olvidar el tema del choque

-He venido unos días con mis padres para desconectar-dijo dándose cuenta de lo poco afortunado de la frase, como si estuviera huyendo de su marido-¿y tú qué tal?

-Pues aquí, en el pueblo, ayudando a mi madre en la tienda mientras estudio a distancia

-¿Ah sí? ¿Y qué estudias?

-Educación física, estoy a ver si sale una plaza para profesor en algún colegio de la zona

Se formó un silencio de unos instantes hasta que Julia decidió cortar la situación.

-Bueno pues encantada de volver a haber coincidido contigo, ya nos veremos por aquí

-Pues sí, encantado después de tanto tiempo, voy a seguir con la carrera

-Jeje ok- dijo Julia y vio como Alex volvía a ponerse en marcha

-Nena, nena-le dijo Sandra tirándole del brazo

-Perdona, estaba en mi mundo

-¿No está mal Alex no?-dijo mientras lo veía alejarse-¡mira qué culo por dios!

-Joder Sandra

-Bueno chica, tu igual no te acordabas de él, pero aquí en el pueblo hay unas cuantas que sí que nos acordamos jajaja

Sin embargo, Julia sí que le recordaba, se acordaba del Alex tímido y regordete que estaba perdidamente enamorado de ella, por insistencia de él habían “salido” algunas veces, por supuesto no había pasado nada entre ellos, y cuando Juan llegó con su aspecto de chico malo y su personalidad avasalladora, la chica dejó  tirado a Alex como un pañuelo usado.

Quizás acordándose de lo mal que lo había pasado la noche anterior en la discoteca, Sandra no quiso seguir hablando de Alex delante de Julia, y durante el camino a casa fueron hablando de banalidades.

Antes de dormir se sintió obligada a “compensar” el haberse encontrado con Alex y decidió llamar a Juan, que le despachó con un par de frases cortantes. Aun así Julia se quedó satisfecha y en cierta forma con la conciencia limpia, pero ¿acaso había tonteado con Alex? Ni mucho menos, pensó, pero temía que alguien la hubiese visto hablando con él, y hay que reconocer que el chico había cambiado para mejor desde que salieron juntos en la adolescencia.

Julia tardó un poco en conciliar el sueño, lo que ella achacó a lo alterado del día, hasta que ya entrada la madrugada se durmió.

La tarde siguiente se presentó como las demás, las tres chicas estuvieron jugando a las cartas y leyendo revistas hasta que Julia quiso dar un paseo por la playa. Como ninguna de sus amigas se animaba terminó yéndose sola. Quería ver si todavía podía accederse a una pequeña cala donde jugaba de pequeña y que estaba separada de la playa principal por unas rocas. Recorrió la playa hasta su extremo opuesto y, como la marea estaba baja, pudo cruzar hasta la cola no sin algunas dificultades.

Cuando Alex vio a Julia abriéndose paso entre las rocas su corazón se disparó. Agradeció su suerte porque ese día había llevado el bañador y no estaba haciendo nudismo, práctica a la que estaba reservada la pequeña cala desde hacía un par de años y que él mismo hacía a veces. Viendo como su exnovia tenía dificultades para cruzar, vio llegada su oportunidad.

-¿Necesitas ayuda?

Julia levantó la cabeza y descubrió a escasos metros a Alex que la miraba divertida. Aquello era lo último que esperaba y tardó en reaccionar. La joven no pudo evitar fijarse en los músculos  del chico, duros y definidos, sintiendo una punzada en el estómago.

-Creo que estoy en una posición bastante ridícula-fue lo único que acertó a decir

Una ola más fuerte de lo habitual la dio de lleno, pero antes de que cayera se encontró con los brazos de Alex sujetándola y tendiéndola en la arena.

El tacto con el cuerpo del chico le produjo a Julia una extraña sensación, difícil de definir pero definitivamente agradable, que no pasó desapercibida a Alex, así como tampoco le habían pasado desapercibidas las miradas a su cuerpo.

-Creo que te has rozado aquí un poco en el tobillo-Alex se puso de cuclillas para tocarlo-pero no parece nada

-Madre mía no recordaba que esto estuviera tan peligroso

-Últimamente ha subido un poco el nivel del mar y a veces es complicado pasar

Julia consiguió ponerse en pie con la ayuda de Alex

-Parece que estamos condenados a encontrarnos en las situaciones más inesperadas

-Quería dar un paseo por la playa y mis amigas me han dejado sola-dijo Julia mirando al final de la cala

Se formó un silencio.

-Si quieres vamos juntos-se atrevió a decir Julia

A Alex le empezaba a gustar aquello y no pudo evitar soltar la bomba

-Bueno Julia como quieras, pero te advierto que debemos quitarnos la ropa

La mirada de su exnovia era de aturdimiento total

-Es que desde hace un par de años esa parte de la playa es nudista, ya sabes, como está aislada y tal, el ayuntamiento la cedió para el naturismo.

Julia se puso completamente roja de vergüenza y de nuevo una sensación recorrió su estómago pues no pudo evitar imaginarse desnuda al lado de Alex.

El joven se dio cuenta de que la chica se los había imaginado sin ropa juntos y lo anotó en su cabeza como una pequeña victoria.

-En realidad estoy un poco dolorida, creo que mejor lo dejo para otro día-dijo intentando caminar en dirección contraria

Sin embargo, un agudo dolor en su tobillo la hizo trastabillar.

-Segunda vez que te rescato hoy-dijo divertido Alex mientras la sujetaba

-Creo que no puedo andar, me duele muchísimo

-No te preocupes siéntate en mi toalla y descansa

Ayudada por Alex Julia consiguió sentarse en la toalla.

-Creo que es un esguince-dijo ella

-Déjame ver

Julia recordó que Alex estaba estudiando para profesor de educación física, lo que la reconfortó ya que supuso que entendería del tema.

