Incesto entre hermanos maduros
Dos hermanos de 53 y 51 años, con sus rutinarias vidas juntos a sus parejas, hacen un viaje juntos, el que se transforma en una verdadera luna de miel
La vida me ha tratado bien, tengo 53 años, una hermosa mujer, tres hijas y un buen pasar económico, el que luego de años de trabajo y esfuerzo, me llevo a realizar mi sueño, comprar un terreno y construir ahí mi casa. Todos mis ahorros se fueron en esta construcción, pero valía la pena tanto sacrificio.
Orgulloso de mi logro, le mandaba fotos a mi única hermana del avance de mi casa. Mi hermana Marcia, menor que yo por dos años, mi única hermana , hace muchos años había abandonado el país, para ir a establecerse a Francia junto a su marido, para hacerse cargo de un importante puesto de trabajo. No veía a mi hermana hace 6 años al menos, cuando vino al funeral de nuestra madre, quedándonos solos en el mundo, ya que mi padre había fallecido un par de años antes. Solo manteníamos contactó por internet, se alegró mucho por mi logro, me felicitó y me avisó que en enero, viajaría a conocer mi casa.
Ya mi casa estaba construida y por supuesto construí la piscina que siempre había soñado. Pasaron los meses cuando mi hermana me confirma en que vuelo llegaría. Partimos con mi mujer y mis hijas a buscar a Marcia en el vuelo proveniente de Francia. Entre un tumulto de gente, la veo aparecer, alta, distinguida, muy elegante, con su cabellera rubia ondulada. Corrimos al encuentro, donde nos estrechamos en un fuerte abrazo, lleno de emoción, donde a ambos se nos cayeron las lagrimas luego de tantos años.
Llegamos a mi casa, acomodamos a mi hermana en el cuarto extra que teníamos, obviamente le mostré mi casa, y ella abrazada a mí en todo momento, me felicitaba una y otra vez. Lo que más le gustó fue la piscina, que dijo aprovecharía al máximo para broncearse ya que en Francia estaban en pleno invierno y sería la envidia de sus amigas. Conversamos largamente hasta altas horas de la noche, poniéndonos al día con nuestras vidas.
Ya habíamos planeado su estadía nuevamente en su país. Quería salir a conocer, visitar algunos parientes etc. Yo ya había pedido mis vacaciones con anticipación para esta fecha. Carola, mi mujer no nos podía acompañar, por su trabajo y aparte para no dejar solas a las niñas, pero obviamente no tenía ningún problema que me perdiera unos cuantos días con mi hermana.
En la mañana salió con mi mujer, a cambiar dinero, comprar algunas cosas y ya luego de almorzar, con un calor sofocante, fuimos todos a la piscina. Yo ya me encontraba en la piscina con mis hijas, cuando aparece mi hermana, caminando hacia nosotros, con un pareo que cubría su traje de baño.
Mi hermana, al igual que yo, somos altos de porte y de contextura gruesa, pero sin ser gordos. Llegando a las sillas para tomar sol, se lo saca y deja ver un cuerpo espectacular para una mujer de 51 años. Fue imposible sacar los ojos de ella. Una mujerona de 1.78 de estatura, rubia, tez blanca. Unas caderas muy anchas, un abundante trasero, cubiertas con un bikini blanco con lunares negros que se veía pequeño entre sus gruesos muslos. Su vientre levemente abultado, pero casi nada considerando su edad , un par de grandes y hermosas tetas que de inmediato fueron un imán a mi vista, con un bikini que solo tapaba los pezones y el contorno de ellos, dejando una gran parte de sus tetas expuestas. Un pedazo de mujer , culona y tetona , con un diminuto traje de baño, lamentablemente , mi hermana.
Pero luego de un rato, nos pregunta si nos molesta que se saque la parte de arriba, para que no se le marcase en traje de baño, algo habitual en algunas playas francesas, pero no habitual en este país, donde las niñas y mi mujer, encantadas con ella, le dijeron que no le molestaba, mientras me miraban a mí, riéndose, esperando mi opinión. Ya lo tome a la broma y le dije que ningún problema, al contrario, que si querían todas podían hacerlo, que no tenía ni un problema. Mi hermana con la aprobación de todos, se desabrocha su traje de baño y libera dos enormes tetas, que casi me infartan, mientras las mujeres conversaban con ella de esa costumbre tan europea. Solo mi hija mayor riendo le dijo que no tenía ningún problema, salvo que llegara su novio, que no la miraría con buenos ojos como lo haría yo, su hermano, aunque se equivocaba completamente.