De nuevo, la sensación de sentir las manos de Alex tocándola hizo que su corazón se acelerara.

-No parece un esguince, con un poco de reposo y hielo mañana estás como nueva

-Ok creo que voy a hablar con mis amigas entonces-dijo Julia intentando levantarse de nuevo. Y es que estar cerca de aquel chico que un día fuera su novio estaba provocando sensaciones extrañas en su cuerpo.

-De eso nada, ahora no podrías andar ni un metro. Te quedas aquí hasta que la hinchazón baje.

Resignada a no poder escapar de allí, Julia se obligó a evitar ponerse nerviosa o que Alex percibiera las sensaciones que estaba despertando en ella.

Por suerte, la conversación fue fluida, aprovecharon para ponerse al día de sus respectivas vidas, Julia se dio cuenta de que Alex en ningún momento hablaba de ninguna novia, y en cierta forma se sintió mal pues pensó que la forma en la que le había dejado había podido traumatizarle, aunque bien pensado con lo apuesto que era no le faltarían pretendientes, pensó para sus adentros.

Alex no podía evitar fijarse en las atractivas facciones de la chica, ni en su delicado y bello cuerpo que no había cambiado un ápice desde que salían juntos, aunque él nunca lo había catado. Se fijó también en que ella no se atrevía a aguantarle la mirada, y a veces era huidiza, cosa que secretamente le complació.

Tras bastantes minutos de conversación, los dos observaron que estaba poniéndose el sol. Temiendo que sus amigas se preocuparan, Julia dio por terminada la conversación.

-¿Vienes a la playa todos los días?-dijo Alex que no quería deja pasar la oportunidad

-Pues sí, vengo con mis amigas-dijo Julia escudándose en sus amigas para dejar claro que no iba sola

-Ok, ya sabes dónde me suelo poner si algún día quieres que continuemos la conversación

-Dicho queda-dijo Julia que ya estaba poniéndose nerviosa

Alex la ayudó a cruzar las rocas, notando con satisfacción el nerviosismo de la chica cada vez que sus manos la tocaban para ayudarla, mientras la veía alejarse pudo deleitarse una última vez con el cuerpo de la chica.

-¿Pero dónde te habías metido? –gritaron sus amigas cuando la vieron aparecer a lo lejos cojeando.

-Chicas ayudadme, me he torcido el tobillo mientras intentaba cruzar a la cala-dijo obviando ante ellas cualquier referencia al encuentro con su exnovio.

Julia pasó el resto del día un tanto alterada, no sabía bien si por el tobillo o por Alex, aunque ella sospechaba que más bien por lo segundo, después de llamar a Juan prefirió irse pronto a la cama aunque volvió a tardar horas en conciliar el sueño.

Mientras recogía sus cosas de la playa, Alex se sintió satisfecho, había roto el hielo con Julia y había visto, sorprendido, que no le dejaba indiferente a su exnovia. De camino a casa paró en la tienda de su madre y la ayudó a cuadrar la caja y a cerrar. No se puede negar que los dos habían pasado por días difíciles, crecer sin saber quién era tu padre en un pueblo cerrado y pacato no era cualquier cosa, su madre no había abierto la boca nunca sobre quien era su progenitor, y Alex había respetado su deseo de mantenerlo en silencio. Ya en casa sus pensamientos se centraron de nuevo en Julia. Recordó lo mal que lo había pasado en el colegio por su gordura, y cuando finalmente sacó fuerzas de flaqueza y le pidió salir a Julia, se sintió un hombre nuevo, solo para volver a caer de nuevo cuando esta la dejó de un día para otro.

Sin embargo, él no la guardaba rencor, sabía que Juan era el típico chico malo que volvía locas a las chicas, y en esa época él no tenía nada que ofrecer. Por eso se juró no volver a pasar por la misma situación nunca más. Se apuntó al gimnasio e hizo dieta, perdiendo para siempre esos kilos de más. Siguió siendo un solitario, pero su físico y su aire misterioso habían hecho que por su cama pasaran bastantes chicas del pueblo. Sin embargo, Julia era otra cosa, no era una chica de un polvo y fuera, sabía que era diferente, y que no se merecía estar con el payaso de Juan. Esa noche Alex se juró no parar hasta seducirla de nuevo.

Julia se despertó de repente, turbada e inquieta. Por las cortinas se filtraban ya los primeros rayos de sol. Descubrió que su entrepierna estaba húmeda, y una gran sensación de culpabilidad le vino encima, pues sabía que había tenido algún tipo de sueño con Alex como protagonista. Se maldijo a sí misma y, para compensarlo, le envió varias fotos a Juan para darle los buenos días. Entró en el baño y sintió vergüenza cuando vio las marcas que dejaban sus pezones erectos en el camisón.

Ya por la tarde, Alex se situó en el mismo punto de ayer en la playa. Extendió la toalla y se puso las gafas de sol. Nervioso, no paraba de mirar las rocas que separaban la playa de la pequeña cala donde estaba situado. Cuando dieron las 21.30, se convenció de que Julia no iba a aparecer. Recogió sus cosas y se fue a la tienda de su madre, desanimado, y viendo como los planes de reconquista se derrumbaban.

Julia se sentía satisfecha mientras veía la televisión, había aguantado la tentación y se había quedado en casa todo el día. El tobillo ya no le dolía en absoluto, pero había servido como excusa para sus amigas y para su conciencia. Satisfecha con su fuerza de voluntad, aprovechó también para llamar a Juan, que no le cogió el teléfono. Se preocupó un poco por ello, y no pudo sentir algo de celos pensando que su marido podía estar con cualquiera en la ciudad, pero por suerte su padre le sacó de su ensimismamiento.