Con la verga dura como una roca, con la visión de las tetas de mi hermana, no me pude salir de la piscina por un buen rato, aunque me moría de ganas de estar más cerca de ellas para apreciar, pero con el bulto que tenía era imposible salir. Al fin pude salir de la piscina, tomando de inmediato una cerveza, mirando a mi hermana y diciéndole delante de mi mujer, que de verdad tenía un cuerpo muy atractivo, actuando como si fuera lo más normal y como si no me causara nada.
Marcia siempre muy simpática, contestó las preguntas de mis mujeres, comentando que asistía a muchas playas nudistas, que allá no era un tema, que tienen un pensamiento mucho más abierto que nosotros.
Entre bromas, las niñas y mi mujer quisieron hacer lo mismo que ella, pero que yo me tenía que ir. Me mandaron entre risas a dormirme una siesta, con la más pequeña empujándome hacia la casa, haciendo que me retirara. Con la imagen latente del cuerpo de mi hermana, su pequeño bikini y sus enormes tetas al aire, no puse mucha objeción, por que nuevamente se me estaba parando. Entre a la casa, con la prohibición de mis hijas de volver sin antes avisar. En mi cuarto, oculto por la ventana, con mi mano dentro de mi traje de baño, veía a lo lejos a todas mis mujeres con sus tetas al aire, caliente a más no poder , no por mi mujer o mis hijas obviamente, si no por el exuberante cuerpo de mi hermana. Preferí meterme al baño y correrme una buena paja pensando en ella para no volver a levantar carpa cuando fuese a la piscina. No me costó nada, con los ojos cerrados, sentado, recordando esas enormes tetas, sus aureloas grandes y rozadas, esas gruesas piernas y ese culo grande, me masturbe como hace mucho rato no hacía, imaginándome teniendo sexo con ella.
Pasó un buen rato y volví a la piscina, avisando desde la salida de la casa que iba para allá. Mis hijas gritaron, riéndose y se taparon. Pude volver a ver el macizo cuerpo de mi hermana tendido al sol, lamentablemente ahora ya tapado, muy distinto a la delgada de mi mujer.
Era increíble lo que me producía mi hermana, sensaciones ocultas. Está bien, era mi hermana, pero su llamativo cuerpo paseándose por la casa, en especial cuando se ponía unos pantalones blancos ajustados, conde se le veía un tremendo culo, no podía dejar de mirarla. Toda esa semana me tubo nervioso, mejor dicho caliente y más aun pensando que viajaríamos por nuestro país solos.
Hasta que llego el día. Temprano en la mañana salimos ambos en mi vehículo ya con un rumbo trazado. Visitaríamos lugares turísticos, aprovechando de parar en algunas ciudades a visitar algunos primos, ella muy organizada, ya había planeado todo nuestro viaje.
Manejamos mucho rato, nos detuvimos almorzar y luego continuamos, parando en muchas partes para tomar fotografías y disfrutar del paisaje. Cerca de las 7 de la tarde, llegamos a la primera ciudad de nuestro itinerario, donde visitaríamos a una prima con su marido. Ya los habíamos llamado que íbamos en viaje y nos esperaban con los brazos abiertos.
Luego de los abrazos y saludos de rigor, compartiendo una rica cena, nos invitaron alojar en su casa. Tratamos de decir que no, que nos iríamos a un hotel para no incomodar, pero no permitieron. A mí me alojaron en el cuarto de unos de sus hijos y a mi hermana en el otro. Permanecimos ahí hasta el otro día, y luego de almorzar continuamos nuestro viaje, con el compromiso de pasar de vuelta a visitarlos.
Llegamos a nuestro segundo destino, una hermosa ciudad con costas maravillosas. Mi hermana si o si quería ir mucho a la playa a tomar sol, por lo que nuestra ruta iba orientada a las costas. Como ya era entrada la noche, buscamos un hotel donde alojarnos, solicitando una habitación con dos camas y vista al mar. Ya alojados, salimos a cenar algo, recorrer la ciudad de noche y terminamos caminando por la costanera, abrazados como si fuésemos marido y mujer.
Llegamos al hotel, planeando nuestro día y luego de ver algo de televisión, mi hermana entra a ducharse y a ponerse su camisa de dormir, mientras, yo fumaba en el balcón del hotel. Cuando sale al balcón, envuelta solo en una bata blanca, diciéndome lo rica que estaba el agua. Entré a bañarme, llevando conmigo el pijama, aunque por el calor que hacía, solo dormiría con la parte de abajo. Al salir, mi hermana chateaba con mi cuñado, recostada sobre la cama. Una nueva imagen muy sensual quedó ante mis ojos. Se había sacado la bata y usaba una camisa de dormir blanca, corta, su pierna recogida, mostraba sus gruesos muslos y parte de su nalga. Sus pechos grandes apenas los alcanzaba a cubrir. Aunque tuve que saludar a mi cuñado y hablar un rato con él, me tuve que meter a la cama de inmediato, para que no notara el aumento de mi verga. Luego de ver algo de televisión, apagamos la luz y nos dormimos.
Al otro día, continuó el martirio con el cuerpo de mi hermana. Se levantó y se paseó por el cuarto, abriendo las cortinas y levantándome a mí para aprovechar el día. Ya verla pasearse con ese corto camisón de dormir, sus gruesas piernas y sus tetas casi desbordándose, me dejo erecto y tuve que decirle que se bañara ella primero, para lograr que mi verga bajara un poco. Pero fue para peor. Saliendo de la ducha, envuelta en una toalla, me entró a bañar yo, pero a dos pasos antes de entrar al baño, veo que ella se saca la toalla quedando completamente desnuda. Por solo esos dos pasos y de reojo, pude ver el contorno del cuerpo desnudo de mi hermana, dejándome más caliente aun de lo que estaba. De haberme demorado un minuto más, la hubiese visto por completo. Nuevamente no me contuve y me masturbé en la ducha, con esa imagen latente en mi mente.
Salí al cuarto y mi hermana, con una mini falda de jeans y solo con sostenes, se pintaba sentada en la cama. Tratando de ser lo más natural posible me vestí delante de ella, pero dándole la espalda, donde me hizo el comentario que pensaba que me encontraría más gordo, pero que me mantenía muy bien.
Salimos a recorrer, luego almorzar y volvimos al hotel a colocarnos nuestros trajes de baño, para irnos a la playa. Lo hice lo más rápido posible, dándole la espalda a ella, mientras que ella, como si fuese lo más natural del mundo, se desvistió a su lado de la cama y se colocó un hermoso bikini color azul, bastante revelador. Ahí le hice el comentario que me colocaba nervioso cuando se cambiaba ropa delante de mí riéndome. Ella también se rio y me dijo que pensaba que no me daba nada, mas aun estando tan gorda. Obviamente le dije que estaba estupenda, que me luciría con una mujer así en la playa. Me abrazo diciéndome que era muy lindo, para luego modelarme su bikini, dejándome admirar todo su cuerpo ahora con detención, dejándome impactado al ver semejantes tetas pasearse delante mío y su entrepierna donde se vislumbraba una abultada vagina. Nuevamente le dije que estaba muy bien , alabando su cuerpo.
Tendidos en la playa, mi hermana y su impactante bikini a mi lado, no dejaban de cautivarme. Me invito a nadar. El agua estaba muy fría y me salí al poco rato. Ella se quedó un rato más en el agua hasta que se sale y camina hacia mí. Verla caminar era delicioso y me pasaban mil fantasías por la mente. Su cuerpo contorneándose, con ese bikini que se perdía entre sus carnes y sus impactantes tetas caminando en dirección a mí, un mujeron de hermana me gastaba sin poder utilizarla.
Hablamos de las playas de Francia, me confesó que le encantaba tomar sol desnuda. Que en un principio fue con su marido, ambos chilenos y temerosos, pero solo fue al principio. Me comentó que había playas donde todas las mujeres tomaban sol sin la parte de arriba, otras que eran completamente nudistas y que incluso en algunas se podía ver a las parejas haciendo el amor en la playa como si nada pasara. Le pregunté si lo había hecho y me confesó que no, que habían ido, pero que Alberto, mi cuñado no quiso.