-Julia ¿puedes acompañarme a la tienda de la esquina? Quiero que tu madre vuelva de la playa y se encuentre con la cena hecha.

Se puso ropa de calle y bajaron juntos a la tienda, con su padre decidido con la lista de la compra en la mano.

-Ya verás que sorpresa se va a llevar tu madre

Sin embargo, nada más entrar en el establecimiento, Julia se quedó chocada con la reacción de su padre y de la dueña en cuanto se vieron. Su padre se quedó blanco mirándola y ella, excusándose, llamó a su hijo para atenderles, ya que según ella tenía que buscar algo en el almacén.

Esta vez la sorpresa fue para Julia cuando vio aparecer entre las estanterías a Alex.

-Ho…hola Alex

-Julia, que tal…esto…estamos cerrando pero dime, que querías

Julia le cogió la lista de la compra a su padre, que parecía preocupado y ella llegó a sospechar que fuera por que se temía algo entre ella y Alex. Mientras recorrían los estantes cogiendo los productos ella se sintió obligada a hablar.

-Hoy no he podido ir a la playa, el esguince, ya sabes

-¿Qué tal te va?-preguntó Alex tan sorprendido como la chica pero no dispuesto a perder la oportunidad

-Me sigue doliendo un poco, pero mejor, me puse bastante hielo como dijiste-Alex notó que la chica ni cojeaba al andar, pero prefirió no decir nada.

Metieron la compra en las bolsas mientras el padre de Julia fumaba fuera de la tienda y la madre de Alex había desaparecido en el almacén.

-Señor si le parece le llevo las bolsas a casa-dijo el chico

-Bueno, bueno, como quieras

Julia se puso bastante nerviosa por el hecho de que Alex supiera donde vivía, y durante todo el trayecto no cruzaron ni media palabra. Entraron en casa y Alex dejó las cosas en la cocina. Aprovechando que el padre de Julia había desaparecido Alex inició la conversación.

-Bueno, mañana calculo que ya se te habrá quitado el dolor

-Eso espero jeje, no aguanto todo el día metida en casa, no quiero un día más sin playa-dijo Julia sorprendida por su atrevimiento.

-En tal caso, igual nos vemos mañana en la cala

-Claro, claro, puede que vaya-dijo Julia que no sabía dónde meterse

Le acompañó a la puerta y allí se despidieron.

El inesperado encuentro dejó turbados a los dos, Julia prefirió irse a la cama pronto, sin haber recibido respuesta de Juan, y Alex, como siempre que tenía algo que le turbaba en la cabeza, salió a correr para despejarse.

Julia no paraba de moverse en la cama. Se sentía nerviosa e incómoda, y en el fondo sabía por qué. Por su mente pasó fugazmente la imagen de Alex en la playa, con su cuerpo atlético. Julia cerró los ojos y hundió la cabeza en la almohada, intentando olvidarse de la imagen. Se sintió excitada y necesitada, carente, y sin pensarlo dos veces se quitó el camisón, quedando desnuda sobre la cama. Su mano derecha, como si tuviera vida propia, se fue desplazando hacia su entrepierna, y cuando notó su humedad un escalofrió recorrió su cuerpo. Poco a poco empezó a tocarse, y la sensación no le desagradó en absoluto, menos todavía cuando su mano izquierda empezó a acariciar sus pezones.

Alex volvió a casa después de la sesión de correr en la que no había parado de pensar en Julia. Cuando se quitó la ropa en el baño para ducharse observó su cuerpo desnudo en el espejo y su polla totalmente erecta. Se metió en la ducha y sintió el agua que recorría su cuerpo desde la cabeza hasta los pies. Poco a poco empezó a masturbarse sin parar con la imagen de Julia en su mente.

Un grito ahogado salió de la boca de Julia cuando su mano acarició el clítoris, decidió no parar y llegar hasta el fin, por su mente se cruzaban imágenes de su delicado cuerpo envuelto en el atlético cuerpo de Alex, como si fueran uno solo. Sabía que estaba mal pero no quería parar, se contorsionaba de placer mientras se masturbaba y cuando supo que había llegado el momento, su vello se erizó y arqueó la espalda, corriéndose como nunca lo había hecho en su vida al mismo tiempo que Alex alcanzaba su orgasmo en la ducha de su casa.

Completamente desmadejada sobre la cama, Julia se tapó sintiendo el agradable tacto de las sábanas sobre su cuerpo desnudo y durmiéndose inmediatamente.

Cuando llegó a la playa, al día siguiente, aun dudaba si tenía que haber ido o no. Isa dejó las cosas y extendió su toalla

-¿Quieres que te eche la crema?

Julia ni se enteró, estaba en otro mundo.

-Digo que si quieres que te eche la crema

-Perdona Isa no se en que estaba pensando

-¿Te pasa algo? Ya sabes que puedes contarme lo que quieras

Julia dudó unos segundos, pero lo que llevaba dentro le pesaba tanto que tenía que decírselo a alguien.

-Tengo que contarte una cosa

Isa la miró unos segundos y se acercó a ella.

-Te acuerdas de Alex, el otro día

-Como para no acordarse-dijo sonriendo

-¿Sabes que fuimos novios no?

Isa asintió con la cabeza.

-¿Pero en plan hace mil años no?

-Sí, de hecho lo dejé por Juan. Hace un par de días, después de lo de la caída, me encontré con él en la playa, el día que tardé tanto en volver

-Ay pilluela

Julia se sonrojó un poco.

-Estuvimos hablando un montón de tiempo y fue como si no pasara tiempo

Isa prefirió no interrumpirla y dejarla continuar la confesión.