Le comente que me gustaría ir algún día a conocer algo así y me dijo que planeara un viaje a Francia y que con gusto, me acompañaría. Me reí diciéndole que era muy desinhibida para mí, que yo era más tímido en ese sentido. Me dijo que ella ya no tenía problemas con eso, que había sufrido un cambio en su vida, luego que había caído en una depresión. Me confesó que fue a un sicólogo, que se sentía vieja, cansada etc y que estaba deprimida todo el tiempo. El mismo sicólogo le dijo que el problema era mi cuñado, que él era el viejo y que la hacía sentirse a ella más vieja. A las finales, luego de unas cuantas sesiones, el mismo le había recomendado tener un amante más joven.
- Ja ja … que buen diagnostico
- Si, muy bueno
- ¿ y lo hiciste?
- ¿me ves deprimida, vieja y cansada?
- Ja ja … ja ja …. Que buena receta!
Me confesó que había tenido algo por ahí, pero sin importancia, sin involucrar sentimientos. Que obviamente, con la gran diferencia de edad con mi cuñado, habían gatillado a eso, pero ella se sentía bien consigo misma, que tenia deseos y si mi cuñado no la complacía , no era justo que ella se privara.
Esa noche, no me podía quedar dormido, me despertaba a cada rato. Pensaba en mi hermana, en nuestra conversación, en sus tetas y en su infidelidad. Me levanté al baño, encendí la luz de este y al mirar hacia la cama de mi hermana, la veo durmiendo, destapada boca abajo. Su corta camisa de dormir se había subido y su enorme culo yacía ahí, con un pequeño calzón blanco que se metía entre grandes sus nalgas. Que pedazo de mujer, que suerte tenía mi cuñado de tener semejante hembra a su lado. Como me moría de ganas de tocar esas piernas y para que decir ese culo. Era mi hermana, pero que buena estaba la condenada, esas vacaciones se habían convertido realmente en un suplicio.
Al otro día emprendimos viaje nuevamente, la misma rutina, manejando por varias horas, parando en la ruta a tomar fotografías, almorzando en un turístico restaurant. En todas partes nos trataban como si fuéramos matrimonio, y ya ni siquiera hacíamos el esfuerzo de aclarar la situación de que éramos hermanos, no valía la pena. Llegamos a nuestro próximo destino. Esta vez nos tocó una habitación con solo una cama extra grande, por lo que tendríamos que dormir juntos.
La conversación siguió luego en el cuarto, recordando nuestra infancia y más tarde estábamos cenando en un hermoso restaurant. Terminamos caminando por el borde de la playa, abrazados como cualquier pareja, donde me preguntó cómo estaba la llama de mi matrimonio. Le confesé que obvio, luego de más de veinte años de casados, la llama se había apagado mucho, no apagarse por completa, pero si una muy leve. Conversando y conversando largamente, contestando un sinfín de preguntas, termine contándole como eran nuestros encuentros con mi mujer, esporádicamente una o dos veces al mes, aunque yo mismo no la buscaba mucho, justamente por la rutina, etc. Aparte que ella nunca fue muy fogosa tampoco.
Esa noche ella quería hacer algo distinto y nos fuimos a un bar a bebernos algo, y luego terminamos en una disco. La mayoría eran jóvenes, desentonábamos un poco, pero a ella le daba lo mismo, quería bailar y pasarla bien. Bebimos bastante y bailamos, a los compas de una música demasiado moderna para mi gusto, pero ella disfrutaba con todo y lo pasaba muy bien. Nuevamente terminamos abrazados caminando a la orilla de la playa, dónde le confesé que hace años que no salía a bailar o a tomarme algo con Carola, salvo en algún matrimonio o alguna fiesta de la empresa. Me preguntó si dentro de mi matrimonio le había sido fiel a mi mujer, confesándole que si había tenido algo por ahí hace algunos años, pero nada de importancia. Conversamos del tema, ambos infieles, que no pasaba por no tenerle amor a la pareja, sino más bien por un gusto especial, el placer de lo prohibido, un cuerpo distinto, variar la rutina, etc.