-Al día siguiente me propuso quedar con él de nuevo en la playa, pero me entraron remordimientos de conciencia y no fui-dijo bajando la mirada. Pero lo cierto es que no  paré de pensar en él en todo el día. Y justo por la noche, sin comerlo ni beberlo, bajo a la tienda a comprar algo y resulta que me encuentro con allí, y volvimos a hablar, y volví a sentir algo especial.

Isa tuvo que medir las palabras para no decir nada equivocado.

-¿Entonces…?

-Creo que él estará ahora donde nos encontramos, esperándome, y me muero de ganas de ir

-¿Y cuál es el problema?

Julia le mostró el dedo con el anillo de casada.

-Vamos a ver, ¿tú eres feliz con Juan?

Julia agachó la cabeza.

-¿Entonces qué problema hay?

-Creo que yo a él también le gusto

-Pues lo que tenga que pasar pasará, ¿a ti te apetece?

-…

-Por lo menos piensa que se lo debes, ¿Cómo crees que se quedó después de que le dejaras?

-La verdad es que ni me molesté en dejarle, un día me lie con Juan y él se enteró por sus amigos

-¿Pues aunque solo fuera por ello creo que se merece que le des un poco de atención no?

-Sí, supongo

-¿Entonces qué haces todavía aquí que no estás en el otro extremo de la playa hablando con él?

Julia la miró con ojos de cordero degollado.

-Venga chica que parece mentira que te esté obligando a ir a hablar con un tío que está buenísimo

Isa se levantó y le tendió la mano.

-Venga, ve para allá y no te preocupes que me quedo aquí hasta que vuelvas

-¿Voy bien así?-dijo Julia arreglándose el bikini

-Perfecta. Ahora ve allí y suerte

-Gracias-dijo Julia mientras se alejaba

El camino hasta la cala donde esperaba que estuviera Alex fue un infierno para ella, las dudas la asaltaban y se encontraba inmersa en un mar de contradicciones, varias veces se quedó parada en la orilla y estuvo a punto de irse, se acordaba de lo que había hecho en su cuarto, y una ola de excitación sacudió su cuerpo.

Alex se sintió eufórico cuando vio aparecer a Julia entre las piedras, el desánimo le había invadido a medida que pasaban las horas y ella no aparecía, mientras se levantaba de la toalla se quedó admirando el magnífico cuerpo de la chica a medida que se acercaba a él.

Tras los saludos iniciales Alex la propuso tomar un baño, Julia, después de dudar un poco, estuvo de acuerdo. Observó la ancha espalda de su exnovio mientras nadaba y se alejaba.

-Ven, aquí se está fenomenal

-¿Cubre mucho?-gritó Julia

-Que va, no te preocupes

Julia nadó hasta Alex, pero el cansancio y el dolor del tobillo habían hecho mella en su resistencia.

-Estoy muy cansada, no sé si puedo aguantar mucho

Alex se acercó a ella e hizo que pusiera su brazo alrededor de su cuello y sus hombros. El tacto con el cuerpo del chico excitó sobremanera a Julia, entusiasmando a Alex. Los dos estaban a pocos centímetros, y después de mirarse fijamente durante unos segundos, Alex acercó su rostro lentamente al de Julia.

-Alex, por favor

-Soy un idiota. Perdona, Julia, en serio

-Vale, pero no sigas

Alex se maldijo por haberse precipitado de una forma tan torpe, casi lo había echado todo a perder. Después de pasar un tiempo más en el agua los dos salieron.

Julia se preguntó si había sido demasiado brusca con el chico, en el fondo entendía lo que había intentado hacer, y para qué negarlo, le excitaba la agresividad de Alex por tenerla. Se había comportado como una niñata calientapollas cuando en el fondo le apetecía tanto como a él ese beso.

Se sentaron en la toalla de Alex en silencio, Julia decidió que no iba a dejar caer cualquier cosa que pudiera pasar con su exnovio, y entendió que ella tenía que dar el primer paso. Sacó un tema de conversación y pronto las cosas volvieron a la normalidad, estuvieron hablando y riendo durante minutos, para alivio de Alex, que pensó que lo había arruinado todo. Cuando ya estaba cayendo el sol, decidió que tenía que soltar la bomba antes de que ella se fuera.

-Julia, me gustaría invitarte a cenar esta tarde, para celebrar que nos hemos vuelto a encontrar

Ella sintió una descarga que recorría todo su cuerpo, la verdad es que esperaba una propuesta así  y la deseaba, aunque se mostró un poco dubitativa por los nervios.

-Pero…-miró al horizonte-¿y si nos ve alguien?

Alex sonrió.

-No te preocupes, vamos a algún pueblo cercano, nadie nos conocerá allí, ¿a las nueve y media te viene bien?

-¿Quedamos en la esquina de la plaza?-dijo Julia que no deseaba quedar cerca de su casa para evitar miradas

-Trato hecho-dijo Alex extendiendo la mano

Julia le dio la mano y se despidieron, Alex se sentía ganador, se había precipitado y casi lo arruina todo pero afortunadamente todo estaba a punto de llegar a buen puerto.

Cuando Julia volvió la playa se había quedado prácticamente vacía, Isa estaba con el móvil y no percibió la llegada de su amiga hasta que se sentó a su lado. Julia le contó las noticias y ella no pudo más que abrazarla y darle la enhorabuena.

-Esta noche tengo que ir a la ciudad a ocuparme de algunos asuntos, pero me cuentas cualquier cosa por WhatsApp ¿vale?

Julia observó su cuerpo desnudo en el espejo mientras decidía que ropa ponerse, lo cierto es que tenía un cuerpo envidiable, en parte por la insistencia de Juan en que fuera al gimnasio y en parte por herencia familiar, ya que su madre se seguía conservado muy bien a pesar de tener casi 50 años. Su mirada recorrió su cuerpo desde sus pechos firmes y redondos pasando por su vientre plano y su sexo rasurado. Finalmente se decidió por un top verde escotado y una minifalda negra. Mientras se perfumaba sintió una punzada en el pecho al pensar cómo sería acostarse con otro hombre, ella solo lo había hecho con Juan y sabía que si esa noche Alex se lo pedía, no iba a poder negarse. Su corazón se aceleró al pensar cómo se desenvolvería su exnovio en esos menesteres, si sería mejor o peor que con su marido y, para que negarlo, si la tendría más grande.

Nerviosa como un flan se despidió de su familia desde la puerta para que no pudieran verla y salió a la calle. Los nervios no se calmaron al temer que alguien la reconociera y cuando llegó a la plaza deseó que Alex no se retrasara. A los pocos minutos una moto se paró a su lado, y de ella bajó Alex con otro casco en la mano.

-Ya estoy aquí, nos vamos

Julia cogió el casco con desconfianza pues no le gustaban las motos y nunca había montado en una.

-Alex me dan un poco de miedo las motos

-¿Me vas a dejar plantado ahora?-me dijo mientras le ponía el casco y lo ajustaba-No pasa nada, iré despacio, además el camino es muy bonito, tu solo agárrate fuerte y relájate.

En cuanto arrancó la moto Julia se apoyó en la espalda de Alex, y sus manos se agarraron a la cintura del chico. Recorrieron todo el camino de la costa que Julia casi ni recordaba de tantos años que no pasaba por allí. Finalmente llegaron al pueblo vecino.

El lugar estaba en fiestas, totalmente iluminado, y los dos disfrutaron bebiendo algo y charlando en la plaza mayor. Después Alex la llevó a un pequeño restaurante acogedor y alejado del barullo del pueblo. La cena se desarrolló animadamente, Alex se mostraba seguro de sí mismo de cara al exterior pero por dentro tenía miedo de cometer algún error como el que había cometido en la playa y echarlo todo a perder. Julia por su parte intentaba controlar sus emociones y no dejarse llevar, aunque a esas alturas ella sabía que estaba en manos del atractivo chico, por eso cuando éste le acarició la mano después de pagar la cuenta ella se estremeció, sobre todo al sentir los dedos de Alex jugueteando con su anillo de casada.

Caminaron juntos por algunas calles, Alex la llevó en moto al faro, desde donde disfrutaron del paisaje y del pueblo que se iluminaba en la distancia.

Se levantó una ligera brisa y Julia, instintivamente, se inclinó sobre el cuerpo del chico para protegerse. Alex extendió su brazo sobre el hombro de la chica, que sintió un escalofrío.

Julia sabía que había perdido la batalla interior que estaba librando desde hace varios días, mejor dicho, se había dejado ganar sin apenas combatir. Por eso, cuando Alex sujetó el mentón de la chica con suavidad, ella no hizo nada, y cuando fue aproximando su boca a la suya, ella tampoco opuso ninguna resistencia. Los labios de ambos se unieron por primera vez en muchos años, y Julia supo que esa noche iba a entregarse a Alex.

Abrió sus labios y dejó paso a la lengua de Alex, que pronto se unió con la suya en un beso que se demoró una eternidad. Después de ese vino otro, y luego otro, y luego las caricias entre los exnovios en aquel lugar apartado de la costa.

-Ven conmigo-le dijo Alex mientras le extendía el brazo e iba yéndose  hacia la moto.

Isa sintió las embestidas de Juan dentro de ella, la cama crujía por la fuerza de las arremetidas del chico. Pocos segundos después notó como eyaculaba y se derrumbaba sobre ella, agotado. Se maldijo a si misma por estar acostándose de nuevo con el marido de su mejor amiga como llevaba haciendo desde hace varios años, pero Juan era una droga para ella, y por él estaba dispuesto a llegar a donde fuera. Juan se levantó y fue al baño a limpiarse y a tirar el condón.

Cuando volvió se tumbó a su lado, en la cama de matrimonio que compartía con Julia. Tras permanecer un tiempo en silencio le espetó:

-Entonces que novedades tienes

Isa había estado evitando el tema tanto como podía, pero sabía que tarde o temprano Juan se iba a acordar

-En la discoteca no dio resultado, había un chico detrás de ella (le daba vergüenza pronunciar el nombre de su amiga) pero se fue a casa rápido

-¿Y?

-Puede que haya algo. Surgió por pura casualidad

Juan se inclinó, mirando a su amante.

-El otro día se encontró por casualidad con un exnovio por la calle, y después han vuelto a coincidir varias veces por la calle. Hoy han quedado a cenar-dijo Isa con miedo de la reacción de Juan. A pesar de que la idea de provocar una infidelidad de Julia había sido del propio Juan, Isa sentía miedo de la reacción del chico si se enteraba de que su mujer iba a acostarse con otro hombre.

Para su alivio, Juan no dejó entrever reacción alguna.

-¿Y quién es ese tío?

-Resulta que es un exnovio suyo, Alex, aquel con el que salía antes de conocerte, ese gordito, aunque ahora la verdad es que ahora…-Julia no acabó la frase ya que vio la cara de Juan totalmente desencajada.

Juan sintió que se mareaba y su corazón se disparaba cuando Isa hablaba, no podía ser ese Alex, no podía ser.

-Me estás hablando del tío cuya madre tiene el supermercado en el centro del pueblo

-Ese mismo-dijo Isa con un hilillo de voz temerosa de ser la víctima de la ira de Juan

Y en efecto así fue, pues éste descargó sin mediar palabra  una sonora bofetada en la cara de la chica, y después llegó otra y otra, hasta que ella pudo huir y encerrarse en el baño, llorando de miedo.

-¡Juan que te pasa me estás asustando!

Este solo podía insultarla y golpear la puerta

-¡¡Hija de puta!! ¡No tienes ni idea de lo que has hecho!