Era tarde, llegamos a la habitación. Lo habíamos pasado muy bien, habíamos bailado, nos habíamos reído, habíamos bebido bastante. Cada uno a su lado de la cama, desvistiéndonos. Miraba como mi hermana se iba sacando una a una sus prendas de vestir, con la maldita camisola blanca tendida sobre la cama que me volvía loco. Tenía varios tragos en el cuerpo y la conversación me trajo recuerdos de mis encuentros extra maritales, fogosos, apasionados que hace mucho rato no revivía, y al frente mío mi tremenda hermana ya en calzones, sacándose su brasier, lamentablemente de espalda a mí. Pero le miraba su espalda desnuda, el contorno de sus tetas que inevitablemente escapaban hacia los lados, su enorme culo, sus anchas caderas, me la imaginaba en distintas poses, me volvía loco. Luego se coloca esa maldita camisa de dormir y se va al baño. Me acuesto solo con ropa interior, esperando verla cuando saliera. Estuvo un rato en el baño, hasta que al fin sale, divina, hermosa, con esa camisa de dormir que le quedaba perfecta, mostrando sus piernas y sus pechos fabulosos. Me sonríe y se queda unos segundos mirándome en la cama, yo creo que ya descubriendo como me tenía y como la miraba con deseo.
Me llamó la atención que no apagara la luz del baño, por lo que el cuarto quedaba un poco iluminado. Se mete a la cama y apoya su cabeza en mi pecho, colocándome su pierna sobre mi cuerpo. Instintivamente mi mano se posó sobre esta, acariciándosela, mientras ella se replegaba más hacia mí, sintiendo sus tetas sobre mi pecho, diciéndome lo bien que lo había pasado. Pero su pierna no se quedo tranquila, me apretaba mas y mas y comenzó a moverla de arriba abajo, conversando melosamente de lo que haríamos al otro día, donde iríamos, pero haciendo presión sobre mi verga. Yo se la acariciaba más fuerte, y no pude evitar que mi verga reaccionara a tantas caricias e irremediablemente se me comenzó a poner dura. Me tenía enfermo de caliente, era imposible que no se diera cuenta lo que estaba generando en mí, quizás hasta lo hacía apropósito pensaba yo, hasta que su cara queda muy cerca de la mía , unos minutos de silencio y nuestros labios se encontraron.
No pude, ni quise evitarlo, ya era demasiado. Primero fueron unos besos muy suaves, hasta que poco a poco, nos fundimos en un apasionado y fogoso beso olvidándonos que éramos hermanos. En segundos mis manos subieron por su pierna, la tomaron del culo y la apegaron a mi cuerpo que ya no resistía tanta tortura, mientras ella me besaba y se restregaba contra mi cuerpo. Ella misma se me montó, quedando completamente acostada sobre mí, haciéndome sentir el peso de su cuerpo sobre el mío, mientras mis manos no dejaban de acariciar su enorme culo una y otra vez, mientras nos movíamos restregando nuestros sexos calientes, sin dejar de besarnos.
Era una locura, un beso delicioso, exquisito, fogoso que no se detenía. Sabía que era una locura, pero no quería detenerme. Mis manos amasaban su culo a mi antojo y ella restregándose contra mi verga dura a mas no poder. En eso, ella se sienta sobre mí, y sacándose su camisa de dormir por sobre sus hombros, quedan ante mis ojos esas tremendas tetas que desde que llegaron no habían podido apartar mí vista, ni mis pensamientos de ellas. Se las tomé de inmediato, apretándoselas al fin, fuertemente, admirando sus grandes dimensiones, la textura suave de su piel, hasta que ella misma me las coloca en la cara donde fueron succionadas con alevosía. Que tetas tenía la desgraciada, que cosa más exquisita chupar esos enormes pechos, que tetas más ricas tenía en mi boca chupándoselas desesperadamente , ya con eso me sentía en el cielo y sin embargo no era ni el principio de lo que se venía.
Literalmente me devoré sus tetas, mientras ella gemía y me besaba el oído calentándome aun más. Con mi verga a mil, ya no aguante más las ganas de metérsela de una buena vez, y solo sacándome la verga entre mi ropa interior y corriéndole sus calzones hacia un lado, apenas rocé su mojada concha, se la metí hasta el fondo, sellando así nuestro incestuoso encuentro.