-¡Pero si era lo que habíamos acordado!

-¡Es su hermano hija de puta, es su puto hermano!

-Pero que estás diciendo Julia es hija única

-¡Estúpida! ¿No sabes que su madre es madre soltera? ¿Qué nunca dijo en público quien era el padre?

Isa se quedó paralizada.

-¿Qué dices?

-Se folló al padre de Julia, ¡al padre de Julia!

Para entonces ya era tarde razonar con Juan, que no paraba de bramar y destrozarlo todo a su paso.

Un rato después Isa salió como pudo del baño, en la cocina se escuchaba a Juan gritar y romper cosas, recogió su ropa y salió de casa sin hacer ruido, tuvo que salir medio desnuda al descansillo y vestirse allí. De inmediato salió del edificio y cogió el coche hacia el pueblo para avisar a Julia, que no le cogía el teléfono, sin saber que ya era demasiado tarde…

Julia y Alex se bajaron de la moto al llegar a la playa desierta, ella apoyó su cabeza en el pecho del atractivo chico, y comenzaron de nuevo a besarse con furia, ella no sabía cómo sería el sexo con Alex todavía, pero en cuanto a besos ganaba por goleada a su marido.

Alex fue bajando y besando el cuello de la chica, volviéndole loca. Ella no se quedó corta y desabotonó la camisa del chico, que se la quitó. Entre los brazos de Alex se sentía la chica más protegida del mundo, y mientras sus lenguas se juntaban en sus bocas, ella acarició con las yemas de sus dedos el torso del chico, deteniéndose en sus duros pectorales y sus cuadrados abdominales.

-Prenda por prenda-dijo Alex sonriendo y separándola de él

Julia se quitó el top, dejando ver, para sorpresa del chico, que no llevaba sujetador. Éste se regodeó besando y acariciando los pechos de la chica, en especial sus pezones, que no tardaron en ponerse duros entre gemidos de la chica, poco acostumbrada a esas atenciones.

Alex observó agradado como la chica tomaba la iniciativa e iba desabrochando su pantalón poco a poco, y supo que esa noche iba a ser suya e iba a hacer el amor con ella cuantas veces quisiera.

Julia estaba frenética, y quería ver la polla de Alex y sentirla en su boca como fuera. Le quitó el cinturón y bajó los pantalones y la ropa interior del chico hasta las rodillas. De ella saltó una polla larga y ancha, “mucho mejor que la de mi marido” pensó la chica.

Alex vio como la infiel esposa se ponía de rodillas y acariciaba y masajeaba su polla y sus grandes testículos, antes de meterse en la boca el miembro de su exnovio. Era gorda y costaba no morderla, pero con paciencia la chica logró encajar la mayor parte de la polla de Alex hasta su garganta. Empezó después a moverse y a lamer y a disfrutar de la polla de Alex sin parar. Él por su parte no se quedaba corto y agarraba la cabeza de Julia, guiándola en su mamada, y apartando el pelo de la cara de Julia

-Mírame-acertó a decir con la cara desencajada por el placer

Ella puso una cara de golfa mientras le miraba y le hacía una felación que Alex estuvo a punto de correrse en su boca. No es que no lo deseara, pero prefería hacerla suya y vaciarse dentro de Julia la primera vez.

Exasperado y haciendo grandes esfuerzos para no correrse, Alex consiguió sacar su polla de la cálida boca de Julia. La agarró por los hombros y la puso de pie de nuevo, besándola con fiereza. Ella notaba la durísima polla de Alex haciendo presión en su vientre mientras se besaban, y como pudo se separó de él.

Con una sonrisa pícara fue andando hacia atrás y llamando al chico, que avanzaba hacia ella apuntándola con la polla que estaba como un misil.

Lentamente se tumbó en la arena y abrió ligeramente las piernas, lo suficiente como para indicar a Alex cual era el camino. El chico se inclinó, se puso de rodillas sobre ella y pasó sus dedos por la entrepierna, notando su calor, su tremenda humedad y arrancando el primer gemido de Julia. Llevó su mano hasta la boca de la chica y le dio a probar su propio sabor.

Se situó sobre ella y se quedaron unos pocos segundos parados, Alex notaba la respiración acelerada de la chica, fruto de la excitación y la expectación de Julia ante su primera experiencia sexual con un chico diferente de Juan. La chica le miró fijamente a los ojos y asintió con la cabeza, dejándose llevar.

Sin saber que eran hermanos, no podían saber que además de adulterio, estaban a punto de consumar un incesto.

Julia observó cómo Alex se movía sobre ella y se colocaba entre sus caderas. Entonces la sintió. Sintió la polla de su amante situándose en la entrada de su vagina, lista para entrar. Alex se preparó e intentó entrar dentro de Julia. A pesar de lo lubricada que estaba, Alex sintió complacido la estrechez de la vagina de Julia, algo raro para una chica ya de su edad y que tenía marido. Con más esfuerzo del previsto, su polla hizo tope en lo más profundo de Julia, arrancando a la joven adúltera un gran gemido desde lo más profundo de su ser. Con su polla enterrada se inclinó sobre Julia para besarla. Julia estaba que no podía más de excitación y más que besarle, mordió los labios de su amante de pura excitación. Poco a poco notó como la polla de Alex entraba y salía de ella sin parar, y una cálida sensación envolvió todo su cuerpo.

Con sus cuerpos unidos, Alex  penetraba a Julia sin parar, moviéndose sobre ella y disfrutando cada segundo mientras la chica gemía sin parar. Julia estaba en la gloria, sentía la polla de Alex llenándola completamente, sus pechos se movían al ritmo de las embestidas. Sintió un calor que comenzaba a crecer dentro de su cuerpo, entendió que estaba a punto de alcanzar un orgasmo y decidió aguantar un poco más para sentir más placer. Arañó la espalda de su amante que continuaba penetrándola sin parar y cuando llevó las manos hasta su durísimo culo, que se cuadraba a cada penetración, sintió que no podía más.

Alex se sintió orgulloso cuando Julia se corrió en sus brazos, disfrutó de cada segundo, de cada grito de la chica, mientras la notaba vibrar.

Julia había descubierto un grado nuevo de placer, un placer que no había sentido nunca con su marido y que solo le proporcionaba Alex.

-No pares por favor-fue lo único que acertó a decir mientras se recuperaba del orgasmo, quería volver a sentir esa sensación de nuevo y en el menor tiempo posible.

Alex estuvo a punto de correrse al escuchar las palabras de Julia, y decidió ir a por su propio orgasmo, quería hacerla suya de nuevo y llenarla por completo.

El ritmo de la penetración se hizo más duro y rápido, los dos llenaban la desierta playa de gemidos y gritos, mientras sus cuerpos se unían en un mar de sudor y saliva.

Después de un tiempo imposible de determinar, Alex sintió que no podía más

-Julia me voy a correr-avisó entre embestida y embestida

-Yo también, no aguanto más

La sensación del durísimo pene de su amante y la imagen de aquel cuerpo musculoso sobre ella eran demasiado. Julia se estremeció, arqueó la espalda y se corrió de nuevo entre gritos ahogados. Al sentir el orgasmo de su amante Alex clavó su polla hasta lo más profundo de la chica y se dejó llevar, de su polla salieron tres, cuatro, hasta cinco chorros de semen  que llenaron a Julia por completo y consumaron el incesto entre los dos hermanos.

Al mismo tiempo, Isa conducía a toda velocidad por el pueblo rumbo a casa de Julia. Las lágrimas le cegaban y varias veces tuvo que dar un volantazo para no chocar contra otro coche o contra un obstáculo. Después de apretar con insistencia el telefonillo de casa de Julia, su padre contestó somnoliento que no sabía dónde estaba su hija, que pensaba que había salido con ella. Para no dejarle intranquilo Isa se inventó una excusa y dijo que la veía de lejos por la calle. Desesperada, recorrió casi todo el pueblo buscando a su amiga y a Alex, sin saber que los dos amantes se encontraban bien ocultos de miradas extrañas.

Julia se montó a horcajadas sobre Alex y agarró su polla con una mano. La guio hasta la entrada de su vagina y se dejó caer sobre ella, sintiendo como cada centímetro ensanchaba su húmedo coñito y cerrando los ojos de placer al sentirla dentro. Puso sus manos en el pecho de Alex y poco a poco empezó a cabalgarlo. Alex observaba a su amante fuera de sí mientras se la follaba de nuevo, sus grandes pechos se movían sin control y la vagina de Julia aprisionaba su polla.

Se sucedían los gritos y los gemidos, los acelerones y las embestidas hasta que ambos llegaron a las puertas del placer juntos, ella alcanzó un último orgasmo aquella noche, el más intenso, el más duradero, mientras sentía a Alex vaciarse de nuevo dentro de ella.

Julia parpadeó mirando a las olas que se rompían en la orilla, comprendió que se había dormido sobre Alex. Levantó la cabeza y vio cómo, a lo lejos, el sol comenzaba a despuntar. Apoyó de nuevo la cabeza en el pecho de su amante y suspiró. Por sus muslos notaba el cálido semen de Alex deslizándose. Era el semen de su propio hermano, aunque ninguno de los dos lo supiera. No se arrepentía de nada de lo que había hecho, en todo caso se arrepentía de los años que había malgastado con Juan, y tenía claro que en cuanto acabaran las vacaciones le pediría el divorcio y se iría a vivir con Alex. Poco después notó que Alex también se despertaba, y se dieron un tierno beso en la boca.

-¿Qué tal has dormido?-le preguntó él

-Muy bien, dadas las circunstancias-dijo ella sonriendo

Permanecieron un poco más así, disfrutando el uno del otro. Se bañaron desnudos en el mar y se vistieron, por la mente de los dos pasaba si algún día podrían hacer eso sin prisas, sin temor a que alguien les descubriera. Durante el trayecto en moto volvió a ir apoyada en la espalda de Alex, y cuando llegaron cerca de su casa ella se bajó y se dieron un largo beso sin importar que otras personas les vieran.

-¿Cuándo nos veremos de nuevo?-dijo ella triste

Alex bajó la mirada, melancólico, los dos sabían los problemas a los que se enfrentaban.

-Lo antes posible. Confía en mi ¿ok?

Julia puso cara triste ante el hecho de tener que estar separada de él.

-Eh, esto es solo temporal, te prometo que un día todo esto acabará y podremos hacer una vida normal

El día se nubló para llorar su separación, y algunas lágrimas cayeron por el rostro de Julia cuando vio a Alex alejarse en la moto.

Isa lo había visto todo, desde como llegaban en moto hasta los besos que se habían dado en medio de la calle. Había estado a punto de salir del automóvil pero comprendió que ya era tarde, habían pasado la noche juntos y habían consumado el incesto. Ahora solo temía la reacción de Juan. Llegó a su casa y agotada por la noche que había pasado, decidió descansar.

Juan, por su parte, estaba como loco en casa, sabía que Julia le había sido infiel y eso le atacaba el orgullo, pero que encima hubiera sido con el Alex ese era demasiado. Solo entre las cuatro paredes de su casa se quedó rumiando su venganza.

-Hay que ver hijo cada vez llegas más tarde ¿dónde has dormido hoy?

-He dormido en casa de mi amigo David, mamá

-Ya…bueno, allí en la mesa están todos los pedidos de los clientes, hoy hay bastante tela que cortar así que te quiero al 100%-dijo su madre que no se creyó ni por un segundo la versión de su hijo.