Comencé a follármela poseído por el placer, penetrándola una y otra vez, sin dejar de besarla, disfrutaba al fin del maduro y voluminoso cuerpo de mi hermana menor arriba mío, con un deseo casi animal. Entre gemidos, besos y agarrones, nos desnudamos por completo, quedando ella de espaldas en la cama, con sus gruesas piernas abiertas, su sexo completamente depilado y sus voluminosas tetas cayendo hacia los lados, ansiosa de tenerme nuevamente dentro de ella. Me metí entre sus piernas, besándole sus pechos nuevamente que me trastornaban para luego volver a besarla en la boca y metérsela hasta el fondo, afirmándonos uno a otro desde nuestros culos, sin dejar de movernos. Era un sexo fenomenal, que placer sentía metiéndosela a mi hermana una y otra ves con todas mis fuerzas.
En un rato quede apoyado sobre mis brazos, solo con mi verga haciendo contacto con su cuerpo. Miraba la tremenda mujer que tenia bajo mío, mientras ella con sus manos las llevaba hacia nuestros sexos, apretándomela y restregándosela.
Era exquisita, divina, no sabía si era real o un sueño. Se notaba que mi hermana era una amante de la verga, una mujer muy fogosa y que sabía muy bien cómo comportarse en la cama. Se acostó de lado y yo detrás de ella, metiéndoselo por detrás sin dejas de agarrarle las tetas ni un segundo, haciéndole sonar los cachetes con cada envestida, hasta que luego de un rato quedó de boca en la cama, mirando su enorme culo a mi disposición, donde antes de montarme no pude dejar de colocar mi cara sobre él y besarlo y morderlo, separándole las nalgas pasándole fuertemente mi lengua. Ella no solo se dejo, si no que se abrió las nalgas con sus manos para hacer más fácil mi trabajo, gimiendo como loca. Era algo morboso que me encantaba hacer y que mi pudorosa mujer no me dejaba por ser algo sucio, y ahora mi propia hermana no solo lo cumplía ese morboso deseo, si no que lo disfrutaba como loca. Luego de pasarle la lengua por todos lados, me montó sobre ella y la volví a penetrar con lujuria, con todo mi cuerpo sobre ella. La coloque en cuatro patas y aferrado a sus anchas caderas continué follándomela inundando el cuarto de gemidos de placer.
Aun sin acabar, cambiamos de posición, quedo de espaldas en la cama, mi hermana baja un poco, queda entre mis piernas mi verga dura como nunca , donde es acariciada por ambas manos de mi hermana que no dejaba de sonreír, masturbándome lentamente , hasta que levantando el culo , se la mete a la boca y me da una mamada de otro mundo. Yo solo acariciaba sus rubios cabellos y disfrutaba a más no poder de su boca por un largo rato, restregándola con su cara, lamiéndome las bolas suavemente, para subir lentamente gateando, con sus enormes tetas colgando avanzando lentamente, dándome un suave besos en mi cuerpo, para luego colocar sus tetas a la altura de mi verga, moviéndolas de lado a lado chocando contra esta.
Le confesé como desde que la vi no dejaba de pensar en sus pechos, como deseaba tenerlos en mis manos, en mi boca y ella agradeciéndomelo, metió su verga entre ellos y se los apretó dándome una suave masturbación con sus tetas.
Termino sentada sobre mí, moviéndose afanosamente mientras yo le agarraba el culo y veía como esas enormes tetas saltaban y chocaban entre ellas , hasta que en un momento ella misma se las agarra y se las comienza a tocar, diciéndome entre gemidos que estaba acabando. Lanzo unos gritos desgarradores al mismo tiempo que yo , sin poder aguantarme más le inundaba su sexo con mis chorros de leche alcanzando una acabada espectacular.
Calló rendida sobre mí, donde nos dimos un beso cariñoso, luego de haber estado follando por más de media hora. Nos seguimos tocando ahora con cariño, recuperando al respiración, diciendo lo mucho que nos queríamos y que para ambos había sido de otro mundo el encuentro. Al rato volví a chuparle sus pechos, una y otra vez, diciéndole que me volvían loco sus tetas, devorándoselas por un largo rato. Luego me subí sobre ella y colocándole mi verga entre sus tetas, me masturbé con ellas. Se la coloque en la boca, donde me la chupo deliciosamente para terminar nuevamente follándomela por un buen rato, acabando ambos escandalosamente. Que sexo más exquisito, ni siquiera recordaba la última vez que lo hice dos veces con Carola la misma noche. Nuevamente terminamos abrazados, acariciándonos con ternura, con mi verga ya dormida, entre los dedos de mi hermana, y mi mano en su teta , besándonos suavemente, hasta que nos venció el sueño y nos dormimos desnudos sobre la cama.
Al otro día casi ni salimos del cuarto. Al despertar y verla ahí a mi lado, mi boca termino en su pecho, luego en sus labios y al rato montado sobre ella , penetrándola una y otra vez. Follamos todo lo que pudimos, nos bañamos juntos, nos chupamos, nos tocamos todo el día, solo saliendo un rato para comer y recuperar fuerzas.
De ahí nuestro viaje tubo un rotundo cambio, pasó a convertirse en una luna de miel, follando donde podíamos, hasta incluso en un lugar público, un mirador donde se veía la costa y no había nadie cerca. Era un sexo tan rico, morboso fuerte, prohibido. Mi hermana resultó ser un volcán de pasión en la cama, incluso ella misma me pidió que se la metiera por el culo, algo que con mi mujer nunca logre conseguir y algo que a mi hermana le fascinaba. Sus tetas a cada rato terminaban en mi boca y mi verga el la suya, incluso manejando nos tocábamos y ella me la chupaba. En esos pocos días, follé con ella más de lo que follaba con Carola en varios meses, siempre encuentros apasionados, morbosos y fogosos donde todo estaba permitido. Pero lamentablemente ya nuestro viaje estaba terminando, emprendimos la vuelta despidiéndonos de ese incestuoso viaje. A pocos kilómetros antes de llegar a mi casa entramos a un motel y pasamos las 4 horas follando como adolecentes. Supuestamente era la despedida.
Llegamos a casa, mi mujer y mis hijas nos recibieron muy contentas. Esa noche tuve sexo con mi mujer, pero no era nada comparado con mi hermana, nuevamente la rutina de un sexo corto, sin muchas poses ni aberraciones. Quedaba una semana para que mi hermana volviera a su país y a pesar que habíamos dicho que llegando, ya no pasaría nada más, no pudimos aguantarnos. Ya había oscurecido, nuestras miradas de deseo eran evidentes, y aun con mi mujer y mis hijas en casa, invité a mi hermana acompañarme al fondo del patio, al canil, a darles comidas a los perros. Me acompañó sabiendo cuales eran mis verdaderas intenciones y mientras los perros devoraban la comida, le levanté la pequeña falda que usaba y corriéndole los calzones, volví a estar dentro de su cuerpo, la penetre por detrás con furia, ambos de pie en una corta, pero deliciosa follada, mirando de vez en cuando hacia la casa para cerciorarnos que no venía nadie.
Otra vez en la piscina, las niñas no estaban, solo nosotros tres con mi mujer, la que fue al baño, me la volví a follar por solo 3 minutos, claro que sin acabar, diciéndonos que no podía irse sin un último encuentro. Un día antes de su partida, salimos los dos solos, supuestamente a comprar algo para llevar. Conduje rápidamente a las afueras de la ciudad, entrando al primer motel que encontré, nos dimos un último y morboso revolcón de otro mundo, como si la vida se nos fuera en eso, como solo ella sabia dar, incluyendo todo lo que se puedan imaginar.
Ya al otro día, partimos con mi familia a dejarla al aeropuerto. Habían sido las mejores vacaciones de mi vida. Me dio mucha pena el momento de despedirla, no solamente por el sexo, si no porque la extrañaría, sabiendo que pasaría mucho tiempo sin volver a ver.
Mi mujer nunca sospecho nada de mi incestuosa infidelidad , volví a mi rutina diaria , aunque con más ganas de follar , incluso diría que fue bueno para nuestra relación, reavivando la llama apagada. Ahora , estoy planeando ir a conocer Francia …