-Ok mamá-dijo Alex soñoliento mientras cogía las bolsas y partía en dirección a la casa del primer cliente

Julia subió a su casa y por suerte su familia continuaba durmiendo, solo tuvo tiempo de tumbarse en la cama antes de quedarse dormida.

Al día siguiente Julia se despertó en estado de frenesí, por su mente pasaban las imágenes y sensaciones de la noche anterior con Alex, se quitó la ropa y permaneció tendida desnuda sobre la cama, sin importarle que sus padres pudieran abrir la puerta y encontrarla así. Encendió el móvil y para su sorpresa se encontró un gran número de llamadas y WhatsApp de su amiga Isa diciéndola que debía hablar con ella urgentemente. Sin embargo para Julia lo más importante era hablar con Alex, así que le mandó una foto desnuda en la cama

Su hermano estaba a punto de acostarse cuando su móvil vibró en la mesilla y no pudo menos que sonreír cuando le llegó la foto de Julia sin ropa. Él no iba a ser menos así que hizo lo propio.

Julia se sintió desfallecer al ver la imagen de Alex sin ropa y con su polla totalmente dura en la cama y sintió la necesidad de sentirlo dentro de ella de nuevo.

-¿Cuándo podremos vernos?

-Esta noche

-Es demasiado tiempo

-Tengo que arreglar unas cosas con un colega, será especial, nos veremos en su casa y tendremos más intimidad

El día se hizo insufrible para los dos y no menos difícil para Isa, que se encontraba en una situación inimaginable. Se sentía una mierda por haber estado engañando a su mejor amiga tanto tiempo pero irremediablemente dependiente de Juan…su plan para que se divorciase de Julia se había complicado por ese “pequeño” detalle de que Alex y Julia eran en realidad hermanos.

“Incesto”. La sola mención de la palabra hizo estremecerse a Isa, pero ¿cómo saber si decírselo a Julia o no? Dudaba que  ayudase en algo a esas alturas.

Esa noche Juan había seguido a la pareja en coche hasta la casa, estacionó enfrente y se limitó a observar. A los pocos minutos se encendió una luz y después otra, dudó bastante entre intentar entrar en la casa para pillarles con las manos en la masa o esperar. Al final decidió lo segundo, sin que su odio disminuyera ni un ápice durante esas horas.

Julia se sintió aprisionada entre el cuerpo de Alex y el vidrio de la ducha, sus pechos se aplastaron y emitió un gemido de placer cuando su amante le levantó la pierna derecha y de un solo golpe la penetró. El agua tibia caía sobre los cuerpos de los dos hermanos, que se entregaron a los placeres del sexo por cuarta vez en toda la noche, esta vez en la ducha. Julia no tardó en correrse entre gritos de placer mientras su hermano la taladraba sin piedad. Deseaba recompensar a su hermano por la noche que le había hecho pasar y, sacando el miembro de Alex de su interior, se aplicó en proporcionarle una magnífica mamada.

Alex sintió que era demasiado y tentó apartar su polla de la boca de Julia cuando notó que iba a correrse. Sin embargo la chica se lo impidió y recibió el semen de su hermano en la boca, tragándoselo con gusto.

Los dos amantes salieron de la casa sin sospechar nada, a decir verdad Alex sintió algo extraño y por puro instinto giró su cabeza para mirar atrás, demasiado tarde para evitar la puñalada que Juan le asestó en la espalda.

Un frío intenso se apoderó de la espalda de Alex que a duras penas pudo girarse y encarar a Juan. Observó que blandía en sus manos un cuchillo ensangrentado y se preparaba para apuñalarle de  nuevo.

Como pudo esquivó el ataque del marido de su amante, que le pasó rozando y desgarró su camiseta. Sacó fuerzas de flaqueza y asestó un fuerte puñetazo en toda la cara a Juan, que sintió como varios dientes se rompían.

Los siguientes segundos fueron confusos para Alex. Sentía que estaba flotando, escuchaba los gritos de Julia y esquivaba las arremetidas de Juan, aunque el cuchillo le rozó varias veces el cuerpo y le provocó cortes. Nada comparado sin embargo, a la herida que tenía en la espalda. El frío se extendía ya por todo su cuerpo y sabía que no iba a poder aguantar mucho más. Antes de derrumbarse pudo ver a varios policías, avisados por Isa, reduciendo a porrazos a Juan. Entonces todo se volvió negro.


Desnuda sobre la cama, Julia miraba el cuerpo de Alex, su hermano. Ahora los dos lo sabían. El escándalo inicial, la confesión de su padre, la difícil recuperación de su hermano, y finalmente, la huida a otro país, dejándolo todo atrás. Habían pasado exactamente seis meses desde la primera vez que se entregó a Alex en esa playa, pero parecía que eran siglos.

Julia acarició la cicatriz en la espalda de su hermano. La noche anterior habían salido a celebrar sus seis meses juntos y después habían hecho el amor hasta la extenuación en casa.

Alex se revolvió en la cama, las caricias de su hermana le habían despertado.

-Buenos días-susurró mirándola con ternura

Ella en cambio le miró con ojos de cordero degollado.

-¿De nuevo? ¿Ya se han agotado?

Julia asintió con la cabeza, un poco avergonzada.

-Está bien, déjame que me vista y ya bajo a la tienda

-Lo siento

-Supongo que da igual, si es por él hago lo que sea-dijo acariciando la barriga de su hermana

-Recuerda, son aquellos bombones de chocolate con fresa, no los de naranja, los de fresa

-Sí, sí, lo sé-dijo Alex mientras iba al baño y se preguntaba si los antojos le durarían a Julia durante lo que le quedaba de embarazo

FIN


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